
Capítulo 10: Esperanza vs Angustia parte I
Capítulo 10
Esperanza vs Angustia parte II
Landvarnar disparaba a diestra y siniestra sin discriminar a sus objetivos.
Los Errantes avanzaban siendo vencidos, él ejército caía de a poco.
Mientras tanto, Angustia no parecía afectada, es más, sonreía sin importarle la muerte de sus súbditos de cien en cien.
Los Errantes ya no querían avanzar, su remor más grande, la muerte de todos, se hizo presente en las flechas de la Guardiana qué eran capaces de matarlos cómo las armas benditas.
Angustia se percató de su ejército temblando, solo se dio vuelta para verlos con locura.
—Vamos chicos, ¿En serio le tienen miedo?. Somos Errantes, nada puede destruir nuestras ansias de comer, comeremos lo que queramos.
》No se dejen intimidar por la energía de esa Guardiana. Los Errantes no le tememos a nada. ¿No es así...? —Vio a un lado—. Pesadilla —A su lado se encontraba Pesadilla junto a otras cuatro figuras misteriosas, eran las Pesadillas de las otras tierras.
—Así es, hermana —Exclamó Pesadilla, estaba emocionada por ver a su hermana cumplir con su sueño.
—Onee-sama, es honorable en todos los aspectos —Mencionó una joven arrodillada con un kimono y bebía un poco de té, parecía estar neutral.
—Esta tierra es muy parecida a Egipto —Mencionó un adolescente con una camisa de fuerza—. Veremos la batalla de dos faraones —Daba golpes al aire con las mangas que cubrían sus puños.
Angustia solo soltó una discreta risita, las palabras de sus hermanas le daban la motivación suficiente para seguir con su plan.
Levantó su cetro al cielo junto a su mirada, hizo círculos con su bastón.
Un enorme aro apareció sobre las cabezas de todos. La energía que desprendía este portal asustaba a Jeff y estremeció a Landvarnar.
La Errante gritó al cielo que baje el ser más temible, una de las nueve bestias Titanes, el Behemoth.
Un enorme rugido que devastó las esperanzas de todos salió del portal y emergió una bestia con cuerpo de vaca, patas de lobo y cabeza de jabalí.
Con solo caer suavemente al suelo, la bestia causó un temblor de diez punto nueve provoando que la gente en la ciudades y todos cayeran al suelo menos quienes estaban volando.
El Behemoth dejaba salir un aroma pútrido de miasma indicando su antigüedad a diferencia del Ziz.
Esto no intimidó a la Guardiana, tensó su arco. La bestia avanzaba con pasos que retumbaban por todos lados.
Sus poderosos gritos y bramidos causaban que fuera él único en ir contra ellos.
Las flechas y rayos de luz impactaron con su grueso pelaje sin hacerle nada, solo pequeñas manchas de quemaduras que no atravesaron su denso pelaje.
Lanvardnar quedó atónita, ninguna criatura aguantaría su ataque.
Enfrentó a seres sobrenaturales del espacio, y ninguno soportó sus ataques, solo podrían si tuvieran genes divinos, eso sí sería un problema.
Respiró para mantener la calma ante el rápido acercamiento del Behemoth. Disparó y disparó, pero su molestia aumentaba, sus manos se cansaban de tensar el arco. Asad y el resto le pedían acabarlo, pero no podía.
Parecía que morirían, si no fuera porque sacó sus garras y se fue volando contra el monstruo, pero el Behemoth de un golpe de trompa hacia arriba, la acabó por dejar aturdida.
Luego, bajó su trompa para tomarla e intentar comerla. Landvardnar quería liberarse, se sentía molesta y asustada.
Se acercaba a las fauces de la bestia, solo le quedaba suplicar por la ayuda de otras personas que pudieran salvarla, pero nadie respondería, o eso es lo que pensaba.
Sin saber cómo pasó, sintió su cuerpo libre y cayendo al vacío.
Cuando abrió sus ojos, no divisó a la gigantesca criatura, solo a una mujer que la tomó en sus brazos.
Por el sol no la podía ver bien, se sentía a salvo, sin embargo, un extraño sonido la hizo ver a un lado topándose con un rayo de oscuridad acercándose a ellas, sus ojos manifestaban terror por la energía de esa técnica.
