EPÍLOGO
EPÍLOGO
Seokjin revisaba con calma los exámenes que había tomado a sus estudiantes justo antes de las vacaciones de fin de año. La cafetería en la que se encontraba, aquella que estaba cercana a la universidad, estaba adornada con guirnaldas que simulaban las ramas de un pino nevado y con luces que parpadeaban a un ritmo que nadie podía escuchar, pero que todos conocían. El aroma a canela, clavo de olor, nuez moscada y otras especias se mezclaban en el aire de la misma manera que en aquella perfecta combinación que se le echaba al chocolate caliente.
Olía a navidad.
Y como cada navidad, Seokjin se encontraba trabajando.
No solía celebrar mucho, pues de pequeño las navidades solían ser un poco frías y apenas había dejado la casa de su madre no había una razón aparente para festejar. Aunque seguían manteniendo la tradición de cenar entre hermanos, aquella navidad ya no irían a un restaurante como todos los años, sino que se encontraría a sí mismo yendo a la nueva casa de Namjoon y Jungbin.
Su mirada se perdió un momento en la ciudad que lentamente oscurecía que se veía a través del ventanal de la cafetería. No podía negar que se había alegrado un poco cuando Jungbin y su hermano habían terminado su extraña relación, por lo que supo cómo sentirse cuando se enteró días atrás que volverían a retomar las cosas, pero como una pareja normal.
Sólo quería que ambos fueran felices, pero no podía evitar sentirse como un mal hermano al no sentirse feliz.
Volvió a concentrarse en las hojas que tenía sobre la mesa y continuó con el siguiente examen al haber terminado el que revisaba, encontrándose con aquel nombre que le hizo recordar un par de ojos castaños que últimamente lo habían estado mirando con más atención de la normal. Por un segundo recordó cómo los labios carnosos mordían el lápiz al pensar en las repuestas del examen, casi de manera sugerente.
Casi como si estuvieran esperándolo a que los mirara.
—¿Profesor Kim? —Se sobresaltó a escuchar aquella voz.
Casi como si los hubiese invocado, aquellos ojos castaños aparecieron en su campo de visión maquillados con una tenue sombra coral y brillos. Los labios carnosos en los que acababa de pensar de manera culposa estaban perfectamente maquillados a juego con los ojos, al igual que el rubor de sus mejillas. El cabello castaño claro caía liso hasta su cintura, perfectamente peinado al igual que el flequillo que le adornaba la frente.
Seokjin rápidamente volteó las hojas que tenía encima para que la chica no pudiese ver su nombre en la de más encima y le sonrió sin llegar a mostrar los dientes.
—Hola... —Dejó la frase a medio terminar, fingiendo que no recordaba su nombre.
Claro que lo recordaba, acababa de leerlo.
—Yoo Harin.
—Yoo Harin —repitió, intensificando su sonrisa—. ¿Qué tal tus vacaciones?
Ella desvió la mirada hacia su alrededor y soltó una pequeña carcajada.
—No van como me gustaría —murmuró y luego señaló el delantal que llevaba con el logo de la cafetería—, pero al menos tengo trabajo.
—Oh... —Soltó, sintiendo que había metido la pata, y luego señaló su maletín—. Si te consuela, yo también estoy trabajando ahora mismo.
La chica corrió la vista con timidez y después de un par de segundos asintió con la cabeza.
—Creo que debería irme —musitó, manteniendo la vista baja—. Que tenga una feliz navidad junto a su familia.
Junto a su familia. En ese momento, su familia se reducía a Taehyung, Namjoon y Jungbin, su madre ni siquiera aparecía en el panorama, aunque quizás era mejor dejarlo así.
—Igualmente —respondió con un asentimiento de cabeza.
Vio cómo la chica se alejó para atender la mesa de unos recién llegados y por un instante se sintió como si estuviese teniendo un déjà vu, observando a la mesera de un lugar de la misma manera en la que había hecho cuando todo había comenzado...
Volvió a sobresaltarse cuando alguien se instaló frente a él. Se sorprendió de encontrarse con el rostro sonriente de Jungbin, que comenzaba a quitarse el abrigo, la bufanda y los guantes para ponerse cómoda en el interior de la cafetería.
