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Capítulo 35- Una nueva partida


Capítulo 35

Una nueva partida

DEDICADO A: LMMLAZZZZZ

GRACIAS POR LEER Y COMENTAR ¡ME ALEGRA MUCHO!

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Siberia, Rusia

COMPLEJO DE INVESTIGACIÓN BIOQUIÍMICA DE LA HERMANDAD

ALEKSANDRA SOKOLOV

La Boss Aleksandra camina por el pasillo del laboratorio inquieta, sabe que hay un soplón dentro de sus filas, pero ¿quién es? Se pregunta de forma constante, alguien filtra información a Kattleya para poder matar a sus miembros, eso le queda claro; sin embargo, ha descartado a todos quienes pudieron compadecerse, es decir, Alexei quien no la considera hija, jamás la ayudaría, Alexei no tiene forma de comunicarse o ganas de hacerlo y los gemelos Vasilisa y Damien menos, ellos son leales a su Boss por completo; de esa manera, las posibilidades son claras: alguien de sus empleados ha informado a la maldita Kattleya.

Entonces se ha puesto ella misma en la tarea de buscarlo, lo encontrará a como dé lugar. Se centra primero en su guardia inmediata, menos en Gael, él no está programado para ello, apenas puede tener consciencia más allá de las órdenes hacia él y como si lo hubiera invocado, aparece en el pasillo con un Legionarius inconsciente arrastrándole por la cabeza.

—Boss —empieza bajando la cabeza un poco inclinándose como le han ordenado—. Matvey quiso agredir a otro Katepano.

—¿A quién?

—Annika, dijo no poder creer que una mujer hubiera llegado a ese puesto sola, dirigir a un grupo de La Hermandad dice ser trabajo de hombres —cuenta Gael dejándole el cuerpo a sus pies enfundados en tacones Manolo Blahnik—. Las peleas están prohibidas, Boss, más las causadas por machismo. Le di un golpe seco en la nuca, aunque se merecía más.

—Hiciste bien, ahora espósalo a una barra de la sección de prisiones dentro de una celda, la más húmeda y fría, pasaré por allí en treinta minutos, ¿entendiste? —brama ella ofendida como Annika debe estar—. ¿Dónde está ella?

—Sección cuatro, al final del pasillo a la izquierda, sala de entrenamiento 3.

—Gracias, Gael, ¿adivina qué tengo? —pregunta con una pequeña sonrisa, frente a quien puede sacárselas, así como recibir un agradecimiento, pues sólo puede ver a sus pequeños en él, los ojos, la nariz, la boca, el ahora cabello rubio, todo se parece a ellos, aún no entiende porqué, pero parecen ser hermanos, claro, ellos ya muertos, pero no tiene caso llorar sobre la sangre derramada, es una mujer con un poder inmenso, no se rendirá por el dolor de nuevo.

—¿Chocolate amargo? —exclama Gael con emoción en sus ojos oscuros, las emociones son algo complejo de manejar, aunque le gusta, siente cercanía con el joven al verse tan parecido a sus pequeños y como si fuera un niño. Ella saca del bolsillo exterior de su abrigo para entregárselo.

—¡Le agradezco mucho, Boss... Boss... —el chico se tambalea hasta terminar chocado por la espalda y en el suelo, mientras pestañea una y otra vez como si la vista le fallara—. Vasi... ¿dónde está Vasilisa?... ¿Qué pasa?

—Código D-H-05 en Katepano-000 —espeta la Boss al sistema de comunicación a través de un botón en la pared, mientras Gael se mira las manos sintiéndose mareado, una cascada de imágenes lo ciega de repente. Sólo pasan dos minutos cuando un grupo de alerta llega para llevarlo al laboratorio de Vasilisa a rastras al final del pasillo a la izquierda donde le inocularan de nuevo a su nuevo amigo. Ella guarda el chocolate para dárselo cuando recupere a Gael, no a su ser anterior, pero piensa cuanto tiempo podrá conservarlo sin matarlo porque a pensar de ser el único paciente que ha asimilado el oro líquido, cada vez el efecto le dura menos.

