Capítulo 22
Comienza el rescate
Maya chasqueó con unas ansias por probar este poder. En ese momento, las espadas atravesaron al elefante con una velocidad tan impresionante que no se vio cuando lo asesinaron.
Solo se vieron rayos de luz desaparecer y aparecer por diversos lados. Cuando el show de luces acabó, el elefante desapareció y casi toda la ciudad fue destrozada por Maya.
Varios edificios y soldados que estaban sobre el palacio acabaron rebanados por su nuevo poder.
Maya reía a medida que aterrizaba con sus alas, no dejaba de pensar en cómo aprendió esa técnica, no recordaba haberla aprendido, solo se le vino a la mente su nombre y poder.
—Vaya, tienes la neblina de Loki y a Uriel, sin duda eres una criatura peculiar.
》Magia ilusionista y la bendición de los arcángeles —Él hombre se acercaba con una mirada de felicidad—. Pero debes saber algo, Maya, tu: "Arpón Nova" es una variante del instinto y de la bala de Uriel. De alguna forma lo activaste.
《No han habido registros de hechiceros con cazadores desde》—Abrió sus ojos ante una revelación que no la esperaba.
—¿Eh? —Arqueó una ceja, Maya retrocedió sintiendo una tristeza profunda elevándose a la superficie poco a poco.
Activó nuevamente el Arpón Nova para atacar con golpes que expulsaban rayos de luz blanca tan veloz que no podría dejarle tiempo de reaccionar, pero el cazador solo sonrió y reía.
—¡Maravilloso! —Levantó las manos para crear esferas de luz en sus manos, esquivaba sin dificultad algunas—. ¡Tú atacas de forma brusca como ella! —. Aros de luz aparecieron en el cielo apuntando a Maya y de estos salieron balas de cañón blancas que le dieron de lleno acabando con su último aliento de varios golpes.
La sangre de la joven cayó antes que su cuerpo decapitado y agujereado.
El cazador, con lágrimas en sus ojos y una sonrisa sádica se acercó con pasos lentos mientras el cuerpo de Maya se desvanecía reduciendo a una pila de carne molida.
Pateó la carne esperando una reacción, pero no pasaba nada, sacó de su chaqueta unos lentes plateados.
Al ponerlos, vio que la carne fue encantada con una energía oscura, era magia muerte.
Cuando estaba por gritar el nombre de Maya, por medio de sus gafas observó una neblina blanca cubriendo todo.
Un sonido de algo cortándose llenó el lugar de un desgarramiento intenso. El cazador aguantó el grito entre dientes cuando Maya le encajó una estocada en medio de la espalda.
Sin demora, Maya movió su lanza hacia la derecha abriendo una gran herida y sin piedad, usó magia muerte para hacerlo explotar, pero no funcionaba.
Chasqueaba y chasqueaba para activar el ataque, pero no funcionaba, ante esto, decidió escapar entre la neblina, pero el cazador sacó un silbato.
Al tocarlo, la neblina se elevó a los cielos permitiendo que viera a Maya con unas ansias de acercarse. La maga quiso retroceder, pero fue abatida por una velocidad asombrosa.
El cazador le dio un golpe al estómago haciéndola escupir sangre. Ella estaba por tocar el suelo, pero él la tomó del cabello de forma brusca.
—Atacas como ella y haces planes cómo yo. Tienes a mi Uriel, su magia de herencia y tienes mis ojos, mi cabello y su misma apariencia —La acercó más a él —, La última vez que te vi fue cuando tenías cuatro años.
—Y-yo no recuerdo haber conocido a un cazador de brujas antes —Exclamó con mucho dolor—. Mis padres, murieron por un Desterrado, no por tí.
—Que ilusa, eras muy pequeña para recordar mi rostro—La lanzó al suelo, sacó su espada y le hizo cortes en los brazos y piernas sin piedad.
Maya no evitó gritar cuando le cortaron un brazo y pierna.
》No maté a tus padres, no soy un amigo de ellos, en realidad, soy un Cazador de Brujas que se casó con una bruja y soy tú padre, Maya Ketchum.
