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Capítulo 4- La sangre de la mafia



DEDICADO A: Zely_Sequera QUIEN SIEMPRE QUIERE MÁS DE ESTA HISTORIA. ¡MIL GRACIAS POR EL APOYO A TODOS MIS PROYECTOS!


Capítulo 4

La sangre de la mafia

"Yo no tengo enemigo, ellos me

Tienen a mí"

Anónimo

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Kattleya Sokolov camina de lado a lado por su habitación, sus pies tocan tierra extrajera, mientras piensa en como ejecutará sus próximos movimientos, es sagaz, astuta y sobre todo la sangre que le corre por las venas está encendida en maldad, una malevolencia hirviente en su cuerpo como un volcán activo y su magma destruye todo a su paso, suelta su cabello ante el dolor de cabeza aquejándole, este le cae hasta las caderas en capas onduladas, mientras el pensamiento de sentirse perseguida cada vez más se hace presente, siente a los lobos rastreándola, está segura de que le han fotografiado en su última reunión en el bajo mundo, un instinto se lo grita desde el interior, tiene un sexto sentido desarrollado, mismo le ha permitido escapar en cada una de las ocasiones necesarias, un instinto tal vez por su malsana sangre que le otorga un lado cruel intrínseco a su persona.

Es una escapada había cumplido otro objetivo con satisfacción y eso en medio de todo la tiene exaltada. La adrenalina le corre por las venas aún, no la deja descansar en paz porque ha empezado una especie de frenesí, una sed de sangre Sokolov insaciable, sólo se calmaría una vez aquella estirpe maldita desde su primer miembro fuese exterminada, aunque suele compararlos con cucarachas dada su resistencia; sin embargo, ante una brutalidad como la suya, casi igual a la Boss, no hay quien pueda contrarrestarla.

Sus pasos se vuelven más necesitados, las ideas sobre sus planes pululan en su mente inquieta, brillante para estrategias y sangrienta para la venganza, es de esa manera como ha alcanzado tanto, no ha sido su tachado apellido, sino su personalidad misma, esta le ha permitido tomar el poder de su propio ejército, los Hassassin(1)* en busca de contrarrestar la fuerza de su familia, aunque el mundo la piense a cargo de la distribución de drogas, la realidad es solo una: no puede estar más alejada de ese mundillo de La Hermandad, en lugar de administrar los puntos donde venden drogas, arrasa con estos como si fuera una plaga para erradicar sin piedad, no les tendrá consideración ni a ellos ni a sus colaboradores, cualquier nexo con los Sokolov es igual a muerte.

Odia la sangre en sus venas, si pudiese se la drenaría para cambiarse a otra menos letal, pero es aquel mal origen lo que le da las herramientas para acabar con todo sin pararse a pensar en las consecuencias, la bestialidad de su apellido la lleva a hacer atrocidades sin quitarle el sueño, mata, cercena, descuartiza sin siquiera inmutarse y le produce placer eliminar de una existencia malvada a todo aquel involucrado al mando directo o indirecto de Aleksandra Sokolov.

La imagen de la Boss le produce una ira burbujeante, los sentidos se agudizan ante su mera mención como si estuviera programada para pelear contra ella, aunque no fuera la causante de todo lo sucedido, pues era su padre quien estaba en el poder provisional, pero ahora ella los representa y la víbora se mata al cortar la cabeza de la misma; sin embargo, esa mujer, tan poderosa como mortal, es como una hidra, al cortarle una, salen dos y al cortar esas dos salen cuatro,

Kattleya es llamada "La Duquesa" y Aleksandra Sokolov "La Boss", su enfrentamiento será mortífero, pero ninguna de las dos partes está dispuesta a perder.

