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Capítulo 19 - Sensaciones prohibidas



Capítulo 19

Sensaciones prohibidas

"Que hable el mundo que yo me derrumbo si te marcha hoy"

Pablo Alborán.

EMILIANO PORTILLO ABAJO

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MÉXICO

TIJUANA, BAJA CALIFORNIA.

EMILIANO PORTILLO

El Réquiem Lacrimosa llena la oficina con sus notas cargadas de oscuridad, a su criterio al menos. Los tonos le sumergen en una experiencia tétrica si cierra sus ojos dejándose llevar.

Emiliano Portillo está sentado en su silla gerencial del despacho en su bufete de abogados, por años ha tenido una fachada firme, al parecer, solo los militares de más alto rango saben e su conexión con la mafia y ellos, al tratar de mantener una discreción absoluta para garantizar la victoria en los operativos, no lo han hecho público, al menos hasta ahora, pero algo dentro del él le decía que su vida de figura respetable en Tijuana tenía sus días contados, aun así, lucharía por su inocencia ficticia hasta el final; después de todo. Delante de él un gran espacio rectangular con piso recubierto en alfombra gris, al otro lado de su escritorio de cristal tallado hecho a pedido de él, con gruesos pilotes como columnas jónicas clásicas en construcciones antiguas pero hecho en 100% de vidrio, es un espectáculo visual pues cuando la luz penetra por la ventana a su derecha refleja tonos tornasolados. El réquiem termina para dar paso a otro, Grosse Messe de Mozart, otra pieza con tintes macabros.

La noche ha caído totalmente, mientras fuma un puro cubano como su rutina todos los viernes antes de salir del despacho, ya quienes hacen el aseo, le sacarán el olor a tabaco concentrado y levantará las cenizas caídas en el cenicero, tiene una extraña sonrisa de satisfacción pues en tanto los perros de la policía armaron un revuelo por haberle incautado media tonelada, él había pasado dos toneladas por el otro lado, muy lejos del punto en donde un "informante anónimo" había hecho caer un cargamento, pero era nada más una distracción, él mismo había puesto a ese hombre a llamar para confundir a las autoridades y hacerles perseguir su propia cola como los estúpidos que son, según sus propias palabras.

Sí, era un abogado, pero cansado de la corrupción del gobierno, así como la doble cara de funcionarios como un pájaro agreste con un ala en el narco y con la otra en la política, decidió aceptar el imperio que su padre deseaba heredarle desde joven, la cabeza de un cartel de Tijuana aliado de la Hermandad Flor de Lis desde hacía años atrás. ¿Por qué no tomó las riendas antes? Porque su madre jamás le reveló la identidad de su padre hasta pasados sus veinticinco años, entre tanto, creció como un chico normal, tenía comodidades, privilegios, pero nunca se imaginó que ello venía del dinero manchado de sangre de la mafia.

Una vez revelada, su padre le indujo en ello, pero él se negó hasta hace cinco años, a los treinta y tres, una vez se hartó de ver cómo se infiltraba la corrupción por todas partes como si fuera humedad, colándose hasta por el más pequeño rincón dispuesto a extenderse aún más, es una niebla maligna cargada de tenebrosidad fortaleciéndose a medida que pasan los años pues es un ciclo de nunca acabar.

Allego Molto de Chopin suena ahora por los altavoces cuando con su violín en crescendo trasportándole a sus años en la universidad donde la repetía junto con el Réquiem Lacrimosa en sus sesiones de estudio en casa de su madre. Tuvo una vida fácil, nada había interrumpido su desarrollo n metal o físico, no tuvo mayores dificultades ni dolores en su vida, por ello no puede jactarse de ser un desalmado por un trauma o situación problemática, simplemente se había vuelto así desde la inyección del poder maldito, el poder que dañaba la mente de cualquiera pues solo desarrolla una sed insaciable de más.

Más dinero.

Más poder.

Más riquezas más allá de los billetes verdes.

Todo se volvió una meta, al alcanzarla, quiso aumentarla a pesar de pasar por encima de los demás, no le importaba caminar con sus zapatos importados de Italia sobre el charco de sangre de algún desgraciado que se cruzó en su camino de la carrera hacia la gloria, si le estorba, él lo manda a eliminar del mapa como si lo desapareciera mágicamente, pues ni los huesos quedan para enterrar. De pronto, el móvil le suena, es Kaan Karaman (1)*, su gran amigo, líder de la mayor red de tráfico mundial.

—¿Cómo te trata esta vida de mierda, Kaan?

