Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 36

36

—Hay algo que debo decirte, Jungbin, y espero que no te molestes conmigo.

La chica levantó la vista de su libro y la fijó sobre los ojos de su amiga.

Amiga.

Le gustaba pensar que Hyorin y ella se habían vuelto amigas, después de todo.

—¿Por qué me molestaría contigo? —Preguntó, volviendo a poner los ojos sobre las letras impresas del libro.

Hyorin soltó un suspiro. Estaba inquieta, Jungbin lo había notado desde que se habían encontrado en la mañana, pero no había querido preguntar mucho más después de haber recibido una respuesta afirmativa cuando había preguntado si se encontraba bien. Quizás no quería hablar sobre lo que le ocurría, aunque le había hecho todo el sentido del mundo cuando la muchacha soltó aquel comentario momentos antes.

Había hecho algo y temía porque Jungbin se enfadara con ella.

—El viernes que te fuiste recibí un mensaje —comenzó, mirando a su alrededor, como si aquello le ayudara a distraerse—. Era Jimin preguntándome si estaría libre durante la tarde del día siguiente.

—¿Y aceptaste salir con él?

Hyorin guardó silencio un momento y terminó por asentir con la cabeza:

—Sí..., me siento un poco apenada...

Jungbin entonces soltó una carcajada, dejando el libro de lado y centrándose totalmente en su amiga.

—¿Por qué? ¡Hyorin, eso es genial!

—¿No estás enojada conmigo? —Preguntó entonces con los ojos brillantes, iguales a los de un cachorrito.

—¿Por qué lo estaría? ¿Acaso no te gusta Jimin?

Hyorin elevó su rostro al cielo y maldijo en voz baja.

—¿Tan obvia soy?

Sí, lo era, pero Jungbin no podía decir nada al respecto. Ella era exactamente igual cuando se trataba de Kim Namjoon. Además, ¿quién no caería en los encantos de Jimin? Era un muchacho que sabía aprovechar sus recursos al máximo, siempre luciendo impecable y guapo.

Jungbin terminó por encogerse de hombros, restándole importancia.

—¿Y qué tal todo? —Comenzó a interrogar.

El rostro de Hyorin enrojeció violentamente, cosa que respondió inmediatamente la pregunta. No era necesario preguntar más, a pesar de que la curiosidad comiera lentamente a Jungbin.

—Quiere verme otra vez el próximo sábado.

—¡Eso es genial! —Respondió con una sonrisa cómplice y luego sus ojos se desviaron a su teléfono que acababa de sonar—. Debo irme, tu príncipe ha venido por mí.

Hyorin soltó una pequeña carcajada mientras veía cómo Jungbin guardaba todas sus cosas y tomaba el vaso desechable de café que ya comenzaba a enfriarse.

—No te preocupes —la tranquilizó—, pronto sólo vendrá a recogerte a ti. Hoy daré mi examen de conducir y seré libre.

—Eso es lo que me preocupa, no volver a verle.

—Hyorin, eres una mujer increíble —se inclinó hacia ella para tomarla por los hombros—. No me necesitas a mí como excusa para verle.

Jungbin salió de la cafetería luego de despedirse y se subió al auto que acababa de detenerse frente a la acera. Jimin la esperaba con una sonrisa en los labios, quizás feliz por ya finalmente librarse de ella o simplemente feliz de volver a verla después de varios días.

—¿Qué tal todo? —Preguntó él cuando ya había arrancado el auto.

Ella se encogió de hombros y sonrió al recordar todo lo que había ocurrido el fin de semana en Jeju, sobre todo la manera en la que había finalizado. Namjoon había mostrado un lado que creía que no existía: su lado romántico. Y había logrado que todo fuera perfecto, a pesar de los malos momentos durante la cena de celebración que los convocaba.

Para Jungbin había resultado ser un buen fin de semana, pues también había podido pasar tiempo con Seokjin y con Taehyung.

—Pues muy bien —respondió.

—Yo diría que mucho más que "muy bien" —dijo él en medio de una carcajada mientras doblaba en una esquina y se estacionaba frente al edificio en el que Jungbin realizaría el examen de conducir—. El señor Kim ha estado todo el día soñando despierto.

Ella río junto a él y negó con la cabeza.

—Sólo ha sido un buen fin de semana —aclaró.

—Lo que sea que le hayas hecho, no pares —detuvo el motor del auto y luego su encantadora sonrisa fue reemplazada por su rostro serio—. Jamás lo había visto así, Jungbin, lo digo en serio.