—¡Sabía que te encontraría aquí! —Le dijo en medio de su sonrisa, luego desvió los ojos hacia la chica que se acababa de alejar—. ¿Es esa Yoo Harin?
Él arrugó el entrecejo y asintió con la cabeza.
—Pobre chica, ha bajado mucho sus calificaciones —murmuró para sí misma—. ¿Qué bebes? Quiero lo mismo.
Seokjin bajó la vista hacia la taza de chocolate caliente a medio tomar, pero no lo único que pudo hacer fue pensar en Harin. ¿Había bajado sus notas? Al parecer, eso era algo que únicamente Jungbin podía saber, ya que era la encargada de revisar la mayoría de los parciales y de asignar las calificaciones.
Se había quedado desactualizado de su propio trabajo.
Pestañeó un par de veces al ver la mano de su acompañante sujetando la taza para probar un poco de lo que había ordenado. Un destello brillante le había llamado la atención y, con cierto temor, enfocó la vista en su mano izquierda, específicamente en su dedo anular donde un anillo plateado adornado con diamantes lucía de manera exageradamente llamativa.
—¡Oh! —Exclamó, señalando con la mirada la argolla en su dedo.
Jungbin aplanó los labios luego de darle un trago a la taza de chocolate de Seokjin y volvió a dejarla en su lugar luciendo como una niña que acababan de regañar.
—Sí... Eso venía a decirte —explicó—. Intenté llamarte a tu celular, pero no me contestabas.
—Lo olvidé en casa.
Nunca había sentido que su celular pesara tanto dentro del bolsillo de su pantalón como cuando dijo aquella mentira. Lo cierto era que había utilizado las vacaciones de fin de año como excusa para darse un momento para meditar todo lo que estaba sucediendo entre Namjoon y Jungbin, aunque realmente había terminado haciendo cualquier otra cosa con tal de no pensar en eso. Así que sí, había evitado cada una de las llamadas de su amiga a propósito.
—¡Namjoon me propuso anoche! —chilló despacio por la emoción—. Fue inesperado, un poco improvisado diría yo, pero cuando desperté en la mañana ya tenía el anillo. Ha sido todo muy rápido.
—Como toda su relación —agregó él, sin poder evitarlo.
Jungbin asintió con la cabeza, la emoción que sentía no le permitió lograr notar el tono oscuro en aquella respuesta que había recibido.
—¿No crees que es perfecto?
La chica estiró la mano en su dirección y Seokjin pudo verlo con claridad por primera vez. Un diamante ovalado central de por lo menos medio centímetro de longitud brilló ante sus ojos, acompañados de más diamantes que a medida que se alejaban del más grande disminuían su tamaño. No quiso pensar en cuánto debió costar eso, pero conociendo a su hermano menor, seguramente muchísimo.
—Sí, lo es.
Aquella oportunidad la chica sí pudo notar la desmotivación en la voz de su amigo. La sonrisa gigante comenzó a extinguirse lentamente de su rostro, dando paso a aquellos ojos redondos que lo observaron como si de un cachorrito se tratase.
—¿Qué ocurre?
Inmediatamente Seokjin sintió la punzada de la culpabilidad en su corazón.
—Nada —se apresuró a responder.
—¿No estás feliz por nosotros...? —Jungbin pestañeó apresuradamente al sentir que los ojos comenzaban a picarle—. Sé que las cosas entre Namjoon y yo no salieron bien en el pasado, pero él ha cambiado. Es un hombre diferente, lo sé, puedo verlo...
Seokjin se remojó los labios, evitando su mirada por un momento. ¿Cómo podía explicarle todo lo que sentía por ella? No podía. No podía hacerlo ni nunca podría, debía hacerse la idea. Ella siempre había sido la chica de su hermano, por más que no le gustara aceptarlo, y su corazón le pertenecía a Namjoon, siempre fue de esa manera.