—Me trata como yo mismo la labro, no dejo nada al azar porque tengo el control de todo —se jacta con su humor sarcástico característico, nada le hace perder los nervios, es cruel y sanguinario sin siquiera despeinarse o arrugarse el traje de diseñador hecho a la medida—, ¿Sabes algo nuevo? —indaga por algo específico, la semana anterior lo llamó para preguntarle sobre los dioses del olimpo, quería saber si su base fue hecha con las anotaciones de la misma bioquímica creadora de los dioses del inframundo, aunque Aleksandra no ha querido revelar gran cosa sobre ello. Esa mujer tiene partes iguales de belleza, inteligencia, sagacidad y crueldad desmedida.

—En realidad no, la Boss no ha dicho de qué están compuestas ni lo hará, aunque me dijo algo curioso, mencionó a Carmen Santo Domingo (2)* casi sin quererlo, es la única pista, ¿la conoces?

—Sí, fue una bioquímica Praetor brillante, hubiera encontrado mucho si no la hubieran matado... ¿qué tiene ella que ver?

—No lo sé, solo la mencionó sin dar más detalles, pero está metida en todo lo actual de los Sokolov, sobre todo en los dioses del inframundo, pero no ha dicho qué son, aunque si me preguntas a mí, va a joder el mundo desde el inicio hasta el fin —comenta Portillo con calma, nada le perturba en realidad, tiene de aliada a Aleksandra igual que Kaan, ambos están en excelentes términos con los Sokolov y la lealtad, aun cuando se es una hija de puta como ella misma lo reconoce, es de sus principales pilotes, la Boss defiende a quien esté con ella y jamás traiciona por la espalda—, de todas formas ¿por qué te interesa tanto?

—Digamos que ayudo a alguien y necesito datos, todos los posibles —replica Karaman, a su lado de la llamada está en su despacho, mientras extiende un dedo en su gran biblioteca de piso a techo en una esquina donde las dos paredes conjuntas están llenas de estos para buscar un libro para su hijo, tiene un objetivo concreto, noble, aun cuando es el rey del tráfico mundial, necesita saberlo a como dé lugar.

—Bueno, pide una reunión con ella— continua Emiliano sin darle mucha importancia a los motivos, el chisme no es su especialidad—, sirve que nos vemos los tres y planeamos "El evento" —se refiere a un acontecimiento donde el mundo conocerá su verdadero poder, tanto en sus organizaciones como unidos. La violencia les recorre la sangre a Karaman Alias "Purson", rey del infierno con legiones de demonios bajo su mando, Aleksandra Sokolov alias la Boss y Emiliano Portillo alias el rey del cielo, ellos harán un desastre de proporciones bíblicas, está firmado en roca.

Se despiden con gracia y Emiliano se pone en pie cuando su hija Regina ha llegado, viene elegante, un vestido de cuello halter con guantes largos a juego, ambos de tela negra con brillos superficiales en un efecto precioso con el movimiento, es largo y tiene una abertura en la pierna dándole un aire sensual sin ser vulgar.

—¿Has acabado, papá? —pregunta en su papel de hija, pero más tarde será la de sicaria, ella se comporta de forma diferente al trabajar o al estar en casa, aunque esta noche un objetivo estará en un evento de la farándula para la que se ha arreglado tanto con objetivo de llamar su atención y poder estudiarlo. Usa su belleza como arma letal porque no parece que la dueña de esos ojos azules sea capaz de matar a nadie, pero es lo contrario, entrenada por la mismísima Aleksandra Sokolov en La Hermandad, tiene como objetivo final matar a quienes mataron a su madre, pero para llegar a ese, debe hacerse fuerte, sus asesinatos empezaron solo hace un año, "La sicaria del patrón de los cielos" le llaman sin conocer su rostro pues quien lo ve termina muerto.

—Sí —se aleja de su escritorio hacia la puerta con expresión neutra, no por ella sino por las apariencias—, vamos, hay trabajo que hacer—, luces grandiosa, hija.

Al menos su próxima víctima verá un rostro hermoso angelical antes de partir al otro mundo.

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México

Carretera Mazatlán-Durango, Sinaloa

Base de la UTCCO

KLAUS

—¿Podemos hablar? —murmura Krystel con tono bajo, es de nuevo ella y no el huracán Katrina remasterizado llevándose por delante todo en su camino.

—Eso hacemos —replico con fastidio—, ¿Qué quiere, Capitana?

—Permiso, nosotros nos vamos —Tomás toma la muñeca de Kass para irse ambos como si les persiguiera el diablo en calzones para cobrarle todos sus pecados con lista en mano.

