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Capítulo 16- Katepano - 000



Capítulo 16

Katepano - 000

"El mayor de todos los misterios es el hombre"

Sócrates

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Ginebra, Suiza

UNIDAD ESPECIALIZADA DE INVESTIGACIÓN QUÍMICA Y GENÉTICA DE LA HERMANDAD FLOR DE LÍS

Vasilisa Sokolov seca gotas de sudor en su frente con el dorso de su mano, mientras observa el comportamiento celular a través del microscopio, esta unidad mínima será infectada con un arma biológica basada en el H1N1 con una mortalidad del noventa por ciento, ve la inserción del virus en la célula y al mismo tiempo anota en su tableta conectada al televisor, el laboratorio de última tecnología está en un lugar de la gran Rusia, ubicado solo por quienes saben dónde está pues su gran fachada de lugar abandonado en medio de las nevadas es perfecto para esconderse bajo tierra, aunque el frío a veces se cuele por cada rendija y la calefacción no de abasto, pero debe ser así para asegurarse de no ser encontrados de forma intempestiva, el gobierno solo sabe que es propiedad de un individuo quien la tiene descuidada, pero es propiedad privada y nadie puede entrar sin una orden.

La mesa de metal reluciendo sobre la cual trabaja está en el centro del espacio, a su alrededor un rectángulo perfecto lleno de instrumentos como probetas y medidores, microscopios, así como mini refrigeradores para tener a mano ciertos botecitos con sustancias específicas. Todo es blanco, por ello resalta como un faro bajo las luces blancas, de igual forma hay una pantalla empotrada en el final de la sala, esta tiene a la puerta de entrada, sellada herméticamente, frente a esta a varios metros entre ambas, dado el tamaño considerable del espacio.

La joven suspira, sabe de la delicadez de ello en sus manos, junto a la Quimera 18 (1)* arma biológica de La Triada, pueden poner a los mandatarios en Jaque con la simple amenaza de soltar el virus; sin embargo, no es intención de ellos hacerlo, quieren usarlo como arma de defensa en lugar de ataque aunque en la practicidad, es lo mismo. La meta asignada por la Boss, a quien Vasilisa aconseja como la cadena de mando de la Hermandad Flor de Lis, fue no solo crear los dioses del olimpo en base a las investigaciones de la bioquímica responsable de los dioses del inframundo, sino un compuesto que se asemeje a La Quimera 18, creación de la misma mujer, para poder iniciar un reinado de terror ante la guerra biológica si así lo quisiesen.

La idea de tener ese poder le excita, Vasilisa comparte con todos los Sokolov esa sangre violenta llena de agresividad que los hala hacia un legado de oscuridad y le divierte saber superior, le encanta los privilegios en donde creció, pues han creado no solo a la mujer altiva con piedad inhumana, sino a la bioquímica con la capacidad de crear bestias con colmillos a modo de virus y otras sustancias, como aquellas dos ya casi perfeccionadas; sin embargo, ante la muerte prematura de la creadora no pueden aun decir que está completo; sin embargo, sus cadenas internas han sido casi alcanzadas. Es asunto ahora el cómo hacerlas infalibles para cantar victoria. Se separa ya exhausta, pasa de media noche, pero su necesidad intrínseca de hallar las fórmulas perfectas no la deja dormir a gusto sabiendo que desperdicia tiempo al hacerlo. Su hermano gemelo Damien le sigue pisa los talones.

Ambos se han convertido en el orgullo de los Sokolov al poder disfrutar sin límite de dos creadores superdotados en las ciencias naturales para usar el aspecto más temido en contra del mundo. Vasilisa se pone en pie para caminar hacia el otro lado del laboratorio donde se ve una parte de las jaulas de vidrio reforzado donde reposan los objetos de estudio, no animales, ella prefiere trabajar en los cerebros de quienes sí se aplicará el compuesto, antes de maltratar a un animal cuando aquello no está destinado para esas criaturas que, en su propia opinión, merecen el cielo mucho más que un delincuente.

El frío le cala hasta los huesos, el laboratorio se debe mantener en un clima bajo para evitar posibles daños en todas las sustancias, pero llega un momento es donde se vuelve insoportable, parece escabullirse por todos los poros de su piel hasta llevarla a tiritar sin remedio como una hoja a punto de desprenderse del árbol en una tarde otoñal; no obstante, debe trabajar, la Boss le ha asignado una tarea y ella debe cumplirla a cabalidad. Fuera de la estructura del ejército de la Hermandad, la prima Aleksandra es muy cercana a ella, como si fuera una madre, una que nunca tuvo pues su verdadera progenitora solo se dedica a malgastar el dinero de los Sokolov a manos llenas como una garrapata sedienta de sangre, solo succiona sin medida, su padre, Vasily, trata de controlarla, pero no alcanza a encaminar a la fiera malgastadora.

Solo Aleksandra logra ponerla en su sitio, la Boss tiene el carácter que le falta a su padre, es la menor de la línea sanguínea del poder en la familia, pero quien más tiene los ovarios bien puestos, su puesto no solo fue por la antigua costumbre de una mujer como dirigente sobre cualquier hombre aunque este fuera primogénito, sino por su manera de ser, el peligroso brillo de una daga misericordia a punto de penetrar en el cuerpo para dejar una herida mortal.

Vasilisa —murmura una voz en los altavoces, es Aleksandra, tiene un estricto control de quienes entran a cualquier hora a los laboratorios, en especial en este dónde están los primeros cultivos.

—Dígame, Boss —responde extrañada pues, aunque la mujer sepa que alguien entró, es muy rara la ocasión en donde se comunica ella directo.

Ven a mi oficina, necesito tu opinión con un reconocimiento —la joven asiente para anunciar su llegada en tanto atravesara el complejo, Vasilisa y la Boss suelen moverse de la mano, pues ella es su asesora, así como Damien el del Underboss, entonces donde está Aleksandra, está Vasilisa.

Alcanza la puerta para teclear el código de acceso antes de escuchar los pestillos múltiples abrirse para dejarse correr hacia un lado y no como las comunes hacia adelante. Una vez afuera vuelve a teclear el código para dejar sellado el sitio, así como colgar su bata fuera en un pequeño perchero adherido a la pared, es pasillo está helado, lo recóndito bajo las capas de nieve es perfecto para esconderse, pero perjudicial pues no están muy profundos, sino a pocos metros de la superficie de hielo, entonces atraviesa estos segmentos conectores entres las distintas salas cuando una advierte una sombra, no tarda en sacar un arma que siempre lleva en la pretina de su pantalón en la parte de atrás para apuntarla a esta, pero la sorpresa llega al ver de quién se trata.

Es Gael, el joven consentido de la Boss, el Katepano (2)* favorito de todos, por quien siente un mar de emociones al verle aunque el reflejo de ella misma en los ojos no sea procesado de forma normal, es apenas un objeto que se mueve y habla, condicionado a recibir órdenes. Su cabello rubio claro a juego con su barba castaña, tiene ligeros mechones suelto y Vasilisa estira la mano para acomodarlos fuera de los ojos de Gael; sin embargo, él la toma por la muñeca deteniéndola con un apretón.

—No puedo tocarla, señorita Vasilisa, ni usted a mí, son órdenes del Underboss —murmura el muchacho con la mirada vacía—. Órdenes del Underboss —repite como si necesitara una réplica para entenderlo o llevarlo a acabo, un comportamiento típico en soldados como él.

—Solo quería acomodar tu cabello —susurra ella soltándose del agarre con un tirón violento, odia la apatía del muchacho, odia su falta de procesamiento de emociones y simultáneo a eso la incapacidad de tomar decisiones, su cerebro está sometido a cambios constantes.

—No debo tocar a la señorita Vasilisa, no debo tocar a... la señorita Vasilisa... ¿Vasi? —pregunta pestañeando, pero eso pone en alerta a la joven quien se aleja dos pasos alertando a la Boss por medio del sistema de IA creada por Kaan Karaman (3)*, una copia de su propia IA de nombre Roschel (4)*, esta es llamada Esarlet (5)* está instalada en todos los complejos encargándose, igual que Roschel, de los complejos de investigación y casas de la hermandad. Esta inmediatamente ubica la posición y habla.

Señorita Vasilisa, ¿qué necesita?

—Código D-H-05 en Katepano 000 —dice la muchacha, cuando Gael empieza a mirarse los brazos y las piernas, enseguida una luz roja se enciende por los bordes superiores de las paredes, esta es similar a una manguera, pero con instalación eléctrica que cambia de color según el código, el mencionado es una de los más peligrosos.

Pronto un grupo de crisis ha rodeado los pasillos, aparecen con fusiles UZI en las manos, entonces le apuntan a Gael quien aún parece en trance, pero como si luchara por el control de una mente embotada en un ciclo sin fin de aletargamiento eterno. Él no opone resistencia, las armas no son necesarias, pero le temen pues con una consciencia más clara puede ser letal, es el mejor entrenado por la mismísima Boss en el no tan sublime arte de matar. Le inyectan un sedante; sin embargo, alcanza a tomar la mano de Vasilisa como en una súplica de piedad, pero pronto cae dormido y es llevado inconsciente en la misma dirección por donde aparecieron.

Aquel acto efímero le aceleró el corazón, pues el muchacho despierta en ella cosas que ningún otro hombre logra, nadie más puede hacerle sentir así; no obstante, sus sentimientos han escogido mal. Retoma su camino con un agujero en el pecho, hasta poder atravesar toda la distancia hasta la oficina de la Boss finalmente, mientras se pasa las manos por los brazos en un acto que busca devolverle el calor a su cuerpo, pero sobre todo deshacerse de la piel de gallina presente desde aquel apretón de mano por parte de Gael.

El lugar es cuadrado, una de sus paredes está tapizada con instrumentos electrónicos como pantallas y radares, la pared inmediata tiene pequeñas incrustaciones de más pantallas pequeñas para mostrar la señal de cámaras de todo el complejo, pues algo necesario para

—Tardaste —comenta la mujer dándole la espalda a Vasilisa

—Tuve un problema con...

—Con Gael, lo he visto todo... tienes que resolverlo pronto, Vasilisa, esto no puede volver a pasar —murmura mirándole por encima del hombro en señal de su propia altivez y pedantería, es superior y actúa en consecuencia—. De todas maneras, no te llame para eso —pronto gira del todo para señalar hacia un de las paredes donde con un control la pantalla vuelve a tener vida para mostrar una mujer con una gabardina roja cubriéndole la mayor parte del rostro—. Reconocimiento facial no me da resultados concluyentes, pero creo...

—Es Kattleya —replica la muchacha sin pensarlo dos veces. La instantánea deja ver cómo la "Traidora" de la sangre Sokolov sale de una edificación en Moscú, en el fondo se alza impávido el Kremlin, sitio concéntrico de varios edificios emblemáticos.

—En el bajo mundo se hace llamar "La Duquesa" su ejército de Hassassin están dándonos una guerra sangrienta. No sé de dónde saca recursos, pero cada día es más poderosa, gana terrenos y a cada soldado de la Hermandad en su camino lo descuartiza haciéndole honor a nuestro apellido.

—¿Qué hará, Boss?

—Si quiere guerra, pues veamos quien agacha la cabeza primero, si ella o yo —las palabras de la Boss dibujan una sonrisa macabra en la boca de Vasilisa.

Es la promesa de una batalla sin cuartel.

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KRYSTEL

El Comandante sigue murmurando que es su culpa, aunque no logro entenderlo, aun así le sigo la corriente no solo por evitar discutir sino porque me gana la curiosidad y quiero saber más, por ello le pregunto cosas sobre el chico.

—¿Y qué pasó, Comandante?

—Fui yo mismo lugar por lugar, bajo el sol, bajo la lluvia, no importaba nada más sino encontrarlo.

—¿Y luego?

—Vino lo peor, los reportes de desaparecidos eran aterradores, pero ni la policía, la UTCCO o los Praetor, nadie ha dado con él y no me lo explico... ¿sabes cómo era él?

—No, Comandante, cuénteme.

—Kai era la luz de nuestra vidas, la alegría del hogar, quien nos ayudaba a seguir unidos porque era el que más pensaba en cómo hacer de la casa un hogar, porque siempre fue muy maduro... Kai se parecía a mí ¿Sabe Capitana? pelinegro como yo, su pelo de ébano era distintivo, llamaba la atención por donde iba... Kai, mi niño... —solloza y empieza a conmoverme hasta llevarme a las lágrimas, mientras sigue apoyando su cabeza en mi pecho, de seguro no lo recuerda más tarde, pero verlo así me deja comprender algo detrás del Leviatán: su lado humano capaz de ser herido. Se ve cuanto le duele su hermano, cuanto tiene el corazón destruido por un sentimiento casi inimaginable para mí pues jamás he perdido a Caro de esa manera.

