HACE 6 AÑOS
HACE 6 AÑOS.
Uno... dos... tres...
Kai entrenaba contra el maestro kick boxing, daba golpes, esquivaba los de él, su mente estaba embotada, sus cadenas habían caído porque ya no era el mismo, aquello inoculado en su cuello hacía un par de años le había cambiado en todo sentido, sus memorias fueron reprimidas, era un nuevo ser casi como si hubiese nacido de nuevo, hasta su cuerpo era otro, a sus diecinueve años parece mayor porque el proceso le había afectado en todo sentido, pero no es su beneficio. Una nueva ronda de golpes fue la última en el entrenamiento de aquel día.
—Muy bien, te veo más ágil —felicita el entrenador aunque Kai no responde como es lo usual, toma sus cosas y se marcha sin siquiera agradecer—. Mocoso de mierda, te mataría si pudiera —exclamó al pensarse solo y le dio la espalda a la puerta, pero no terminó de asimilarlo cuando un cuchillo se le clavo en la espalda a la altura del hombro con precisión, el muchacho se había vuelto diestro en el arte de los cuchillos, dagas y navajas, si no le dio en un punto vital fue porque así lo quiso, de haberlo querido muerto, estaría agonizando en el suelo.
—Mira, hijo de la gran puta, no sabes con quien te metes si crees poder hablarme así, no soy el mocoso de hace años y en este momento te puedo matar ahora mismo sin contemplaciones, aunque me meta en problemas con el Boss, ¿lo entiendes? —el hombre asintió al tragar en seco—. Esta fue una advertencia, la próxima será la sentencia.
Kai se marchó dejándole ahí con sangre cayéndole por el cuerpo sin importarle nada más, camina hacia su habitación, de un tiempo atrás, le había reacomodado en otra habitación en cuanto lograron su cometido, así podía moverse en el complejo aunque tenía una pulsera de tobillo como si estuviera en arresto domiciliario, si trataba de salir, los guardias lo traerían de vuelta cuantas veces lo intentara; sin embargo, ya no le importaba huir, había sido convencido de la causa, era entonces un soldado de la mafia y no tenía intenciones de salir de ahí por una convicción infundada.
Caminó por el gran pasillo de la fortaleza hasta alcanzar el ala este donde estaba su habitación cuando fue abordado por la misma jovencita quien le daba comida y agua cuando estaba siendo tratado como un perro sarnoso, había empezado a tener sentimientos por ella aunque ya no procesaba de la misma manera.
—Hey —saludó ella con la sonrisa encantadora que le caracterizaba—. ¿Cómo te fue en entrenamiento?
—Nada raro —comentó el aun en movimiento, si bien se sentía a gusto con la chica su frialdad adquirida no se le quitaba nada ni nadie—. Aunque le he metido un cuchillazo al maldito entrenador por faltarme al respeto —Kai había obtenido poder dentro de la organización, estaba por sobre el hombre herido, por ello su orgullo herido dejó salir la violencia reprimida dentro de un ser cambiado a la mala.
—¿Por qué lo haces?
—Tú deberías saberlo mejor que nadie —espetó Kai con rudeza, mientras llegaba a la puerta de su habitación—. Además, no deberías acercarte, el Boss lo ha prohibido... lo ha prohibido...
Repite la última frase como si se hubiera atascado, suele sucederle en ocasiones cada vez más esporádicas, pero sí suceden.
—Aun así, deberías controlarlo, no puedes ir matando a diestra y siniestra.
—¿Por qué no? —replicó él con una pregunta bastante fuerte en sus implicaciones—. Si son cucarachas deben ser aplastadas.
Abrió la puerta y sin dejarla contestar entró y cerró, pero ella lo hizo también. La habitación de Kai era considerablemente amplia, una de las paredes era de cristal y daba hacia el interior de la fortaleza, la cama tendida en color negro estaba perfecta como él se había propuesto hacerlo todas las mañanas, la joven se sentó en el escritorio frente a los pies de la cama donde reposaba un Mac de mesa y en la pared tras esta un tablero de corcho con información de sus próximas tareas a realizar en la semana, así no se le escapaba nada y por ese orden se había ganado la fama de infalible en la mafia.
—¿Qué haces? —espetó él al sentarse en el borde de la cama para retirar sus zapatos—. Si el Boss te descubre aquí te castigará de nuevo.
Parecía un autómata, pero destellos de sentimientos aún tenían poder, por eso lograba conectar en cierta medida con ella, la preocupación por un nuevo castigo físico impuesto por el Boss era algo que quería evitarle.
—Ya no tiene el mismo poder, ha entregado el poder y lo sabes.
—No importa, sigue en la escala del mandato, así que vete de aquí, no entiendo qué quieres, pero no me interesa —Kai pasó las manos por su cabello negro corto como señal de frustración.
—No lo sé, sólo quiero estar contigo, quiero ser tu amiga, estás aislado aquí, así como yo misma, somos la marioneta del titiritero, somos iguales y...
—No está permitido ¿qué parte no entiendes? —bramó Kai—. Vete.
—Está bien, luego no te quejes de estar solo en todo este lugar —espetó ella con molestia.
—Jamás me quejaría de estar solo, la gente me molesta —responde él cuando por fin ella sale, no quiere ser así, pero la última vez que el Boss la castigó casi la mata por compartir con él y no quería verla de nuevo al borde de la muerte por su causa, aunque era apenas un sentimiento leve, estaba ahí, pero no podía admitirlo, sería un fallo en el proceso, por ello sólo pasaba los días fingiendo ser totalmente de hielo.
La joven salió cabizbaja, de verdad quería mejorarle las condiciones a Kai desde la primera vez cuando vio cómo lo tenía sólo por el pago de una deuda, pero él desde el inicio de su proceso se mostro reticente hacia ella, aunque ella buscara su bienestar por humanidad, en general ella también era fría, era cobradora de morosos para la mafia y si debía deshacerse de alguien lo hacía sin pensar en nada más, un disparo entre ceja y ceja era el final de todo para quienes la jodían; sin embargo, tenía otro trabajo, según su labor, fue posible el "Lavado de cerebro" de Kai Roux, porque su ingenio y de su otra parte lo hicieron posible. A los diez años los habían iniciado y desde entonces no habían tenido un respiro siquiera.
Aun así, estar con Kai le recordaba a su propia inocencia rota por la mafia de manera abrupta, jamás lo hubiera admitido en voz ata porque sería signo de debilidad, se sentía con su niñez y adolescencia robadas por completo. Caminó por los pasillo del centro de la fortaleza para ir hacia su jefa quien siempre la esperaba a la misma hora cada día, era una costumbre, pues la joven debía rendirle cuentas de las tareas realizadas a las seis de la tarde, ni un minuto más, la habitación de esta era cuadrada, con techos altos labrados en las esquinas y pinturas en el cielo dentro de allí, a la chica la habitación de su jefa le parecía la pintura de la Capilla Sixtina, pues en el centro de todo resaltaba "La creación de Adán" de Miguel Ángel.
De igual manera había pinturas basadas en la capilla como la creación de Eva, y las nueve historias del Génesis, cosa extraña pues la mujer no era creyente, sólo era apasionada por las obras de arte antiguas. La habitación contaba con dos espacios como un hotel, un recibidor con sillas de patas en oro puro labrado a mano y sillones exclusivos. Su jefa aguardaba por ella en uno de estos con un cigarrillo encendido y la edición impresa del periódico de aquel día como le encantaba leer, según ella, la tecnología no reemplazaría nunca la experiencia de pasar las hojas y el aroma del papel físico, por ello lo pedía aunque tuviera iPad para leer todo lo que quisiese por medio de este.
—Infórmame sobre Gael —comenzó la mujer mayor, pasaba de los treinta, pero una juventud inusual la hacia parecer de menos edad comparada con el Boss al poder, aunque se llevaran pocos años.
—Muestra clara asimilación del proceso, es funcional aunque aún tiene fallos en la comunicación, lo estuve observando hoy por las cámaras, es un gran logro, aunque debemos mantenerlo bajo constante inoculación, cuando pasa el efecto se confunde como si lograra recordar algo, a pesar de todo. Gael es el paciente cero con mayor funcionalidad hasta ahora, los demás se han movido como zombies por mucho tiempo hasta caer muertos —explicó la joven de frente a la rubia, quien no levantaba la mirada del periódico—. Vamos por buen camino, sin duda.
—De acuerdo, Gael entrará en periodo de prueba para ser el Katepano – 000.
—¿El Katepano, Boss? ¿le dará el poder de los soldados rasos tan pronto? —exclamó la joven con sorpresa, ese cargo era delicado, le daba poder sobre una de las legiones de soldados de primer nivel como su comandante en jefe.
—Su labor ha sido impecable, no tiene fallos como otros, es metódico, insensible y cruel, es el dirigente perfecto —explicó la Boss cuando por fin levantó la mirada para cruzarla con la de Vasilisa, su propia consejera y cobradora—. Además es sólo un periodo de prueba, le daré tres meses, no se le hará el tatuaje todavía, pero si se anunciará.
—Así será Boss —una sonrisa se deslizó en el rostro de la joven, si bien tenía una pelea interna sobre cómo se sentía, la maldad en su sangre pura era inevitable como un agujero negro haciéndose cada vez más grande e incontrolable para absorberla por completo y convertirla en una mujer como la Boss. En eso llegó el Underboss, con su consejero, Damien a la misma reunión, ella y él, los gemelos bioquímicos, tenían sobre sus hombros la carga de los compuestos y en las manos armas poderosas de las que sólo ellos conocían la fórmula y sabían cómo hacerlas funcionar.
Una vez sus jefes les dieron luz verde para marcharse, ambos salieron de la habitación para regresar al laboratorio, debían conseguir pronto una solución para la inestabilidad del suero y averiguar porqué funcionó en Gael, pero no en los demás. Tenían en sus manos una gran investigación, pero no estaba completa, sin el final, era aún experimental, de esa manera debían encontrar pronto el puente hacia el perfeccionamiento de su compuesto.
Una nueva noche sin dormir les esperaba a los gemelos superdotados de los Sokolov.
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