
Capítulo 4: Las islas del agua y viento
Capítulo 4
Las islas de agua y viento
Cuando despertó, Jeff vio como lo rodeaban unas palmeras, la luz del sol quemaba, pero no tanto por la brisa oceánica. Estaban en una playa. A su lado, Jeff esperaba encontrarse con Amelie, pero se encontró a Asad dormido y roncando, esto molestaba al Capa Sombría.
Vio que sus prendas no estaban, las habían cambiado por lo que parecía ser unos shorts anchos y una playera blanca con cuello en V sin mangas.
Al levantarse de su silla de playa, no tardó en asustarse por no encontrar a los demás.
Era claro que Jeff no entendía qué pasaba, por lo cual, fue hacía Asad para despertarlo.
—Asad, tenemos problemas.
—Dejame dormir cinco minutos más, Bianca —Se dio vuelta adormilado—. Quiero tener hijos contigo, pero tengo miedo.
》Las chicas gato tienen entre sextillizos a más, eso me da miedo —Estaba asustado.
Jeff, algo molesto, no dudó en tirarlo de su silla playera.
》¿Ah?, ¿Qué?, hermano, ¿Dónde estamos? —Vio a todos lados conmocionado.
—Eso también quisiera saber —Jeff observó sus alrededores sin tener una explicación clara.
De pronto, escucharon como algo cayó de golpe a su lado. Al ver de de se trataba, una mujer de tez morena, con unos ojos con brillo místico les sonrió.
Por el flequillo y esa sonrisa, Jeff vio a Sabrina en ella, segundos después, un chico con la cabeza rapada aterrizó de forma heroica.
Tanto hechicero, cómo faraón se quisieron poner a la defensiva, pero por alguna razón, sus cuerpos se sentían fatigados.
El hombre rapado sólo les expresó con calma:
—Tranquilos hombres —Hablaba con un tono despreocupado—. No se esfuercen, sus cuerpos tocaron las aguas de Olmos, esas aguas, aunque se vean limpias, tienen mucho miasma acuático.
—Por suerte estábamos cazando víboras acuáticas cerca, ustedes estaban por morir —Exclamó la mujer meneando la cadera contenta. Esto a Jeff le recordó a Sabrina.
—¿Quiénes son ustedes? —Preguntó Jeff.
—¿Y por qué ustedes estaban cerca de Olmos? —La chica fue hacía Jeff para verlo con una actitud pícara.
—Nosotros preguntamos primero —Dijo Asad poniéndose en medio de Jeff y esa chica.
—Bueno, bueno, necesitamos escuchar la historia en cronología, así que ustedes primero —Exclamó el sujeto.
Se puso en medio de Asad y la chica.
Jeff, con una actitud relajada, menos su tono de voz, le dijo que solo debía saber que Asad era el faraón de un país cercano a donde estaban y él era un hechicero de otro mundo.
Ambos estaban cerca de Olmos por que querían ir por una daga que estaba dentro de la ciudad, pero al estar cerca, el maná de sus cuerpos fue absorbido y una presión los envió al océano.
El hombre rapado parecía haber comprendido la situación, para luego soltar una sonrisa que decía: "Me lo imaginaba".
》Se nota que no son de por aquí, todos los habitantes de este archipiélago saben que solo se puede entrar a Olmos por debajo del mar por medio de unos tubos y por aire.
—Nuestra tribu tiene el estado Ziz que nos permite volar al cambiar nuestro cuerpo para tener los poderes de ese Titán —Compartió la chica dejando sorprendidos a los chicos.
Jeff no sabía qe existía un hechizo o un estado que te permitirá hacer eso. Antes de que ellos aterrizaran, no sintió manipulación de maná.
—¿Cómo funciona? —Preguntó Jeff intrigado.
—Bueno, eso deben preguntarle al líder. Yo nací con esta habilidad, naturalmente es así, pero él nos dijo qe solo nacemos así por que le enseñó la técnica a nuestros antepasados —Admitió el chico.
◇◇◇
Del otro lado del océano, en una isla cerca de donde estaban los cuervos, las chicas se despertaron asustadas, y más cuando se encontraron con trajes diferentes a los anteriores.
Amelie fue hacia la orilla de la playa para gritar el nombre de su amado antes de poner sus manos en su pecho como si sintiera algo.
—Esto no es purfecto —Dijo Bianca mientras iba hacia Amelie.
Un silbido las hizo ver como un extraño bulto salía del mar siendo arrastrado a la orilla, donde rodó hasta los pies de ambas.
—Vaya, ya despertaron —Exclamó la chica de doce años que salió del mar. Se levantó dejando ver que era una chica de tez morena y cabello azul.
—¿Tu fuiste quien nos salvó? —Preguntó Amelie. La chica asintió muy contenta—. Gracias —Amelie se inclinó ante la mujer para darle las gracias. Bianca no comprendía por qué lo hacía.
—Ay, no hay de qué. Estaba pescando con mi hermano cuando las vimos junto a otros chicos —La joven se apenó un poco.
—¿Otros chicos? —Bianca se le acercó conmocionada—. ¿Dónde están? —La tomó de los hombros, parecía muy preocupada.
—Tranquila chica gato, ellos están por allá —Señaló hacia un punto en el mar que estaba muy lejos—. Ellos están en la isla Yawak y ustedes están aquí, la isla Thalassa donde viven los Hekau sirenas.
—Debemos ir por ellos. Asad me necesita —Comentó Bianca tras dejar a la puberta.
—¿Por qué la prisa gatita?, no tenemos prisa —Mencionó la chica morena.
—No entiendes, Asad es el faraón más inexperto en combate, si se enfrentara a un monstruo terminaría muerto y es muy inocente.
》Podrían matarlo muy fácil, se la pasa encerrado en el palacio sin conocer el resto de su país —Se notaba preocupada.
Bianca quiso irse nadando, pero regresaba con Amelie al no poder pensar con claridad.
Ni ella, ni Asad sabían nadar, por lo tanto, debía quedarse en tierra. Bianca quiso pedirles a las chicas ayudarla a crear una balsa para ir por el faraón, pero Amelie, con un tono serio la mandó a callar, cosa que a Bianca dejó con los ojos abiertos.
—Si tanto quieres a Asad, entonces confía en él.
—¿Por qué estás tan calmada?, Jeff también está ahí, podría meterse en problemas —Estaba alterada —. Todos los cuervos son unos inmaduros que necesitan de otros.
—Pues, mi Jeff es diferente. Cómo la novia del Capa Sombría confío en su capacidad.
》Lo conozco lo suficiente para saber que jamás haría algo idiota. Es listo, divertido y un poco tramposo, igual a mí, así que no dejaré que mis temores se apoderen.
》Es más, sino fuese alguien honorable, no sería su pareja—La tomó de los hombros para mirarla con entusiasmo y determinación—. Lo mismo pasa contigo y Asad.
》Él debe estar preocupado por tí, pero tiene su confianza depositada en tí, déjalo vivir al igual que tú debes vivir para demostrarte que puedes ser una luz imponente con él o sola.
Sus palabras hicieron que la cara de Bianca se sonroje y su cola se relaje.
Respiró hondo, para luego bajar sus hombros y sin protestar, le dio la razón a Amelie.
Sin duda, tenía confianza en Asad, sabía que era alguien muy inocente y sin experiencia de combate, pero era esa amabilidad, la cual, le permitía hacerse con aliados muy poderosos que lo defendieran.
—Niña, dime tú nombre —Ordenó Bianca a la chica que se estiraba. Le dijo que se llamaba Kai—. Muy bien, Kai, llévanos con el líder de la tribu.
》Por lo que recuerdo, según los libros de magia prehistórica, en este archipiélago hay un poder que nos puede ayudar a caminar sobre el agua y adaptarnos a pelear sin maná.
—Eso es cierto gatita, de hecho es una magia que nos permite respirar y caminar bajo el agua, pero no sé si el Kahuna quiera enseñarselas, es muy reservado con los conocimientos de la tribu.
◇◇◇
Unas explosiones consecutivas se escuchaban por todos lados.
Las pinzas de un gran escorpión estaban por cortar a Monty, quien corría con sus alas rotas, pero pudo formarse a volar mientras dejaba un rastro de sangre.
Cuando aterrizó, no se percató de la lluvia de veneno que estaba por tocarlo, sin embargo, la arena del lugar se alzó formando la concha de un caracol a su alrededor para protegerlo.
Mientras tanto, Seth, estaba volando esquivando los ataques de una enorme serpiente negra sin colmillos, pero cuando se arrastraba, dejaba devastado el suelo.
