20
— Jack. —Mi voz ha desaparecido, sofocado por el miedo.
¿Cómo salió de la cárcel? ¿Por qué tiene el teléfono de Jia?
La sangre se drena de mi rostro, y me siento levemente mareado.
—Me recuerdas —dice, su tono suave. Siento su sonrisa amarga.
—Sí. Por supuesto —respondo automáticamente mientras mi mente corre.
—Probablemente te preguntarás por qué te he llamo.
—Sí.
Cuelga, hazlo Zhan.
—No cuelgues. He estado teniendo una charla con tu pequeña cuñada.
¿Qué? ¡Jia! ¡No!
—¿Qué le has hecho? —susurro, tratando de reprimir el miedo y la furia.
—Escucha, tú, calienta pollas, excava oro. Tú jodiste mi vida. Wang jodió mi vida. Me lo debes. Tengo a la pequeña perra conmigo ahora. Y tú, ese chupa pollas con el que te casaste, y su jodida familia, me las van a pagar.
El desprecio y mal genio de Jack me golpean.
¿Su familia? ¿Qué diablos?
—¿Qué quieres?
—Quiero su dinero. Realmente quiero su jodido dinero. Si las cosas fueran diferentes, podría haber sido mio. Así que vas a traerlo para mí. Quiero cinco millones, en dólares, para hoy.
—Jack, no tengo acceso a esa cantidad de dinero.
Resopla con desdén.
—Tienes dos horas para traerlo. Así es; dos horas. No se le digas a nadie o esta pequeña perra lo pagará. No acudas a la policía. Ni al gilipollas de tu marido, ni a su equipo de seguridad. Lo sabré si lo haces. ¿Entiendes? —Se detiene y trato de responder, pero el pánico y miedo sellan mi garganta.
—¡¿Entiendes?! —grita.
—Sí —susurro.
—O la mataré.
Jadeo.
—Mantén tu teléfono contigo. No se lo digas a nadie o la violaré antes de matarla. Tienes dos horas.
—Jack, necesito más tiempo. Tres horas. ¿Cómo sé que la tienes?
Y la línea muere.
Boqueo con horror el teléfono, mi boca seca por el miedo, dejando el mal sabor metálico del terror. Jia, tiene a Jia. ¿O no?
La pantalla de mi teléfono se ilumina, es un mensaje. Mi garganta se seca ante lo que mis ojos ven. Es Jia, ella está atada y Oh por dios~ maldito desquiciado.
Cojo mi maletín y me dirijo a la puerta.
—Hannah, tengo que salir. No estoy seguro de cuánto tiempo estaré fuera. Cancela mis citas de esta tarde. Hazle saber a Eli que tengo que tratar con una emergencia.
—Seguro, Zhan-ge. ¿Todo bien? —Hannah frunce el ceño, la preocupación grabada en su rostro mientras me ve huir.
—Sí —respondo distraídamente apresurándome hacia recepción donde Saw está esperando.
—Saw —Se levanta de un salto del sillón al sonido de mi voz y frunce el ceño cuando ve mi rostro.
—No me estoy sintiendo bien. Por favor, llévame a casa.
—Seguro, señor. ¿Quiere esperar aquí mientras traigo el coche?
—No, iré contigo. Tengo prisa por llegar a casa.
Miro por la ventana en absoluto terror, corriendo a través de mi plan. Ir a casa, cambiarme. Encontrar la chequera. Escapar de Ren y Saw de algún modo. Ir al banco. Infiernos, ¿Cuánto espacio necesito para llevar cinco millones de dólares? ¿Pesará? ¿Necesito una maleta? ¿Debo llamar al banco por adelantado?
Joder, por que diablos tiene que pasar esto.
—¿Puedes darte prisa, por favor? No me estoy sintiendo bien.
—Sí, señor. —Saw presiona el acelerador y el coche se desliza a través del tráfico.
La señora Lee no se ve por ninguna parte cuando Saw y yo llegamos al departamento. Ya que su coche no está en el garaje, asumo que está haciendo recados con Ren. Saw se dirige a la oficina de Taylor mientras yo me encierro en el estudio de Yibo.
Escabulléndome con pánico alrededor del escritorio, tiro del cajón para encontrar la chequera.
El arma de Ilya se desliza en la vista. Siento una incongruente punzada de molestia de que Yibo no tenga esta arma en un lugar seguro. No sabe nada acerca de armas o su manejo.
