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CAPÍTULO 31

31

Namjoon ahogó un suspiro y sus ojos bajaron para recorrer el cuerpo de Jungbin, dándose cuenta por primera vez del tipo de pijama que llevaba puesto. Sus pequeños pechos eran sujetados por un par de copas que los mantenían erguidos, tapando lo justo y lo necesario, y la tela caía transparente como un vestido, dejando ver su abdomen y la diminuta tanga del mismo color que llevaba puesta. Cerró los ojos, había sido una tarde agotadora, por lo que en aquel momento era un hombre débil.

—Vamos —le dijo, tomándola por la muñeca en dirección a la habitación.

Pero Jungbin lo detuvo y volvió a la pequeña nevera en la que había estado buscando, sacó una botella de champán para después seguirlo hasta la habitación más grande de la suite. Le tendió la botella, pidiéndole que la abriera, y él obedeció sin cuestionar, aunque no entendía cuál era la finalidad. Finalmente, Jungbin recibió la botella verde y no dudó en llevársela a la boca, donde dio un largo trago. El gas le cosquilleó en la garganta. Se saboreó los labios, todo bajo la atenta mirada de Namjoon, y volvió a dar un trago.

Él se había sentado sobre el colchón, listo para comenzar, pero ella todavía estaba de pie frente a él, mirándolo con ojos brillantes en la oscuridad de la habitación. Vio cómo la chica se inclinó hacia él, poniendo ambas manos a cada lado de su cuerpo, y juntó sus labios. Namjoon suspiró al sentirla y su boca se abrió instintivamente para dejar pasar su lengua. Grande fue su sorpresa cuando sintió algo helado y burbujeante entrando a su boca, Jungbin estaba pasándole el champán que tenía dentro de su propia boca. Tragó, sintiendo que nuevamente un suspiro quería salir por sus labios, pues su cuerpo había reaccionado en un instante.

La chica volvió a tomar del líquido y esta vez se sentó a horcajadas sobre los muslos de Kim, nuevamente uniendo sus labios y pasando la bebida a su boca. Namjoon creyó que jamás el champán le había sabido tan bien como en aquel momento. Enterró los dedos sobre los glúteos de la chica y la acomodó para que sintiera cómo estaba poniéndolo. Estaba duro y ni siquiera le había dado un beso como correspondía, así que atrapó aquellos labios con los suyos para que no volviera a escapar y la besó con dureza. Había estado deseándola durante toda la tarde, no podía sacársela de la cabeza ni dejar de imaginar que estaría esperándolo en la noche.

Sin duda, el recibimiento había sido mucho mejor del que esperaba.

Jungbin correspondió con desesperación a aquel beso con sabor a espumante, dándole a entender que lo deseaba tanto como él a ella, y sus manos vagaron por su chaqueta, encontrando el borde para quitarla lo más rápido posible y lanzarla lejos. Luego fue por su camisa, cuyos botones quitó uno por uno, dejándose cada vez más espacio para recorrerle la piel caliente con los labios. Namjoon gemía con cada mordisco que recibía y no se negó cuando, por debajo de la clavícula, Jungbin comenzó a succionar con fuerza, dejándole una marca violeta que resaltaba en aquella piel color caramelo.

Amaba escucharlo gemir y que la causa de aquellos gemidos fuera ella misma. Lo empujó suavemente para que su espalda se recostara sobre el colchón y siguió con su trabajo luego de darle un nuevo trago a la botella. Se sentía embriagada, tanto por el alcohol que de a poco comenzaba a correr por sus venas como por la imagen que se presentaba ante sus ojos: el torso desnudo de Namjoon a su entera disposición. Volvió a pegar sus labios sobre la piel morena, pero terminó recorriéndola con la lengua, llegando justo al pezón que se encontraba producto del estremecimiento que había recorrido el cuerpo del hombre al sentir los labios fríos de Jungbin.

