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Capítulo 5- Tentaciones


Capítulo 5

Tentaciones

"La máxima virtud de un príncipe es conocer a los suyos"

Marco Valerio Marcial

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¡Alexei Sokolov, Karenina Petrova y Emiliano Portillo al final!

(Ian Somerhalder, Nina Dobrev y Alejandro López)

México

Ubicación exacta desconocida

—Alexei (1)*, un gusto tenerte aquí —saluda Emiliano Portillo con jovialidad extendiéndole la mano a su gran socio quien se muestra igual de amable, dando la mano de vuelta. Ambos han empezado una alianza macabra de donde no saldrá nada bueno—. ¿Y Karenina? (2)*

—Está en Rusia, debe hacerle frente a La Triada y la Bratva, pero estará aquí en poco, tal vez en dos días máximo, su hijo Nikolai está aquí, ella no lo deja mucho tiempo, aunque ya sea un adulto de veinticinco años —comenta Alexei, avanza a través de la estancia de la hacienda de Emiliano Portillo donde comparte con Petrova, mientras pasa la mano por las paredes con un secreto dentro de su estructura, algo inimaginable para una mente común, aunque no fuese su obra del todo, el escultor de esa magnificencia está lejos ya de allí; no obstante, regresa de seguido como quien tiene la misión más importante de su vida, dejándoles a los jefes la prueba de lo cometido tan cerca y poder celebrarlo en cada toque. Pisos y paredes están tapizadas con algo horrible para unos, gratificante para ellos. Como esta, hay varias casas con sorpresas en su construcción, entre esas, la de Karenina Petrova.

Pronto se centran en sus negocios, deben pasar grandes cantidades de las tres nuevas drogas por los varios puertos de Sinaloa, pero también a través de túneles en la frontera de Tijuana, aunque sus muchos acuerdos con pilotos de aerolíneas tanto comerciales como de carga son capaces de mover su producto de un país a otro; sin embargo, su objetivo principal son otros continentes como Asia o Europa pues el kilo de cocaína puede llegar a duplicar o triplicar el precio comparado con América, dada la dificultad de llevarla hasta allí, se vuelve apetecida y eso significa más dinero al cobrar sus gramos a otro valor elevado. Por ello decidieron poner la base de operaciones en ese estado de México, aun cuando el propio cartel de Sinaloa fuese su mayor rival en cuestiones de territorio.

Portillo está concentrado en su labor, pero la imagen de la Morrigan (3)* no puede salir de su mente, esa mujer de mirada afilada y movimientos como víbora silenciosa es una combinación extraña pues quienes conoce en el mundo del narcotráfico sueles ser más notorias, avisan su llegada, en cambio ella puede llegar a matarle sin hacer un ruido, moriría sin aviso de poder hacerlo, pero esa magnetizante fémina está del lado opuesto y parece no dejarse manipular. Él necesita a esa mujer en su cartel a como dé lugar, sería la punta de la flecha, pondría a cualquiera de rodillas pues sabe que tras la máscara muy seguramente se encontraba una belleza letal capaz de muchas cosas, porque aquella

Esa mujer debe estar a sus órdenes tarde o temprano, aunque primero deba averiguar quién coño es, solo sabe de sus hermosos ojos color miel y de su trabajo en la UTCCO, pero hoy en día solo eso le bastaba para concretar su búsqueda, siempre podía comprar a alguien, aunque los soldados de esa milicia eran un hueso duro de roer, no se dejaban influir por nada ni nadie; sin embargo, pensó, que todo el mundo tiene un precio.

Lo que no sabe es cómo la Morrigan contiene dentro de su interior una bestia incontrolable, su sangre maldita y su cara de ángel la hace malditamente peligrosa, porque desde fuera engaña con su inocencia aparente, pero la forma nada sutil en que podría matarte jamás podría verse venir.