Alexei y Aleixandre ya no admitirán más esta situación porque es un peligro, si se despiertan en el sus memorias cuando esté a solas es un riesgo potencial, aunque si sale del complejo de investigación, moriría sin un vehículo de nieve, no caminaría ni un kilómetro antes de entrar en hipotermia, sólo si es un gran actor podría hacerse pasar como el leal soldado que siempre ha sido para ella, un duro Katepano a cargo del ejército raso más poderoso de La Hermandad, quiso ascenderlo a "Decurión" (1)* jefe de los Katepanos, pero se lo impidieron antes la obvia inestabilidad del sujeto 000, quien en cualquier momento podría tener una recaída como la de hace poco.

Suspira y encarga la misión de encadenar a Matvey en la zona de prisiones a otro soldado raso conocido como Legionarius en su ejército, para caminar a la zona indicada por Gael donde encuentra un revuelo, dos grupos del ejército enfrentado por la pelea entre sus correspondientes Katepanos, pero en cuanto la ven todos quedan paralizados antes su presencia.

—¡¿Qué sucede aquí?! —brama, mientras camina hacia ellos, el lugar es como una cancha de baloncesto, pero llena de punching-ball, muñecos para lanzamiento de cuchillos, sogas para saltar y algunas dianas a los costados para arrojar objetos filosos—. ¡¿Qué mierda hacen?!

—Se... señora, todo empezó por Matvey, me atacó verbalmente y...

—Ya estoy enterada, lo mandé a encerrar hasta nuevo aviso, hablo de esta pelea ¿alguien puede decirme por qué se saltan las normas de cero peleas internas? —espeta Aleksandra con furia, sabe de discusiones verbales, algunos empujones, pero lo que está frente a sus ojos sobrepasa todo eso, se amenazan con cuchillos, se golpean como saco de box—. ¡Una sola y escúchenme bien, una sola pelea física más y todos quedarán hacinados junto con Matvey hasta nuevo aviso! ¡No convertirán esto en una plaza de mercado! ¿alguien tiene algo más por decir?

—No... no, señora —responde uno de Matvey—. ¿Qué haremos los de al fuerza Alfa sin nuestro Katepano?

—Quedarán a juicio de Annika, en este ejército no importan los sexos ¿entendieron? La regla de sólo mujeres en el poder sólo aplica para mí, el resto se da en igualdad de condiciones —replica acercándose a la jovencita, apenas pasaba de los veinticinco años, pero había demostrado rudeza, valía y sobre todo inteligencia a la hora de su trabajo.

—¿Cuándo regresará Matvey? —pregunta su segundo al mando, Sergei, entre dientes, a él tampoco le agrada la idea de ser mandado por una mujer—. ¿De qué depende su libertad? —suelta en tono altanero, la Boss lo nota y camina amenazante hacia él hasta quedar frente a frente.

—Cuando a mí se me dé la gran puta gana —escupe Aleksandra indignada por su rebelión—. Depende de cuando yo quiera dejar pasar su altanería con Annika y si continua con su tono rebelde le hará compañía ¿entendió? Y si no lo hace, le cortaré la cabeza ¿está claro? Aquí no se tolera herir a otros dentro de La Hermandad, el precio es la vida propia. Yo no me ando por la ramas, si debo ponerlo en la guillotina lo haré, yo misma bajaré la cuchilla y veré su asquerosa sangre derramada.

Sergei, contra todas sus convicciones traga en seco intimidado, sólo una mujer logra ponerle a temblar las rodillas y no es su madre, Aleksandra Marie Sokolov se lleva ese título macabro, hasta retrocede sin poder ocultar el miedo infundido por la figura de una mujer poderosa capaz de cualquier asesinato violento sin tener una pizca de arrepentimiento, dormiría como bebé recién nacido aun cuando lo haya reducido a pedazos sanguinolentos.

—Lo... lo siento, Boss, no medí... medí mis palabras —concluye Sergei cuando recupera la voz.

—Si pasa otra vez le aseguro que le enviaré su cabeza a su familia sin las cuencas oculares antes de colgarlos a todos por el pescuezo... Annika, ven conmigo, debemos hablar —se dirige a la joven en un tono más amable—. El resto retome sus actividades, y nada de conflictos o todos terminarán con la misma suerte de Matvey.

La jovencita le sigue los pasos a la Boss cuando sale, pues esta le tiene una tarea próxima, necesita su inteligencia para buscar a alguien quien debe rendirle cuentas y unirse a ella, su belleza y aparente inocencia la hacen perfecta.

Su plan sólo acaba de dar inicio.

