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Capítulo 43- Sospechas insanas


Capítulo 42

Sospechas insanas

"La sospecha divide y debilita la confianza, la verdad y la unidad"

Luis Gabriel Carrillo Navas

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México.

Culiacán Rosales

KRYSTEL

El mundo parece detenerse a mi alrededor, los demás desaparecen, los carros, las personas, sólo siento mi corazón acelerado como un tren, pum, pum, pum, está vuelto loco, además de mi respiración incontrolable. Portillo en busca de algo en mí, aunque no sé qué con exactitud, está loco, eso sí.

—¿Qué demonios quieres? ¿qué buscas aquí? —escupo con la mirada amenazante, pero a un hombre tan imponente como este, poco le importa. De pronto, otros dos escoltas aparecen como si fueran los hombres de negro, uno incluso lleva un fusil M16, todos mirándome como si esperarán la mínima preocupación para coserme a plomo, «Estoy en desventaja, no mamen»

—Una cita contigo... —dice con burla y bufo incrédula—. Tengo muchas cosas para decir, como, por ejemplo, discutir como casi me matas en mi hacienda.

—¿Una cita? ¿crees que cumpliría sabiendo que eres un traficante de mierda? —replico con resentimiento—. Es una trampa mortal, ¿me crees tonta?

—No te veo como tonta, al contrario, hay que ser muy inteligente para llevar una doble vida —presume porque él también la lleva un así—. Te necesito... ¿Y si logro ayudarte a destruir a la Boss?

—¿De qué coño hablas?

—Aleksandra es una demente lunática, está fuera de control y tiene en su poder dos sustancias especiales...

—El Hipnos y el Tánatos, aparte de los dioses del olimpo, dime algo que no sepa.

—Vaya, estás muy bien informada, como para ser la oveja negra de la familia. Tienes un espía dentro de La Hermandad, te he pillado —se carcajea como si el lunático fuera él—. Claro, ella lo dijo, hay un sapo entre sus filas, pero espero no lo encuentre, está furiosa, es capaz de cualquier cosa.

—¿Qué te importa eso? ¿por qué quieres traicionar a tu socia favorita? Es absurdo y suena a trampa mortal... ella te envió, ¿verdad? Eres un maldito esbirro que...

De pronto se me avecina tomándome del cuello para estrellarme contra el auto más próximo con tanta fuerza que me saca el aire, dejándome aturdida por unos momentos. La alarma del auto suena con el impacto y llama la atención, pero para mi desgracia, no hay nadie por aquí, aunque Nicolás debe estar a punto de regresar. Él se me acerca hasta dejar su boca contra mi oreja.

—Ya no es una petición, es una orden —dice, mientras me asfixia y podría defenderme, pero sus escoltas me apuntan directo a la cabeza, un movimento en falso es igual a muerte inmediata—. Hoy, veinte horas, Balbina Restaurant, no faltes o voy a decirle a tus Generales que tienen la semilla del mal en su interior... según vi en las noticias del medio día, buscan a Kattleya como si fuera el fin del mundo.

Sólo entonces me suelta un poco, aunque aun tiene su mano alrededor de mi cuello, porque de pronto lo acaricia con delicadeza asqueándome por completo. Es increíble como puede pasar de la agresividad absoluta a esto; sin embargo, no me hará temblar jamás, si no peleo de vuelta es porque tengo a sus escoltas dispuestos a dejarme como colador si siquiera intento rasguñar a Portillo.

—¡Suéltala! —grita de pronto Nicolás a mi izquierda, mientras se acerca con el arma de dotación en la mano—. ¡Ahora, aparta tus asquerosas manos de ella!

—Muchachos, apunten...

—¡No! —exclamo con desespero—. Está bien, a las veinte, pero déjalo en paz.

—No faltes o sabrás lo que significa estar en la lista del cartel Portillo.

«Malnacido infeliz, te mataré» pienso para mis adentros con una promesa, este infeliz jamás se saldrá con la suya, de mi cuenta corre meterlo en la prisión subterránea Praetor. Camino hacia Nicolás con tos aún, provocada por el agarre fuerte y le quito la pistola de las manos.

Portillo y compañía dan media vuelta y se marchan en un convoy de camionetas negras marca Toyota, por el subterráneo del centro comercial hasta desaparecer.

—¡¿Qué demonios pasó?! ¡¿qué quería ese hijo de la fregada?! —exclama Nick cuando le entrego el arma y la mete en la piernera—. ¡Tienes una pistola! ¿por qué no le volaste la tapa de la cabeza? Nada más mira cómo te dejó, te saldrá un moretón.

—Ellos estaban armados y eran más, estaba sola, no me podía exponer, porque no quiere matarme, lo dejó claro... me ofreció ayudarme a terminar con la Boss —escupo al caminar hacia dentro, en busca del café a donde iremos, lo buscamos por internet y lucía hermoso.

—¿Te hicieron algo más? vi cuando te toqueteaba, ese cabrón malnacido, tuvo suerte, le hubiera disparado en la cabeza si no me hubieras detenido.

—Y ahora estarías camino al hospital o muerto, él no lo vale, no iba a lastimarme. Me necesita para acabar con Aleksandra.

—Busca qué le vas a decir al Comandante, porque es obvio que algo te pasó —comenta al revisarme de cerca con el ceño fruncido—. Es capaz de ponerse en pie con todo y costillas rotas a partirle la madre a Portillo.

—No puedes decirle, no conoces sus alcances, desfiguró a punta de golpes y tiros a quien me golpeó el otro día, no quiero imaginarme qué hará si nota esto.

—Lo notará, no lo dudes —responde cuando encontramos el lugarcito—. Ese hombre le da importancia en ti, hasta una rotura de uñas.

—No puedo, está incapacitado —replico cuando pedimos una mesa y nos llevan a la terraza. La tarde está despejada, el viento corre y el sol calienta un poco, es perfecto para hablar tranquilos.—. Y no quiero mentirle, me maquillaré y...

—Ni madres, Krystel, él lo sabrá... dile que fue un ladrón, así no tendrás que decirle hasta que esté recuperado, porque si se da cuenta que quieres ocultar eso en tu cuello, se enojará contigo —me dice al sentarnos y pedir la carta, fuera el ruido del ajetreo es menos, pero se escuchan los ruidos de la calle.

—Es buena idea... como sea, ya no hablemos de eso. ¿Qué quieres saber?

—Todo, primor, todo, empieza con tus padres.

Acepto y me pongo en la labor de contarle cada parte de mi vida, mientras pedimos una botella de vino tinto, pasabocas y algo más fuerte, allí me explayo, estamos en la mesa más alejada de la entrada y cerca de nosotros no hay nadie, por ello puedo desahogarme sin problemas, le hablo de las torturas con serpientes, el abuso sexual, las palizas y los latigazos, le hablo de los tratos que hacía para que no tocaran a Caro y de una vez le digo su nombre real: Kamelia.

Le confieso todo, las tristezas, los miedos, las angustias, es como necesitara sacarlo de mi sistema o me envenenaré tarde o temprano. Es como si me quitara un peso de encima, Nicolás siempre ha sido mi confidente, a nadie le tengo tanta confianza como para contarle todo esto, aunque lo haría con Samara, pero no sé cómo reaccionaría ella. No creo que muy bien, según vi en el comedor.

Acabamos la botella en medio de mis lamentos sobre como ese evento fue el que dañó el corazón de mi madre, desde eso no ha vuelto a ser la misma, ni física, ni emocionalmente, abandonar a parte de sus hijos la destruyó, es diferente ahora, porque jamás los ha olvidado, sobre todo porque dejamos de recibir noticias suyas desde hace un años y medio, ni siquiera Damien sabe de su paradero, él cree que los tienen en complejos de investigación.

¿Para qué? No lo sé en realidad, tal vez como experimentos genéticos, o son cobradores al servicio de la Boss, al menos esas son las teorías que hay entre él y yo, no sé si habrá otras verdades al descubierto. Le cuento de la búsqueda de la Boss por mi hermana, porque quiere venir por ella, quiere hacerla su sucesora porque conmigo no pudo y lo sabe, ya este tronco no se torcerá, pero Caro es diferente, es dulce e inocente, más fácil de moldear.

Esa mujer lo sabe, por ello quiere manipularla, pero no la dejaré, aunque al final termine haciendo otro trato con La Hermandad para protegerla, claro, es el último en los planes, pero barajo la posibilidad con anticipación, después de todo, hablamos de la sociedad más sangrienta en Rusia después de La Bratvá, todo es posible y todo se debe hacer para cortar de raíz el problema.

Además, le cuento sobre el papel de Richi, siempre fue el mejor amigo de mamá siempre, estuvo enamorado de ella desde chicos, pero Aleixandre fue quien se la llevó, la alejó por una relación que la consumió, tóxica y dominante de la que sólo notó hasta muy tarde. La atrajo a un mundo oscuro sin advertirle nada, de la mafia, la sangre, las balas, los tratos fraudulentos y las cuentas por cobrar.

