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Capítulo 23- Es una guerra de toma y dame


Capítulo 23

Es una guerra de toma y dame

"Decir que no es necesario y debemos

aprender a decirlo en paz"

Bernardo Stamateas

DEDICADO A SCARLETANDRADE12

¡GRACIAS POR TANTO Y ESPERO ESE CAP TE DISTRAIGA TANTO COMO LOS DEMÁS!

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TIJUANA, MÉXICO

Emiliano Portillo espera ansioso la llegada de Alexei Sokolov, luego de casi ser atrapado, se decidió esconderle dentro de su casa, del ilustre y respetado abogado de Tijuana, donde nadie pondría un pie por allanamiento sin pruebas, allí estará a salvo al menos de la Ley, pero de los Hassassin jamás, ambos lo saben, es dificil promediar un número de aquel ejército de Kattleya, pero pocos no son, están unidos para matar a toda persona en su lista, pero con más énfasis en los Sokolov. Se le hace irrisoria la ira de esa mujer contra ellos, pero por experiencia propia sabe que ese tipo de sentimiento ardiente, agresivo, sangriento no nace de la nada, la maldad en sí misma es formada por otros, el hombre nace libre de toda atadura de odio y se forma desde el nacimiento hacia el sentir malévolo o benévolo, Kattleya debió sufrir algo por parte de ellos, desconoce qué, pero fue lo suficientemente horrible como para despertar en ella un fuego destructivo dispuesto a eliminar de la faz de la tierra a la estirpe Sokolov.

En el bajo mundo se conocen a los Hassassin, palabra del siglo XVII que le fue asignado a quienes a cambio de dinero mataban sobre todo a nobles e ilustres de la época, origen de la palabra "Asesino", son mercenarios que buscan erradicar a cualquier criminal que haga daño a la gente, la mayoría, según rezan las teorías, víctimas de algún acto desmedido de maldad, casi siempre de narcotraficantes aunque mucho también se han unido a la causa por proteger a su familia. En todo caso, la organización es poderosa tanto en Europa como en América con la frase insignia "Sic Semper tynannis" en un atizador circular con un cráneo humano con una espada cruzada. Siente admiración por su líder aunque no ha visto su rostro; no obstante, le encanta la figura enigmática.

De pronto Regina entra en la sala donde está rodeado de libros, una ventana a su espalda enmarcada con las estanterías, una pequeña sala donde hay tres sillones. Ella viene con una bolsa de tela en las manos, mientras va vestida de negro, desde su saco cuello tortuga como el pantalón de cuero, con una pistolera en el muslo izquierdo.

—Hecho el encargo, padre —arroja la bolsa a sus pies, allí Portillo se inclina para abrirla y encontrar la cabeza cercenada de Mateo Cerón, fiscal que había sido una maldita espina en el costado para él y su imperio, se había enterado de una verdad oculta a la sociedad, era líder de uno de los más poderosos Cárteles en Tijuana, pero al parecer solo la UTCCO tenía conocimiento; no obstante, tener un buen nivel social no le permitía a los militares acusarlo sin pruebas, incurrirían en un delito, de hecho.

—Muy bien, hija mía, cada día eres más eficiente —una pequeña sonrisa se dibuja en los labios de Yésica, la aprobación de Emiliano constituye uno de sus más grandes deseos—, dile a Bruno que te dé el doble por esta hazaña.

Y de verdad había sido grandioso, a sabiendas de la amenaza de Portillo por haberlo descubierto, pidió seguridad reforzada, pero la demonia, apodo dado por el bajo mundo a Yésica, había logrado infiltrarlo, secuestrarlo y matarlo, todo sin recibir daño alguno, estaba entera como si solo hubiese ido a comprar pan.

—También Alexei llegó —anuncia al darse la vuelta para salir; sin embargo, su padre la detiene y le pide estar en la reunión con Alexei a quien ordena pasar con una de sus asistentes. Toma la bolsa y la esconde tras un caja de madera—, ¿Por qué quiere que me quede, padre?

—Quiero que seas mi sucesora, lo sabes, Sasha jamás podría lograrlo porque es dulce, tú eres como yo, una guerrera de sangre fría y desde ahora quiero entrenarte. Alexei es mi conexión con La Hermandad, ahora se quedará en esta hacienda por un tiempo.

