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O6. SEIS

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Siendo sincero consigo mismo, Scott ni siquiera se había detenido a pensar en que le habían disparado hasta que su madre se sentó a su lado en el sofá con un botiquín de primeros auxilios y le ordenó retirarse la camisa.

Ensimismado y confundido, sus ojos no lograban despegarse de la figura de la muchacha que ahora se encontraba de pie frente a él, sujetando con demasiada fuerza el arco, lo que dejaba en evidencia que ella estaba casi tan nerviosa y tensa como el resto de personas reunidas en la habitación.

Solo Lydia quien regresaba en ese momento de la cocina con una bolsa de hielo para la cabeza de Stiles, parecía no fijarse demasiado en el hecho de que su mejor amiga volvía a estar viva después de seis largos años. Pero, claro, si habían llegado juntas es porque ya había tenido tiempo de asimilar todo ese shock, cosa que a ellos les estaba costando en exceso.

Especialmente a Isaac, quien tras ser el primero en reparar en su presencia, se había sentado en un sillón con Aimee entre sus brazos y allí había permanecido, tratando de mirarla demasiado.

Fue Malia quien se encargó de llenar el incómodo silencio con una pregunta que se ganó varias miradas de reproche:

-¿No se suponía que estuvieras muerta?

Allison la observó realizando varios cálculos mentales para intentar recordar en que parte del rompecabezas que Lydia le había explicado encajaba ella. Entonces la retrató en su cabeza con el cabello más largo, despeinada y completamente desorientada tras volver a ser humana después de tanto tiempo.

-Eres Malia Tate, ¿verdad? ¿La chica coyote que rescatamos en el bosque?

Aunque intentó que su interrogante sonara lo más amable posible, la aludida no pudo evitar sentirse ligeramente ofendida. Llevaba años con la manada, no le gustó nada que se refiriera a ella como si estuviera hablando de la más reciente adición. En todo caso, ese era Alec.

-Solo Malia-contestó finalmente con los labios apretados.

-Creo que nunca nos llegamos a presentar formalmente. Mi nombre es Alli...

-Ya sé quién eres-la interrumpió secamente-. Es imposible no saberlo si todo el tiempo hablaban de ti. Era como si nunca te hubieras muerto.

-Malia... -la amonestación por parte del alfa no se hizo esperar. En respuesta, la hija de Peter Hale simplemete se cruzó de brazos y se sentó refunfuñando en un rincón de la escalera. Todavía se encontraba adolorida y disgustada por su nueva condición de humana, cosa que la presencia de la cazadora solo consiguió multiplicar.

-Allison... -a Melissa le costaba pronunciar su nombre sin que le resultara extraño-No vayas a malinterpretar nuestro silencio. Estamos felices de volver a verte, solo algo confundidos y...

-Soy consciente-ella esbozó una sonrisa triste-. Y sinceramente me gustaría poder explicarles, pero ni siquiera yo entiendo muy bien por qué estoy aquí. Simplemente aparecí un día en Massachusetts y supe que debía encontrar a Lydia.

-Yo llevaba noches soñando con ella, pero jamás imaginé que podría suceder una cosa así-añadió la banshee, sentada junto a Stiles. Éste no sabía si le sorprendía más la resurrección de su amiga o el hecho de que su ex novia no le hubiera lanzado ya la bolsa con hielo por la cara-. Cuando la vi en la puerta de mi habitación, con el mismo vestido que usamos para enterrarla, no me lo podía creer. Pensaba que era una alucinación.

Tanto Scott como Isaac intercambiaron miradas sugerentes, ambos pensando lo mismo. La única explicación lógica que encontraban para toda aquella locura era que el Nigromante se había puesto en acción, trayendo de vuelta no solo Allison, sino también al hijo del señor Arnold. Pero, ¿por qué específicamente a ellos?

-Le pedí a mi padre que viniera a arrestar a ese pobre anciano-sujetando el hielo contra el cardenal que ya comenzaba a ser visible en su frente, Stiles señaló la esquina en donde habían dejado atado y amordazado al hombre-. Espero que no infarte cuando te vea.

En lo que Allison ser reía del comentario de su mejor amigo, Scott se puso de pie, ignorando las protestas de su madre que aun no terminaba de sacarle la bala. Despacio, se fue acercando a ella como si todavía no pudiera creerse que en verdad estaba allí.

Insistentemente guió ambas manos hasta su cara, acunando con una de ellas su mejilla, disfrutando poder sentir la suavidad de su piel una vez más. Mientras que con la otra apartó un mechón rebelde de su rostro y ambos se encontraron sonriendo como un par de tontos cuando se dejaron llevar por los recuerdos. Él pensó que nada había cambiado, seguía siendo tan hermosa como aquella noche de tormenta en la clínica de Deaton.

Bueno sí, algunas cosas habían cambiado, pero en aquel instante eran lo que menos importaba.

-Perdona si este no es el recibimiento efusivo que tal vez esperabas, pero es que... creíamos que nunca te volveríamos a ver-tomó la mano de la joven y la acarició-. Te hemos echado mucho de menos, a pesar de que realmente nunca te fuiste, no del todo. Siempre estuviste aquí-se señaló el lado izquierdo del pecho-La gente que te ama no te olvidó.

Allison sonrió y levantó la vista hacia sus dos orbes oscuros, llenos de brillo.

-Yo también los extrañé demasiado a todos.

Mientras veía la conmovedora escena desarrollarse justo delante de sus narices, un nudo comenzó a formarse en el estómago de Malia. Lo que más temía estaba sucediendo y lo peor es que sabía que ella había perdido todo el derecho a quejarse la noche en que se marchó.

Pero no era la única. Isaac tragó duro sobre su asiento, sentía como si se encontrara reviviendo el mismo diálogo repetidas veces: «Estoy en los brazos de mi primer amor, el hombre al que siempre he amado, el hombre al que siempre amaré. Te amo, Scott McCall.»

En algún momento no logró soportarlo más. Mandó todo su autocontrol a la basura y se levantó de manera violenta, llamando la atención de los dos tórtolos.

-Creo que Aimee necesita un cambio de pañales-habló entre dientes-. Estaré en mi habitación si me necesitan.

Pasó por su lado como un rayo, sin ni siquiera mirarla, y eso dejó desconcertada a la apellidada Argent, casi tanto como darse cuenta de que aquella bebé le pertenecía. ¿Qué tanto se había perdido de la vida de Isaac?

Malia quería imitarlo y marcharse ella también, pero entonces escuchó el crugir de la puerta y Chris Argent entró llevando la compra en cada mano.

-Melissa, creo que vi una cuna cerca de...

La mermelada y la crema de cacahuetes quedaron esparcidas sobre la alfombra cuando el ex cazador se vio obligado a soltar las bolsas para sujetarse del marco y no caerse. Abrió los ojos tanto como pudo, observando la figura de su hija en medio de la sala tal si fuera un espejismo.

Su niña... su pequeña.

Negó repetidamente con la cabeza, deseando que aquello no fuera simplemente un sueño o una broma de mal gusto orquestada por su subconsciente. Pero es que parecía tan real que tan solo el pensamiento de que se tratara de una alucinación le dolía a horrores. Una vida entera no era suficiente para contar todas las veces que había imaginado ese momento.

-Papá-la escuchó llamarlo en un hilo de voz, sintiendo como las lágrimas bañaban su rostro al igual que el de ella.

-¿Allison?

Alrededor de ambos el silencio era sepulcral. No fue hasta que sintió sus extremidades rodearlo en un apretado y sincero abrazo que Chris terminó de convencerse de que nunca antes en su vida había estado tan despierto. Dejó que todas las emociones contempladas en su pecho finalmente fluyeran a la luz

Ella solo rió mientras sus pies eran despegados del suelo y su cuerpo comenzaba a dar vueltas en el aire entre gritos de felicidad. Podría quedarse así para siempre.

●●●

Casi cuatro años después de haber estado allí por última vez, la habitación se sentía como si perteneciera a alguien más.

Sus dedos se deslizaron suavemente sobre la superficie de la pizarra llena de hilos, no podía creer que su padre aun la conservara.

Resultaba increíble como tan solo en aquel reducido espacio se guardaban tantos recuerdos importantes, recuerdos que en su apartamentos de San Francisco no tenía. Y que quizás fuera lo mejor, si pensaba en que no todo habían sido momentos felices.

Empero, su conciencia se encargaba de repetirle cada día que parte de a dónde iba, era saber de dónde venía. Un hombre no puede vivir sin un pasado. Y el suyo estaba en Beacon Hills por más que intentara olvidarlo.

Aterrizó su mochila estrepitosamente sobre la cama, mientras con una mano sujetaba el teléfono contra su oreja. Sabía de sobra que en cuanto se diera cuenta de que ya no estaban en la casa, su mejor amigo no tardaría en llamarlo. Y se escuchaba bastante enfadado.

-¿Cómo se marchan sin decir nada?-lo imaginó del otro lado de la línea, presionando sus dos cejas juntas-. Es en serio, Stiles, el día ya comenzó lo suficientemente loco como para que encima ustedes dos me sigan dando preocupaciones.

-Tranquilo, mamá, no nos fuimos al Polo Norte. Solo vinimos a mi casa.

-Me da igual, Malia está herida y no me parece buena idea que se ande moviendo demasiado. ¿Recuerdas que ya no puede sanar por sí misma o te lo envío en un mensaje?

Stiles rodó los ojos, soltando un bufido. Scott rara vez acudía a la ironía, pero cuando lo hacía era el tipo de persona que te provocaba querer lanzarle un zapato, en lugar de reírte con ella.

-Oye, soy un agente del FBI, ¿recuerdas? Me han preparado para salir con vida de un tiroteo, creo que puedo ocuparme de una emergencia médica como esta-espetó-. Además, fue Mal quien me pidió venir conmigo. El señor Tate ya no vive en el pueblo y no esperarás que estuviera cómoda en tu casa, ¿verdad?

-¿Qué quieres decir?

-¿Hablas en serio, McCall?-Stiles sabía que su amigo podía ser un poco lento a veces, pero no imaginaba qué tanto-. Bueno, empecemos por el indiscutible hecho de que las habitaciones escasean, y ya no quedaba sitio para ella.

-Por supuesto que hay sitio para ella. Isaac y Aimee pueden mudarse a mi cuarto, yo tomaré el sofá y...

-¿La pondrás a dormir en la habitación de invitados junto a Allison, tu ex novia que volvió de entre los muertos, y a la que Malia apenas conoce?-sonrió, irónico-Recuérdame otra vez por qué yo siempre hago los planes.

El verdadero alfa suspiró.

-Está bien, pero promete que me llamarás si sucede cualquier cosa. Lo que sea.

-Lo prometo.

-Y Stiles... -se interrumpió, pensativo-. ¿Podrías decirle que no estoy molesto, solamente preocupado?

El aludido le dedicó una mirada rápida a la castaña de ojos marrones, cuya presencia bajo el umbral de la puerta no había pasado desapercibido. Le ofreció el móvil para que lo escuchara por sí misma, pero ella negó con la cabeza, prefería no hablar con él en ese momento.

-Estoy seguro de que lo sabe-contestó después de unos segundos, esbozando una pequeña sonrisa que Malia no tardó en corresponder.

En cuanto puso fin a la llamada y quedaron solos completamente, ambos se acostaron en la cama, con la espalda tendida sobre el colchón y los hombros tocándose. Observar el techo durante horas sin ningún motivo aparente, se les había hecho costumbre en el año que compartieron juntos en San Francisco.

-¿Cómo se sintió volver a ver a Lydia?-preguntó ella de repente.

-¿Cómo se sintió volver a ver a Scott?

-Una mierda, pero agradable al mismo tiempo.

-Igual.

-Por lo menos no te golpeó con la bolsa con hielo.

-Es curioso que lo digas porque pensé exactamente lo mismo.

Los dos se echaron a reír. Malia se acomodó, apoyando la cabeza en el pecho de Stiles y éste la rodeó con sus brazos.

-¿Algún día le contarás la verdad?-preguntó, volviendo a estar seria.

-Puede que sí o puede que no-él pasó su mano en su pelo suelto. A ella le gustaba que lo hiciera, la ayudaba a relajarse-. Cuando la vi hoy se veía tan perfecta, que tengo miedo de arruinarlo todo si intento formar parte de su vida una vez más.

-Debes hacerlo, porque necesito quitarme ese peso de encima.

-¿Cuántas veces debo repetirte que nada de lo que sucedió fue culpa tuya, Malia Tate?

-Los dos sabemos que en parte sí lo fue-contestó con amargura-. Si tan solo no te hubiera buscado...

-Estoy agradecido de que lo hicieras-la interrumpió, mirándola a los ojos-. En aquel tiempo significó saber que, a pesar de todo, aun confiabas en mí. Y míranos ahora, hemos recorrido un largo camino hasta aquí.

-¿Quién diría que perseguir a un chico descarriado nos acercaría tanto como amigos? Siendo sincera, es un término que jamás pensé pudiera aplicarse a nosotros. Pero es mejor así.

-¿Esa es tu forma bonita de decirme que Scott es mejor material de novio que yo?-Stiles bromeó, a lo que Malia puso los ojos en blanco y le azotó un pequeño golpe en el hombro-. Me diste un susto de muerte, Tate-dijo, cambiando de tema-. Nunca más vuelvas a hacerlo o te prometo que por Navidad cancelaré ese pedido de filete de venado que ordené.

-Solo si quieres ser hombre muerto, Stilinski-amenazó seria. Con su venado no se juega-Lo que me recuerda, debemos retomar la búsqueda de Lucas lo más rápido posible. Me preocupa que se marche de Beacon Hills y otra vez volvamos a perderle la pista.

-Sí, pero hoy no. Ambos debemos descansar y recuperarnos, especialmente tú.

Malia resopló frustrada, pero no hizo el intento de discutirle. Sabía que tenía razón.

-¿Puedo quedarme aquí mientras estemos en Beacon Hills?

Stiles le sonrió de una forma muy dulce.

-Eso no se pregunta, Tate. Este siempre va a ser tu hogar.







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