CAPÍTULO 44
44
Jungbin no tenía muchas cosas, pues la vez que más tuvo las había dejado atrás en casa de Namjoon, así que no demoró mucho en guardar todo en cajas y bolsos y tener todo listo para la mudanza. Había una parte de ella que estaba emocionada por aquella nueva etapa a la que entraría, pero otra parte estaba aterrorizada. Temía que las cosas no funcionaran o que, con el tiempo, Namjoon volviera a aburrirse de ella. Y aquello sería todavía más doloroso que la primera vez. Aunque tenía claro que siempre tenía un lugar en casa de Hyorin y Jimin, su amiga se lo había dejado claro cuando la vio metiendo todo en el auto que Namjoon había enviado para ella.
Todo había sido demasiado rápido. No había pasado más de una semana desde que Namjoon la había llevado a la gran travesía de elegir una casa y ya se encontraba llevando sus pocas cosas para instalarse. Durante esos escasos días Namjoon se había encargado de comprar todo lo que necesitarían, por lo que lo único que faltaba para que aquella casa se convierta en un hogar eran sólo ambos.
El corazón de la chica latía con fuerza durante el trayecto a la nueva casa, sintiéndose invadida de repente por los nervios y la ansiedad. Él estaba esperándola allí y eso era lo que la tenía de esa manera. Durante esa corta semana no lo había vuelto a ver demasiado, no más de un par de días que se juntaron a tomar café o cuando él fue a buscarla a la universidad para llevarla a su casa.
Así que no había estado completamente sola con Namjoon desde hacía meses, antes de que ella abandonara su casa.
El conductor de Namjoon la ayudó a bajar sus cosas y a acomodarlas a un costado de la puerta de entrada en el interior de la casa, así que Jungbin no debía hacer más que subirlas a la nueva habitación y acomodarlas. Tragó saliva al pensar en estar a solas con Namjoon en la oscuridad de la noche y recordó la última vez que habían estado juntos, en aquella habitación de hotel en Jeju. Su vientre se retorció al revivir las caricias sobre su cuerpo.
Sacudió la cabeza para despejarse. Esas cosas las pensaría después de acomodar todo.
—¡¿Namjoon?! —Preguntó en voz alta, caminando hacia el interior de la casa.
La calefacción la envolvió con gentileza, haciéndole olvidar que afuera estaba a punto de ponerse de nevar. Todavía no terminaba el año y el invierno era frío y crudo, aunque aquello había cambiado drásticamente para Jungbin.
—¡Aquí!
Fue hacia la cocina, encontrándose con un Namjoon que cortaba verduras para comenzar a preparar la cena. Jungbin se quedó apoyada contra el marco de la puerta, observándolo en silencio mientras parecía muy concentrado en cortar una zanahoria de manera pareja. Él todavía no había notado su presencia y eso era lo que hacía tan hermoso el momento.
Para su pesar, terminó por dar un paso al frente, logrando que él la viera por primera vez.
—¡Bienvenida! —la saludó con una sonrisa.
Jungbin se acercó en silencio y observó los vegetales ya cortados junto con el trozo de carne que Namjoon tenía encima. Ahogó un suspiro al recordar todas las veces en las que él le había cocinado antes, las veces en las que cenaban juntos, uno al lado del otro con sus rodillas rozándose. Todas aquellas veces Jungbin procuraba esconder sus sentimientos por él, aunque sabía que el mismo Namjoon era el único que no notaba lo enamorada que se encontraba.
Ya no tenía que ocultarlo más.
Llegó a su lado e instantáneamente sintió que el aire se puso pesado. A pesar de la distancia, podía sentir su calor corporal llamándola con insistencia. Habían sido muchos meses en los que estuvieron alejados y Jungbin sintió de golpe la falta que le hacía el cuerpo de Namjoon.
¿Se sentía él igual?
Namjoon dejó el cuchillo de lado junto con las verduras y se giró hacia la chica. Sentía un nudo en su estómago combinado con cientos de mariposas que revoloteaban desperadas, las palmas de sus manos picaban, desperadas por tocar la suave y tersa piel de Jungbin. Los ojos redondos y brillantes lo atraparon un instante, haciéndole sentir que se estaba perdiendo en su intensa profundidad.