—Está bien —replica ella extasiada de que su amado padre la considere tan buena como él mismo—. ¿Solo me quedo a escuchar?

—No, puedes intervenir cuando quieras —anuncia al entrar Alexei, viene con un traje sin corbata, pero su rostro solo marca el poco sueño que había tenido desde el ataque de su sobrina donde casi lo asesina por poco y él quien siempre la quiso como una hija, no puede conciliar el sueño por creerla en todas partes—. Siéntete bienvenido.

—Gracias, Emiliano y... ¿Quién es la señorita?

—Mi hija, Yésica Portillo, mi más grande orgullo —exclama en respuesta y eso llega al corazón de la joven, quien lo ve como su ídolo—, sentémonos, tenemos mucho por hablar y maquinar.

—Sí, debemos hablar de los Dioses del Inframundo —contesta Alexei al tomar asiento, Emiliano le ofrece un trago así como a Yésica, pero ella ha decidido como algo personal, que no beberá más, ya ha perdido el control y casi quedado en evidencia frente a los menos indicados, hijos de policías a quienes había hecho sus amigos pues debía mantener la normalidad, por fortuna, la consideraron diatribas de borracha—, debemos empezar otra fase, pero nuestros sujetos de prueba fase 4 han muerto casi todos porque Aleksandra los mató para averiguar porque su cerebro era diferente y porque no actuaba como debía.

—¿Damien y Vasilisa? —pregunta Portillo—, ¿qué opinan de todo esto?

—Trabajan a todo vapor, pero están igual de locos que mi hermana, son unos genios, pero no les importa por dónde deban pasar para dar resultados, aunque dudo de la lealtad de él, lo veo teniendo conversaciones secretas con alguien, aunque la Boss no lo ha notado.

—¿Alguien? ¿cómo alguna autoridad? —indaga de vuelta Emiliano al entregarle el vaso con whiskey doble, una vez en su mano, Alexei se bebe de golpe casi la mitad, el ardor producido por el alcohol no se iguala con el de su pecho al pensar en la pequeña Kattleya y en como no dudo en intentar matarlo como si él con sus manos la hubiera marcado, pero no, él fue encerrado en el sótano -5 bajo guardias armados con el cañón contra su frente para evitar su intervención, Aleixandre había sido el autor de aquella retención para poder hacer con su hija lo que le dio la gana, maltratarla, marcarla, escupirla, a la pequeña Katt quien soportó torturas por salvar a su hermana y su madre de un destino peor. Ahora quiere cobrar cada cicatriz y lo logrará de seguro porque la sangre Sokolov le corre por las venas, por mucho que intente ocultarlo, su naturaleza es de bestia, no de humana.

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Mazatlán, Sinaloa.

KRYSTEL

Enciendo las luces del departamento en completo silencio, donde me encuentro con una sala de estar con muebles cubiertos con sábanas blancas para protegerlos del daño, el Comandante me pasa por el lado mirándome de reojo como si esperara algo de mí, pero no le daré nada, ese pinche indeciso primero me rebaja a "solo sexo" y que "Jamás se enamoraría de una subordinada" luego anda buscándome la mirada y el lado «¿Quién chingados podría entenderlo?» no puedo negarlo, me dolió aun cuando no debería, si es la verdad ¿qué más puedo esperar? Él tiene su novia, aunque parece no quererla mucho, tal vez permanece con ella por Kai, encontrarlo es su prioridad y por él hará cualquier cosa en su mano.

Eso me hace desearlo más, esa lealtad donde puede anteponer a su hermano sobre sus propios deseos me encanta, aunque no sea hombre para mí por muchas razones; sin embargo,

—Vivirán aquí usted y Krystel al final, el apartamento de junto está en remodelación y no sabíamos —menciona Samara, es un apartamento dispuesto para misiones exclusivamente, así como los otros, la excusa para llegar a vivir de repente es que se alquilan por temporadas—, yo estaré en el de abajo con los soldados de refuerzo, Nick junto a nosotros con equipos tecnológicos.