Los ojos de Maya no dejaron de llorar ante una situación muy confusa para ella. Por un lado sentía que era mentira, por otro sentía tristeza.
La idea de haberse reencontrado con aquel hombre que le dio la vida la hacía estar eufórica, pero la idea de que este fuera un Cazador de Brujas y que fuera aquel que le quitaría la vida la conflictuaba.
◇◇◇
—Me veo raro.
Greg observaba su reflejo en un espejo que le dieron. La belleza que se posaba frente a él era la de una chica de dieciséis años pelirroja.
Tocó su cara lisa y delicada cómo porcelana. Se sentía raro por ver sus ojos, que antes eran castaños, ahora eran rojo sangre.
La ropa andrajosa y su físico obeso, ahora constaba de una chaqueta negra que cubría hasta su boca, pantalones blancos, zapatillas del mismo color y era una joven de cuerpo delgado.
Desde que fue transformado en una de las manos de Fritz, jamás pensó que volvería a tomar el control de su cuerpo.
Recordaba las angustiantes noches llenas de dolor y sufrimiento que experimentaba por los extraños sueños de aquella chica. Por un lado la odiaba, pero por otro solo sentía pena por ella.
Dejó el espejo en su bolsillo para hacer como si sujetara una esfera.
Intentó concentrar energía, tenía pensado crear una esfera con maná de ilusión, pero a puras penas logró crear una esfera del tamaño de una canica.
Quiso hacer una luna cómo Fritz, pero no lo conseguía. A pesar de tener sus genes y el concepto de cómo hacerla, simplemente no conseguía hacer una.
—Ohayo
Al levantar la mirada tras escuchar un saludo tradicional de este mundo, Greg se encontró con un hombre no mayor a veinticuatro años.
Usaba un kimono verde y su cabello gris cubría sus ojos, parecía que recién salía de haberse bañado por el perfume a jabón que salía de su pálida piel. Ambos se dieron una sonrisa radiante.
—Ohayo también.
—Oye, ¿Por qué en el jardín está un hechicero de tierra cinco y un samurai peleando?
—¿No lo sabe?. Ese mago y yo somos de Tierra cinco y venimos por una amiga, pero nos encontramos con una próxima guerra en este mundo donde la reina Arpa mandará a todo su ejército contra Sheyan.
》Matará a todos, ancianos, niños y otras especies sin dejar nada vivo. Mi amigo trata de ganarle al espadachín del oeste para que no maten a gente inocente, pero no lo ha conseguido.
》La reina está dentro de la sala de reuniones preparando el plan.
El hombre quedó sorprendido, no parecía haber sabido nada sobre esto. Greg sentía un aura de molestia a su alrededor.
Le estaba por preguntar qué le pasaba, pero él le pidió quedarse afuera de la sala. El hombre entró a la sala de reuniones con pasos rápidos.
Desde el umbral de la puerta, Greg lo vio pasar y se posicionó al lado de Arpa a quién besó dulcemente, para luego darle a la joven reina un golpe en la nuca haciéndola llorar y quejarse.
Sus quejas duraron poco cuando ese hombre comenzó a sermonear sobre sus acciones. Su sermón duró un buen rato ocasionado que Arpa llore y se quede callada.
Luego de un par de minutos, Arpa salió llorando y con una sonrisa, que trataba de disimular su rostro tan rojo cómo tomate. Al ver a Greg le dijo:
—Dile a Jeff-chan que cambiaron los planes, haremos un plan de rescate urgente —Se acomodó el cabello con una sonrisa traviesa y tras ver a su prometido a su lado, se sonrojó más.
Greg no comprendía lo que pasaba, pero solo se levantó, gritó que iría con Jeff y se fue corriendo para dejar a Arpa sola con su amante.
Ella se apegó a su amado para rodearle el cuello con sus brazos y darle otro beso más apasionado.
En este, no tuvo miedo de dejar que sus lenguas se toquen por unos segundos para dejarlo sin aliento.