Con ayuda de Red, Seth lo capturó en una esfera rosa, al igual que al escorpión y tras dispersar maná santo a las esferas, las criaturas lo absorbieron para convertirse en lo que fueron antes de ser Errantes.
Terminada la misión, Monty se recostó sobre uno de sus dragones con una respiración agitada, no solo eso, había perdido tanta sangre que no se sentía bien.
Aun así, les dijo a los demás que quería sumergirse rápido en el agua, pero Seth lo detuvo para explicarle que si entraba al mar, podría morir. Esto sin duda molestaba al dragón.
—Pero, tú sabes que Asad no es un sujeto muy listo, es muy inocente y no sabe ser un líder o pelear, solo sabe saltar muy alto —Argumentó Monty su desesperación.
—No te preocupes, sé que está bien —Seth se subió a su dragón—. Es nuestro faraón, nunca dudes de sus capacidades.
》 ¿Acaso no recuerdas que él te salvó?, sin su ayuda, seguirías siendo un estafador de poca monta y no nuestro general dragón.
—Él es mi amigo, aunque nunca lo demuestre, me preocupa mucho, no sé qué haría si muriera.
Monty recordó como fue que conoció a Asad, él fue un estafador que intentó robarle al faraón Asad hace mucho tiempo, pero tras conocerlo mejor, acabó sintiendo una extraña fuerza de pureza que lo hizo querer cambiar su vida.
《Su sola presencia me hizo volverme su general imperial》
◇◇◇
Tras adentrarse en una aldea donde Jeff y Asad vieron a mucha gente volando como si no fuera la gran cosa, fueron llevados a una cabaña rústica.
En el interior, se encontraba un anciano que resplandecía en un aura de pureza sin igual qe Jeff reconoció y pensó:
《Un momento, este anciano barbón es un Guardián Celestial cómo Lucy》
El Guardián les contó que, hace años, antes de siquiera los humanos comenzar a evolucionar, fue junto a su Ejecutor a combatir en una guerra, pero ambos se separaron por una fuerte discusión.
Esto ocasionó que termine estrellándose en esa isla, quiso irse, pero no podía, sus alas fueron destruidas, sin embargo, eso no le importó.
Lo que le importaba era no morir a manos de los humanos, quienes en esa época los cazaban, sin embargo, la gente de esa isla lo encontraron y lo ayudaron.
No pudo evitar llorar agradeciéndoles.
Para demostrarles su gratitud, les enseñó una técnica mágica que logró crear.
Esta les permitía crear más centros por su cuerpo para volverse huecos como aves y de esa forma dejar que la energía del ambiente fluya sin necesidad de absorberla.
—Espere, ¿Ese hechizo existe? —Preguntó Jeff.
—-Claro, pero es algo difícil, ya que necesitan encontrar la paz interior.
》Eso puede tomar días y más si intentan dividir su centro para volver su cuerpo hueco.
—Pero, ¿No habría una forma rápida? —Preguntó Asad intrigado.
—Si, la hay, pero recuerden, a menor tiempo, mayor intensidad, así que deberán de trabajar duro para lograrlo —Se levantó, y con una pata de palo, salió junto a los demás hacia la selva.
Pasaron unos kilómetros antes de llegar a un claro, donde había en medio del claro un círculo de tierra rodeado por cuatro estatuas.
Dichas estatuas eran de los grandes cuatro Titanes de la isla. El Ziz, el Behemoth, el Leviatán y la Manba sin ojos.
El anciano, cuando llegó al círculo, vio a la pareja que salvó a Jeff y a Asad. La mujer volteó a verlo cuando la llamó Nubia y el chico cuando le dijo Mistyc.
—¡Líder! —Gritaron animados y fueron hacia él.
—Líder, ¿Ya se siente mejor? —Nubia estaba feliz.
—Líder, es un honor tenerlo aquí —Mencionó Mistyc con orgullo.
—Me alegro de verlos en esta hermosa tarde chicos, ¿Podrían activar el más allá?
Ambos parecían anonadados por esa repentina petición. Nubia le preguntó si estaba seguro, ya que una vez abierto, no se cerraría, sino hasta que terminara la prueba.
Él asintió muy seguro de su orden. La pareja se posicionó a cada extremo del círculo, pero no entraron, solo extendían los brazos a los lados.
De sus manos salía una extraña energía blanca que rodeaba el círculo creando una enorme edificación de pirámide hecha de piedra que se alzó hasta el cielo.
En una de las caras de la enorme pirámide, se escuchó como algo retumbaba y se creaba una puerta que conducía a una habitación oscura.
Jeff y Asad quisieron ayudar a la pareja que cayó desmayada al final de la construcción de la pirámide, pero el Guardián les ordenó entrar de inmediato.
No obstante, él faraón se negaba, quería ayudarlos.
—Asad —Dijo Jeff, había sentido una energía muy intensa de ese extraño ser solo por que Asad se negaba—. Solo entremos, hermano.
—Está bien, hermanito —Se relajó para ir al interior de la pirámide junto a Jeff.
Una vez dentro, se encontraron con un lugar algo pequeño y oscuro donde solo era iluminada por la única entrada.
En medio de la habitación había una mesa con una balanza.
Jeff fue hacía esta, entrecerró los ojos y los abrió rápido al ver que, en un lado del artefacto había una moneda con la imagen de un cuervo, y en la otra, una pluma negra.
Por lo que sabía, esa pequeña moneda y la pluma no pesaban, pero no podía contradecir lo raro que era lo presenciado.
La pluma hizo que su platillo tocara la mesa, mientras que la moneda estaba muy elevada.
—Debería haber un equilibrio, Asad —Jeff se dio la vuelta para darse cuenta que estaba solo.
Esta situación le daba una mala espina. De pronto, escuchó explosiones provenientes de afuera, al salir, quedó anonadado.
No se encontraba en la isla Yawak, ahora se hallaba en medio de una ciudad extraña para él donde los Desterrados atacaban.
Esta situación lo tenía confundido, pero no le importó, debía actuar.
Mientras corría, quiso activar el Podah, pero era imposible, no po que apareciera, sino, por qué cada ataque en base a ese hechizo era absorbido por los Desterrados.
Cuando llegó a una calle, presenció como lo rodearon, no solo ellos. Una figura femenina cayó del cielo, esta era Maya en su estado actual.
Sin duda, Jeff trataba de controlar sus miedos, pero algo lo impedía. Maya se acercó ferozmente, solo le dio tiempo de abrir los ojos cuando le atravesó el pecho sacándole el corazón.
Jeff tosía sangre antes de perder el conocimiento, escuchó una voz muy profunda que le dijo que no era digno.
Su conciencia volvió a él despertando en el suelo de la pirámide, donde sentía ganas de llorar, pero lo retuvo para luego tratar de entender lo que pasaba, sin embargo, cayó al suelo nuevamente.
Así, sin descanso, Jeff debió pelear en un campo mental donde su Podah, entre otros hechizos, no funcionaban.
Moría una y otra vez sin descanso, incluso era perseguido por tres sombras, que antes de atraparlo, él se mataba para despertar y así reiniciar el ciclo de muertes.
Poco a poco, perdía la cordura, no sabía que debía hacer, solo pensaba en seguir peleando, pelear y seguir adelante, era lo que pasaba por su mente, pero no importaba cuántos planes hiciera, nada salía como quería.
¿Cómo puedo ayudar?, era lo que se preguntaba a medida que corría recuperando el sentimiento de temor.
No había sentido miedo jamás, el Podah era lo que lo protegía, así que esto era nuevo para Jeff.
Con cada muerte, sentía como, no solo su mente, sino también su alma, eran destrozadas por Maya y los Desterrados.
—Soy él Capa sombría, no necesito ayuda, yo lo puedo resolver, yo los salvaré a todos —Exclamaba mientras era perseguido por los Desterrados dentro de un edificio en la noche.
Llegó a una ventana por donde saltó sintiendo su cuerpo más pesado de lo normal.
Quiso sujetarse de cualquier cosa, pero no lo logró, terminó sintiendo frío recorrer su cuerpo, convulsionó antes de volver a su punto de partida.
◇◇◇
—-¿Qué es esto? —Asad estaba sobre un balcón que sobresalía de un enorme palacio.
Estaba frente a un día soleado que iluminaba un reino totalmente destruido, sólo quedaban escombros.
No obstante, en el patio podía observar un enorme tablero de ajedrez con piezas gigantescas.
—¿Así que tú eres el Decimonoveno faraón?