Soltó un suspiro y se atrevió a dar un paso hacia ella, acariciándole la mejilla con delicadeza.
—Al fin estamos aquí —susurró.
Jungbin, que había cerrado los ojos al recibir aquella caricia que tanto deseaba, los abrió para mirarlo con intensidad, logrando que Namjoon tragara saliva al sentir un cosquilleo en la parte baja de su estómago.
¿Por qué se sentía tan nervioso?
Ya había estado muchas veces con Jungbin, la había tenido completamente desnuda, la había azotado con látigos y golpeado con sus propias manos, la había tocado de todas las maneras posibles y también la había visto tocarse. Incluso había estado dentro de ella. Era absurdo que el simple hecho de tenerla enfrente lo pusiera de esa manera, como si fuese la primera vez.
—Esto amerita una celebración.
El estómago de Namjoon cosquilleó ante el tono sugerente de aquella propuesta. No sabía con certeza qué tipo de celebración buscaba ella, aunque se le ocurrían más de un par en las que ambos terminarían sudando.
Soltó una risa tonta, alejando aquellos pensamientos de su cabeza. Quizás ella todavía no estaba preparada. Se giró en dirección a la nevera y sacó una botella de champán junto con un par de copas, pero lo único en lo que pudo pensar fue en Jungbin llevándose la botella a la boca cuando estaban en Jeju.
Su mente le estaba jugando una mala pasada.
La chica aceptó la copa con una pequeña sonrisa traviesa. Aquella botella era exactamente la misma marca que la que había bebido en Jeju, aunque no sabía si se trataba de una coincidencia... No, con Namjoon nada era una coincidencia, todo siempre estaba pensado y planificado.
Dio un trago, aquel que le hacía falta para envalentonarla. La calidez del alcohol bajó por su garganta y llegó a su estómago, logrando que su cuerpo se calentara en menos de un segundo. Su entrepierna cosquilleó, recordándole que ya se encontraba así desde antes y que el alcohol simplemente había intensificado la sensación.
—¿Has traído ya todas tus cosas? —Le preguntó, intentando quitar la concentración de la reacción de su cuerpo.
—Deberían terminar de llegar hoy —Namjoon le dio un trago a su copa—. Traje todo, pero juntos podemos ver qué es lo que hay que desechar.
Jungbin levantó las cejas.
—¿Por qué habríamos de desechar algo?
Por más que intentó encontrar la respuesta en su mente, no supo de qué podría tratarse. Sabía que Namjoon había guardado toda la ropa que ella había dejado atrás, que las cosas de su antigua habitación estaban allí intactas, pues cuando tuvo a la otra chica no dejó que esta siquiera ingresara o tocara algo de lo que había dentro. De lo contrario, Jungbin hubiese desechado todo sin ningún miramiento, lo que le hubiese resultado un poco doloroso, pues hubiese sido un gran desperdicio.
Pero él se lo había asegurado y ella le creía.
Namjoon se encogió de hombros.
—Me refiero a las cosas del cuarto de castigos, yo... creí que probablemente no las querrías.
—No —respondió ella con seguridad—, déjalas. Las quiero.
Las mejillas del hombre terminaron por enrojecerse ante tal inesperada respuesta. No supo qué decir, Jungbin lo había dejado sin palabras, impresionado. Sintió el fuego esparciéndose por su cuerpo, llegando a cada fibra y concentrándose en su entrepierna. Su miembro ya comenzaba a ponerse duro y ni siquiera se habían besado todavía.
Su cuerpo la necesitaba y él también.
Dejó la copa sobre la isla, decidido ya a ponerle fin a su agonía, así que posó una de sus manos sobre la mejilla de Jungbin y comenzó a acercarse lentamente hacia ella. Sentía que le ardía el rostro producto del calor que ambos desprendían no sólo gracias al alcohol, sino a las ansias de que algo más sucediera.
El espacio entre ambos fue finalmente acortado por Jungbin, que terminó por ponerse de puntas para besarlo. El contacto entre ambas pieles se sintió como un trueno estrepitoso en el interior de Namjoon que le hizo temblar hasta el rincón más recóndito de su cuerpo. No se pudo aguantar, la agarró por los brazos para acercarla todavía más, dejando sus pechos pegados, y soltó un pequeño gemido al sentirla impactar con su ya despierta entrepierna.
¿Qué debía hacer? Quería subirla a la isla y colarse entremedio de sus piernas, pero también quería llevarla escaleras arriba y estrenar la cama nueva.
Se separó un instante con la intención de preguntar qué era lo que le apetecía, pero apenas vio esos ojos brillantes y los labios hinchados, tuvo que volver a besarla con urgencia. Sus manos comenzaron a recorrerla, primero por la cintura, luego buscando el borde de su suéter para tocarla directamente sobre la piel caliente que se escondía debajo de su ropa. Tocarla se sentía como la gloria, tanto que no podía evitar jadear al sentir que pronto acabaría en sus pantalones.
Jungbin posó su mano sobre su pecho para alejarlo, dejándolo descolocado, sin entender qué era lo que ocurría. Abrió la boca para preguntar, pero no dijo nada, pues el cuerpo de la chica comenzó a descender lentamente al ponerse de rodillas. Los ojos redondos lo observaban oscurecidos y brillantes mientras las manos diestras se encargaban de quitarle el cinturón. El cuerpo de Namjoon tembló ansioso, sin poder creer lo que estaba a punto de suceder, y se aguantó las ganas de cerrar los ojos cuando Jungbin lo acarició suavemente por encima de la ropa, de manera casi imperceptible.
Tuvo que hacer un esfuerzo para no correrse cuando su miembro fue liberado y sintió el aliento caliente de Jungbin chocar con su parte sensible.
—Te extrañé, Namjoon, mucho.
Un profundo gemido salió de su boca al sentirse envuelto en la húmeda calidez de la cavidad bucal que lo recibió con suavidad. La lengua aterciopelada acarició con devoción las venas sobresalientes y las mejillas femeninas se hundieron al succionar con fuerza el miembro a la par que su cabeza se movía a adelante hacia atrás en un ritmo tortuoso que lo llevaba al límite.
—Oh, Jungbin —jadeó—. Te extrañé tanto...
Sus dedos se enredaron en el cabello largo, manteniéndolo recogido para que no le estorbara la vista de los hermosos labios resbalándose por la longitud de su miembro. Volvió a gemir, sintiendo que el cosquilleo de su vientre bajo comenzaba a intensificarse, y no tardó en dejarse ir luego de anunciar que acabaría.
La boca de Jungbin lo soltó con delicadeza, llevándose consigo todo rastro de fluido lamiéndose los labios. Se puso de pie lentamente sin romper el contacto visual y se quitó el suéter por sí misma, quedando únicamente en un sujetador de encaje rojo.
—Nadie te conoce como yo, Namjoon —dijo con la voz ronca.
La vista de Namjoon se fijó sobre sus ojos luego de haber explorado su pecho descubierto y asintió con la cabeza.
—Nadie me conoce como tú —afirmó.
La chica tomó la mano de Namjoon y la llevó directo a su rostro, posicionando el pulgar masculino justo sobre sus labios para succionarlo de la misma manera que había hecho con su miembro momentos atrás. Él sintió su cuerpo arder una vez más. Se acercó, con la intención de continuar, pero nuevamente fue frenado por su mano.
—Nadie es como yo.
Él negó con la cabeza.
—Nadie es como tú, Jungbin.
Recibió una sonrisa como respuesta y lo tomó de la mano para guiarlo hacia el segundo piso. La cama nueva lucía un hermoso edredón blanco había sido puesto esa misma mañana y a Jungbin le apenó, pues no se salvaría de mancharse de lo que harían. Dio un suave empujón a Namjoon para que se sentara sobre el borde de la cama y terminó de despojarse de su ropa antes de sentarse sobre su regazo, con las piernas a cada lado de su cuerpo.
Volvió a besarlo con insistencia, permitiendo que esta vez sus manos la recorrieran por donde quisieran, por la cintura, las caderas e incluso entre sus piernas. Namjoon estaba aprovechando la oportunidad que antes no había tenido. Sus dedos buscaron aquel punto de nervios que sabría que haría estallar a Jungbin y lo acarició de la manera en la que ella le gustaba.
No lo había olvidado, lo había guardado en su mente como un tesoro.
La tocó con suavidad, haciendo círculos y presionando de vez en cuando, provocándole pequeños espasmos, pero no la penetró con los dedos. No todavía, se repetía a sí mismo para intentar contenerse.
Pegó un salto cuando sintió la mano curiosa de la chica comenzar a masturbarlo una vez más, terminando de despertar su miembro por segunda vez, y supo que ella se encontraba casi tan desesperada como él, pues apenas tuvo la oportunidad lo guio hasta su entrada ya húmeda.
Pero no lo introdujo, simplemente lo dejó allí, volviéndolo loco.
—Quiero que me folles —le dijo.
Él sonrió en medio de un jadeo, marcando sus hoyuelos. La tomó por las caderas para recostarla sobre el colchón y ponerse entre sus piernas. No tenía que rogarle, él apenas estaba pudiendo controlarse, así que no demoró en empujar con las caderas para encajarse de manera perfecta en su interior.
El gemido que escuchó fue como el canto celestial de los ángeles. Él también gimió mientras buscaba nuevamente sus labios, lamiéndolos, succionándolos y besándolos. Sus caderas volvieron a moverse, saliendo y volviendo a empujar en su interior tembloroso, resbalando con facilidad debido a sus fluidos. Si por él hubiese sido, se hubiese corrido una vez más apenas la penetró, pero estaba dispuesto a mantener vivos aquellos gemidos, había esperado demasiado para volver a escucharlos.
—Te follaré de todas las maneras que quieras, las veces que quieras, por toda la vida —respondió con la voz ronca.
Apuró el ritmo, logrando que el choque de sus pieles comenzara a escucharse junto con el insistente sonido del respaldo de la cama chocando con la pared. Escondió su rostro en el cuello de la chica, respirando su aroma mezclado con el sudor de ambos cuerpos. Por un instante sintió perder la cordura, estaba volviéndose loco por ella, por la manera en la que la hacía sentir y la manera en la que lo hacía sentir a él.
—¿Y sabes una última cosa? —Le preguntó ella entre gemidos—. Nadie te ha amado, te ama ni te amará como yo lo hago.
Namjoon pegó su frente con la de Jungbin, los jadeos de ambos mezclándose antes de que la volviera a besar. Una de sus manos buscó la de la chica y la entrelazó a un lado de los cuerpos de ambos. No podía describir con palabras lo que estaba sintiendo, aunque estaba seguro de que, si debía reducirlo a una sola, debía ser: amor.
Estaba enamorado de Jungbin.
Gimió una vez más, sabiendo que el orgasmo una vez más había llegado para buscarlo, pero se propuso aguantar un poco más, sólo para decir lo que estaba pensando:
—Cásate conmigo, Jungbin.
Los ojos de la chica se abrieron con sorpresa e intentaron encontrar en su rostro algún atisbo de broma o algo que le indicara que lo que acababa de escuchar no era cierto.
Pero lo era.
—Di que me amas —le pidió.
—Te amo —gimió—. Te amo, Jungbin, desde el momento en que te vi. Te amo.
El cuerpo de Jungbin tembló junto con su interior, sus piernas se enredaron en las caderas de Namjoon mientras su espalda se curvaba hacia arriba, dejándose llevar por el orgasmo que había estado deseando hace meses.
Él soltó un quejido, sabiendo que corría con el mismo destino. Terminó de embestirla, todavía sintiendo que el interior de la chica lo apretaba con cada espasmo, y se dejó liberar en su interior.
Por un instante juró ver las estrellas.
—Te amo, Namjoon —susurró ella después de un par de minutos en los que se recompusieron.
Namjoon volvió a besarla.
—Te amo —respondió.
—Cásate conmigo.
Holaa, estoy aquí después de varios días trayéndoles el capítulo final (siento si tiene faltas, no está revisado). Pero no se desmotiven, todavía falta el epílogo 👀
Además les vine a dejar algunos memes que le han hecho alguna vez a esta historia, espero los disfruten:
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