Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 13: Película.

🗝️

Baby Doe observó la expresión desconcertante del Dr. Krood. Mencionar que quizás Ivy pudo involucrarse en asuntos que no la concernían le había dejado anonadado. Para colmo no podía recordar si quiera si su amada estuvo en la búsqueda de los padres desaparecidos de la infante. Se desconocía que había sucedido con ellos y su repentina ausencia, abandonando a una niña, dejada en la mano de Dios. Si se reconocía el caso de que la familia de la pequeña había fallecido en circunstancias extrañas, ella sería llevada a un orfanato al ser huérfana. Ivy no quiso eso.

Era cierto que Ivy estuvo investigando el paradero de aquellas misteriosas personas, pues le había pillado tanto cariño a la niña que no podía verla destinada en un funesto orfanato. Los niños crecidos en orfanatos eran más propensos a ser rebeldes y desinteresados por la humanidad que los rodea. Baby Doe no merecía vivir en aquellas circunstancias. Era tan buena y dulce que incluso se llegó a plantear su futura adopción si la infante se quedaba huérfana, pero dado que por aquel entonces a Vincent no le gustaba la idea de tener hijos, Ivy prefirió guardarse aquel pensamiento para sí misma.

«¿Es posible que un asesino en serie ande suelto por Villa Lamentos? ¿Será el mismo individuo que arrebató la vida de Ivy y los padres de Baby Doe?», pensó con angustia.

Vincent y la infante tenían la misma amnesia. El hecho de que ambos estuvieran conectados de esa misteriosa manera se llagaba a figurar que Ivy también estaba tan conectada a ellos como la ausencia de la familia de la niña. Todo giraba entorno a Baby Doe, de alguna manera.

«¿Y Shaddy también está conectado a nosotros? ¿Quién es Shaddy, entonces? No tiene sentido... No puedo entender nada. ¡Me va a explotar la cabeza!»

Se retorció. Su cabeza dolía, y un fuerte pitido invadió sus oídos cuando trataba de recordar.

La niña se alarmó y no supo qué hacer.

La mano huesuda de Shaddy fue colocada en su hombro y calmó el malestar repentino del hombre.

«Si te fuerzas, te dolerá», le dijo el monstruo.

—¿Está bien? ¿Llamo a algún médico? —formuló la pequeña preocupada.

—Estoy bien...

—¿Seguro? Se ha puesto pálido.

—Baby Doe, ¿Ivy y tú grabasteis alguna cinta juntas?

—¡Sí! ¿cómo lo sabe?

—A ella le gustaba grabarlo todo —recordó  melancólico —. Solía insistir en fotografiar y grabar todo lo que hacía para tener algo que enseñar a nuestros futuros hijos. «Una historia que contar», así lo llamaba.

—¡Qué bonito! En mi baúl de los tesoros tengo algunas cintas que grabamos. Ella solía ponerlas en un... un...

—Proyector.

—¡Eso!

—¿Puedes enseñarme esas cintas? Desearía verlas.

—Sí. Sígueme, Dr. Krood.

La niña avanzó fuera de la consulta dando pequeños saltitos conforme andaba.

🗝️

Baby Doe guardaba su baúl bajo la cama de su habitación, pues más de un niño le quería robar lo que custodiaba con tanto esmero. Lo guió hasta la habitación, y una vez allí, se agachó para arrastrar de las tinieblas su tesoro. Que la pequeña no tuviera miedo de apreciar la oscuridad que albergaba bajo la cama demostraba que no le temía a El Coco ni sus dichosas historias para aterrar a los más pequeños.

Vincent recordó cómo chilló como un niño asustado cuando la fuerza demoníaca bajo la cama quiso arrastrarlo a la negrura, porque era uno de sus miedos; la oscuridad. A pesar de que fue una alucinación que Shaddy le provocó, lo sintió demasiado real. Tan real que aún escocía su brazo cuando lo recordaba.

—Aquí están —dijo la niña, mostrando las cintas azabaches.

—¿Hay algún proyector audiovisual en Hellincult?

