Capítulo 27- ¿Una oportunidad?
Capítulo 27
¿Una oportunidad?
"Tu alma y tu cuerpo son mi condena"
LRDF
No tengo palabras para disculparme por no actualizar, pero he estado muy enredada con todo y mis demás historias, pero aquí está y es un cap largo de casi 7k, ¡Disfrútenlo!
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KRYSTEL
Esperamos a la revisión de la guardia agazapados en el hangar de los helicópteros, me he vestido como él me dijo, aunque aún no sé a dónde vamos, es un misterio como todo él en realidad, pronto al verlos alejarse y sin intenciones de volver, él desconecta un cable que alerta cuando el helicóptero es encendido, aunque al hacerlo ya se darán cuenta del robo, aun así, le sigo las aguas ¿cómo no hacerlo? Quiere invitarme algo y eso sobrepasa los límites absurdos de "Sólo sexo" o al menos eso pienso, si yo tuviera un tinieblo para sólo coger, no me comportaría así con él; sin embargo, no me puedo poner de ejemplo, soy bien pinche fría con todos los demás. Nos subimos finalmente y él hace el arranque primario donde las astas y los rotores empiezan a moverse hasta convertirse en la fuerza para levantarlo, solo entonces se encienden las luces adosadas bajo este para visión.
—¡No tienen permiso para despegar! —se oye una voz a lo lejos—. ¡Bajen inmediatamente!
—¿Escuchas eso? Suena a problemas, son problemas, Klaus —comento con una sonrisa amplia,
—Yo solo escucho una mosca molesta desde abajo, tranquila, estás conmigo y nadie se mete conmigo enojado —se ríe con su propia respuesta. Avanzamos hacia el lugar desconocido, mientras hablamos de Paulina quien ha cuidado las plantas de Kassandra para probar que puede tener un perrito y lo quiere adoptar, no comprar, además es la mejor de la clase y por mucho, esa niña es un pequeño geniecillo, aunque se queja de Ivanna, ¿quién no lo haría? Esa trepadora, hija de la chingada «Dios, Krystel, la mujer no te ha hecho nada» el pensamiento llega y me hace callar, es cierto, la insulto cuando ella solo fue amable conmigo al menos, fui yo quien le respondió mal y quien se revolcó con su novio.
Sólo es por ser la novia de quien quiero para mí, sí, porque lo he decidido, quiero a Klaus para mí, si debo luchar lo haré, pero no se lo devolveré a esa mala imitación de Barbie presumida, la noche es tranquila, solo se oye el ruido del rotor y me sonríe, aunque saca de no sé donde una bufanda que me extiende.
—Póntela en los ojos, te llevaré yo al tocar tierra.
—Lo siento, no confío, puedes ser el Comandante Roux de repente y darme un pastelazo por ser insurgente —me niego con la mirada entrecerrada—. No me la pondré.
Se ríe de forma encantadora y eso me causa cosquillitas en el abdomen.
—Te juro por mi hija que no te daré un pastelazo —comenta en un susurro y ahí le creo, no juraría por su hija en vano, entonces me pongo la bufanda con sospecha aún.
No tardamos mucho en llegar según me dice, al ser un helicóptero pequeño puede aterrizar sin problemas sobre la playa, eso lo noto al poner un pie en el suelo, aunque no parece ser improvisado, parece haberlo planeado, y pensándolo bien, él no improvisa nada, todo estaba fríamente calculado, así funciona Klaus Roux, habrá buscando en internet o puesto a alguien a buscar en internet la medida de la playa y en donde podía hacerlo.
Me baja del helicóptero y me sostiene de las manos, si la brújula humana no me falla, vamos hacia la parte de atrás del aparato escandaloso, mis pies se hunden en la arena bajo mis zapatos de tacón corrido, hasta detenernos, oigo el sonido del mar por supuesto y me huele a mariscos.
—Sorpresa —susurra en mi oído seductor, la bufanda cae y me encuentro con una mesa de cristal grueso con dos platos, uno en la cabecera junto a otro próximo, hay velas dentro de floreros donde la flama no se apaga con la brisa, un arreglo de rosas precioso, pero lo más mágico es que es época de bioluminiscencia, el mar se ilumina de un precioso y casi irreal azul divino, listo para hacer una foto de película.
—¿Cómo sabía que me encanta venir en época de bioluminiscencia?
—Tengo contactos, Capitana, no sabe todo lo que puedo lograr —me dice para darme un beso en el cuello desde atrás—. ¿Nos sentamos?
Debe llamarme dos veces porque quedo embobada al ver el mar moviéndose con ese precioso color. De pronto aparece un mesero muy amable para explicarnos el menú.
—Prepare lo que ella le pida, si no lo tiene, lo consigue no importa cuánto cueste ¿entiende? —dice Klaus con firmeza, el chico traga en seco nervioso viéndose vulnerable—. ¿Qué quieres, Krystel? Este hombre amable conseguirá lo que tú le exijas, aunque no esté en esta lista.
—Algo del menú sin dudar —me sonrío disculpándome por la imposición, el chico parece respirar de vuelta—. Eres un loco controlador, ¿te lo han dicho? ¿qué lo ibas a poner buscar a esta hora?