Cuando se dio cuenta, estaba en el fondo del peñasco sin ayuda para salir, con cuatro hijos pequeños, pero planeó muy bien su escapada. Esa noche había pedido un auto para "llevarnos a dar una vuelta al pueblo" entonces le dijo al conductor que la ayudara con algo dentro, mientras nos subía a Caro y a mí al auto, había preparado dos maletas días atrás sin que nadie lo notara, pero cuando estaba a punto de subir a Antuan y Anthony, el empleado regresó, pero no solo.

—¿Entonces la descubrieron en el acto? —pregunta Nick con asombro—. ¿Por qué la dejaron ir? ¿con quién venía ese hombre.

—Venía con tres hombres de Aleixandre, nos sé si la habían descubierto antes de vernos, pero venían en chinga hacia nosotros con armas en las manos, creo que no dispararon por tener a los niños en el campo, pero si corrieron a detener a mamá, ella sin pensar claro en realidad, se subió al asiento del piloto y aceleró —comento con la mirada perdida, mientras sigo hablándole.

—¿Y qué les pasó a los niños?

—No sé, Nick, sólo recuerdo verla llorando en el camino, aunque en su momento no supe porqué hasta años más tarde, luego llegamos a un pintoresco pueblito, donde cambió de auto porque el de La Hermandad tenía rastreador, Richi se la esperaba ahí con una gorra y gafas de sol, aunque fuera de noche. Todos nos fuimos en un bus desde la terminal del pueblo hacia Ucrania porque estábamos en un borde fronterizo.

Luego de eso nos movimos los cuatro juntos hasta llegar a Reino Unido, el primer lugar donde echamos raíces, pero no por mucho, sólo podías quedarnos un máximo de un año y eso ya era mucho tiempo. Crecimos en medio de viajes y del trabajo remoto de mamá con una identidad falsa, siempre fue financiera y economista, por eso manejaba las inversiones en la bolsa incluso durante su relación con Aleixandre.

En todo caso, Richi nos ayudó en todo momento, aunque ya para entonces estaba casado, sin hijos hasta el momento, pero su esposa nunca ha gustado de nosotros, porque nos priorizó al ser mi madre el amor de su vida desde siempre, eso sumado a su trabajo en la UTCCO, no le dejaba mucho tiempo a su matrimonio; sin embargo, duraron años así, hasta hace muy poco se separaron.

Su mujer se hartó de ser la segunda y lo echó de casa, mandándolo a vivir con mi madre. El escándalo llegó hasta la base entera, por eso mamá quedó como la tercera en discordia, cuando siempre rechazó a Richi por su matrimonio, aun cuando también se enamoró de él con el paso del tiempo y devoción por parte de él. Finalmente, le cuento a Nick que las mudanzas se detuvieron luego de salir del secuestro, aunque no sé qué pasó.

Sólo nos soltaron sin dar explicaciones, al menos no a mí, a veces me suena a que mamá hizo una especie de trato y por eso nos liberaron, aunque no lo he podido comprobar jamás.

—¿Qué crees que pasó? —pregunta él cuando pedimos otra botella de vino y más bocatas—. Con tu madre, digo.

—No sé, tengo la teoría de que ofreció algo a cambio de libertad o los amenazó con una cosa gruesa, pero algo sucedió, esa liberación no fue porque sí, nos tenían, podían matarnos, podían torturarnos el resto de nuestros días, pero no lo hicieron, fue por algo, no por la bondad de sus almas podridas —respondo al pasar el dedo índice por el borde de la copa de forma distraída.

—¿Qué podría darles tu madre a La Hermandad? Ella no se quedó a trabajar allí, ni trabaja para ellos desde aquí, más bien los chantajeó.

—No sé Nick, hay un asunto turbio en esto y me preocupa, ¿y si mamá hizo algo ilegal? ¿si la buscan las autoridades? Su corazoncito no lo aguantaría —me lamento con lágrimas acumulándose en mis ojos, hasta derramar un par—. Por ella me entregaría a La Hermandad.

—Jamás, ni lo pienses, Aleksandra te destruiría —exclama con tono preocupado—. Eso no es opción... lo arreglaremos, ¿vale? Mejor cuéntame sobre quién está de tu parte en La Hermandad, es obvio que tienes ayuda.

—Mi primo segundo, hijo de una tía de mi padre, se llama Damien, es bioquímico en los complejos de investigación.