—Tú eres.... —Asad abrió sus ojos.
Frente al patio había otro enorme palacio de donde salió un hombre de tez morena un poco más delgado que él.
Abrió sus ojos ante la imagen de alguien que vio en libros de historia
》El primer faraón, el león danzante.
—Así es, mi nombre no se ha olvidado, eso me alegra, pero lo que no me gusta es que dudes de tu capacidad como monarca —Estaba enojado.
—Tal vez en tu tiempo era mucho más fácil, pero ahora es muy difícil.
》Por culpa de rendirme, Angustia conquistó la mitad de mi reino y ahora, mis súbditos me odian, ahora, de hacer algo para ganarme su amor de nuevo.
—Como se nota que tu eres muy sensible, no te vuelves líder por que tus súbditos te quieran, ellos deben soportar tus elecciones.
》Te vuelves líder por tu confianza, debes creer que eres capaz de liderar y pensar rápido —Levantó una mano para hacer que un peón se desplazara dos casillas.
Ahí fue cuando Asad comprendió lo que harían, así que hizo que su peón también se desplazara al mismo nivel del otro peón.
Los dos faraones comenzaron a mover sus piezas en un fuerte juego de ajedrez, en donde ambos movieron casi las mismas piezas.
El primer faraón, no sacó todos sus peones, no se arriesgaría en atacar sin antes crear una defensa, cosa que Asad no hizo.
En ese instante, los arfiles y caballos salieron para terminar por destruir a la reina del joven faraón junto a sus torres.
》Si no eres capaz de vencerme en un juego, ¿Cómo esperas gobernar mi reino?.
》Tienes ambición, tienes iniciativa, pero te falta pensar más, confianza también.
》Vi como querías usar tus arfiles, pero decidiste usar tus torres y reina. Eso es como si en medio de un combate usaras magia explosiva.
Solo causarás una caída más rápida. Primero trata de prolongar lo más que puedas la batalla.
—Pero de todas formas habrá pérdida, ¿No?
—Si, pero velo de esta forma —Hizo que un caballo destrozara un peón —. No corres sin aprender a caminar, las hormigas no envían a sus mejores estrategas ante una pequeña amenaza.
—¿A qué te refieres? —Pregunta Asad tras destruir al caballo con un arfil.
—Lo que trato de decir es que no puedes actuar sin antes pensar, no solo te muevas sin pensar en las salidas.
》Incluso si esas soluciones pueden causar que hagas sacrificios. Siempre habrán pérdidas, no importa si son personas, tierras o alguna cosa, solo haz que su sacrificio sea bien aprovechado.
—Puede ser, ¿Pero no te sentirías mal por eso?
—¿Sentirme mal? —El primer faraón estaba confundido—. Bromeas, ¿Verdad?, ¿Por qué me sentiría mal?, ¿Por qué mi plan sacrificó unas pocas vidas a cambio de salvar a miles?
Asad se quedó en silencio y absorto en sus pensamientos, hasta que escuchó al primer faraón decirle que le había ganado.
Cuando volvió en sí, se percató de cómo su rey fue destruido por un arfil y la reina de su rival.
El primer faraón se reía mientras comenzaba a transformarse en un ser más corpulento y su apariencia era la de un león.
Tanto su barba, cómo su cabello, formaban una melena, se sujetó de la baranda del balcón para impulsarse.
Aterrizó en medio del tablero. Asad estaba asustado, esta sería su primera pelea sin nadie que lo protegiera.
—¡No, esto ya terminó! —Gritó asustado.
—La batalla solo termina cuando un monarca caiga, si eres el monarca que sé que eres, harás un plan para detenerme —Dio un rugido al cielo provocando que del suelo salieran sarcofagos.
Los sarcofagos se abrieron dejando escapar gemidos de, por lo menos, diez momias.
Todos avanzaban contra el palacio. Asad intentó huir, pero la puerta del balcón estaba atascada, gritaba por ayuda, pero nadie le respondía, pedía la ayuda de Jeff o de su maestro.
Sin darse cuenta, una sensación de respiración por detrás se hizo presente.
Sabía quien era, pero prefería negar su presencia. Antes de morir, escuchó cómo le gritó que no era digno, su rostro se estampó contra la puerta envolviendo su mundo en oscuridad.
Fin del capítulo 4...
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