La acaba de conocer, pero algo en sus ojos, en su mirada se le hace conocido, como si la hubiera conocido antes o tal vez a alguien muy parecida a ella, pero no la ubica en su memoria, no puede ubicarla en una persona; sin embargo, no puede deshacerse de esa sensación de Deja-Vu en su pecho, pero se dice a sí mismo que lo averiguará, aunque la vida se le vaya en ello.

—¿Emiliano? —pregunta Alexei—. ¿Te encuentras bien?

—Sí, solo pensaba... ¿Tienes forma de acceder a los archivos de la UTCCO? El ETAN para ser más específico.

—A decir verdad, no, los agentes de esa milicia son demasiado fieles, sobre todo el área encargada de los expedientes... ya lo intenté, quería buscar información de alguien, pero ellos prefieren morir antes de venderse y de hecho lo hicieron, el maldito no abrió la boca ni cuando le puse una escopeta Remington entre los labios, sabía que moriría, pero se mantuvo firme —espeta con desagrado Alexei, quien tiene un problema personal con la milicia, tanto los Praetor como la UTCCO, por ello disfruta matar a los agentes como nada más, haberle volado la cabeza con aquella escopeta había sido el inicio de un frenesí incontrolable carente de cordura pues la sangre caliente corriendo por sus venas clamaba por vidas arrebatadas.

Trató de alejarse de la Hermandad, trató de hace una vida en Estados Unidos, creó imperio envidiable con los años; sin embargo, ella, la víbora de cabello rojo le hizo caer en una mentira, no sabe aún cómo, pero encontró en su casino documentos cuando ingresaba como una apostadora más, una con suerte pues era sagaz para el juego como no había visto a nadie antes.

Su belleza engañosa lo hizo ir directo a su perdición y algún día cobrará la ofensa. La conversación con Portillo toma los caminos hacia los Petrova quienes se habían retirado de La Triada de Kaan Karaman por sospechas sobre que él, líder de la mafia, favorecía a la Brigadier Fox, la misma Vípera Carmesí que arruinó su vida, pero todo se interrumpe al recibir una llamada de su hermana menor, quien le exige explicaciones, haciéndole rabiar al deber dárselas por la razón más irrisoria: era la Boss y contra ella ni Dios.

Las cosas se pondrían peor para su sobrina traidora, nadie pararía el aluvión de violencia de la Boss hacia ella, aunque una parte de él la protegería más que su propio padre incluso...

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Madrid, España

Navacerrada

Klaus Roux Demirel

Al dar las seis de la mañana el día siguiente, estoy en mi oficina, esta es considerablemente grande y tiene un gran ventanal cubierto con persianas horizontales retractiles color negro. Está equipada con aire acondicionado para los días de verano y calefacción para el invierno como este, estando decorada por una experta en diseño de interiores, en donde los tonos cálidos prevalecen. En mi escritorio tengo una foto de mi hija, una de ella con Kass y de mamá, puedo no hablar mucho con ella, pero la amo por ser quien retenía a mi padre cuando quería emprender la batalla campal contra mí, culpándome de tantas cosas que ya he perdido la cuenta con el transcurso de los años.

—Convoca a la Capitana Sánchez —digo a través del teléfono de mi escritorio hacia Katerina.

—Señor, la Capitana marca tarjeta a las seis y media.

—No me interesa de donde putas la vas a sacar, pero la quiero aquí en quince minutos máximo —espeto por el comunicador para colgar apenas termino de hablar. Soy muy duro con todos en mi trabajo, a veces mucho más con Katerina; de cierta manera espero mucho de ella, es inteligente, sagaz, intuitiva, y será una excelente Comandante algún día, pero peca de flojera y falta de disciplina.

Tengo altas expectativas de ella; no obstante, no lo sabe, necesito autoexigencia de su parte por iniciativa propia. Pasan los minutos y la condenada no aparece por la puerta hasta el minuto catorce con treinta y cinco su pelo chorrea agua como pluma abierta dejando todo de perdido en mi oficina.

—Capitana Sánchez, señor, a sus órdenes —dice entre dientes con un tinte de ira.

