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CAPÍTULO 34

34

El sonido de la varilla cortando el aire preparó de antemano a un pequeño Namjoon de diez años, quién cerró los ojos, sabiendo que el impacto le dolería más de lo que esperaba. Siempre lo hacía. Creía recordar bien el cómo se sentía aquel golpe, pero en la totalidad de las veces terminaba sorprendido, pues siempre resultaba ser un poco más doloroso de lo que su mente le decía.

Aunque también estaba la posibilidad de que su madre le golpeara con más fuerza cada vez.

Ahogó un gemido de dolor cuando sintió sus nudillos entumeciéndose producto del golpe. Siempre eran los nudillos o algún sector perteneciente a sus manos, como si aquello le ayudara generar memoria muscular y le impidiera volver a cometer aquel error. Pero no funcionaba así, de vez en cuando Namjoon volvía a equivocarse y su madre no lo toleraba, castigándolo otra vez con la varilla.

—Te has vuelto a equivocar, Namjoon —le dijo ella con aquella imperturbable actitud.

Quizás eso era lo que más le asustaba de su madre, no parecía alterarse con nada, ni siquiera cuando estaba furiosa y una de las venas de su frente sobresalía. No gritaba, no hacía absolutamente ningún gesto que preparara al pequeño niño para una reprimenda, así que todo golpe llegaría de manera inesperada.

—Lo siento, madre —murmuró con la voz temblorosa.

Cuando sus dedos se lo permitieron, pudo volver a tomar el lápiz que sostenía anteriormente y volvió a intentar resolver el ejercicio de ecuaciones de tercer grado que su madre le había puesto delante. La mujer se había propuesto desarrollar lo más posible el cerebro de su hijo antes de que su esposo enfermo falleciera, pues sería quien lo reemplazara y tomara su legado en la empresa que tanto le había costado levantar.

—Sólo vuelve a intentarlo.

Namjoon soltó un pequeño suspiro y asintió con la cabeza. Todas las tardes era lo mismo, él llegaba de la escuela y su madre lo encerraba en aquella sala de paredes negras que tenía una mesa en el centro que era alumbrada con un foco que cada vez que era encendido dejaba encandilado al niño. Le recordaba las salas de interrogatorio de dudosa legalidad que había visto alguna vez en las películas de espías, sólo que su madre lo hacía sentarse durante horas a resolver ejercicios de matemáticas avanzadas, problemas de ingenio y a leer libros que teorizaban sobre el sentido de la vida.

Escuchó un ruido al otro lado de la puerta, eran los pasos de uno de sus hermanos al correr, y por un instante sintió ganas de llorar. ¿Por qué Seokjin y Taehyung no debían pasar por eso mismo? ¿Por qué ellos podían ponerse a jugar apenas llegaban de la escuela?

Eso no era justo.

Namjoon abrió los ojos ante aquel tortuoso recuerdo y lo primero que vio fueron las brillantes estrellas que adornaban el despejado cielo de la isla Jeju. Lentamente comenzó a escuchar las olas del mar rompiendo en la orilla de la playa y a sentir la arena sobre la que descansaba su cuerpo. No recordaba haberse dormido, tampoco había tenido la intención de hacerlo, pero no podía negar que había sido la siesta más reparadora que alguna vez había tenido, independientemente de si esta había sido perturbada por una pesadilla de su pasado.

Aquella no era la peor pesadilla que podría haber tenido.

—Ya despertaste —La voz de Seokjin le hizo girar la cabeza para mirarlo.

Estaba sentado a su lado mirando hacia el océano, se había quitado la chaqueta del traje y se había aflojado la corbata. Se veía relajado, aunque cansado, por alguna razón. Namjoon se incorporó en su lugar y dio una vista rápida hacia la playa.

Momentos atrás habían salido del hotel los tres hermanos Kim junto a Jungbin y, casi como si sus mentes estuvieran conectadas y sin decir absolutamente ninguna palabra, habían caminado hacia la playa. Allí Taehyung le había sugerido que se recostara sobre la arena, pues todavía lucía ligeramente alterado. Y es que Kim Namjoon jamás se hubiese atrevido a escapar de un evento social tan importante como el aniversario de la empresa que había heredado y en la que tanto se esforzaba a diario.

En aquel momento, después de la tormenta de sensaciones nuevas para él, se encontraba a solas con su hermano mayor.

—¿Dónde está Jungbin? —Preguntó.

Seokjin despegó la vista del horizonte y la fijó en su hermano.

¿Hacía cuánto tiempo que Namjoon no miraba a su hermano? Solían tener reuniones frecuentes organizadas por Taehyung, cenas compartidas en algún restaurante lujoso o en algún bar lo suficientemente discreto como para no llamar la atención. Acostumbraba a ver a sus dos hermanos a menudo, pero en ese momento se dio cuenta de que jamás los había visto por quiénes realmente eran: seres humanos.

Seokjin siempre había sido brillante y carismático, así que no le había sorprendido que siguiera el camino de la docencia en lo que más sabía: la economía. Trabajaba en lo que le gustaba, en lo que había decidido por sí mismo. ¿Sería feliz? Jamás se había preguntado algo como eso sobre él o sobre Taehyung y probablemente se debía a que, muy profundamente, los envidiaba porque ellos pudieron hacer lo que quisieron con su destino.

¿Acaso él era feliz con el trabajo que le habían encomendado a tan temprana edad?

—Fue a dar una vuelta con Taehyung.

—¿Adónde?

—Namjoon —le dijo, volviendo a centrar su vista en el mar—, sólo fue a caminar por la playa, no te ha abandonado.

El menor tragó saliva y sintió que la cara se le comenzó a poner roja cuando ciertos recuerdos llegaron a su mente. A menudo Seokjin pasaba los límites y eso le molestaba más de lo que quería admitir, pues le gustaba verse imperturbable e indescifrable.

Entonces se dio cuenta de que se parecía a su madre muchísimo más de lo que le gustaría.

Soltó un suspiro y volvió a recostarse sobre la arena, teniendo la esperanza de volver a dormirse y nuevamente despertar para ver los ojitos redondos que tanto le gustaban, pero se le hizo imposible teniendo a Seokjin tan cerca. La última frase que le había dicho daba vueltas en su cabeza una y otra vez. ¿Por qué siempre le gustaba evocar ese tipo de recuerdos?

—¿Por qué eres así? —Le preguntó de pronto, dejándose llevar por su impulsividad que a diario se encontraba guardada en una caja bajo llave dentro de su cabeza.

—¡¿Qué?! —Preguntó su hermano en medio de una carcajada incrédula—. ¿Qué me dices de ti, Nam? ¿Puedo llamarte así todavía o ya te has terminado de convertir en un completo extraño?

Namjoon apretó la mandíbula. Seokjin nuevamente lo sacaba de sus casillas con discusiones innecesarias. Tampoco entendía qué tenía que ver esa pregunta con lo que habían estado hablando antes.

—Soy el mismo maldito hermano que siempre has tenido.

—Pues a mí no me parece eso —respondió el mayor—. Olvidemos todos los cambios que has sufrido desde que asumiste la dirección de la empresa, olvidemos que cada día eres más parecido a una versión masculina de mamá y olvidemos todas las discusiones y diferencias que hemos tenido a lo largo de nuestras vidas... Últimamente me has apartado de ti más de lo que ya lo habías hecho y, no soy tonto, Nam, sé que es por Jungbin.

—No metas a Jungbin en esto —volvió a sentarse para fulminar con la mirada a su hermano.

—No estoy hablando de ella, estoy hablando de ti.

Namjoon aplanó los labios y desvió la mirada hacia la arena. El día había estado cálido, pero la noche ya había llegado y cada minuto que pasaba estaba más fresco que el anterior. Le apenaba desperdiciar aquella vista tan hermosa de la playa al estar discutiendo y pensó en que le hubiese encantado estar con Jungbin en ese mismo momento, viendo cómo la brisa marina le despeinaba el cabello y cómo sus mejillas se ponían rosadas producto del frío.

—Sabes cuál es la razón, Jin, no es necesario que lo diga en voz alta.

—Deberías aprender a dejar el pasado atrás...

—¡¿Crees que no me he dado cuenta de cómo tus ojos brillan cada vez que hablas de ella?! —Lo interrumpió—. No volveré a cometer el mismo error dos veces, no soy tan estúpido.

—Es lo mismo que digo, Namjoon, no volveré a cometer el mismo error.

Seokjin cerró los ojos por un momento, sin poder creer que su hermano todavía se encontrara estancado en aquel suceso, en algo que había pasado hacía diez años atrás y que, por supuesto, también los había mantenido alejados una buena cantidad de años. Pero como había dicho, no volvería a cometer los errores del pasado, pues jamás se atrevería a intentar algo con Jungbin, por mucho que le gustara.

Y aquella era la diferencia entre ambos. A Seokjin sólo le gustaba Jeon Jungbin, aunque le gustaba mucho. A Namjoon..., él no sabría decir qué era lo que el corazón de su hermano menor sentía por la chica porque no dejaba de dar mensajes contradictorios. Sin embargo, a juzgar por cómo se ponía cada vez que salía el tema, estaba casi seguro de que su sentir era muchísimo más que un simple gusto.

¿Estaría Namjoon enamorado de ella?

Sólo una vez lo había visto enamorado de una mujer, pero en aquellos años su personalidad no se encontraba tan perturbada como en el presente, así que las cosas habían sido muy diferentes. Aquella muchacha ni siquiera había tenido que experimentar la sumisión a la que Namjoon sometía a las mujeres con las que últimamente había estado, incluyendo a Jungbin.

Namjoon no respondió nada y aquella respuesta no pareció dejarlo tranquilo. No confiaba en él, lo tenía completamente claro, pero no Seokjin no podía hacer mucho más que demostrar con acciones que las cosas no se repetirían. Él tampoco respondió nada, simplemente se quedó a su lado observando el océano, cada uno inundado en sus propios pensamientos hasta que a la lejanía se pudieron divisar los cuerpos de Jungbin y se Taehyung volviendo por la orilla del mar.

La muchacha se había quitado los tacones y su vestido se arrastraba por la arena mojada, embarrándose y oscureciendo la tela. Parecía sacada de una novela romántica, luciendo tan perfecta y hermosa, incluso con el cabello alborotado por el fuerte viento que se formaba en la playa. Namjoon sintió su corazón palpitar con fuerza al verla y una sensación de calma invadió su cuerpo.

¿Cómo podría ser posible que la extrañara si no había pasado más de media hora desde la última vez que la había visto?

Tragó saliva al notar el rumbo que tomaban sus pensamientos y le costó aceptar que cada día sus sentimientos por Jungbin aumentaban de manera exponencial, cada vez la quería más, y aquello le asustaba. 

Siento si esta vez no tuvimos acción, pero pudimos conocer un poco más a Nam y lo que ocurrió en el pasado con Jin para que se lleven así de mal

Recuerda dejar tu voto, significa mucho para mí 🩷

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