—¡Nos van a matar! —La Guardiana gritó, se cubrió sus ojos. La mujer que la salvó habló con un tono sin filtro.
—Qué Guardiana más cobarde, eres una cobarde —Exclamó Metatrón.
En frente de las chicas apareció una gran barrera de diamante rosado capáz de parar el rayo.
Se escuchó el tremendo choque del ataque que agrietó esa parte de la protección.
Las chicas llegaron al suelo donde Landvarnar se levantó algo avergonzada por las palabras de su salvadora. Metatrón se cruzó de brazos y la observó con molestia.
—Qué bueno, hemos llegado a tiempo —Exclamó Red acercándose acercándose ellas.
parecía estar muy adolorido, su voz trataba de encubrir sus gritos de agonía que eran neutralizados gracias al patriarca de las hadas que estaba detrás sujetando sus hombros para sanarlo.
—Muy bien, joven Red —Levantó una mano —. Es momento de que ponga de mi parte —Creó una barrera azul que se combinó con la de Red reforzándola.
Sobre la barrera había un ojo hecho de energía qué disparar rayos a los Errantes que corrían de este.
Asad y Jeff quedaron sorprendidos, y cómo niño buscando a sus padres, Asad fue por Seth para abrazarlo con fuerza y lágrimas.
—Bianca está...
—¿Muerta?, claro que lo sé—Comentó Seth —. Pude sentir su energía desaparecer, ella hubiera querido despedirse —Explicó el patriarca que emitía una energía de melancolía.
La noticia le regresó a Asad esa tristeza que sintió una vez, no podía deshacerse de esa sensación de presión en su pecho, sus piernas querían arrodillarse, pero se negaba a hacerlo.
Red se percató del Behemoth que estaba cerca y al ver a Amelie y Jeff juntos, fue hacía ellos para pedirles usar sus magias y acabar con el Behemoth.
Ante sus palabras, los dos magos dirigieron sus ojos al otro lado de la barrera, ahí vieron cómo los Errantes golpeaban los muros indestructibles.
Sabían que no era su pelea, pero su sentido de justicia les obligó a aceptar.
Jeff fue hacia Asad y con una mirada de resignación, le dijo:
—Asad, hermano, debes liderarnos.
—Hermano —Quedó sorprendido—. Quieres que los lidere?
—¿Por qué estás sorprendido? —Jeff ladeo la cabeza con confusión—. Eres el faraón después de todo, naciste para liderar.
》No se basa en tu forma de ser o si tienes confianza en tu plan, lo que importa es que confíes en las destrezas de tu equipo.
》Tienes las cartas más fuertes de la mesa, barajalas y repartelas.
Su discurso no convencía a Asad, pero el tono de voz logró transmitirle la confianza que Jeff, su hermano político, le tenía.
Esto le dio el valor para decirles su plan.
—Bien, esto es lo que haremos. Yo me enfrentaré a Angustia.
》Landvarnar, Seth y Metatrón se enfrentarán contra el Behemoth, pude percatarme de que esa criatura fue teletransportada antes de conseguir devorar a Landvarnar.
—Sí, lo envié al archipiélago —Comentó Metatrón con mínimo interés.
—Bien. Red, sigue protegiendo la ciudad, no dejes que se acerquen a la gente. Mientras tanto, Jeff y Amelie, únanse a mis soldados Hekau para combatir y curar —Fue a las puertas de Olmos.
Las abrió por completo dejando ver a muchas personas, tanto gente herida, como soldados, Semi-humanos y a Monty enfrente muy molesto, pero con un fuerte abrazo, le transmitió su preocupación.
—Eres un tonto —Exclamó el dragón.
—Lo sé, pero ahora, necesito tus dragones, llama a todos de las fronteras —Fue a sus soldados —¡Guerreros!, ¡Hoy, la guerra con los Errantes llega a su fin!
》¡Ellos quieren vernos llorar, gritar mientras usamos pañales, pero no les daremos ese gusto. Pónganse de pie.
》 Tal vez no he sido el mejor faraón, pero quiero serlo, ayudenme —No evitaba llorar —. Con su ayuda en esta guerra y la ayuda de nuestros visitantes, nadie caerá —Les sonrió.