—Veinticinco segundos más y se pasa del tiempo.

—Pero llegué, señor.

—En mi mundo cinco minutos antes es a tiempo, a la hora en punto es tarde, pero se la pasaré porque solo le di quince minutos.

—Hace dos días llegó tarde, según Maddox —farfulla entre dientes.

—¿Qué dijo, Capitana?

—Nada, señor, diatribas. Algunos latinos acostumbramos hablar solos —estrecho los ojos; escuché perfectamente

—Pues hable con sus alucinaciones esquizofrénicas fuera de mi base —espeto con dureza, me pica su comentario en el orgullo, pero no me pondré en estupideces de tira y afloja—. Ríndame informes de su Brigada, ¿Quiénes serán parte del cuerpo élite?

—¿Puedo sentarme, Comandante?

—Vaya exprímase ese cabello al baño, esto se convertirá en el puto Titanic con todo y iceberg, péinese, luego se sienta —tomo el comunicador y le pido a Katerina una empleada de aseo para secar el desastre, mientras Krystel obedece refunfuñando en sus propias palabras, lo que yo interpreto como "si no la hubiera sacado a los cojonazos, esto no pasaría" se tarda un poco, pero finalmente sale ya sin el diluvio de Noé cayendo de su pelo castaño, pues lleva el peinado obligatorio, un bollo abajo o arriba de la cabeza, pero recogido al extremo.

Se sienta y con menos sarcasmo empieza a rendirme informe de su Brigada, al parecer tiene el honorable título de "La Brigada mortífera", pues gracias al mando de Sánchez, han logrado un récord altísimo de misiones completadas con éxito, información corroborada por mí mismo a medida que va hablando, pues busco información en la PC portátil. Poco a poco su mordacidad desaparece, parece amar mucho su trabajo, por ende, explicar sobre sus amados soldados la hace relajarse más, hasta ser un poco la mujer del bar y yo no puedo mentir, también me ablando a comparación de como la recibí.

Tiene algunos nombres ya preparados para incorporar al cuerpo, pero aún faltan algunos. De los Praetor serán veinte personas de todas sus divisiones CPOA, CACT & CEPI los seleccionados por ella hasta ahora, son quince, pero debemos tener cincuenta en el pelotón, yo mismo llevaré agentes de aquí, así como otros Comandantes amigos, la idea es dividir dicho pelotón en sub células dirigidas cada una por un Comandante; sin embargo, yo soy el director de todo con la categoría de "En jefe". Selecciono a Tomás Ibarra, Gustavo Torres y Teresa Roux, todos con el mismo rango. Ella mi prima por parte de padre y mejor amiga.

Al viajar nosotros, alguien ocupa nuestro cargo de manera provisional hasta el regreso, por ello debo designar a quien me reemplazará. Partiremos en veinticuatro horas, por ende, no cuento con mucho tiempo. Pronto nos sumergimos en la misión y al darnos cuenta las manillas del reloj rozan las ocho de la mañana, pero a pesar del trabajo arduo, no me siento estresado y le invito un café.

—No tomo, gracias —responde aún más relajada a comparación de cuando llegó más temprano—. Si tal vez hay aromática, esa sí se lo recibo, Comandante.

—Katerina, un café para mí y una aromática de... ¿qué sabores hay de aromática? —pregunto y empieza a enumerarlas en altavoz, frutos rojos, manzanilla, limonaria, yerbabuena, pero también hay té negro y chai.

—Ya escuchó, Capitana, ¿qué desea?

—Té negro, por favor, y gracias Katerina —menciona y cuelgo la comunicación para seguir revisar de nuevo los papeles.

—Extraña elección, siempre me ha parecido de sabor extraño —murmuro casual, no sé la razón, pero quiero conversar con ella.

—Mi favorito desde niña, es especialmente delicioso... Comandante Roux, con todo respeto, ¿puedo hablarle de algo personal? —pregunta en tono serio y sé de inmediato el tema por su expresión. Le autorizo y se lanza a una explicación—. No sabía de su amistad con Ángel...