—Sí, varias veces, pero la mayoría queda con anotaciones, memorandos y amonestaciones —por segunda vez se sonríe, estoy acostumbrada a ver su cara de ogro, me encanta verlo más calmado. Viste una camisa de lino blanco como sus bermudas, estas hacen contraste con su pelo negro como la noche misma que nos acoge bajo las estrellas destellantes—. La favorita de los soldados en España es Histeri-Klaus, ellos creen que no lo sé, pero me encanta, así me ven como soy —al final pedimos lo más exclusivo del menú por petición de Klaus porque yo quería algo más sencillo. El chico se va con una sonrisa para volver dentro.
Conozco el restaurante, es uno de los mejores de playa en Mazatlán, platos de exagerado valor, pero deliciosos, aunque ya es tarde, no hay clientela.
—¿Qué pasa? ¿por qué me mira tanto? —pregunto a Klaus pues no ha hecho más sino mirarme desde llegar.
—No me equivoqué.
—¿Con qué?
—Te ofrecí algo costoso, ir por toda Mazatlán a buscar caviar de ballena embarazada en otoño si gustabas, pondría a ese pobre hombre a buscarlo en todo el estado, te ofrecí pagar la heladería, has venido sencilla de vestir, nada excéntrico.
—Simplona —sonrío con gracia, aunque vea seriedad en sus ojos—. Eso quieres decir.
—Sencilla y es lo más encantador de ti. Lo tienes todo, Krystel Sánchez, un trabajo con una paga excesiva, una madre famosa en la bolsa de valores de Nueva York, un padrino que rige la UTCCO y aun así no eres jactanciosa, ayudas a quien lo necesita, defiendes a quien lo merece, cuidas a tu escuadrón como familia, y sobre todo, no vas por ahí presumiendo tu dinero al humillar a otros por lo que no tienen. Pediste lo más caro porque te lo dije, no por ti y eso, aunque no lo creas, me dice mucho.
—¿Por qué humillaría a la gente por mi dinero? Nunca lo he entendido —comento un poco pasmada por su análisis, de pronto mientras la brisa sopla haciendo temblar las flamitas, toma mi mano distraído, mientras me ve a los ojos, nos iluminan luces provenientes del restaurante y una línea de leds alrededor de la mesa en la arena, además de la luz de la luna. Lo veo tan diferente, tan humano, tan encantador, el problema es que cuando salgamos de aquí se me hará calabaza la carroza, no podrá ser así siempre, lo sé, regresará a ser el Comandante Roux, con novia y yo como su amante.
—¿Cómo se te ocurrió esto? No pareces ser del tipo romántico.
—Soy un tipo duro, Capitana, pero sé cómo cautivar a una mujer —se sonríe con superioridad, mientras juega con las puntas de mi cabello.
—Pues no se equivocó, Comandante —me inclino para darle un beso largo y profundo que no puedo dejar avanzar porque nos podríamos calientes aquí.
—¿Cómo va lo del homenaje? Oí que se mueve rápido —comenta, mientras come una entrada de camarones al ajillo apenas la ponen en la mesa—. Merecen despedirse.
—Bien, no sé porqué, pero los trámites se han movido a la velocidad de la luz, estoy sorprendida —digo con sinceridad, realmente no sé de dónde ha salido tanta facilidad—, y eso me hace muy feliz. El santo debe ser alguien influyente, no sé quién, pero han metido mano.
—El santo no importa sino el milagro ¿Vale? —replica con firmeza. De pronto, la conversación cae en al arte, mi pasión, no sé mucho de él, pero me cautiva el romanticismo y el renacimiento, mis dos épocas preferidas, aunque el Barroco no me es indiferente. El favorito del Comandante es el "La Libertad guiando al pueblo" por Eugène Delacroix un pintor parisino que parece admirar mucho, pues también le gusta la "Entrada de los Cruzados en Constantinopla" y uno en especial "La dama de Shalott" pintura de John William Waterhouse, me encanta hablar de pinturas con él porque es como hablar con un viejo en el cuerpo de un joven.
Entonces algo en la conversación nos hace ir hacia la música clásica, también sabe de compositores como Giuseppe Verdi, Mozart, Henry Purcell y Thomas Tallis donde se desenvuelve mejor, todo mientras acaricia mi mano y comemos en paz con esa imagen de magia de la bioluminiscencia, todo el mar está iluminado como pequeñas led incluso en la marca de las olas sobre la arena, la hora roza la media noche, por eso hay silencio, solo la música del local que debe haber cerrado hace mucho tiempo, pero la paga de Klaus los hace esperar.
Para luego nos ponen vino y poco a poco empieza el final de la cita, por eso me hace pensar en la razón tras eso, entonces mi humor cambia.
—¿Por qué me has traído aquí, Klaus? El mar, la cena, la prueba de si soy sencilla o pretenciosa —replico con algo de molestia, de pronto me choca la idea, esto no respeta el acuerdo—. Esto no es solo sexo, para nada.
—¿Quieres que seamos sólo sexo, Krystel? Sé honesta, no tengas miedo —me quedo callada por unos momentos hasta negar con la cabeza, «Claro que no, me muero por algo más»—, pues yo tampoco, es una jodida locura, pero no quiero seguir así... saber que puedes ir por ahí con otro como el Teniente de los cojones del otro día, lo besaste para darme celos, lo sé.
