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Capítulo 000.1-I

Capítulo 000.1-I

Cuervo en problemas

14/01/2012

—¡Rechazado! —exclamó tajante una mujer de tez trigueña, quien, con una mirada afilada de ojos castaños, no evitaba gritar internamente por un chico pelinegro que desvió la mirada al suelo.

Estaba parada con firmeza frente al delgado joven de dieciocho años quien le presentó una obra de fantasía llamada: "Mariposas Nocturnas" que, a pesar de tener una buena trama, ni era apto para su editorial.

La oficina donde se encontraban era decorada con colores cremas, estantes repletos de libros y un sofá que parecía ser un buen refugio.

La mujer tragó saliva mientras se fijaba en la cara pasmada del joven, quien, con el corazón agitado, dijo:

—¿Por qué lo rechazas? —Jeff Slaider vio su libro y pensó en el esfuerzo que puso en la creación de su novela.

Sentía desespero, y su pecho se agitaba  rápido al recordar las noches sin dormir para perfeccionar su estilo, hasta que llegó a algo que consideró "decente".

Por su parte, la jefa de la editorial, tomó el libro y lo estampó con fuerza contra su mesa, causando que el chico diera un salto hacia atrás.

—Jeff, nos conocemos desde hace años —dijo a la vez que tocaba su parche en el ojo izquierdo sin bajar el tono de mando de su voz—. Tú tenías seis años, yo once. Eres el mejor amigo de mi prima menor.

》Dime, ¿esto es lo mejor que puedes darme? —Le lanzó una mirada tan fría, que Jeff sintió un nudo en la garganta.

Estaba temblando por las duras palabras de Maya Shetza, una vieja amiga he hija de una familia adinerada, de la cual, Jeff quiso alejarse, pero no lo logró.

—Maya, sé que te dije que me trates de forma profesional, pero te estás pasando. En fin, solo dime, ¿qué le falta a mi historia?

—Mejor dicho, ¿qué no te falta? —Volvió a su escritorio y, luego de tomar asiento, abrió el libro y le mostró el contenido—. Muchos clichés, mala puntuación, no hay equilibrio.

》El esquema de poder es ridículo y por su puesto, tiene más relleno que brasier de chica plana. —Tras pasar las páginas, lo cerró con fuerza.

》No puedo publicar esto Jeff, perdona, pero publicar esto sería servir una hamburguesa en un festival vegano.

—Entiendo —dijo sonriendo, pero con la mirada en el suelo y nerviosismo. Jeff se levantó para dirigirse a la puerta con pasos largos.

—Espera —Maya le habló con un tono más calmado, su cara volvió a ser calmada—. Jeff, debes ir a visitar a Sabrina, estuvo preguntado mucho por ti.

—Sí, lo tendré en cuenta —Con eso dicho, Jeff salió. A pesar de las duras palabras de quien consideraba su amiga, Jeff pensaba que tenía razón.

No había pasado ni un mes desde que decidió hacer un libro y ya quería publicarlo.

Creía que podía mejorar, pero para ello debía encontrar inspiración. Sin embargo, ¿de dónde podría inspirarse? después de todo, sentía que su vida no era nada divertida.

Fuera del edificio de dos pisos de color crema, el día era soleado. El cielo estaba bañado por un color turquesa.

La calle era transitada por muchas personas. Al otro lado de la calle, en una banca del parque, Jeff se encontró con un chico delgado, de largo cabello rubio y ojos celestes que transmitían calma, esperándolo.

Aquel chico hablaba con una chica que parecía furiosa, pero al ver a Jeff acercarse, decidió alejarse.

—Yuri, ¿esa era María? —preguntó con los ojos abiertos y curiosidad en su tono de voz.

—Sí —Lo rodeó con un brazo y lo llevó sin alejarlo de él con una sonrisa amistosa—. Quería pedirle una cita, pero, está ocupada con su hermana.

—Oh, sí, Kiro —Jeff recordó con un tono de risa—. Debe tener once años ya.

—Sí. María quiere hacer una fiesta, pero no tiene quien la cuide —Yuri vio al cielo recordando que él y María tenían algo en común.

Ambos perdieron a sus padres y eran cuidados por sus tíos. María tenia una hermana adoptiva llamada Kiro ha quien debía cuidar.

A diferencia de Yuri, quien tenía un hermano mayor, el cual estaba desaparecido.