—No somos amigos, Capitana, puede estar tranquila, jamás lo seremos. Nunca nos hemos llevado bien —digo con un suspiro incómodo—. Sé qué quiere decirme y de nuevo, no se preocupe; no ventilo mi vida privada con nadie, la sexual menos. Según entiendo, estaban discutiendo anteayer, técnicamente estaba sin compromiso, pero lo sucedido no puede volver a pasar, ¿Entendido? Joderíamos toda la misión de involucrarnos más allá. No le diré a nadie y usted haga lo mismo.

«Mi boca dice no y mi mente solo puede recordarla aquella noche?»

—Nunca pasó, Comandante, pero a riesgo de que me sancione debo decir algo antes de ponerle cadenas al tema y echarlo al mar... fue la noche más placentera de mi vida, de ser otra situación, la repetiría —me atoro como un verdadero imbécil por la facilidad con la que dice las palabras y Dios, que excitante es este descaro, sus ojos miel me acechan con coquetería implícita, mientras muerde sus mejillas por dentro—. Ahora, ¿me sancionará?

—¿Cree que puedo sancionarla por decir la verdad? Para mí fue igual, pero no pasará otra vez —por primera vez, le sonrío de la misma manera seductora a como ella me mira.

Pronto traen las bebidas y continuamos hasta el mediodía cuando Ivanna entra sin tocar la maldita puerta, sin importarle que me enerva eso. Vocifera, mientras camina, pero se detiene en seco al ver a Krystel más detalladamente, a cualquier persona le causaría lo mismo, tiene esa pizca de sensualidad, misterio, belleza y peligro, además Iv es celosa, encontrar a una mujer despampanante le ha desencajado el semblante, por ello no duda en presentarse como "la novia del Comandante en Jefe", pero casi me echo a reír al ver la cara de Sánchez como si quisiera decirme "grandísimo hijo de puta, también tienes pareja", mirada poco disimulada.

Al ya ser las trece en punto, hemos terminado y podemos marcharnos a comer, pero apenas la castaña sale por la puerta, se viene el acabose de Ivanna, pregunta tras pregunta intenta saber quién es la morena, qué tiene conmigo, si es mi compañera, además de preguntas tontas sin fundamento. La verdad debe ser dicha, me aguanto no solo porque mi ligero enamoramiento, sino por su padre, un político de madrileño de alta reputación y estatus socioeconómico además de su fuerte influencia en muchos aspectos del país, por mi relación con su hija, él me ha ayudado a reiniciar las investigaciones de la desaparición de mi hermano, pues el caso había sido enterrado en Francia.

Estoy con ella por conveniencia, suena horrible, pero no me importa una mierda, me aguanto todas sus niñerías y pataletas de ahogada por mi hermano, Kai debe aparecer pronto, en el peor de los casos muerto, pero debo terminar con esta angustia extendida por años. Mamá se desconectó pues al inicio insinuaron que había sido víctima de un asesino en serie de la época, quien mataba jóvenes en la edad de él, descuartizándolos para esparcir sus pedazos por ahí y como Kai desapareció muy cerca de la casa del área donde se encontraban la mayor cantidad de fallecidos, se pensó en esa posibilidad, pero la única cámara de seguridad tenía una grabación de la misma hora que él sujeto se vio al otro lado del pueblo, papá por otro lado, tampoco volvió a ser el mismo, se había perdido el pequeño de todos.

La posibilidad de encontrarlo vale el sacrificio de casarme aun cuando no es amor lo que siento yo y ella tampoco, estoy seguro, es solo la obsesión de ser la mujer de un militar poderoso. Al final de todo, la tomo de la mano y la saco de la oficina para darle contentillo. No sé si me veo como un hijo de puta, pero no me importa, solo quiero a mi hermano de vuelta o al menos saber qué pasó con él.