—¿O sea que él creó los Dioses del Olimpo?

—Ellos, tiene una hermana melliza, se llama Vasilisa, es igual bioquímica, pero ellos se basaron en una investigación que hizo la madre de la Brigadier Fox.

—¿Isabella? ¿de verdad? —replica sorprendido como yo lo estuve cuando me enteré de eso.

—Sí, su madre fue un genio y creo que la mataron por proteger secretos en su investigación. En fin, Damien fue el único que me mostró piedad en el secuestro, me curaba las heridas, me daba agua y alimentos, quiso impedir que Oleg abusara de mí, pero fue retenido por los guardias. Es el único de la estirpe Sokolov a quien no mataría —murmuro cuando llega más comida, montaditos de jamón serrano con pan tostado y aceitunas.

—¿Y que investigó?

—Compuestos secretos, pero escondió el final de la investigación de sus jefes, la desapareció de la faz de la tierra, aunque Damien cree que no la destruyó, sino que la entregó a alguien, un tercero a quien no han descubierto en veinte cuatro años.

—Vaya, era un genio de verdad —admite al beber de su copa—. Es una lástima su muerte.

—Asesinato sin piedad, mejor dicho.

—Bueno, ¿y tu hermana sabe que la Boss la persigue? —pregunta con curiosidad—. ¿Está avisada?

—En realidad no, ella es muy nerviosa, ni mamá tampoco lo sabe, no quiero ponerla mal, ya tiene suficientes angustias en su vida, pero la tengo vigilada... hay algo que no sabes aún —comento con ganas de sacarlo también—. No actúo sola, tengo un ejército Hassassin que me ayudan a operar, estamos unidos contra ellos.

—Okey, ¿ellos te sirven sin más? ¿saben quién eres en realidad? tus dos vidas, digo.

—Lo saben todo y...

De pronto, escuchamos un helicóptero por encima de nuestras cabezas y espero ver el logo del noticiero que cubra el tráfico, pero no, dejan caer cuerpos por el borde, dos de estos caen en la terraza, estrellándose contra el suelo como un globo de agua, salpicando sangre por todas partes, uno de esos cae en nuestra mesa, mandando a la chingada todo en esta.

Como no debería ser novedad, van vestidos de militares.

El trasto avanza y deja caer más cuerpos que, si no están muertos, lo estarán pronto por el golpe. En cualquier caso, los dejan caer como maniquíes unos tras otro y cuando me pongo en pie para asomarme por el borde los veo estrellarse contra los autos, el pavimento y las personas.

«Mierda, puto asesino de mierda» todos en el café empiezan a gritar aterrados porque no somos los único con un cadáver frente a nosotros, por eso me pongo en pie y saco mi placa de la ETAN.

—¡Soy de la UTCCO! ¡nadie toque nada! —exclamo al acercarme a los demás cuerpos y los veo por encima para saber si parecen del asesino y sí, las mismas marcas en el cuello y en uno quien cayó con los brazos abiertos, veo la marca del atizador. Los forenses sabrán si lleva la misma cita de la biblia.

Nick y yo alejamos a todos, mientras tratamos de evitar las fotos, pero estamos en pleno 2020, todo se viraliza con la facilidad de un incendio forestal, más las cosas morbosas como estas, porque el ser humano se ve atraído por el encanto de la muerte, y la sangre de forma inevitable.

Hago la pertinente llamada para avisar al General Maddox quien mete el grito en el cielo, casi dejándome sorda, pues, en teoría, no debimos salir, pero le pagamos bien al de la puerta la verdad. De inmediato mandan efectivos del Comando de Policia Infiltrada Praetor división forense, para levantar los cuerpos.

No tardan ni treinta minutos en llegar armados hasta los dientes y algunos con el traje especial de criminalística, me asomo por la barandilla y veo a más en la calle en las mismas condiciones, mientras detienen el tráfico para hacer la tarea sin peligro a ser arrollados.

La escena es dantesca, los cuerpos pálidos parecen títeres lánguidos sobre la mesa y el piso, bañados en sangre, aunque no creo que propia, o quien sabe, el enfermo ese es capaz de todo. Me acerco por un lado para ver el procedimiento, mientras un agente me pregunta qué pasó, entonces le relato lo sucedido con el helicóptero.

Me cuenta que hubo incidentes parecidos hace una hora, en dos locaciones distintas, ahora su juego es lanzar cadáveres por el borde, hay que ser asqueroso para hacer algo así, además de un maldito inhumano que no siente ni padece. Me pide estar en la reunión que tendrá más tarde en la base y acepto estar ahí.

Los forenses empiezan la labor empezando con fotos judiciales, para luego recoger residuos, mirar patrones de sangre y empezar a hacer teorías de lo ocurrido antes de ser lanzados. Pronto nos piden despejar, por ello Nick y yo nos vamos hacia el estacionamiento, por ello no tardamos en estar en camino y por todo este, Nick no deja de decir que no debo ir a la cita, pero todo está en riesgo si no lo hago, incluido él.

En cuestión de cuarenta minutos estamos de entrada a la base, una vez allí me entra otra llamada de Maddox quien me exige estar en la sala de juntas 502 del edificio A, por eso vamos directo a la zona administrativa. Pronto descendemos del vehículo y vamos al elevador, por donde subimos hasta el quinto piso, donde están las salas audiovisuales Praetor en estos edificios.

Una vez allí, encuentro a Isabella, Isaac, el psiquiatra forense que trabaja para ellos, Álvaro, el General Volkov, el General Maddox y Tomás quien está al otro lado de la mesa, además de unos cuatro agentes de Policía Infiltrada. Todos saludan cuando entramos, para sentarnos a recibir los informes del equipo de campo, pues ya han enviado las tomas de las fotos, listas para análisis.

Maddox toma la palabra para indicarnos que con ese, fueron tres los incidentes de hoy; sin embargo, los otros dos fueron acompaños por bombas, justo en el sitio donde íbamos a tener el operativo, por eso fue cancelado, porque recibieron la alerta a tiempo. Ponen las fotos en la pantalla interactiva que ocupa casi toda la pared y allí podemos ver de cerca las heridas.

Como ya es costumbre, tienen una marca de ahorcamiento en el cuello, una quemadura en el antebrazo derecho y si todo es como en los anteriores cuerpos, tendrán líquido en los pulmones, pues no le basta asfixiarlos con lo que sea que les pone en el cuello, también debe ahogarlos.

Pasan las fotos y son igual de horribles que las demás, la forma más espantosa de muerte, y lo digo yo, una descuartizadora serial, porque no sólo los mata, los deshumaniza, aunque yo no hago nada diferente; sin embargo, los Sokolov lo merecen, las víctimas de este hijo de la chingada no.

Los muertos son soldados y agentes modelos, tal vez un par de multas de tránsito, pero ni investigaciones pendientes o líos con la justicia; en cambio, las muertes por mis manos le quitan una mierda al mundo, por lo menos, aunque no quiero justificarme, no soy mejor que este tipo. De igual forma, no tenemos sangre sino hielo en las venas.

Vemos la quemadura del atizador y algunos con apocalipsis 20:10:

"Y el diablo que los engañaba fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde también están la bestia y el falso profeta; y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos"

Otros vienen con Job 16:13:

"Con su soplo se limpian los cielos; su mano ha traspasado la serpiente huidiza"

Mateo 13:49: Así será en el fin del mundo; los ángeles saldrán, y sacarán a los malos de entre los justos.

—En resumen, tres marcas determinantes —empieza Álvaro—. El cuello, la quemadura y el agua en los pulmones, además de ser todos militares desaparecidos, además tenemos citas bíblicas sobre el fin del mal sobre la tierra... apuesto por un hombre con traumas infantiles con una figura de autoridad, muy seguramente militar, con un historial de abuso por parte de este, además de una formación católica.

—Yo tengo una pregunta —Nick habla al terminar el doctor—. ¿Por qué todo eso? Me refiero a las tres marcas, si los asfixia con qué sé yo, un alambre, ¿por qué meterlo al agua?

—De hecho, es al revés, el agua tuvo que entrar a los pulmones por vía aérea, o sea, estaba con vida, luego hace las marcas en el cuello en postmortem...

—Es la triple muerte celta —escucho la voz de Klaus, quien viene con la enfermera en la silla de ruedas, lleva un jean negro con una camisa de manga corta de botones y mangas arremangadas, esto deja ver sus tatuajes, la verdad se ve muy guapo—. Estuve investigando. No sé cómo no lo noté antes.

—¿Qué hace aquí, Comandante Roux? No ha pasado ni un semana desde que casi se muere —pregunta Maddox aunque no parece—. ¿Y por qué dice que no lo notó antes?

—Me enloquezco en casa, General, no estoy hecho para eso... al menos puedo ser útil dando ideas, pero no me envíe de regreso —pide Klaus con pesadez, sé que no le gusta pedirle nada a Maddox—. Y digo que recordé algo que a mi hermano le gustaba desde siempre: la mitología celta.

—Tiene razón, Comandante, la triple muerte celta —repite Álvaro y abre las fotos de nuevo—. Asfixiados, quemados y ahogados.

—¿Alguien me puede explicar de qué hablamos? —pregunta Isaac—. ¿Qué tienen que ver los celtas aquí?

—Los celtas tenían rituales a sus dioses como los Incas y los Mayas, hacían sacrificios cuando los querían complacer como se ha visto en muchas sociedades antiguas, la muerte triple es un ritual en donde se adora a Teutates, Esus y Taranis, con el fin de que le concedieran favores —explica Klaus y lo veo más guapo al ser intelectual.

—Eran Europeos, ¿no? —pregunta de vuelta Isabella—. ¿Qué haría un latino adorando dioses celtas?

—Tal vez apuntamos al costado equivocado, tal vez no es de América, tal vez vino de alguna zona en donde estuvieron los celtas, porque fue practicado desde la Edad del Hierro hasta la Edad Media, y durante este tiempo dejó huella en el imaginario popular y en narraciones como la Crónica de Enrique de Livonia, la Crónica de Néstor, De Bello Gothico de Procopio, la leyenda de Santa Marina de Aguas Santas, Agamenón de Esquilo o el Libro del buen amor del Arcipreste de Hita —responde Klaus al acercarse a la mesa.

—¿Y dónde está su hermano? Le debemos averiguar esto —sonríe un agente allí, pero se le borra la felicidad al ver nuestras caras—. ¿Qué sucede?

—El hermano del Comandante Roux desapareció sin dejar rastro hace diez años —explica Maddox, mientras mira a Klaus como si esperara una reacción violenta de él, porque todos saben que no se puede hablar de Kai.

De pronto, un pensamiento aleatorio se me cruza por la cabeza, no sé porqué, sólo se aparece en mi cabeza, una sospecha insana que no puedo compartir con Klaus: su hermano encaja en el perfil del asesino.

De entre veinticinco años, europeo, está desaparecido, Klaus, Kai y Kassandra tuvieron formación religiosa, además tendría la ferocidad de los Roux. No se sabe de él desde hace años, eso deja una gran brecha de dudas porque no lo creen muerto, pero ellos querrán estarlo si esto resulta ser cierto.

Desvío la mirada de Klaus con incertidumbre, no quiero que note algo raro, porque mi expresión facial habla por mí, no hay de otra sino fingir, al menos hasta poder comunicarme con Damien y Malek e iniciar una investigación entre mis Hassassin y yo, aunque no tengo idea de cómo se lo diré a Kass, mucho menos a Klaus.

—Oh vaya, lo siento mucho —se disculpa el agente—. ¿Entonces qué puede suceder? ¿Quién es este tipo en realidad?

—Bueno, los agentes revisan a ver si hay huellas, pronto lo sabremos, por lo pronto podemos ubicarlo como alguien aficionado por la mitología celta, estos incluidas las zonas centrales y occidentales de Europa, Francia, parte de España, Portugal, entre otros.

«Mierda, otra coincidencia, franceses»

—Por lo pronto, revisaremos las grabaciones de un helicóptero de las noticias que dice haber tomado videos del helicóptero de donde cayeron los cadáveres, lo siguieron una vez lo notaron, pero empezaron a disparar, así que seguiremos su pista a través de las cámaras de los edificios más altos por donde pasaron —comenta Isabella—. Al parecer se dirigieron a las costas por su camino hacia el oeste, esperamos encontrar alguna muestra de su llegada o alguna pista. Saldremos Isaac y yo con el Alfa-Escorpio.

Menciona al nombrar a su escuadrón, el mejor de Operaciones Especiales del Consorcio.

—Sí, haremos búsqueda y captura si es posible, les mantendremos informados. Debemos irnos, tenemos poco tiempo —responde Isaac al ponerse de pie—. Vamos, Fox, debemos ver al niño antes de irnos.

—¿Puedo ir con ustedes? —pregunto y de pronto Klaus empieza a toser.

—No, Capitana, la prefiero en la base —responde Maddox—. La necesito descansada para la salida de mañana.

—¿Cuál salida de mañana? —en ese momento los Brigadieres se despiden para irse.

