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CAPÍTULO 41

41

Jungbin se acomodó el cabello detrás de la oreja y sostuvo con fuerza el regalo que cargaba. Después de meses volvía a encontrarse allí y, aunque se tratara de una simple fiesta de cumpleaños, no podía evitar que un montón de recuerdos dolorosos viajaran a su mente.

La puerta se abrió inmediatamente, mostrando a un Seokjin sonriente, que la recibió con un cálido abrazo.

—Feliz cumpleaños —murmuró ella cuando los cálidos brazos la rodearon.

Finalmente, se encontró completamente dentro de aquella vivienda. Todo estaba tal cual como recordaba, el apartamento pequeño de Seokjin se veía exactamente igual que cuando se había marchado meses atrás. Aquel apartamento que tantas veces la había visto llorar y que silenciosamente acogió todo su dolor durante esas pocas semanas en las que Seokjin la había hecho sentir como si fuera su propia casa.

Jungbin tragó saliva mientras miraba a su alrededor. Había un par de personas conocidas para ella, pues se trataban de compañeros de trabajo de Seokjin, pero no encontró a quién buscaba realmente. No podía negarlo, estaba nerviosa.

—¿Y Taehyung? —Preguntó ella cuando Seokjin miraba con curiosidad la caja que escondía el libro que ella tanto se había esmerado en encontrar.

—Está en la terraza.

Caminó hacia allá, dejando que el cumpleañero pudiese disfrutar de su fiesta sin tener que estar pendiente de ella durante toda la noche, y el aire frío de principios de diciembre le golpeó el rostro cuando se encontró afuera, justo al lado del menor de los Kim.

—No pensé que vendrías —dijo él a modo de saludo mientras le daba un pequeño abrazo.

—Yo tampoco —respondió en un susurro—, pero... Seokjin es mi amigo, no podría perderme su cumpleaños.

Jungbin se apoyó contra la baranda de la terraza y cerró los ojos. Todavía le daba un poco de vértigo estar allí afuera, pues se encontraban en el piso quince, pero la presencia de Taehyung la hizo sentir protegida. Definitivamente no la dejaría caer.

—No te preocupes, no creo que venga.

Aquella era la razón de su nerviosismo. Después de todo, Seokjin, Taehyung y Namjoon seguían siendo hermanos, aunque llevasen una relación complicada, y estaba segura de que no quería volver a encontrarse con el último. No después de haberlo visto en el centro comercial acompañado de otra chica y de haberse dado cuenta de lo poco que Jungbin había significado en la vida de Namjoon.

La había reemplazado tan fácilmente. La había desechado tan fácilmente.

Y a ella le había costado un montón volver a recomponerse. Incluso, hasta ese día todavía pensaba en él, aunque no con la misma frecuencia que anteriormente, a veces su recuerdo llegaba una vez a la semana. Se había obligado a sí misma a odiarle por tratarla como un objeto desechable.

Sin embargo, Seokjin le había asegurado que Namjoon no asistiría a su cumpleaños, pues habían pasado meses desde la última vez que le había visto y junto con su hermano menor no habían vuelto a tener noticias de él. Pero para Jungbin siempre estaba la posibilidad de que se apareciera por allí, Namjoon era un hombre difícil de comprender, llegando a realizar acciones sin una explicación lógica para el resto.

Como aquel arreglo floral que le había enviado para su cumpleaños, siendo que tenía otra mujer en casa para poder satisfacerse. Arreglo que Hyorin había tirado a la basura al día siguiente cuando se dio cuenta de que Jungbin era incapaz de controlar sus emociones.

—Eso espero —respondió la chica luego de soltar un suspiro.

El timbre del apartamento volvió a sonar y Jungbin inmediatamente sintió un puñal enterrarse sobre su corazón a modo de advertencia. Se giró lentamente hacia el interior de la vivienda, con Taehyung imitándole, y apretó ambos puños cuando vio a Seokjin girar el pomo de la puerta de entrada.

Quizás estaba sobre reaccionando, el timbre no necesariamente debía anunciar la llegada de Namjoon. Además, como ambos hermanos habían mencionado, era muy poco probable que él se apareciera por allí.

Y a la chica le pareció ver todo en cámara lenta. Seokjin terminó de abrir la puerta y la sonrisa con hoyuelos que tanto le había quitado el sueño apareció, luciendo como un hombre completamente diferente al tener el cabello rapado. Namjoon saludó a su hermano mayor con un abrazo que pareció dejarlo impresionado. Los ojos de dragón se pasearon por los rostros de los asistentes a la fiesta, uno por uno, y luego se encontraron con los ojos de Jungbin, que lo observaban con miedo desde el otro lado del ventanal. La sonrisa de Namjoon flaqueó y Jungbin no se sintió capaz de seguir mirándolo, pues se dio media vuelta y fijó su vista en el cielo oscuro.

—Mierda —musitó.

Era una persona con muy mala suerte, aunque debió saberlo. Debió saber que él llegaría.

—Lo siento mucho, Jungbin —le dijo Taehyung, poniendo su mano sobre el hombro de la chica a modo de confort—. Realmente no creí que viniera.

—Creo que será mejor que me vaya —enderezó su cuerpo, aunque no fue capaz de girarse nuevamente hacia el interior del apartamento.

Le apenaba marcharse apenas había llegado, pero no creyó poder soportar el hecho de estar bajo el mismo techo que Namjoon. Su corazón todavía estaba demasiado dolorido como para tener que obligarse a fingir que todo estaba bien.  Pero creyó que Seokjin lo entendería y ella se encargaría de compensárselo.

Podría comprarle otro libro o incluso invitarlo a almorzar durante la semana. Pero realmente sentía la necesidad de irse.

Finalmente, miró por encima de su hombro hacia el interior del apartamento. Seokjin todavía no podía cambiar la expresión de desconcierto, pero de todas maneras acompañaba a Namjoon mientras le presentaba a sus compañeros de trabajo. Aquello no era extraño, Kim Namjoon era un hombre importante que dirigía un conglomerado y todos querían conocerlo, todos estaban interesados en él. Ese momento de distracción en los invitados era el momento perfecto que Jungbin necesitaba para escapar sin pasar advertida.

—Jungbin —la llamó Taehyung cuando ella ya comenzaba a caminar en dirección al ventanal—, puedes huir de tus problemas ahora, pero no puedes hacerlo para siempre.

La chica se quedó en su lugar, con las manos empuñadas y los nudillos poniéndosele blancos.

Por supuesto que lo sabía, anteriormente también había huido de sus problemas y había sido gracias al apoyo de Kim Namjoon que pudo afrontarlos, aunque él ni siquiera se hubiese enterado de la influencia que ejercía sobre la chica.

¿Cómo podía hacer Jungbin entonces si la persona que la incentivado a afrontar las cosas ya no estaba allí? Y para peor, era de la misma persona de quien estaba huyendo en esa ocasión.

No respondió nada y entró nuevamente al apartamento para finalmente encaminarse con cautela hacia la puerta de salida. Nadie pareció notar el insignificante movimiento que realizó su cuerpo. Nadie, salvo la persona de la que realmente escapaba.

Sin embargo, la muchacha ignoró todo intento de contacto visual que él quisiera establecer y se apresuró a salir hacia la calle. Nuevamente el aire frío le golpeó el rostro, pero en esa ocasión se sentía diferente. El olor a chocolate caliente de la tienda que había a un lado del edificio donde vivía Seokjin tenía el mismo olor a la libertad que tanto anhelaba.

Soltó un suspiro al encontrarse sola, aparentemente a salvo de todos los peligros que su mente le había advertido, y caminó con tranquilidad hacia la parada del autobús con la intención de volver a casa. Todavía se sentía mal por haberse marchado sin decirle nada a Seokjin, por lo que sacó su celular para mandarle un mensaje con una pequeña disculpa y prometiéndole un almuerzo juntos durante la semana que venía. Aunque, por otra parte, estaba aliviada de haber dejado de estar tan cerca de Namjoon.

¿Qué hubiese hecho si él se acercaba a hablarle? O peor, ¿qué habría hecho si es que él no le prestaba la mínima atención, como si jamás hubiese ocurrido algo entre ellos? El sólo hecho de pensar cualquiera de las dos situaciones la volvía loca.

—¡Jungbin! —Escuchó a su espalda.

Y Jungbin sintió ganas de llorar.

Namjoon respiraba agitadamente al haber corrido para alcanzarla. Le había costado demasiado que los invitados de Seokjin le dejaran en paz, así que había tenido que correr para poder encontrar a Jungbin.

La chica se quedó inmóvil en su lugar, ni siquiera siendo capaz de girarse para mirarlo a la cara.

¿Por qué Namjoon no podía dejar las cosas como estaban?

—Jungbin —repitió él, terminando de acercarse hasta encontrarse a una distancia prudente en la que pudieran conversar sin la necesidad de alzar la voz—, ¿podemos hablar?

Un suspiro tembloroso salió de la boca de Jungbin, quien terminó por girarse lentamente hacia el hombre que pacientemente la esperaba.

—Creo que no tenemos nada que hablar —negó con la cabeza.

—Por favor.

Y la manera en la que lo dijo sonó como una súplica que retorció el estómago de la chica.

Namjoon esperó una respuesta negativa que jamás llegó, tampoco obtuvo una afirmativa y Jungbin ni siquiera se movió de su lugar, por lo que tomó aquello como una oportunidad para continuar.

—Lo siento mucho, Jungbin. Fui un estúpido, tuve miedo... Las cosas no debieron haber ocurrido de ese modo.

—¿Qué es lo que quieres realmente, Namjoon? —Le preguntó ella, con la voz sonándole un poco más aguda de lo normal—. No creo que necesites mi perdón para seguir con tu vida, así que dime qué es lo que quieres.

Él abrió la boca ligeramente. Eso no era cierto, sí necesitaba su perdón. A pesar de que había estado dedicándose a sanar de a poco, aquello era algo que todavía no lo dejaba dormir con tranquilidad por las noches. Necesitaba que ella lo perdonara para así poder seguir con lo que quería plantearle.

—Quiero pedirte perdón por haberte hecho daño. En ese momento no supe cómo manejar lo que estaba sintiendo y sentí miedo... —Hizo una pausa y tragó saliva—. Sentí miedo de la manera en la me hacías sentir y en la que yo mismo me sentía con respecto a ti —se aclaró la garganta y se corrigió a sí mismo: —. La manera en la que me siento con respecto a ti...

Jungbin arrugó el rostro de aquella manera en la que hacía siempre que estaba a punto de llorar, pero ninguna lágrima salió de ninguno de sus ojos. Su cabeza negó frenéticamente una y otra vez al sentir la necesidad de salir corriendo muy lejos para no volver a verlo.

—No lo entiendo, Namjoon —jadeó—. ¿Por qué...?

Namjoon soltó un suspiro tembloroso, sintiendo que sería él quién finalmente terminaría llorando. Las rodillas le temblaron y, por primera vez en su vida, su propio cuerpo lo traicionó, haciéndolo caer de rodillas frente a la chica que lo observaba con la boca entreabierta.

—Sé perfectamente que yo fui quien te alejó, pero si no estás conmigo soy un hombre inútil sin ningún tipo de valor. Me tardé demasiado en darme cuenta de que eres tú la que le da sentido a mi vida y que no puedo funcionar si es que no estás a mi lado. Te amo tanto que estoy dispuesto a cambiar todo lo malo que hay en mí para poder ser el hombre que necesitas y así hacerte sentir amada día tras día y que nunca haya un espacio para que te preguntes si mi amor es sincero, porque sabrás que lo es. Te amo, Jungbin, te amo demasiado y si me lo permites no dejaré de repetirlo jamás.

Jungbin notó desde arriba cómo una lágrima caía por la mejilla de Namjoon y sintió su cuerpo estremecerse. Retrocedió un par de pasos, dándose cuenta de que estaba temblando entera y que también corría el peligro de desplomarse.

—Namjoon, yo... —dijo en medio de un jadeo, pues su respiración se encontraba agitada—. No lo sé, estoy muy confundida. Yo... debería irme...

El hombre, todavía arrodillado en el frío suelo de la calle, no pudo hacer nada más que ver cómo la mujer que tanto amaba se alejaba rápidamente por la acera y se perdía en el horizonte, dejándolo con una sensación de vacío en el pecho.

¿Acaso la había perdido para siempre?

uuuh, qué opinamos de la confesión de Nam y de la reacción de Jungbin? Nam merece el perdón? Las leo

Recuerda dejar tu voto, significa mucho para mí! 🩷

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