Cojo la pistola, me aseguro de que esté cargada y la meto en la cinturilla de mis pantalones negros. Quizás la necesite. Suspiro fuertemente. Solo he practicado sobre blancos. Nunca he disparado con una pistola a nadie; desearía que Xin me perdonara.
Vuelvo mi atención a localizar el talonario de cheques correcto. Hay cinco, y solo uno está a nombre de W. Yibo y Sr. W. Zhan. Tengo alrededor de cincuenta y cuatro mil dólares en mi cuenta personal. No tengo idea de cuánto dinero hay en ésta. Pero Yibo deberá estar bien con cinco millones de dólares, seguramente.
¿Quizás hay dinero en la caja fuerte? Mierda. No tengo idea de cuál es la clave. ¿Acaso no mencionó que la clave estaba en su formulario en el gabinete? Pruebo el gabinete, pero éste está cerrado. Mierda. Tendré que apegarme al plan A.
Salgo de la oficina de Yibo y voy directamente al cuarto, Rápidamente, cambio mis pantalones, poniéndome unos jeans, una camiseta con capucha, un par de zapatillas y vuelvo a poner la pistola en la cinturilla de mis jeans, a mi espalda. Saco una gran bolsa blanda de lona del armario. ¿Cabrán cinco millones aquí? El maletín de gimnasio de Yibo está descansando ahí, en el suelo. Lo abro esperando encontrarlo lleno de ropa sucia, pero no; su kit está limpio y fresco. La señora Lee, efectivamente, llega a todas partes.
Verifico que tengo mi licencia de conducir como identificación para el banco y verifico la hora.
Han pasado cerca de treinta y un minutos desde que Jack llamó. Ahora sólo tengo que salir de Escala sin que Saw me vea.
Voy hacia el vestíbulo lento y tranquilamente, consciente de la cámara de CCTV instalada en el ascensor.
Pescó el móvil de mi bolsillo y me marcó a Saw.
—Sr. Wang.
—Saw, estoy en la biblioteca, ¿Me puedes echar una mano con algo? —Mantengo mi voz baja, sabiendo que está justo al lado del vestíbulo.
—Estaré ahí con usted, señor —dice, y oigo su confusión. Nunca antes lo había llamado para pedir ayuda. Mi corazón está en mi garganta, palpitando en un ritmo discordante, frenético.
¿Funcionará? Cuelgo y escucho como sus pasos cruzan el vestíbulo y suben las escaleras. Tomo otra profunda y tranquilizante respiración y brevemente contemplo la ironía de escapar de mi propio hogar como si fuera un criminal.
Una vez que Saw ha alcanzado el relleno de la escalera, corro hacia el ascensor y presiono el botón de llamada. Las puertas se deslizan abriéndose con un demasiado sonoro ping que anuncia que el ascensor está listo. Me lanzo al interior y apuñalo frenéticamente el botón del garaje en el sótano. Después de una pausa agonizante, las puertas lentamente empiezan a deslizarse cerrándose, y mientras lo hacen oigo el grito de Saw.
—¡Sr. Wang! —Justo cuando las puertas del ascensor se cierran, lo veo derrapar en el vestíbulo—. ¡A-Zhan! —grita con incredulidad. Pero llega demasiado tarde, y desaparece de mi vista.
Tengo un par de minutos de ventaja sobre Saw y sé que tratará de detenerme.
Miro con nostalgia mi R8 mientras me apresuro hacia el Saab, abro la puerta, tirando la bolsa de lona en el asiento del pasajero, y me deslizo en el asiento del conductor.
Enciendo el Saab, y las llantas chirrían mientras acelero hacia la entrada y espero once segundos de agonía a que la barrera se levante. En el instante en que está libre avanzo, atrapando un vistazo de Saw en mi espejo retrovisor mientras se lanza fuera del ascensor de servicio en el garaje.
Su expresión desconcertada y herida me persigue mientras giro fuera de la rampa en la Cuarta Avenida.
Lo siento Saw. Pero esto lo hago por Jia.
Hi~ no te olvides de votar y comentar~~
Jejejejeje, abrieron tiendas ayer, aún así si hay un rebrote piensan volver a cerrar así idk.
Espero os este gustando~
Ya casi acaba~
Gracias por su apoyo~
SkyMin☄️
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