Sus palabras les llegaron a todos, pero no parecían reaccionar, los adultos lo observaban molestos, los jóvenes solo se escondían por el miedo, pero un hombre avanzó al frente de toda esa multitud.
Era un soldado, este se arrodilló ante Asad. Él faraón, por dentro solo le agradeció, su atención se posó en más personas.
Todos eran soldados, toda la legión de su país se arrodilló ante él.
Una anciana lo observaba desde lejos, recordaba la última vez que vio a Asad.
Cuando él era un adolescente, lo vio con un aura inmadura, no le pareció digno de ser faraón.
Y ahora, ante sus ojos estaba la viva imagen de los antiguos faraones, no dudó en gritarle que gane, lo mismo hicieron los demás pobladores.
Asad asintió, y junto a su ejército, todos salieron.
Metatrón hizo desaparecer a quienes se enfrentarían al Behemoth, Rehing levantó la barrera con ansiedad, estaba emocionado, pero también asustado.
Los soldados avanzaron fuertemente, sus pasos causaban un temblor a medida que llegaban con sus rivales.
Jeff apenas podía seguirles el ritmo al ejército, eran mucho más rápidos que él, estaba impresionado, se movían cómo uno solo con Asad a la cabeza.
Él faraón llegó hasta un Errante con la apariencia de un elefante, este estaba por atraparlo con su trompa gruesa y fuerte, sin embargo, Asad se impulsó para salir volando, sujetó con fuerza la trompa.
Lo elevó por los aires tras activar Ziz, se sentía libre. Sus soldados quedaron sorprendidos al verlo volar por los aires.
Aun así, no les quitaron la vista a sus rivales. Cuando los dos grupos colisionaron, la guerra se desencadenó, tanto Errantes cómo soldados cayeron presas de los ataques del bando contrario.
Los soldados, con mucho coraje y orgullo avanzaban contra sus enemigos manteniéndolos en un mismo punto.
Mientras tanto, Los Errantes trataban de avanzar sin posibilidad al ser atravesados por lanzas y espadas, al igual que de balas y llamas negras que Jeff extendió con su nuevo Podah.
Por su parte, Amelie usaba su Liberación Total para lanzar dagas heladas con mucha concentración de magia sanadora.
Los Errantes que eran emboscados por las feroces dagas no parecían afectados, sin embargo, sus cuerpos se volvieron humo dejando detrás sus formas reales.
Varios de ellos sintieron un extraño calor que disipaba su temperatura fría.
Una gran cantidad de vitalidad los regresaba a ser humanos. Amelie sonrió.
《Así que la teoría de esa gata funciona. ¿Funcionará igual para los de tierra cinco?》
Creaba más cristales de pureza junto a dos clones de escarcha que creaban totems de monjes y usaban esas ondas sonicas para evitar el avence de enemigo.
Amelie sacó sus alas para elevarse al cielo, desde donde disparó su nuevo Bajo Cero. Este constaba de levatar sus manos.
Sobre sus frías manos creó una gigantesca Hidro-dama totalmente de agua bendita que dejó salir miles de proyectiles que al tener contacto con con oponentes, los Errantes eran encapsulados en una burbuja de agua bendita que le regresaba la razón a los Errantes.
Cuando Amelie cayó al suelo, soltó un suspiro pensando que podía tomar unos segundos, pero no pudo percatarse de un potente ataque.
Un Errante hipopótamo que salió por debajo de la tierra estaba por darle una embestida potente, pero un soldado se dio cuenta.
Este dejó al Errante que tenía enfrente para saltar contra él hipopótamo.
Fue un impacto tan desgarrador que no pudo hacer mucho, pero su grito sí.
Amelie los vio consiguiendo saltar, y una vez en el aire nuevamente, creó otra Hidro-dama, pero esta dentro tamaño menor impactándola contra el Desterrado.
Al chocar con el rival, se creó una burbuja que curó tanto al Desterrado, cómo también al soldado.
Por un momento, nuevamente se desconcentró. Amelie escuchó por detrás un potente grito, era como él de mil lamentos.
