CAPÍTULO 37
37
La expresión del rostro de Jungbin lentamente comenzó a cambiar después de haber escuchado a Namjoon. Sus cejas ligeramente levantadas bajaron hasta estar completamente relajadas, al igual que el esbozo de sonrisa que había intentado formar al estar hablando con él. Sus manos cayeron a cada lado de su cuerpo luego de soltar por completo la fuente con la comida que tanto se había esforzado en cocinar para Namjoon y su aliento se vio retenido al ahogar un suspiro tembloroso que quiso escapar por su boca.
—¿Qué? —Preguntó en voz baja.
Namjoon soltó un suspiro de cansancio y se dio media vuelta para salir de la cocina, dejando sola a la chica luego de decir:
—Ya me oíste.
Jungbin apretó su mandíbula para evitar que esta le tiritara y le siguió el paso, saliendo de la habitación detrás de él. Los pasos de Namjoon eran tan relajados que a la muchacha le costaba creer que estaba terminando con ella.
¿Terminando su relación o el contrato que había entre ambos? El corazón le dolió a la chica al notar que tal relación no existía, pues jamás se llegó a formalizar nada y ella jamás había dejado de ser su mascota. La mascota que se había enamorado de su amo y, tal como Seokjin y Jiwoo habían predicho, había terminado con el corazón roto.
—¿Por qué? —Preguntó, aguantándose las lágrimas.
Namjoon detuvo sus pasos, pero no se volteó a verla. Se habían quedado a la mitad del pasillo, a medio camino hacia su estudio, Jungbin detrás de él, siendo capaz únicamente de ver su amplia espalda que lentamente se movía al ritmo de su respiración.
—¿Por qué, Namjoon? —Insistió al no recibir respuesta—. ¿Qué es lo que he hecho mal?
Entonces él se giró y las piernas de Jungbin amenazaron con perder su estabilidad al ver la imperturbable expresión de su rostro. Se mostraba completamente indiferente a la situación, como si no acabara de pedirle que se fuera luego de haberle confesado sus sentimientos días atrás. El corazón de Jungbin dolió todavía más al sentirse tonta, siendo la única en la habitación que parecía afectada con lo que estaba pasando.
—No has hecho nada mal, Jungbin.
—No lo entiendo, dijiste que me querías... —Soltó, como si estuviera divagando en voz alta—. ¿Por qué...?
—Porque ya no te quiero, es simple.
Jungbin bajó la vista hacia el piso, sintiéndose incapaz de mantener su dignidad si es que seguía mirándolo a los ojos. No podía creerlo. No podía creer que para las cosas resultaran tan simples como para poder desechar de un momento a todo a una persona. Porque eso estaba haciendo Kim Namjoon, la estaba desechando, la estaba sacando de su vida como quien quitaba las migas de un mantel.
Su corazón dolía con cada latido acelerado y el nudo que se había instalado en su garganta no dejaba de crecer, quitándole la capacidad de respirar.
¿Acaso lo que había pasado entre ellos no había significado nada?
—¿Alguna vez me quisiste? —Preguntó con la voz ronca.
Namjoon volvió a suspirar de cansancio, por segunda vez en la noche. Levantó la vista hacia el cielo y luego se remojó los labios.
—Deja de desperdiciar el aire en preguntas tontas, Jungbin. Será mejor que te vayas ahora.
Jungbin asintió con la cabeza, entendiendo que ella había sido la única de ambos que había llegado a desarrollar sentimientos, pues quien supuso que, si Namjoon realmente la quisiera, jamás sería capaz de hablarle de esa manera sin inmutarse. Se dio media vuelta y comenzó a caminar en dirección a la escalera para ir a su habitación, o la que había sido su habitación, y guardar sus cosas para marcharse de una vez por todas.
—Le pediré a Jimin que envíe todas tus cosas a tu nueva dirección. Puedes quedarte con el auto, pero debes devolverme la tarjeta de crédito.
La chica apretó los puños a cada lado de su cuerpo. Por supuesto que le devolvería su maldita tarjeta y por supuesto que no aceptaría ninguna de las cosas que él le había comprado durante el tiempo que llevaba viviendo allí. Giró la cabeza y respondió:
—No quiero nada que tenga que ver contigo.
Era mentira. Jungbin no quería irse, no quería finalizar el contrato ni la inexistente relación amorosa que tenían, pero tampoco haría algo como tirarse al suelo y rogarle que no la dejara.
Siguió su camino y finalmente se encontró en la soledad de su habitación, donde se sintió con la privacidad suficiente para dejar caer un par de lágrimas, pero no las suficientes como las que tenía acumuladas. Guardó sus pocas pertenencias en el mismo bolso con el que había llegado, ese que Namjoon había cargado por ella cuando se había enfrentado a Jungkook luego de abrazarla y darle los ánimos necesarios para seguir adelante.
No podía creer que todo eso hubiese sido mentira, pero allí estaba la evidencia de que todo el amor que creyó que había entre ellos estaba únicamente dentro de su cabeza.
Bajó las escaleras y dejó la tarjeta de crédito negra junto con la sortija que siempre colgaba en su cuello sobre el recibidor. Namjoon todavía estaba allí, parado en medio de la nada, y la había observado en todo momento.
—Sé realista, Jungbin, necesitas todas esas cosas, déjame...
—¡¿Acaso no lo entiendes, Namjoon?! —Lo interrumpió, perdiendo los estribos por un segundo—. ¡No puedes comprar a todo el mundo con tu dinero de mierda! ¡No quiero nada tuyo!
Se apresuró a tomar sus pertenencias y escapar por la puerta de entrada. Caminó lo más rápido que sus piernas le permitieron, sin importarle que los músculos le comenzaran a doler por la fatiga. Caminó hasta que logró llegar a la calle principal por donde pasaba el transporte público, lugar donde fue capaz de dejar salir todas lágrimas que tenía guardadas, sin importarle mucho si la gente la miraba extraño. Lloró por su corazón roto, porque se sentía utilizada y, sobre todo, porque acababa de perder a la persona que la motivaba a despertarse cada mañana, quien había sido su único soporte en los momentos difíciles y a quien más amaba en el mundo.
Después de un par de minutos en los que vio pasar un montón de buses con diferentes recorridos, sacó su celular y marcó el número de la única persona que le había ofrecido ayuda para un momento como ese.
—¿Tienes espacio para una persona más en tu casa? —Preguntó con la voz temblorosa apenas esa persona atendió el celular.
Tocó el timbre del apartamento ubicado dentro de un edificio de estilo antiguo, aunque gigantesco. Inmediatamente la puerta se abrió, mostrando a un hombre ligeramente despeinado vestido con ropas casuales: un suéter con cuello de tortuga y unos pantalones de chándal. La preocupación en su rostro era evidente y se incrementó al ver los ojos enrojecidos de Jungbin.
—¿Qué pasó, Jungbin? —Le preguntó, recibiendo el único bolso que cargaba.
Ella sollozó y dio un par de pasos hasta encontrarse con su cuerpo. No dudó en rodearlo con sus brazos y en esconder su rostro en su pecho, dejándolo pasmado.
—Tenías razón, Seokjin —su voz sonó ahogada producto de la ropa del chico—, siempre la tuviste.
Seokjin dejó el bolso en el suelo con cuidado y también envolvió el cuerpo de la chica con sus brazos, dándole el confort que sabía que necesitaba. Los sollozos y los hipos que ella soltaba le estrujaban el corazón y le hacían maldecir una y otra vez al estúpido de su hermano.
Se alejó del cuerpo de Jungbin, con mucho pesar, pues había sido la primera vez que lograba ese tipo de contacto con ella, y le puso la mano sobre la espalda, guiándola hacia dentro del apartamento.
—Ven, déjame servirte una taza de té, ¿sí?
La dejó sentada sobre el sofá y se apresuró a perderse dentro de la cocina para preparar dichosa infusión. Se preguntó qué debería hacer, aunque la única respuesta que obtuvo fue lo que no debía hacer: llamar a Namjoon. Él le había hecho daño, podía notarlo con tan solo verle los ojos hinchados y la punta de la nariz enrojecida. Seguramente la había desechado, al igual que al resto de las mujeres con las que había estado anteriormente, pero le extrañó enterarse de manera tan imprevista, pues juraría que Namjoon sentía algo por Jungbin. Algo que no había sentido hacía muchísimo tiempo.
Se sentó junto a la chica mientras ella se bebía lentamente la taza con líquido color café y se mantuvo en silencio, esperando a que fuera ella quien iniciara la conversación. No tenía intención alguna de presionarla ni de hacerla hablar de algo que no quería.
—Me siento como una estúpida.
Seokjin inmediatamente negó con la cabeza.
—No digas eso, Jungbin.
—Pero es cierto —insistió—. Ya me lo había advertido más de una persona.
¿Qué podía decir Seokjin? Él también se encontraba asombrado ante tan repentina decisión que había tomado Namjoon. Creía que, por primera vez, se tomaría una relación en serio y cuidaría de Jungbin de la manera que correspondía.
—No puedes culparte por amar a alguien —mencionó mientras se inclinaba hacia ella para tomar la taza entre sus manos y dejarla sobre la mesita de café frente a ellos—. Eres una persona hermosa y siempre esperaste lo mejor de Namjoon.
—Y él me advirtió que jamás obtendría ese tipo de relación a su lado...
—¡¿Por qué te tratas así, Jungbin?! —La interrumpió, levantando un poco la voz y tomándola por los hombros—. Los sentimientos son los que nos hacen humanos, ¿acaso puedes exigir que un perro pida perdón por ladrar? Entonces, ¿por qué continúas recriminando tus sentimientos hacia alguien que no los supo valorar? Desde mi punto de vista, no estás ni cerca de ser la culpable.
Jungbin se quedó en silencio, sin encontrar alguna manera de rebatir lo que Seokjin le había dicho. Quizás tenía razón, pero en aquel momento se le hacía imposible entenderlo, pues su cabeza no dejaba de repasar una y otra vez las crueles palabras que Namjoon le había dicho un par de horas atrás. Se tapó el rostro, sabiendo que nuevamente comenzaría a llorar de manera descontrolada, pero entonces la mano de Seokjin le acarició la espalda con cariño, lo que la calmó lentamente.
—¿Sabes qué es lo peor? —Le preguntó, todavía sin descubrir su rostro—. Siempre supe que esto sucedería, al igual que todos ustedes, pero me aferré a la vaga esperanza que me daban sus señales confusas.
Él se quedó a su lado, escuchándola durante todo el tiempo que necesitó, tal y como haría un buen amigo. Luego, cuando llegó la hora de dormir, la condujo hacia la habitación de invitados y Jungbin prometió que se marcharía apenas tuviera el dinero suficiente para alquilar un lugar, a pesar de que él le aseguró que podía quedarse el tiempo que quisiera y que tenerla allí no significaba una molestia. Pero Jungbin no quería volver a depender de un hombre, al menos no en ese preciso momento.
Las frías sábanas la recibieron en aquella desconocida cama, recordándole que ya no volvería a dormir junto a Namjoon, que no volvería a sentir el calor de su cuerpo a su lado. Entonces lloró otra vez, en silencio mientras miraba el techo, donde parecían proyectarse todos los recuerdos que tenía junto a Kim Namjoon, como si de una sala de cine se tratase. Podía ver claramente los ojos de dragón observándola y luego transformándose en un par de líneas cuando los hoyuelos que adornaban su sonrisa aparecían. Podía ver su cuerpo vestido con ropas elegantes durante las mañanas, preparando el desayuno, o durante las tardes mientras preparaba la cena.
Su corazón se estrujó y tuvo que girarse para dejar de verlo, pero no importaba hacia dónde mirara, al cabo de un momento terminaba viéndolo igualmente. Sobre las paredes y los muebles de la habitación, era como si su cerebro se negara a dejar ir todos aquellos recuerdos que en aquel momento le parecían tan dolorosos, pues sabía que no volvería a vivir nada parecido junto a él ni junto a nadie.
Al cabo de un rato sus ojos se cerraron, pero su pecho seguía doliendo al estar albergando un corazón roto. Se preguntó qué estaría haciendo Namjoon en ese preciso momento y luego se dejó llevar por el cansancio.
Había sido un día largo.
Gracias por leer, así concluye la historia
Bromita, todavía nos quedan unos poquitos capítulos jiji 🩷Sólo debo admitir que lloré mucho escribiendo esto, quizás no quedó tan triste ni desgarrador como quisiera, pero a mí me dolió mucho todo lo que sucedió porque ya estoy demasiado encariñada con los personajes (literal viven en mi mente)
Ahora me gustaría leerte, qué opinas de todo lo que pasó? Te dio aunque sea un poquito de tristeza leer esto?
Recuerda dejar tu voto y comentario, significa mucho para mí 🩷 (voto y comentario = Nini feliz con su trabajo)
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