«Joder, parecen pirotecnia sin palo»

—Necesito a Klaus, no al Comandante Roux —se mueve por el espacio hasta sentarse en un sillón a la izquierda de la puerta, este es color negro y va desde la mitad hasta el ventanal, entonces queda pegado, me invita a sentarme, pero solo me cruzo de brazos, mirándole con los ojos entrecerrados, no sé qué narices busca, pero es tarde para venir con arrepentimientos, porque me importa un cojón y la mitad del otro.

—¡Venga ya, habla, no tengo toda la noche! —mis palabras salen más bruscas de lo necesario, pero estamos metidos en un problema de proporciones apoteósicas pues muchos soldados declararon haberme visto con el maletín y ver a Krystel tomar el mismo camino segundos después.

—Lo siento, por mi culpa perdiste el maletín.

—Sí, es tu culpa, pero también mía, no debí descuidarlo —admito con dificultad, no es común en mí bajar la cabeza hasta llegar decir "también la he cagado", orgullo llámenlo, el peor enemigo del hombre.

—No seas tan duro conmigo, no tuve esa intención.

—No importa si no era tu intención —escupo las palabras con pedantería, si fuera otro soldado lo hubiera jodido hace horas con una sanción, pero en ella las faltas de respeto son menos graves porque soy el rey de la vida justa, nótese el sarcasmo—. Además, ese show de "No debe tocarme si no necesito ayuda" enfrente de todos, incluso los Praetor ¡Explícame qué cojones te pasó! Samara me dice que está acostumbrada a lidiar con tu mal genio, Katrina, pero yo no soy ella ni Nicolás, a mí no me saldrás con pendejadas.

—Es algo personal —murmura entre dientes, pero sólo me enciende más.

—¿Ah muy personal? —el sarcasmo hace una nueva entrada triunfal—, pues la próxima vez en donde necesites resolver cosas personales que no afecte la misión ¡Masacraste al tío ese y debo responder por la brutalidad!

—¿Sólo la mía? ¡Tú lanzaste dos granadas y explotaste casi todo el piso! Luego lo tomaste del cuello aun cuando sabías que estaba moribundo, no eres el ejemplo de la empatía y le metiste diez tiros a quemarropa —responde poniéndose en pie—. además, yo no te pedí que me detuvieras.

—¡Le habrías sacado el hígado por los ojos si te hubiera dejado seguir!

—¡Se lo merece; es un maldito Legionarius!

—¿Cómo sabes que es un Legionarius?

—En la morgue le descubrieron un tatuaje en forma de flor de Lis, es parte del ejército raso, a cargo del Katepano —dice como si supiera mucho del asunto aunque no sé porqué, digo, yo tengo una idea general, pero como no era mi caso me he concentrado en las mafias donde me movía, como la italiana.

—¿Por qué cojones sabes el funcionamiento interno de La Hermandad?

—Porque hago bien mi trabajo.

—¿Quieres decir algo?

—No, ¿Usted? —replica entre dientes—. Como sea, se lo merecía, fingir que no es ser hipócrita

Eso termina de colmar mi paciencia.

—Lárgate de aquí, no quiero verte hasta mañana —harto de sus respuestas—, ¿Qué esperas para pirarte de aquí?

—¿Ah sí? ¡pues no aparezcas en mi puerta borracho otra vez! —espeta revolviéndome los recuerdos de ese día vergonzoso.

—¡Ni muerto! ¡¿escuchaste?! No sé porqué coño te busqué ese día si no eres nada para mí.

—¡Jódete, Klaus! —grita de vuelta, si eso le hizo daño como me han mostrado otras mujeres ante mi rechazo, a ella no se le nota, sólo se ve furiosa, encaminándose a la puerta con dignidad—. A chingar a tu madre.

—¡Largo de aquí, ve a tomar por culo! —cuando sale da un portazo y eso me llena de ira, a mí nadie me tira la puerta, por ello la abro para decirle más, pero me tardo más en eso que ella en hacerme una peineta con el dedo medio como si supiera que iría tras ella.