—Hay un operativo de extracción de rehenes mañana, en un punto de expendio, es hora de encontrar a los malditos dioses del olimpo, serán dos pájaros de un tiro —replica al empujar por la mesa de cristal un expediente hasta llegar a mi posición—. Irá con la India-Fox completa, como madre de la misión... Y usted, Roux, no intente ir aunque sea en auto, o lo relevaré por más tiempo de su cargo aunque se recupere pronto.

—¿Yo qué he dicho? —replica Klaus en un refunfuño—. No dije una sílaba.

—Pero lo conozco, lidio con usted desde que entró a la UTCCO.

—No voy a ir, pero podría ir a la sala de control durante la misión, o me pone a hacer algo, no me deje en casa, voy a salir loco de esas cuatro paredes, si no fuera por mi hija, hace rato estuviera loco —espeta Klaus—. Hasta diré por favor.

—Está bien, pero me va a firmar un papel en el que me asegure que, si le pasa algo, es su responsabilidad, usted está incapacitado, si sufre un accidente laboral puede demandarnos —expone Maddox.

—¿Demandarlos, General? —responde él extrañado—. Como sea, es mejor que estar convirtiendo oxígeno en dióxido de carbono.

La reunión no tarda mucho más, entonces salimos para dejar a los Generales a solas, Klaus se adelanta con Karina al empuje de su silla de ruedas, pero me hace una seña para que lo siga.

Por eso unos diez minutos después lo hago, encontrándome con ella en la puerta pues ha terminado su jornada, pronto vendrá la enfermera de la noche, al entrar a la casa Pau parece estar en clases porque me mira desde el comedor frente a su tablet y me hace señas.

Catalina nos prepara café y nos lleva a la cama donde ya está recostado Klaus con almohadones atrás de su espalda para dejarlo sentado.

—¿Cómo te fue? —pregunta con una sonrisa, aunque no puedo disimular, tanto lo de Portillo como lo de Kai.

—Bien, en general.

—¿Qué tienes? Te veo rara —dice Klaus al beber de la taza—. ¿Debería preocuparme?

—Nada, cariño, estoy cansada y...

—¡¿Qué demonios te sucedió en el cuello?! —exclama espantado, Nicolás tenía razón, lo notaría muy fácil—. ¡¿Fue Ángel?!

—No, Klaus, tranquilízate, no puedes culparlo de todo —reprendo al sentarme a su lado, mientras pienso si debería decirle la verdad—. No fue él, no lo he visto en días.

—¿Entonces?

«La verdad, si la descubre por sí solo, te joderá la relación» murmura mi conciencia.

—Necesito que estés tranquilo, porque no puedes alterarte... —comento de primero y él insiste—. Fui a comer con Nick, entonces él fue al baño y... de pronto apareció Portillo de la nada, como un pinche fantasma y... después de discutir me tomó del cuello y me estrelló contra un auto.

—¡Voy a matar a ese hijo de la gran puta! —grita con fuerza, pero alcanzo a evitar que se incorpore de golpe—. ¡Déjame, voy a por él!

—¡No, prometiste estar tranquilo! Tranquilízate o no te diré nada más —reclamo al sostenerlo, aunque no sé si decirle lo de la cita, ya se tomó mal esto, es capaz de ir a buscarlo, aunque se le descosan los puntos—. Vamos, recuéstate, todo estará bien.

—¡¿Qué quería?! ¡¿por qué te agredió?!

—Dijo haberme descubierto, que fui yo quien casi lo mata en su hacienda... por eso, pero no dijo nada más —decido ocultarlo por su bien, igual no puedo decirle nada de Kattleya Sokolov, será mejor esperar—. Sólo me queda esperar.

—Voy a ponerte escolta, no irás sola a ningún jodido sitio de ahora en adelante.

—¿Escoltas? ¿estás loco o sólo dopado por medicinas? —exclamo asombrada por sus implicaciones—. Vamos, Klaus, no estoy hecha para ser custodiada por alguien más.

—¿Adivina qué, Sánchez? No me interesa si estás o no hecha para eso, Portillo es el líder del cartel más peligroso de Sinaloa, ¿o lo olvidaste? Tiene tratos con la Boss Sokolov.

Cuando voy a responderle, entra Paulina a saludar, está emocionada de tenerme ahí, por eso me cuenta todo de su vida y me invita por un helado a la cocina, aunque pregunta porqué en la mañana debió salir a buscar eso afuera, cuando lo tenía en casa, no se le escapa nada a esta pequeña, pero esta mañana no había de otra, su padre y yo estábamos muy ocupados.

