Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

chapter three.









🎭 SOTP — 2025
Written by Dollyhrtzp





Amelia y Dong-eun caminaban por los pasillos con los brazos entrelazados, conversando en voz baja, cuando notaron un grupo de estudiantes reunidos fuera de una sala. El murmullo y las expresiones en sus rostros les indicaron que algo estaba ocurriendo.

Se miraron entre sí, confundidas y sin decir ninguna palabra, se acercaron para ver de qué se trataba.

El ruido dentro del aula era intenso, golpes sordos, gritos ahogados y el sonido de un cuerpo impactando contra el suelo.

Y fue cuando lo vieron.

Jae Joon.

Amelie abrió los ojos como plato justo en el momento en que él lanzaba un puñetazo brutal al rostro de un compañero. Sintió cómo el aire se le atascaba en la garganta al ver que no se detenía, con cada golpe la sangre salpicaba el suelo. El chico parecía ya no estar consciente, pero Jae Joon no parecía tener intención de parar.

Agarró a su víctima por la camisa, lo levantó con fuerza y lo miró directamente a los ojos.

—Repítelo.— Su voz era baja, pero llena de furia contenida. —Tanto hablabas y ahora te callas.—

El chico gimió de dolor, incapaz de responder.

—¿Qué dijiste de mis ojos? —Jae Joon apretó su agarre con tanta fuerza que la tela crujió. Su mandíbula se tensó antes de soltar un grito. —¡¿Qué dijiste, idiota?!—

Sin darle tiempo a responder, lo empujó con fuerza, haciendo que ambos cayeran al suelo. Pero mientras el otro estaba en el suelo, Jae Joon ya estaba de pie otra vez, listo para seguir golpeándolo.

Amelie se quedó paralizada.

Por cada golpe que Jae Joon daba, ella sentía que algo dentro de sí se encogía. Su respiración se volvió pesada, y sin darse cuenta apretó con fuerza el brazo de Dong-eun, cerrando los ojos un instante con cada impacto.

La sangre.. el sonido de los golpes.. el odio en la mirada de Jae Joon..

No lo reconocía.

—¡Oye, se desmayó, ya basta!.— Myeong-oh irrumpió en la escena, empujando a algunos espectadores para entrar y sujetar el brazo de su amigo.

Jae Joon lo fulminó con la mirada antes de empujarlo con una patada que lo hizo caer pesadamente al suelo.. justo enfrente de Amelie.

—Maldito...— murmuró Jae Joon con la voz entrecortada por la furia. —Seré daltónico, pero no ciego.—

Y entonces, sin previo aviso, comenzó a patear a Myeong-oh con la misma rabia que al otro chico.

—¡Ya sé que se desmayó! —gritó mientras descargaba su furia en su supuesto amigo.

Amelie sintió náuseas. Su cuerpo temblaba ligeramente, pero no podía apartar la vista de él.

—Jae Joon...— su voz salió apenas como un susurro.

Pero fue suficiente para que el la escuchara.

Él se detuvo de golpe, respirando con dificultad, con los puños aún apretados y la sangre manchando su piel.

Lentamente, levantó el rostro hacia ella.

Amelie apretó el brazo de Dong-eun aún más fuerte y sin darse cuenta, se escondió ligeramente detrás de su amiga.

Jae Joon la miró fijamente. Y en ese instante, algo en su expresión cambió.





Habían pasado unas pocas semanas desde aquella violenta escena. Jae Joon, el mismo día de lo ocurrido, la buscó después de clases. Se disculpó con Amelie, explicándole su versión de lo ocurrido, justificando su reacción con una mezcla de orgullo y rencor acumulado.

A Amelie le costó aceptarlo.

No era solo el hecho de haberlo visto perder el control de esa manera, sino lo que eso significaba. La imagen que tenía de él, la que había construido en su cabeza, se había resquebrajado ese día en la sala de clases.

Supongo que es mi culpa por haberte idealizado.

Amelie fue comprensiva con su enojo ya que el chico se estaba burlando del daltonismo que Jae Joon padecía, pero aun así, no justificaba su comportamiento tan violento.

Pero, al final, lo dejo pasar.

Tal vez porque en el fondo, quería creer que no todo estaba perdido. Que aún quedaba algo bueno en él.

Sin embargo, eso no significaba que los problemas hubieran terminado.

Porque en su mundo, los conflictos nunca se quedaban atrás. Siempre había algo más. Siempre había una tormenta esperando en el horizonte.

Y ella aún no sabía si estaba dispuesta a seguir navegando en medio de ella.

...

Amelie estaba esperando en el pequeño callejón detrás de la tienda de conveniencia, el mismo lugar donde solía encontrarse algunas veces en secreto con Jae Joon. El aire estaba gélido pero nada comparado con lo que sentía dentro. Había pasado todo el fin de semana pensando en lo que había pasado con Dong-eun, ya que esta, se había retirado para siempre de la escuela.

La noticia de su partida se había esparcido rápidamente entre los estudiantes. Dong-eun había decidido dejar la escuela, y la razón, aunque no se dijera abiertamente, Amelie ya la sabía.

Amelie no podía dejar de pensar en eso y en como había llegado a ser tan invisible para todos. Y como la única persona que realmente la veía, alguien que había sido su amiga, ahora estaba afuera de su vida.

Escuchó los pasos de Jae Joon acercándose y levantó la mirada, acomodando un poco su gorro y bufanda de lana por la nieve. El chico apareció desde la esquina, con la mochila colgada de un hombro y una sonrisa en el rostro al verla.

—¿Cómo está la chica más preciosa del mundo? —preguntó Jae Joon con una sonrisa confiada, inclinándose hacia ella para besarla. Pero Amelie se apartó rápidamente, dejando a Jae Joon con el ceño fruncido, claramente confundido.

—¿Cómo la pasaste con tus amigos? ¿Te divertiste con Yeon Jin?— preguntó ella con un tono cortante, mirándolo fijamente a los ojos.

Jae Joon la observó por un instante antes de sonreír con diversión. —¿Estás celosa? —dijo con su típica arrogancia—. Sabes que no te llega ni a los talones.

—No es eso..— respondió Amelie, sin apartar su mirada de él. —Me imagino que te enteraste de lo de Dong-eun.—

Jae Joon se encogió de hombros, como si no tuviera mayor importancia. —Sí, Hye Jeong nos lo dijo.—

Su tono despreocupado hizo que Amelie apretara los labios con fuerza. Se quedó en silencio unos segundos, sintiendo la rabia quemándole por dentro antes de volver a hablar.

—Todo por culpa de ustedes. De tu grupo. —Su voz tembló apenas, pero se sostuvo firme—. ¿Realmente no te da pena?

Jae Joon suspiró con fastidio. —Amelie, sabes que yo no hago nada directamente.

—No lo haces, pero estás ahí. Lo ves, lo permites. Eres cómplice de todo lo que pasa. —Su mirada era dura, incrédula—. Es igual de horrible, Jae Joon.

Él desvió la mirada por un segundo, pero su expresión no cambió demasiado.

—¿Qué se supone que pase ahora?— continuó ella, su voz cargada de resentimiento. —Dong-eun se fue. ¿Y ahora qué? ¿A quién van a destrozarle la vida?—

Por primera vez en la conversación, Jae Joon se quedó en silencio. Su mandíbula se tensó, pero no encontró nada que responder.

—No sé qué quieres que haga.— murmuró al fin, su tono seco, casi molesto—. No puedes entender cómo funcionan las cosas en el grupo.—

Amelie soltó una risa amarga, sin apartar los ojos de él.

—Sí lo entiendo. Y ahora me queda claro que lo único que realmente te importa es tu lugar entre ellos. Te da miedo perderlo todo.

Jae Joon la miró fijamente, sin negar nada.

Amelie dio un paso hacia él, su expresión llena de una decepción tan profunda que dolía.

—Pero yo no puedo seguir siendo parte de esto. No puedo quedarme aquí mientras tú sigues ignorando lo que está pasando, como si no fuera contigo.—

Jae Joon abrió la boca, pero ninguna palabra salió. Por primera vez, parecía no tener una respuesta lista para ella.

Amelie sostuvo su mirada un segundo más, y luego dejó escapar un suspiro tembloroso.

—Se acabó, Jae Joon. Ya no puedo seguir con esto. No quiero estar en tu mundo, ni en el de ellos.—

Y antes de que él pudiera detenerla, se dio media vuelta y comenzó a caminar, dejando todo atrás. La brisa fría golpeó su rostro, pero ni el viento ni las lágrimas que amenazaban con caer podían compararse con el peso de lo que acababa de perder.

Los días fueron pasando, y aunque Jae Joon intentó recuperar a Amelie, ella estaba demasiado herida para siquiera considerar perdonarlo. No importaba cuántas veces la buscara, cuántas miradas le dirigiera en los pasillos o cuántas oportunidades creara para acercarse a ella. Amelie se mantenía firme. No podía volver con él. No después de todo lo que había pasado.

Pero la ausencia de Jae Joon en su vida no era lo único que pesaba en su pecho. La salida de Dong-eun de la escuela la dejó completamente sola. Amelie no era parte de ningún grupo, nunca lo había sido. Dong-eun había sido su única amiga, la única persona con la que podía hablar sin miedo a ser juzgada. Y ahora que se había ido, la escuela se sentía más fría, más vacía.

A veces, sentía la mirada de Jae Joon sobre ella. No necesitaba voltear para saber que la estaba observando. Estaba en todas partes, siempre atento, siempre esperando algo de ella. Pero Amelie decidió ignorarlo. Era lo único que podía hacer.

Desde pequeña, Amelie había aprendido a observar en silencio. No porque no tuviera voz, sino porque había descubierto que en el silencio se podían ver las verdades que otros ignoraban. Tal vez por eso fue la única que realmente vio a Moon Dong-eun. No como el resto, que solo la miraban con indiferencia. Ella vio el dolor detrás de su piel marcada, la soledad en su mirada vacía, la lucha silenciosa de alguien que había sido reducida a nada.

Y ahora, Amelie se preguntaba si su destino no era demasiado diferente.

No era una víctima como Dong-eun, pero tampoco era como los demás.

Tal vez, en el fondo, siempre había sido una extraña en ese mundo, y estaba comenzando a preguntarse cuánto tiempo más podría soportarlo.







Después del último día de clases, Amelie dejó Corea y regresó a Estados Unidos para comenzar una nueva etapa en su vida. Se matriculó en la universidad para estudiar Psicología, determinada a comprender la mente humana y ayudar a quienes, como Dong-eun, habían sufrido en silencio.

Amelie nunca olvidó a su antigua amiga Dong-eun, que aunque esta haya desaparecido de la nada de su vida yéndose de la escuela, de vez en cuando se acordaba de ella esperando que le estuviera yendo bien y esperando algún día reencontrarse con ella.

Aun así, nunca dejó de lado el idioma coreano. Sabía que, tarde o temprano, regresaría.

Los años lejos le sirvieron para crecer, para sanar. Le permitieron alejarse del peso del pasado y del dolor que había presenciado de cerca. En Estados Unidos, construyó una nueva versión de sí misma, una que ya no estaba atada a los recuerdos de aquellos pasillos llenos de susurros y miradas crueles.

Pero, por más lejos que estuviera, Corea nunca dejó de ser un eco en su vida.

Y eventualmente, supo que llegaría el momento de volver.

Con el paso de los años, Amelie, se convirtió en una de las psicólogas mas destacadas en el tratamiento de traumas, especialmente en víctimas de abuso y violencia escolar. Su trabajo con con sobrevivientes de acoso y agresion, la hace muy reconocida en estados unidos, escribiendo libros y participando en conferencias.

Y además, Amelie, no solo trabaja cómo psicóloga, sino que también funda una organización enfocada en brindar ayuda psicológica a jovenes que han sido víctimas de violencia. Su ONG se expande internacionalmente y Corea, debido a su creciente interés en la salud mental, la invita a colaborar con instituciones y asistir a foros sobre el tema.

Diecisiete años después, en una de sus visitas a Corea, Amelie recibió una llamada inesperada.

Su celular comenzó a sonar y, sin reconocer el número en la pantalla, lo sacó del bolsillo con el ceño ligeramente fruncido antes de contestar.

—¿Bueno? —preguntó, con un tono de leve confusión.

Hubo un pequeño silencio antes de que una voz femenina respondiera al otro lado de la línea.

—Amelie...—

El sonido de su nombre en labios de esa desconocida hizo que frunciera aún más el ceño.

—¿Disculpa? ¿Con quién hablo?— preguntó, intentando recordar si había escuchado esa voz antes.

El silencio se alargó por unos segundos, lo suficiente para que un escalofrío le recorriera la espalda. Entonces, la mujer al otro lado finalmente habló.

—Con Dong-eun. Moon Dong-eun.—

Amelie sintió cómo el aire le quedaba atrapado en la garganta. Sus labios se entreabrieron, pero no salió ninguna palabra.

Era imposible.

Su corazón comenzó a latir con fuerza mientras el shock se apoderaba de su cuerpo.

—Dong-eun...— susurró, apenas pudiendo creerlo.

Después de tantos años, después de haberla dado por perdida en su vida, ahí estaba.

Esperándola del otro lado de la línea.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro