Capítulo 5: Las damas de la muerte
◇◇◇
-Mi amo, le he traído a esta doncella para sus tropas -Exclama Amelie. Hizo una reverencia y se arrodilló.
A su lado se encontraba Sabrina con la mitad del cuerpo cubierto por musgo verde. Sus ojos no parecían tener vida alguna.
El rey se sentia el ganador, había conseguido vencer a dos hechiceras.
-Muy bien, ahora eres mía, arrodillate ante tu rey -Ordenó el rey con un claro orgullo.
Sabrina se quedó en silencio por unos segundos antes de aceptar y comenzar ha agacharse.
Ante esto, el rey hongo se siguió sintiendo victorioso, hasta que una sensación de algo deslizándose por su cuello lo dejó en shock.
Una vista que cambiaba lo hizo percatarse de la inevitable verdad, fue decapitado por algo sin una gran energía mágica.
Solo dejó salir un grito de negación ante lo sucedido. Cuando su cabeza chocó con el suelo, dejó salir de su cuerpo, miles de tentáculos.
Estos acabaron con la vida de las mujeres, quienes desaparecieron dándole ha entender que fueron sólo ilusiones.
Tal acto solo lo enfureció más, hasta el punto de comenzar a deformar su cabeza. Mientras tanto, su cuerpo enloquecido, fue cubierto por miles de mariposas.
El toque de cada mariposa lo congeló permitiéndole ser destruido por un maso de hielo bendito.
-Eso fue fácil -Exclamó Amelie. Con una sonrisa, alagaba las ilusiones de Sabrina.
-El mejor espectáculo de toda mi vida señores -Sabrina se ovaciónaba sola. Salía de entre los arbustos.
-¡No!, ¡Yo las controlaba!, ¡Deberían quererme y adorarme! -Exclamó el rey hongo.
Todavía estaba muy confundido por todo esto que le estaba pasando.
Debería haber sabido que era una ilusión tan solo con leer la mente de Sabrina, pero por alguna razón no podía.
Sus ojos se posaron en ambas mujeres dándose cuenta que ninguna tenía musgo, se habían liberado de sus esporas causando que comience ha blasfemar.
-¿En serio creíste que no podríamos liberarnos de la trampa de un ser horrendo? -Sabrina preguntaba con un tono egocéntrico y una sonrisa.
-Pudiste controlarme solo por medio minuto, pero mi voluntad es más fuerte que la de un ser sin intensiones buenas. Eres un ser horrible en todos los sentidos -Amelie estaba molesta.
-¿Co-como...?, yo te controlaba, te hice pelear con tu amiga -Parecía estar asustado.
-Hmm, solo mantuve la calma y recité un mantra para bloquear mi mente.
-Si, me di cuenta que ella no estaba siendo controlada cuando me dio un beso.
》Según vi en un video de curiosidades, los de Lemurite no son de afecto en público.
》No obstante, se permite dar besos ha quienes tienen algo serio con sus parejas.
》Ahí me di cuenta que estaba bien, ya que ama a Jeff -Mencionó Sabrina.
-Y si no lo hubieras sabido, es muy probable que lo hubieras arruinado -Amelie comenta con una mirada seria.
-Pero al final funcionó y ahora lo tenemos donde lo queremos -Sabrina hablaba mientras tomaba la cabeza del Desterrado.
Lo lanzó al cielo escuchando como el Desterrado se seguía lamentando, aunque solo por poco tiempo, ya que Sabrina con una flecha bendita, acabó con él.
Lo que una vez fue una cabeza, se volvió un puñado de pétalos blancos.
- Eso fue fácil -Tocó su pecho.
《Aún sigue durmiendo. Descanse señorita, yo me haré cargo》-Pensó aquel ser que se hacía pasar por Sabrina.
Minutos antes
-¿Donde estoy?
Sabrina no podía ver nada, caminaba por un mundo oscuro y sombrío que tenía un aura que le helaba la sangre.
Puso una mano en su cintura esperando a que algo pase.
-Buenos días, señorita ilusionista.
》Es un honor tener la oportunidad de conocer a uno de los descendientes del rey Jeffrey Shetza y de la Semi-bruja, Sabina Sleider.
Un eco llamó su atención. Sabrina, con un tono autoritario, le ordenó que no se escondiera y diera la cara.
De pronto, sus ojos fueron cegados por una luz resplandeciente, tardó en adaptarse para ver que estaba en una habitación de paredes rosadas.
Era como un camerino, había un espejo, un vestidor, una silla y una puerta negra con perilla dorada.
Además de posters de ella junto a las cosas que vivió de niña.
En medio de la habitación había un banco no muy elegante que chocaba con el diseño moderno y limpio del lugar.
Sobre este había un pequeño búho con una pluma morada en su frente que se daba ha relucir y sus ojos no mostraban muchos ánimos.
-¿Qué hace un búho aquí? -Estaba confundida y se rascaba la nuca.
-Lo siento mi señora, yo soy el búho -Habló con un tono de voz infantil.
Tal acto dejó a Sabrina sin palabras, no sabía que decir.