Lleno de toda mi mala leche tomo un vaso de cristal sobre el escritorio y lo estrello contra una pared, para tirar al suelo todo encima del escritorio, no sé si estoy enojado con ella o conmigo mismo por perder el jodido maletín, por dejarme joder así de una cría seis años menor «¿A qué hora llegué a esto?» si mi padre me viera me jodería por los siguientes diez años, carajo, no me reconozco porque aunque trato de ser tan duro como con los demás con ella no puedo hacerlo del todo, no la sanciono, no le pongo límite a sus palabras o a sus alcances, en pocas palabras, estoy jodido como un majareta de los peores. Krystel es como una píldora capaz de llevarte al cielo, pero si esa tía lo quiere estoy seguro de que te lleva hasta Judeca (3)*, mierda, pero conmigo no podrá, me quito el apellido antes de permitirle a una cría llevarme a ese punto.

Tomás llega unos minutos después, viene alegre, pero todo le cambia cuando ve el vaso roto en un lado.

—¿Qué coño ha pasado aquí? ¿por qué se te ha ido la pinza? —pregunta al entrar y cerrar la puerta—, menudo desastre, tío, ¿quién levantará eso? Porque tú no te molestas en hacerlo. La pobre Katerina ¿no? No la dejas llegar y ya le tienes desastres listos para ser resueltos.

—Eso no es de incumbencia de nadie —espeto para sacar un cigarrillo de los cajones del escritorio de madera, es el tercero en muy poco tiempo y no debo, pero necesito nicotina, es como un llamado hacia lo nocivo en mi cabeza, adicción le llaman, yo le digo ganas de joder de mi cuerpo cuando sabe que no debo, aunque también es irresponsabilidad de mi parte, pero ya qué. Enciendo el pitillo con un mechero bajo la mirada de reproche de mi amigo quien me cuida como si fuera su hermano y aunque eso me molestaría de otros, si viene de parte de Teresa y Tomás, lo recibo bien pues sé que su intención es mantenerme vivo a pesar de mis diversos intentos de envenenarme con alcohol y tabaco.

—No deberías hacer eso, gilipollas —trata de quitármelo, pero no me dejo, camino hacia la ventana movible parte del ventanal de piso a techo para dejar salir el humo, mientras veo la actividad en la base, son las siete de la noche, por ello está reducida a menos de la mitad del ajetreo normal.

—¿A qué regresaste? ¿a estar metido en el ajo? —espeto con una expresión española que significa "ser parte del lío" —, ¿o algo de la misión?

—En realidad sólo venía informarte que se acaba de encontrar un cuerpo de un miembro de La Hermandad, es una mujer... al menos lo era, esa carnicería ha sido mundial, de nuevo tiene la sonrisa de payaso y la marca del atizador.

—Como si fuera poco todo esto, ahora hay otro enfermo suelto por ahí, aunque este al menos hace algo por la humanidad —respondo y suelto humo,, estoy frustrado el tema del muerto no me importa mucho en este momento—. ¡Mierda! No sé cómo pude liarla tanto en tan poco tiempo, ni de novato cometía tantos errores —espeto con el humo saliendo por mis fosas nasales

—Bueno, no serás ni el primero ni el último, tío, venga, vamos a comer, Gustavo y Teresa están en el comedor esperándonos —lo miro de reojo con duda, no tengo hambre, pero tampoco me puedo descompensar, aun más porque llego tres cigarrillos, entonces termino y lo sigo a través de los pasillos, las oficinas están casi vacías, por eso los pasos hacen eco y el silencio es absoluto a excepción de dos lugares donde hay aun soldados administrativos.

Alcanzamos el ascensor de doce personas donde la esencia de naranja se percibe levemente, marcamos el primer piso a donde pronto llegamos, en este hay una zona circular donde hay un mostrador en el centro e imita una rotonda al tener pasillos por sus costados que llevan a otras alas. La salida está en línea recta desde la puerta del elevador, por allí nos encaminamos para salir pronto a la noche fresca de luna menguante con algunas estrellas apenas distinguidas pues el cielo está nublado como si otro diluvio de Noé estuviera a punto de caer a la tierra. En una conversación amena sobre Paulina y su nivel de travesuras con Ivanna, atravesamos la distancia pasando lo edificios del ETAE, es decir, antiexplosivos, ETOM, Operaciones Marítimas y de nosotros los Antinarcóticos, ETAN, son todos edificios especializados dispuestos para las funciones, además bajo tierra sub suelos de protección, interrogación y captura, las unidades de retención de presos de alta peligrosidad.

Por fin luego de diez minutos llegamos al murmullo general del comedor, un espacio en forma de rectángulo donde la barra está al otro lado de la puerta, a donde se llega si se atraviesa por los pasillos formados por la organización de las mesas de metal largas con sus bancos adosados a esta y allí el olor a comida me abre el apetito. Vamos a la mitad cuando notamos a Tere sentada con Gustavo, a él le gusta, pero Tere tiene dudas, aunque no por él, no es malo, de hecho es un tío de puta madre. Ya formados alzo una mano y la chica quien ya sabe que somos Comandantes en Jefe, nos deja pasar, aunque según me dijo en una ocasión, ella me conoce, sabe con quién trata y mi apellido otra vez me da privilegios, pero mi carrera aún más.

Nadie chista ni por equivocación.

Ella nos ofrece platos a la carta, entonces pido pollo a la plancha con papas a la francesa, el resto, carne con el mismo acompañamiento

En las pantallas del comedor pasan una noticia extraordinaria sobre La Hermandad.

"Se han incautado más de doscientos kilos de cocaína en forma de ladrillos sellados con el símbolo de la flor, adjudicado a la Hermandad Flor de Lis, quienes tienen una fuerte presencia en Sinaloa y Tijuana, donde usan al primero como puerto de movimiento hacia distintas zonas del mundo a través del ámbito marítimo" —comenta la periodista con el mango del micrófono bien apretado como si temiera le pasara lo mismo que a Alana Salcedo quien por dar la noticia de Kattleya, terminó muerta y descuartizada—. "Por ahora las autoridades se han fijado aquí a ver si entre los ladrillos hay más productos sintetizados como metanfetaminas u otro producto alucinógeno. Por lo pronto es todo desde esta casa periodística, para Azteca 7, Linda Loaiza"

—De seguro fue una trampa para darles contentillo —comento al acabar la noticia—, por otro sitio han debido sacar, vamos, un cargamento de la hostia y ellos alegres por haber interceptado el dos por ciento de lo que pasaron en realidad.

—Es cierto —interviene Teresa—, al menos una tonelada —ella ha investigado de la mano con inteligencia militar sobre los cargamentos trampa en rutas poco importantes para los narcotraficantes, por ello apoya mi teoría. Ella en este momento atraviesa un momento duro porque ha decidido desligarse por completo de su familia, es decir, mi tío hermano de Antoine mi padre y sus hermanos pues es más el dolor que le dan a las cosas buenas; por ende, ha roto contacto con todos ellos de tajo, aunque no sé si a ellos les afecte, después de todo la culpan de la muerte de su madre cuando ella nació, aun todos estos años después; no obstante, tiene mucha más gente quienes la apoyaremos siempre con cariño.

Soy un tipo duro, pero con mis allegados soy leal.

—La Hermandad no se dejaría en evidencia tan fácil, es absurdo, pero la noticia debía darla como un logro —menciona Tomás, quien también la lleva dificil, su hermano ha caído en depresión por ver lejos la meta para su cirugía y él no está con él, pero tiene todo un equipo cuidándole en Madrid.

—Vamos, que debían sacar pecho —se ríe Gustavo, quien es amigo de Ángel, no son tan unidos, pero sí lo son porque no sabe la historia del hermano de Tomás, de eso se enteró muy poca gente, todos creen que fue un accidente en el operativo, Gilberto solo contó a pocas personas la verdad, no más de tres. En cualquier caso, son amigos y él no sería mi alcahuete con lo de Sánchez, estoy seguro, pero no por esa amistad, sino por sus principios porque tiene reglas en su vida, la moral es una de ellas.

—Como sea, me preocupa todo lo que pudieron mover hacia el destino —murmuro pensativo, pero no en el tema, sino en Krystel, hay un asesino de militares suelto y ella se ha perdido, por alguna extraña razón, estoy muy preocupado aun cuando le grité que no era nadie para mí. La conversación gira hacia la recolección de muestras de los Dioses del Olimpo, hemos identificado posibles expendios de drogas exclusivos de La Hermandad donde de seguro habrá esas malditas píldoras listas para ser comercializadas, pero debemos hacerlo con calma, primero infiltración, luego evaluación y al final intervención.

—Debemos encontrar un rastro para hacerles caer la ruta —comenta Teresa, ella disfruta de esas cosas en demasía, aunque yo también—. No permitiremos pasar de nuevo por ahí.

De pronto, Valeria, Samara y Nicolás se me acercan preguntándome por Krystel, al parecer no aparece por ninguna parte, de alguna forma desactivó el chip rastreador insertado en la base de nuestra nuca, la última vez que la vieron se dirigía a mi oficina, pero de saber que se iba a desaparecer no la echo.

Es tarde y con la cacería de agentes militares es un peligro dejarla sola, por ello surgen en mí una chispa, pero solo la siento por mi familia, estoy preocupado por Sánchez y no sé porqué si le dije en la cara "no eres nada para mí" en busca de hacerle daño por ser un gilipollas hijoputa, pero ahora me arrepiento y yo nunca lo hago de nada.

—Kry... perdón, Sánchez, salió de mi oficina hace como dos horas y media —digo corrigiéndome a mí mismo porque decirle por su nombre denota confianza y eso puede llevar a las sospechas, aunque por mí se puede enterar medio mundo; sin embargo, respeto su deseo de que no. Los tres insisten, aunque la verdad no quiero, y lo demuestro en la mirada que les dirijo de "Déjenme en paz" por eso no suelo venir al comedor, pido todo a la oficina, no me gusta el trato con la gente.

—¿Entonces, señor?

—¡Y yo qué voy a saber! —espeto con la mala leche aflorada—, es una mujer adulta, deberían dejarla quieta, sabe lo que hace, eso seguro.

—Sólo están preocupados, bájale a tu neura —responde Teresa—. ¿Klaus fue la última persona que la vio?

—No sabemos con exactitud, pero creemos que sí —ella termina de comer y deja los cubiertos allí para ponerse en pie—. Queremos acceder al sistema, pero está bloqueado, ni siquiera Samanta con su código.

—¿A dónde cojones vas? —pregunto con pesadez—. Siéntate, necesitamos hablar de los Dioses del Olimpo.

—Lo siento, señor Comandante Workaholic, iré a ver si puedo hacer algo por Sánchez como tú deberías —escupe con sarcasmo y lo sé de inmediato, no sólo habla por ser mi subordinada sino por haberme encontrado con ella—. ¿Me guían? No conozco la base muy bien, menos de noche.

—Gracias, Comandante —dice Nicolás con admiración en sus ojos—. Vamos a la sala de control, la del sur está habilitada por un operativo en curso —ellos se marchan luego de una advertencia visual más por parte de mi prima, los demás se ven indignados.

Sigo para terminar la comida, pero sin sacarla de mi cabeza en un intento de convencerme que no debo hacerlo; sin embargo, la espinita de la preocupación ya quedó clavada, y soy un obsesivo.

Cuando acabamos me voy solo hacia el único lugar donde puedo ir a buscar, mientras llamo a un técnico de esta base, me pasaron su número por ser "El mejor" de toda la UTCCO para su tarea, le pido rastrear el chip de Krystel Sánchez Sierra y cuelgo sin más.

«Y ya te le sabes el nombre completo...» pienso de pronto.

Una vez llego a la sala de mando norte donde no hay nadie más, entro a una PC para comprobar lo del chip desactivado, todo está desolado, las dos hileras donde se acomodan los trabajadores hacen sombras sobre el suelo y delante de estas, la gran pantalla desde donde se controla por audio y video las misiones, mis pasos hacen eco cuando enciendo un ordenador para entrar al sistema con mis credenciales y así poder buscar el expediente de Krystel, pero estoy en eso cuando recibo un texto de vuelta dándome malas noticias.

—¡¿Cómo que no hay nada que hacer?! —le grito al técnico al llamarlo—, Tecnología de punta y no es capaz de encontrar un soldado ¿qué putas hace en ese puesto?

—Comandante, con todo respeto, el chip no está averiado, pero no emite señales, alguien lo desactivó y puso un PIN de seis dígitos para evitar ser rastreado, es un trabajo perfecto, sólo quien lo puso offline lo puede poner en línea de nuevo —murmura como si se sintiera ofendido, pero me la suda, es un jodido sargento, el rango más bajo del N2, además se jacta de ser el mejor.

—Pues gracias por nada, Sargento, lo tendré en cuenta —cuelgo pues tengo alguien más con quien comunicarme, por ello cuelgo para marcar el número de Isaac Falcon, el Brigadier es un hacker experto en tecnología militar hasta de última generación, entonces lo llamo sin pensar dos veces.

—¡¿Qué carajos quieres de mí, Isabella?! —dice al abrir la llamada, ella le contesta "Ni el saludo, animal del monte"(4)*—. Comandante Roux, dígame.

—Falcon, necesito su ayuda con algo electrónico ¿podría venir al centro de mando norte? —

—Claro, ¿debo llevar equipos?

—Sí, necesito hackear un chip de rastreo que ha sido desactivado, está encriptado, pero es urgente saber su ubicación.

Acepta, cuelga y sólo tarda unos minutos en llegar, aún lleva su uniforme de pantalón camuflado azul oscuro y camisa negra con el emblema del CMOE, una estrella azul turquí sobre un pentágono invertido. Le explico la situación para que pueda empezar sin demora. La calma reina en el quinto piso, la sala está iluminada por sus lámparas, pero las estaciones de trabajo hacen sombras tétricas sobre el suelo, mientras camino de ida y vuelta con las manos cruzadas en la espalda, la gran pantalla de operaciones que va casi desde el suelo al techo y de gran tamaño a los lados como un rectángulo permanece en reposo con un salvapantallas del águila emblema de la UTCCO girando sobre su propio eje.

—¿Puedo saber por qué necesita encontrar a la Capitana Sánchez con tanta urgencia? —pregunta mientras teclea en el ordenador, donde aparecen comandos, letras en verde y varias ventanas donde introduce códigos, entonces sale un mapamundi que pronto hace zoom a México, es cuando aparece la parte en donde se debe ingresar el PIN, pero él le conecta una USB de dónde saca un programa haciéndolo correr, ello hace salir en los seis espacios muchos números como si se tratara de una máquina de monedas hasta dar con el adecuado, nunca había visto algo así, tal vez lo desarrolló él mismo.

—Estoy preocupado, con ese cazador de miliares suelto, sólo es eso —se sonríe a medias como si se hubiera escuchado el cuento miles de veces, tal vez hasta él mismo lo dice por la Brigadier Fox.

Finalmente, el código sale "201112"

—La Capitana Sánchez está en Mazatlán —dictamina para luego agrandar la zona, una vez lo hace sale un modelado 3D con Street View, donde claramente dice LADIVCOM.

«Cría de los mil demonios, me sacará canas verdes»

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Al llegar a la discoteca, entro primero a Paradiso entre el montón de personas, pero precisamente por ello no estoy seguro de encontrarla, «¿Por qué coño hago esto si ni por Ivanna lo haría?» pienso con fastidio, una vez me llamó, se había pinchado y como yo estaba con Pau, me negué, después de todo tiene seguro, pero me chilló como cerdito, entonces le mandé al carajo ¡A mi novia! Y ahí me ves en busca de la cría. El Paradiso no está, por ello bajo a Purgatorio a ver si hay algo, pero solo veo masa de gente, como me molesta esto joder, el roce, el ruido, el desastre en todos los cuatro costados, venga, voy a clubes nocturnos, pero este despropósito no se compara con nada, mierda. Cuando creo no verla, bajo a Inferno donde el revuelo es peor si es posible la música retumba con el bajo a todo lo que da casi quebrando cristales, mientras los chavales se deslizan entre las luces, el humo y el bullicio. Si no está aquí pues a tomar por culo, me piraré en coma dos segundos. Camino entre las personas hasta encontrarla en una barra donde hay un tubo, baila como si se le hubiera ido la jodida pinza al ritmo urbano, mientras aclaman por ella.

De pronto un tipo se sube y baila con ella, se le pega como calcomanía el muy desgraciado, trato de ignorarlo; sin embargo, me tuerce una tripa porque le pasa las manos por su curvas manoseándola sin ningún reparo, pero esa sensación me resulta extraña, llevaba mucho sin sentir los celos en este grado, digo, por Ivanna son casi nulos, hasta a veces me olvido de ella como si no la conociera, sobre todo porque se la pasa en viajes en París, Milán, Nueva York, mientras gasta dinero a manos llenas, entonces en realidad son pocas las veces en donde pasamos días seguidos juntos, aunque para Pau es mejor así. Trato de acercarme, pero el tumulto de gente me lo dificulta, por ello tardo al menos cinco minutos en recorrer.

De pronto su mirada se centra en mí y aprovecho para darle el coñazo.

—¡Uno preocupado y tú de juerga! —le grito molesto con los empujones de lado y lado del mar de gente—. Baja de ahí ahora mismo, joder, nos vamos ya —espeto y es que vamos, está como una regadera.

—¿Por qué, Klaus? ¡ven aquí! —grita eufórica, resulta que la borracha ahora es ella, entonces me trepo en la pasarela para tomarla de la muñeca, pero me manotea riéndose de mí, para acercarse a mi pecho y susurrarme algo al oído—, ¿Repetimos? Los baños están por...

No la dejo acabar, me agacho para tomarla por los muslos y echarla a mi hombro aun cuando replica hasta por los codos como una jodida cotorra, se revuelve y por ello la hora de bajarnos casi nos vamos de bruces, aun así logro mantener el equilibrio, pero un tipo de seguridad se me atraviesa, dice que suelte a Sánchez porque no quiere irse, pero con la mala leche a su máxima potencia le lanzo un puñetazo y con ello logro quitarlo del camino, pero la gente drogada hasta atrás le preguntan a ella si me conocen, mientras se tambalean como un péndulo, más para allá que para acá. Ella casi en el mismo estado, dice "Es el amargado de mi jefe españolete al que me cojo"

Ello me divierte, su descaro no tiene precedentes, pero sigo molesto por eso no lo demuestro. Una vez en el aparcamiento ubico la camioneta en donde la subo como si fuera una niña, pongo los seguros antes de subirme yo para evitar su escape. Entonces enciendo el motor con el en medio de refunfuños, allí juega con la radio, deja las canciones a la mitad, canta como si estuviera descomulgada, aunque debo admitir que me hace gracia; no obstante, parece haber perdido la torre de control. Atravesamos la carretera en la noche hasta alcanzar la base donde la guardia de la puerta se ve extrañado, no sé si es por reconocerla y verla conmigo o si es porque Sánchez deja la vida en la canción que canta.

Cuando han terminado las verificaciones nos dejan seguir, el camino es recto, a los lados edificaciones del área administrativa de Operaciones Marítimas pues lo técnico está en el puerto de Mazatlán, el camino está dividido con un bordecillo de césped largo hasta encontrar una rotonda por donde van varios caminos hacia distintas alas de la base, tomo la calle hacia lo residencial, mientras ella canta una ranchera de despecho y me mira fijo, pero no le doy importancia, si lo hago se me trepará la mala leche peor. Al llegar a mi edificio aparco, pero antes de bajar checo todos los lados para evitar ser visto.

Al tomarla a ella lloriquea en broma, con un griterío burlesco, entonces la vuelvo a tomar por los muslos para dejarla colgada a mi espalda, tomo el ascensor con rapidez para no tardar mucho, pues por las escaleras son cinco pisos con su algarabía. Al final llegamos y abro la puerta del piso para pasar, mientras salta casi yéndose de bruces.

—¡¿Se metió alguna droga, Sánchez?! —espeto con furia

—Ojalá, estuviera en las pinches estrellas y nadie me bajaría —se ríe pegada a mi cuerpo y empieza a besarme el cuello, pero esta vez no la dejo apartándola—. ¿Qué? Sigues enojado por lo del maletín.

—No, se te pasaron las putas cubas, no te pongo un dedo encima si estás así, la única forma de tocarte es cargándote para llevarte a la cama a dormir —sus ojitos se llenan de lágrimas cuando baja la cabeza y la agita como si quisiera deshacerse de un pensamiento.

—Él no lo respetó cuando yo no podía pelear de vuelta —lloriquea de pronto abrazándose a mi pecho—, ¿Por qué no pudo ser como usted?

—¿Él? ¿quien?

—Ese bastardo, un día lo voy a encontrar y lo castraré.

«Joder, que no sea lo que pienso»

—¿Qué le hizo? ¡dígame qué le hizo! —pregunto un poco descolocado, pero ella se ha quedado callada, además medio dormida, entonces simplemente la tomo en brazos para llevarla a la cama, en donde la deposito con delicadeza debatiéndome entre quitarle el vestido y ponerle algo más cómodo, aunque la vea en ropa interior sin estar ella consciente o dejarla así solo metiéndola en las sábanas. Pronto me decanto por la segunda, la he visto desnuda, pero no está en condiciones para dejarme hacerlo.

La meto, apago la luz y me voy a la otra habitación para dormir ahí, aunque la cama es semidoble no King como la mía. Cierro las cortinas corrugadas de la ventana sobre el cabezal de acero de la cama para meterme en las sábanas oscuras con la palabra UTCCO tejida en uno de los bordes con hilo negro y rojo, entonces enciendo el aire acondicionado con el control para caer en una duerme vela donde hay flashbacks indeseados...

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(1)* Kaan Karaman, líder de La Triada, mafia de mi otra historia militar terminada "Donde hubo fuego" con secuela. De esta historia también es (2)* Carmen Santo Domingo, madre de la protagonista Isabella, asesinada frente a ella degollada y (4)* "Animal del monte" es el apodo de Isabella Fox a Isaac Falcon y él, a su vez, le llama "Potra Salvaje"

(3)* Según La Divina Comedia de Dante Alighieri, el último lugar del infierno, conocido como "El Cocito", es un río congelado que a su vez está dividido en cuatro, uno de estos es "Judeca", reservado para los que han cometido el pecado de traición.


EMILIANO PORTILLO

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