Mientras caminaban viendo las flores de distintos colores en el parque, Yuri, serio, no dejaba de pensar en cómo ayudar a María sin ninguna solución que le gustase.

》Jeff —dijo con un tono de interés al ver a su amigo con una mirada pensativa y una mueca de molestia—. Perdona por no preguntar, pero ¿cómo te fue?

—Ahm —Con el corazón aún latiendo rápido, Jeff vio al cielo con los ojos entrecerrados con un se temiendo de inferioridad—. Bueno, quien me entrevistó fue Maya, la prima de Sabrina y exnovia de tu hermano —Lo vio de reojo.

A la vez, Yuri volvió a tener ojos abiertos y sonrisa ante una persona que recordaba como agradable, pero también como una molestia.

—Oh, sí, la recuerdo, pero, ¿es necesario que me recuerdes que fue novia de mi hermano? con decir que es la prima de Sabrina es suficiente.

—Bueno —Jeff soltó una risita, sabía que a Yuri no la perdonaba, ya que ella no se preocupó cuando desapareció su hermano—. Ella estuvo ahí y me dijo que mi libro no es tan bueno.

—¡¿Eh?! —Apretó el cuello de Jeff asfixiándolo—. ¡Ella no sabe nada, Jeff! ¡a mí me gustó! —dijo sin dejar respirar al pobre chico que se volvía azul y luchaba por soltarse.

Al darse cuenta, Yuri lo dejó para alejarse unos pasos. Ya libre, Jeff se tocó el cuello mientras recuperaba el aire faltante.

—Pero tiene razón, me falta mucho  —Vio de reojo a la derecha, donde un perro dálmata se le quedaba viendo con una mirada vacía.

》Además, tal vez tuve la culpa. —admitió  titubeante y desvió la mirada cuando Yuri le dio una mirada inquisitiva.

—¿Qué le dijiste? —preguntó cortantemente.

—Pues —Rascó su nuca con una actitud vacilante—. Me dijo que lo publicaría de inmediato, pero le pedí tratarme como un desconocido, leyó el libro y se molestó.

—¡Serás idiota! —Yuri lo sacudía de los hombros con tanta intensidad que Jeff no podía hablar—. ¡La tenías en la palma de tu mano!

—¡Perdóname! ¡pero no quise perjudicar a la señora Ruth! —dijo con un tono de miedo y los ojos cerrados.

— ¡¿Perjudicar?! ¡pero si ellas se pudren en dinero! ¡lo que nos costará a los dos estudiar la universidad, Sabrina se lo gasta todos los días en un mísero chicle! —Lo dejó de sacudir y se  acercó a su oído, se calmó tras respirar.

》Jeff, sí lo arruinaste y por ello, ehm, debes cuidar a Kiro mientras salgo con su hermana —Trataba de disimular su sonrisa, pero Jeff, extrañado, lo vio con los ojos entrecerrados.

—Tú solo quieres dejar de ser su "amigo" para ser su novio.

—¡Por favor Jeff! —Se arrodilló para llorar sujetando a Jeff del pantalón. Ante esto, Jeff quiso quitárselo de encima, pero no podía—. Ya me cansé de no tener novia.

》 Siempre soy atento y ayudó a todos, así que es lógico que quiera cumplir mis deseos.

—¡Suelta! —De una patada, Jeff se logró liberar. Yuri cayó de espalda contra el duro suelo raspándose un poco. Jeff se limpió para ayudarlo a levantarse.

Observó al chico más amable que conoció, ponerse de pie con una mirada de desesperación. Una energía salía de Yuri que calmaba a Jeff, así que, sin tener de otra, solo suspiró y bajó los hombros.

》Bien, cuidaré a Kiro, pero me debes una —Al sonido de sus palabras, Yuri dejó que su ojos brillen de euforia.

Quiso abrazar a Jeff, pero por temor a que le vuelva a dar un golpe, solo se despidió y se alejó diciéndole que vaya a casa de Maya a las siete de la noche.  

Ante los ojos castaños del pelinegro, su amigo era muy gracioso.

Por alguna razón que no entendía, Yuri era una de las pocas personas que lo hacían sonreír, era difícil que sonriera.

Con su mueca de alegría, Jeff vio al cielo reluciente que reflejaba su felicidad, colocó sus manos detrás de su nuca y ya calmado dijo:

》No gano nada botando espuma. Yuri tendrá novia, Sabrina dinero y yo, hehe, al menos tengo salud.

》En fin, iré a visitarla —Caminaba observando el camino de piedra—. Después de todo, Sabrina es como mi familia, mis padres la adoran, pero solo somos...

《"Familia"》

》¿Eh? —A la vez que escuchó unas palabras, con un tono femenino áspero, Jeff sintió su corazón detenerse y una lágrima resbalarse por su rostro sin explicación.

Cuando dirigió su atención a todos lados, un sentimiento de miedo se apoderó de él, pero también una sensación de alegría inexplicable.

 Con los ojos abiertos de pánico, pasó saliva y sin perder tiempo, salió de ahí.

Sin embargo, mientras se acercaba a su salvación de lo que estuviera pasando, sintió un extraño ardor en sus manos.

Era un cosquilleo que lo inquietaba. De pronto, cuando las vio, no evitó gritar por humo saliendo de la parte superior de sus manos.

No comprendía qué pasaba, pero sabía que era algo raro, y más cuando sus ojos se fijaron en algo que lo hizo enarcar una ceja.

Habían aparecido dos lunas menguantes negras en sus manos.

◇◇◇

Las sombras se apoderaban del último piso del edificio más alto en Ursa, un país conocido por sus extraños fenómenos paranormales como abistamientos de brujas, fantasmas, entre otros.

La verdad detrás de ese lugar era algo que ningún humano conocía, solo los hechiceros sabían que era hogar de unos demonios de energía oscura y máscaras llamados Desterrados.

Por las ventanas polvorientas del lugar, una silueta femenina y  jovencita se hizo presente.

Sonrió revelando sus dientes de tiburón al sentir que el maná de un tipo de mago se había despertado.

—Eso es Necroná —Respiró profundo, sintiendo un olor a carbón que entraba en sus pulmones.

Le recordó a un tipo de mago que había desaparecido hace mucho, quedando solo unos cuantos ejemplares en el continente oriental.

》Un mago muerte occidental —Abrió sus ojos, revelando la mitad superior del iris de color amarillo y la inferior de color morado.

Con la baba saliendo de su boca, la mujer salió corriendo hacia una puerta de la azotea y al llegar, se encontró con un lugar lleno de papeles que volaban por el viento refrescante ante un día soleado.

Frente a ella, cerca del borde del techo, un hombre pelirrojo, con una mirada afilada, observaba el paisaje urbano.

No dejaba que la presencia de la mujer, de unos once años, lo desconcentrara, hasta que ella exclamó:

》¡Mi lord Nataniel! —Se arrodilló con una sonrisa de oreja a oreja, su respiración estaba tan agitada, que no podía evitar babear.

》¿Lo ha sentido? el último Heredero se levantó. Lo hemos buscado por mucho tiempo, ¡pero al fin!

—Sí —Se apartó del borde para ver a la chica con un ceño fruncido.

No podía dejar de pensar en lo inútil que se había vuelto su alianza con Pesadilla, la Inquisidora de las pesadillas.

Con pasos lentos, se acercó a ella.

》Pesadilla, comienza la cacería. Lleva a los Desterrados más letales.

Con un aura roja, entró al edificio. A la vez, Pesadilla se puso de pie, limpió su chaqueta militar negra y lo siguió de cerca.

Dentro, miles de sombras se movilizaron, saliendo como podían del edificio, acabando por destruir la enorme estructura y sembrando el pánico a su paso con sus rugidos demoniacos.

Al mismo tiempo, al norte, en un país distante llamado Yaku, en medio de un amplio campo amarillo, varios hombres estaban en medio de una cosecha de maíz.

No solo eso, la finca tenía otros productos, pero mayormente exportaban maíz.

En medio de uno de los sembradíos, los galopes de un enorme caballo negro  avanzaron hasta un viejo robusto con barba blanca y ojos azules con unas cruces en vez de pupilas. 

Este hombre estaba agachado, recogia unas mazorcas polvorientas que dejó caer por sus dedos temblorosos.

Las colocó en un saco y, con mucho sudor en su cuerpo, se levantó para ver al caballo detenerse frente a él. De este, bajó un hombre vestido como un vaquero.

Parecía asustado, y no era de menos,  era un cazador de brujas y le pidieron entregar un mensaje al Maestro de Cruces.

—¡Maestro Bath! —habló con desesperación—. Ya ha aparecido el último Heredero.