Movia sus manos y boca intentando hablar sobre esto, pero solo respiró hondo y se cruzó de brazos para acercársele.
-Entonces, ¿Qué eres tú?, ¿Donde estamos?"
-Por lo que veo, usted no reconoce su propia mente aunque está en ella -Estaba decepcionado.
-¿Eh?....¡¿Eh?! ¡¿Esto es mi mente?! -Sabrina lo tomó con las manos para apretarlo con furia.
-¡Si!, ¡Si lo es!. ¡Bajeme! -Tenia miedo
Sabrina lo bajó pidiéndole disculpas y calmándolo con sus manos.
El búho estaba temblando, le pedía a Sabrina que se calmara con una voz que se quería romper.
-Desde pequeña siempre ha sido muy impulsiva, su padre la habría castigado, lástima que lo maté -Comentó como s fuera algo normal.
-Oh, es verdad -Un aura de oscuridad cubrió a Sabrina por completo
Fue hacia él con una mirada vacía y una sonrisa psicópata para abrazarlo con mucha fuerza.
-¿Se-señorita? -Apenas podía respirar.
-Tú me poseiste y ahora te haré pagar -Su voz era calmada, pero su mirada manifestaba locura-. Creo que te haré sentir lo mismo -Lo apretó más fuerte.
Quiso liberar sus alas, pero la fuerza de Sabrina era impresionante.
Las garras del búho la hacían sangrar, pero ella solo intentaba romperle los órganos con un poderoso abrazo.
-Pa-pa...agh...pare...quiero proponerle un trato y disculpas -Estaba por morir, pero ella lo soltó.
Dejándolo en el suelo. El búho, trataba de recomponerse.
-Habla, ¡Rápido! -Lo pateó estrellándolo contra el banco.
El búho se levantó para decirle que lo perdoné, había estado tanto tiempo luchando por no ser encerrado que no lo pensó. En ese momento estaba asustado y solo hizo lo que pensó que era correcto.
》Quiero ayudarla. Por lo que veo, ya se dio cuenta del plan de la señorita Frost, pero su cuerpo está muy dañado y al borde de la muerte.
》Por lo cual, quiero que me permita usar su cuerpo mientras lo restauro.
Sabrina se quedó pensando, hasta que aceptó con una actitud seria. Esto no se lo esperaba la pequeña ave, quién le preguntó si no desconfiaria.
Sabrina le dijo que si la traiciona o le hacía daño a sus amigos, lo lamentaria.
Aquel búho le respondió que sintió todo lo que ella sentía y lo que le pasaba, por lo tanto, entendia que todos eran importantes.
-¿Promesa de meñique? -Sabrina le sonrió.
-Promesa de meñique -Le extendió una garra.
Unieron sus dedos y los movieron de arriba ha abajo. En la actualidad, las dos magas corrían por el prado nevado con el fin de llegar al monasterio.
No obstante, en el camino, un silbido hizo que se detuvieran sin pensar en que sería capáz de paralizar sus sistemas nerviosos.
Quedaron inmóviles en posiciones de combate mientras escuchaban a alguien acercarse.
-Vaya, vaya, aquí está la chica que quiso aniquilarme -Se acercó con una actitud hostil a Amelie.
La vio como si fuera una estatua, inclinó su cabeza con una mirada maniática, deslizó sus manos por el cuello de Amelie para quitarle su collar y le arrebató su anillo bestial.
Se los mostró mientras decía que les daría un buen uso para acabar con los Reyes Magos.
Esto alarmaba a la chica albina que solo podía emitir sonidos de desesperación.
Por otra parte, un chico de doce años sujetó ha Sabrina para llevársela por un portal, al otro lado, lo esperaba Pesadilla.
-Te tardaste mucho -Exclamó la Inquisidora.
-Bueno, Simón me ayudaba con la emboscada y no actuamos antes por la intromisión del rey hongo.
-Eso ya no importa -Sujetó a Pickle y lo lanzó al otro lado del portal antes de ser cerrado.
Para cuando Pickle se levantó, Simón se había ido sin dejar más que un poco de césped quemado. El hada voló hasta Amelie para intentar ayudarla, pero era inútil al no saber que hacer.
Desesperado, pensaba en que solo perdieron a uno de los sellos oscuros, sino también a la matriarca de las hadas y aún habían Desterrados en la isla.
Esto último lo sabía por una extraña energía proveniente del monasterio.
No dejaba de pensar en su abuela y como resolvería esto, pero algo lo hizo salir de sus pensamientos.
Esto era el toque dulce de una mano amable en su cabeza.
-Tranquilo mi niño, la pelea no se acaba hasta que el último hechicero caiga -Exclamó Mandarina muy contenta.
Al ver hacia arriba, quedó sorprendido por encontrarse un rostro delicado y familiar. Aquella mujer parecía cansada, pero su mirada le daba felicidad.
La abrazó fuerte y ella le regresó la muestra de afecto.
-¡Pero...te vi morir! -Hablaba mientras lloraba.
-Mi niño, no te olvides que nuestros órganos están del lado opuesto, ósea que mi corazón esta del lado derecho
Fin del capítulo 5...
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