—Amor, Jeremy-sama, después de esta misión de la Elite Force oriental, podríamos, ya sabes, ¿Esta noche? —Su respiración era pesada y sus garras se aferraron en la piel de Jeremy, quien solo intentó controlar las manos de Arpa para que sus uñas no se claven demasiado y no le saque sangre.
—Claro, esta noche jugaremos un poco, pero promete no morder, que tenga la bendición del viento, no me hace indestructible.
◇◇◇
Con emoción, Greg salió al jardín para ver cómo dos demonios se desmembraban en el jardín.
Lo que una vez fue un hermoso valle verde con un cielo turquesa, ahora era un terreno con solo tierra y una cortina de polvo se alzó junto a un olor a quemado.
Lo que una vez fue un cielo azul con nubes, ahora era gris.
Frente a ella estaba un demonio de piel roja con cicatrices, tenía un ojo hecho de luz que salía de su frente y no llevaba ropa.
Solo pantalones o lo que quedaba de estos, se lanzó contra un demonio de piel palida que se notaba más por su capa azul con bordes negros.
Poseía ojos amarillos y cabello blanco, reía sin control y lanzaba fuego negro como si fueran dulces.
Sin saber que hacer, Greg conjuró algo que le sería útil.
—Ven a mí, flauta del general imperial Orio, Uzumaki —De un aro blanco en el suelo, salió una flauta larga hecha de bambú.
La puso cerca de sus labios, con solo soplar un poco, este emitió un potente sonido tan fuerte que hizo la cabeza de Jeff explotar, pero la de Karasu se mantuvo bien.
Karasu sorprendido, fue hacia Greg, quien guardó la flauta.
—Greg-san, ¿Llamó? —Se calmó y su cuerpo volvió a la normalidad, guardó sus espadas.
—Si, Karasu-sama. Arpa-sama, ordenó que nos preparemos, primero se hará el plan de rescate y luego haremos el plan de invasión —Explicó sin titubear.
—Entiendo —Se puso a pensar, luego vio cómo Jeff se levantó desempolvando su blanco cabello.
》¡Jeff-chan!, ¡Lo conseguiste!, ¡Trabajaremos juntos para salvar a tu gente y al resto de razas. Seamos la luz del sol en sus vidas robadas por los Shinigamis.
Jeff sin entender lo que pasó, asintió ante la aprobación de su plan, estuvo tan concentrado en el combate que no comió y ni recordaba la razón del por qué estaban ahí.
Solo pensó en combatir. La pasión que expulsaron fue tan fuerte que olvidó su verdadera razón y el espíritu del Capa Sombría se apoderó de él.
Pasado el asunto del combate, Greg los llevó a bañarse y a cambiarse de ropa, para después reunirse con el resto del ejército.
Este era variado, no solo tenían humanos cómo soldados. Mientras los hechiceros y los samurais avanzaban al frente del grupo, vieron a muchas razas.
Entre estas, hadas, elfos, Semi-humanos, hombres bestia, hechiceros, espíritus superiores, sacerdotes, demonios y dragones.
Llegaron con Arpa y Jeremy, este último llevaba puesta una ropa que a Jeff le era familiar.
Esta constaba de una chaqueta blanca con adornos dorados, zapatos de vestir blancos, un pantalón del mismo color y guantes.
—Oye, esa ropa es del...
—Si, del Inquisidor del viento, Alex Blaze —Le dio la mano—. Mucho gusto, Jeff Slaider, soy Jeremy, el amigo desaparecido de Alex, aquí me conocen cómo el Arzobispo del viento.
—Bueno, no importa eso ahora, dime, ¿Cuál es la situación?
Vio que alrededor de la ciudad habían sombras oscuras, eran Desterrados y unos enormes muros que no parecían ser fáciles de destruir.
—Debemos encargarnos de esos enormes muros que serían casi imposibles de pasar, sino fuera por las cuatro puertas que están en norte, sur, este y oeste.
》 Cuando estemos dentro, deberemos encargarnos de los soldados y gente benevolente al emperador, después tenemos que subir al tercer piso del pabellón central —Explicó Jeremy.
