Capítulo 24: Conexión.
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"Nada es absoluto en un mundo donde las personas temen aceptar sus errores y celebran triunfos que no le son propios."
Cuando Shaddy mencionó a los posibles sospechosos del crimen de Ivy, el ritmo cardíaco de Vincent aumentó sobremanera. Si las cucarachas del monstruo iban con la verdad por delante, eso quería decir que, los insectos habían señalado a Alexander, Katrina y Evan.
Solo de pensar que quizás esos tres estaban involucrados en la muerte de su amada, un sentimiento apesadumbrado invadía su interior.
El primero llevaba su sangre como hermano, la segunda se había convertido en una amiga muy importante, y el tercero era un varón muy gentil con los infantes y el psiquiátrico a pesar de su enfermedad mental.
¿Qué tan cruel podía llegar a ser el ser humano para mofarse de la muerte de la mujer de un hombre? ¿Qué tan cruel era el psicópata que asesinó a Ivy?
Su desconfianza estaba elevada. No podía mirar con los mismos ojos a los que un día le brindaron una sonrisa y su apoyo. Ahora miraba con ojo avizor, ejerciendo una actitud calculadora. No permitiría que nadie más se burlara de su dolor, de la injusticia, y sobretodo, de ser tachado por quién no es. Estaba muy dispuesto a recolectar todas las pruebas posibles que incriminaran al posible asesino, y así los que un día lo etiquetaron y juzgaron por ello, se morderían la lengua apagando sus embustes.
Lo que más debía mantener en aquel entonces, era la compostura. Si alguien notaba su rechazo, su desconfianza o su despego, el posible asesino podría jugar con ello y saber qué movimientos realizar para que así Vincent le perdiera la vista.
—Shaddy quiere que te hagas fuerte. Tienes que ser más audaz que el resto—murmuró el monstruo.
—Lo haré —comentó él, decidido.
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Cuando Vincent salió al exterior para respirar un poco de aire fresco de todo la presión allí dentro, oyó como unos guardias especulaban los recientes cadáveres de una pareja en un lago cercano de Villa Lamentos. Se comentaba que habían sido torturados hasta la muerte, pues hubo marcas en los cuellos de ambos y amputaciones de varias extremidades, como algunos dedos de las manos y pies. El hombre, horrorizado, escuchó con mucha atención la charla. Pude ser el asesino de Ivy cometiendo el mismo patrón modus operandi.
La mayoría de la gente de la plaza, que se encontraban comprando pescado fresco, estaban hablando de lo mismo que los guardias. La policía que acechaba todo el tiempo de reojo a Vincent, dejaron de observarlo para investigar aquel hallazgo en el lago.
Él caminó entre todas las personas, fingiendo comprar en los puestos de mercaderes para escuchar las habladurías de los habitantes.
—Se sospecha que son los padres de la niña del psiquiátrico —especuló una anciana.
—¿Cuál niña? —formuló otra.
—Esa tal Baby Doe. ¡Pobre chiquilla! Se ha quedado huérfana. ¡Qué triste destino le espera!
—Ya es triste donde está.
«¿Qué? No, no, no, no... ¡Baby Doe no puede ir a un orfanato!»
Baby Doe era muy querida para Ivy. Le tuvo tanta estima a la pequeña que Vincent consideró adoptarla en caso de que la infante fuese a un orfanato. Anteriormente, él nunca tuvo la remota idea de encariñarse con uno de los niños del psiquiátrico. Jamás pensó en la adopción de uno de ellos, ni siquiera en tener hijos a sus treinta y tres años.
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Al anochecer, el departamento de investigación anduvo hasta Hellincult, quizá para informar el reciente hallazgo y hacer que la pequeña fuese trasladada al orfanato.
«No dejes que se la lleven», ordenó el monstruo.
Vincent salió de su consulta para apreciar el acontecimiento. La policía quería hablar con la recepcionista, ordenando que trajeran a la pequeña Baby Doe de su habitación. Fue ahí cuando él se plantó frente a ellos, exigiendo una explicación.
—Se han encontrado los cadáveres de los padres desaparecidos de la niña —informó—. Sus nombres son Lissa y Allan Lockwood. Poseían una pequeña identificación en un colgante dorado, que el asesino se los hizo tragar.
—¿Cómo sabéis que son sus padres?
—Porque la mujer llevaba en su bolsillo una fotografía de la niña. Son la única pareja que estuvo desaparecida durante el largo tiempo que permaneció Baby Doe internada. Lo que aún se desconoce es la identidad de la infante.
Baby Doe se presentó allí con el pequeño gatito de peluche obsequiado por Evan Huxley y guardó silencio aterrada de aquellos señores. No se percataron que la niña estaba tras Vincent.
—En los próximos días la niña será trasladada. Vendrán por ella Asuntos Sociales.
—¡Pero si aún no recuerda nada! ¿Es que no tenéis sentimientos?