Ella asintió con la cabeza. No lo sabía, pero podía imaginar que Namjoon no era un hombre que se dejara llevar tan fácilmente por los sentimientos y también pensó en lo impresionante que debía ser para Jimin verlo de esa manera.

Entonces se preguntó desde hace cuánto tiempo trabajaban juntos o cómo Jimin había llegado a obtener aquel puesto, pues cumplía una función parecida a un asistente personal en vez de un secretario. ¿Qué tan difícil podría ser trabajar para alguien como Namjoon? Era un hombre exigente, tanto consigo mismo como con el resto. Y llegó a la conclusión de que Park Jimin debía ser un hombre de paciencia de oro y muy esforzado para encontrarse donde estaba y no querer tirar la toalla al más mínimo inconveniente.

—Sólo quiero hacerlo feliz, Jimin.

La sonrisa volvió al rostro del chico.

—Lo sé. ¡Mucha suerte en tu examen!

Para su propia sorpresa, Jungbin había obtenido una calificación perfecta en el examen, lo que significaba que Jimin había hecho un trabajo increíble con ella y, además, que no era tan torpe como había creído durante toda su vida.

Le había pedido a Jimin que no la esperara, pues tenía ganas de pasar tiempo consigo misma. Algo que tiempo atrás la habría atemorizado, pero que ahora le causaba tranquilidad. Se compró un helado antes de volver a casa por sus propios medios y le escribió a Hyorin y a Minhyuk para informar acerca de los resultados obtenidos.

Cuando ya llevaba un par de minutos sentada en una banca de un parque que había encontrado por allí, se rindió ante su propia ansiedad y decidió llamar a Namjoon. Había planeado esperar a verlo durante la tarde noche para contarle cómo le había ido en el examen, pero ya no aguantaba darle aquella buena notica. La llamada sonó una y otra vez y la chica arrugó el rostro cuando ya habían pasado más de toques y Namjoon todavía no atendía. Jamás se tardaba en contestar, pero aquella llamada sonó hasta que el buzón de voz le pidió dejar un mensaje. Intentó una segunda vez, pero obtuvo el mismo resultado.

¿Estaría en una reunión importante y ella estaba molestándolo? Quizás estaba demasiado ocupado como para responder.

Jungbin se tragó aquella sensación amarga que se había instalado en su garganta y optó por volver a casa en el transporte público, sin lograr que la sensación extraña desapareciera de su pecho. Se había preocupado por él y, a la vez, la inseguridad comenzó a comérsela viva. ¿Y si no quería hablar con ella?

¿Y si se había dado cuenta de que no la quería tanto como pensaba?

El largo viaje hacia la casa de Namjoon se había muchísimo más corto de lo que pensó que sería, o quizás se trataba de su mente jugándole una mala pasada. Como supuso, él todavía no llegaba y por un segundo la soledad la hizo sentir sobrecogida, a pesar de que la residencia se encontraba todavía con el personal que se encargaba de limpiar y dejar todo impecable. Subió a su habitación y, luego de darse una ducha larga, se cambió al vestido negro que debía utilizar en casa, pues todavía era la mascota de Kim Namjoon, incluso si ya había sobrepasado las barreras, comenzando a llamarlo por su nombre y tomándose atribuciones que no le correspondían.

Jungbin se sostuvo la cabeza, creyendo que iba a volverse loca. No podía ser posible que Namjoon no le prestara atención por un instante y ella creyera que todo se había acabo. Era algo en lo que debía trabajar, la seguridad en sí misma, y la única manera en la que podía hacerlo era comenzar terapia.

Le haría bien, teniendo en cuenta que su relación con Namjoon parecía estar avanzando hacia algo más serio.

Supo que si se quedaba encerrada en su habitación terminaría por enloquecer, cayendo presa de sus ansias, así que bajó la escalera con la intención de preparar la cena. No era una buena cocinera, pues jamás había tenido que cocinar en casa porque Jungkook lo hacía todo el tiempo, pero quería hacer el intento y tener algo decente cuando Namjoon llegara a casa.

Buscó una receta en internet y se puso manos a la obra. Era bastante torpe para utilizar el cuchillo y no pudo evitar cortarse un par de veces, pero siguió adelante. Tampoco podía pretender que Namjoon hiciera todo por ella, quería demostrarle que no era una carga. O quizás quería demostrárselo a sí misma, queriendo desmentir todo lo que su hermano mayor le había dicho durante toda su vida y simplemente estaba aprovechando el coraje que había adquirido al aprobar su examen de conducir.

Le costó muchísimo trabajo, pero al cabo de una hora ya tenía una bandeja con lasaña en el horno, oliendo delicioso. Sus tripas sonaban hambrientas, resentidas por no haber logrado que la chica tirara la toalla y se comiera la salsa boloñesa a cucharadas para saciar su apetito. Debía esperar a Namjoon, aunque estaba tardando más de lo normal en llegar a casa.

La lasaña ya estaba lista, pero él todavía no aparecía, al cabo de diez minutos Jungbin no pudo soportar el hambre y tuvo que servirse una porción que comió lentamente, con la esperanza de que Namjoon apareciera y se le uniera. Aquello no sucedió y ella tampoco fue capaz de terminar de comer todo lo que se había servido, pues el voraz apetito que la había consumido momentos antes había desaparecido, al igual que su entusiasmo por el pequeño triunfo que había tenido ese día.

Tomó su teléfono, buscando si es que había recibido algún mensaje de su parte sin haberlo notado. No había nada. Intentó llamarlo una vez más, pero tampoco obtuvo respuesta. Su corazón se aceleró al pensar que algo malo le había ocurrido e inmediatamente llamó a la única persona que podría saberlo.

¿Hola? —Escuchó al otro lado de la línea a los pocos segundos.

—Jimin —saludó ella, intentando no sonar desesperada.

¡Jungbin! —La interrumpió—. ¿Cómo estuvo tu examen? ¿Aprobaste?

Jungbin tragó saliva, intentando que el corazón que se le quería salir por la boca bajara a su lugar.

—Muy bien, aprobé.

¡Lo sabía! Soy un excelente maestro.

—Lo eres —acordó ella en medio de una carcajada nerviosa—. Oye, ¿estás con Namjoon?

Jimin guardó silencio un segundo que a Jungbin le pareció una eternidad.

No, se ha ido temprano hoy.

—Ah... —Respondió la chica—. Bueno, gracias, Jimin.

Y tuvo que colgar antes de que él pudiera hacer alguna pregunta. Un nudo se había instalado en su garganta, impidiendo que pudiese respirar con normalidad.

¿Qué debía hacer?

Buscó nuevamente el contacto de Namjoon entre su agenda, pero no alcanzó a presionarlo porque el sonido de la puerta la interrumpió. Finalmente había llegado y Jungbin se obligó a permanecer en su lugar, esperando a que se asomara por el marco de la puerta de la cocina para preguntarle si estaba todo bien.

No pasó mucho hasta que sucedió eso. Namjoon entró a la cocina cabizbajo, regalándole una vaga sonrisa, y se acercó a dejarle un beso sobre la frente. Parecía extremadamente cansado. Mentalmente cansado. Como si sus pensamientos no lo hubiesen dejado en paz durante todo el día.

—¿Está todo bien? —Se atrevió a preguntar la chica.

Él posó sus ojos sobre los de Jungbin de manera fugaz y asintió con la cabeza.

—Estuve llamándote durante la tarde...

No recibió respuesta.

Jungbin apretó los puños a cada lado de su cuerpo, sintiendo que la desesperación comenzaba a apoderarse de su cuerpo. Rodeó la isla y tomó la fuente en la que había hecho la lasaña para enseñársela.

—Hice la cena.

Él se había quedado parado en la mitad de la habitación, mirando hacia un punto fijo en el suelo, como si sus pies estuviesen pegados a las baldosas blancas. Giró la cabeza para mirarla de reojo y Jungbin inmediatamente supo que algo no andaba bien.

—No tengo mucha hambre.

—Bueno... —dijo ella, volviendo a dejar la fuente sobre la isla, sintiendo que su corazón latía dolorosamente—, no importa. Oye, ¿está todo bien?

Namjoon finalmente se giró completamente hacia ella y levantó la vista, dejando helada a la muchacha. Hacía muchísimo tiempo que no veía esa mirada tan fría en él, tan distante... Jungbin aguantó la respiración, sabiendo que nada bueno podría salir de su boca.

—Jungbin —dijo finalmente—, quiero que te vayas.

Bueno pero qué ha pasado (no quería escribir este capítulo, tengo mucha penita)

Recuerda dejar tu voto, es muy importante para mí 🩷

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro