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CAPÍTULO 32

32

El sonido de un jadeo sacó a Jungbin de su sueño, obligándole a abrir los ojos. Le costó reconocer el lugar en donde se encontraba, pero pronto recordó que la tarde anterior había llegado a la isla Jeju junto a Namjoon y que se encontraba en la habitación del hotel. A su lado se encontraba él y su estómago cosquilleó inmediatamente. Había aceptado dormir junto a ella durante la noche, aquello significaba un gran hito para Jungbin, pues anteriormente la dejaba sola luego de saciarse.

Namjoon movió las piernas de un lado hacia otro y murmuró algo que la chica no pudo identificar. Su cuerpo estaba sudado y su respiración acelerada, Jungbin acababa de notarlo, por lo que se incorporó para acercarse a él. Estaba teniendo una pesadilla, podía saberlo gracias al movimiento que hacían sus ojos debajo de los párpados, como si estuviese mirando hacia muchos lados diferentes en estado de alerta.

—¿Namjoon? —Susurró mientras posaba suavemente la mano sobre el hombro.

Él soltó un grito, sus ojos se abrieron y se sentó sobre la cama. Parecía que todavía no lograba acostumbrarse a la oscuridad de la habitación, por lo que su vista vagó hasta encontrarse con el rostro de Jungbin, que lo observaba preocupada.

—Jungbin.

—¿Estás bien? —Preguntó ella, poniéndole la mano sobre la mejilla sudada—. Estabas teniendo una pesadilla.

—Oh, sí —se limitó a responder.

Y no dijo nada más acerca del tema. En cambio, se levantó de la cama, dejando a Jungbin descolocada, y se encerró en el baño. La chica no pudo evitar sentirse mal, pero luego pensó en que no debía ser tan egoísta y debía respetar el espacio de Namjoon. Si él no quería hablar sobre lo que había estado soñando debía de entenderlo, pues ella también tenía temas de los que prefería no hablar.

Al cabo de unos minutos, él salió del baño con una toalla enrollada en la cintura. Su cuerpo estaba húmedo y brillante, haciendo un contraste impresionante con la marca que Jungbin le había hecho la noche anterior, y el cabello mojado estaba echado hacia atrás de manera casual, como si lo hubiese hecho con sus propios dedos antes de salir del baño. Se había dado una ducha al notar que ya eran las seis de la mañana, la hora a la que solía levantarse a diario. Jungbin tragó saliva cuando lo vio aparecer, luciendo completamente diferente al hombre abatido que se había metido al baño momentos antes.

—Es hora de empezar el día —dijo él, acercándose a la cama.

Jungbin entreabrió la boca cuando Namjoon se inclinó hacia ella y rozó sus labios. El olor del jabón inundó sus fosas nasales, haciéndola sentir embriagada y provocándole un escalofrío. No podía evitar reaccionar a su cercanía, sin mencionar que él apenas llevaba ropa, pero a la vez se reprendió a sí misma porque era demasiado temprano para ese tipo de cosas.

Sin embargo, antes de darse cuenta, su mano ya estaba acariciando uno de los bíceps fibrosos que se había colocado a un lado de su cabeza. Ahogó un suspiro cuando terminó de acortar la distancia entre ambos y le atrapó los labios con los dientes. Su cuerpo comenzó a arder inmediatamente cuando Namjoon se trepó sobre ella, acomodándose entre sus piernas.

—¡Oh, Jungbin! —Jadeó mientras se concentraba en succionar el labio inferior de la chica—. Creo que soy adicto a ti.

El corazón de la chica pegó un salto de la emoción, pero este se vio opacado por el estremecimiento que recorrió su cuerpo. Aquella voz ronca que indicaba que Namjoon se había despertado hacía poco sonó como un ronroneo que le hizo temblar hasta lo más profundo de su ser. Corrió la sábana que le cubría el cuerpo, mostrándole la desnudez que había mantenido desde la noche anterior, y se regocijó cuando él se dio un momento para observarla detenidamente.

—Debo estar abajo en cuarenta minutos —dijo Namjoon en medio de un suspiro mientras volvía a devorar los labios de Jungbin.

¿Quién coordinaba una reunión a las siete de la mañana? Parecía ser algo que arruinaría su momento, pero Jungbin optó por sonreír e incitarlo a continuar:

—Podemos hacerlo rápido.

Namjoon soltó un gemido. El sector bajo de su vientre comenzaba a cosquillear de aquella manera tan conocida y que sólo Jungbin sabía provocar tan rápidamente. Asintió con la cabeza, quitándose con una mano la toalla que todavía lo mantenía vestido, y volvió a acomodarse entre esas piernas que gustosamente lo recibieron enredándose en su cintura.

—¿Sabes cuál es el problema, Jungbin? —Murmuró y se llevó los dedos a la boca para lamerlos—. Contigo no quiero que nada sea rápido, no quiero que nada acabe.

Pasó los dedos humedecidos por la cabeza de su miembro ya despierto y lo encajó en la entrada de la chica. No hubo tiempo de disfrutar cómo el interior de Jungbin se adecuaba a su tamaño ni para apreciar lo bien que se sentía estar completamente dentro de ella, simplemente comenzó a moverse con rapidez. Ella abrió la boca y lo miró con ojos brillantes mientras su cuerpo se sacudía al ritmo de cada embestida. Cuánto le gustaban esos ojos redondos.

Jamás había follado con nadie en esa posición, pues le resultaba aburrida, tradicional y muy ortodoxa, pero se dio cuenta de lo equivocado que estaba. Estaba deleitado viendo cómo el rostro de Jungbin cambiaba a esa expresión de placer que lo volvía loco, veía cómo su garganta se tensaba al soltar cada gemido y cómo sus ojos querían ponerse blancos. Atrapó sus labios y succionó con fuerza, sintiendo que el éxtasis poco a poco se apoderaba de su cuerpo. Jamás había besado a nadie mientras follaba y, por alguna razón, no quería soltar los labios de Jungbin, ni siquiera cuando tuvo que retirar su miembro y masturbarse para acabar afuera.

Jungbin observó con una pequeña sonrisa cómo Namjoon se apresuró a buscar su ropa y vestirse. Se levantó de la cama, envolviendo su cuerpo en una de las tantas batas, y se encaminó a ayudarlo con su corbata, de la manera en la que le gustaría hacer a diario. Luego, se puso de puntas para dejarle un beso sobre los labios y observó cómo se marchó apresuradamente hacia la puerta de la habitación.

La chica tuvo todo el tiempo que quiso para seguir durmiendo, darse una ducha caliente y arreglarse. Había decidido no bajar a desayunar, por lo que pidió el servicio a la habitación y disfrutó de un buen desayuno en la comodidad de la cama, cama que había sido testigo de todo lo que había hecho con Namjoon entre la noche anterior y aquella mañana. Por alguna razón, ya no le avergonzaba recordar ese tipo de cosas, sino que se sentía feliz. Feliz de sentir que finalmente las cosas con aquel hombre avanzaban. Pero tuvo que obligarse a mantener la calma.

¿Realmente avanzaban las cosas entre ellos? ¿Qué significaba un avance teniendo en cuenta la personalidad de Namjoon?

Él parecía estar muchísimo más abierto a ella, estando dispuesto a pasar más tiempo juntos por gusto e incluso había echado a An Jiwoo cuando Jungbin le había manifestado que ya no soportaba verla a diario. Claro, aquello había sido después de que ella amenazara con irse si aquella mujer no se iba antes. Pero Namjoon le había pedido que se fuera para mantenerla con él, ¿eso significaba algo o simplemente era mero capricho de hombre rico?

A las ocho en punto, Jungbin terminaba de guardar sus cosas en el bolso de mano para bajar a la primera planta. Nuevamente había estado sola y en esta ocasión había decidido quedarse allí, dedicándose tiempo a sí misma con el fin de verse un poco mejor de lo normal para la noche. Lo había logrado, su piel brillaba, luciendo tersa e hidratada, su cabello estaba recogido de manera casual, aunque lograr aquello le había tardado más de una hora, y el vestido rojo granate que había comprado junto a Hyorin se veía impecable. Lo mejor, sin duda, era su maquillaje, pues Jungbin sentía que se veía como una mujer completamente diferente, una mujer hermosa.

Namjoon le había pedido que bajara por sí sola cuando había vuelto fugazmente a la habitación para cambiarse de ropa y ella todavía no lograba entender por qué tenía que estar tan implicado en la organización de la cena, siendo que la vez anterior no lo había estado, pero terminó aceptando con una pequeña sonrisa en los labios.

Así que allí estaba, tomando el elevador para asistir a aquella cena que celebrara algo que no podía recordar y, no podía negarlo, se sentía ligeramente sola. Aunque aquella sensación terminó súbitamente cuando a cada lado de su cuerpo se paró un hombre, ambos vistiendo un traje de color negro. No tenía que mirarlos para saber que se trataba de Seokjin y de Taehyung, pero igualmente se giró hacia ellos para dedicarles una sonrisa.

Los ojos de Seokjin brillaron al verla luciendo tan hermosa, aunque ella siempre lucía hermosa, pero luego ese brillo se apagó cuando la sortija colgando del cuello de la chica brilló bajo la luz del pasillo. Cierto, había olvidado ese maldito anillo que Namjoon les daba a todas y que Jungbin también llevaba, como si no valiera la pena tratarla de manera diferente al resto de las mujeres. Quitó inmediatamente la vista después de regalarle una pequeña sonrisa y se concentró en el marcador que indicaba en qué piso venía el elevador.

¿Por qué se demoraba tanto?

Taehyung observó todo en silencio y se pudo dar cuenta de muchas cosas, como de los sentimientos reprimidos de su hermano y de la desilusión de Jungbin al ver que este corría la vista, luciendo enfadado. No era culpa de ella, ni tampoco de Seokjin. ¿Quién podía manejar sus sentimientos? Y, hasta cierto punto, su hermano estaba haciendo lo mejor que podía hacer: alejarse de la chica que tan prohibida era para él.

—Muero por una margarita —dijo, intentando alivianar la tensión del aire.

—Es lo mejor de estas cenas —acordó Seokjin, asintiendo con la cabeza.

—¿A ustedes tampoco les gustan estas cenas? —Preguntó Jungbin con los ojos brillantes.

Finalmente, el ascensor había llegado y los tres los entraron. La espera había resultado eterna para Seokjin, que había terminado por ponerse nervioso creyendo que Namjoon los miraría mal por llegar cinco minutos tarde, pero no realmente no había transcurrido más de un minuto.

—Son un martirio —gimió Taehyung, como si el simple hecho de asistir se le hiciera doloroso.

El elevador se detuvo dos pisos más abajo y una cabellera rubia ingresó, encontrándose de frente con los hermanos, que la observaron con las cejas levantadas, intercalando sus miradas entre el rostro de la recién llegada y el de Jungbin. An Jiwoo, quien había dejado atrás el cabello rojo, pintándolo rubio, puso los ojos en blanco y reprimió un suspiro de cansancio. Por su parte, Jungbin esbozó una pequeña sonrisa mientras la miraba fijamente.

La conversación se vio suspendida, pues llegaron a la primera planta y cada uno se fue por su lado. La chica se apresuró en colarse entre la multitud de gente que se arremolinaba alrededor de una persona, que sólo podía ser Namjoon, y allí le encontró, con el cabello perfectamente peinado hacia atrás y el traje que lo hacía lucir tan varonil. Las piernas le temblaron cuando él la encontró, regalándole una sonrisa, y le tendió la mano para que se acercara a él.

—Qué hermosa —murmuró cerca de su rostro, pues se había agachado hasta llegar al punto en el que sus labios casi se rozaron.

El rostro de Jungbin enrojeció, tanto por el cumplido como por lo que Namjoon hacía. El resto de la gente presente los estaba observando y él se había acercado como si se encontraran solos. ¿Qué diría el resto? ¿Acaso a él no importaba?

La mano la soltó, pero inmediatamente se puso sobre su cintura, atrayéndola a su cuerpo. Jungbin se quedó sin respiración un momento, todo estaba siendo completamente diferente a la cena anterior, empezando por que en aquella ocasión ella debía quedarse detrás de Namjoon y ahora él la mantenía por delante suyo, casi mostrándole al mundo que ella era suya. Todavía con las mejillas ardiendo giró su rostro hacia el de él.

—¿Cómo estuvo tu día? —Le preguntó Namjoon.

Sólo esa pregunta le hizo sentir que ya no había nadie más en la habitación que no fueran ellos dos. Toda la gente vestida con atuendos caros, que conversaba acerca de las acciones y del precio del dólar había desaparecido, incluso los otros hermanos Kim y An Jiwoo, que se encontraban por allí perdidos.

Jungbin temía malinterpretar las cosas, pero ¿qué podría pensar cuando Kim Namjoon, el CEO del conglomerado K&A la trataba de esa manera frente a todos los socios? Sus pensamientos estaban volviéndola loca mientras las personas se acercaban a saludar a Namjoon y, por consecuencia, a ella.

—Namjoon —una voz se alzó por las otras, justo detrás de ambos.

Una mujer de edad avanzada miraba fijamente a los ojos de Kim, prácticamente ignorando la presencia de Jungbin. La chica vio cómo el cuerpo de Namjoon se tensó, afirmando todavía más el agarre en su cintura, y tragó saliva para luego responder:

—Hola,mamá.

Creo que esta es la única persona a la que Nam le tiene miedo... y a Jungbin cuando está enojada

Recuerda dejar tu voto, significa mucho para mí 🩷

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