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KLAUS

La pregunta de Isaac queda flotante en mi mente durante todo el vuelo, apenas despegamos hace algunos minutos y yo quiero llegar ya, pero me falta mucho camino por recorrer, me acomodo con el libro que me regaló Pau en navidad, pues dijo haberlo leído, aunque no sé de dónde lo sacó, yo le restrinjo algunos título por su edad, pero "El psicoanalista" terminó en sus manos y contra todo pronóstico, lo leyó completo hasta recomendármelo, a veces mi hija sobre pasa su edad con sus comportamientos. Me sumerjo en la lectura, mi pasatiempo favorito, pero por el trabajo es difícil encontrar tiempo pues trato de darle tiempo de calidad a Pau.

Avanzo por la páginas, pero debo detenerme porque Krystel no sale de mis pensamientos, es como si se hubiera anclado con uñas y dientes porque ahora no puede salir de mí mismo por completo y nunca me había enganchado así con ninguna mujer, si siquiera por María a quien puse en un altar como una reina que era, pero como le dije a Krystel, ella era una lluvia ligera y Sánchez un fuego ardiente capaz de carbonizar a todos si le da la gana porque es su naturaleza lista para arrasar, me sonrío cuando pido un whiskey, voy en primera clase, al menos Antoine nunca dejaría que un miembro de la familia viajara en otra parte.

La azafata me lo entrega pronto, entonces retomo la lectura hasta tres horas después donde me quedo dormido por al menos cinco horas para despertar a pocas dos horas de llegar en donde decido ver una serie de las disponibles en el avión, sobre criminalística, un campo que siempre me gustó, tenía muy claro que si no era militar, me dedicaría a ello, casi no me queda tiempo para verlas ahora, pero siempre lo hago con Pau a quien le encantan ese tipo de cosas, tal vez por eso se enganchó por "el Psicoanalista", la trama de suspenso y de cierto toque de muerte. Siento como si las dos horas pasaran en un chasquido de dedos, pronto anuncian el aterrizaje, así que pronto el avión toca tierra.

En pocos momentos se queda quieto para bajar por los túneles, no debo ir a buscar equipaje porque llevo de mano, entonces de dirijo sin más a la salida donde me encuentro con tres de la seguridad de Antoine armados y estos me guían hacia el convoy de camionetas luego de saludarme. Tomamos camino a través de la ciudad hasta el conjunto residencial exclusivo donde vive Antoine con mamá, quien ahora ha salido de la casa de reposo por peligro de otro ataque, entonces al llegar a la casa con grandes ventanales, y estructura en formas de rectángulos y cuadrados, entro por la puerta principal y entonces Pau corre hacia mi con un cabestrillo en el bracito afectado, por eso me abraza con el otro.

—¡Papi llegó! —exclama cuando la alzo para apretarla contra mí, hasta siento lágrimas acumularse en mis ojos, porque yo sólo lloro por ella y saberla en peligro es la peor sensación—. ¡Te extrañé mucho!

—No más que yo, hija mía, ¿cómo estás? ¿qué tal va el brazo?

—Bieeen, casi no duele y ahora tendré una cicatriz muy guay —me responde con una sonrisa.

—Nada en las cicatrices de este tipo es guay, Paulina, centímetros a un lado y te hubiera dado en el pecho.

—Las cicatrices cuentan dos historias, una de dolor y otra de sanación y ambas hacen de nosotros nuestro yo actual —murmura cuando la pongo en el suelo dejándome, como siempre, flipado porque esos ocho años parecen más—. Así es papi.

—Tienes razón, Pau, como siempre —le doy un beso en la frente cuando aparece Antoine con quien me saludo con más calidez de la normal, he visto cosas en él ahora que no tenía o al menos eso creía yo, por eso me permito ser diferente.

—¿Qué tal el vuelo?

—Eterno, pero cómodo, ¿y mamá?

—Descansando en la habitación, las medicinas la afectan mucho —explica con algo de pesadez en la mirada por mamá, siempre la ha tenido al hablar de ella, Antoine pudo haber sido un padre distante, pero con mamá siempre fue especial, es el amor de su vida, si mamá vive en una casa de reposo es porque él viaja mucho, si no lo hiciera la cuidaría en persona—. Pau ¿puedes ir a la sala de televisión? Necesito hablar con tu papá.

—Súper abuelo, ¿Y si mejor voy a la biblioteca? —pregunta con un puchero—. Aprendo más ahí.

—Ve donde quieras, súper nieta, toma el libro que más te guste, todos son tuyos —comenta él y entonces ella sale a correr—. ¡Cuidado te caes!

—¿Súper abuelo y súper nieta? —pregunto con una sonrisa—. ¿Nuevos apodos?

—Me dice así desde que la salvé de Ivanna ese día en la casa —se sonríe como casi nunca lo hace—. Como sea, debemos hablar, vamos al despacho.

Caminamos por el pasillo principal por donde los ambientes están a lado y lado, incluso la escalera con pasamanos de madera de roble oscura tallada en el principio con un caballo relinchando en la misma madera, al final de este y bajo lámparas de cristal Swarovski llegamos a su oficina, fuera aun hay nieve, debe ser de las últimas nevadas porque entrará la primavera pronto, entonces el cuadro tras el escritorio a través de la ventana de piso a techo, es blanquecino por completo, mientras su guardia personal hace rondas con fusiles de alto calibre. Una vez ahí me ofrece un whiskey y lo sirve pronto.

—El ataque a Paulina vino de La Hermandad, uno de ellos quedó vivo y confesó luego de horas de tortura, Catalina alcanzó a activar la alarma silenciosa, pronto llegaron efectivos y sólo quedó uno, al parecer una represalia por operativos en México y cuando incautaste cocaína antes de irte con el Cuerpo Élite.

Descargo el maletín viajero sobre el escritorio para caminar de ida y venida.

—En México sólo hemos hecho operativos contra Portillo.

—Al parecer se han unido, han hecho una alianza para manejar el mercado tanto en Europa como en América y por eso se han confabulado contra ti por ser el líder... Ya no pueden vivir en tu casa, he comprado la propiedad a dos casas de aquí, espero te guste porque si no, estoy metido en problemas —me hace reír, aunque flipo con su nueva actitud—. Tómalo como un regalo adelantado de cumpleaños para Paulina.

—Te gradezco como no te haces una idea... pero ahora no sé si regresar, ella me necesita y tú no puedes estar todo el tiempo, sólo confío en ti para dejarla.

—Llévatela, junto con Catalina, nadie atacará la base, menos la Praetor.

—¿Y lo permitirán? No estamos en casa Antoine, debe haber protocolos —refuto con preocupación.

—Nada pierdes con intentar, eres amigo de Isabella Fox e Isaac Falcon ¿no?

—Sí, pero ¿por qué la pregunta?

—Los Falcon son poderosos e Isabella es la protegida del máximo jerarca Praetor, puede persuadirlo con una llamada, Sigmund puede ser el General Absoluto, pero es comprensivo, no dejará a una niña en peligro.

—Lo haré, pero estoy casi seguro de que no me dejarán, es llevar a mi hija a la misión y eso no está permitido —respondo bebiéndome el whiskey de golpe—. Igual intentaré.

—Yo hablaré con Maddox una vez lo hagas, ese cabrón me debe varias y es hora de pagar —afirma Antoine al sentarse en el sillón, lleva un traje entero sin corbata color gris plomo y en su mirada se nota determinación—. Ahora, me dijiste que debíamos hablar de algo en persona.

—Sí... yo que tú me sirvo más whiskey —tomo la botella y le pongo un trago doble extrañándolo, entonces camino al maletín para sacar el expediente—. Si te doy esto deberás mantener el silencio como si jamás hubiera existido, muchos están en juego aquí... júralo, dame tu palabra —exijo porque si hay algo sagrado para él es eso.

—Lo juro, tienes mi palabra —sólo entonces extiendo la carpeta.

—Un expediente de Kai, uno que nunca nos revelaron —revelo y él la toma para abrirla.

—¡¿Y por qué ocultaron esto?!

—Al parecer los paises por donde pasaron se sentían avergonzados de dejarlos pasar como pedro por su casa hasta llegar a Bielorrusia, allí abrieron el expediente... pero no podemos refutar con este, se supone que no tenemos acceso.

—Tranquilo, pero ¿cómo lo obtuviste?

—Krystel investigó sin decirme y le pidió al Regente ayuda, él lo consiguió —cuento, eso lo sorprende de forma clara, pues es inesperado.

—¿Y aún mantienes que no tienes nada con ella? —se sonríe con malicia, eso me hace desviar la mirada—. Esa mujer no haría esto por cualquiera.