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España

Navacerrada, Madrid

Base de la UTCCO

KLAUS

El resto de la tarde Kassandra y yo acabamos el papeleo, por ello caminamos hacia el aparcamiento para irnos a casa, su prometido la espera, Antonio es un buen hombre, luego de la putada que Ángel le hizo a mi hermana, la llegada de él ha sido como el pegamento que volvió a unir pedazos rotos por un hombre sin valor centrado en joder a cuanta se le atravesara, no dudo que lo hecho a Kass, lo hizo con otras porque la maldad es un gen presente en su mente distorsionada, pero si bien yo también tengo una cara oculta bastante oscura, no sería capaz de hacer semejante canallada. Vamos por los caminos despejados, a estas partes les retiran la nieve empujándole hacia los lados, por ello está libre.

Un abrigo blanco cubre el resto del suelo dándole un aspecto de perfección y tranquilidad pues la nevada hace a todos correr haca dentro a buscar calefacción y chocolate caliente ante el viento gélido que corre de forma casi agresiva, si se expone demasiado puede quemar las mejillas, además se mete por cada recoveco de la ropa para poner los vellos de punta. Unos metros antes veo a Ángel, está sentado en la entrada del edificio residencial B con un cigarrillo entre los dedos y los ojos llorosos y no me importa, pero me siento en la necesidad de saber si es por ella, cotilleo, en pocas palabras.

Kassandra no lo ha visto, va en una llamada muy entretenida, apenas me pone atención cuando le digo que se adelante, entonces camino hacia allí con las manos enfundadas en guantes en los bolsillos del chaquetón sobre mi cuerpo.

—¿Qué cojones te pasa? Pareces un borracho fumador a quien su esposa lo echó por no llegar a dormir —pregunto sin delicadeza.

—¿Qué te importa? nunca te ha interesado mi vida, somos enemigos casi —«No me interesa una mierda, quiero saber de Krystel» pienso y eso me saca una sonrisa leve—. ¿Lo ves? Hasta te ríes.

—No me río de eso, solo me recordaste algo... como sea, no dejes la colilla por ahí y entra a alguna edificación, el maldito frío te congelará hasta tu nariz operada —me doy la vuelta pues nuestra mala relación no dejará que sepa nada más.

—Es Krystel ¿vale? Ya lo sabes, vete —escupe con tono dolido.

«Vaya ¿problemas en villa perfección?»

—Bueno, si me hubieras dejado plantado, yo también estaría furioso, pero tú tienes la capacidad de cagarla con solo respirar —murmuro pues ya sé lo que vine a buscar.

—¡¿Qué cojones te pasa, tío?! ¡¿viniste a insultarme nada más?!

—¡¿Algún problema con eso?! —le replico, él se pone en pie para caminar hacia mí, pero le empujo antes de que él lo haga conmigo—. No eres más que un chiste andante, bien merecido te lo tienes.

—¡Aún eres un hijo de puta, no has cambiado! —me acusa, mientras manotea con énfasis en mi pecho como si me acusara de no tener corazón.

—¡No esperes más de mí! —me harto ya y le doy la espalda, pero me da un empujón violento y es cuando me giro y le asesto un golpe en la mejilla—. Me iba, pero quisiste joderme, paga las consecuencias.

—¿Y ahora qué pasa aquí? —escucho la voz de Krystel, sale del edificio envuelta en una bata para cubrir su cuerpo y curvas marcadas y su cabello chocolate en un moño con mechones sueldos aunque no le quita esa belleza exquisita, su nariz respingona, sus ojos almendrados, sus labios carnosos provocativos y su rostro en forma de corazón, además de su piel ligeramente bronceada por exposición al sol—, hasta arriba se oye su discusión.

—Nada, Capitana, ya me iba —espeto al verlo sostenerse el pómulo con una mirada de ira pura—, pero haga algo, su noviecillo se congelará y luego me lo achacarán a mí —concluyo para dar media vuelta e irme, pero cuando he llegado lejos, me doy cuenta de su presencia—, ¿Y ahora qué, Sánchez?

—No le habrá dicho lo nuestro ¿o sí?

En ese momento antes de responder Ángel se acerca preguntándole qué hace conmigo, me imagino que aún le duele lo de su novia robada, no quiere repetirlo con Sánchez aunque no sabe la verdad, eso lo desestabilizaría; sin embargo, esta vez no fue apropósito, solo pasó ninguno de los dos sabía quién era el otro. Camino entonces hacia el aparcamiento con ella en mis pensamientos, la forma en como sonríe, o la mirada fuerte en sus ojos de oro. No sé qué me pasa, se ha quedado prendada de mi mente como un anzuelo enganchado en mis pensamientos.