—No hay problemas —Admitió Arpa—. Es verdad que dentro del palacio está Decadencia y sus Desterrados, pero nuestro informante se encargará de ellos.
—Con eso arreglado, solo quedaría ver cómo separar al emperador de sus soldados y sacarlo del palacio —Comentó Jeremy apuntando con una esfera de viento en sus manos.
Jeff se concentró para usar su rastreo de maná, trataba de sentir la energía del emperador, pero no lo conseguía, era difícil por lo que veía, pero eso no le importaba, por alguna razón se sentía más desinteresado.
—Descuiden, tengo un plan —Se peinó el cabello albino—. No saben que se enfrentarán a mi —Fue hacia Artemisa.
Ella se quedó viendo a Jeff arrancáncole un cabello que embulló en brasas negras.
En su otra mano, la derecha, creó una esfera de viento. Con una sonrisa, Jeff lanzó Centinela conectando la esfera con el cabello.
La esfera salió volando a Sheyan. Jeff vio a Jeremy de forma perversa.
》Jeremy, ¿Puedes detectar mi esfera?
—¿Eh?, claro, puedo sentirla y controlarla.
—Bien, controlala y cubre a todos con esa brisa, tanto mago cómo a los demás, mi hechizo enviará a todos a dónde quiero.
—Está bien, espero que sepas lo que haces —Jeremy dudaba.
—Solo hazlo —Jeff lo vio de reojo con fastidio.
Jeremy cerró sus ojos para sentir a todo en la ciudad, pero no sentía a nadie dentro del palacio ni a los soldados que estaban a sus alrededores.
Una vez que cubrió a todos, asintió y Jeff abrió la palma dónde estaba el cabello y este desapareció, al mismo tiempo, Jeremy quedó sorprendido, todas las personas de la ciudad desaparecieron, aunque no todos.
Soldados alrededor del palacio, Desterrados y unas pocas personas, personas que recordó cubrir, pero no se fueron.
Esto lo dejó confundido, hasta que Jeff le explicó que quienes no se fueron eran dos jóvenes, uno se rompió y el otro se dio cuenta de su conjuro en el viento y lo desactivó.
—Sin duda, ese chico o chica debe ser un prodigio. En fin, es el turno de todos los demás, vamos.
◇◇◇
Con las personas de la ciudad en el mundo de las sombras, Jeff movilizó al ejército. El grupo de Jeremy que constaba de todos los voladores, se alzaron al cielo escondidos entre las nubes para funcionar cómo reserva.
Al grupo de Arpa, Artemisa y Greg, Jeff envío a lad puertas norte, este y oeste por dónde salían los soldados del emperador, se estaban movilizando por alguna razón.
Mientras tanto, Jeff creó unas espadas para Karasu y Hiroki para que con su parte del ejército avancen por la puerta sur y dónde los Desterrados estaban reunidos.
Gracias a su velocidad, Karasu destrozaba a los Desterrados sin problemas y más cuando Jeff prestó a su Strix para congelar el tiempo y así liquidar a todo los Desterrados.
Desde el cielo, Jeremy usó a distancia su bendición para destruir la puerta de la zona sur.
Tal explosión llamó la atención de muchos soldados en el interior de la ciudad, que al ver la cortina de humo que se generó, sintieron ganas de orinar por el miedo que emanaba de sus cuerpos.
Uno de los soldados entrecerró sus ojos al ver una silueta demoníaca, su apariencia era la de un joven de dieciocho años, pero el aura oscura, su cabello blanco y esos ojos amarillentos les hicieron pensar que era un demonio.
Dos mechones del cabello de Jeff estaban levantados ocasionando que se parezca a cuernos.
—¿Quién es ese? —Exclamó un soldado intentando apuntar a Jeff con su cetro, era un mago muerte igua al resto en ese lugar.
—N-no lo sé. es uno de nosotros, pero siento una mezcla de magia por dentro y por fuera. ¿Qué es esta presión?
—S-siento ganas de ir a llorar al baño.