—Bueno sí, ¿Y qué? lo intentamos como una pareja, pero no es algo que quiera hablar —espeto porque abrirme con mis emociones no es mi actividad favorita—. En esa carpeta están los rostros de dos delincuentes de aquel grupo que se lo llevó, además teorizan que Kai es soldado de la Bratva, aunque no lo creo, el niño no era así.

—Han pasado diez años, Klaus, la gente cambia y más si fue sometido a torturas y nos amenazaron —murmura Antoine como lo hizo Krystel—. No puedes descartarlo.

—No, no... —me niego a la posibilidad con la garganta ardiéndome—. Kai Roux jamás aceptaría ser un hijoputa traficante.

—Kai sería un adulto ahora, pero igual es una teoría nada más; sin embargo, eso sería mejor a estar muerto, ¿no lo crees? Vivo por lo menos hay esperanza de hacerlo volver.

No puedo quitarle razón.

—Voy a jugar con Pau cuida el expediente —me despido escueto para ir por mi hija, tanto dolor sólo tiene una cura: Paulina Roux Demirel. Camino hacia la biblioteca para ver qué hace y lee, se mete tanto en la lectura que no me nota llegar, por eso la sorprendo para animarla a salir a jugar Frisby en la parte verde de la casa, cosa amplia la verdad.

Mi niña es la luz de mi vida, en medio de tanta mierda ella es mi sanación.

Jugamos con cuidado para no golpearle el brazo, es una de sus actividades favoritas y estamos en eso cuando me entra una videollamada de Tomás, quien quiere ver a Pau, abro la llamada y me lo encuentro en su piso o al menos eso parece, entonces la saluda con amor, así como ella, su padrino la ve como la hija que no tiene aún, ya debe ser altas horas de la noche en México, pero tal vez está con trabajo acumulado. Ambos se centran en una conversación sobre cuando se verán y eso me recuerda el permiso para llevar a Ana María su esposa a la base, aunque ahora, trasladados a la base Praetor, no es posible, Paulina sería una excepción por ser una niña en peligro.

De pronto me imagino a Kai con su sobrina y se me parte el corazón en dos porque ambos se amarían, son muy parecidos en realidad, sé que todo el mundo lo ve, sobre todo Catalina quien los ha cuidado a ambos. Le dejo el móvil, mientras habla con su padrino, cuando veo a su nana en la parte de atrás de la casa a quien sólo puedo abrazar con fuerza, ella salvó la vida de mi hija, se cargó a dos maleantes, pero Antoine no permitió que fuera procesada porque fue en defensa propia, nuestra Cata comenzó con nosotros como la hija de la nana, pero cuando ella murió, Catica quedó con su cargo a los dieciséis años.

Se le llenan los ojos de lágrimas porque dice no poder dormir desde haberlos matado, pero le recuerdo que eran ellos o ellas, no podía ser de otra manera si estaban dispuestos a matarlas, aunque puedo entenderla, a decir verdad, mi primer muerto también me robó el sueño la primera semana, luego se vuelve uno resistente. Ella aparenta unos treinta y cinco cuando cumplirá en dos semanas cuarenta, ha sido una bendición en nuestras vidas al cuidar a los dos niños de casa, primero Kai, ahora Pau, entonces le limpió las lágrimas y le ofrezco ir a terapia, todo pago por mí, claro, pero de poder hacerlo, sería en México, porque ella se va con nosotros, jamás la dejaría atrás.

Si no me permiten llevar a mi familia donde está incluida Cata, renunciaré, no hay más opciones, tengo prioridades en mi vida. Pronto la hago sonreír y hablamos sobre la posibilidad de irnos a México, pero antes de yo proponerle, ella pregunta si puede ir a acompañar a Pau.

—Claro que sí, Catica, a donde vayamos así se el centro de la tierra si tú estás de acuerdo te llevaremos... por cierto, lamento decirte que no puedes volver al piso donde pasabas los días libres, te compraré otro en cuanto se aclare la situación.

—Es demasiado, señor, ya me compró ese, lo alquilaré, mi paga es suficie...

—Ni hablar, será tuyo como el actual, enviaré a personas a guardar tus cosas, una agencia de mudanzas muy buena, nada se extraviará —me sonríe, pero se le va apagando la alegría hasta quedar con una expresión de desagrado al mirar un punto tras de mí, entonces me giro.

En eso veo acercarse a quien no quería ver, Ivanna se acerca con una sonrisa falsa, su cuerpo va enfundado en un traje rosa enterizo como Paris Hilton, hasta en el cabello rubio, con un pequeño perro entra una mano.

—Estás en propiedad privada —escupo cuando Paulina se esconde tras mis piernas porque ya ha colgado la llamada—. Lárgate.

—Ay, cariño, no nos hablemos así delante de la niña —suelta como si aún estuviéramos juntos «En definitiva, está loca, le patina el coco como patinadora en pista de hielo»—. Necesitamos hablar, mi amor, es importante.

—¿A cuenta de qué hablaría con quien intentó mandar a mi hija a un internado sin mi autorización con papeles falsos? Yo te lo advertí cuando empezamos a salir, Ivanna Duarte, nadie es más importante que mi hija, nadie y lo olvidaste, por eso te mandé a volar como pájaro en primavera —replico para señalar con el dedo tras su espalda—. Largo de aquí.

—Es sobre tu hermano —espeta como si fuera una cuchilla—. Ahora, ¿te lo digo frente a tu hija o vamos a un lugar privado?

—¿Qué podrías saber de mi hermano?

—Te sorprendería...

—Espérame dentro de la casa, ve con Cata —indico a Pau quien lo hace con una mirada de ojos entrecerrados. Entonces camino hacia un costado más allá del terreno de la casa—. ¿Qué jodida cosa quieres?

—Investigué más, ya tengo ubicado a tu hermano.

—¿Ah sí? ¿y dónde según tú? —me rio con una carcajada alta—. Ve a joder a otro lado.

—No te lo diré hasta que te cases conmigo.

—¿Estás loca? Ni siquiera tienes pruebas, sólo vienes a dar lástima, vete mejor, no sé cómo llegaste hasta aquí, pero no hablaré más contigo.

—Una vez tenga las fotografías te buscaré y tendrás que casarte conmigo. Juro respetar a la niña, ya no más internados ni le haré la vida imposible.

—Sí, claro, cuando los cerdos vuelen, cariño, te has metido un estrellón de la hostia —escupo para irme, estoy harto de tanta estupidez—. Consíguelas a ver si puedes, por ahora, ve a tomar por culo —me le río en la cara para caminar dándole la espalda.

—Ya lo verás —no la veo, pero supongo su sonrisa de maldad, vamos, ¿encontrar algo que ni las autoridades han logrado? Sí, claro... regreso a casa para encontrarme con mamá apenas abro la puerta quien me abraza en cuanto me ve.

—Hola mamá —digo perdido en su aroma particular, ese perfume que ha usado toda la vida con su propia esencia—. Te extrañé.

—Lo sé, mi niño, y yo a ti —se separa para sonreírme—. Pau está muy grande, hace mucho no la veía.

—Sí, mamá, ha sido falta de tiempo y tu médico restringió las visitas —le cuento la verdad, al ser Pau y yo con rasgos similares a Kai, decía que podía tener mala reacción, por eso sólo Antoine entraba a verla, entonces me alegra poder abrazarla—. Pero te tengo aquí, es lo importante.

—Papi ¿qué quería la bruja mayor? —pregunta Paulina al venir de la cocina con chocolate entre las manos, seguro Catalina se lo dio para distraerla.

—Nada importante, renacuaja, puras babosadas... luego hablamos —le hago muecas para que no hable de Kai frente a mamá y ella lo entiende, no sé cómo, pero lo hace.

Mamá se pone en cuclillas para acariciar a Pau quien se ve tierna frente a ella y la abraza fuerte con su brazo bueno.

—Abuelín, ¿juegas conmigo?

—¿Y qué quieres jugar? —responde mamá acariciándole la cabeza para dejarle un beso en la coronilla.

—Ajedrez, no requiere de fuerza física por mi bracito y necesito practicar, hay un campeonato y el profesor no cree que sea capaz de jugar bien por mi edad.

—Puedes hacer lo que sea con determinación y amor a lo que haces —comenta mamá—. Venga, estoy fuera de forma, pero lo intentaré.

—Quiero que sepas, hija, que nunca pude ganarle una partida de ajedrez a mamá, aunque fuera muy bueno —agrego para verlas desaparecer hacia la sala de estar donde Antoine tiene un ajedrez de cristal puro.

Allí me voy a la habitación donde la interna me dice preparada para mí en donde ya está mi maleta junto a muchas cosas de mi casa, supongo que Antoine fue a tomar cosas para tener aquí pues la casa está sellada. Abro el ordenador para ponerme al tanto de lo sucedido en la base, sobre todo con la situación biológica, entro a las cámaras y aún está el panorama de las carpas fuera, pero menos afluencia de soldados enfermos, según el informe, los tratamientos han surtido efecto y ha acabado el contagio y los sobrevivientes se recuperan de "La Gorgona" aunque aun tratan de determinar qué tratamiento de todos los hechos fue el ganador.

También reviso el rendimiento de cada soldado en el Cuerpo Élite donde están las estadísticas de todo. Navego por las cifras hasta recibir una notificación de junta a las seis de la mañana hora México, entonces reviso más métricas hasta la hora de la merienda cuando me traen café con galletas para seguir, me centro entonces en los informes del último operativo en donde me centro en los acertijos, jamás fui bueno para ello, Pau es mejor, pero no sé si este nivel sea para ella

"Tengo muchos corazones, pero ningún órgano más. ¿Qué soy?"

"Si me tumbas, soy todo. Si me cortas por la cintura, me quedo en nada. ¿Qué soy?"

"El hombre que lo vendió no lo quería. El hombre que lo compró no lo necesitaba. El hombre que lo usó no lo conocía."

"Crezco a pesar de no estar vivo. No tengo pulmones, pero para vivir necesito el aire. El agua, aunque no tenga boca, me mata. ¿Qué soy?"

Trato de descifrarlo, pero no puedo, no sé si es cansancio o realmente no entiendo, por eso sigo con el perfil del asesino, solitario, con una infancia marcada por la violencia, de entre 30 y 35 años, de contextura gruesa y en el espectro del trastorno antisocial de la personalidad, eso en resumen, hay mucho más detallado en el informe, pero no me concentraré en eso porque no es mi área de experticia, como sea, me quedo así hasta el final del día en donde comparto con mi familia como hace años no lo hacía, sólo falta Kassandra aunque ella no obtuvo permiso. Al final la actividad en casa acaba y todos nos vamos a dormir.

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A la mañana siguiente a las seis en punto me conecto a la videollamada con el centro de mando donde Maddox toma la palabra para preguntarme sobre Paulina.

—¿Qué dijo el médico?

—Al parecer se recuperará pronto y no tendrá secuelas... —comento sin dejar a Krystel que se ve en la sala de juntas concentrada, no me había dado cuenta hasta ahora, pero me encuentro extrañándola mucho, aunque llevemos sólo veinticuatro horas sin verla—. Primero que nada, prefiero no hacerles perder el tiempo y quiero solicitar trasladar a mi hija y su nana a la base porque no puedo dejarla sin mi protección, de no ser así, me temo que debo presentarles mi renuncia irrevocable tanto al puesto de Comandante en Jefe del Cuerpo Élite como de la UTCCO.

Mi declaración causa murmullos y alcanzo a ver a Krystel sorprendida.

—¿Renunciar? —replica Maddox—. ¿Por algo tan...?

—La seguridad de mi hija jamás será insignificante, General, no lo diga.

—Cálmese, Comandante Roux, no iba a decir insignificante —replica con tono cortante—. Hablo de algo de tan fácil arreglo, no creo que haya problema con el General Absoluto Praetor y pronto volveremos a la nuestra propia, pero no sea tan radical. Perder al líder sería un retroceso en el avance.

—Gracias, General —admito con sorpresa, jamás vi a Maddox tan humano como ahora, aunque me parece que Antoine debe tener mano en esto—. En tres días estaré de regreso.

—Perfecto... ahora, Comandante, hay un asunto a tratar antes —replica el General Rodríguez Praetor sentado a un lado—. Alguien entró en su departamento en esta base y revolcó todo, pero no por robar según parece, pero sí buscaban algo, no hubo cajón sin revisar y todo ha quedado patas arriba, ¿Qué podrían estar buscando, Comandante?

«El expediente de Kai» Pienso de inmediato.

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(1)* Decurión era un pues del antiguo ejército romano Jefe de diez soldados o decuria o de tropa de caballería (14-30 hombres). A menudo confundido con decanus. En este Contexto NO es igual a como era, sólo se usa el nombre.

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