CAPÍTULO 42
42
Jungbin apoyó su espalda en la fría pared de un edificio luego de haber caminado lo suficiente como para asegurarse de que Namjoon ya no la veía. Las lágrimas no dejaron de caer por sus mejillas desde que había comenzado a caminar, aunque no sabía con certeza por qué lloraba.
¿Acaso era por volver a verlo después de tantos meses? ¿Quizás por aquella declaración tan inesperada?
¿Por qué no se sentía capaz de olvidar todo lo que había pasado entre ellos y volver a intentarlo?
Namjoon había sido su primer amor, el primer hombre que le había brindado atención y el primero del que se había enamorado, pero también la había dañado demasiado. ¿Todo eso había sido necesario para obtener las palabras que más esperaba escuchar de su parte? ¿Por qué se había tomado tanto tiempo en notar que también la amaba? ¿Jungbin seguía amándolo?
Las preguntas no dejaban de invadir su mente, atormentándola y provocando que su llanto se agudizara, y lo peor era que no podía responder ninguna de ellas. La desesperación lentamente estaba comiéndosela viva, arrastrándola hacia la oscuridad. Su corazón seguía latiendo como loco, incluso cuando ya habían pasado una buena cantidad de minutos desde que había dejado atrás a Namjoon. Sin embargo, cada vez que volvía a pensar en él lograba alterarse de nuevo.
La gente que hacía las compras navideñas pasaba a su lado y la observaba extraño. Seguramente debía de tener los ojos rojos e hinchados por el llanto, pero no le importaba. Tampoco se sentía capaz de seguir con su camino, simplemente estaba allí, llorando.
Se sobresaltó al sentir su teléfono sonar, aunque no se sorprendió de encontrarse con el nombre de Seokjin en la pantalla. Estuvo a punto de dejar que la llamara terminara por si sola, pero terminó por contestarle.
—¿Dónde estás, Jungbin? ¿Estás bien? —Fue lo primero que escuchó.
Sonrió débilmente al encontrarse con su amigo tan preocupado.
—No te preocupes, estoy bien. Sólo sentí que debía volver a casa, es todo.
—¿Estás llorando?
Jungbin se quedó en silencio, sin responder su pregunta.
—¿Namjoon te hizo algo?
—No —dijo de inmediato.
Y luego cerró los ojos con fuerza al sentir que había sido demasiado obvia ocultando lo que acababa de suceder.
No sabía si debía contarle a Seokjin lo que acababa de ocurrir. Después de todo, él y Namjoon eran hermanos y Jungbin no quería ser la causante de un nuevo conflicto entre los hermanos, pues estaba segura de que su amigo se molestaría por la actitud tan contradictoria que tenía su hermano.
—Voy a hacer como que te creo —respondió él finalmente y Jungbin lo agradeció.
—Gracias —murmuró ella—. Disfruta de tu fiesta, ¿sí? Te veré el lunes.
—Que llegues bien a casa.
La llamada finalizó y Jungbin se encontró a sí misma muchísimo más tranquila que momentos antes de comenzarla, lo que le daba la oportunidad de reanudar su camino a casa mientras meditaba todo lo que había sucedido.
¿Todavía amaba a Namjoon? Por supuesto que sí, aquel no era un sentimiento que fuese a esfumarse en cuestión de meses. Estaba segura de que siempre le amaría, sin importarle el tiempo que pasara o si jamás lo volvía a ver. Pero lo había vuelto a ver y su corazón se había vuelto loco, sin poder concebir la idea de que él la ignorara o hiciera como si nada hubiese pasado entre ambos. Jungbin no sería capaz de soportarlo. Y por eso la solución más rápida había sido escapar, aunque no contara con que Namjoon la seguiría.
¿Qué debía de hacer ahora que sabía que él también la amaba?