Así eran las cosas, Namjoon y Jungbin finalmente pudieron salir adelante y él se quedaba atrás, viendo cómo eran felices mientras cada día se sentía más solo. Pero sabía que realmente no estaba solo, Jungbin siempre estaría allí tendiéndole la mano para que no se quedara atrás y caminara junto a ella, pero jamás lo haría siendo algo más que una buena amiga.
Cerró los ojos un momento. Aquello era culpa suya, después de todo, por no haber puesto freno a sus acciones, de otra manera, no vería a Jungbin casi a diario y no experimentaría aquellos sentimientos de manera tan agobiante.
Pero ya era suficiente, nada iba a conseguir lamentándose.
—Lo sé —respondió—. Lo siento, estoy un poco cansado. Por supuesto que estoy feliz por ustedes, ¡se merecen ser felices!
Y entre toda aquella mentira que pronunció, lo último que dijo fue completamente cierto. Al fin y al cabo, lo único que quería era que todos fueran felices, ya no importaba la manera.
—Gracias —pronunció ella de manera sincera—. No podría estar donde estoy ahora si no fuera por tu ayuda, Seokjin, lo digo en serio.
—Estás quitándote crédito.
Ella negó con la cabeza.
—Eres muy importante para mí... Y sé que apenas estoy comprometida, pero me preguntaba si serías mi caballero de honor.
Seokjin casi se atragantó con saliva.
—¡¿Yo?!
—¡Sí!
—Jungbin, yo... —se aclaró la garganta y soltó un largo suspiro—. Estoy muy agradecido, es un honor que pienses en mí.
—¡Por supuesto que pensaría en ti! —Soltó en medio de una carcajada mientras estiraba sus brazos por encima de la mesa para agarrarle las manos—. Te quiero mucho, Seokjin, pensaría en ti un millón de veces.
Sonrió junto a ella y dio un apretón a sus manos. Era momento de dejarla ir, lo sabía y también le dolía. Abrió la boca para responderle que también la quería, que la quería muchísimo, aunque quizás era algo más que eso, pero se vio interrumpido por el sonido de su celular. Jungbin lo soltó rápidamente, pasando por alto la mentira acerca de haber olvidado su teléfono en casa y dijo:
—¡Qué tarde es! Debería irme.
Se despidieron mientras él sacaba el aparato de su bolsillo, sintiéndose más avergonzado que nunca por haber sido pillado en una mentira, y Jungbin se marchó sonriente en una dirección desconocida. El número que marcaba la pantalla del teléfono no se le hacía conocido, ni siquiera lo tenía agendado, y estuvo a punto de ignorarlo, al igual que todas las llamadas de Jungbin, pero de pronto sintió algo...
Una corazonada.
—¿Hola? —Respondió.
—Hola, ¿es este el número de Kim Seokjin? —La voz femenina que sonó al otro lado le hizo frenar el corazón por un momento.
—Sí, él habla.
De repente se encontró a sí mismo con el pulso acelerado y sudando frío. Los nervios habían aumentado de golpe de tan solo escucharla.
—¡Jinnie! —Exclamó ella con felicidad—. ¡Soy yo, Dayeon!
El chasquido de las esposas siendo ajustadas se escuchó en la habitación. El agarre se sentía ajustado en las muñecas como un recordatorio de su reclusión contra el respaldo de la cama, enterrándose en su carne sin llegar a hacerle daño.
Era doloroso.
Pegó un salto cuando algo duro le golpeó suavemente el vientre. La fusta le golpeó la piel dos, tres, cuatro veces, cada vez bajando más, acercándose más hacia la línea que delimitaba su ropa interior. Soltó un jadeo, sus ojos estaban fijos en aquella varilla negra que nuevamente comenzaba a arrastrarse por su abdomen hacia arriba con lentitud, llegando hacia sus costillas para comenzar a golpearle otra vez, primero con suavidad, pero cada vez intensificándose un poco más.
Gimió en voz baja, ya no pudiendo soportar el cosquilleo que comenzaba a concentrarse en su vientre bajo.
—Dije "silencio" —escuchó de pronto—. No quiero ni una sola palabra, ni un solo sonido, ¿entendiste?
Tragó saliva y asintió con la cabeza a modo de respuesta. Ya lo sabía, se lo había dicho justo antes de poner las esposas, pero lo había olvidado cuando sintió que el placer lentamente se apoderaba de su ser. Fue como si su mente se nublara, dejando que su cuerpo experimentara a rienda suelta aquellas emociones.
—Buen chico —ronroneó.
Su rostro ardió al escucharla decir eso, su piel reaccionando a aquella frase tan inesperada, pero que había logrado ponerlo al máximo en un instante. Jungbin levantó una de sus piernas y se sentó a horcajadas sobre el cuerpo de Namjoon, sujetando con delicadeza la fusta entre sus manos con su mirada intensa sobre su rostro, como si estuviese analizando cada una de sus expresiones faciales.
La fusta fue apoyada sobre sus labios, en una clara orden implícita.
"Abre la boca".
Y Namjoon lo hizo. Sus labios se entreabrieron, la aletilla de la fusta presionando sobre su piel rosa y húmeda. Jungbin se acercó a su rostro mientras se remojaba los labios y él cerró los ojos, creyendo que recibiría un beso que jamás llegó.
—No mereces un beso, Namjoon —susurró ella—, olvidaste mantenerte en silencio.
Sin embargo, fue bendecido con su lengua lamiéndole los labios con lascivia. Su cuerpo se estremeció, pero se vio obligado a aguantar el jadeo que quiso escapar por sus labios. No podía desobedecer una vez más, no debía hacerlo si es que quería recibir el premio.
—¿Sabes? —Preguntó Jungbin, bajando la fusta de sus labios y situándola sobre uno de sus pectorales—. El otro día estuve pensando en este momento.
Golpeó su pectoral, Namjoon pegó un salto y las esposas sonaron. Las muñecas le dolieron, lo que le sirvió para olvidarse momentáneamente del dolor que le había provocado la fusta. Recibió un segundo golpe. Los músculos de sus brazos se tensaron para evitar una nueva rozadura en sus muñecas.
Le picaba la lengua por preguntar acerca de lo que Jungbin acababa de mencionarle. Quería saber cuándo había pensado en eso y por qué. ¿Qué estaba haciendo cuando aquellos pensamientos inundaron su mente? Pero guardó silencio como el chico bueno que ella le acababa de decir.
La vio morderse el labio, recordando, y quiso poder leer sus pensamientos para saber absolutamente todo. ¿Cómo podía pedirle que le contara sin romper el silencio? Ella lo conocía mejor que nadie, sabía que en ese preciso momento moría de la curiosidad y simplemente decía eso para hacerlo sufrir.
—Esto te va a costar un par de golpes —le avisó, golpeando su estómago suavemente con la fusta a modo de advertencia.
Pero a Namjoon no le importaba, era algo que podía aguantar con tal de saber más. O eso creía. Era algo que averiguaría más adelante cuando fuera el momento.
—Estaba terminando mi trabajo de revisar exámenes —continuó con voz suave—. Ese día no estabas en casa, así que decidí ir a una cafetería. Estaba lleno de gente. Me puse mis audífonos para apartar el ruido y así concentrarme en mis deberes, pero fue imposible porque mi mente sólo pensaba en ti —de pronto sus caderas comenzaron a moverse lentamente, aunque ese movimiento significó mucho para el miembro hinchado de Namjoon—. Primero recordé todas las veces en las que me castigaste y mi cuerpo comenzó a arder —sus manos le recorrieron el pecho lentamente mientras el meneo de sus caderas persistía. Jungbin soltó un gemido, cerró los ojos y Namjoon admiró cómo sus labios se entreabrían—, pero luego me pregunté a mí misma qué se sentiría si las cosas fueran al revés.
La chica abrió los ojos y los fijó sobre los de Namjoon, que estaba conteniéndose para no comenzar a gemir. El roce entre sus sexos estaba volviéndolo loco, pero lo que realmente estaba haciéndole perder la cabeza era la expresión de placer en el rostro de su prometida. En algún momento había comenzado a tirar nuevamente de las esposas, aunque el dolor de sus muñecas solamente lograba potenciar de extraña manera el cosquilleo en su vientre.
Quería gemir junto a ella, besarla, entrelazar sus lenguas, tocarla entera y la angustia de no poder hacerlo volvía todo aún más interesante.
Y excitante.
—Y aquí te tengo, Namjoon —finalizó en medio de un jadeo.
No sabía cómo describir todo lo que su cuerpo estaba experimentando, ni tampoco podía explicarse a sí mismo que pese a todo, estuviera todavía excitado. Se encontraba a mil, con las sensaciones a flor de piel, con el dolor y el placer entremezclándose, traspasando las delgadas y difusas líneas que los delimitaban.
¿Jungbin se había sentido así cada vez? Aquello fue lo único coherente en lo que pudo pensar.
La chica sobre detuvo sus movimientos, pese a estar a punto de alcanzar su orgasmo. Su pecho subía y bajaba al ritmo de su pesada respiración. El sudor había bañado su cuerpo, dejándolo brillante bajo las luces tenues de la habitación, y Namjoon solamente deseó que ella ya se hubiese quitado el sensual pijama que llevaba para poder admirar su cuerpo de la manera en la que merecía, pero tuvo que conformarse con aquel sujetador y tanga a juego de color vino que contrastaba perfectamente con su piel pálida y resaltaba su cabello oscuro que ya se encontraba ligeramente despeinado.
La fusta que Jungbin todavía sujetaba voló lejos cuando ella la lanzó. Ya no era necesaria, ambos lo sabían. Fue reemplazada con su lengua, que delineó cada uno de los músculos del pecho y estómago de Namjoon, como si estuviera intentando memorizar la forma de cada uno. Él cerró los ojos, los gemidos querían escapar de su boca con urgencia de una manera en la que jamás le había pasado. Sus pezones fueron atendidos, provocándole un sobresalto, al igual que su cuello, siendo besado de aquella manera en la que sólo ella sabía hacer. Sólo Jungbin sabía qué cosas le gustaban. Su cuerpo tembló ante cada lamida, cada succión y cada beso, podría haberse corrido en aquel momento, pero eso arruinaría las cosas para más adelante.
El cuerpo de Jungbin ascendió por el suyo rápidamente, ya no siendo capaz de aguantar un segundo más, a uno de los costados de la cabeza de Namjoon fue apoyada una de sus rodillas y al otro lado, uno de sus pies. Se encontró con la tela de encaje color vino justo frente a su rostro, tela que fue corrida hacia el lado, revelando la entrepierna ya empapada y suplicante de atención de Jungbin.
—Chupa —le ordenó con la voz agitada.
Él obedeció inmediatamente, con gusto. Pasó la lengua por sus labios, disfrutando de cada milímetro recorrido, del sabor de sus fluidos y del gran gemido que ella soltaba. Se había vuelto un profesional en darle placer a su prometida de esa manera, tanto que era capaz de hacerla llegar en unos pocos minutos.
Y eso era lo que haría, pues era lo que Jungbin necesitaba.
Estimuló su clítoris con la nariz mientras que su lengua se encargaba de explorar la entrada a su cálido interior. Su cabeza se movía de manera certera de un lado hacia otro, cada movimiento había sido estudiado más de una decena de veces y Namjoon finalmente había encontrado la combinación para lograr el placer máximo de Jungbin, como si de una fórmula mágica se tratase.
Había algo que le encantaba y era hacerla disfrutar.
Se esmeraba en hacerlo.
Pronto sintió el cuerpo de su prometida temblar violentamente. Lo había logrado. La había llevado hasta la cima.
Estaba orgulloso de sí mismo.
Con su lengua recogió cada rastro del potente orgasmo de Jungbin, esperando pacientemente hasta que su cuerpo se recuperara y pudiera volver a sentarse sobre sus caderas. Las mejillas de la chica se habían puesto rojas, algunos cabellos se le habían pegado a la frente por el sudor y su respiración todavía no lograba estabilizarse, aún así recibió una sonrisa triunfal que fue correspondida por Namjoon.
La chica abrió las esposas con la llave había dejado sobre la mesita de noche, librando las adoloridas muñecas de su prometido. La piel había enrojecido con los fuertes tirones, por suerte no había sido suficiente para provocar heridas, pues Jungbin no hubiese dejado de sentirse culpable.
Ya con sus manos libres, fue capaz de acariciar el cuerpo de la chica. Sin poder soportarlo más, fue directo a quitarle el sujetador, pero fue detenido por las manos tibias de Jungbin.
—Hay un jacuzzi esperándonos —le dijo mientras se ponía de pie.
Se quedó en su lugar, recostado sobre el colchón, observando su delgada figura alejándose en dirección al baño. Quiso gruñir por la frustración, aunque cuando vio cómo Jungbin comenzaba a quitarse la tanga en el camino no tardó en ponerse de pie para seguir el rastro de encaje color vino como si del camino amarillo del Mago de Oz se tratase.
La vio entrar al jacuzzi burbujeante y mirarlo de vuelta de manera sugerente, invitándolo a finalizar lo que ya habían iniciado. Incitándolo a satisfacerse a sí mismo en aquella ocasión. Se apresuró a unirse, se quitó la ropa interior empapada, dejando al descubierto su miembro todavía despierto, y se sumergió en el agua caliente. Las muñecas irritadas le ardieron por el contacto, pero eso no lo detuvo para buscar el cuerpo de su amada y atraerlo hacia él.
—¿Crees que alguien haya escuchado? —Preguntó ella, abriendo los ojos de golpe.
Habían acordado terminar las vacaciones de fin de año en un lugar diferente a casa, por lo que la mañana anterior habían llegado a la isla Jeju casi de manera improvisada. En aquel momento se encontraban en la suite más grande del hotel, la única que había en ese piso, aunque podía ser que los vivaces gemidos de Jungbin hubiesen traspasado los pisos, colándose a las habitaciones de más abajo.
Aunque Namjoon no creía que realmente alguna de las habitaciones tuviera gente en ese preciso momento.
—¿Qué importa? —Se encogió de hombros él y luego metió su cabeza en el hueco del cuello de la chica para comenzar a besarlo—. Que escuchen lo bien que la pasamos.
Ella rio suavemente mientras echaba la cabeza hacia atrás para darle mejor acceso. Sus dedos delgados se entrelazaron detrás del cuello de su prometido y sus piernas se abrieron para sentarse a horcajadas sobre Namjoon.
Él soltó un gemido profundo cuando su miembro se encajó de manera natural en el interior de Jungbin. La tomó por las caderas para comenzar a marcar el ritmo que tanto necesitaba, pero un estruendo los interrumpió.
Algo parecido a una explosión.
Los ojos de Jungbin brillaron al darse cuenta de que se trataba del espectáculo de fuegos artificiales que marcaban el inicio del nuevo año.
—Feliz año nuevo, futura señora Jeon —gimió él al reanudar los movimientos.
Una sonrisa se dibujo en los labios de Jungbin y se acercó a besarlo.
—Feliz año nuevo, señor Kim.
Siii, todo muy lindo, PERO QUIEN CHOTA SON HARIN Y DAYEON????
Ahora sí, poniéndome seria, aquí tenemos ya el final de Señor Kim. Quiero agradecer a cada una de ustedes por haberse dado el tiempo de leer, de comentar y de votar. Esto significa mucho para mí, me encariñé mucho con esta historia y la verdad no creí que tuviese tan buen recibimiento (en general las historias de Nam, Hobi y Jin no son muy leídas). Así que, nuevamente, muchísimas gracias.
Ahora, como prometí hace tiempo, pasaremos a la premiación de los comentarios más graciosos (o los que a mí me causaron más gracia):
Comentario por JKhard 🥹 (te extraño gurl):
Comentario por @ilmerlysuarez99:
Comentario por yoongivino :
Comentario por @soy_big_eyes
Comentario por JKhard :
Comentario por @ilmerlysuarez99
Comentario por @Minduany
Y PARA MÍ EL MEJOR, EL DE ElizaHernandez662 :
Y este es el mood de todas esperando el trío entre Jungbin, Nam y Jin 👀
Muchas gracias por llegar hasta aquí, las amo 🥹
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