Klaus sigue hablando de cómo siente no haber sido él, porque él sí lo merecía, era el rebelde sin remedio, quien se metía en problemas por cualquier motivo, aunque eso dista de quien yo conozco siempre recto, adicto al trabajo, rígido pudo ser así antes, aunque la explicación más coherente para mí fue que ese evento junto al nacimiento de su hija le hicieron cambiar la forma loca de llevar la vida. De pronto, lo siento más calmado por ello me fijo y se ha quedado en una duermevela, por ello lo acomodo en los almohadones mullidos para luego retirarme y abrir la parte de abajo pues es un sofá-cama, luego lo termino de acomodar como puedo pues su cuerpo pesa, es músculo puro, por ello no puedo moverlo con facilidad.

Pongo una sábana sobre su cuerpo para luego irme a dormir, aunque me cuesta conciliar el sueño de solo pensar en todo aquello involucrado en la desaparición del hermano de Klaus, pienso en su dolor, en el de todos los Roux, pero me pregunto el porqué Kass jamás me comentó nada, no es algo de lo que avergonzarse; sin embargo, puedo entender el deseo de no recordar de más, yo misma lo hago, ni con mamá hablo de lo ocurrido, solo cuando los demonios se materializan en mis sueños y necesito la voz envolvente de mamá como si fuera una niña perdida, a pesar de casi cumplir los veintisiete años, pues solo ella es capaz de vencer a mi propia legión de espectros infernales.

Finalmente, caigo dormida pero una vez más vienen a mí las memorias de una noche inquieta.

Grité por mi madre en la oscuridad estaba abandonada a la suerte sin ella, se la llevaron luego de golpearla por algo inentendible, lloré desconsoladamente, jamás en mis dieciséis años había sentido tanto miedo, desde que tengo uso de razón, mamá ha sido la única en mi vida; sin embargo, la escuchaba discutir con mi tío Ricardo sobre el peligro de la verdad, a veces me despertaban y no había podido entenderlo, hablaban sobre esconderme siempre si era necesario, pero no sabía aun de quién debían hacerlo. La soga en mis manos apretaba y estaba haciéndome laceraciones por tratar de zafarme, sudé por la temperatura del verano, además me dolía la cabeza pues me golpearon en un intento de hacerme callar.

Pasaron no sé cuántas horas, el estómago me ardía y clamaba por comida hasta la llegada de alguien escoltado por muchos hombres armados, este se acuclilló frente a la silla donde estaba amarrada, recuerdo sus ojos, azules fríos, duros, pero su expresión era de ternura, parecía aliviado de verme, pasó a la parte de atrás de la silla enfurecido por tenerme así, dándole un tiro en la pierna al hombre encargado de mí desde la llegada para soltarme inmediatamente. Mencionó palabras de amor de padre con mis manos acunadas con las suyas, pero yo no tenía padre, solo éramos mamá, mi hermana menor Caro y yo, siempre fue igual, solo ella, tío Ricardo y nosotras unidos para todos los sitios. Continuó su discurso sobre haberme encontrado luego de casi diez años en mi búsqueda, aunque yo solo podía preguntarme quién carajos era y qué quería de mí.

Enseguida trajeron a mamá, tenía el labio roto, así como el pómulo, marcas de agarre en el cuello y una venda en una muñeca, ella corrió a abrazarme, hice lo mismo con temor, no quería que la lastimaran más. El hombre misterioso la amenazó con una pistola para alejarla de mí gritándole groserías entre esas, perra, zorra, amenazándole con matarla si desobedecía, él se giró hacia mí y me llamó por un nombre desconocido para mí.

Mamá tenía sangre salpicada en la ropa y solo me quedó suponer que era la suya propia.

Me dolió como nada más verla así, la mujer fuerte estaba sometida ante el poder del hombre misterioso, aunque este parecía mirarla con amor, una devoción extraña, esta distaba de la crueldad con la cual nos trataban, era inhumano ese trato casi incompatible con la vida, pero también estaba mi pequeña Caro, llevaba horas sin verle y eso me preocupaba, los vejámenes hechos a nosotras habían sido asquerosos en todo sentido, aunque si algo traté de "Negociar" fue decirles que me hicieran a mí cualquier cosa, pero a ella no, que recibía cualquier violencia hacia ella, con tal de tenerla a salvo. Yo lo sufrí ignorante de si ellos cumplían el trato, aunque una vez liberadas, me aseguré de ello, Caro me dijo que no la tocaron, ni siquiera la amordazaron.