—Gracias, Sam, ¿están las provisiones? —pregunto al caminar hacia dentro. Apenas se entra está la cocina abierta con una barra está a la izquierda, la sala comedor está de frente y el pasillo hacia las habitaciones a la derecha, no es pequeño, los espacios son amplios y la zona donde está es de las mejores de Mazatlán cerca del LADIVCOM, a dos cuadra para ser exactos, podremos ir y venir a pie aunque a la hora de la salida sea peligroso, pediríamos apoyo si lo vemos necesario, pero por ahora seremos solo los dos. Sam se marcha para dejarnos a solas al final, después de explicarnos donde está todo, como las armas con municiones

Los muebles están organizados a mi gusto porque soy quien más he utilizado el departamento, la mesa de seis está diagonal a la cocina, una reluciente bajo la lámpara de cristalera y los sillones al lado contrario con uno de ocho plazas junto a dos de una a cada lado, algo como un cuadrado con la mesa de cristal incluida, de hecho, se parece a los departamentos de la base, pero aquellos tienen algo más de lujo en los pisos superiores asignados a los Comandantes. Paso y dejo mi maleta en la segunda habitación, pues la principal es de Klaus para ir directo a la cocina, el clima se ha puesto tormentoso desde la salida de la base, todos estos días ha sido igual, las noticias del clima anuncian este mismo ambiente por algunos días, brisas fuertes y cielo tormentoso. La lluvia cae en una cortina interminable, por eso me preparo una infusión para sentarme a observar la caída de esta al abrir la cortina doble tras uno de los sillones, pues no debemos preparar nada, todo está listo, por ello me puedo relajar un rato.

El calor de la taza entre mis manos frías me reconforta, mientras le doy la espalda a la sala por estar sentada en el borde del espaldar, pero empiezo a sentir el helade a través del cristal lleno de gotas de agua cuando siento una frazada sobre mis hombros desde atrás, entones me giro un poco y claro, me encuentro con el Comandante.

—Hace frío, no pesque un resfriado —luego de eso se marcha sin decir nada con frialdad, pero eso choca con sus acciones. Eso me hace sonreír como una verdadera idiota por el hombre quien me ve como algo casual, pero quien me hace aromática y me pone cobijas en los hombros, no concuerda con su comportamiento frente a Teresa, es como si fuera otro, aunque conserva el orgullo y si él lo hace, yo también.

Agradezco escueta; sin embargo, me gustaría besarlo, pero él marcó nuestro ritmo con esa conversación, dolorosa, fría, ausente de empatía con la que me hizo daño, por eso le daré lo mismo, no sé cuánto aguante sin caer en la tentación, pero mis pensamientos se cortan cuando mi segundo móvil suena en el bolso sobre el comedor, por ello salgo disparada para sacarlo a escondidas, nadie puede saber de la existencia de este cacharro, por aquí me comunico con personas especiales de quienes debo mantener en oculto su identidad, por eso corro a la mesa para sacarlo y así regresa, esta vez poniéndome en el espacio que hay entre el ventanal y el espaldar del sillón, lo desbloqueo para buscar directo el contacto quien me escribe.

Según su comunicación, las cosas avanzan de manera satisfactoria, los seguimientos a los Sokolov van excelente, muchos caerán como niño atraído por dulcería, porque les venceré en su propio juego, vendrán casi solo al encuentro de una mujer mitad bestia, porque soy la combinación de dos entidades, una dulce y caritativa, otra cruel, despiadada, sin empatía por las vidas de quienes la hicieron vivir un infierno en la tierra. Malek gestiona todo desde su posición actual en Europa, se mueve como yo, una sombra maquiavélica en todas partes lista para descuartizarlos una vez los cubra mi oscuridad.

Me pasa algunas ubicaciones pues hemos podido insertarles los chips de seguimiento de los Praetor y la UTCCO hackeados para no trasmitir señal a la central sino a nuestros dispositivos y allí encuentro una clara rutina de al menos dos de los tres seguidos actualmente: Nero Sokolov, encargado de conectar los burdeles y del tráfico humano, Duscha Sokolov, encargado de interceptar a las mujeres para la trata de blancas por medio de empleos inexistentes en países del extranjero en sus lugares de origen y Nadina Sokolov, encargada de comprar a todo funcionario corrupto para dejar pasar cargamentos, sobornar, chantajear y hacer todo lo posible por facilitarle la tarea de La Hermandad.

Sí, sí, son peces pequeños, pero todo está planeado, primero empiezo con la periferia del círculo de poder, luego el medio con Sokolov más poderosos en la red, hasta llegar al corazón podrido de la Boss, el Underboss, Aleksandra y Aleixandre lo pagarán todo, cada herida de mi madre, cada marca en mi cuerpo, cada segundo en el que Caro pasó privada de su libertad. Una vez acabo me aseguro de no tener moros en la costa, para salir y esconder el teléfono de vuelta en su sitio, un bolsillo secreto de mi bolsa, esta vez en silencio, haberlo dejado con sonido fue un error, pero no lo cometeré de nuevo.

Una vez lo he hecho, aviso al Comandante que iré donde Samara en el piso de abajo y su respuesta es un sólido "jmm", como un niño a quien le ordenas hacer algo, pero no quiere hacerlo.

—¿Krys? ¿pasó algo? —pregunta al abrirme la puerta, corrientes de aire se cuela por el edificio haciéndome temblar de frío, por eso me deja pasar inmediatamente.

—¿Estás sola? —pregunto al no ver a nadie; sin embargo, puede haber gente en las habitaciones—, quiero hablarte de algo.

—Sí, aún no llegan los soldados, ¿qué pasa?

—Es el Comandante —ella se sonríe de lado y me lleva a su habitación para sentarnos en la cama—. El desgraciado le dijo a su prima que jamás se enamoraría de una subordinada.

—¿Y por qué te importa? dijiste que no era más que una simple aventura, sería una ventaja si no se enamora, a menos... a menos que él sí sea más para ti.

—No... para nada, yo...

—Confiésalo, déjalo salir, Krystel, eso no es malo, tal vez un poco inconveniente por la misión y deber mezclar negocios con placer, pero si te sientes de una manera, dilo —insiste, ella siempre ha sido de muchas buenas energías, chakras, cuarzos, mejor dicho, todas esas vibes—. ¿Quieres que llamemos a Nico? A lo mejor él tiene más para aportar.

Asiento y ella lo llama "Arrastra tu pinche trasero aquí ahora" mientras se ríe, pronto toca la puerta para pasar.

—Ya llegó la sal-limón de tu mango verde —saluda con su típico humor despreocupado—, ¿y esa cara? Parece como si alguien te hubiera dado con una varilla en las te...

—Cállate —lo empuja Samara por la cabeza—, imbécil.

—Uy cuidado, doña perfecta, pero ¿qué pasa entonces? ¿por qué invocaron mi presencia? —pregunta mientras se mete a la cocina a buscar maní en las alacenas—. No me digas, el Comandante.

—¿Tan obvio se ha vuelto? —replico extrañada.

—Bueno, la tensión en la Van casi nos mata a todos porque destilaban más veneno que una pinche mamba negra, Dios, casi se abren la garganta con la mirada —admite al abrir el paquete y Samara le dice "Botija" por tanto comer—, ahora te ves como llanta ponchada.

—Bueno sí, no sé... —Samara lo pone al tanto, mientras prepara infusiones de manzanilla, él le da la razón, si no quiero nada serio ¿por qué me afectan sus palabras? Desde el inicio marcamos un límite, una relación casual, nada serio sin sentimientos más que placer de por medio ¿por qué ahora me importa? a lo mejor ella tiene razón, el Comandante ha pasado a ser algo más, no solo el gusto físico, hay algo más, he pasado una peligrosa línea invisible—, el caso, me jodió escucharlo.

—Krys... ¿te estás enamorando del Comandante? —pregunta Nicolás, él no se va por las ramas, siempre es directo.

—¡No! han pasado muy pocos días, es solo un gusto magnificado, si me enamoro no será en tan poco tiempo, conozco mis sentimientos, y no, no estoy en negación, a ustedes se los admitiría sin problema, pero no es así... aunque sí puedo aseverar algo —admito al caminar por la sala—, Algo con respecto a Ángel ha cambiado, ya no lo veo como antes, ya no siento igual, sigo enamorada, pienso en él y siento maripositas, pero ya no tanto como antes.

—Aleluya, escuchaste mi plegarias, don Dios —exclama Nicolás con alegría, jamás ha sido fan de Ángel porque le parece pedante y sobrado, además de su mala costumbre de dejarme metida en citas, porque es algo de varias ocasiones, no solo una, por eso mi amigo no gusta de él, es como mi hermano, busca mi felicidad a toda costa, por ello es parte vital de mi vida, como un brazo o una pierna, incluso su novia, Tamara del Equipo Táctico de Operaciones Marítimas, aunque no puedan verse mucho porque ella está en el puerto.

—No exageres —comento al pedirle maní para sentarnos en la estancia exactamente con la misma decoración, administración simplemente compro tres de todo, para los departamentos—. Y Pues no sé si sea por el Comandante.

—Bueno, puede haber influido, pero ¿Y cuándo hablaste con Ángel?

—Hoy... además Gómez me intentó besar, cuando vi al Comandante atrás observándonos solo lo besé de vuelta, no debí hacerlo, es darle alas, pero no pude contenerme, quería darle celos.

—¿Y por lo menos lo lograste? —pregunta Samara, mientras enciende un cigarrillo—. ¿se puso celoso?

—No estoy segura, pero estaba furioso, parecía toro mecánico que suelta humor por la nariz —me rio con otro cigarrillo entre los labios para encenderlo—. Fue gratificante.

—Pues entonces eso tumba sus palabras, si verte con Gómez lo puso así, no... —una llamada le entra y al ver a pantalla de su teléfono cuando lo saca de su bolsillo—. ¿Qué quieres?

Se pone colorada y a juzgar por la ira en su mirada, es su "Madre", solo le veo sacar ese lado agrio con esa mujer, ni siquiera por su novio cuando pelean, desde la vuelta de sus padres ha estallado una Samara agresiva con ellos y no es para menos, luego de todo lo que le hicieron pasar, las ilusiones rotas y el amor vacío de quienes debían darlo todo por ella, pero no fue así, no debería incitarla al odio por su madre, pero no seré hipócrita, hago lo mismo con quien osó llamarse mi padre, pero ordenó hacerme pasar por vejaciones de todo tipo.

—Esa doña, doña se está ganando una mandada a chingar a su madre —murmura Nicolás con los brazos cruzados, de hecho, protege mucho a Samara, aunque ella sea mayor a él—, si no lo he hecho es por respeto a Samara, no debo meterme en eso, pero de verdad es imposible no hacerlo.

—Te entiendo, el otro día entró como Pedro por su casa a la base y la buscó para que le pagara las cuentas como si nada, pero sobre todo con petulancia —resoplo con fastidio—, debí echar mano de todo mi autocontrol para no gritarle "perra inmunda" y arrastrarla de los pelos mal puestos.

—¿Sabes qué? ¡no me chingues más! ve con tu hijo favorito a que te lo pague todo a ver si puede, cabrona, pero si acosas más a mi abuela te voy a joder, ¡¿Entendiste?! —grita como nunca, ella no es así, va por lo zen y lo pacífico, pero si alguien lo hiciera con mi abuela también me pondría así y sucede que la mujer esa fue a casa de Samara a insultar a su abuela para exigirle dinero, hasta le dio una cachetada, a su propia madre de ochenta años enferma del corazón—. Ahhh que mujer tan descarada.

—¿Qué pasó? —pregunta Nicolás cuando la ve con los ojos llorosos, ella sufre por esto porque gran parte de su vida amó a sus padres y creyó en ellos, hasta que la suma de tantas decepciones la cambiaron, además la frialdad resultado del entrenamiento ha sido pilar importante para eso.

—Quiere pasarme las cuentas de sus tarjetas, pagarle lo que le dieron al hotel donde estaban, quiere arrendar un pent-house en Culiacán y todo lo pagaré yo según ella —espeta al encender otro cigarro—, nunca mandó lana para mis gastos, pero quiere todo de mí, pues a la chingada, que se quede en la pinche calle como nosotros, si la señora Angélica no hubiera llegado aquel día, hubiéramos dormido bajo un puente, todo por su culpa ¿cómo se puede ser tan descarada? —comenta al recordar el día donde nos conocimos.

—Te lo juro, Samy, no voy a ponerla en su sitio por respeto a ti —dice Nick de forma seria, es raro verlo tanto, siempre maneja la vida con una sonrisa, pero cuando hay asuntos así no se ríe o burla, se comporta como debería. Siempre la ha defendido desde nuestra primera interacción en la academia, a Samy los hijos de Generales le hacían matoneo por no tener dinero, además haber entrado con ayudas económicas. Un día corrió hacia mí, yo estaba pasándole algunas copias a Nicolás y llegó hecha un mar de llanto, él se ofendió tanto que fue ahí mismo y les rompió su madre a tres con facilidad.

Desde ahí se convirtió en un protector y aunque ella ahora tenga un rango más arriba, nunca ha dejado de hacerlo, muchos dicen que está enamorado de ella y tendría sentido, pero un día le pedí sincerarse, él como siempre ha pasado confió en mí, sin mentiras dijo que solo le recordaba a su hermanita quien falleció a los ocho años por razones desconocidas y por las fotos mostradas era muy parecida en el físico a Sam, un cabello rubio castaño y ojos almendrados azules, así como una naricita respingada, mejor dicho, era como una versión más grande de la niña.

—¿Sería malo que te dijera "Hazlo"? —confiesa ella al aspirar y soltar humo—, estoy exhausta de tanta mamada

—Mija, usted nomás ordene, mi Comandante, y haré la misión —se acerca Nick para hacerle cosquillas y sacarle una sonrisa—, y usted mi Capitana, si el soldado Roux le chinga la madre, programaré visita de control.

Todos nos reímos y entre él y yo quedamos en ir a donde está esa mujer otro día para librar a Samara de ella, aunque también irá con nosotros. Me quedo casi hasta la medianoche en un intento de no verle la cara a Klaus, cosa que funciona, cuando llego todo está apagado y él acostado en su habitación.

Ya veremos qué pasa mañana.

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Horas después a las seis de la mañana ya estoy en pie, preparo el desayuno con huevos y tocino, doble, para darle al ogro don no me enamoraría de una subordinada porque no quiero comer delante de él, quien por cierto al verme en eso empieza a preparar jugo de naranja, pero me pone mal, su pelo húmedo está peinado con gel, vestido con una camisera de manga corta donde asoman sus tatuajes que me encantan, además un pantalón negro ajustado y sería normal si no se ajustara a su bragueta y me hiciera recordar lo que hay entre su ropa interior. De pronto, se me acerca por detrás encerrándome entre su cuerpo caliente y la encimera.

—Si aprieta más las piernas se le van a quedar pegadas —dice en mi oído con un susurro seductor—, su boca dice una cosa y su cuerpo otra, Sánchez.

No respondo, solo lo quito antes de quedar más en evidencia.

—¿No piensas dirigirme la palabra? —pregunta como quien no quiere la cosa, mientras sirve el jugo en dos vasos—, linda la convivencia que tendremos, vamos, los mejores compañeros de piso.

—Usted quiso venir, la idea era estar con un soldado de reconocimiento, pero usted lo cambió.

—¿Ah sí? ¿qué soldado? —pregunta con celos en su mirada, la verdad no había ningún soldado, venía sola, pero quería ver su reacción—. No me diga que...

—Cuidado con lo que va a decir, como sea algo de haber hecho tratos sexuales con otro, a la chingada, ahí sí que nunca más le dirigiré la palabra.

—Cómo eres bestia —rezonga con una mueca en la boca—, iba a decir que si estabas cortando nuestro acuerdo.

—Pues no... pero no entiendo porqué quieres que te hable, somos Comandante y capitana, solo eso, nuestro acuerdo viene aparte.

—O sea que viene a follar y ya, en silencio como una puñetera sordomuda ¿es así?

—Sí, porque no eres nada para mí —repito sus palabras, de seguro así le confirmo haberlo escuchado—, no somos más que sexo, está clarísimo ¿no? —termino de cocinar a la espera de una respuesta de su parte, no sé, alguna objeción o un "No es así", pero se queda callado, frío como pared de hielo y vuelve a su tarea. Pronto me anuncia que irá a dar una vuelta a LADIVCOM cuando se abran las puertas al público.

Así desayunamos y nos dispersamos, él se va a trabajar a la sala, yo a la habitación, de esa manera todo el pinche día, parecemos magnetos de polos iguales repeliéndose. Horas después estoy con Samara y Valeria en Paradiso a punto de iniciar las labores, empleados antiguos nos explican nuestra función en el bar, estaremos entre todos los pisos según sea la necesidad, por hoy estaré aquí, Sam en Purgatorio y Val en Inferno, un día puede ser al revés. Estamos en eso, ellas bajan y me quedo sola con la bandeja en la mano, allí me pasan un trapo para limpiar las mesas primero, empiezo mi labor en una doble de metal y cristal bastante bonita, pero siento una presencia tras de mí; no obstante, no puedo mostrar mi entrenamiento para girarme y detenerlo.

—Vaya, volviste, bella dama —dice Juan Manuel Aguilar, dueño del club, mismo que me coqueteó hasta el cansancio en mi primera visita como parte de la infiltración. Tiene una camisa de botones con las mangas arremangadas y eso deja ver sus tatuajes—, ¿me extrañaste?

—En realidad me verá mucho por aquí, señor —termino de limpiar la mesa hasta dejarla reluciente—, soy la nueva mesera de Paradiso o al menos por hoy, estaré entre los tres pisos intercalada.

—Tendré que felicitar a Camilo, sí tuvo buen ojo, atraerás muchos clientes, me pondré celoso —coquetea, aunque esta vez no trata de robarme besos—, acompáñame con una cerveza, ya están abiertas las puertas, luego no podrás.

—No, señor, no podría, estoy trabajando.

—Ya lo sé, pero trabajas para mí y yo te digo que me acompañes —sin otra opción acepto con una sonrisa, mi cabello está en trenzas tejidas a cada lado de la cabeza y llegan a mi cintura, pues mi cabello es largo suelto y él me habla de eso, de cómo tendré el cabello cuando avisto a Klaus, como dijo, entró apenas abrieron las puertas junto a dos mujeres aunque no juntos. Son las siete treinta en punto y él pide un whiskey en las rocas, pero sin dejar de mirarme, por fortuna Aguilar está sentado de tal manera que él lo ve, pero Aguilar no, por eso no nota la energía pesada del Comandante hacia él.

—¿Por qué me mira así? —le pregunto a Juan Manuel.

—Porque me gusta apreciar las cosas hermosas como lo que son: una maravilla —acaricia mi rostro con el dorso de su dedo y eso enfurece más a Klaus, por eso le sigo el juego, ya veré luego cómo quitármelo de encima, la mirada del Comandante se ancha e inclina la cabeza como el exorcista hasta que la conexión se rompe porque una de las otras mujeres se atraviesa, le señala una silla libre y él asiente para darme una mirada.

Nos quedamos hasta terminar la cerveza y él solo se queda a mirarme, mientras empiezo a servir las mesas poco a poco, el lugar es rectangular, pero ancho, decorado entre blanco y crema con una terraza hasta el fondo bastante amplia con torres de calefacción pues la zona donde estamos a esta altura hacer soplar brisa fría, las mesas en cristal combinado con estructuras de metal son las protagonistas pues son un diseño único con encapsulado de diferentes figuras como donde estoy, temática de Francia, por ello hay torres Eiffel de metal, la bandera más otros elementos que solo me hacen pensar en el Francés mayor quien parece estar a punto de reventarse una hemorroide.

—¿Y en qué trabajabas antes de venir aquí? ¿modelo?

—No, señor —me rio "nerviosa"—. Asistente de presidencia en una empresa de arquitectos.

—¿Y por qué terminaste como mesera en mi bar? —pregunta inclinándose más—. Estaba como clienta el otro día, Katherine.

«Ya averiguo mi nombre»

—Era clienta, de hecho, por eso Camilo nos ayudó —respondo, mientras intento beber la cerveza rápido y poder excusarme.

—Bueno, es un placer tenerte aquí —murmura con coquetería, eso pone en otro modo más alerta a Klaus quien apenas parece darle atención a la morra a su lado por mucho que ella lo intente restregándole el escote en las narices. Pronto llega alguien a quien Aguilar parece esperar y por eso se disculpa librándome de él pues guía su visita a la mesa VIP hacia el lado derecho al otro lado de la barra, es un poco elevado con cuatro escalones dándole aspecto de plataforma cerrada con cordón de terciopelo.

La actividad empieza fuerte entonces pues empieza a llenarse como es lo usual, llevo y traigo, me aguanto algunos insultos de clientes impacientes que me gritan inepta por tardar demasiado en llevarle su pedido; es decir, me tardé tres minutos «Si supieran como esta inepta los puede matar» pienso, pero logro fingir ser dócil, así transcurren las horas, Klaus no puede quitarme los ojos de encima aunque parece coquetear con ella tal vez por darme celos, pero ¿me dejaré? Primero muerta, por eso mismo me acerco con una sonrisa a ver si están "bien" en mi papel de mesera, ella me pide más martinis y él me mira con una sonrisita en plan "Caíste, celosita" me marcho para regresar pronto con el trago de la oxigenada esa.

Una vez le dejo la copa, Aguilar me llama y se encuentra conmigo a mitad de camino, me pide una ronda de chupitos del mejor tequila, pero antes de regresar me pone mechones de pelo suelto tras la oreja, le sonrío deforma genuina, ha sido un gesto muy delicado, además me dice "Te espero, guapa", atiendo su orden, solo que antes debo ir al baño, entro en un cubículo y cuando termino salgo para lavarme las manos, allí me encuentro con un chico pues lo baños son unisex, le saludo amable; sin embargo, un muy furioso Klaus Roux entra como tromba marina, hasta azota la puerta contra la pared al abrirla.

—Largo de aquí o vas a quedar para recoger con esponja —amenaza al chico a mi lado, el pobre no ha de tener más de dieciocho años frente a una mole de treinta y tres pelinegra con pinta de traficante turco—, y no abras la puta boca o también te la parto.

El chico ni rechista, sale en una carrera asustado, entonces Klaus cierra la puerta con seguro para regresar a mí. El baño es amplio, hay tres espejos con tres lavabos de lujo y mesa de mármol, con los cubículos frente a estos.

—Déjame en paz —le digo a tratar de empujarlo pues obstruye la salida, pero moverlo es caso perdido.

—¿Es que te lo piensas coger o qué jodida cosa te pasa con ese tío? —se inclina sobre mí como si coqueteara y tal vez sí, el aroma a whiskey me llega de sus suspiros y parece ya estar prendido, aun no borracho, pero si le ha hecho efecto, no es para menos, ha pedido uno tras otro.

—¿Y qué si es así? —pregunto buscándole la caída y la mirada en sus ojos me lo dice todo: lo he jodido con cinco palabras—, feo no es, incluso trabaja a veces como modelo —su reacción es pegarle a uno de los cubículos del baño

—Olvídate de nuestro trato entonces, no estoy dispuesto a seguir acostándome contigo si te metes con él —espeta sin más—. en el momento que te toque, se acabó.

No respondo como castigo, aunque quiero gritarle que no deseo romper nuestro acuerdo, pero quiero hacerlo sufrir si acaso lo hace. Le quita el pestillo a la puerta y sale disparado hacia fuera, cuando yo lo hago me alivia no ver a nadie, menos a Juan Manuel, entonces regreso con una extraña sensación en pecho, empeora cuando veo a la mujer sobre Klaus, se le insinúa descaradamente, mientras él al verme observándole le sigue el juego, pero no le doy el gusto de verme mal, al contrario, sonrío aunque por dentro quiera ir a tomarla de las greñas teñidas hasta extensiones debe tener.

«Basta Krystel ¿Cuándo habías atacado el físico de una mujer para ofenderla? No empezarás ahora» me recrimino con culpa, no debo hacer eso por muy dolida que esté «Espera ¿acabo de decir dolida?» No puedo estar más jodida ¿o sí? Camino hacia la barra a seguir con el trabajo, pero mi mirada se desvía cada dos por tres hacia la mesa donde Klaus se inclina sobre la mesa para hablarle de cerquita, mientras piden y piden tragos como agua mineral, yo por otro lado me muevo por todo Paradiso de ida y vuelta según me necesiten sin descuidarlo a él, bien puede ser de esas mujeres con escopolamina para hacer caer a sus víctimas, aunque solo es una excusa para estar al pendiente de si la besa o no para mandarlo derechito a la chingada sin boleto de regreso, porque si me dejo besar o cortejar por Aguilar no es por gusto, pero si él pega la boca con esa mujer, si lo será.

Juan Manuel reaparece con Portillo y a mí se me baja todo, hasta el azúcar.

«¿Podrá reconocerme?»

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