✐003.
Las horas bajo las estrellas nocturnas transcurrieron, aguardando en medio del extenso bosque dentro de una cueva estrecha. Era del tamaño ideal para que ellos dos descansaran.
Uno en especial, que al sentir el viento entrar por las grandes ramas colocadas como puerta improvisada tembló en su lugar, acercándose buscando el calor de la loba para acurrucarse a su lado.
Se había transformado en un pequeño lobo mientras dormía, reflejo involuntario al sentir las temperaturas bajas y poder mantener su calor.
La loba observaba por los pequeños orificios que quedaron hacia el exterior, atenta a los movimientos y ruidos nocturnos, haciendo guardia prácticamente toda la noche.
Por la mañana había vuelto a la que era la manada del cachorro. El humo había desaparecido y la sangre estaba seca. Debía apurarse en irse de ese lugar cuando observó las moscas llegar a los cuerpos.
Rebusco entre las cajas y canastas que no estaban completamente hechas polvo. Tomó lo que buscaba, y se encaminó de nuevo a la cueva, donde había dejado al pequeño dormido.
O eso había creído, hasta que escuchó su llanto cuando se encontraba a pocos metros. Se apuró en entrar y verlo, quien al escuchar sus pasos detuvo sus lágrimas y la observó con rostro triste, nuevamente como humano.
Se había asustado al despertar completamente solo, pero eso ella no lo entendía. ¿Por qué comenzó a llorar si está completamente sano? Pensó que tal vez era por lo que justamente fue a buscar.
En el momento que se sentó, el cachorro gateo entre sollozos hasta su regazo y abrazó su abdomen. La loba se limitó a tomar las bananas que había conseguido salvar y peló dos, tomó un pedazo de corteza de árbol que encontró afuera y pisó las bananas en esta con los puños.
Cuando terminó acomodo al cachorro dándolo vuelta y dejó la corteza sobre sus piernas, él inmediatamente al ver algo de comida tomó pedazos con sus manos y lo llevó a su boca. Y así suspiró, esperando a que el cachorro se alimentará para nuevamente partir.
Era algo frustrante tener que llevar un ritmo más lento a causa de tener algo a su cuidado, porque sabía que mientras ella hacía pequeñas pausas en su búsqueda, eran más vidas las que se iban.
Pero sabía y era consciente de que él no estaba presente, porque no podía captarlo por más que intentara, cuando antes en Japón podía sentirlo fácilmente. Pensó que la habia sentido, y con eso se habrá mantenido precavido y oculto lejos de la zona.
Así como ella tenía la facilidad de rastrearlo, él la tenía para sentir su presencia y huir. Por muy grande y salvaje que se vea, el desgraciado era astuto.
Cuando vio que el cachorro se chupaba los dedos tiro aún lado el trozo de árbol ya vacío, parándose para dejarlo nuevamente sobre su espalda.
Lo observó con una ceja alzada sobre su hombro, cuando escuchó que al impactar con su espalda dejó salir un eructo. Él sólo se lamia los labios a gusto.
Caminó por varias horas, levantando las rodillas con cada zona de pastos altos y esquivando los pequeños ríos, tenía ahora al pequeño sostenido con el brazo derecho mientras descansaba su cabeza en su hombro, totalmente dormido. Tenía suerte de que no fuera muy escandaloso y le ocasione problemas, o tendría que dejarlo a su suerte.
Sus orejas se movieron ligeramente al captar ruidos inusuales y para nada discretos. Se agachó en su lugar detrás de un árbol, observando cuidadosamente los alrededores. Moviendo sus pupilas por cada centímetro lejos de ella.
—¿Seguro qué es por aquí? El lugar está muy maltratado. —se quejó.
—¿Cómo te atreves? No estudié más de treinta años para que un niñato me diga que hacer —golpeó al menor con el mapa que en segundos enrollo para hacerlo callar. —además, ¿desde cuándo los bosques están podados? Son así sonso.
Hizo rodar sus orbes rojas y negó. Si desde metros a la distancia podía oírlos gritar no se imaginaba cómo fue que sobrevivieron sin ser atacados.
Se levantó con el ceño fruncido, caminando sigilosamente hacia ellos. Y no porque no quería ser descubierta, simplemente estaba acostumbrada a ser cautelosa y silenciosa.
A diferencia de los monjes a los que se acercaba, los cuales se quejaban y gritaban como si fuera un campo de rosas fuera de peligro.
Salió detrás de un gran árbol, quedando frente a ellos y tapando su camino. En un dos por tres todos habían pegado un grito y quedado detrás del monje Masashi con las nalgas apretadas del terror que le tenían.
—¡Shhh!
Se quejo la loba. Pidiendo silencio al apuntar al cachorro que se removió un poco. Ellos no se habían percatado del pequeño que traía en brazos.
Masashi quien comenzaba a tomar su escalofriante presencia como algo más normal, se acercó a observarlo. Era un cambiaformas.
La observó atónito y sin palabras, ¿de dónde lo había sacado? Tendría problemas si sus padres igual cambiaformas lo estaban buscando.
Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando en sus brazos cayó el pequeño cuerpo, todavía dormido. Él la observó más confundido que antes. Pero sólo vio como hacía gestos para decirle que ya podían marcharse.
—¿Qué? P-pero guerrera, ¿Qué haremos con él?
Suspiró, acarició sus hebras negras por última vez. Los monjes eran torpes, pero si eran los verdaderos descendientes de sus aliados pasados es porque confiaron en ellos, así como ella lo hacía al dejárselos. Dio media vuelta y caminó de nuevo a la profundidad del bosque.
—¡Espera!
Masashi pasó nuevamente en brazos de Miroku al cachorro, para correr a la velocidad que podía siendo ya un anciano.
—Iremos al templo que resguarda este lugar. —le avisó.
Sacando del gran bolsillo que sus ropas traía el anterior mapa. Donde al abrirlo, se mostraron distintos templos esparcidos por todos lados. Los arrugados dedos apuntaron a uno en específico.
—Aquí. Es donde estaremos, por si necesitas algo. —tomó entre las suyas una mano de la joven. —fueron creados para seguirte como fieles ayudantes guerrera, así como nosotros viajaremos contigo a la distancia.
El monje soltó su mano, ella asintió neutra, eso ya lo sabía y no esperaba interferir en sus planes, después de todo no la molestaban y a veces eran de ayuda.
Los observó una vez más para perderse entre los árboles y dejarlos nuevamente seguir con su búsqueda.
Giró a Miroku, quien había tomado ingeniosamente su larga tela morada que colgaba de sus hombros para hacerle un nudo en las puntas, sosteniendo así el peso del cachorro como si estuviera en una hamaca siendo sostenida por su cuello y hombros, teniendo así las manos libres.
En silencio caminaron casi hasta el atardecer, sin querer hacer pausas para llegar lo antes posible y descansar, evitando incluso una pausa para comer. Una vez llegarán al templo tentrian mucho que hacer.
Pero no se esperaban, que el cachorro al despertar de su rica siesta se encontrará con personas que no fueran la pelirroja.
Sus llantos de miedo no tardaron en aparecer, tratando de ser calmados con leves sacudos que Miroku hacía mientras caminaban.
Temían que los ruidos fuertes al comenzar a oscurecer atraería animales salvajes, y ellos no eran exactamente guerreros.
Hojas secas se escucharon ser partidas no muy lejos de ellos, inmediatamente se juntaron y temieron lo peor. Miraron en todos los ángulos que su círculo les permitía, y para hacerlos temblar aún más, un escalofriante gruñido se escuchó entre los árboles.
Viendo desde unos metros como tres lobos se acercaban a ellos, con pisadas lentas y pupilas dilatadas, mostrando sus fuertes y grandes caninos.