—Lo sé, pero también parece un demonio. No importa quien sea, debemos proteger al emperador —Se lanzó al frente dejando salir de sus manos unas garras de huesos.
Le acertó un golpe a Jeff, pero sus garras se convirtieron de inmediato en piedra.
Intentó zafarse del dilema, pero solo sintió dolor mientras se volvía piedra y luego barro que cayó. Jeff avanzó hacia el otro guardia.
Este se preocupó e intentó detenerlo usando una maldición que dispersó con unas pistolas de dedos generando unos chorros de agua oscura.
De pronto, Jeff lo bloqueó con dos esferas de agua y las lanzó contra el mago encerrándolo. El mago muerte abrió sus ojos ante la sensación de no poder respirar.
Por un momento, pensó que Jeff lo liberaría cuando tocó la burbuja sintiendo su suavidad, pero Jeff dejó escapar un suspiro y de la nada, congeló la burbuja volviéndola una esfera de hielo.
Al ver al mago congelado, Jeff solo se cubrió la cara cambiando de su semblante serio, a uno de burla, se sentía bien al congelarlo cómo castigo.
—Ustedes —Murmuró entre dientes y risas hacia un grupo de magos muerte que transformaban sus cuerpos a unos más robustos y con garras.
》Tontos son todos, ¿Acaso estar aquí les ha hecho olvidar a quien sirven? —Exclamó señalandose a sí mismo.
Esta no era una actitud típica de Jeff y él mismo lo sabía, pero no quería decir nada, ya que pensaba que lo tenía bajo control.
En ese instante, los soldados de la facción de Arpa entraron apuntándole a los magos muerte, quienes se mantenían atentos mayormente con Jeff. Hiroki se acercó a Jeff emocionado.
—Jeff-chan. ¿Qué debemos hacer?
—Muy bien, encargate con los demás de acabar con los soldados en este sector, no dejen que escapen y si alguno se rinde de verdad, solo atenlo con cadenas de sangre.
Tras escuchar una voz conocida, Jeff divisó de Maya sobre unos edificios huyendo de un hombre, a quien le disparaba Arpones Nova y este los desviaba sin problemas.
Sobre los techos del palacio no divisó nada más que pedazos de carne, los soldados ya no estaban.
》Yo iré a pelear con el emperador, ustedes apoyen a esa chica —Usó Paso Sideral y desapareció para aparecer en la puerta del palacio.
Cerca de la puerta, Jeff sentía intimidación por las gigantescas puertas, pero tras solo respirar, con las dos manos, tumbó las puertas dejando salir un poderoso eco de su boca al decir: "Salgan de dónde quiera que estén".
Avanzó siendo recibido por Desterrados que se lanzaban de todos lados. Varios parecían ya haberse peleado por las marcas de bendición en sus cuerpos.
Esto no le importó a Jeff y tan solo con levantar sus manos, dijo:
》Cubre a todo el palacio cómo un repelente para los Desterrados eliminar, incinera hasta los huesos, Plus Smooke Infernatus
En ese instante, una neblina negra salió de sus manos cubriendo a todos los Desterrados, quienes gritaban antes de brillar y desaparecer sin dejar rastros.
Jeff avanzó disipando su neblina que concentró en una esfera que guardó en sus bolsillos.
Subió por las escaleras, dónde usó Paso Sideral en la misión de llegar al tercer piso, cosa que hizo facilmente.
Una vez que llegó, vio una puerta dorada que lo separaba del emperador, cuando estaba por abrir la puerta, la voz de una chica conocida lo detuvo.
—¡Jeff! —Gritó Amelie desde el interior.
—¡¿Cariño?!, ¡¿Qué haces aquí?! —Sus ojos volvieron a ser morados por la tranquilidad y preocupación al escuchar a esa persona amada.
—Luego te digo, pero por favor, no abras, ¡No abras! —Se escuchaba asustada. Jeff temía lo peor, así que sin poder hacerle caso, Jeff tomó impulso para destruir la puerta.
Al destruirla con Speed, se encontró en un prado con pedazos de puerta y pastizales amplios, dónde bestias de energía oscura eran destrozadas por un hombre demasiado veloz.
Karasu se detuvo cerca de él muy motivado.
—¡Slaider-chan!, ¡Deberías estar dentro del palacio! —Apuntó a varios enemigos y tras mover su espada, estos murieron.
—Lo sé, pero algo me sacó de ahí, creo que el último piso está encantado con magia, no me permitirá entrar.
—Eso es una lastima —Atacó con todo a más enemigos. Jeff le dio una mano con sus llamas—. ¿Qué es eso? —Observó cómo varios portales se abrieron en el cielo.
Tras un rayo salir por el techo del palacio, este dejó salir pequeños razos a distintos lugares que abrieron grietas por todos lados.
Por una de estas Jeff vio el palacio de Asad, en otra la isla de la meditación y por último, una hermosa vista de Haunt en plena mañana.
Quedó con la boca abierta, unas lágrimas bajaron de sus ojos por la magnífica escena.
—El cielo se abrió para mostrar el espacio y mundos extraños —Murmuró Jeff sorprendido—. Amelie, te lo encargo —Murmuró pensando en su novia.
Con la mirada en alto, Jeff cerró los ojos y conjuró a sus criaturas. La serpiente Yamata y el búho Strix aparecieron sobre sus hombros y cuello.
》Yamata, te presto mi magia de herencia, el Podah, usalo y engulle todas las maldiciones del palacio.
—Será un honor, mi lord Slider.
—Strix, congela el tiempo lo suficiente para que Yamata devore a su antojo y así detener el flujo de maná que mantiene funcionando las maldiciones —Tocó al búho—. Si es necesario, consume mi alma.
Sus bestias solo asintieron antes de poner el plan en acción. Jeff se colocó su capucha. Strix se elevó al cielo para que de un chillido, congele el tiempo permitiendo que de la capucha salieran enormes y grotescas serpientes.
Se esparcieron por todos lados hasta llegar al palacio y con sus fauces prendidas en fuego negro, consumieron las líneas negras que encontraban.
Estas eran las maldiciones que estaban atadas en miles de redes dentro del palacio y en especial en el taller textil y el la plata más alta.
Cuando todas las maldiciones fueron consumidas, Jeff notó algo raro. Cerca de la puerta a la ciudad, presenció cómo de un sarcófago salió una mujer de cabello gris, piel rojiza y con la energía más aterradora que jamás había sentido.
Por sus ojos rojos, Jeff sabía que era del clan de los demonios, pero al parecer, estaba muerta por las grietas en su rostro.
La espadachín a toda velocidad siendo inmune al tiempo congelado, se acercó a Jeff y tras saltar, estaba por cortarle la cabeza a Strix, pero cuando este cerró el pico, desapareció evitando ser asesinado.
Lo mismo pasó con Yamata, quién desapareció dejando vivos a unos pocos Desterrados que salieron corriendo del interior del palacio.
Con el tiempo normalizado, Karasu quedó sin palabras por quien tenían enfrente.
Más que aliviado, estaba traumatizado y sin decir algo, sujetó a Jeff para llevárselo de ahí directo al interior de la ciudad.
No obstante, antes de siquiera llegar lejos, la joven demonio ya había llegado a la entrada y a su lado estaba otro sarcófago.
Karasu, con miedo a ella, les ordenó a sus hombres no atacar.
Sin embargo, ninguno escuchó y fueron contra ella para acabar sin cabezas. La mujer no se movió y con solo darles una sonrisa, todos murieron.
Ante los ojos de Jeff, una maldición se posó sobre todos los soldados, obra de esa sonrisa femenina. La relacionó con la sonrisa de la muerte.
—¿Pero qué? —Jeff retrocedió sujetando una espada de fuego normal que creó.
—Ryu Kishin, la ex-espada del oeste y mi ex-novia —Karasu tragó saliva y murmuró con lástima. Jeff lo vio sorprendido.
—Oh, tú ex, eso no me lo esperaba.
Fin del capítulo 22...
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