—¿El Heredero? pues, envía a dos Quemadores. No podemos dejarlo vivo. —Cerró el costal y tras colocarlo en su hombro, se alejó caminando—. Los brujos ya han hecho mucho daño a mi gente.

—Maestro Bath —Lo seguía, manteniendo su distancia—. Han habido informes de edificios destruidos y gente desapareciendo.

》 Todos tienen algo en común, la aparición de seres demoníacos con máscaras anti-gas y hechos de oscuridad.

—¿Los Desterrados? —Su rostro sereno cambió a una expresión de disgusto. Su profunda voz se escuchaba cansada—. Son solo una invención de los hechiceros.

》 Shanny, no creas esas tonterías. Son invenciones como los Inquisidores elementales, los aliens y el multiverso.

》 En este mundo sólo existen humanos y brujos y lamentablemente, este planeta es muy pequeño para los dos.

◇◇◇

Frente a una imponente mansión de cinco pisos, cubierta por la luz de la tarde que permitía que brille en pureza, Jeff se acercó.

A medida que se acercaba, se colocó unos guantes negros para ocultar sus marcas de luna.

Temía que Sabrina se preocupara por esas heridas. Aunque no le dolían, eran marcas grotescas.

Cuando tocó la puerta, esta emitió un eco potente que debía alertar a los del interior de su presencia, y así fue.

Con un rechinido de cripta, la puerta se abrió para revelar un interior con olor a vainilla.

El suelo era de cerámica negra y las paredes del espacioso recibidor eran blancas como una perla.

Jeff tragó saliva al ver que quien le abrió era un hombre de apariencia mayor con un traje de mayordomo.

Hizo una reverencia y lo miró con sus ojos verdes que desprendían una energía extraña.

—Bienvenido a casa, amo Jeff —exclamó con un tono áspero. Jeff solo imitó el gesto, algo incómodo, como su sonrisa.

Ante él estaba el mayordomo de la familia Shetza, Thot, o como Sabrina le decía, "Viejo Thot" por lo viejo que era.

Un tiempo, Jeff pensó que Thot se enojaría con ese apodo, pero le dijo que no había problema, ya que así se sentía parte de la familia.

Además, a todos los amigos de la familia Shetza les daba el privilegio de usarlo como mayordomo.

—Hola, señor Thot —exclamó Jeff con ánimo fingido en su sonrisa. No se sentía cómodo con que le dijera "amo", ya que lo hacía sentir terrible, tanto, que su corazón y sus nervios se tensaban.

Sin embargo, Thot se levantó para dejar salir una risa carismática.

—Amo Jeff, sé que se siente incómodo con que le diga así, pero es parte de mi trabajo. Después de todo, todos los verdaderos amigos de mi señora son mis jefes.

—Hmm, entiendo, pero, ¿podríamos dejarlo en joven Jeff?

—Hmm —Se acarició la barba mientras entrecerraba los ojos, dudoso—. Hace mucho que no llamo a alguien joven.

No desde el joven Arbuz

》Bien, lo llamaré joven —Con eso arreglado, Thot asintió y dejó que Jeff pase al blanco recibidor.

Lo condujo por unas escaleras hasta un pasillo de color amarillo y puertas blancas.

Al abrir la primera puerta de la derecha, Jeff dio pasos cuidadosos al interior de una habitación morada.

La luz del sol volaba por sus mamparas dejándolo ver un desorden que no encajaba con la reluciente mansión.

Ropa por el suelo, cama destendida y lo que llamó más la atención de Jeff era la joven pelimorada de diecisiete años que roncaba en el suelo.

Ante los ojos de Jeff, por alguna razón, parecía estar admirando a un gato de figura lasciva con pijama morado.

Tras darle una patadita en el muslo izquierdo, ella solo se dio la vuelta para seguir durmiendo.

—Hmm, Jeff, dámelo todo, amor —murmuró con un tono seductor mientras Jeff fruncía el ceño—. Hmm, sí, quiero sentirte, imbécil. —riendo entre sueños, sujetó su almohada con tanta fuerza que parecía que estaba por explotar.

》Te haré mío, no vas a escapar de mí —dijo con la respiración agitada y la cara roja por los sueños oscuros que tenía.

De la nada, Jeff sacó su celular para reproducir una voz que despertaría a Sabrina de inmediato.

—¡Sabrina! —Salió una voz autoritaria del celular y, al mismo tiempo, Sabrina gritó: "¡madre!" y saltó por los aires para caer sobre su cama.

Al darse la vuelta, buscó por todos lados a su madre, pero solo vio a Jeff y, con el corazón acelerado, se lanzó contra él para abrazarlo.

Con angustia en su corazón, Sabrina casi hacia que Jeff cayera al suelo, pero no pasó.

—¡Jeff! ¡soñé que mi madre nos encontraba en pleno acto! —Con cuidado, olió a Jeff, quien confundido, la apartó.

—¿Acto de qué? Sabrina, eres rara —Se alejó de ella para comenzar a limpiar la habitación como hacia todas las mañanas desde que la conoció, cuando tenía seis años y ella cinco.

Con un bostezo, Sabrina se sentó en la cama admirando, por sus mamparas, el radiante día.

Recordaba que, entre los maltratos de su madre y sus deberes en la preparatoria, ver el sol y a Jeff en el mismo lugar la hacían sonreír con una mirada perversa.

—Hace mucho que no estábamos juntos.

—Pero si ayer me llamaste por video llamada —Recogía la ropa para tirarla a la ropa sucia.

Con molestia, Sabrina hizo un puchero.

—Pero no es lo mismo. No nos hemos visto desde...

—¿Desde que me profanaste? —Jeff enarcó una ceja fulminante contra Sabrina, quien solo soltó una risa nerviosa y levantó los hombros.

En ese instante, Jeff recordó lo que había sucedido hace un año.

Debido a los celos de Sabrina cuando él intentaba interactuar con otras chicas, un día, ella abusó de él por siete días.

Nunca pensó que la niña de cinco años que conoció siendo maltratada por su madre, acabaría abusando de él.

◇◇◇

Tras acabar de arreglar la habitación, Jeff miró al cielo con orgullo. Desde pequeño se había sentido orgulloso de sus habilidades para la limpieza, sin embargo, no podía decir lo mismo de Sabrina.

La observó sobre la cama tendida, comiendo papitas y leyendo un guión de película.

—Así que, ¿no me has perdonado? —preguntó sin dejar de leer y sin ningún indicio de culpa. Esto hizo que Jeff desviara la mirada.

—No es fácil perdonar un abuso, además, ¿ya decidiste qué harás? Digo, recuerda que la señora Ruth te amenazó con sacarte de la casa cuando acabes la preparatoria.

—Hmm, sí, si eso pasa —Pasó la papa que se comió—. Me iré a vivir contigo.

—¿Eh? —Sorprendido, se acercó a la cama para acostarse al lado de la chica—. Pero vivo con mis padres, aún no tengo un departamento, no creo que te dejen quedarte.

—Descuida, ya encontraré el modo de que funcione. Además, me presenté para un comercial de pasta de dientes y me dieron el papel.

—Hmm, bueno —Jeff no dejaba de ver el techo blanco de la habitación iluminada por una luz baja.

Recordaba cómo Ruth Shetza, la madre de Sabrina, desde pequeña, la trataba mal.

La golpeaba, la insultaba y la hacia quedarse en el jardín de la casa por horas.

Un día, la envió al hospital y Jeff la fue a visitar. Algo en su interior le pedía gritarle a Ruth, pero también sabía que no podía hacerlo.

◇◇◇

Con el aroma de café llenando la habitación desde la cocina y un silencio relajante, la noche se hizo presente.

Sabrina leía y hacia mímica para su papel en el comercial.

Mientras tanto, Jeff estaba jugando en su celular, hasta que sus ojos se abrieron ante una notificación de Scarebook, una red social.

En este, le indicaba que Kiro le había enviado una solicitud de amistad.

Se lo pensó y al recordar que había interactuado más con ella que con María cuando Yuri la cuidaba, aceptó su mensaje y comenzó a charlar con la jovecita de ojos rasgados.
                                                                                               ....................
                 Mensajes de Jeff y Kiro 

 Kiro: ¿Qué onda Jeff?

Jeff: ¿Qué hay Kiro? 

Kiro: ¿Hoy me vas a cuidar?

Jeff: Sí

Kiro: 😁                                                                                     ....................

Con ese mensaje enviado, Jeff se puso de pie llamando la atención de Sabrina, quien cerró el guión y lo vio interesada.

—Jeff, ¿a dónde vas?

—Voy a hacer de niñero, ¿quieres venir?

Fin de capítulo 000.1-I...

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