Baby Doe hizo una mueca algo confusa. Eso debería saberlo él, no ella. La simple razón de formular aquella pregunta como si fuese la primera vez que pisaba aquel psiquiátrico hizo que la niña se sintiera confusa.

—¿No se acuerda? En el sótano hay un "protector".

—Se dice proyector, bonita.

—¡Siempre me confundo!

Vincent se puso a la altura de la niña para mirarla a los ojos con dulzura. Ella sonrió con vergüenza.

—A ver, es posible que te pregunte muchas cosas cuando yo debería saberlo. Últimamente estoy muy olvidadizo así que no te extrañes, ¿vale?

—Lo entiendo. Los adultos tenéis demasiadas cosas en la cabeza. Debe ser muy estresante.

—¿Quieres venir al sótano para ver las cintas?

—No se puede bajar al sótano, Dr. Krood.

El varón frunció su ceño, confundido.

—¿Desde cuándo?

—Desde que están de limpieza. Estaba acumulado de muebles sucios y han tirado la mayoría.

«Robale las llaves a la recepcionista», comentó Shaddy, sentado en la cama de la niña. Vincent lo miró de soslayo.

—¿Quieres jugar a un juego? —Le dijo el hombre, fingiendo entusiasmo.

—¡Sí!

—Ven.

La guió hasta la recepción, donde la señora estaba entretenida ojeando el periódico del día. Sin ser detectados por la mujer, Vincent le susurró a la niña.

—Finge que sufres un colapso. Ya sabes, como en las películas dramáticas donde un caballero te rescata. ¡Serás... una princesa!

—Odio las princesas. ¿Por qué no admite que quiere robar las llaves de la recepcionista? No tengo cinco años.

Vincent abrió sus ojos con sorpresa.

—Baby Doe, no hables tan fuerte.

—Fingiré el colapso, pero porque quiero estar con usted viendo las cintas. ¡Salgo yo! Tengo que verme.

Él sonrió.

—Gracias, mi niña.

—¡De nada!

«¡Bien, Vincent! Te doy la enhorabuena por manipular a una niña para tu propio beneficio.»

—Dicho de esa forma suena horrible... —murmuró viendo a la pequeña caminando hacia la señora.

Shaddy soltó una risa burlona.

Cuando la niña se situó frente a la recepcionista, fingió desmayarse de una manera dramática. La mujer se alarmó y despejó su asiento para acudir al rescate de la infante.

—¡La paciente 2302 se ha desmayado! —exclamó la señora, alarmando a los médicos y enfermeras.

Vincent aprovechó ese momento para agarrar las llaves del mostrador y guardarlas en el bolsillo de su traje.

La niña abrió un ojo para acechar al psiquiatra. Justo en el momento que cogió las llaves, ella se levantó del suelo con normalidad. La recepcionista la miró con extrañeza, sin comprender qué demonios había sucedido.

—¿A que sería buena actriz, señora? ¡Pronto iré a Hollywood!

—¡Baby Doe! —le regañó—. No se puede jugar con eso. No vuelvas a hacerlo.

—Tengo que practicar. Nada se aprende si no se practica. Lo siento si la he asustado.

La mujer soltó un suspiro e ignoró las tonterías de una simple infante.

Vincent le hizo una seña disimuladamente para que lo siguiera hasta el sótano. La niña esbozó una sonrisa divertida. Para acudir al sótano debían de tener cuidado, no podían permitirse ser detectados por los demás médicos del psiquiátrico o los propios limpiadores de éste. Antes de ir, el varón aprovecho para coger de su consulta una lámpara de parafina con la que poder alumbrar la oscuridad.

La niña llevaba en su espalda una pequeña mochila donde dentro tenía las cintas. Como el psiquiátrico era un tanto antiguo la madera estaba desgastada y cuando la pisaban esta crujía. Para sus fortunas, al ser de día no había necesidad para que los del personal médico percibieran los sonidos estrepitosos, tenían mejores cosas que hacer que estar pendientes de un mugriento sótano.

El sótano estaba muy oscuro y para bajar allí debían de alumbrar los peldaños de madera. Vincent agarraba consigo el farolillo conforme ambos descendían a la negrura de la cerrada habitación. Las partículas de polvo eran muy visibles en la luz que emitía el pequeño foco. Se notaba la suciedad del lugar. La niña controló estornudar un par de veces al rozar el polvo su nariz. Debía de tener discreción. Admitía que se divertía jugar a lo mismo que Vincent; caminar de forma silenciosa como si allí dentro hubiera un monstruo dispuesto a comerte.

Al entrar al sótano, varios muebles estaban tapados con sábanas blancas. En algunas de aquellas sábanas se encontraba el proyector de películas, que con ello podía reproducir las vivas imágenes de Ivy. Fue destapando algunas hasta que logró encontrar al susodicho.

Tragó saliva incómodo cuando posicionó el proyector en dirección a la pared blanquecina, esperando a que la cinta se reproduciera. La luz era tan cegadora que fue lo único que allí alumbraba. Frunció un poco sus ojos hasta que se acostumbraron a la claridad.

Baby Doe se situó a su lado, esperando ver su propia película.

Shaddy también se hallaba a su vera.

Tres, dos, uno. Comenzó la película.

—¡Baby Doe! ¡Hola, cariño! ¿Qué estás dibujando? —decía Ivy, con su voz melosa tras la cámara.

Enfocó el garabato que la niña tenía dibujado. Baby Doe sonrió a la cámara y dijo:

—¡Es un carnero!

—¿De verdad? Parece más bien una cabra.

—No me diga eso o tendré que empezar de nuevo.

Ivy rio.

—A Vincent les encantan los...

La película se cortó para pasar a otra escena.

—Vincent. Hola, amor. Ven, dame un beso.

—Ivy... Estoy trabajando. Luego hablamos.

Un nudo en su garganta se pronunció cuando vio aquella escena. Su sonrisa. Era tan risueña siempre...

—¡Solo es un beso! No seas reacio.

La mujer enfocaba al hombre, que miró a su alrededor con recelo para dedicarle un tierno beso. La muchacha emitió una risa traviesa.

—¡Así me gusta! Debes besarme siempre.

—Sabes que siempre lo hago, pero no puedo en el trabajo, cariño.

—¿Y qué? Que se mueran de envidia del hombre que tengo a mi lado. Debo presumir.

—El afortunado soy yo de tenerte a ti —dijo conforme se alejaba a su despacho. Ella enfocó su cuerpo vestido de traje como siempre — Ivy... No enfoques lo que no debes.

—¡No he hecho nada! Solo mostraba tu bello traje —soltó una risa floja.

—Te conozco. Muestras más abajo de mi chaqueta —añadió señalándola con diversión.

—Lo sé. Ya sabes que lo grabo todo.

—¡Señorita Ivy! ¡Mira mis dibujos! —exclamó Baby Doe a lo lejos.

—¡Voy, mi niña!

La película cambió a otra escena donde salían Baby Doe e Ivy tarareando alguna canción infantil. Esta vez había dejado la cámara posicionada en algún lugar para salir en la imagen. Ambas reían, divirtiéndose juntas, haciéndose cosquillas. De pronto, la cámara se cayó sin previo aviso y la imagen se volvió negra. A Ivy se la escuchó maldecir.

—¡Maldición! Se ha caído. ¿La han tirado aposta?

—No he visto a nadie —añadió la niña.

La película había finalizado. Baby Doe rompió el silencio.

—¡Ha sido muy bello!

—Sí... —murmuró con la voz rota.

«Si tu amada Ivy lo grababa todo, debes de saber que en casa posee una cámara. Quizás dentro de ella se halle una pista de lo que le pasó, corazón», dijo Shaddy.

—¿Qué sugieres qué haga?

«Tienes que conseguir la cámara que Ivy grababa absolutamente todo.»

—¿Con quién habla, Dr. Krood?

Vincent disimuló sonriendo a la pequeña. No tenía muy claro cómo iba a entrar en casa cuando tenía prohibido su presencia.

Sin embargo, empezó a idear un plan.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro