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HACE DIEZ AÑOS

HACE DIEZ AÑOS

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2010

Ginebra, Suiza

Kai Roux estaba agazapado en la esquina exterior de la explanada en un hangar parte del complejo donde lo tenían retenido, hacía demasiado frío, la nevada no había cesado desde la noche anterior haciéndolo titiritar por la baja temperatura, a la que no estaba acostumbrado del todo, en los inviernos de España iban a una parte del mundo donde hiciera verano para evitar la oleada helada. Los dedos se le congelaban conforme estaban expuestos a las corrientes gélidas, pues no tuvo oportunidad de sacar nada de ropa al escaparse en un descuido de su guardia quien recibió un texto de Dios sabe quién, pero lo puso alerta y eso le costó el escape del secuestrado, quien había esperado el momento idóneo para ejecutar su plan, pues su hermano y hermana, Klaus y Kassandra le habían instruido en cómo hacer planeaciones en caso de estar retenido; en consecuencia, había pensado mil veces en cómo podía hacerlo, sobre todo porque le habían sacado de la habitación altillo para mostrarle las instalaciones.

Habían transcurrido pocos días según calculaba, no pasaría de la semana pues encontró la forma de hacer líneas en la pared por cada día vivido en ese lugar en la misma habitación en donde lo habían llevado el primer día, el altillo con una ventana hacia el exterior, aunque si no fuera un secuestro, no podría quejarse, la cama era cómoda y le daban tres comidas al día, además de bebidas calientes para luchar contra el frío de las nevadas; sin embargo, no le permitían ni asomar la nariz por el pasillo, un guardia apostado con una escopeta Remington le esperaba siempre fuera.

No lo entendió, era como si le dieran la bienvenida a un infierno para él, pero se preguntaba si pensaban en dejarle ahí hasta el fin de sus días o solo era un secuestro por dinero; sin embargo, no había escuchado ninguna llamada ni le habían pedido hablar con su familia como prueba fehaciente de estar vivo, dándole la impresión de que definitivamente no era un secuestro extorsivo; no obstante, algo querían de él, estaba seguro. El complejo ocupaba un gran terreno, parecían instalaciones del CERN(1)*, algo más allá de un simple escondedero de a peso para la mafia roja, no, había equipos de investigación, máquinas médicas, monitores y hasta rayos X, pero al parecer había sótanos de investigación como los había en la base Praetor y de la UTCCO las milicias donde operaban sus padres y hermanos, siendo él el único apartado de la vida militar.

Sus pensamientos regresaron al presente cuando escuchó como los gritos de alerta habían puesto en marcha a los soldados para su búsqueda, hablaban en ruso, pero no debía ser un genio para entender su molestia, por ello se puso en pie para avanzar hacia las camionetas 4x4 preparadas para la nieve, con cadenas y llantas diseñadas para no derrapar en tiempo de invierno, entonces se deslizó en silencio hasta la puerta trasera y probó abrir la puerta, para su sorpresa estaba abierta, no creyeron nunca que su rehén lo utilizaría para irse, aunque sabía de los controles de seguridad, se alcanzaban a ver a lo lejos, pero pensaba llevarse por delante a quien fuera, había sido instruido para la conducción evasiva por su padre a la edad de catorce años aun cuando era ilegal, pero insistió en cómo él debía prepararse para la vida, más aun al ser un sujeto de interés por su familia militar.

En la UTCCO se acumulan resentimientos por montones, como en toda milicia, hay amigos y enemigos, más de los últimos sobre todo entre el crimen, por ello Kai aprendió a defenderse a temprana edad, además de ser brillante para el escape y dado esto sabía cómo encender el motor sin llave. Estaba en la tarea de cortar los cables agazapado dentro con un pedazo de vidrio roto de donde quebró el cristal en vista del seguro con clave de la puerta, pero los escuchó llegar alarmados, por ende se quedó quieto en silencio, pues ante cualquier mínimo ruido podrían escucharle dentro del todoterreno; sin embargo, ellos no estaban dispuestos a perder, el jovencito era pieza clave para los planes de los jefes, el Boss de su organización no podía permitirse perderlo porque toda su jugada estaría en peligro, el castillo de naipes se vendría debajo si dejaba ir al muchacho.

Entonces, en busca de no dejar ni un rincón sin revisar, abrieron de par en par la puerta del todoterreno encontrándose con Kai y de esa manera su posibilidad de escapar se reducía a cero.

—¡Ahí estás, mocoso idiota! —le gritaron, mientras lo sacaban a la fuerza—. Mucha familia rica, pero para encender autos sin llave la llevas clara.

—¡Suéltame, joder, déjame en paz! —replicó el muchacho en un intento de zafarse, pero el agarre del hombre era fuerte, su maldito apodo le iba como anillo al dedo, aunque fue a él a quien Kai pudo escapársele—, ¿Qué jodida cosa quieren de mí?

—¡Estoy harto de tus chiquilladas! Llamen al Boss, avísenle que vamos con el chaval —espetó quien lo tenía sujeto, pero Kai no se rindió y por ello le propinaron un culatazo en la parte de la nuca dejándole inconsciente.

Horas después despertó en una celda húmeda, hecha en su mayoría de tierra que olía a los mil demonios del infierno juntos, además de tener agua y comida en platos de perro, denigrando su dignidad aún más, como si no fuera suficiente haberlo raptado como animal y retenido en contra de su voluntad, ahora lo reducían a un sin nombre en una celda Dios sabe a cuantos metros subterráneos. Se sentó y trató de tomar el emparedado de pan humedecido del plato en el suelo, pero con solo acercarlo a su nariz, el impulso vomitivo ganó la partida, llevándole a hacer el gesto característico de asco.

Pronto, pasos se escucharon por el pasillo, por eso trató de asoma la cabeza por entre los barrotes, pero eran tan estrechos que no lo consiguió, entonces debió esperar para ver el dueño de los pasos misteriosos. Era un hombre joven, en realidad, no pasaría de los treinta años, acompañado de otro de sus hombres, por ello lo relacionó pronto como el Boss mencionado con anterioridad. Kai se preguntaba cómo había llegado tan arriba de la mafia roja a su edad, le parecía algo ilógico, aunque en el bajo mundo del crimen, sobre todo en el tráfico, todo era posible y él lo sabía.

El hombre se quedó en silencio durante algunos minutos mirándole como si disfrutara tenerle ahí, un disfrute internalizado por tener al hijo del culpable de un dolor interminable, más aún al saber los planes hechos para él, quien fue escogido por ser el protegido, el consentido de la familia Roux, a quien más extrañarían en un mar de sufrimiento y eso les dejaría una marca en el alma difícil de borrar, pero sobre todo dolorosa para vivirla.

—¿Qué quieren de mí? —espetó el joven con la voz estrangulada por las emociones desbordadas—. Exijan el rescate, mi familia lo pagará, lo sé.

—Esto no es un secuestro extorsivo, niño malcriado, de serlo hace mucho estarías en casa —respondió el hombre con un marcado acento ruso—. Mis expectativas contigo van más allá.

—¿Entonces? Si no quieren dinero, exijan lo que quieran, pero déjenme ir.

—Métete algo en la cabeza, niño, no volverá a pisar tu casa jamás —la malicia en las palabras del máximo jefe, o al menos quien él creía lo era, se derramaba como agua de manantial.

—¿De qué hablas? No entiendo nada.

—Y no lo harás nunca, tú solo colabora y no te lastimaremos.

Una vez más reinó el silencio y el hombre se marchó.

Kai sopesó las palabras por un rato pegado aun a las rejas de la celda hasta cansarse de sus propios alaridos, pero parecía estar solo en medio de la tierra, no le sorprendería estar debajo de una gruesa capa de hielo a juzgar por las nevadas que había visto por la ventana, donde estaba mil veces mejor, aunque el altillo estuviera protegido sin darle espacio ni al aire para colarse dentro. Entonces se recostó en la pared con lágrimas en los ojos hizo la única actividad que aún se le permitía: pensar.

Pensaba en Klaus y Kassandra, sus hermanos, en si estarían de cabeza por su ausencia o llevarían sus vidas como si nada, alegrándose de no tener que cuidarlo aunque ya tuviera quince años; sin embargo, esa teoría perdía fuerza cuando recordaba como Klaus le dedicaba su tiempo libre al tenerlo, le enseñó a jugar ajedrez, surf y damas chinas pues era diestro en la forma de hacerlo, entonces se permitió algo que no se había permitido hasta el momento, echarles de menos, a su familia y amigos, eso solo detonó más lágrimas con sollozos sin control.

Poco a poco se calmó y recobró la estabilidad justo cuando una jovencita tal vez de su propia edad se acercó con emparedados forrados en plástico trasparente.

—Por favor, cómelo —susurró con un marcado acento ruso el que solo generó desconfianza en Kai, por ello se acercó lento a los barrotes a la espera de una jugada sucia, aunque no llegó, él no lo sabía, pero la pequeña no buscaba hacerle daño.

—¿Eres una de ellos? —dijo Kai con la boca seca, anhelaba una botella de agua entre las manos de ella, pero no quería caer en una trampa—. Vienes a rematarme de seguro.

—No, sólo quiero alimentarte, esto es inhumano —comento ella con un tono indignado—. Pero no puedes delatarme, podría meterme en muchos problemas —le estiró el emparedado y el agua—. Por favor, recíbelo, pasaré por la botella más tarde en cuanto la guardia cambie.

La pequeña rubia se dio la vuelta sin más para marcharse, él por su parte se escondió tras la pared junto a los barrotes y disfrutó del sabor en su boca, algo le decía que podía ser de los pocos placeres que podría tener en su vida restante y no se equivocaba...

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(1)*La Organización Europea para la Investigación Nuclear (nombre oficial en español),3​ comúnmente conocida por la sigla CERN (sigla provisional utilizada en 1952, que responde al nombre en francés Conseil Européen pour la Recherche Nucléaire,


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