Allí Catalina nos trae palomitas de maíz y tenemos un momento como si fuéramos una pareja con una hija, y de pronto temo perderlo todo como nunca antes porque ahora tengo más que perder: a Klaus y su pequeña y eso me da pánico, mucho más que cualquier otra cosa a excepción de perder a mi familia.

Pau le tira una palomita a su padre, quien le responde y me lanza una a mí, así terminamos en un guerra de palomitas y tomo a la niña para hacerle cosquillas, su risa es como un alivio para mi tensión en medio de toda esta situación con portillo, ella es una alegría para mí, por eso no quiero soltar a ambos, aunque algo me dice que tendré que hacerlo tarde o temprano, mi doble vida así lo dicta.

Todo queda hecho un desastre de palomitas y sólo puedo pensar en quién demonios lo va a limpiar, Catalina supongo, aunque Klaus me ha dicho que no le pone responsabilidades de más, sólo cuidar de la niña.

Creo que mañana vendrá una empleada. Entonces ella refunfuña un poco porque Ivanna la ha estado molestándola, insistiéndole en que hable con Klaus de ella, en una maniobra rastrera, apenas lo puedo creer, tratar de manipularlo con su hija es de lo peor. Pronto son las siete de la noche y Catalina le sirve la cena a ella.

—Debo irme, linda, estoy cansada —le digo aunque es mentira, sólo debo ir a ver al maldito de Portillo—. Vendré mañana.

—¿Por qué? no hace mucho que llegaste, eres la novia de papá, algo así como una mami para mí, mami Krysti —exclama con normalidad, aunque nos deje a Klaus y a mí pasmados.

—¿Por qué dices eso, Pau? ¿de dónde lo sacaste? —le pregunta él.

—No soy tonta, papi, los he visto besarse y agarrarse como lo hacen los novios.

—No se te escapa nada, ¿no? —dice Krystel—. Bueno, Klaus y yo...

—¿Son amigovios? —concluye extrañándome aún más, pero hasta resulta cómico, tiene las antenas a todo dar para escucharlo todo—. No amigos, no novios.

—¿Y a ti quién te enseñó tanto? —digo con media sonrisa.

—Internet... —dice aunque yo no le doy acceso a las redes; sin embargo, sus amigos sí las tienen y de seguro se las han mostrado.

—Maldito tik tok —espera Klaus, aunque con diversión—. No somos amigovios, Pau, somos novios, sin más, ¿vale? Pero lo de ser tu mami, pues eso no lo sé.

—¿Cómo no vas a saber? —pregunta la niña al ponerse de pie en la cama—. Tú lo sabes todo.

—¿Me querrías como tu mami? —pregunto al tomarle la mano, entonces asiente con emocionada—. Bueno, preciosa, entonces sí soy tu mami.

De pronto se pone de rodillas y viene hacia mí para abrazarme, eso me llena los ojos de lágrimas de emoción, porque jamás pensé encontrar algo así, menos cuando pensé que Klaus sería una noche más. Al verlo en ese club, el corazón se me aceleró, jamás se lo he dicho, pero fue como un faro en la costa.

Lo miré desde el primer segundo, pero jamás pude imaginar todo esto, aunque me alegra tenerlos, han llenado un vacío en mi corazón del cual no era consciente hasta su aparición, por eso le devuelvo el abrazo con fuerza. Entonces Catalina la llama de nuevo para ir a cenar por eso sale de la habitación.

—Oye... no quiero comprometerte, lo de ser la mamá de Pau, parece prematuro —dice él cuando ya la niña no puede escuchar.

—¿No te gustaría a ti? —pregunto al acariciarle el pelo de ébano.

—No es por mí, es por ti, tal vez no quieras hijos, no lo sé, no hemos hablado de eso y de pronto te ves en la responsabilidad de...

—No lo veo así —lo interrumpo al darle un beso—. Es un honor para mí que Paulina quiera tenerme como mamá. Quiero una familia, Klaus, no te lo había dicho para no espantarte, porque muchos hombre corren al mencionar algo así, pero sí lo deseo y mucho, no es una responsabilidad obligatoria, amaría formar una familia contigo, aunque suene prematuro y loco, porque lo suena...

—Yo también quisiera eso contigo, no importa como suene o qué digan los demás, ha pasado suficiente tiempo para saber que quiero estar contigo y no sólo como pareja, sino como familia.

Lo beso ya sin temer ser vistos porque ella ya lo sabe. Quisiera quedarme, pero debo marcharme y quien sabe si regresaré.

Al menos, me puedo despedir.

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KLAUS

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