Sus ojos se entristecieron, aún no se moría y ya se daba por muerta, sin embargo, otro rugido la hizo abrir sus ojos. Todo esto solo pasó en unos breves segundos.
Aquel grito dijo:
—¡Aléjate de mi novia!
Al voltear, vio como Jeff se alejaba disparando varias marcas de luna qe al impactar con los Errsntes, estos eran destruidos.
Por un momento, Jeff no se fijó en un Errange en forma de ave gigante que lo atrapó, sin embargo, un enorme dragón corpulento le devoró la cabeza.
El cuerpo del ave soltó a Jeff, quien se alejó para seguir disparando.
Amelie y Jeff dirigieron sus ojos por todo el panorama del cielo para presenciar la llegada de los dragones.
Monty estaba sobre un dragón de seis patas, dos alas a cada lado y unas púas en su cabeza, sostenía su látigo comandándolos.
—¡Capa sombría!, ¡Tenga más cuidado! —Dio un latigazo a un lado con un tono molesto —. ¡Dragones!, ¡no dejen que se acerquen por los alrededores! —Se lanzó del dragón para aterrizar sobre un Errante chacal.
Le clavó sus garras, con toda su fuerza, las usó para penetrar ese grueso cráneo obligando al Errante a tomarlo con sus manos e intentar sacárselo de encima.
Cuando lo consiguió, su cuerpo se incendió como parte de la estrategía de Monty.
Él chacal se alejó gritando, pero en medio de su cobarde huída, explotó sorprendiendo a todos.
Se escuchó como si un cañón hubiera disparado. No obstante, solo era el poder de Monty.
Los pedazos de carne de ese Errante tocaron a otros ocasionando que ocurra lo mismo. Se desató una cadena de explosiones consecutivas que fueron aprovechadas por los soldados.
◇◇◇
Del otro lado del océano, en el archipiélago, el Behemoth apareció en una isla cerca de Thalassa y Yawak.
Con cada paso que daba, destruía todo a su paso.
La vida de la tierra a sus pies era absorbida con cada pisotón. A lo lejos, un grupo de guerreros Yawak volaban hacia él.
Sin tener miradas de seguridad, con sus espadas lanzaron ráfagas de aire que no tenían efectos significativos.
Al sentir todo eso, el Behemoth se molestó, se paró en sus dos patas traseras y dejó salir un poderoso rugido que los paralizó evitando que esquiven su siguiente ataque.
Él Behemoth bajó sus patas delanteras al suelo con fuerza, además, estaban envueltas de un polvo extraño que, al tocar el suelo, hicieron que un extraño tsunami de tierra se levantase.
El extraño fenómeno los estaba por alcanzar, fueron cubiertos por su sombra y al final fueron tragados por toda esa tierra llena de árboles, animales y rocas.
No obstante, antes de ser atrapados por completo, uno por uno fueron salvados por Seth.
Los llevó a un lugar seguro, justo cuando estaba por edificar una barrera para proteger al resto, un rayo cayó en el segundo tsunami destruyéndolo.
¿De quién fue este ataque?, pues, de un guerrero que volvía después de años.
—¡Enfrentarme con estas bestias me molesta! —Exclamó el líder de los Yawak molesto, traía una espada en sus manos, era blanca y reluciente, reflejaba el sol.
—Vamos, es la primera vez que nos reunimos así —Mencionó el líder de los Yawak con una sonrisa presumida dirigida a Landvarnar.
—Ja, tienes razón —Esquivaba los golpes de la trompa del Behemoth con dificultad—. Bueno, ¿Cómo vencemos al Behemoth?. Mis flechas no le hacen efecto.
—¿Lo olvidaste? —La miró aburrido—. El Behemoth es una de las mascotas celestiales, no se le vence sin dos armas divinas.
Al escuchar eso, Landvarnar recordó lo que debía hacer, voló lo más alto que pudo mientras Behemoth le lanzaba rocas.
Arrancó un enorme pedazo de tierra y estaba por dispararle, pero una lanza le dio en medio de la frente acompañada de un poderosa lluvia de lanzas de viento que lo hicieron soltar su munición.
Una mujer, vestida con ropas tradicionales egipcias usadas por los generales, aterrizó sobre una plataforma de viento que creó.
Él líder de los Yawaks se percató de quién era y esto lo alegró.
—Porfin saliste de tu casa, Nubia —Mencionó emocionado.
—No se alegre mucho, señor —Le dio una mirada seria—. Aún sigo molesta por la traición que le hizo a Asad y a Jeff.
》 Pero mi hogar esta en peligro —Apuntó sus lanzas de viento al Behemoth que se levantó rugiendo—. Y lo defenderé.
Cuando Nubia estaba por disparar, un mareo hizo que su cabeza le diera vueltas, puso sus manos en su cabeza y se agachó por un pulso doloroso en su cráneo haciendo que grite de dolor.
Un aroma extraño inundó su nariz, era un aroma a animal podrido.
Nubia no pudo más y acabó soltando su lanza para desmayarse. El Guardián se preocupó, estaba tan enojado que disparó una ráfaga de energía verde tan denso que se materializó en cuchillas con una curvatura perfecta que incendió el pelaje del Behemoth.
Él enorme Titán intentó retroceder, quiso cruzar el mar, con su gran tamaño podría hacerlo.
Sin embargo, unas enormes paredes de agua tan densa aparecieron rodeando todo el lugar.
Por fuera de las murallas, una chica rubia tenía las manos levantadas mientras estaba parada sobre él agua.
En ese instante, las llamas del cuerpo del Behemoth se volvieron blancas. La niña quedó sorprendida y maravillada.
Esas llamadas dejaban salir una energía positiva tan fuerte que le daba más poder.
—¡Fritz! —Metatrón desde la isla llamó su atención, empuñó la lanza de Nubia volviendo a crear las mil lanzas —. ¡Aguanta!
Aunque Fritz quería mantener la barrera, no podia, sentía cómo su cuerpo le dolía.
Edificar estas paredes era cómo su levantase unas pesas de cincuenta kilos mientras era golpeada en el abdomen.
Esto último era lo que sentía cuando el Behemoth golpeaba las paredes para escapar.
Con cada golpe, Fritz sentía sus lágrimas salir y sus órganos explotaban por dentro inundándose de sangre.
La desesperación se apoderaba de la joven chica, la angustia deshizo su concentración, sus pies se hundían en el agua lentamente, su rostro se contorsionó en una mueca de dolor.
Los Guardianes se percataron de esto igual que Metatrón, es por esto que comenzaron a cargar sus ataques.
Desesperación, eso era lo que se mostraba en los individuos que trataban de detener al enorme Titán, quien consiguió destrozar una muralla con su gigantesca trompa.
Un grito por parte de este resonó por todos lados, era cómo escuchar a mil elefantes.
—¿E-este es mi final? —Susurró Fritz mientras se ahogaba con su propia sangre.
La pata del Titan la aplastó, el golpe debió llevarla a las profundidades, sin embargo, una luz en el cielo deslumbró a todos los presentes.
La atención de todos se posó en ella.
—¡Esto no ha terminado! —Exclamó Landvarnar cargando a una moribunda Fritz. Estaba molesta por su humillación.
A la vez, Metatrón y el Guardián lanzaron sus ataques en ráfagas de viento verde tangible y lanzas de luz esperando que sea suficiente.
No obstante, el Behemoth solo se sumergió en el agua y salió saltando, la gran figura de la bestia en el aire horrorizo a todos.
Metatrón abrió sus ojos pensando en que podría destruir el mundo si tocaba el suelo, por lo que quiso enviarlo a otra dimensión, pero con solo verlo, su cuerpo quedó paralizado.
No solo ella, todos quedaron inmóviles, pero al escuchar un tintineo de campana, todo volvieron en sí.
Divisaron al Behemoth detenido en el aire, pero era por una descomunal cúpula que lo tenia atrapado en el aire.
La bestia intentaba liberarse golpeando y gritando, pero el creador de esta trampa lo mantenía ahí a costa de su vida.
—No te dejaré matar a nadie —Susurró Seth. Tenía varias heridas en su cuerpo, parecía estar por morir, eran las consecuencias de usar su poder completamente.
Aquella barrera era tan grande que debía usar su vida para mantenerlo donde quería, se notaba como esto provocaba que sus venas exploten, pero lo aguantaba para darles la oportunidad.
Una vez que completó su técnica, Landvarnar estaba rodeada por una esfera de fuego verde que se concentró en su cuerpo que se cubrió de una luz y volvió a cambiar por una larga espada que voló hacia Metatrón.
De la espada salio la voz de aquella Guardiana que proclamó:
—Metatrón Rafael Ghost Shetza, soy la espada del de...
—No importa —Tomó la espada sin dejarla terminar de hablar, la embulló en fuego blanco creando una hoja curva demasiado larga.
La apuntó al cielo y con apretar el mango fuerte, mandó toda la energía de su cuerpo a esta oportunidad.
Bajó su arma, la velocidad de la espada liberó un poderoso corte capáz de cortar lo que quisiera.
El Behemoth trató de cubrirse con su trompa, pero no fue suficiente, su trompa fue partida junto a una parte de su cráneo liberando un crujido tan grande que causó que el mar se embrave y un terremoto se libere.
Por otra parte, Seth ya estaba cansado, usaba toda su energía en sus brazos para mantener activa la barrera, pero estaba tan cansado, que sus músculos explotaron internamente, solo podía llorar con desesperación.
Los recuerdos de Asad, Monty y Bianca hicieron que grite: "¡No me rendiré!", sin embargo, fue en vano. La barrera explotó dejando salir una onda expansiva que lo envolvió.
Mientras caía, sus alas se desintegraron por completo, caía lentamente observando cómo el Behemoth era traspasado por la espada de una albina desconocida para él.
No obstante, aunque la espada le cortó la trompa y parte de la cabeza, esta acabó rompiéndose y la bestia seguía viva.
Seth fue golpeado por el puño del Titán acabando con su vida.
Su corazón dejó de latir, su cuerpo sin vida acabó cayendo al océano sin forma de volver a la vida.
Quisieron ayudarlo, pero tras el Behemoth caer al océano, se creó un tsunami tan grande que devastó el archipiélago por completo.
La devastación desapareció las islas dejando solo una pequeña mancha de tierra de lo que fue una vez Thalassa.
Por suerte, un portal se abrió en esa mancha dejando que todos salieran. Metatrón había salvado a todos, pero estaba impactada por todo el daño.
Vieron al Behemoth alejarse gritando, no pudieron hacer nada, todos estaban furiosos, en especial los Guardianes.
Eran la defensa celestial del universo y no pudieron contra una de las mascotas de los dioses. ¿Quién podría?, ¿Habría alguien capáz de darle pelea?
—Eso es —Él líder pensó en algo. presionó el centro de su muñeca de donde salió un reloj extraño—. S-O-S, repito, S-O-S.
》Soy el Guardián del batallón 7-G, Moonsfeet, ¿Me escuchan? —Se sentía ansioso.
—Si soldado, usted está registrado como muerto en batalla —Exclamó una voz femenina de su reloj algo confundida.
—Bueno, entonces, si estoy muerto, ¿Como puedo llamar a la base? —Se rió. La voz femenina se quedó callada por unos segundos, luego le preguntó por su ubicación.
》 Tercer planeta de la galaxia triángulo, Terra Solaris.
—Entiendo. ¿Alguna petición para su rescate?
—Si, manden a Omega. Repito, manden a Omega Edo —Se tragó su orgullo.
Landvarnar se le quedó viendo, conocía a Omega y sabía que si los encontraba, no tendría piedad.
No le gustaba salvar a soldados que no pudieran salvarse solos.
De pronto, un sonido extraño resonó en el cielo, un vórtice blanco apareció y de él salió una figura pequeña emanando un aura tan imponente que él Behemoth lo sintió cómo un peligro para su ser.
El extraño ser con aspecto de niña pequeña, salió volando hasta los heridos.
Sin embargo, cuando estaba por pisar el suelo, se mantuvo flotando para dirigir su atención al Behemoth que corría contra ella, cargaba molesto su cuerpo y el ambiente con una neblina verde.
La joven, con suéter verde y mangas negras, tenía una mirada neutral, inexpresiva para quién la viera.
Ladeó la cabeza y dijo:
—Un día de sufrimiento más y una vida menos en este planeta —Suspiró cansada.
Fin del capítulo 10...
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