Jungbin se preguntó una y otra vez si es que una confesión de amor podía tener el peso suficiente como para que ella olvidara todo lo malo que había sucedido. No sabía si debía poner encima su orgullo, a pesar de no haber sido jamás una chica orgullosa, o si ya era hora de dejar todo atrás para comenzar de nuevo. Las cosas se estaban volviendo complicadas dentro de su mente, estaba confundida y probablemente la mejor manera en la que podría aclarar sus pensamientos sería llegando a casa y hablando con Hyorin.
—¡¿Qué?! —Exclamó su amiga después de que Jungbin le contara todo lo que había sucedido.
Había pasado una semana desde el incidente. Ambas estaban sentadas en el sofá de la sala viendo la televisión y las luces navideñas que ambas habían puesto con tanto esmero iluminaron el rostro de sorpresa de la chica, haciéndola lucir más roja de lo que ya estaba.
—Jungbin... —susurró—, ¡¿qué vas a hacer?!
La recién nombrada de encogió de hombros y volvió a fijar sus ojos en la televisión para observar cómo el señor Darcy empuñaba su mano con fuerza luego de haber tocado directamente la piel de Lizzy para ayudarle a subir al carruaje.
Esa era su escena favorita de la película.
—No lo sé, estoy muy confundida —murmuró—. Creí que empezaba a superar todo, o al menos que las cosas comenzaban a ir mejor, pero de pronto... Está tan cambiado, Hyorin, parece un hombre diferente.
Su amiga se acomodó a su lado, apoyando la cabeza sobre el hombro de Jungbin, y soltó un suspiro al ver nuevamente al señor Darcy aparecer en la escena.
—Creo que esa es una decisión que debes tomar tú, yo te apoyaré en todo lo que necesites —hizo un gesto dramático cuando Jungbin se giró a mirarla sorprendida—. ¡¿Qué?! Sí, lo detesto por lo que te hizo, pero si decides amarlo, pues podría cambiar de opinión... Pero si vuelve a romperte el corazón, le cortaré el pene.
Rieron juntas y el tema quedó olvidado para ser reemplazado por comentarios acerca de la película. Sin embargo, cuando la muchacha se encontraba dentro de las sábanas de su cama volvió a pensar en Namjoon. La película había sido una excusa para dejar de pensar tanto en él y concentrarse en otras cosas, pero en la soledad de su habitación su mente volvía a castigarla.
Las palabras del hombre se repetían incansablemente, causando ecos dentro de su cabeza y en cada uno de ellos se escondía un recuerdo junto a él. Y luego la noche de su ruptura se repetía la misma cantidad de veces que su confesión, nuevamente haciéndole doler el corazón, pero algo había cambiado en ella desde aquella vez. Jungbin ya no se sentía como esa chica perdida que desesperadamente buscaba afecto y que gozaba de encontrarlo en Namjoon. Había cambiado, había madurado durante el tiempo en el que intentaba sanar su corazón y había aprendido un par de cosas también.
Lo primero era que debía cuidar de sí misma, incluso si eso significaba ponerse como prioridad por sobre Namjoon. Era cierto, lo amaba con locura, con la misma intensidad que en un principio, pero él la había lastimado, la había destruido y ella se tuvo que encargar de volver a reparar cada parte de su ser para volver a ser ella misma. Lo amaba, pero no estaba dispuesta a volver a atravesar algo como eso, por ese motivo debía establecer sus propios límites.
Se sentó sobre el colchón y tomó su celular para mandar un mensaje:
Te veo en el puente Banpo
en media hora.
Se cambió el pijama por ropa abrigada y salió de casa. El puente Banpo quedaba a una distancia media de su casa, por lo que debía tomar un taxi para estar a la hora a la que ella misma había acordado. Era tarde, pero era viernes por la noche y la ciudad todavía estaba viva, para algunos la noche todavía era joven, así que no le costó conseguir transporte y llegar en veinte minutos al puente Banpo.