El clima glacial hace salir vaho como si fuera humo de cigarrillo al hablar y la temperatura baja más en cuento se haga de noche, pero aún son las diecisiete horas con treinta minutos, mientras llego junto a Kass quien vocifera por dejarla tanto tiempo fuera cuando escucho un grito conocido para mis oídos.

—¡Mi amor! —exclama Ivanna, mi novia, en una carrera hacia mí para colgarse de mi cuello y casi derribarme como suele hacer, a veces le entran arranques infantiles, pero a penas lo tolero, tiene treinta años, debería ser más prudente. De reojo veo a Kassandra torcer la mirada, ella no es de su agrado; mejor dicho, jamás lo será.

—No grites, Iv, estás en mi trabajo —digo apartándola con firmeza, aunque nadie más nos vea.

—Lo siento, cariño, me emocioné, estar de viaje tantos días me hizo extrañarte —murmura al pasar la mano por mi pecho. A decir verdad, sí me siento un poco enamorado, pero mis intenciones con ella van mucho más allá de un sentimiento guiado por la pasión, puede sonar muy mal de mi parte, pero en primer lugar, no me importa y en segundo, haré lo que sea para encontrar a mi hermanito—. ¿Has terminado?

—Sí, vamos, el jodido frío me ha congelado el culo —la tomo de la cintura marchándome a su lado hacia la zona donde se aparca, pues ahí dejo mi camioneta. Kassandra adelanta sus pasos para ponerse a un lado de la puerta del copiloto, esto detona otra discusión entre ellas por quien "Tiene derecho a ir en el asiento delantero"

—¡Dios, manda fuego destructor! —bramo enojado al verlas comportarse como un par de crías inmaduras cuando ambas están en el tercer piso—. ¡No me importa quien se suba, pero háganlo! ¡echen piedra, papel o tijeras, suban una sobre la otra, entren en el exosto, mátense, pero rápido! Me quitan tiempo con Paulina.

—Ya, ya, gruñón —calma mi hermana, empuja de pronto a Ivanna y al tomarla por sorpresa casi la tumba al suelo, dándole tiempo a subir y poner el pestillo. A la rubia la subo en la parte trasera en medio de sus quejas, de verdad considero quitarle el privilegio de entrada a la base. Pronto salimos y atravesamos la carretera hasta llegar a una de las entradas de Madrid.

Llegan las seis treinta de la tarde, cuando entramos en el complejo residencial donde las casas son enormes, con pilares a cada lado de la entrada sosteniendo un pequeño segmento del segundo piso, con grandes ventanales con estilo modernista, y figuras geométricas cuadradas y rectangulares. La mía está al otro lado de la entrada y no puedo esperar a ver a mi pequeña. Atravesamos las calles donde hay críos jugando, algunas personas en un trote de ejercicio y algunos coches de ida y vuelta, se respira tranquilidad en comparación al desastre de la base. Una vez se abre una puerta enorme se encuentra el pasillo principal ancho hacia los lados y largo hasta toparse con las escaleras al final y la distribución de comedor, sala de estar, despacho y biblioteca se dividen a lado y lado.

—¡Papá! —corre emocionada mi hija Paulina hacia mis brazos una vez entro se da cuenta de mi presencia, pues es rara la ocasión donde logro llegar temprano a casa entre semana, apenas puedo pasar tiempo con ella, pero el que sí, se lo dedico al 100%, eso resiente a Ivanna; no obstante, mi hija va primero que nadie más en este mundo—. ¡Pudiste llegar temprano!