—Debía cobrarte algo y funcionó... pues a mí tampoco me agrada la idea de ti con otras como la rubia esa del antro, la próxima le arranco las extensiones, es un juramento —comento con el gesto usual de las promesas—. Aunque no lo entiendo, hace poco nos hemos conocido
—Lo sé, pero piénsalo, nada en nosotros es tradicional, nos conocemos hace cinco minutos y tuvimos sexo luego de pocas palabras, ambos nos atrajimos tanto para eso, ahora hemos pasado algunas borracheras, intercambiado información muy personal, en fin, muchas cosas que van más allá de una simple relación casual.
—¿Entonces qué propones?
—Intentarlo como si fuéramos dos personas conociéndose de a poco, pero no de una relación sólo física —afirma entrelazando su mano con la mía—. Como si nos gustáramos e intentáramos tener algo.
—¿Por qué ahora de pronto quieres algo más? No lo entiendo —murmuro confundida—. Esto no es algo para jugar... no lo sé, me parece raro todo esto.
—Porque te quiero solo para mí —susurra con una mirada seductora—. No eres la única posesiva y ambiciosa de los dos... eres la excepción a todas mis reglas, pero no me quita mi modo de ser, seguiré siendo duro y firme, nada me hace perder mi gracia.
—¿Ivanna? ¿me tendrás como tu amante más tiempo? —contesto poniéndome en pie con una espina en el corazón por ese nombre, él la escogió como la más importante de sus conquistas, me abrazo yo misma para darme calor, mientras camino en la orilla de ida y vuelta—. En ese caso no me interesa, porque soy la primera opción o no soy.
—Terminé con Ivanna en la mañana, me enteré que quería deshacerse de Paulina para ser la primera en mi vida, y eso fue demasiado para mi poca paciencia mecha corta en TNT.
Eso es como un detonante de alegría y me voy sobre él para abrazarlo casi de forma automática. Nos carcajeamos, aunque no sé porqué esta alegría me supera tanto, «sí lo sabes muy bien» me cuelgo de cuello como niña pequeña y allí mismo continúa.
—¿Entonces Sánchez? ¿quiere intentarlo ahora que se sabe la primera opción?
—Digamos que me convenció por poco —le saco una sonrisa antes de besarlo al dejarme en el suelo, parezco pequeña en dulcería, pero la noticia me ha alegrado como no debería, después de todo mi Ángel es amigo de ella y estamos jodiéndolos a ambos, aunque de Ivanna no me da pena para nada, es una arpía en todo sentido y mejor para mí, ella misma se ha corrido la silla, mejor dicho, el trono—. ¿Exclusividad total?
—¿Qué parte de te quiero solo para mí no entiendes? —replica sosteniéndome por la cintura para subirme a sus caderas en un gesto sexy porque me alza como si no pesara nada—. Nadie más puede tocarte ¿eso sí queda claro?
—Pues a ti tampoco, no querrás que salga la rosa letal —le susurro sobre los labios acariciándole el cabello—. A esa no la quieres conocer.
Lo beso con lentitud como si fuera solo un abrebocas de algo más como una promesa. Nos quedamos un rato más sentados en la orilla de la playa, me cuenta mejor lo de Ivanna y resulta que la perra hizo llorar a Pau, le dijo "estorbo", además que era un lastre en la vida de su padre porque estaba muy joven para tener garrapatas chupándole la sangre, también dejó entrar a extraños a casa del Comandante para recoger las cosas de la niña porque la enviaría a Suiza al internado donde ella estuvo como "Sorpresa para Klaus", pero Catalina lo evitó, al parecer la niña no lo dijo porque Ivanna le dijo chivata, fue su amorosa nana quien lo dijo pues con ella sí se desahogó.
La pequeña fingía en las llamadas con su padre para no preocuparlo, pero Catalina dijo "Suficiente, me harté de esto" y contó todo en una visita de Antoine. Una mañana preparaba el desayuno de Pau cuando dos mujeres estiradas entraron junto a la bruja mayor, parecían sacadas de un instituto de señoritas, seguidas de cuatro hombres, los de la vez anterior, entonces ella salió de la cocina cuando los macancanes iban por las escaleras, entonces uno se regresó por orden de Ivanna para sujetarla e inmovilizarla, mientras sacaban a la niña a quien sacaron de la cama en pijama sine entender nada. En eso Antoine entró con cuatro de sus escoltas armados hasta el peine. Klaus se pierde en el relato y me hace sentir como si hubiese estado ahí.
—¡Antoine, querido! —exclamó Ivanna nerviosa—. ¿Qué haces aquí?
—¿Qué haces tú aquí? ¿qué es todo esto? —bramó Antoine al sacar una pistola 9mm de una pistolera para apuntarla hacia el tipo que tenía sujeta a una muy asustada Paulina quien le pedía ayuda—. Suelta a mi nieta o en cinco segundos no tendrás cojones.
—No recibo órdenes de usted, sino de la directora Swan —señaló a una de las estiradas parecida a una persona de la película el Grinch con su nariz estrafalaria y palidez extrema.
Antoine le hizo una señal a su nieta quien mordió al tío con fuerza y solo así la dejó ir con un grito donde la insultaba como "Cría del demonio", entonces las balas en los cojones prometidas del padre Roux no tardó en llegar. El tío cayó en las escaleras con otro grito, esta vez de dolor y maldiciones.
—¡¿Antoine estás loco?! —gritó Ivanna espantada—. ¡¿Qué has hecho?!
—¿La silicona se te subió al cerebro? ¿o el bótox lo paralizó? —espetó él—. Le acabo de meter un tiro en las pelotas ¿no lo ves?
—¡Sí, pero por qué lo hiciste!
—Se lo advertí —abrazó a Paulina escondiéndola tras de su cuerpo, su guardia apuntaba sus fusiles hacia los hombres restantes para evitar que hicieran algo
—¡Lo demandaré! —exclamó la Swan al sacar el móvil—. Es uno de mis ayudantes.
—Inténtelo y verá cómo se entierra una directora nariz de bola junto a su denuncia —amenazó él y eso horrorizó a la mujer, quien da pasos hacia atrás— y tú, bola de estiércol —se dirige al herido, puedes llamar a la ambulancia, pero abres la boca y entonces en lugar de tenerla en las pelotas tendrás la bala en la garganta.
—¿Por qué no preguntas primero antes de hacer todo esto? Los chicos se llevan a Paulina a un sitio mejor para ella, estará con otras niñas de las mejores familias, le enseñarán modales, le darán un talento, a no ser tan odiosa, estará bien —trató de explicar Ivanna y cuando le preguntaron qué pretendía hacer para sacarla del país sin la firma de Klaus, respondió algo irrisorio para Antoine—. Aquí está, él está de acuerdo.
Le extendió un documento fotocopiado, pues el original de seguro lo tenían quienes la subirían en el avión.
—¡Eso no es cierto, mi papi me prometió que jamás me dejaría ir! —lloró Paulina.
—Sí lo es, mocosa del demonio, y te vas en este momento... permiso Antoine —trató de acercarse a la niña, pero él le apunto a la cabeza—. ¡¿Qué haces?!
—Soy un Roux, disparo primero y pregunto después, y tengo tantas ganas de dispararte a ver si tienes cerebro o solo es un cascarón vacío como pienso —empezó Antoine entre dientes, solo se contenía porque no quería mostrarse tan violento frente a su nietecita—. Tú o alguno de estos payados tocan a esta niña y me va a importar una puta mierda que seas una tía, te voy a volver una pila de mierda putrefacta como a los demás, ¿alguna duda?
—¡La niña nunca te ha importado! —chilló Ivanna indignada—. Ni siquiera apoyaste el embarazo.
—Han pasado ocho años, pendeja, claro que todo ha cambiado, esta niña lo ha cambiado todo en la familia, pero tú en tu eterno sueño de perfección jamás nos has visto interactuar —gritó Antoine al guardar la pistola, si seguía en sus manos no se iba a resistir a dispararle en medio del diseño de sonrisa—. Tienen cinco segundos para salir de esta casa o habrá cuatro guardias, dos directoras y una rubia pretenciosa de mierda menos en el mundo... ah, y no se les ocurra volver, ni siquiera tú, Ivanna, por tu bien, jamás vuelvas a pisar este hogar.
Nadie dudó de la amenaza y abandonaron todo.
—Es una maldita perra —espeto indignada, la ira me corre en las venas y si la tuviera enfrente de seguro no se salvaría—. ¿no me das permiso para viajar a España dos días? Hay una rubia que se merece romperle la puta madre —pido muy enserio, no es blofeo.
—Tranquila, con lo de Antoine es suficiente, no sólo la salvó, sino que me demostró cómo le importa su nieta, al menos eso es ganancia —me dice dándome besitos en la mejilla y el borde de mi barbilla en camino a la oreja—. Lo veo diferente ahora, no sé, algo menos robot.
—Creo que ahora puedo preguntar algo... ¿por qué estabas con ella? Paulina no la quería, era obvio que ella tampoco, es frívola, superficial, celo...
—¿Celosa? —me da media sonrisa.
—No, eso no, ni modo de culparla, yo también lo soy contigo, como sea, si quieres puedes responderme —retomo el asunto—. Pero si es muy personal, tranquilo.
—Ya lo sabes en realidad, estaba con ella por Kai, su padre me daba posibilidades de buscar más, pero por encima de mi hija las moscas y Dios, nadie más —afirma con seriedad—. Si llegué a sentir cosas por ella, aunque no llegó a ser nada más, un pequeño cosquilleo, solo que me daba posibilidades y por eso me sacrificaría.
—¿Y ahora?
—Su padre ya me dio el hilo, solo debo tirar —se encoge de hombros con una sonrisa—. Y me ha traído cosas buenas.
—¿Yo también soy un cosquilleo tan solo?
—No, si hago esto es porque el cosquilleo se volvió un terremoto, pero no diré más —acaricia mi mejilla con el dorso de sus dedos, pero no hace más, yo me quedo en silencio porque me pasa lo mismo, espero no sea una mala decisión.
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Una hora después aterrizamos de nuevo en la base en medio de una luz de búsqueda como pensé que sería, estamos en problemas, aunque ya me huelo cómo lo solucionará...
—Quiero que bajen lento con las manos en la nuca —advierte un soldado a nuestra espalda una vez hemos bajado con un fusil en alto, aunque no es el único al ver por sobre mi hombro; sin embargo, pronto sentimos esposas alrededor de las muñecas, Klaus debe estar a punto de "liarla parda" en su jerga, en traducción, mandará a la chingada a todo el árbol genealógico de quien se atrevió a ponerle esposas.
El mismo hombre nos toma aun sin darnos la vuelta para caminar hacia adelante, toda la zona está iluminada y hay soldados atentos, aunque al ver la cara de Klaus se ven entre sí, quien va a nuestra espalda no se ha percatado de nada hasta llegar al edificio H donde hay detenciones temporales, pero cuando llegamos el encargado se espanta al ver a Klaus.
—¡¿Qué mierda ha sucedido?! ¿por qué traes al Comandante Roux así? —exclama, mientras manotea furioso con quien nos trae así—. Y encima a la Capitana Sánchez ¿qué no te has enterado quien es su padrino?
—¿De qué hablas? Este par se robaron un helicóptero y...
—¡Es el Comandante del cuerpo élite de la operación Jaque! Y la sobrina del Regente, imbécil, ¿eres nuevo no?
—Pues sí... tengo tres días de recién ser trasladado...
—¡Comandante! perdone —exclama el de la oficina—. No sabían que era usted.
—Estoy harto de las esposas ¡quítelas antes de que brinque mi mala leche! —grita Klaus a lo último, se contuvo todo el camino, pero ahora como él mismo dijo, Histeri-Klaus ha salido a pasear, aunque creo que pasará de histérico a ogro en cero punto un segundos—. ¡Estábamos en reconocimiento de zona, debíamos ir particular por si lograban vernos! A ver si preguntan antes de arrestar.
—¿Y por qué no nos dijo? La Unidad Táctica lo declaro como robado, estuvimos a dos minutos de salir a buscarlo, pero como su GPS marcaba Mazatlán preferimos esperar.
—La próxima vez lo haré, pero la próxima vez que ustedes me pongan esposas, desaparecerán de la UTCCO como humo en corriente de aire —espeta Klaus, mientras le quitan las esposas, está de mala vuelta, pero es su culpa, él se lo robó, aunque valió la pena, ha sido la mejor cita de mi vida, el lugar, sus palabras.
—Lo siento de verdad, mi Comandante, perdóneme —pide quien nos arrestó—. No pasará otra vez.
—Lo sé o ya saben ahora me largo, estoy exhausto —hala de mi brazo cuando me disculpo de nuevo, aunque me replica que no lo haga, ellos deberían pedir perdón según su actuación, se mantiene así hasta estar fuera del ojo de los agentes, entonces se deja caer en una carcajada.
—No es gracioso, esposas y varios enterándose de que estábamos juntos, porque eso del reconocimiento no se lo cree nadie, ni tú mismo —espeto, mientras caminamos hacia el área residencial al norte de la base, pero al estar despejada la noche es plácido hacerlo, el viento enfría un poco mis mofletes rojos aunque no sé si de la molestia, la risa o la pena de haber sido descubiertos—. ¿Y si abren la boca?
—Neh, están cagados del susto de las consecuencias, te aseguro que la frase cuando nos fuimos fue "Aquí no pasó nada"... aunque bueno, si se enteran pues a tomar por culo, ya no estás con Ángel, ya no estoy con Ivanna, ¿qué más da?
—Todavía no es momento de que Ángel se entere —comento con él en mis pensamientos, no quiero hacerle daño—. No se lleva bien contigo, saberte la razón por la que no vuelvo con él lo enloquecerá.
—¿Soy la razón? —dice coqueto para mirar a los lados y tomar mi cintura atrayéndome a él con fuerza—. Eso ha sonado muy excitante, Capitana Sánchez.
—Era la intención, mi Comandante Roux —le doy un beso intenso, pero corto, pues pueden vernos y aun no es tiempo, sobre todo por Richi, él está renuente a cualquier cosa más allá del trabajo con Klaus, porque lo cree un desalmado que me hará daño, aunque lo respeta como soldado.
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Hora más tarde estamos en la sala de reuniones con el Brigadier Falcon y la Brigadier Fox, además de Samara, Valeria y Nicolás quienes exponen lo encontrado en las verificaciones preliminares del exterior de LADIVCOM, pero Klaus no me deja concentrar, está junto a mí en la mesa con su mano en mi muslo muy próxima a la unión de mis piernas, apenas y puedo prestar atención, aprieto los muslos al morderme la parte interna de la mejilla en tanto su mano sube y sube.
—¿Krystel? —oigo la voz de Samara—. ¿Me oyes?
—¿Qué pasa?
—Que llevo cinco minutos tratando de saber tu opinión de Paradiso y tú piensas en las huevas del gallo.
«Del gallo no, nena»
—Lo siento eh... mi madre me preocupa, ya sabes —me excuso como una cobarde, aunque no es del todo mentira—. Pero bueno, en Paradiso no hay nada extraño, cero expendedores, un piso muy tranquilo en realidad, pero en Purgatorio hay una puerta roja sospechosa, casi nadie entra por allí.
—Es verdad —acota Valeria, mientras hace algo desagradable para mí: ve de forma fija a Klaus con los ojos de borrego a medio morir, aunque él parece muy concentrado en buscar el cinturón del uniforme y abrirme el pantalón con una mano, en lugar de ponerle atención y eso me da gusto, mucho gusto—. Solo he visto tres personas con acceso y no parecen empleados.
—Comandante Roux ¿qué propone?
—Un apagón podría funcionar, mientras buscan el origen del daño, se escabullen dentro y si es cerradura electrónica podría hacerlo Falcon —responde él como si nada, aunque esté a punto de deslizar su mano dentro de mis bragas—. ¿Qué dice, Brigadier?
—Dispuesto a todo por hacerlos caer.
—Claro, hasta ligarse a la traficante —comenta Isabella con sarcasmo—. Envíelo a primera línea para guiñarle el ojo, ya verá como cae rendidita.
—¿No tienes otra cosa para aportar? Mejor silencio, porque quien se dejó manosear del mafioso en Afganistán fuiste tú ()*
—¡Supéralo, Falcon, fue por la misión y no pasó nada más!
—¿Se dejó manosear de un mafioso? —pregunta Klaus con una sonrisa inevitable, me recuerdan a él y a mí porque obvio pasa algo fuerte, ellos no son sólo una aventura y parece de años atrás.
—¡De Abdul Sayyid! —espeta Falcon y eso me sorprende—. Tardó años en ponerle el sedante para sacarlo del cuchitril donde estaba.
—¿Y por qué no hablas de lo histérico que estabas porque me escuchabas besándome con él?
—¿Yo? ¿histérico por eso? ¡Ja! Solo estaba preocupado porque entre más tiempo pasara podías morir a manos de su escolta —refunfuña él, claro que estaba preocupado, mejor dicho, celoso, un Klaus en toda regla—. Como sea, es mejor si voy en persona para ver el tipo de cerradura ¿le parece bien, Comandante?
—Claro, es lo mejor —responde Klaus, pero saca la mano de mis pantalones al girar un poco hacia el exterior de la sala de juntas, esta tiene paredes de cristal sin persianas y por allí viene Maddox con Volkov, General tres estrellas Praetor.
Cuando llegan Isabella ha cambiado su energía del todo, parece más pesada con un objetivo: el General Volkov y es recíproco, él también la mira como una basura en su parabrisas, la Brigadier incluso ha dejado su mano cerca de su arma como si esperara una jugada sucia por parte de él, Klaus lo nota también y choca un poco su pierna contra la mía bajo la mesa. «¿Qué sucederá con ellos?» me pregunto aunque de seguro no me dirá si es algo delicado, en eso llega Álvaro Salvador quien investiga al asesino en serie junto al Comando Médico Praetor con más psiquiatras como él y psicólogos especialistas, pero aun no han descifrado al cabrón.
Maddox como de costumbre es amable conmigo y con Klaus parece querer sacarle los ojos aunque él no se queda atrás, es un ir y venir de peleas sobre quien la tiene más grande, una guerra de testosterona de la mierda. Una hora después salimos de la sala por fin, un minuto más y nos asfixiábamos de tanta mala vibra dentro, entre Isabella con Volkov y Maddox con Klaus, es para salir loco de ahí, pronto nos dispersamos y el Comandante me llama como profesional a su oficina, mientras Vale no pierde ni pie ni pisada aunque debe irse a rendir cuentas a su Capitán de Brigada.
Su oficina es como la sala de juntas, pero más pequeña; es decir, el frente es de puro cristal reforzado con persianas verticales, las dos paredes laterales son de concreto y la del fondo de cristal blindado también con persianas. Entonces llego tras él y se sienta al otro lado del escritorio con unos papeles que requieren su firma cuando mi teléfono suena con una llamada de Caro, pero al tener a mi jefe en frente con algo importante no la tomo; sin embargo, hace otras dos, ella está con mamá hoy así que contesto asustada.
—No me digas que pasó algo —digo al sentarme como si me preparara para desmayarme, Klaus me ve de forma extraña al levantar su atención de los papeles.
—Sí pasó, Kirem Demir está aquí.
—¿El cardiólogo?
—¡Sí! dice que viene a ver a mami.
—Pero su asistente dijo que no tenía agenda para este año —replico anonadada, el hombre es uno de los mejores cardiólogos intervencionista del mundo, pero como tal una cita con él es la cosa más difícil del mundo, más aun si no está en México sino en Madrid, España, es originario de Turquía, pero le llevaron a este país de un año, sus estudios y carreras han sido en España, Reino Unido e Italia, y si me pongo a enumerar sus condecoraciones o experiencia, me quedaría todo el día.
—Pues está con mamá y Richi en su habitación —exclama con emoción, y no es la única, estoy sorprendida, pero feliz como nadie más en este momento—. ¿Puedes venir? Dijo querer conocer a todos para hacernos saber de la situación.
—No... no lo sé, Caro, hablaré con el Comandante a ver si puedo ausentarme, haré lo que pueda ¿vale?
—¿Qué sucede? —pregunta él cuando cuelgo, se ve en serio picado por la curiosidad—. ¿Algo de tu madre?
—Sí, un cardiólogo especialista que intentamos sacar cita con él para verla aun con el pago considerable, pero no tenía fechas, estaba repleto hasta fin de año, nos pusieron en lista de espera a ver si alguien cancelaba, pero aquí está, ha llegado de pronto
—Si quieres ir al hospital para hablar directo con él adelante, aquí no hay para hacer hasta tu vuelta al piso —me dice en tono seco, no grosero sino duro, ha regresado a ser el Comandante Roux y lo entiendo, la puerta está abierta, si alguien sospecha pueden destituirnos pues no es la relación en sí, de lo contrario, es el momento en donde se da el amorío, debemos estar al pendiente de todo sin nada más, si se da en la misión, quedas jodido.
No sé si en otras milicias lo sea, pero en la UTCCO sí.
—Es muy extraño, primero el homenaje a los soldados, ahora el cardiólogo, no entiendo —comento extrañada, él se ve curioso otra vez aunque no dice nada extraño.
—De verdad, aquí no hay nada demasiado importante, Capitana, venga, vaya a ver a su madre y si necesita más tiempo, solo avíseme —dice, trata de ser serio, pero su tono se ablanda hasta darme una sonrisita oculta tras las hojas en sus manos—. Pero no me deje en ascuas, quiero saberlo todo.
—Está bien, Gracias Kl... Comandante Roux —me autocorrijo pues Katerina parece un espectro, llega en cualquier momento sin escucharla y puede escucharnos porque va y viene la cabrona, solo le falta verse a medias como un fantasma.
Sin más me voy, quisiera darle un beso, pero cerrar la puerta a media conversación parecería raro, aun más porque él trabaja con las persianas cerradas, es el único en el piso que lo hace así, más aun porque es la oficina más grande de todas en este nivel. Bajo rápido y sin quitarme el uniforme de entrenamiento con el camuflado café para tomar camino a donde está mi auto, una zona de parque en la zona residencial cuando Samara aparece, tiene los ojos llorosos y tiene un pañuelo en las manos, entonces indago, quiero saber qué le pasa y me dice: su abuelita ha empeorado de su corazón y está en el mismo hospital de mamá.
—¿Por qué no me habías dicho?
—Pasó muy rápido, ella se alteró porque mis padres se aparecieron a exigirle dinero y ella no lo soportó —llora cuando la abrazo—. Fue ayer en la noche y desapareciste, no entraba la llamada.
—Lo siento... yo estaba...
—¿En dónde? Hasta nos preocupaste —admite limpiándose las lágrimas de sus ojos azules—. ¿Estabas con el Comandante?
—No es momento de hablar de mí, corazón, es sobre tu abue, si quieres luego te hablo de él, te lo prometo, por lo pronto vamos al hospital ¿puedes? —me salgo del tema no por falta de confianza sino porque es poco empático decirle cómo me ha ido de bien cuando ella lo pasa mal—. Kirem Demir está aquí, revisa a mamá.
—¿El mismo cardiólogo?
—Sí, lleva el caso en este momento, a lo mejor si le pagas bien puede ver a tu abue —le propongo y ella se muestra más calmada, por eso vamos hacia mi auto y en silencio subimos para emprender camino al hospital, aunque trato de buscarle conversación para distraerla, me cuenta sobre su novio y sus ganas de tener un bebé, pero ella está en el mejor momento de su carrera, no sabe si podrá hacerlo todo al mismo tiempo, aunque sean solo planes a futuro, ambos se aman y superarán todo juntos.
Por otro lado, me explica lo sucedido con su abuela, su madre se presentó como si nada a pedirle nada más veinte mil dólares a la pobre señora para pagar sus gastos, iba con su marido y el hijo favorito, pero Samara estaba por llegar para darle una compra a su abuela y así pudiera hacer las cositas que aun puede: la repostería, por eso llegó justo a tiempo cuando le empezó a dar un dolor en el pecho, por su puesto, sacó a su "Familia" a gritos de su apartamento para tomar camino al hospital, la señora Linda tuvo un infarto provocado por el estrés de las exigencias, Sam me dice que creyó no poder llegar a tiempo. Ahora además de preocupada está furiosa, con ella pueden meterse, pero con su abuela no.
También me cuenta de su intención de denunciarlos finalmente, lo evitó hacer toda costa porque ellos no tienen buen historial con la policía en realidad, pero han ido demasiado lejos. Por la conversación el trayecto parece de cinco minutos hasta llegar al hospital donde desde el estacionamiento sé que Richi aun está aquí, su guardia me saluda con una sonrisa hasta entrar, rápido buscamos la suite privada de mamá estamos en el piso cinco en un pasillo enorme de habitaciones con entradas de cristal con persianas, el aroma a desinfectante me trae recuerdos horribles, sumado al frío que caracteriza a los hospitales como lugares inhóspitos para mí.
Entramos por la puerta de cristal hasta el interior donde la ventana está hasta el otro lado sobre la cama del acompañante; es decir, el mismo Richi quien no se ha separado de ella, la cama está en medio de dos mesas auxiliares, una de estas con un arreglo de rosas rojas detalle de Richi para mamá. Dentro está Kirem por fin, un hombre joven en realidad, tiene cincuenta años y está en forma, escucha los pulmones de ella, Richi por su parte le sujeta la mano al otro lado y Caro está sentada en los pies de la cama.
—¡Krystel! —exclama mi hermana al saludarme, no parece tan preocupada como ayer y puede ser por el diagnóstico del doctor—. Te presento al médico.
—Kirem Demir, mucho gusto —me da una sonrisa cautivadora—. Debes ser la hija mayor de Angélica.
—Así es —le extiendo la mano—. De verdad gracias por estar aquí, no sabe lo que significa para nosotros.
—No es nada, su madre es un caso interesante —afirma con una sonrisa.
—Hola caballeros y señoritas —saluda una enfermera con amabilidad—. El doctor necesita hacerle un examen a Angélica.
Nos salimos todo y le doy un abrazo a Richi.
—Todo estará bien, Ratona, no te preocupes, el doctor tiene buen pronóstico —me tranquiliza—. ¿Y tú, Samy? ¿por qué tienes los ojos llorosos?
—Su abue, sufrió un infarto por el estrés de la situación con sus padres —explico pues ella misma le contó la situación a Richi para buscar consejo—. Casi no llega al hospital, le dije que hablaríamos con el doctor a ver si puede verla y se le pagaría bastante.
—Sí, yo mismo podría hacerlo, pero justo antes de que llegaran, comentaba sobre una segunda paciente, me imagino que tendrá varios, pero lo intentaré —promete cuando recibe una llamada de su exesposa quien parece histérica, al parecer uno de sus hijos, no de Richi sino anterior a su matrimonio, se cayó por necio lesionándose el tobillo y quiere que él vaya a acompañarlo porque ella tiene mucho trabajo, pero vamos, Angélica Sánchez siempre va primero en la vida de Ricardo Pontevedra, no hay dudas ni tintes medios.
Entonces bajamos al primer piso a buscar café cuando su jefe de seguridad se aproxima para recordarle la reunión dentro de una hora con el General Absoluto Praetor, cita esperada porque ambos son los más importantes de sus milicias, entonces, con pesadez, él debe marcharse encomendándome a mamá antes de darme un beso en la frente y despedirse de Sam.
—¿Tú eres Samara Cruz? —pregunta Kirem a nuestra espalda, tiene acento español claro.
—¿Cómo lo sabe? sí... soy yo —susurra desconcertada como yo misma—. No sabe el gusto que me da conocerlo, pero ¿cómo me ha conocido usted?
—Digamos que quien me ha llamado para atender a Angélica, se ha enterado de la condición de su abuela y ha duplicado la paga para que la revise también —comenta muy amable, me lo imaginaba como un ogro, algunos doctores al alcanzar cierto estatus se vuelven pedantes, no todos claro, pero sí los he conocido; no obstante, él suave, adorable y gentil.
—¿Y quién es? Tenemos esa duda.
—Lo siento Krystel, me ha pedido anonimato. Ahora, ¿dónde está tu abuelita? Veamos qué podemos hacer por ella —sonríe y me alegra tenerle aquí, no parece estar obligado como imaginé.
—¿Está usted de acuerdo con estar aquí? —pregunto sin más—. digo ¿le han obligado? Tratamos varias veces de sacar cita con usted y solo logramos entrar en la lista de espera.
—Para nada, dejando a un lado que me pagó ridículamente mucho adelantado, y es uno de mis mejores amigos desde siempre, el caso de tu madre es interesante, en su patología los síntomas no suelen ser esporádicos, tu madre está muy bien por ratos y de pronto tiene una recaída grave como si no hubiera un punto medio, su caso me nutre como profesional porque en mi carrera he visto solo dos pacientes igual a ella y es motivo de interés, además ahora tengo un caso con la abuela de Samara —se alegra, mientras caminamos hacia el ascensor—. Y bueno, siento lo de la cita, mi asistente es muy eficiente, pero muy xenófoba y pesada, ya sabéis, pone en lista de espera, aunque haya cupos libres si quien lo solicita es negro, judío, o mexicano... lo sé, lo sé ¿por qué no la despides?
—Sí, es una buena pregunta —inquiere Sam con media sonrisa, entramos en el cubículo para marcar el piso cinco e ir directo a la habitación de mamá primero pues allí se ha dejado el estetoscopio. Esta se ubica al final de un largo pasillo, demasiado y nosotros vamos en conversación, por ello caminamos lento.
—Carla ha estado conmigo desde el primer día literalmente, fue quien escogí al abrir mi primera consulta independiente, maneja mis cuentas, mis citas, mi vida entera, me recuerda fechas importantes para que mi esposa no me sacrifique por olvidar el aniversario —explica y todo tiene sentido—, no sé si podría confiarle tanto a otra persona, claro que he hablado con ella, pero nada cambia y ha mejorado, ahora —se rebusca entre el bolsillo frontal de la camisa de botones en la zona del pecho izquierdo hasta sacar dos tarjetitas en donde anota su número personal—. Si presentan algún problema, no duden en llamarme
Cuando la recibo quedo en posición para ver una desgracia a punto de entrar a la habitación de mi madre... Aleixandre Sokolov con sus matones.
Voy a matar a ese cerdo desgraciado, aunque sea mi propia sangre.
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