No se fijó de que el remitente hubiese leído su mensaje, simplemente había partido, y aquello comenzó a ponerle nerviosa mientras viajaba. Sin embargo, se negó a sacar su celular de su bolsillo para revisar y estableció que aquella era la única oportunidad, que no se repetiría. Aunque cuando se bajó del taxi, toda la valentía que la había empujado a estar ahí se desvaneció al ver la silueta masculina apoyada contra la baranda del puente.
Namjoon ya estaba allí, esperándola en el frío de la noche. Jamás lo había visto vestido de manera tan casual, con jeans, una chaqueta negra muy gruesa y un gorro de lana que le cubría la cabeza rapada. Al parecer había dejado la coraza de Kim Namjoon en casa. Las piernas de Jungbin temblaron cuando avanzó hacia él, sin poder creer que él hubiese atendido a su mensaje tan rápido.
Cuando llegó a su lado ya había olvidado todo lo que quería decir, así que se quedó admirándolo un momento. Realmente parecía un hombre completamente diferente al que había conocido, pues hasta había cambiado la manera en la que se paraba. Namjoon observó el rostro de Jungbin como si fuera la obra de arte más hermosa del mundo, a pesar de que sólo había pasado una semana cada día sintió que moría lentamente por no poder estar junto a ella.
Habían pasado tantos meses...
—Jungbin —dijo finalmente.
—Viniste —respondió ella.
Namjoon tragó saliva al encontrarse con aquel tono de voz tan seco, tan diferente al que había conocido.
¿Qué era lo que estaba esperando? Por supuesto que Jungbin había cambiado, en tan solo un tiempo ya parecía una mujer.
—Sí, yo... vine apenas vi el mensaje. Desbloqueaste mi contacto.
—Sí.
—Intenté mandarte cientos de mensajes —susurró—. Lo siento mucho, Jungbin, siento todo lo que te hice.
Ella se giró para mirar el espectáculo de luces que periódicamente se hacía en el puente Banpo, quitándole rápidamente la atención a Namjoon, quien sólo pudo admirar su perfil iluminado por las luces violetas. Se veía tan hermosa, incluso más de lo que recordaba, y no podía creer todavía que se encontrara a su lado en ese preciso momento, pues cuando la vio alejarse en la calle creyó que jamás la volvería a ver.
—¿Es cierto lo que me dijiste el otro día?
Namjoon recordó sus propias palabras cuando estaba de rodillas en plena acera. Por supuesto que eran palabras reales y sinceras, podía incluso repetirlas hasta el cansancio, pero también entendía las dudas de Jungbin.
No podía culparla por algo que él mismo había provocado.
—Sí.
—¿Y qué ocurrió con tu chica nueva? —Le preguntó, dándole una mirada de reojo—. ¿La desechaste cuando se enamoró de ti?
El difuso rostro de Sujin llegó a la cabeza de Namjoon y se dio cuenta de que apenas la recordaba. Había buscado un nuevo contrato con una sumisa con la intención de reemplazar el vacío que Jungbin había dejado en él y jamás se atrevió siquiera a tocarla. Había estado mal, se arrepintió al momento en que la chica llegó a vivir a su casa y la culpa se extendió como un cáncer por su cuerpo cuando Jungbin los había visto en el centro comercial.
Eso no había estado bien, lo sabía. De hecho, fue lo peor que pudo haber hecho.
—Le pedí que se fuera hace mucho tiempo —respondió en voz baja—. Eso fue un error, Jungbin, jamás hicimos nada.
Ella se giró hacia él, a pesar de la armadura invisible que se había puesto podía ver el dolor en su mirada. La conocía como para darse cuenta de eso. El corazón de Namjoon dolió al verla así, sabiendo que era todo culpa suya.
—Eso no me importa —soltó con brusquedad—. De todas maneras, me reemplazaste al poco tiempo de echarme.
Namjoon ahogó un suspiro tembloroso. Ella tenía razón.
—Lo siento mucho. ¿Qué debo hacer para que me perdones?
Jungbin volvió a concentrarse en las luces de distintos colores que danzaban frente a ellos, pero que él no había podido apreciar en absoluto. De pronto volvió a girarse para verlo a la cara y dijo:
—Me amas, ¿no? Pruébalo.
Namjoon no lo dudó y se arrodilló frente a ella. Desde su posición inferior tomó una de las manos de Jungbin y la acunó con cuidado entre las suyas. La piel le cosquilleó al sentir aquel contacto que llevaba meses anhelando y se sintió como un hombre encontrando un oasis en medio del desierto. Jungbin era como un trago de agua después de días de deshidratación.
—Sí, te amo y si me lo permites lo probaré. Te demostraré que no soy el mismo imbécil que te hizo daño, que he cambiado, que estoy yendo a terapia y que me estoy esforzando en mejorar, todo para poder ser el hombre que necesitas. Estoy dispuesto a luchar por tu amor, aunque eso implique cruzar el cielo, el mar y la tierra para conseguirlo. Lo que siento por ti es real, Jungbin, déjame demostrártelo.
Las mejillas de la chica enrojecieron al escucharlo, su corazón se aceleró más de lo que había esperado. Tenerlo arrodillado ante ella, por segunda vez en una semana, significaba más de lo que se podía explicar y Jungbin lo sabía. No quería flaquear, no lo tenía planeado, pero no pudo evitar querer estirar su mano hacia él y acariciarle la mejilla, así que eso fue lo que hizo. Namjoon soltó un jadeo al recibir aquella caricia tan suave y la miró desde abajo con devoción.
Se sentía como si todos sus pecados hubiesen sido perdonados, había encontrado la redención en Jungbin, que era la diosa a quien rezaba cada noche.
—Párate —le ordenó ella.
Y él obedeció al instante, tomando sus órdenes como una palabra sagrada. Los papeles se habían invertido entre ellos, lo que le resultó extraño y a la vez placentero. Quería complacerla, obedecerle en todo lo que ella dijese, y así demostrarle que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por ella.
Se sorprendió cuando la chica lo tomó por las mejillas y lo acercó para besarlo. El tacto de sus labios se sintió como una corriente eléctrica que le recorrió la columna vertebral y no pudo evitar soltar un gemido. La abrazó para atraerla hacia su cuerpo y sintió que su interior ardía como una hoguera. La extrañaba tanto en todos los sentidos, extrañaba verla, tocarla y sentirla, así que se dejó embriagar por las sensaciones que lo abordaban, sin importarle si alguien los veía de esa manera en medio de la calle. Necesitaba más de ella, quería acorralarla contra uno de los pilares del puente y terminar de devorarla, pero debía controlarse.
—Namjoon —gimió ella cuando sus ansiosas lenguas se encontraron.
—Ven conmigo a casa, Jungbin —le pidió en medio de un jadeo.
Ella se echó hacia atrás y lo observó con ojos brillantes. Sus mejillas se habían puesto rojas por la combinación del frío de la noche y el calor que ellos mismos habían generado y sus labios se encontraban hinchados, luciendo todavía más apetecibles.
—No —negó con la cabeza—, debo irme.
Namjoon vio cómo se arreglaba la ropa y el cabello antes de comenzar a caminar, alejándose de él.
—Déjame llevarte a casa —le pidió, poniéndose a caminar para alcanzarla.
—No —ella se detuvo y lo miró directamente a los ojos—, puedo irme sola. Te escribiré, ¿sí? Adiós.
Namjoon asintió con la cabeza lentamente y dejó que se marchara. No sabía cómo debía sentirse, ni tampoco cómo interpretar todo lo que había sucedido.
Omg qué intenso 🫦(disculpen si había algo mal escrito, acabo de terminar el capítulo y ni siquiera lo revisé jeje)
Qué opinamos de esto? Nam merece el perdón o ne? Yo creo que igual ha sufrido harto
Recuerda dejar tu voto, significa mucho para mí! 🩷
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