Extra 2

El encuentro

Noviembre 25 del 2012

Un dolor extraño abrumaba la cabeza de una adolorida Maya, cuando abrió los ojos, fueron golpeados por una resplandeciente luz blanca.

Sus ojos se tardaron, pero al final se adaptaron a la luz de los focos colgantes del techo.

Eran muchos, quedó aterrada y confundida por el lugar donde estaba. Era una habitación de paredes grises, pero si se fijaba en la escasa iluminación.  Podrían ser blancas.

Cuando quiso ponerse de piel, sintió su cuerpo siendo apretado. Sus ojos se abrieron por el miedo y con movimientos erráticos, intentó liberarse.

Tanto su cabeza  como el resto de su cuerpo estaba atado de pies a cabeza por correas muy gruesas.

—¡Ayuda!, ¡Alguien ayúdeme!

—No comprendo por qué la gente grita en lugares que claramente están vacíos de gente buena —Juzgó una voz proveniente del ambiente Sombrío.

Maya buscó a la personal con la vista, hasta que los focos ilumiaron más la sala, revelando a una albina con mascarilla y ojos dorados

Ella estaba quita sujetando un taladro eléctrico bañado en sangre maloliente.

Maya tragó saliva, tanto por el arma, como también por la persona de su pasado.

—¿Me-Metatrón?. ¿A donde me has traído? —Quería llorar, pero se contuvo.

—Maya, que lindo cuerpo —Dejó salir una risita con ojos lascivos—. Veo que esas almohadas han sido rellenadas, me gusta —Se acercó a Maya—. Es una pena lo que te pasó en tu ojo, pero descuida, cuando termine contigo, te verás mejor —Le quitó el parche para ver el ojo de Maya.

—¡No!, ¡Alto!, ¡Tu no podrías hacerme daño, somos hermanas!

—¿Hmm? —Ladeó la cabeza con una mirada confundida y mientras sacaba una jeringa de un maletín—. Recuerdo a alguien decirme: "Maldita bruja, desearía que jamás te hubieran dado a luz" y tenía solo seis Malditos años —Se acercó con la jeringa que contenía un líquido raro.

》¿Cómo alguien le puede decir esas palabras a un niño?. Eres una grosera Maya, debería adiestrarte mejor.

—¿A-adiestrarme? —Estaba sorprendida y aterrada—. ¡No soy un perro! —Ante su grito, Matatrón le dio un puñetazo en el pecho haciéndola gritar por el intenso dolor.

—Calla perrita, no puedes hablar si tu amo no te lo ordena —Ordenó con respiración pesada y voz alegre—. Cuando termine de arreglarte, mataremos a Sabrina y tal vez te haga profanar a Jeff.

—¡No! —Comenzó a llorar.

—Tú —Vio al espectador a los ojos con intensidad, se le acercó para apuntarle con la jeringa que dejaba caer gotitas—. ¿No deberías  estar en otro lugar, ternura? —Se quitó la mascarilla revelando una sonrisa con colmillos que emitían su euforia.

—El arco ya terminó, ya puedes descansar en paz, feliz navidad.

Fin del extra 2...