En mi sueño vuelvo a la conversación de ese día donde se me reveló una verdad dolorosa, misma me marcaría para siempre en más de un sentido, la piel de mi espalda lo atestigua...

Despierto agitada con la alarma, son las cinco de la madrugada y el sonido estridente del reloj despertador con números digitales en rojo resaltando en medio de la oscuridad de mi habitación, me deja sentada de un tirón. Fuera cae una lluvia torrencial y se escucha como si el cielo estuviera a punto de quebrarse y dejar caer a los ángeles del cielo en la tierra llena de miseria y el fuego de las guerras. Mi cama es doble con cabecero en tela con botones hundidos dando la sensación de profundidad y a cada lado, las lámparas de las mesas auxiliares de madera oscura, iluminan un poco el espacio, no me gusta dormir en la oscuridad total, pero cuando lo hago con otros debo tragármelo pues no quiero admitir ese miedo arraigado en lo profundo de un alma torturada que habita en mi pecho.

Me pongo en pie para meterme al baño, la puerta está a unos metros de los pies de la cama en la misma pared donde está el televisor sujeto a la pared con una base y bajo este una mesa donde reposan mis libros, el baño está hacia la izquierda, se debe atravesar el vestier para llegar a este y lo hago hasta quedar en ropa interior, luego una vez allí me desnudo para meterme bajo el chorro de agua caliente mojándome el pelo para lavarlo, pero pienso en el recuerdo hecho sueño inquietante, mientras paso el jabón de avena con ese dulce aroma por todo mi cuerpo, incluso en el tatuaje de mi espalda bajo donde se enconde la marca maldita... la hizo en persona la Boss, Aleksandra, quien ofendida por no seguir los caminos de La Hermandad, le dejó un recuerdo para toda la vida.

Lavo mi cabello con el shampoo de lavanda y romero, pero siento una presencia dentro del baño, aunque no me altero, la figura pertenece a Klaus, lo sentí como si mi cuerpo me lo anunciara con trompetillas.

—¿Qué hace ahí, Comandante? estoy desnuda —murmuro aunque no en tono amenazante como debería, sino coqueto.

—Admirando el paisaje —se sonríe con travesura y se cruza de brazos apoyado en el lavabo a su espalda, por ello termino con calma, provocándolo en cada paso de mis manos por mi piel—. Venga ya, tiene una obra de arte, Capitana, debería residir en el Louvre.

—¿Quiere ahorrar agua? Debe ducharse igual —murmuro jugando con el peligro.

—No... demasiada tentación para esta hora de la mañana —con otra sonrisa me extiende una toalla—, salga, Capitana, quiero saber qué hago aquí.

Cierro el grifo y le pregunto si no recuerda nada, entonces solo niega con la cabeza. Salgo entonces para envolver mi cuerpo en la toalla y secarme, pronto él se va para dejarme sola y me visto con el uniforme de vuelta, el camuflado verde militar, la camisa de elástico negro manga larga con el logo de la ETAN al lado izquierdo. La lluvia parece más eterna pues arrecia sin piedad contra todo. Una vez estoy vestida con la placa enganchada, la pistola en su lugar y desenredo mi cabello, salgo de nuevo a verlo, está sirviéndose café en el mesón negro de la cocina donde está la cafetera, al parecer lo encontró y no pudo resistirse. Mi cocina está dotada de todo, cuchillos en su base, nevecón doble puerta, escurridor aunque tiene lavavajillas y doble espacio en el lavaplatos.

El Comandante está de pie en medio del espacio cuadrado, guardando el paquete en las alacenas sobre todo el mesón.

—Espero no le moleste, necesitaba cafeína —murmura cuando me pasa una taza humeante, mientras el sale de la cocina, esta está separada del comedor por una barra donde acomodé dos sillas altas, entonces camina hacia la sala al otro lado del pasillo para sentarse. Los ventanales parecen estar a punto de romperse por la fuerza de la lluvia y los vientos, estamos en el cuarto piso, así que los impactos se sienten más.

—Tranquilo, siéntase en casa —le respondo al sentarme en el sillón en L, uno de sus tramos está pegado al ventanal y allí se pone él conmigo a su lado—, No creo que podamos hacer mucho hoy, las tormentas duran horas cuando llegan, tal vez hasta un huracán aparezca pronto. Debemos estar atentos a las noticias.

—¿Y qué hacemos?

—Esperar a ver si se calma un poco —llevo la taza a mi boca degustando el sabor del café, está delicioso, dulce y fuerte como me gusta, nunca le había dicho y sin embargo, lo hizo justo como me encanta.

—Bueno ¿Y cómo llegué aquí? La verdad no recuerdo mucho de anoche.

—En realidad llegó solo, tocó mi puerta y se metió como Pedro por su casa —bromeo al cruzar las piernas—. Antes de ello, no sé qué pasó con usted.

—Bebí de más porque... porque era un día duro.

—Sí, anoche me lo dijo, es sobre su hermano ¿no? —me atrevo a decir, mientras espero una mala contestación.

—¿Qué cojones dije? —espeta en tono seco, cortante, justo como me imaginé—. No es un tema que deba saber nadie, joder.

—Tranquilo, no le diré a nadie, así como lo del su corazón. No lo traicionaré.

Se recuesta con expresión de sospecha, su mirada entrecerrada me lo dice todo como si no confiara en lo dicho, entonces se recuesta en el espaldar sobre los cojines color azul turquí dispuestos por toda la forma de L. Su mirada parece analizarme y por ello se queda en silencio, solo el sonido de la tormenta se apodera del espacio.

—¿Por qué me mira así?

—Porque no confío en nadie, Krystel, hasta el menos pensado te traiciona —me revela con calma, aunque me siento un poco ofendida, pero lo entiendo, ha pasado por una desaparición en donde no sabe nada y todos pueden ser sospechosos, pues si fue tan misteriosa como me dijo Ángel, no se trata de delincuentes normales, porque supieron cómo cubrir sus huellas, pues casi de forma literal desapareció del mapa como si lo hubieran suprimido.

—Lo entiendo, yo tampoco lo hago, por eso solo tengo tres amigos cercanos.

—¿Y Valeria?

—Es mi amiga, pero no tanto como Samara, Kassandra y Nicolás, porque nos conocemos de hace poco, tal vez un año —explico, mientras bebo sorbitos de café, él se inclina hacia adelante para dejar la taza en la mesa de centro hecha en cristal labrados en plano en los bordes como decoración con formas de uvas y sus tallos con hojas.

—Entiendo, soy más cercano a Tomás y claro, a Teresa.

—En eso nos parecemos, no confiamos en todos —murmuro y le saco media sonrisa—, y no se preocupe, nada de lo dicho anoche pasó.

—Pero quiero saber qué dije...

—No mucho en realidad, me contó sobre Kai, sobre cómo era y usted se echó la culpa de su desaparición, sólo eso.

Se pone en pie y empieza a caminar inquieto, se nota la incomodidad causada por el tema, pero no dice nada, solo camina como si quisiera dejar fluir una ansiedad interna que solo puede procesar con movimiento; de igual manera, niega con la cabeza como si se recriminara a sí mismo dejarse llevar, tal vez de la borrachera o de aquello que lo trajo hasta aquí en primer lugar, yo por mi lado me bebo el café tranquila, la lluvia ha bajado un poco su bestialidad de fiera incontrolable, pero aún tiene fuerza, más de un árbol raquítico habrá perdido ramas. Klaus vuelve a su lugar y me hace jurar que guardaré silencio una vez más, lo hago pues entiendo su necesidad de tener el control sobre ese aspecto tan doloroso para su familia.

Yo lo entiendo porque mi atrancado en el alma también me hace querer guardarlo para mí solamente, aunque el mío es ilegal. Se sienta de vuelta para terminar el café y le entra una videollamada de su hija, ello me saca una sonrisa porque verlo en ese papel de hombre de familia se me hace mucho más atractivo, pronto la niña pregunta por mí y Klaus me deja salir en el video, me cuenta sobre todas las cosas que le ha puesto a hacer su padre para mostrar su responsabilidad y así convencerlo de comprarle un perrito y la verdad me encanta cómo cría a su pequeña, podría darle todas las libertades, pero la está formando en valores y deberes.

Me cuenta su travesía más reciente, le llevaron de excursión a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre para explicarles el procedimiento en los papeles de documentos como pasaportes y en los billetes, cosa que al parecer le pareció muy interesante, aunque nos cuenta sobre el aburrimiento de los demás niños en algo tan rico en traición con ello, demostrándome de nuevo su forma más madura del ver el mundo, sigue siendo una niña, pero su mente parece ir por delante, pronto Paulina debe irse a clase de piano, pero antes le pregunta a su padre si aquí tiene guitarras para tocar, y ello me sorprende, el Comandante no parece de la onda musical; sin embargo, al colgar me cuenta cómo aprendió a tocarla pues desde bebé a Pau le calmaba la música en especial la clásica y él se propuso hacerlo para ella.

«Dios, ¿por qué con cada cosa que me entero de Klaus me gusta más?»

Hablar con su hija el cambia el semblante por completo, por ello el ambiente baja su tensión de forma considerable hasta dejar el tema atrás, mejor así, entonces solo nos concentramos en el trabajo con los Praetor y el mío en LADIVCOM como mesera, debería iniciar hoy, pero con el clima lo dudo mucho, entonces solo hablamos de manera casual como amigos, él conserva su forma dura de ser, pero no es grosero, solo mantiene su papel del Leviatán aunque no sé porqué si hemos hecho un trato para llevarnos en lo que sea esto entre ambos, pero entiendo, tal vez lo de su hermano lo tiene así, más saber cómo llegó a mi casa y soltó la sopa.

Entonces mantenemos el tono profesional hasta que me pide la ducha para asearse, aunque se ponga la misma ropa. Se va y entonces preparo algo de comer, huevos rancheros y chilaquiles para mostrarle algo de tradición al Comandante, quien tarda menos de veinte minutos en salir ya arreglado, su pelo negro aun suelta algunas gotas y su aspecto mejoró así como su genio, aunque me deja ver algo innegable: cambia este y su ánimo con facilidad como si fuera una montaña rusa, va y viene de estados anímicos de forma extraña, aunque casi siempre está serio, contesta de forma cortante.

Traigo mi ordenador para acceder a los expedientes de los Praetor guardados con anterioridad y así los estudiamos más a fondo. Hay talentos increíbles dentro de estos, pero como debí imaginarme, la más arriba en cuestión de habilidades de campo, es Isabella Fox, francotiradora experta, marcada como la mejor tiradora del Consorcio Praetor, en pocas palabras, donde pone el ojo pone la bala y de tecnología, Isaac Falcon quien es capaz de manipular cualquier dispositivo electrónico hasta de última generación. Así las horas pasan hasta llegar el medio día en donde me pongo en pie para ir a la cocina, él viene del baño y de pronto me toma de la cintura para acercarme a su cuerpo.

—¿Cocinamos? —me pregunta dándome besos en el cuello desde atrás.

—Vale, me parece, acabo de hacer la compra —susurro con cosquillitas placenteras cuando sus manos se deslizan por mis costados sacándome un suspiro—. ¿Qué le gustaría comer?

—Algún plato típico estaría bien —siento como se sonríe.

—Está bien, chilaquiles serán —avanzo hacia la cocina para empezar a preparar todo.

—No sé qué sea, pero si lo preparan estas manos de seguro está buenísimo —besa el dorso de mi mano con una coquetería irresistible, por eso lo beso de nuevo antes de empezar, sus manos se aferran con posesión a mi cintura, pero debo poner un límite porque terminaremos en la cama de seguro y no podemos ahora mismo. Al dejarlo, me mira con media sonrisa en su boca tramposa, por eso debo girarme hacia la estufa en la isleta de la cocina abierta, pero mientras lo hago Caro me llama, está en casa enferma y quiere compañía, porque mamá salió muy temprano, pero ellas viven al otro lado de la zona residencial, bajo esta tormenta sería peligroso por los rayos, por ello le digo que me espere a ver si se calma un poco el clima.

—¿Krystel? —escucho de pronto la voz de Ángel al otro lado de la puerta de entrada.

«Mierda»

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(1)* La Quimera 18 es un agente biológico letal usado por La Triada en mi otra novela militar Donde Hubo fuego, terminada. (primero de este universo)

(2)* El Katepano era un rango en el antiguo ejército romano, aquí SOLO se usó el NOMBRE NO sus funciones

(3)* Kaan Karaman, villano principal de mi otra novela militar Donde Hubo fuego, terminada. Traficante de origen turco (4) Roschel es la Inteligencia Artificial creada por el, nombrada así por los nombres de mis primeras lectoras fieles Rachel y Rosi. (5)* Esarlet sale de Scarlet y Estefanía, dos lectoras también.


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