[§°§]
La serenidad en su rostro recibió las suaves brisas que el día le ofrecía. Tarareando una melodía mientras retiraba las pequeñas ramas y polvos a su alrededor.
Sonrió al ver el blanco nuevamente limpio y lo acarició con un dedo. Anhelando que le llegará aquella caricia.
—Mis dolores han vuelto— confesó en un susurro.—creí que ya no sucedería...que tonto ¿verdad?
Río con amargura. No obtuvo respuesta.
—Mentiste. Dijiste que me acostumbraria al sabor de tus té, pero son un asco. —arrugó la nariz. —bueno, al menos los míos. Nunca terminé de captar tus pasos a seguir...no tuve tiempo.
Mordió su labio y respiró pesado.
—Veo que estás callada, ¿no quieres hablar conmigo? —trató de bromear. Cosa que se le daba pésimo. — te traje esta rosa... la anterior se la llevó la vida...así como todo lo mío.
Dejó la rosa roja en su lugar, no sin antes darle un beso, nuevamente esperando a que lo pueda recibir.
—Llevo más de tres años...sin que me regañes. ¿Es por qué estoy haciendo las cosas bien? —rio por su mal chiste. —pero tampoco obtengo tus abrazos y mimos...¿Ya no los merezco? — terminó a duras penas, cuando su voz se quebró.
Sollozó en silencio, tratando de calmarse a sí mismo.
—¿No ves qué aún no se cocinar? Incluso ese maldito té me sale del asco. Y todavía hay días que llego esperando tus anécdotas del día después de largas horas de trabajo. Te prometí estar juntos, te prometí amor y confianza, me prometí que te cuidaría con el alma. ¿Por qué me abandonaste entonces? Dijiste que me amabas aunque no fuera perfecto...¿Mentiste? — su voz nuevamente se cortó.
Las gruesas lágrimas cayeron hasta llegar a la tierra. De rodillas miró al cielo y suspiró, cerró los ojos y por un momento creyó sentir su aroma, pero no el que caracteriza a un lobo. Sino el aroma de su piel, de sus perfumes frutales con olores artificiales que ella se ponía día a día para que él la reconociera. Aquel que mantenía la casa viva, donde ahora se sentía tan solo.
Escucho a alguien acercarse. Rápidamente sacó con fuerza sus lágrimas y se aclaró la garganta, quedando aún de espaldas.
—¡Jungkook! —Reconoció la voz de Woojin. —¡No te encontraba, tengo algo que...! Oh. —se cayó un momento, el nombrado observó al alfa un año menor que él, parado con sus manos juntas hacer una reverencia. —Buenas tardes Señorita Jeon.
Aunque no sonrió, a Jungkook le daba gracia y cierta ternura cuando hacía eso.
—¿Qué sucede?. —habló con la voz algo ronca sin poder evitarlo.
—Los Segundos llegaron.
Él asintió con un suspiro. Sabía que todos debían estar presentes y no podía quedarse merodeando.
Su amigo le dio su espacio y lo esperó unos metros lejos.
Él acarició nuevamente la piedra blanca, que él mismo se había encargado de pintar, porque creía que representaba a la perfección su pureza.
Dejó un beso en el lugar y se levantó yendo con Woojin, quien lo siguió a su lado.
Atravesaron los cortos pasillos que había entre las casas hasta quedar frente a la entrada, junto al resto de la manada para recibirlos.
Y tal cual, los Segundos entraron al mismo tiempo, y parándose frente a todos.
Fueron nombrados de aquella manera por el alfa líder. Quien contaba y tenía tanta confianza en sus segundas manos que los llegó a mandar en su nombre a ver a otra manada para un pequeño asunto. Pero por más escasa que sea la situación, ellos mostraron ser afables y consiguieron ganarse un lugar en aquella manada, así como el respeto de su líder.
Quien decidió darles un nombre en conjunto, ya sabiendo las demás manadas que cuando los Segundos se acercaban a la suya, tenían que ser tratados casi con el mismo respeto que al propio líder alfa que representaban. Ellos no eran un juego.
Los segundos se componían de los alfas Hoseok y Jin, quienes iban detrás de todo. Luego Yoongi y Jimin en el medio, guiados por el líder Namjoon, quien estaba al frente de todos.
Se extraño por un momento, pero luego observó al faltante adentrarse, solamente que no venía solo, y eso desconcertó a la manada.
Taehyung, único Omega entre todos los alfas de los segundos. Pues él, no necesitaba un enorme lobo, o voz de mando para convencer a los demás, con sus motivacionales charlas a la hora de ofrecer un trato. Al igual que su seria expresión y poca empatía cuando se trataba de recibir uno y negociar.
Él era un caso único en la manada. Siendo el único en su clase que sobrevivió al maltrato por el que alguna vez pensó que sería su alfa. Pero ese monstruo no lo veía con los mismos ojos, siendo tratado simplemente como un orificio con el cual él satisfacía sus deseos sexuales.
Hasta que un día el cual quiso escapar de su anterior manada él lo atrapó, recordándole una vez más a quién pertenecía. Todo esto contado por el mismo Kim Taehyung, quien fue encontrado herido a unos metros de los límites. Donde podía olerse la cantidad de sangre que perdía.
Una vez que lo pudieron atender profesionalmente se quedó meses largos sobre aquella cama blanca. Llorando y deshaciéndose en lágrimas al recibir la noticia de que estaba desgarrado y tuvieron que vaciarlo o moriría, dejándolo así sin la posibilidad de tener hijos.
A Jeon le daban escalofríos cada vez que imaginaba alguna escena que el delgado castaño tuvo que vivir. Pero a la vez asombro, por su valentía a escapar y lograr ser libre ahora.
El Omega se adentro más, siendo seguido por aquellas personas que temblaban por todos los ojos que los veían. Los presentes comenzaron a murmurar sorprendidos, pero Jeon no sabía a qué se debía.
—Son humanos. —Susurró Woojin en su oído, sabiendo que él no captaba los aromas y no los diferenciaba.
Jungkook dejó salir un suspiro de sorpresa. Nunca había estado frente a uno. Y ahora tenía a varios.
El líder alfa se hizo presente, dejándose hacer pasar entre todos.
—Ustedes. —habló claro, llamando la atención de aquellos "invitados". —¿Qué son?
Jeon los observó, sus ropas eran raras, y algo anticuadas. Supuso que el líder al darse cuenta no dio rodeos tratándose de humanos.
El que parecía el más viejo observó a uno detrás de él. El muchacho asintió y se posicionó a su lado. El mayor comenzó a hablar, y se dio cuenta que lo llamó como traductor, cuando empezó a responder en japonés, y el joven traducía cada palabra.
—Yo soy el monje Masashi, nacido en Japón así como mis aprendices. —Habló alto.
—¿Qué es lo que buscan? Están muy lejos de casa.
—Nosotros sabemos lo que son, así como nuestros ancestros nos enseñaron a respetar para ser respetados.
La tensión en Heechul se hizo notar, más cuando su mandíbula se tensó. No le gustaba la idea de que los humanos sepan de su existencia.
—¿Respetar? ¿Sabían ustedes qué estaban en los límites de nuestras tierras?
Vio al joven traducir, el mayor levantó las cejas y miró al suelo un segundo, para volver a hablar.
—No señor, no teníamos intenciones de pisar tanto estas como cualquier otra tierra pertenecientes a las manadas, solamente somos viajeros que buscan dar con su objetivo.
El líder suspiró, estaba por hablar cuando un sollozo lo detuvo. Fue cuando cayó en cuenta del bulto en los brazos que cargaba el joven monje.
Él, nervioso lo amaco para callar lo que tenga ahí dentro. Sin evitarlo Heechul olisqueo el aire, sus ojos dorados se presentaron cuando captó un aroma a lobo.
Un lobo siendo llevado por humanos.
—¿Qué hacen con él? —preguntó enfadado con la idea de que querían robarse a los suyos y exponerlos. El alfa había llegado en dos segundos frente a ellos, esperando respuesta.
—No es...Lo que cree... Señor. Es de...De mi...nieta.—habló con dificultad, sin claramente creerle se los quedo viendo serio.
—¿De dónde lo tomaron? —Susurró cerca suyo.
—E-es la verdad. No somos familia de sangre, pero ella lo tomó a su cargo, ella es como ustedes...bueno, más o menos.
—¿Tomarlo? —preguntó esta vez Hoseok.
—Si, parece que lo encontró en su camino, y lo tomó para que no muriera solo.
—¿Dónde? —Preguntó frunciendo el ceño.
—Al Noreste. Si. Veníamos de allí.
Jung se dirige a su líder, quien ya se veía venir algo. Susurró algo que lo dejó anonadado.
—Señor, creo que dicen la verdad.
—Demuéstralo.
Esta vez fue Namjoon quien se acercó y suspiró.
—Antes de ser llamados pudimos llegar a la manada de los yeng. Pero alguien nos había ganado con la visita. Señor, alguien los atacó.
—¿Qué? ¿Cuántos a salvo?
Susurró Heechul sin poder creerlo. Namjoon negó dando a entender al líder lo peor.
—Ese lugar ya no parecía la manada que alguna vez fue, creíamos que nadie sobrevivió, hasta ahora.
Observaron a los monjes de pie a unos metros.
—Puede ser que hayan llegado antes que nosotros y tomado al cachorro.
Heechul gruñó cerrando sus ojos.
—Si...si esto se debe al niño, nosotros no sabríamos realmente cómo cuidarlo, después de todo tiene otras enseñanzas y no sabríamos cómo dárselas. —habló desesperado. Observó a una muchacha a unos metros y caminó hasta ella, los alfas se pusieron en alerta. —tome señorita, cuide de él, la necesitará más a usted que a nosotros. Por favor. — hizo una reverencia y se alejó con sus compañeros.
Jeon dejó de mirar a los extraños para ver a Minha, quien ahora cargaba con el pequeño en brazos, totalmente anonadada por la situación.
Una mueca se formó en sus labios, no estaba seguro de que esos monjes habían hecho una buena elección de madre, y por el rápido vistazo que le dio a Taehyung por su bufido, entendió que pensaba lo mismo.
Terminaron de aclarar algunas cosas, ellos juraron no ser científicos o cazadores locos que venían a hacerles daño, incluso entregaron un papel algo amarillento, lo que explicaron que era el templo en el que ellos irían y que si necesitaban algo ellos estarían allí.
Los dejaron ir algo dudosos, pese a que se despidieron con una sonrisa y un apretón de manos.
Lo que no sabían, era que en la cima de un árbol, todos ellos eran observados por unas orbes rojas, que olfateo el miedo de los monjes y siguió sus rastros para ver cómo eran llevados por lobos.
Los miró hasta que partieron, pero aún así se mantuvo escondida. Viendo cómo aquel líder alfa se acercaba a uno de los suyos y le hablaba al oído. Alrededor de diez minutos que lo observó, lo vio salir, yendo exactamente por dónde los monjes habían ido.
Y detrás de él, aún más sigilosa, lo seguía una loba desde las alturas.
Marika quedé así 👁️👄👁️ 3k de palabras, dou. Espero no sea mucho para ustedes djxjjds, perdón si las mareo con tanta cosa que pasa, y eso que vamos apenas por el capítulo 3.🤣
INSTA WATTPAD:
@fanficsdewattpad
FACEBOOK WATTPAD:
Danii Kim
Tengan un lindo dia/noche~💜
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro