Capítulo 25-Choque de sentimientos 🔞🔥
Capítulo 25
Choque de sentimientos
"Los celos nacen del amor, pero no mueren con éste"
François de La Rochefoucauld
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Lugar de reunión de los Hassassin
Grutas de montaña
Ubicación exacta: desconocida
Malek ha tenido éxito en buscar y capturar otro miembro Sokolov, esta vez no es uno más, Budimir Sokolov es quien negocia con todos los socios, traficantes de armas, distribuidores y pequeños negocios aliados por donde se mueve su labor todo el tiempo, Budimir, como todos los de su familia, es cruel, sanguinario, pero sobre todo tiene fama de violar mujeres que le gustan por el simple hecho de querer hacerlo, no las respeta, pero será una quien le haga pagar todos sus crímenes, solo debe tener una franja en donde no sea descubierta porque Kattleya no puede dejarse atrapar ni de la UTCCO ni de La Hermandad, en eso ha sido un haz, como ella nadie más.
Esta en el sistema de cuevas donde hay diferentes cámaras con tecnología de punta, lugares de retención y torturas y una sección donde un gran barranco se convierte en el último instante de la vida de quienes son sentenciados al olvido. Camina entre una de las secciones donde hay pantallas de vigilancia, mientras tiene en la mano un iPad donde checa el seguimiento de la nueva víctima, adicional a Budimir, pero este se nota más escurridizo luego de la captura de su otra víctima, pues lo sabe, hay un monstruo tras él dispuesto a terminar con su existencia, así como todos los Sokolov, saben lo que les corre pierna arriba con Kattleya teniendo un apoyo fuerte creciendo de manera alarmante a la velocidad de la luz, para convertirse pronto en una fuerza imparable.
—Malek —Beta llama su atención—. Budimir no para de sangrar, La Duquesa no podrá matarlo como quiere si no lo atendemos o viene ahora mismo.
—Mierda —masculla el hombre—. La llamaré.
Marca un número en su teléfono, pero la llamada es rechazada en muchas ocasiones, eso solo significa que está en presencia de alguien más, no puede ser descubierta y eso es lo primordial por ello no insiste.
—Llama al médico, ese hombre no se puede morir si no es a manos de La Duquesa ¿entendido?
—Sí, señor, enseguida —acepta la muchacha con un asentimiento de cabeza, para irse en una carrera. Malek suspira entonces para sentarse en una silla giratoria frente a una de las pantallas cuando un texto de Kattleya llega a su móvil.
"10132014" un código para decir "Estoy acompañada de alguien importante" con eso interpreta su cercanía con un soldado y eso lo hace pensar, se ha fijado en la mujer a quien considera una guerrera, tal vez demasiado y poco a poco ha caído en un enamoramiento profundo por la chica de ojos de miel, pero su labor es más importante que su amor, la querrá siempre en silencio como algo inalcanzable para él.
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Mazatlán, Sinaloa
KLAUS
La caminata bajo la luna y las estrellas es relajante a pesar de la brisa marina fría colándose por los poros, llevo su mano sujeta, mientras me pregunto porqué lo hago, en cuanto supe lo de su madre sólo pude pensar en buscarla, me comporto fuera de lo común en realidad, no puedo dejar de pensarla, me vuelvo loco, ella me vuelve loco en todo sentido, es una especie de adicción, se ha convertido en una nueva fijación descontrolada. Cuando hemos llegado muy lejos damos la vuelta, mientras hablamos de su madre, Angélica tiene sus recaídas aunque no tan frecuentes según me cuenta, pero cuando pasan son fuertes, no indago más allá de su enfermedad pues la siento dudar en sus palabras como si no quisiera hablar mucho del tema y eso se lo respeto, me pasaba igual con Kai, mejor dicho, aun lo hace, pero con ella me siento extrañamente bien, es una sensación de estar en calma aunque a veces me ponga los nerviosa de punta.
Paz y desastre en una sola mujer.
Volvemos a donde hemos dejado el auto para tomar camino a una heladería que encontré por internet, su amigo me dijo y cito "Si la quiere ver contenta, llévela a comer mucho helado de chocolate" debo admitirlo, me ha caído bien su amigo, se ve el cariño hacia ella sin ser algo sexual o al menos eso parece, el chico me recuerda a Tomás, muy extrovertido, quien como si lo hubiera invocado, me llama cuando estamos en camino, por eso tomo la llamada por los auriculares bluetooth. Al parecer, lleva en mi búsqueda por horas, Maddox ha llegado y él no ha podido justificar mi ausencia, mejor dicho, estoy metido en un lío de los cojones por venir a consolar a Sánchez, pero ¿saben qué? Vale toda las malditas amonestaciones y regaños que me quiera dar el General.
Krystel pregunta si estoy en problemas por su culpa y lo niego, no quiero darle otra preocupación hasta llegar a la heladería en Mazatlán cuando empieza a llover, por eso corremos para protegernos de la lluvia dentro del local donde todo es color pastel, decoraciones de dulces, así como sillones tipo años 80s con la mesa en el medio de sillas recubiertas. Cuando estamos acomodados pedimos la carta y los ojos le brillan como literalmente una niña en dulcería «¿Cuándo fue que esta cría me hizo dejarla entrar tanto? Ni siquiera mi supuesta novia me produce tanto» pienso con media sonrisa.
—¿Qué puedo pedir? —pregunta, mientras lee toda la carta, aunque le pregunto de qué habla—, sí, Klaus, ¿qué puedo pedir? No sé cuánto dinero tengas para pagar.
—Te lo voy a poner de esta manera —empiezo inclinándome sobre la mesa entre los dos—. Si este local te gusta, te lo compro entero con todo y decoraciones rositas.
—¿No era más fácil decirme que tienes el dinero? —replica con una sonrisa—. presumido.
—No es mi estilo —comento también revisando la carta aunque no me gusta el dulce, de hecho, lo odio, pero tengo el presentimiento de que si se lo digo, querrá irse.
En ese momento me mira, pero algo a mi espalda la hace ponerse pálida, alguien no deseado nos ha pillado de seguro.
—¿Krys? —pregunta una vocecita insegura—. Sí eres tú —la chica se pone del lado de Sánchez, mientras luce confundida—, Comandante Roux, es un placer conocerlo.
—Igualmente... ¿Tu nombre?
—Carolina Sánchez, soy la hermana menor de Krystel —anuncia y eso me trae alivio por un lado, pero por el otro es otra persona al tanto de que algo pasa entre nosotros—. ¿Qué hacen aquí? Mamá me dijo que Richi pasará la noche con ella.
—Me dijo que no fuera hasta mañana —contesta con la verdad, en el regreso de la caminata recibió una llamada de ella, pidiéndole ir en la mañana—. ¿Qué haces aquí?
—Supuestamente Fernando debía verme aquí, pero lleva retrasado quince minutos, me sentaré en otra mesa a esperar.
—Puedes sentarte aquí —digo a la muchacha, no podremos hablar bien, pero prefiero invitarla a dejarla sola en este mundo de hoy, incluso en público—, mientras llega tu amigo.
—Gracias, Comandante —contesta, tiene la misma sonrisa encantadora de Krystel, pero ella es más como su madre, pelo negro, ojos verdosos, sí, he buscado fotos de su familia, en cambio, Krystel es de cabello castaño y ojos dorados como si hubiera salido a su padre de seguro—. ¿Y qué hacían?
Se sienta y aunque nos ha pillado con las manos en la masa, no parece molesta.
—El... el Comandante pasó por mí, porque... porque me sentía mal para conducir fuera del hospital —tartamudea Krystel.
—Ya... ¿y por qué no Nicolás o Ramiro? Digo, el Comandante es tu jefe —indaga directa sin tonos medios—. No sé, es raro.
—Ehh —duda Krystel, pues ya lo sabemos, la chiquilla lo sabe, tonta no es—. Luego te lo digo, deja de hacer tanta pregunta chismosa.
Eso me hace gracia y me río como casi nunca lo hago.
—Ushh, hermana mayor grosera, tacho, tacho —dice Carolina con gracia—, ¿Así le contestas a tu jefe también?
—La verdad sí —hablo yo sin darle oportunidad a negarlo—, por eso le apodé la metralla respondona. No puede parar de replicar y replicar como si le pagaran por hacerlo —Carolina suelta una carcajada fuerte que me contagia, Krystel por otro lado me mira indignada.
—Sí, eso suena como ella de verdad —se ríe de nuevo la chica—. No sé cómo no la echan, influencia de papito Richi... perdón, Comandante, el RGN Pontevedra —se disculpa pues cree que me molesta.
—Tranquila, veo cómo es su vínculo, fuerte, leal, es admirable —confieso porque me encuentro con el deseo de tener uno así en mi vida, no las apáticas de mi familia.
—Richi es el padre que no tenemos —admite ella con una sonrisa inocente.
—¿Y qué sucede con su padre? ¿Dónde...?
—Murió —espeta Krystel en tono seco sin dejarme acabar la oración—. Y debe estar ardiendo en el infierno.
«Vaya, lo quería mucho según veo» pienso con sarcasmo.
—¡Krystel! —salta Carolina—. ¿no te da pena con el Comandante?
—No, ese hijo de puta se merece arder con satanás en el noveno círculo del infierno —concluye ella—. pero hablemos de otra cosa ¿Cómo va la universidad?
—Bien, Krys, Richi ha gestionado mis prácticas en la UTCCO, apenas acabe este semestre las haré ¿Quién sabe? Tal vez me guste y quiera entrar como soldado —comenta emocionada aunque me gustaría no recomendarlo; sin embargo, no quiero dañar su ánimo.
—Bueno, te deseo suerte —le comento con una sonrisa, es parecida a su madre, eso me hace preguntarme cómo era su padre pues Krystel no es pelinegra sino castaña de ojos miel—. Seguro te irá bien.
En eso llega el acompañante de Carolina y ella se va con él hasta el final del local tomados de la mano, además pasa un hombre por nuestro lado soltándole a Krystel un piropo como si yo no estuviera ahí, ello me hace lanzar mi mano a la suya para marcar un territorio un poco inexistente porque ella misma me ha puesto como algo más por ahí, y eso, aunque sea algo extraño incluso para mí mismo, me molesta. Entonces escucho a mi espalda la voz de la mujer de la discoteca quien desde notarme me pasar una mano por los hombros y saluda con dos besos justo como lo hacemos en España.
—Debemos volver a salir, guapo —comenta como si lo hubiéramos hecho, pero no logro contestarle.
—¿Quieres largarte de mí vista? Estamos juntos ¿no lo ves? —replica Krystel, la ira llamea en sus ojos como nunca antes.
—Es demasiado hombre para una sola mujer —escupe la rubia con malicia—, adiós, guapo, espero verte pronto —en eso siento una patada de Krystel como si esperara algo de mi parte, pero me mantengo en silencio, eso parece enfurecerla.
—¿Qué sucede? Eso dolió —le reclamo cuando la mujer se ha ido—. ¿me explicas?
—Es una resbalosa ¿y sabes qué? Me quiero ir ya.
—No hemos comido nada.
—Me importa una mierda, voy al baño y a despedirme de mi hermana, si quieres me llevas o me voy sola.
«Sola ni a la vuelta de la esquina»
Está furibunda, aunque no lo entiendo, si no hubiera dicho aquello de "No eres nada para mí" juraría que son celos, pero lo descarto, para ella no somos una aventura. Me pongo en pie para esperarla en la puerta del local sin saber aún qué pasa cuando me alcanza la mujer de nuevo, al ver la ausencia de mi acompañante, se siente más cómoda para empezar otra vez a coquetear. No mentiré, la tía está buena de cojones, pero en algo raro, la comparo con Krystel sacándola a esta como quien más me gusta.
La chica me pasa una mano por el pecho coqueta, justo cuando Krystel sale por el pasillo, pero de repente se vuelve una fiera completa, se le abalanza a la rubia tomándole del pelo halándolo tan fuerte que le arranca las extensiones como si se tratara de un sombrero, la chica chilla, mientras sus amigas tratan de intervenir, pero Sánchez está entrenada como una asesina mortal, se las quita de encima con pocos movimientos, hasta mi intervención.
—Joder, contrólate —le digo sujetándola por la cintura, su hermana sale y se ve sorprendida aunque trata de calmarla también—. ¿Por qué haces esto, mierda?
—Suélteme, le arrancaré el cuero cabelludo —grita como una demente camino al psiquiátrico, mientras su hermana le pregunta qué pasa, aunque me la llevo encaramándola en mi hombro como un bulto de papas hasta llevarla al auto donde a las malas la meto, aunque es como empujar un pastel por el ojal de una jodida aguja, tanto que debo ponerle seguro a su puerta, mientras rodeo para ir al puesto del copiloto.
No entiendo nada ella me pone como alguien poco importante, pero ve a una mujer coqueteándome y casi le reacomoda la cara como puzzle de mil piezas desordenadas. Casi nunca invoco a Dios, pero joder, para este diablo se necesita agua bendita del Vaticano sacada de una cascada del paraíso. Me subo cuando la veo más calmada, pongo el GPS y nos guía al edificio donde está nuestro piso, aunque ella va cruzada de brazos, mientras refunfuña sobre no poder haberle arrancado la cabeza, en tanto inicia una lluvia fuerte, las gotas gigantes se estrellan contra el capó y el vidrio, eso hace difícil ver por donde vamos, por ello nos tardamos . Pronto llegamos, voy a estacionar cuando logra sacarle el seguro a su puerta para caminar al otro lado de la calle.
—Voy a caminar, Comandante, luego lo veo.
—No tiene autorización, devuélvase —bramo preocupado, hay un puto asesino serial de militares y ella se quiere exponer de forma estúpida.
—A la chingada —replica con su, al parecer, su palabra favorita.
—¡Que venga aquí!
—Aléjese de mí —me contesta obligándome a alcanzarla y comenzamos a discutir al otro lado de la calle cuando una camioneta pasa a toda velocidad y nos empapa con el agua sucia de la lluvia estancada en la calle, como si fuera poco ahora destilo porquería por los cuatro costados como un verdadero ambientador con olor a ropa mojada por tres días, joder, ¿hasta dónde vamos a llegar?
—¿Ahora sí irá al puto apartamento? Luego de tragarnos hasta la mierda de los perros por estar de necia como mula.
—No se equivoque, Comandante, de mula nada, si fuera un equino sería una yegua pura sangre y no se le olvide —me regresa para caminar hacia el edificio, pero va callada, como si tuviera un cementerio a media noche a modo de boca pues no dice nada, ni siquiera "Púdrete"
Llegamos allí y pasa rauda como bala de francotirador, está encendida en ira como si lo ocurrido le hirviera la sangre, una vez fuera trata de abrir con las llaves, pero está tan furiosa que no piensa, por eso la corro a un lado para hacerlo yo, mientras ella cruza los brazos y me mira como si quisiera matarme.
—¿Por qué lo hiciste? Dijiste que no era nada para ti —exclamo por fin con furia, no la entiendo, le dio una paliza a esa mujer solo por celos, creo—, esa pobre debe estar en el hospital.
—¡Tú lo dijiste primero! —suelta un alarido listo para avisar a toda la jodida cuadra como un megáfono comunitario—, Solo quería darte a probar tu propia medicina.
—¡¿Qué quieres de mí?! —le grito de vuelta—, ¡¿Qué cojones buscas de mí?!
—¡Lo quiero todo, porque es todo o nada, Klaus! yo soy así, posesiva, ambiciosa, celosa, soy una maldita loba con los dientes afilados que te quiere para ella ¡¿contento?! Por eso me jode que la defiendas, te quiero de mi parte —exclama sirviéndose whiskey, al parecer ya ha estado aquí anteriormente pues se dirigió al mueble del bar directamente, aunque me deja pasmado un momento, mientras solo puedo mirar alrededor como un pelmazo imbécil con el IQ por debajo de 50. Estamos en un cuadrado perfecto, a la derecha el pasillo hacia las habitaciones seguramente, a la izquierda la cocina y de frente la sala-comedor, aunque pequeña un comedor de tan solo cuatro puestos con las ventanas atrás junto a una sala de un sillón mullido frente a un bife de madera oscura.
—No somos mucho más que una simple relación casual —comienza de nuevo y es cuando noto que me extiende un trago—. Lo sé, pero mientras tengamos un trato eres mío, Comandante Roux, hazte a la idea y yo no comparto lo que me pertenece, mucho menos con resbalosas como ella.
No recibo su trago, la manoteo obligándole a poner el vaso en la mesa para evitar dejarlo caer, porque me lanzo a tomar sus mejillas entre mis manos y besarla preso de la seducción, su maldita seguridad me prende como una antorcha en los juegos olímpicos, decirme eso solo me excitó porque quiere control, me quiere para ella sola y eso dispara todo dentro de mí. Tomo su trasero y subo a mis caderas para empotarla en una pared con fuerza, pasa sus besos a mi cuello mientras le pego mi erección cada vez más firme, entonces me pide llevarla a la ducha, estamos mojados por el agua de la calle aun y debemos ducharnos para sacarlo todo, pero ahorraremos agua, venga ya, por el medio ambiente.
La guio mientras le digo lo mucho que me prende cuando habla así, entonces me besa y una vez en el baño, le quito la ropa deslizándola por su cuerpo perfecto aunque asomen de nuevo esas cicatrices alargadas pálidas, tiene al menos una en la parte baja de los senos aunque no le había puesto mucha atención, ahora quiero saber quien osó tocarla de esa manera, pero al verme mirándola fijo, se sale por la tangente, me desnuda hasta dejarme como mi madre me trajo al mundo para luego pegarse a mi cuerpo con fuerza, su boca hace estragos en mi cuerpo porque me besa el pecho, hasta deber separarnos para abrir la llave del agua en la ducha, pero me pego por detrás para restregar mi calor en el suyo y alcanzar sus senos para acariciarlos.
Krystel no es delgada, sino de contextura un poco gruesa, de piernas, caderas con cintura pequeña junto a unos senos perfectos no hay nada más delicioso en Sánchez. Nos metemos ambos cuando el agua se ha puesto caliente, yo me baño con fría, menos en invierno, aquí no hay nieve, solo una mujer más candente que el chorro que cae en nuestras cabezas, nos besamos de nuevo, su boca... su boca impertinente me encanta como todo en ella, pero en este momento es el vértice para darle a mis manos la misión de acariciarla hasta llegar a su trasero donde pongo mis manos porque es mi lugar favorito de todo su cuerpo para morrearlo y pegarlo a mi dureza ya lista para cualquier cosa, la llevo hasta la pared para darle la vuelta y así inclinarla y entrar en ella lento, perdiendo la cordura en cada centímetro apretado dentro de ella.
Embisto con fuerza, su cuerpo me pone como un animal, aún más sus gemidos extendidos dejándome ver cuanto lo disfruta. El agua nos cae, mientras sujeto sus caderas para mantenerla quieta en mis embestidas fuertes, el placer se extiende por todo mi cuerpo como pólvora con una flama dispuesta a consumirlo todo dentro de ambos. Aumento la fuerza con la que entro porque ella busca una de mis manos para llevarla a la unión de sus piernas para estimular su clítoris y la otra a sus senos, he notado cómo le gusta que yo pase mis manos por sus pezones, por eso lo hago, mientras escucho sus jadeos
—Usted me encanta, Capitana Sánchez —gruño en su oído—, me encanta jodidamente.
—Y usted me vuelve loca, Comandante.
—Otra vez, mi rango en tus labios
—Usted me vuelve loca, mi Comandante —salgo para darle vuelta y enredarla en mi cintura para cargarla entrando de nuevo dándole más y más como nuestra primera vez en el baño, donde pensé que sería una noche más de sexo, pero ahora estoy hasta la frente sin retorno. Nuestras caderas se chocan en un vaivén placentero bajo el agua caliente, soy rudo, tal vez demasiado, cada choque es más fuerte que el anterior, pero eso parece no importarle, al contrario, a juzgar por cómo araña mi espalda, lo disfruta hasta el punto de correrse dejándome un rasguño que escuece, pero es lo menos importante, porque yo mismo lo hago dentro de ella. La pongo en el suelo, aunque la sujeto fuerte, sus piernas tiemblan un poco cuando la beso lentamente, mientras sujeto sus glúteos. No decimos nada, nos enjabonamos el uno al otro solo y debo echar mano de mi autocontrol para no tener otra erección, o si no esto no tendrá final.
—Te comparé la pastilla del día después —le susurro con mi rostro metido en la curvatura de su cuello cuando hemos acabado—. Y todo un maldito lote de anticonceptivos, porque después de sentirte así otra vez, no puedo volver al condón.
—Ya me cuido, señor, no se preocupe, tampoco tengo nada —murmura al darme besos en el cuello.
—Yo tampoco, si eso la hace sentir segura. Salgamos, tendremos otro round si seguimos aquí.
Salimos para envolvernos en toallas y así salir, ella va a su habitación para buscar ropa, pero la alcanzo para deslizar la camisa de mi pijama en su cuerpo, es ligera y la cubre bien del frío del aire acondicionado ya encendido, aunque la veo hacer un movimiento como si le doliera algo.
—¿Te hice daño, pequeña? he sido un poco rudo —le pregunto echándole el cabello a la espalda uno largo, por cierto, para besar su hombro.
—Me duele un poco, pero lo disfruté tanto que debería ser ilegal sentirse así y vale la pena la molestia —me da un pequeño beso—. Puedes hacerlo cuantas veces quieras...
Nos metemos dentro de las sábanas y la atraigo para ponerla sobre mi pecho.
—Me gusta sentir el latido de tu corazón —susurra cuando apoya su oído en mi pecho y yo acaricio su cabello, aunque me extraña eso, estos gestos tengo mucho sin hacerlos—. Sé lo que sucede y temo, no sé, que te pase algo.
Esas palabras me emocionan de manera preocupante ¿Por qué lo hace? Me pregunto ¿por qué me alegra eso?
—Nada me pasará, he sobrevivido muchos años, diez para ser exactos, no se preocupe, señorita impertinente —eso la hace sonreír y a mí con ella sin remedio, pero debo reprimirme, esto no puede ser más, es peligroso dejarme llevar, venga, cuando acabe la misión ¿qué haremos? ¿cómo podríamos tener una relación así?
«¿Por qué te planteas eso si no son más que sexo?» mi consciencia hace acto de presencia; sin embargo, el latido de mi corazón y el hormigueo en mi pecho cuando la tengo cerca dicen lo contrario, estoy metido en problemas.
Me pregunta por Paulina con interés genuino y eso solo empeora la situación, sería más fácil catalogarla como una aventura si no mostrara cariño por mi hija, pero no es así, Krystel Sánchez parece encariñada con Pau y es mutuo, esta mujer se ha deslizado en mi vida de forma impresionante como no había pasado en muchos años. Nos quedamos hablando de su madre y hermana, son su vida entera según me cuenta, su mamá las sacó adelante a las dos hasta poder tenerlas en un buen lugar, definitivamente le concederé permiso una semana para cuidar a su madre, no me importa nada más que verla feliz.
Me cuenta sobre el Regente y su madre, por eso empiezo a verlo como alguien distinto, siempre lo consideré frío, distante, pero ahora está claro que no, es solo selectivo, al parecer según me dice es como un padre a quien no menciona para nada, quiero saberlo, pero algo me dice que si lo hago arruinaré el momento, así como sus cicatrices; no obstante, algún día lo haré, me lo pongo de meta, así como averiguar sobre eso de "Él no lo respetó" cuando estaba ebria, no quiero ni pensarlo, pero me suena a violación, alguien se atrevió a ponerle las manos encima para eso y si es así, no le auguro nada bueno. Eso es otra cosa ¿por qué me planteo la venganza con quien le hizo daño? «Joder, estoy cada vez más jodido»
Se pone de lado para acurrucarse contra mí y pronto cae profunda, yo me tardo un poco más, pues quiero detallarla, su nariz respingada, sus labios gruesos, la forma de su rostro, todo en ella me hace quedarme viéndola como un jodido acosador, hasta que el sueño me vence y también caigo dormido.
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Horas después amanece y estamos enlazados como enredadera, cuando trato de levantarme protesta para halarme de vuelta al pedir cinco minutos más, lo hago solo por ella, no me gusta estar mucho en la cama, son las cinco de la mañana según el reloj, por eso me permito más tiempo hasta las siente en punto en donde ella se despereza de forma adorable para saludarme como si fuéramos una pareja real, por eso la línea entre aventura y relación seria se desdibuja en cada interacción entre ambos.
Nos ponemos en pie para ir por desayuno, ella corre por el pasillo divertida pues "Quien llegue primero no cocina" por eso debo hacerlo yo.
—Eso fue trampa —le reclamo cuando se sienta en la encimera, mientras yo preparo todo, aprendí a cocinar desde la llegada de Paulina, antes todo me lo hacían, pero al ser padre sin tener el apoyo paternal, debí aprender a cuidarla por mi cuenta, con ayuda de Catalina y Kassandra; sin embargo, yo era el papá, nadie más podría hacerlo como yo—. Solo has salido a correr cual petardo en el culo.
—¿No me querías hacer el desayuno? ¿a mí? —pregunta con media sonrisa—, yo lo haría el otro día antes de la llegada de Ángel.
—Impertinente Ángel querrás decir —murmuro, mientras pico tomate y cebolla para el guiso en donde pondré los huevos revueltos una vez preparado—. ¿Por qué sales con él?
—Salía, ya no más —explica y eso me pone de mejor humor—. ¿Puedo hacerte una pregunta de él?
—Aunque te diga que no, la harás, eres la metralla respondona después de todo —me río ante su mueca de descontento—. Adelante.
—¿Qué pasó en Siria? Sé honesto por favor.
—Es una larga historia, aunque la resumiré
Me sumerjo en el recuerdo, mientras le cuento.
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