1O. DIEZ
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—Creo que esta quedaría muy bien en ti —Lydia le mostró la blusa de volantes que había encontrado. Esta era blanca como un copo de nieve, y se veía delicada. Sin embargo, a Allison no pareció terminar de convencerle.
La tela era fina, y sin duda, a la vieja ella le habría encantado llevarla algún día en el colegio. Pero ya no estaba muy segura de si su nueva apariencia —a pesar de que seguía siendo la misma a ojos de todos— quedaría con algo tan precioso.
—No lo creo.
—¿No? —la banshee abrió mucho los ojos, como si acabara de decir una imprudencia— Es linda, es tu talla y está en rebaja. Definitivamente tienes que comprarla.
—Pienso que no me ha de quedar. Mira el encaje.
—¡Precisamente por eso! Vamos, iré contigo a los probadores. Ya verás que no me equivoco.
Allison entornó los ojos cuando ella la hizo soltar las demás perchas que tenía en las manos y prácticamente la arrastró hasta el fondo de la tienda.
El Centro Comercial estaba extrañamente vacío esa mañana, aunque no lo suficiente como para no encontrar jóvenes adolescentes corriendo de aquí para allá en grupos. Aprovechando el fin de semana para llevarse algo lindo a casa.
La pelinegra se dió cuenta también de que el edificio había sido remodelado desde la última vez que estuvo allí. Nunca había visto tantas tiendas de Burberry, Tiffany’s, Gucci y Coach en una sección de lujo que antes no existía. Aunque, de cierta forma, se le hacía increíblemente moderno.
En un momento, Lydia se detuvo en seco, y la cara de Allison casi choca contra su espalda.
—Oye ¿Qué pasa? —preguntó con confusión, dándose cuenta de hacia donde se dirigía la vista de su mejor amiga.
Ahí estaba esa chica otra vez. La que había visto con el resto de la manada en la casa de Scott.
Malia.
Una dependienta la ayudaba sosteniendo una muda de ropa, mientras ella parecía analizarse dudosamente en el espejo. Tenía el cabello corto cayéndole por los hombros, y la piel ligeramente aceitunada de la espalda al descubierto.
Allison pudo ver que era bonita, aunque un poco ruda, hecho que descubrió cuando ella las miró a través de su reflejo.
—Hola —saludó Lydia, acercándose a ella lentamente. Los nervios que la habían atacado en un principio parecían haber desaparecido, y su lugar fue reemplazado por una firme seguridad.
—Hey —contestó Malia con sequedad, volteándose hacia ellas.
Allison no podía hacer otra cosa que esperar por sus reacciones, como si de repente fuera una extraña en medio de una conversación que no la incluía.
—Yo... no sabía que estarías aquí. Normalmente no te gusta venir a estos lugares —prosiguió la rubia fresa ante la mirada reparadora que les estaba dando.
—Dejé toda mi ropa en San Francisco —respondió naturalmente— necesitaba comprar nueva.
—¿Por qué no llamaste? Pude haberte acompañado.
—Sería innecesario —murmuró— Además, has estado algo ocupada.
Sus ojos se fijaron ahora directamente en Allison, quien sonrió de forma automática, aunque Malia no lo hacía de vuelta.
El momento se le estaba haciendo muy incómodo ahora que se ponía a pensar.
—Hola.
—Como sea... —Malia se giró sin responder a su saludo, recogiendo las pocas prendas que la dependienta le había dejado en una bolsa— Nos veremos después.
No quería seguir allí. De hecho, detestaba la sola idea de ir a comprarse ropa y por eso había puesto tantas excusas cuando Melissa la envió derecha al centro comercial. Pero después de cruzarse con ellas, se sintió mucho más deprimida que antes.
Al parecer, tener a la cazadora de vuelta había cambiado más de una cosa. Primero Scott, luego Lydia, y todos la trataban como si fuera un objeto de cristal, como si no tuvieran nada más por lo que preocuparse.
Lydia dió un paso al frente.
—Malia, ya para de evadirme. No fui yo quien se alejó antes.
—Tienes razón, pero yo te necesité primero —contraatacó— y tú nunca respondiste mis mensajes.
La banshee guardó silencio, sin saber qué decir.
—Estaba... ocupada.
Un asentimiento fue todo lo que la mujer coyote pudo dedicarle. Porque lo cierto, es que ya no quería recordar ni recibir excusas. Había pasado por muchas decepciones en su vida, pero nunca creyó que su amistad pudiera a convertirse en una.
—Lo sé. Todos lo estaban.
Ella se fue luego de decir esto, y Lydia se quedó varada en medio de aquel lugar, pensando en la forma en la que todo se había ido desmoronando con los años, y preguntándose ¿Cuándo había dejado que eso sucediera?
—Parecía enojada —Allison se acercó por atrás y le tocó la espalda— ¿Qué sucedió entre ustedes?
La banshee se encogió de hombros.
—Supongo que nos distanciamos con el tiempo. Ella y Stiles se fueron a trabajar a San Francisco, y yo me dediqué por completo a la Universidad. Estábamos demasiado lejos y con muchos deberes encima.
—Me contaste lo que pasó, pero no creo saber mucho de vuestra relación...
Lydia hizo un gesto como para dejar en claro que no debía preocuparse. Después de todo, sus demonios seguían siendo solo suyos.
—Simple. Creí que no volvería a tener una mejor amiga después de perderte y me equivoqué —murmuró— Pero ahora ella y yo nos hemos perdido la una a la otra.
Con una expresión marchita, la pelinegra pensó que, quizás, eso era lo que hacía el tiempo. Además de envejecer a las personas, también lo hacía con las relaciones. Nunca llegó a pensar seriamente en ello cuando estaban en el instituto, pero ahora que lo tenía delante de sus ojos, era como un nuevo descubrimiento. Uno que la entristecía.
Lydia le pasó la blusa de volantes con una nueva sonrisa dibujada en los labios, ya no tan radiante como la de antes, pero que supo cómo manejar, de forma que no le permitiría ver nada de sí misma.
La joven Argent se preguntó qué tanto dolor ocultaba detrás de ese gesto.
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A Stiles no le resultó raro encontrar a Scott sentado en la escalerilla del porche esa tarde, con la vista concentrada en un punto fijo y la mirada pensativa como si estuviera perdido en su propia cabeza.
Hacía bastante tiempo que no lo veía así, aunque si estaba sucediendo, era porque pronto tendría una gran idea. Pero... ¿Para qué?
El joven agente del FBI tomó asiento a su lado e hizo sonar los huesos de su cuello. Después de haber pasado un día largo en la comisaría, lo único que le apetecía era regresar a casa y recostarse contra el sofá del salón, pero sabía que necesitaba ver a su amigo antes de eso.
Ahora los dos estaban mirando hacia la calle, codo a codo, guardando silencio.
—¿Día duro? —preguntó, recibiendo una negación de su parte.
—Solo pensaba que tenemos muchas cosas por las que preocuparnos.
Él asintió:
—Sombras intentando dominar el mundo, druidas decididos a matar a una bebé, y un coyote psicópata que quiere robar tus poderes... Sí, suena como que la lista es muy larga.
El sarcasmo de Stiles logró que su seriedad se viera interrumpida por una corta risa, pero no quitó su preocupación en cuanto a todos los problemas que tenían encima.
Pero por esa razón había estado pensando toda la tarde, y finalmente, tomó una decisión.
—Tenemos que traer a la manada de vuelta —declaró, haciendo que Stiles lo mirara.
—Pero... muchos de ellos están en la universidad.
—No me refiero a los otros chicos. Hablo de los que ya estamos aquí —continuó, sus ojos brillando con absoluta determinación— Siempre hemos vencido cuando nos ayudamos unos a otros. Ahora ha llegado el momento de volver a hacerlo.
Stilinski encogió los labios, pensando en lo extraño que se le hacía volver a llamarse a ellos mismos como una manada después de tanto tiempo.
—Es una gran idea, pero... te recuerdo que no somos los mismos de antes —dijo— La mayoría cambiamos y... también peleado.
—Pues eso tendrá que acabar, por lo menos si vamos a hacer esto. No voy a permitir que nuestras diferencias sean la razón por la que dejemos de luchar.
—Cuenta conmigo entonces.
