21
Me estaciono una vez estoy frente al Banco. El banco es elegante, moderno y sobrio. Hay murmullos, haciéndose eco en los pisos, y vidrios verde pálido grabados por todas partes.
Todo un lujo.
Una vez estando en la oficina, el gerente es quien me atiende.
—Por favor, tome asiento. —Hace un gesto hacia la silla de cuero negro en un escritorio de vidrio con un ordenador de última generación y un teléfono—. ¿Cuánto retirará hoy, señor Wang? —pregunta agradablemente.
—Cinco millones, en dólares. —Lo miro fijamente a los ojos como si pidiera esta cantidad de efectivo todos los días. Él Palidece.
—Ya veo. Iré a buscar al administrador. Oh, perdone la pregunta, pero ¿tiene alguna identificación?
—La tengo. Pero me gustaría hablar con el administrador.
—Por supuesto, Sr. Wang —se escabulle hacia afuera. Me hundo en mi asiento, y una ola de náuseas me barre mientras la pistola presiona incómodamente en la parte baja de mi espalda. No ahora. No puedo estar enfermo ahora.
Un hombre de mediana edad entra en la habitación. Tiene entradas en el cabello, pero lleva un impecable, caro traje carbón con corbata a juego.
Extiende su mano.
—Sr. Wang. Soy Troy WheJun —sonríe, estrechamos manos, y se sienta en el escritorio de cara a mí—. Mi colega me dijo que le gustaría retirar una elevada suma de dinero.
—Es correcto. Cinco millones de dólares.
Se gira hacia su elegante ordenador y teclea unos cuantos números.
—Por lo general pedimos que nos avisen previamente cuando son grandes sumas de dinero —se detiene, y me destella una sonrisa tranquilizadora pero arrogante—. Sin embargo, afortunadamente, mantenemos la reserva de todo el noreste del pacífico —presume.
Viró los ojos.
—Sr. WheJun, tengo prisa. ¿Qué necesito hacer? Tengo mi licencia de conducir, y nuestro talonario de cuenta mancomunada. ¿Sólo tengo que hacer un cheque?
—Primero lo primero, Sr. Wang. ¿Puedo ver su identificación? —Cambia el look jovial por el de banquero serio.
—Tome. —Le alcanzo mi licencia.
—Sr. Wang… éste dice Xiao Zhan.
Oh mierda.
—Oh… sí. Um.
—Llamaré al Sr. Wang.
—Oh no, eso no será necesario.
¡Mierda!
— Creo que debo tener algo con mi nombre de casado —Rebusco en mi billetera.
— Aquí.
—Señor Wang Zhan —lee WheJun—. Sí, esto debe servir. —Frunce el ceño—. Esto es muy irregular, señor Wang.
—¿Quiere que le haga saber a mi esposo que su banco ha sido poco cooperativo? —Cuadro mis hombros y le doy mi mirada más amenazante.
Hace una pausa, revaluándome momentáneamente, creo.
—Necesita hacer un cheque, Sr. Wang.
—Claro. ¿De esta cuenta? —Le muestro mi talonario, tratando de calmar mi corazón, que late con fuerza.
—Esa estará bien. También necesitaré que complete algo de papeleo adicional. ¿Si me disculpa un momento?
El señor WheJun regresa, con la cara pálida, y avergonzado.
—¿Sr. Wang? Su esposo quiere hablar con usted —murmura y señala el teléfono sobre la mesa de vidrio entre nosotros.
¿Qué? ¡No!
—Está en la línea uno. Sólo presione el botón. Estaré fuera. —Tiene la gracia de parecer avergonzado. Que desvergonzado.
— hola —murmuro en voz baja.
—¿Estás dejándome? —Las palabras de Yibo son un susurro agonizante y sin aliento.
¿Qué?
—¡No! —Mi voz refleja la suya. Oh no. Oh no. Oh no, ¿cómo puede pensar eso? ¿El dinero? ¿Piensa que me voy por el dinero? Y en un momento de horrible claridad, me doy cuenta de que la única manera en que mantendré a Yibo a un brazo de distancia, fuera de daños, y a su hermana a salvo… es mentir.
—Sí —susurro. Y abrasadoras lanzas de dolor me traspasan.
Jadea, casi un sollozo.
—Zhan, yo… —se ahoga.
¡No! Mi mano cubre mi boca para reprimir mis emociones en conflicto.
—Yibo, por favor. No. —Peleo para contener las lágrimas.
—¿Te vas? —dice.
—Sí.
—Pero, ¿por qué el dinero? ¿Ha sido siempre el dinero? —Su voz torturada es apenas audible.
¡No! Claro que no. Idiota.
—No —susurro.
—¿Cinco millones es suficiente?
Oh, por favor, ¡para!
—Sí.
—¿Y el bebé? —Su voz es un eco sin aliento.
¿Qué? Mi mano se mueve de mi boca a mi vientre.
—Cuidaré del bebé —murmuro.
Mi Pequeño A-Bao… nuestro Pequeño BaoBao.
—¿Es esto lo que quieres?
¡No!
—Sí.
Inhala bruscamente.
—Cógelo todo —sisea.
—Yibo —sollozo—. Es por ti. Por tu familia. Por favor. No.
—Cógelo todo, A-Zhan.
—Yibo. —Y casi me derrumbo. Casi le digo acerca de Jack, acerca de Jia, acerca del rescate. ¡Solo créeme, por favor! Silenciosamente le ruego.
—Siempre te amaré. —Su voz es ronca. Cuelga.
—¡Yibo! No… También te amo. —Y toda la estúpida mierda que hemos hecho pasar al otro en los días pasados cae en la insignificancia. Le prometí nunca dejarlo. No lo estoy dejando. Estoy salvando a su hermana.
El maldito señor WheJun entra en la oficina.
—Tiene carta blanca, Sr. Wang —dice—. El Sr. Yibo ha accedido a liquidar algunos de sus activos. Dice que puede tomar lo que sea que necesite.
—Sólo necesito cinco millones de dólares —murmuro a través de mis dientes apretados.
—Sí, señor. ¿Está usted bien?
—¿Parece que estoy bien? —replico.
—Perdone, señor. ¿Algo de agua?
Asiento hoscamente. Simplemente acabo de dejar a mi esposo. Bien, Yibo piensa que lo he hecho. Mi subconsciente presiona sus labios.
Porque tú le has dicho eso. Tonto.
—Haré que mi colega le traiga un poco mientras preparo el dinero. Si puede sólo firmar aquí, señor… y hacer el cheque efectivo y firmar esto, también. —Me tiende un Formulario para luego salir de la oficina.
Luego de unos buenos minutos Hay un toque en la puerta.
—Sr. Wang. —Es WheJun—. El dinero está listo.
— Gracias —Siseo.
Camino hacia afuera y mis ojos atrapan a Saw, mierda, él me observa y joder.
Saw puede joder todo el plan. Me regreso a la oficina rápidamente.
— Necesito hacer una llamada. ¿Puede darme algo de privacidad, por favor?
—Desde luego —responde WheJun; agradecido, creo, de dejar la habitación. Cuando ha cerrado la puerta, llamo al móvil de Jia con dedos temblorosos.
—Bueno, si es mi cheque —responde Jack desdeñosamente.
No tengo tiempo para esa mierda.
—Tengo un problema.
—Lo sé. Tu seguridad te siguió al banco.
¿Qué? ¿Cómo infiernos lo sabe?
—Tienes que perderlo. Tengo un coche esperando en la parte trasera del banco. Un SUV azul, un Dodge. Tienes tres minutos para llegar ahí.
¡El Dodge!
—Puede tomarme más de tres minutos. —Mi corazón sube otra vez a mi garganta.
—Eres listo para ser una puta escarba oro, Wang. Lo has pillado. Y tira tu móvil una vez alcances el vehículo. ¿Lo has captado, maldito?
—Sí.
—¡Dilo! —replica.
—Lo he captado.
Cuelga.
¡Mierda! Abro la puerta y encuentro a WheJun afuera esperando pacientemente.
—Señor WheJun, necesitaré algo de ayuda para llevar las bolsas a mi coche. Está aparcado afuera, en la parte trasera del banco. ¿Tiene una salida en la parte trasera?
Frunce el ceño.
—La tenemos, sí. Para el personal.
—¿Podemos ir por ese camino? Puedo evitar la atención indeseada de la puerta.
—Si lo desea, Sr. Wang. Haré que dos empleados la ayuden con las bolsas y dos guardias de seguridad lo supervisen. ¿Si puede seguirme?
—Tengo un favor más que pedirle.
—Por supuesto, señor Wang.
— Deme su teléfono por favor.
Dos minutos después mi comitiva y yo estamos en la calle, encaminándonos hacia el Dodge. Sus ventanas han sido tintadas, y no puedo decir quién está al volante. Pero mientras lo alcanzamos, la puerta del conductor se abre, y una mujer vestida de negro con una gorra negra calada hasta su rostro sale con gracia del coche. ¡Eli! Se mueve a la parte trasera del SUV y abre el maletero.
Los dos jóvenes empleados del banco que llevan el dinero colocan las pesadas bolsas en la parte de atrás.
—Sr. Wang. —Tiene el descaro de sonreír como si estuviéramos yendo a un paseo amigable.
—Eli —mi saludo es ártico—. Que bueno verte fuera del trabajo.
El señor WheJun se aclara la garganta.
—Bien, ha sido una tarde interesante, Sr. Wang —dice. Y me veo forzado a observar las sutilezas sociales de estrechar su mano y agradecerle mientras mi mente se enreda.
Una vez Eli se sube nuevamente al auto, me observa con desdén.
—¿Su teléfono, señor Wang? —pregunta, mirándome con recelo. Se lo alcanzo, y ella lo tira en un basurero cercano.
—Eso quitará a los perros de escena —dice con aire de suficiencia.
—¿Por qué haces esto, Eli? Creí que no te gustaba Jack.
Me mira brevemente a través del espejo y veo una fugaz mirada de dolor en sus ojos.
—Zhan-ge, nos llevaremos bien si mantienes la boca cerrada.
—Pero no puedes hacer esto. Está mal.
—Silencio —dice, pero siento su inquietud.
—¿Tiene él algún tipo de poder sobre ti? —pregunto. Sus ojos se disparan hacia los míos y frena en seco, tirándome hacia adelante con tanta fuerza que golpeo mi rostro contra la cabecera del asiento de adelante.
—He dicho silencio —gruñe—. Y te sugiero que te pongas el cinturón de seguridad.
Y en ese momento sé que lo tiene. Algo tan terrible que ella esté dispuesta a hacer esto por él. Me pregunto brevemente qué podría ser.
Hi, a donde sin votar y comentar?)
Espero el capítulo haya sido de su agrado~
Estamos en los finales yeuu✨✨✨, gracias por el apoyo~
Nos seguiremos leyendo~
SkyMin🍓
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