—Se ha quedado huérfana, Dr. Krood. Mejor que no recuerde a que lo haga y sufra más.
—¿Qué demonios están diciendo?
La voz alterada del varón ocasionó que los demás trabajadores del psiquiátrico salieran ante el bullicio de las voces, presenciando la escena.
—No se altere, Dr. Krood. ¿Acaso está dispuesto a hacerse cargo de una niña huérfana?
—¡Por supuesto que sí! —exclamó.
Entonces Vincent giró sobre su eje viendo la mirada cristalina de Baby Doe. Agarró su pequeña mano y la obligó a caminar hasta su habitación para agarrar todas sus cosas y llevarla a casa.
Tanto los policías como los del personal médico se quedaron atónitos. Katrina incluso dejó de limpiar para observar sorprendida la actitud de su amigo. Alexander quiso detenerlo para que no se involucrara en problemas futuros. Sin embargo, él lo ignoró. Vincent era vigilado por la policía a raíz de la muerte de su amada. Podían impedir que se quedara con la niña, pero hasta en ese entonces, ninguno de ellos había detenido que este la quisiera adoptar. Quizás los guardias deseaban quitarse a la pequeña de enmedio, ya que aquella situación era un tanto engorrosa para ellos.
En Villa Lamentos no había buen corazón y la mayoría de habitantes carecían de empatía.
—¿A dónde vamos, Dr. Krood? ¿Esos hombres me van a llevar? —inquirió la niña, alarmada.
—Ni por encima de mi cadáver te tocarán.
En una pequeña mochila animada, metió toda su ropa y sus pertenencias.
—¿Usted va a ser mi... papá?
—Seré lo quieras llamarme, Baby Doe. Puedo ser Dr. Krood, Vincent o papá, pero voy a protegerte con mi vida, jamás dejaré que nadie te haga daño nunca más.
Todos los niños en Hellincult debían llevar una pulsera en sus muñecas que controlaban que zonas frecuentaban en la plaza. Pero como la niña ya no iba a permanecer más en el psiquiátrico, Vincent se la quitó, arrojándola al piso con desprecio. Ahora Baby Doe tenía libertad.
Una leve sonrisa apareció en los labios de la pequeña.
—Vámonos a casa.
Sostuvo su mano y ambos caminaron entre toda la multitud que lo juzgaban con la mirada. Katrina se asombró de la valentía y buen corazón de él.
—Dr. Krood, se va arrepentir de eso. Una niña con secuelas en su mente le dará problemas —opinaron los policías.
—Hábleme de secuelas en la mente cuando usted pierda a un ser querido en graves circunstancias.
Dicho aquello, abrió las puertas del gran psiquiátrico y partió su caminata.
«Shaddy está orgulloso de ti».
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Mientras Vincent caminaba de la mano de la pequeña hasta la casa de Katrina, la niña detuvo sus pasos haciendo que este agachara la vista para atenderla. A pesar de haber recibido la noticia tan desagradable y desafortunada, no había echado una sola lágrima. Era solo una niña de ocho años y algunas cosas todavía no las entendía, pero sí comprendía que sus padres ya no estaban vivos y que jamás los volvería a ver.
—¿Mis papás me querían?
—Seguro que sí, Baby Doe.
—¿Y por qué han muerto?
Un tema delicado para explicarle a alguien tan pequeño.
—No fue decisión de ellos, alguien les arrebató la vida.
—¿Alguien malo?
—Alguien muy malo. En este mundo siempre habrá personas dispuestas a hacerte daño, por esa razón tienes que andar con cuidado de las personas que te rodean.
—¿Usted estará siempre ahí para cuidarme?
—Estaré siempre aquí para cuidarte.
«Shaddy también lo estará».
—Quiero ir a ver a mis papás —comentó la niña.
—Pero... Están en La Morgue.
—Quiero verles —insistió.
Si llevaba a Baby Doe a La Morgue, quizás el hecho de reconocer a sus padres o verles, podría avivar su memoria. Ella todavía ni siquiera recordaba su propio nombre y el hecho de ver a un familiar podría hacer que la niña recordara.
No obstante, ver los demacrados rostros de unos cadáveres no era agradable. Bastante tenía la pequeña con la noticia como para tener pesadillas por presenciar algo tan reciente como la podredumbre en persona.
—No quiero verte sufrir.
—Me pondré triste también si no me lleva.
«Llévala, Vincent. No hay cosa más natural en la vida que la muerte».
—Yo...
«No tienes que tener miedo. Hoy has conseguido que el asesino de Ivy se enfade mucho por tu acto heroico. Has dado un paso gigante para que, poco a poco, se sepa la verdad».
—Ella está conectada con Ivy —murmuró para Shaddy.
«Ambas están conectadas».
Entonces decidió llevarla a La Morgue. La niña agarró con fuerza su mano y giraron sobre su eje para acudir al lúgubre lugar.
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