d i e c i o c h o (e5)
Cuando Maia despertó, la culpa se encontraba ya instalada en su pecho y no ayudaba el ver a Odair apaciblemente dormido a su lado. Tragó con fuerza, intentando restarle importancia. Sin embargo, sabía lo mal que se había comportado con Annie, quizá su hermana había cruzado la línea pero esa no era justificación para que ella lo hiciera también.
Intentó no despertar al rubio mientras salía de la habitación y volvía a la suya, con el corazón retumbándole con fuerza.
Ahogó un grito al ver su cuarto, estaba repleto de flores, cientos y cientos de rosas blancas cubrían la habitación, estaban en los muebles, en el piso, incluso se amontonaban cubriendo parte de la pared.
Tomó la carta que estaba sobre la cama y le temblaron las manos al abrirla, sabía perfectamente el remitente.
"Como felicitación por su primer año como vencedora, habrá una cena en la mansión el día de hoy a las ocho en punto. Espero contar con su presencia, no dude en invitar a Finnick Odair y a su hermana, me enteré que está en la ciudad.
Confío en que mi elección sea correcta y de su talla.
—Coriolanus Snow".
Masculló una palabrota y observó el vestido blanco que se asomaba de entre las rosas. No, definitivamente no era una elección correcta.
¿Es que no podía tener un día tranquilo? Conocía de sobra la respuesta, pero no esperaba que sus planes de fin de semana fueran cenar con su hermana, Finnick "ojo alegre" Odair y el presidente.
No paró de maldecir mientras buscaba a alguien que la ayudara a limpiar su habitación, de hecho se sentía tentada a prenderle fuego con ella dentro.
—¿Dónde mierda están todos hoy? —masculló.
—Lenguaje —escuchó decir a sus espaldas y al instante se tensó.
—Madre —dijo a manera de saludo, girándose a mirar a la mujer que estaba frente a ella.
Su madre había sido muy guapa, lo sabía por las fotos, sin embargo, después de la muerte de su padre, no quedaba ni la sombra de lo que había sido: no hablaba, apenas comía, ni siquiera salía de la casa, salvo por esa ocasión quizá.
—¿A qué debo el honor? —preguntó la castaña.
—Pensé venir a ver cómo estabas.
Maia sonrió sin ganas, sabiendo que esa no era precisamente la razón de la visita "sorpresa" de su madre.
—Sabes de sobra cómo estoy —respondió la chica tajante. Su madre no era su persona predilecta, nunca lo sería.
—Desayunemos —ordenó la mujer y Maia se preguntó cómo era que a veces se comportaba como un adulto.
La castaña se sentó frente a su madre, sin hacer el menor intento por hablar.
—¿Cómo está Annie? —preguntó la mujer, a lo que Maia se encogió de hombros—. Deja el teatro, Maia.
—No es teatro. No sé cómo está Annie.
—¿No? Después de todo lo que le dijiste ayer...
—Dijimos —corrigió.
—Como sea, después de agredirla de esa forma... entre tú y Odair, quien por cierto no me agrada en lo absoluto, ¿cómo crees que eso repercute en la salud mental de tu hermana?
Maia se quedó callada, sabía que, dijera lo que dijera, la salud de Annie era la importante, no la de ella, no la de Finnick, no la de nadie.
—¿No vas a contestar?
—Me parece que ya tienes la respuesta.
Su madre la miró exasperada y Maia notó que estaba haciendo un tremendo esfuerzo por no gritarle.
—Adelante, dilo. Di lo porquería que soy y lo mucho que Annie merece, que fallé como hermana mayor y que te decepciono —Maia sonrió, intentando ocultar las lágrimas—. ¿Sabes? Ya ni siquiera importa, entre todas las culpas que cargo...
—No voy a decirte lo que ya sabes. Bien sabías que tu hermana está enamorada de Odair, no entiendo por qué ir a revolcarte en el mismo charco.
Maia rió sin ganas.
—Uno, Finnick es una persona, no un charco. Dos, ni siquiera sabes cómo ocurrieron las cosas, ni en qué orden, ni por qué.
—No voy a entrar en detalles técnicos, Maia. Sólo deja a Odair en paz, ¿quieres? Después de todo lo que ha pasado Annie es lo menos que merece.
La castaña se abstuvo de rodar los ojos, simplemente apretó los dientes con fuerza.
—¿Todo lo que pasó Annie? —preguntó incrédula—. Te recuerdo que yo también fui a los juegos, madre, y que también mataron a mi compañero de distrito, de doce años por cierto —hizo una pausa, sonriendo sin ganas—. La oferta sigue en pie, ¿quieren que me aleje de Odair? Bien. Que Annie tome mi lugar aquí en el Capitolio y yo regresaré a casa a lidiar con mis demonios mientras recolecto piedras.
—No puedes pedirle eso a tu hermana, bien sabes lo mucho que todo la ha afectado...
—Para ya —la cortó—. Todos los que ganamos los juegos estamos traumados, tenemos pesadillas, sufrimos de ansiedad, estrés y no sé cuántos males más. ¿Y te digo algo? Ninguno merecemos menos, es el precio de estar vivo y haber escogido nuestras vidas antes que la de cualquiera ahí. La única diferencia entre Annie y el resto de los vencedores es que sus ataques de pánico son públicos mientras que los demás sufrimos en silencio. ¿Alguna vez te has puesto a pensar lo mucho que afecta el que te traten como objeto? El cual compran, usan y desechan —sonrió a medias—. Seguro que no, viven tranquilas en casa, sin preocuparse de nada e inocentemente creen que es porque el Capitolio quiere y le importa Annie... Y lo peor de todo esto es que el conflicto aquí es porque Annie tiene sentimientos por alguien que tiene que involucrarse con su hermana por obligación, ya que si no las matarían a ustedes y al resto de personas que puedan creer que nos importan. Abre los ojos, madre.
—No enviaré a tu hermana a esto —acabó por decir su madre al cabo de unos segundos.
—Bien. No me alejaré de Odair entonces —dijo Maia poniéndose de pie—. Por cierto, el presidente Snow nos citó a cenar hoy, si no quieres que Annie forme parte de esto deberían partir ya.
Maia regresó a su habitación y se internó en el baño, aún estaba repleto de rosas y no quería tener que verlas. Preparó la bañera y se internó en ella, cerrando los ojos e intentando relajarse.
No entendía cómo su madre podía ser tan ciega y egoísta. Maia sabía que su rechazo hacia ella era porque se parecía a su padre, mientras que Annie era su viva imagen. Estaba consciente de que su madre se veía a sí misma en la pelirroja, por eso quería lo mejor para ella, sin embargo, era tremendamente injusta y Maia estaba cansada de tener que lidiar con la constante preferencia de su madre hacia su hermana.
Intentó dejar de pensar, aunque fuera por un rato, mientras disfrutaba de la temperatura del agua y el silencio que había en ese momento.
Fue Hada quien la sacó de su ensimismamiento para decirle que era hora de comer. Terminó de bañarse y se vistió con unos pantalones negros y una blusa blanca.
No se sorprendió al ver a su madre y a Annie sentadas, sabía que no iban a dejar el asunto. Se sentó al otro extremo de la mesa y comenzó a comer en silencio, sin molestarse en mirar a su familia. Finnick no había aparecido aún y estaba segura de que no lo haría, no cuando se trataba de una emboscada en la que no harían más que interrogarlos.
—Me dijo mamá que hoy cenaremos con el presidente Snow —habló Annie, Maia simplemente asintió—. ¿Nos arreglarán los estilistas?
La castaña no respondió, la verdad era que no sabía si Wanda se tomaría la molestia de arreglar a Annie. De sobra sabía que ella era su musa, sin embargo, quizá permitiera que uno de los aprendices la ayudara.
—¿Maia?
—No sé.
—¿Cómo no vas a saberlo? Vives aquí.
—Sí, pero yo no dicto las reglas. Me ordenan a qué hora despertarme, a qué hora comer, a dónde ir, a dónde no. Cuando ellos quieren y como ellos quieren, no se molestan en pasarnos un itinerario.
La pelirroja asintió sin atreverse a decir nada más, el tono de voz de Maia era tan brusco que a leguas se podía notar el acoplo que hacía de sí misma para no explotar.
Comió lo más rápido que pudo y fue a refugiarse a su habitación, Finnick ya la esperaba.
—Tu madre habló conmigo —dijo el rubio.
Maia asintió, sabía que lo haría.
—Ya somos dos —masculló tomando asiento junto al rubio.
Se masajeó las sienes y suspiró.
—Realmente no entiendo qué hice para merecer esto —se quejó—. ¿Qué te dijo?
Finnick se encogió de hombros.
—Habló sobre el horrible ser humano que soy, me deseó una muerte dolorosa y me pidió que me dejara de juegos.
Maia sonrió sin ganas, apretándole la mano al rubio, quien apenas correspondió la sonrisa.
—Lo bueno es que tengo una noticia que mejorará tu día —dijo la chica con fingida emoción—. ¡Snow nos invitó a cenar a todos!
Al instante Finnick se puso pálido, Maia lo miró confundida. Nunca antes había ido a cenar a la mansión presidencial, no estaba enterada de qué ocurría ahí.
—No vayas —ordenó Finnick—. Mentiré y te cubriré, me aseguraré de que tampoco tome acción contra tu familia pero, May, no puedes ir.
—¿Por qué? No es que quiera ir pero, ¿qué pasa ahí?
El rubio negó con la cabeza, se le habían llenado los ojos de lágrimas. Maia se acercó a él y lo abrazó. No sabía si Finnick estaba llorando pero el rubio la abrazaba con fuerza, ocultando su rostro en el hombro de la chica.
—Aquí estoy —susurró la castaña.
Le acarició la espalda a Finnick con suavidad, el corazón le latía con fuerza al ver al rubio así: vulnerable, sin barreras, sin actuación.
—Lo que sea lo enfrentaremos juntos —afirmó Maia, aún sin dejar de abrazarlo. Sintió a Finnick negar sobre su hombro.
—No puedes ser parte de esto, May —musitó.
—Ya lo soy... lo somos. Mejor enfrentarlo juntos, ¿no? Pase lo que pase.
—Pase lo que pase —dijo Finnick al cabo de unos segundos.
Maia sonrió levemente, una parte de ella se alegraba de tener a Finnick, dentro de todo lo enfermo que era todo le gustaba saber que el rubio la cuidaba y ella a él. Muchas veces se preguntaba si Finnick habría reparado en ella si no existieran los juegos, si simplemente vivieran en el Distrito 4 sin un Panem, sin un presidente Snow, ¿el resultado hubiera sido el mismo? ¿Finnick estaría ahí con ella, la querría? No estaba segura, consideraba que sus corazones se unían dolor con dolor, tormenta con tormenta, caos con caos.
—Te quiero, May —susurró Finnick, haciendo que el corazón le diera un vuelco.
—Yo también te quiero, rubio.
Continuó abrazando a Finnick mientras los labios del rubio encontraban los suyos, lo abrazó cuando la acostó en la cama y también cuando la desnudó. Lo abrazó sin soltarlo porque tenía miedo de perderlo si lo hacía.
Muchas gracias por sus votos y comentarios<33, ya casi terminan los capítulos extra, en cuanto terminen los acomodaré en la parte de la historia donde van :) igual les dejaré entre paréntesis que son un extra, por si no los llegaran a encontrar.
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