Salimos del edificio principal para ir al estacionamiento, quiere comer fuera, pero en el pueblo pues al estar a cuarenta y cinco minutos de Madrid, no me daría tiempo; salimos de la UTCCO atravesando los paisajes de ropaje blanco como un oso polar, arboles totalmente cubiertos, así como la ausencia de algunos animales en hibernación natural; sin embargo, nunca me imaginé a quienes esperaban en el restaurante elegante al llegar.

Además de Tomás Ibarra con su esposa Ana María, están Ángel y Krystel, ella se ha cambiado de ropa para lucir espectacularmente un jersey cuello tortuga, vaqueros negros ajustados a su silueta y una chaqueta de cuero del mismo color... parece una motociclista rebelde.

Montemayor se muestra molesto, pues Ivanna, su amiga, no le informó de mi presencia, pero ambos logramos calmar los ánimos y comer en paz, en medio de una tensión casi palpable, pero con Sánchez, de tipo sexual pues los asientos de ambos quedaron uno junto al otro, por eso nuestras piernas se rozan y con solo eso hay mucha tela para cortar. Ella me mira de reojo para evitar ser descubierta, pero creo que juega conmigo, se pega innecesariamente como si me provocara.

«¿Qué quiere? ¿qué me salte mis propias palabras y la lleve de nuevo al baño?» pienso al tratar de manejar la tensión carnal entre nosotros.

—¿Cómo está Paulina, Klaus? —me pregunta Tomás alegre, siempre me pregunta por mi pequeña pues es su padrino, pero también tiene poco tiempo como yo. Tomás es Comandante del departamento de Inteligencia y Contrainteligencia Militar, casado hace once años con Ana María, quien es a su vez la madrina de Pau también, no pude tener mejores candidatos para ostentar esa tarea.

—Muy bien, es la mejor de la clase —el mesero regresa para rellenar mi copa con un vino tinto denominación de origen protegido—. Aunque muy traviesa.

—Demasiado, me ha hecho de todo —se queja Ivanna, no pierde oportunidad para hacerlo jamás. Me sonrío divertido al sujetar su mano por encima de la mesa, no lo puedo negar, en medio de todo, me hace feliz, dado que es celosa e infantil en ocasiones, pero no puedo negarlo, es buena pareja—. Su vida se centra en hacerme travesuras.

—Mi amor, Paulina es la hija de Klaus —explica de pronto Ángel a Krystel—. Es un padre soltero —suelta con malicia en sus palabras.

—A mucha honra —le replico pues siempre ha visto ese aspecto de mi vida como una debilidad, algo que me hace pendejo; sin embargo, para mí es todo lo contrario, mi hija me hace la vida más alegre, me da la fortaleza necesaria y un amor infinito—. ¿Algún problema con eso, Montemayor? Solo dímelo y lo arreglamos como hombres.

—Calma —media Tomás—, Solo le explica a su novia de quién hablamos.

Krystel me ve con una sonrisita disimulada para luego clavar la mirada en su comida.

—Pues me parece tan hermoso de su parte, Comandante, ser de los padres que no abandona —dice de repente como si no hubiera podido retener en su garganta las palabras, luego sigue con los roces, conociéndola lo hace apropósito, pero al contrario de otras ocasiones incluso con Ivanna, no me molesta, quiero que lo haga.

Además, lo prohibido es lo más apetecido...

La cena sigue y yo solo puedo tratar de distraerme para no avivar el fuego en la mitad del restaurante por la señorita no te importa con su descaro caliente. Quiero volver a besarla, arrinconarla, escucharla jadear, Dios, la maldita hora de la comida se transforma en una tortura china de los cojones. Finalmente, luego de una hora y media ya nos podemos retirar.

—No sabía que la chica de esta mañana, era tu novia, Ángel —dice Ivanna al ir hacia el estacionamiento—. Perdón si te hice sentir incómoda. A veces lo celo mucho.

—No te preocupes... una nimiedad como los celos de una mujer insegura no me pondrían incómoda jamás —responde Krystel con irreverencia para pasar a un lado e irse y deja a Iv con expresión confundida.

Definitivamente, cada palabra salida de su boca es más incitante.

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Devuelta en la base Teresa toca la puerta dos horas después, es quien considero mi mejor amiga, aunque mis relaciones con los demás son marcadas por la distancia emocional, rígidas y sobre todo poco empáticas; sin embargo, luego del nacimiento de mi hija, tuve más calidez, debía tenerla para no repetir mi historia con mi padre autoritario, cruel, estricto, perfeccionista y quien nos dio poco afecto, ello empeoró considerablemente luego de la desaparición de Kai.

Aun así, ella logra sacar lo bueno siempre, es Comandante en Jefe de Antiexplosivos, ETAE, parte también del grupo élite por su habilidad de trazar estrategias, incluida por el mismo Maddox, así luego no me acusa de "Favorecer a mis amigos". Maddox es el propio petardo en el trasero. Teresa viene a mostrarme su plan de ataque en los operativos que darán inicio apenas lleguemos a México en donde me muestra además de estos, posibles ubicaciones en donde podría haber expendio de las tres nuevas drogas conocidas como los Dioses del Olimpo: Teseo, Prometeo y Ares, pues se corre el rumor de su eficacia; sin embargo, ha sido imposible tener una muestra para análisis, al menos aquí en España, tal vez otra bases tengan investigaciones, aunque lo dudo, de ser así ya lo hubieran notificado, es un asunto de seguridad no solo nacional sino mundial

Si la cocaína, la heroína y la marihuana ya ponen al mundo de rodillas, esas tres píldoras malditas lo destruirían.

Horas después a las nueve en punto pm ya estoy exhausto y me voy hacia el aparcamiento a través de la nieve, no estamos como tal en Navacerrada, pero sí en una ubicación aledaña en desviaciones de la carretera, por ello vemos la nieve congelar y el verano derretir, para mi suerte, pasado mañana nos iremos a Sinaloa a un mejor clima. Voy despacio por el espacio y veo Krystel en una esquina tiritando de frío, está de espaldas a mí y alcanzo a escuchar sus maldiciones.

—Como te odio, maldito Ángel —farfulla entre dientes con un ligero temblor, mientras trata de darse calor con las manos ante la nevada, estamos al otro lado de la base y ella parece estar a punto de congelarse, por ello me acerco en la camioneta, la aparco a su lado y abro la puerta pues el blindaje de los vidrios no permite bajarlos más de tres dedos.

—Capitana Sánchez —llamo su atención y ella termina de abrir la puerta—. ¿Qué hace bajo la nieve?

—Esperando al cabrón de Ángel... no, perdón, Comandante, olvide mis palabras.

—¿Y se va a quedar ahí hasta convertirse en paleta helada? Suba y dígame a donde va —murmuro, no se niega ni replica y al sentarse dentro sigue con temblores, por ello elevo la calefacción, mientras vamos saliendo. En esta base en particular y en esta temporada, no se puede estar a la deriva, pues la hipotermia es una posibilidad muy alta—. ¿A dónde iba? ¿por qué está como muñeco de nieve?

—No creo que... quiera escuchar... mis desgracias, Comandante —murmura en un tartamudeo por el frío al poner sus manos en la ventila de calefacción. La verdad es dicha, nunca me interesa, pero al ver su expediente la curiosidad por develar todo acerca de la mujer de ojos hechiceros, me hace cambiar mi forma de ser.

—Si no me interesara no hubiera hecho ninguna maldita pregunta ¿No cree?

—Necesitaba ir a Madrid por una medicina y Ángel quedó en venir a recogerme... hace cuarenta y cinco minutos. Los edificios aledaños de la base cerraron y no me quedó más que esperar.

—¿Está enferma?

—Tengo alergias... como a las fresas... los frutos secos como nuez y... maní, necesito Epipen, por error he dejado el mío —responde, mientras vamos hacia fuera—. Pero déjeme en un lugar de la carretera... donde pueda tomar un transporte.

—¿Para qué mañana amanezca hecha un témpano de hielo? A esta hora no pasa ni Dios en esta época, mucho menos un transporte público —replico ya al salir de la base, encaminándonos hacia la carretera pavimentada, esta debe llevar a la principal luego de unos diez kilómetros—. ¿Dónde es la farmacia?

Me dice una zona de Madrid, mientras sigue tiritando, así que me aparco y tomo de la parte trasera una chaqueta reforzada con relleno por dentro para pasársela, pero al tocarla la siento más fría de lo normal, al parecer estaba entrando en hipotermia, empieza a estornudar de repente también. Cuando ya está más cubierta por mi chaquetón, me agradece, así retomamos el camino. Pongo algo de música, esta vez clásica, soy de gustos variados, a ella parece gustarle y procede a explicarme que, si bien escucha géneros actuales, prefiere la clásica, mientras suena el réquiem Lacrimosa de Mozart, así como un nocturno de Chopin. En eso nos parecemos mucho, como algo en común, pero en la conversación descubro su gusto por la ópera igual al mío, así como al arte del romanticismo y el barroco en pinturas y esculturas.

Por alguna extraña razón me gusta escucharla hablar; sin embargo, y como sucedió en el bar, no dice nada personal, ni de su madre o su padre, si tiene hermanos, perro, gato, caballo, nada solo puede mencionar sobre la misión dejando a un lado todo lo demás, aunque así debe ser, solo nos une esta. A los cuarenta minutos vamos entrando a Madrid y la zona es aledaña, por eso pronto llegamos, pero ella está a punto de bajar cuando lo hago yo con la receta. A los quince minutos ya he salido y vuelvo al interior de la camioneta.

—Bueno, Capitana, aquí están sus medicinas —se las paso en la bolsa de papel café luego de subirme, ella las recibe con un agradecimiento, pero la sigo viendo mal, aun así, dice estar bien—. ¿Qué hará?

—Caminaré hasta el primer hotel que vea, no se preocupe, ya hizo demasiado.

—Ni hablar, ¿Cree que me llamo Ángel Montemayor? No la voy a dejar por ahí y menos sola... vamos a mi casa, pero debe ser un secreto.

—¿Por qué lo hace, Comandante? Dejamos muy clara nuestra relación.

—La culpa no me dejaría tranquilo si le pasa algo, pero ya dije, no puede divulgarlo —acepta extrañada aun, así que nos encaminamos a mi casa en una de las urbanizaciones privadas más exclusivas, de nombre La Moraleja. No mentiré, me ha costado lo mío alcanzar mi estatus, no lo gané por herencia ni en una rifa, tanto mi rango militar como mi posición de élite fue una batalla campal. Conversamos más sobre su papel en México, su Brigada y hasta de Ángel, parece querer explicarme que esa noche habían terminado hacía tres semanas y él la citó para pasar un buen rato, pero como ya sabemos la dejó plantada. Además, no sé porqué razón, me aclara que no ha vuelto con él, están tratando de hacerlo, pero aún no la convence y con lo de hoy, menos probabilidades, ¿A quién se le ocurre dejar a alguien esperando bajo una nevada más anunciada que el amanecer de mañana?

Llevan tres años; sin embargo, el traslado a Colombia de él les ha traído problemas porque según le entiendo, él mismo se ofreció antes de tiempo aun cuando ella le necesitaba pues su madre estaba atravesando problemas de salud en ese momento debido a problemas cardiacos, se ha recuperado, pero él la abandonó sin más en medio de su angustia sin ser necesario pues debía presentarse cuatro semanas después, puede sonar egoísta, pero en esos momentos necesitas alguien que te apoye no necesariamente de forma económica, sino esa persona especial ayudándote a sobrellevar los problemas.

Antes de darme cuenta, he aparcado frente a la casa, una construcción modernista con grandes paredes de cristales gruesos, pilares tallados y un estilo único propio de la urbanización, tras de esta una piscina solo utilizada por mi hija, cubierta por la época de frío. Son las once de la noche y apenas abro la puerta, ella se abalanza encima de mí.

—¡Papá! —exclama acercándose en una carrera, está despierta aun pues está en una pijamada con sus amigas, porque mañana no tendrán clases en la escuela—. ¿Por qué tardaste tanto? Hace un rato largo me texteaste que ya venías.

—Ayudaba a una... una amiga —estira su cuello para ver a mi espalda, y nota a Krystel—. Te la presento, es Capitana, como dices que quieres ser —se acera en silencio sonriéndole, parece inocente, mientras hace muecas con la boca, pero la conozco, está a punto de soltar una imprudencia...

—Es más bonita que la bruja mayor —declara con firmeza, mientras asiente con la cabeza—. ¿Cómo te llamas? ¿eres la novia #2 de papá?

—Hola, preciosa, soy Krystel, ¿cómo te llamas? —responde Sánchez con una sonrisa encantadora.

—Mucho gusto, soy Paulina Roux Demirel —la mujer frunce el ceño, supongo que piensa lo mismo de todos, ¿por qué no lleva el apellido de su madre? Ni le hace falta.

—Y ella no es mi novia, es una amiga —quiere responder, pero una de sus amigas la llama, ha llegado su turno de maquillarse—. Perdónele, suele ser un poco incisiva

—Es adorable, Comandante, no hay nada que disculpar, pero... ¿quién es la bruja mayor?

—Así nombró a Ivanna, ella no le agrada —digo instándola a seguir por el pasillo, pasamos por la estancia donde han convertido esa parte de mi casa en un campo de guerra entre almohadas, barbies, maquillaje, comida y demás, son alrededor de unas veinte niñas, todas de la escuela exclusiva a la que asiste Paulina reservada para mujeres, al menos por ahora, le mantendré ahí. Seguimos hasta la cocina en donde me dispongo a preparar aromáticas—. Voy a ver si mi hermana puede prestarle ropa seca para dormir

—Pues no culpo a su hija por llamarla así, ella tampoco me agradó...

Voy al segundo piso, mientras el agua hierve, Kassandra está dormida junto a su prometido, pero al abrir la puerta la despierto por su sueño ligero, ella me pregunta a quien le daré la ropa y debo contarle quién es, pero la juzga sólo por ser novia de Ángel quien le rompió el corazón a pesar de que yo le advertí a Kass de cómo era él, pero no me escuchó, aun así, la curiosidad la consume y baja apresurada a chismear quien es; sin embargo, la verdadera sorpresa llega cuando se detiene en seco al llegar a la cocina donde Sánchez me espera.

—¡Krystel, mi amor bella, preciosa, hermosa! —se le abalanza encima para abrazarla, ella le devuelve el abrazo contenta—. No me digas que tú eres la novia de Ángel.

Joder, vaya día... recuento, no solo me cogí a la mujer de mi mayor enemigo quien es la bomba sexual más caliente del mundo, dejándome con ganas de más, sino que debe ser mi segunda al mando, además, al parecer es super amiga de mi hermana, quien no es así de expresiva, sufre del mismo desapego que yo, por ello a juzgar por su emoción, Krystel es muy cercana.

Estar jodido se queda pequeño.

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(1)* y (2)* Alexei Sokolov y Karenina Petrova, traficantes de mi otra historia de milicia, Donde hubo fuego, novela terminada.

(3)* Morrigan, diosa celta de la muerte y la destrucción. Morrigan es la diosa de la guerra, y por lo tanto de la muerte. Pero también representa la renovación; la muerte que da a luz a una nueva vida, el amor y el deseo sexual. La vida y la muerte están muy unidas en el universo celta.

ALEXEI SOKOLOV

Ian Somerhalder

KARENINA PETROVA

Nina Dobrev

EMILIANO PORTILLO

Alejandro López

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