El alfa sonrió y pasó un brazo por encima de los hombros de su mejor amigo.
Stiles nunca dudaría en seguirlo, como mismo él confiaba ciegamente en sus ideas así fueran las más descabelladas del mundo, porque al final siempre tendría razón.
Eran un equipo, y ahora, buscarían a la forma de salir de aquel aprieto juntos. Siempre velando las espaldas del otro.
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Esa noche, ambos habían llamado a todos sus amigos para que se encontraran con ellos en el bosque, cerca del Nemeton, en un lugar que todos podrían reconocer. Apenas la luz era suficiente para iluminar los espacios de la tierra húmeda que sus pies pisaban, pero para lo que querían hacer no la necesitarían.
Minutos después de haber llegado, el frío viento nocturno trajo a sus amigos a la hora exacta, y cuando todos se vieron en aquel mismo sitio, las inseguridades comenzaron a aparecer.
Isaac miró todo a su alrededor, y se sintió como un agregado más. Su incomodidad era tan notable como la de Allison en esos momentos, quien parecía un cachorro confundido al lado de Lydia. Esta no dejaba de pasear su vista de Scott a Stiles, como si estuviera cuestionando qué hacían allí sin usar palabras.
Finalmente, la pregunta vino de los labios del apellidado Lahey.
—¿Por qué nos han llamado?
—Para una reunión—respondió el alfa, dirigiéndose a todos— creo que es algo realmente necesario.
—Yo... Creo que debería ir a ayudar a Melissa con Aimee.
—Ellas estarán bien. Tú quédate —insistió Stiles— sigues siendo uno de los nuestros después de todo, tienes el deber de estar presente.
Allison carraspeó, juntando sus manos por encima de la falda del vestido azul.
—Quizás sea yo quien no debería estar aquí.
—¡No digas tonterías! —saltó Lydia— Por supuesto que sí.
Malia Tate, quien no había pronunciado palabra alguna desde que llegó, alzaba ahora su semblante para mirar a su líder en espera de algo más. Sus ojos eran dudosos, pero las mechas de su cabello castaño parecían estar en llamas.
Scott volvió a pasear su vista de ella a Isaac, y luego de él a Allison, y de ella a Lydia. Así sucesivamente, hasta que encontró las palabras adecuadas.
—Todos hemos caído alguna vez, y cometimos errores de los que no estamos para nada orgullosos. El mío ha sido permitir que nos separáramos cuando sé que unidos somos más fuertes, y por eso, no estoy dispuesto a cometerlo de nuevo. Así que me dí cuenta de que necesitamos comenzar otra vez, pero quizás, de una manera más significativa.
Todos lo observaron extrañados cuando él comenzó a caminar, dirigiéndose con pasos lentos hacia algún sitio que no conocían a través del bosque.
Scott miró hacia la luna antes de llegar a la fogata. Ahora era una media luna espesa, con un borde casi dorado que se entendió como un buen augurio para iniciar esa noche.
Allí, el de apellido Stilinski les dió un trozo de papel blanco a cada uno, acto que los dejó más confundidos aún.
—Sé que estos últimos años no han sido los mejores, así como también sé que todos guardamos conflictos entre nosotros, pero si vamos a enfrentarnos al Nigromante y su ejército, tenemos que aprender a dejar esas diferencias de lado y volver a fusionar como la manada que éramos —habló el alfa, y su voz se escuchó mucho mas alta que antes— Sé que no será fácil, pero ¿Cuándo lo ha sido en realidad?
El fuego crepitaba salvajemente bajo el claro, iluminando todo lo que lo rodeaba, incluidas las figuras de todos los miembros de la manada, cuyas sombras se extendían sobre el suelo pedregoso.
—Quiero que escriban en este papel los problemas que tienen los unos con los otros, y luego tirenlo al fuego. De esa forma quedará olvidado hasta el final de esta guerra.
Ellos continuaron quietos, expectantes, sosteniendo el pedazo de papel en sus manos hasta que el primero de todos dió un paso al frente con valentía.
Stiles le cedió el bolígrafo a la joven Argent, y luego dejó que su nota se consumiera dentro de las brasas, haciendo que la llama creciera y el humo ascendiera hacia la infinidad del cielo oscuro.
Después, Isaac lanzó la suya, y luego Allison, y Scott...
Malia miró la nota con cierto temor, tragando grueso antes de dejarla ir. Sus manos temblorosas apenas quemándose por el calor que desprendía la fogata sobre su cuerpo cubierto, casi al mismo tiempo que Lydia Martin tiraba la última para darle fin a ese extraño ritual.
Aquella masa de humo que desapareció en el aire los hizo creer que algo esa noche se había cerrado. Como una puerta. Bloqueando cualquier sentimiento de negatividad, odio, rencor o envidia...
La manada de Beacon Hills estaba de nuevo en el juego, y puede que siendo incluso más astutos de lo que alguna vez fueron los adolescentes que años atrás pisaron ese mismo bosque. Unos atrapados en una trampa para osos, otros tratando de ayudar, y el resto, simplemente volviendo a ser humanos.
Antes de regresar por el mismo camino que habían venido, Allison se quedó mirando cómo Isaac desaparecía de su campo de visión a medida que se adentraba de vuelta al bosque.
No supo por qué, pero realmente deseó ir hacia él y arreglar las cosas. Quizás si lo intentaba, volverían a ser amigos otra vez.
—¡Isaac! —lo llamó, y él se detuvo.
Ella recorrió el espacio que los separaba hasta llegar a su lado, y jadear debido a la carrera:
—¿Puedo acompañarte?
El rubio pareció sorprenderse, pero al final asintió, consciente de que ambos se dirigían al mismo sitio. Mientras que Scott, todavía hipnotizado por el calor del fuego, vió que los moretones en la piel de la mujer coyote parecían notarse más debido a la luz. Tan imperfectos, pero ahora siendo una parte suya que nunca desaparecería.
Eso lo hizo sentir mal, sobretodo cuando ella dió media vuelta y desapareció sola en la oscuridad. Antes habría sido todo muy diferente...
—Lyds —apenas lo dijo, Stiles quiso retractarse al instante, pero ya era muy tarde.
Ella tenía esa tristeza en sus ojos, y lo miraba con decepción, haciendo que su pecho doliera.
—Yo... esto... esperaba que pudiéramos hablar —tartamudeó
En lugar de buscar una respuesta inteligente, como siempre solía hacer, la rubia fresa simplemente negó repetidas veces:
—Stiles —tragó grueso— Mira, antes de venir aquí me dije a mí misma que podría con esto. Que iba a ser fuerte para poder enfrentarte sin pensar en lo que pasó. Pero me equivoqué... no puedo. No estoy preparada aún.
Él hizo el intento por acercarse, desesperado por pedir una oportunidad para explicarse, pero ella dió un paso atrás.
Ambos se miraron, y a ese hondo agujero emocional que los separaba, a pesar de que no fuera una distancia mayor que un metro. Lydia fue la primera en voltearse, convencida de que él no podría ver lo afectada que estaba. Podía aparentar ser fuerte todo lo que su orgullo le permitiera, así que continuaría aferrándose a ese escudo hasta que se convirtiera en algo fácil de llevar.
En cambio, Stiles, no estaba muy seguro de poder seguir ocultando aquella verdad demasiado tiempo.
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Ok, ok. Una aclaración antes de acabar.
Sé que muchos de vosotros pertenecen al Allison and Lydia Protect Squad, pero si os ponéis a pensar, Malia está actuando como debe. Primeramente, ella no conoce a Allison y es desconfiada de naturaleza, por tanto, un “Hola ex novia muerta del chico que amo! Bienvenida de vuelta. A partir de hoy seremos besties” de su parte no sería propio del personaje.
Personalmente, si yo perteneciera a la manada de Scott, envuelta siempre en líos sobrenaturales, y una chica muerta se me aparece de pronto en la casa, también desconfiaría.
Si, los chicos pueden haber reaccionado bien al inicio, porque son sus amigos y la extrañaron. Pero Malia nunca conoció a Allison, así que no hay forma de que se sienta exactamente igual.
He ahí mi punto de vista. Tengo pensado que en algún momento se lleven bien, pero hay que ir paso a paso.
Saluditos a todos,
Debbie
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