—Sí, te lo prometí ¿No? —choco su mano de un lado y otro, haciéndole el saludo secreto entre ambos, chocamos puños cerrados hasta terminar con estirar los dedos y entrelazarlos, luego me abraza de nuevo colgándose de mi cuello... han sido los mejores ocho años de mi puñetera vida desde verla por primera vez, pero aunque está alegre debo decirle algo antes de cualquier cosa. Kassandra también la saluda con una caricia en su cabeza, un beso en la coronilla y un ligero golpecito en la punta de su naricita respingada—. ¿Qué haces? ¿podemos hablar?, Renacuaja, hay algo que debes saber —me acuclillo ante ella y tomo su mano.

—Te vas de nuevo, ¿cierto? —murmura calmada, aunque ha perdido la sonrisa—. Lo veo en tus ojos, te marchas a buscar a los traficantes.

—Sí, pero trataré de volver pronto.

—Papá, nunca tardas menos de seis meses, pero está bien, es tu trabajo y así puedo presumirle a mis amigas que mi papá persigue y vence a los malos siempre —me dice con la misma madurez que tiene para asumir los cambios, las situaciones duras y los problemas aun a su edad. No sé si está relacionado con el abandono de su madre desde su primer día de vida, como haya sido, mi hija es un orgullo para mí.

Finalmente pongo un beso en su frente.

—¿Vamos a cenar fuera o prefieres que te haga la cena?

—¡Fuera! —ladra Ivanna con los brazos cruzados—. Digo, casi nunca salimos con la niña, cariño, sería bueno compartir todos —Pau la mira de reojo, no se cansa nunca de hacerle travesuras como hace dos días cuando le apagó el calentador de agua desde el piloto central, mientras ella se duchaba y cabe aclarar, estábamos a algunos grados bajo cero. El grito de Ivanna llegó hasta la estación espacial de la NASA. La semana pasada le puso harina dentro del secador, así al encenderlo la pobre quedó llena de blanco con el pelo recién lavado...

Claro, siempre la reprendo, pero en el fondo me parto de la risa cuando veo a Iv en una situación así, algunos dirán que malcrío a mi hija, pero me vale un par de cojones. Su actitud con Ivanna no parece ser por celos de ser la única princesa en mi vida, con mi ex novia nunca se comportó mal, de hecho, me pidió pedirle matrimonio pues la veía como mamá; sin embargo, una tragedia se atravesó en nuestro camino a una vida maravillosa. Ahora con Iv parece estar reacia y la experiencia con niños víctimas de maltrato y vejámenes, me dice claramente que para su actitud debe haber una razón, Ivanna debió decirle o hacerle algo, pero sin saberlo, no puedo hacer gran cosa, aunque cabe la posibilidad de solo ser por joderle la vida.

—Dijo Paulina, no Ivanna —interviene la nana de Pau, Catalina, quien era al misma de Kai, con mi hija y mi hermano, esta mujer ha sido como una segunda madre a pesar de sus tan solos treinta y siete años, sobre todo con mi pequeña, porque llegó a nuestra familia a sus dieciséis años—. ¿Qué quieres tú, princesa?

La renacuaja se pone el índice en el mentón como si pensara mucho en la idea, otra razón para reírme.

—Para que la bruja mayor... digo, digo, Ivanna no diga que no la consienten, vamos fuera como quiere —murmura finalmente.

—¡Klaus, otra vez me dijo bruja! —exclama la rubia. Kassandra le choca la mano disimuladamente, pero me doy cuenta.

—Paulina, eso no se dice —esta vez sí me pongo serio, no me gusta que aprenda a llamar despectivamente a la gente, aunque mi novia sí se comporte en ocasiones como una bruja—. Discúlpate o no irás mañana a la excursión de la escuela.

Se pone digna y pide perdón en medio de refunfuños. Con eso la envío escaleras arriba a buscar su chaqueta, pero cuando subo a por la mía, Kassandra le choca la mano de nuevo en secreto, celebrándole sus palabras. Tuerzo los ojos recriminándole por hacer esas cosas. Paulina no tendrá a su madre, pero tiene tía, nana, abuela y un padre que daría la vida por ella, quien ha sido papá y mamá. Podría decir algo por certeza: ella es mi polo a tierra, si no me convierto en la bestia desalmada es por saberla esperándome en casa. No tardamos en salir, aquí en Madrid el clima no es tan frío, es mucho más soportable pues son grados hacia arriba y no bajo cero.

Paulina sale con una chaqueta de felpudo en las mangas, se la regaló Ivanna y le gusta tanto que no puede rechazarla, quito el uniforme para ponerme una camisa de botones negra, un pantalón de pliegue del mismo color, todo parte de un traje a juego con la chaqueta gris, me pongo colonia y salgo para bajar las escaleras. Al pie nos espera Ivanna con Paulina junto a Kassandra, pero falta Catalina, por eso la busco por la sala, la encuentro en la cocina donde prepara palomitas para una noche de cine, pero la invito a la cena, ella es más que una empleada.

Al inicio lo rechaza por vergüenza, ha pasado en otras ocasiones lo ha hecho, pero siempre termino convenciéndola, por ello la envío a cambiarse como ahora. No tarda mucho pues no iremos a un lugar elegante del todo, sino de crepas y wafles donde hay todo tipo de menú en las primeras, entonces no tardamos en salir todos, Ivanna toma mi mano para entrelazarla con la suya y la niña de mi otra mano, aunque Pau la ve de forma sospechosa hasta alcanzar la camioneta, pero veo como le engancha algo a la falda del vestido de Iv, pero no le doy importancia hasta cuando ella se sienta en la silla del copiloto y mete un grito agudo.

Se sale y busca algo en su parte de atrás hasta sacarse una chinche y Paulina se ríe, pero sólo niego con la cabeza en su dirección, mientras Iv vocifera indignada, pero la calmo para poder irnos. En camino salimos de la urbanización bajo una leve llovizna para atravesar la ciudad hasta el establecimiento, mientras conduzco pienso en cómo me ven en la base, duro, frío, hijoputa, el Leviatán, pero si mi hija está en la habitación, soy otro. Vamos a través de las calles solitarias por el helaje que las atenaza hasta llegar el sitio, en este entraos y le encontramos lleno de personas en busca de calefacción.

Pedimos una mesa de cinco para pronto estar sentados, las mesas tienen manteles blancos con ribetes rojos tejidos sobre los que hay un centro de mesa junto a una tablilla de plástico con la promoción de un producto dentro, el lugar se extiende hacia atrás de la entrada hasta llegar a las cocinas, espacio donde casi no hay mesas disponibles dada la concurrencia, pero el hostes me ve y con una sonrisa camina hacia mí para darme la bienvenida, no tarda en ordenar juntar dos mesas para hacernos una aunque el descontento de quienes están en la fila sea evidente.

Nos acomodan y pronto pedimos en calma, pero pronto mi mirada se centra en un televisor por donde los empleados sintonizan las noticias.

—¿Qué pasa? —pregunta Ivanna cuando me ve con la mirada fija en la noticia.

"Se nos ha autorizado como medio de comunicación masiva, la difusión de las últimas noticias sobre La Hermandad, recordémosla como la mafia rusa inhumana que solo tiene Boss femeninas" —empieza la periodista con el cabezote de "Incautada mercancía de La Flor de Lis"—. "En esta ocasión damos las nuevas noticias sobre su heredera y la recompensa ofrecida a cambio de su captura" —menciona la cifra y me quedo flipando en colores, no me imaginé que ofrecieran tanto por ella, aunque lo vale, definitivamente—. "Les dejamos las últimas instantáneas de Kattleya Sokolov.

Salen unas fotos desconocidas para mí, lleva su capota roja, pero un mechón de pelo se distingue con un tono rubio platinado como la Boss actual, además se logra apreciar la punta de su nariz y boca, aunque la lejanía no permite verlas con claridad, al parecer fueron tomadas con un celular, no con una cámara, además desde arriba en diagonal. Su cuerpo no se aprecia porque la gabardina roja es hasta la mitad de la pantorrilla, en esta ocasión está en Sinaloa, México, a donde viajaremos, aunque no se sabe cuándo fue tomada la foto, pero sale de una casa promedio con un tío con una capota de color negro, tras de él parece haber otro, pero la resolución no es buena.

"Cualquier información que lleve a la captura de Kattleya Sokolov o cualquier miembro de La Hermandad, tendrá cuantiosa recompensa" —continua con seguridad—. "Debemos erradicar todo lo relacionado con estas organizaciones. Para Telemadrid Alana Salcedo"

Me quedo pensativo, mientras como en silencio crepas con pollo y champiñones, me gusta la comida aunque vengo aquí solo por mi hija, suelo acudir a otro tipo de lugares. Kassandra trata de llamar mi atención, pero estoy ensimismado.

—Cariño, mi padre dice que quiere hablarte —murmura Iv de pronto, el asunto por el que me llama es claro: Kai. Al haber pasado diez años y a pesar de todo el poder otorgado por el puesto de mi padre en la UTCCO, el caso fue abandonado hasta la aparición del padre de Ivanna, Miguel Ángel Duarte Ruiz, quien contrajo nupcias bajo acuerdo con la madre de Iv, hija de un diplomático ruso con quien se hizo un acuerdo por poder, por ello mi novia es rubia de tono claro y ojos azules como zafiros—, es sobre ese asunto.

—¿Cuál asunto? —pregunta Paulina, mientras bebe de la malteada—, los adultos dicen "ese" cuando quieren disimular frente a mí algo importante.

—Hablo con tu padre, cariño, cuando crezcas lo entenderás —murmura Ivanna con una sonrisa.

—¿Cariiiñooo? ¿y a ti qué bicho te ha picado? —pregunta la niña con el ceño fruncido—, si para ti soy el engendro del demonio.

—¡Eso no es cierto, nenita! —se defiende Ivanna—. Jamás te he llamado así.

—A mí no, pero por teléfono lo haces con tus amigas de "Alto pedigree" como tú.

—Pau, el pedigree es para los animales —corrige Catalina con una sonrisa.

—Ya lo sé, tita —admite y eso hace volar en ira Iv—, si por eso lo he dicho.

La rubia me reclama, mi hija le reclama, Kassandra defiende a la niña y yo con el genio del demonio que me cargo casi me pongo el pie de la mesa porque parece plaza de mercado en domingo, joder, por eso les digo a todas que se calmen o nos iremos antes del postre. Es una odisea salir con todas al mismo tiempo. Como sea, nos quedamos un rato más antes de regresar... el llamado de Miguel Ángel me trae esperanzas para Kai, aunque el precio sea un matrimonio con su amada hija.

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A la mañana siguiente voy a pie por la base para buscar mi oficina, es temprano, apenas serán las siete de la mañana y hay soldados en trote en grupos, mientras vitorean al unísono una frase, aunque van cubiertos para el frío, al sur el hangar de Operaciones Aéreas donde siempre se trata de mantener a raya la nieve para evitar el congelamiento de los motores tanto de aviones como de helicópteros, al oeste la zona residencial, donde hay zonas verdes para las familias, edificios y casas de dos pisos, pues la base es realmente grande, varias hectáreas la componen y bajo tierra sótanos de seguridad e interrogación. Tenemos una estructura similar a los Praetor, nuestra milicia hermana, en sus bases las estructuras subterráneas forman el embuto del cuadro de Sandro Botticelli "Mappa dell inferno" que representa La Divina Comedia de Dante Alighieri.

Con nueve pisos hacia abajo descienden más de kilómetro y medio por el tamaño de estos, cada uno con su correspondiente función, algunos sótanos de interrogación, los más cercanos a la superficie, los intermedios lugares de refugio para emergencias como ataques aéreos los más bajos son celdas y entre más baja, más empeoran las condiciones de estas hasta llegar al Cocito, el lugar más bajo y oscuro del tártaro, donde se condenan las peores almas, en la base Praetor, una prisión de máxima seguridad donde se meten a los peores criminales, pues es inescapable.

Nosotros no tenemos tantos pisos bajo tierra, pero si somos similares; sin embargo, si un preso es de alta peligrosidad, se traslada al Cocito Praetor, pues nuestra prisión, aun cuando es bajo tierra, no es tan profunda. Avanzo y casi llego a la edificación cuando mi hermana me alcanza, viene agitada y tira de mi chaquetón con cara de haber visto al diablo en calzones en la mitad de su sala a las tres de la madrugada.

—¡Tienes que ver esto! —vocifera Kassandra.

—Pero no me jalonees joder, sabes que lo detesto —espeto al soltarme, me disgusta cualquier tipo de obligación a moverme, yo lo hago solo y cuando me da la gana. Vamos hacia el comedor aunque casi no voy allí, pido las comidas a la oficina o salgo a buscarla yo mismo a restaurantes—, pero muévete, viejo gruñón, ya salió en el cabezote, debe aparecer pronto.

—¿Qué cosa?

—Ya lo verás —su tono urgido me hace acelerar el paso hasta el sitio, la entrada son dos puertas que abren de lado a lado de forma automática al percibir movimiento, dentro hay unas escaleras a la izquierda para un segundo piso, pero no cerrado, sino con una baranda de metal, caminamos hacia dentro donde hay mesas redondas ancladas al piso de cerámica por todo el espacio donde siempre hay ruido, pero de forma extraña todos están callados, pero más preocupante, con expresiones de haber recibido malas noticias, mientras miran todos al televisor del comedor. Avanzamos en medio del silencio inmutable y los saludos de los soldados de "Mi Comandante" hasta que Kassandra se detiene para señalar la pantalla donde hay un comercial de una rasuradora de cuerpo para hombres.

—¿Tratas de decirme algo? —menciono serio, pero trato de mantener el humor controlado, aun cuando causo risas por lo bajo de algunos—, ¿Una rasuradora? ¿para eso me hiciste venir?

—No es eso, mamacallos, espera... ¿Teniente, ya salió la noticia? —le pregunta a uno de la mesa.

—No, mi Capitana, aun no.

—Bien, esperemos —se sienta y un chico a su lado me ofrece su asiento, pero lo rechazo, pienso estar poco, por ello me cruzo de brazos, preguntándome porqué se le va la pinza a mi hermana de repente, pronto las noticias retoman y Kass señala al ponerse de pie—, eso, mira eso.

"Empezamos esta emisión con una noticia que nos duele a todos, nuestra compañera periodista corresponsal ha sido asesinada" —aun no entiendo porqué me trajo hasta aquí o por qué cree que me importa un carajo, pero cuando ponen la foto de la mujer, no pregunto—. "La guardia civil recibió una llamada sobre actividad sospechosa en una bodega al sur de la ciudad de Madrid, dentro había un cuerpo en pedazos, identificado posteriormente como nuestra compañera Alana Salcedo. Se tiene la teoría de su muerte como retaliaciones por la exposición de noticias sobre mafias" ­—al fondo se aprecian a los criminalistas, así como el forense junto al furgón de estos, pero como una plaga de nunca acabar, las personas imprudentes a los lados del cordón policial, se alimentan de morbo, siempre hay una caterva de chismoso incesantes.

—Por dar la noticia de Kattleya Sokolov —concluyo sin mucho pensarlo

—Eso mismo pensé yo, por eso te traje.

—¿No era más fácil llevarme a una sala audiovisual que hacerme atravesar bajo la puta nieve casi ochocientos metros? —gruño entre dientes—. Mira que hacerme venir hasta aquí, vamos.

—Pues... no se me ocurrió —se excusa ante mi mirada seria y ante eso la hace reír, en carácter somos tan diferentes, ella es muy alegre, yo soy malgeniado, tosco, más frío en comparación a ella, pero en el campo de batalla es tan cruel como yo.

Salgo dándole la espalda, para salir y esta vez dirigirme de vuelta de vuelta los ochocientos malditos metros atravesados para volver a la oficina, pero en el camino veo a Krystel, camina con Ángel mientras sonríe, pero no les digo nada, es mejor así; no obstante, su aparición me hace sentir cosas que no debería, debe quedarse en una noche de sexo y nada más.

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