Namjoon levantó la cabeza para mirar cómo Jungbin abría la boca para atrapar su pezón. Gimió fuerte ante aquella sensación nueva y tan placentera y el cosquilleo en la parte baja de su estómago se incrementó. Se sintió sorprendido de estar disfrutando la situación, siendo que la chica era quien llevaba las riendas y estaba dándole placer.

No lo había aceptado en voz alta, pero Jungbin se había convertido en muchas de sus primeras veces.

Los labios de la chica siguieron bajando, acercándose a su abdomen, donde se marcaban los músculos que también fueron lamidos. Estaba tan cerca del borde del pantalón y le parecía tortuosa la manera en la que ella se daba el tiempo de saborearlo. Quería que le terminara de quitar la ropa, quería follársela en su posición favorita y en todas las posibles. Se sintió abrumado al sentir tantos estímulos a la vez, Jungbin besándole y succionándole la piel mientras que se movía suavemente contra su miembro, casi como si se lo estuviera montando.

Sus mejillas estaban enrojecidas y su cabeza daba vueltas producto de su respiración acelerada. Sin embargo, no se encontraba para nada disgustado.

Los dedos de Jungbin se deshicieron del pantalón y Namjoon terminó por quedar completamente desnudo frente a ella. Su miembro estaba perfectamente erecto, curvado en dirección al rostro masculino y brillante gracias a la insistente fricción que Jungbin había mantenido.

Las manos grandes se aferraron al cubrecama cuando sintió el cálido aliento sobre la parte más sensible de su pene. Levantó las caderas, ansioso por recibir más, y sus ojos se cerraron con fuerza cuando Jungbin le otorgó la atención que tanto necesitaba. Gimió ronco al sentirse envuelto en aquella cálida humedad que se adecuaba a su grosor. Quería llevar sus manos sobre aquella cabeza que subía y bajaba, estableciendo un ritmo que terminaría por volverlo loco, pero se encontraba estático, poseído por su propio placer.

Levantó la cabeza y se encontró con aquellos ojos redondos que frecuentemente le recordaban a un animalito indefenso, pero que en ese momento lo observaban con intensidad mientras le succionaba la polla con la boca.

No se sintió capaz de seguir aguantando. Cuando se trataba de Jeon Jungbin era un hombre débil, en todos los sentidos.

—Mierda —gimió otra vez—. No te detengas, Jungbin.

Y ella le obedeció, manteniendo la constancia de las embestidas que daba con su boca. Pronto, Namjoon sintió su miembro temblar, anunciando el preciado orgasmo que tanto ansiaba conseguir. Jungbin se lo había dado de una manera excepcional. Se dejó ir mientras soltaba un largo gemido ronco, llegando a dolerle los músculos del cuerpo por lo intenso de la sensación.

Jungbin se relamió los labios cuando liberó el miembro de su boca y se sentó a un lado del cuerpo de Namjoon, mirándolo con una pequeña sonrisa en los labios. Había cambiado un montón, él lo sabía, pues hacía un tiempo jamás hubiese sido capaz de tener aquella iniciativa. Y aquello le gustaba, le gustaba Jungbin en todas sus facetas, pero sobretodo cuando la veía sonreír.

Sacudió la cabeza, alejando aquel pensamiento de su mente. No era el momento, pues ella le observaba expectante. Quería más y él también.

Namjoon se incorporó en el colchón y atacó nuevamente los labios que ahora tenían sabor a él. Era su turno e iba a volver a ser quien siempre había sido: el amo de Jungbin. Se separó bruscamente de los labios hinchados de la chica, provocando que se escuchara un chasquido, y se puso de pie.

—Quítate la ropa —le ordenó.

Jungbin obedeció y con lentitud se deshizo del pijama traslúcido, quedando únicamente con una tanga. Sus dedos se engancharon en las tiritas que se sujetaban a sus caderas, pero la voz de Namjoon la detuvo:

—Déjate la tanga.

Ella obedeció y le miró con lo que le pareció inocencia fingida, esperando a la siguiente instrucción.

Namjoon moría por verla completamente desnuda, por supuesto, pero había algo en aquella tanga de color rosa que le hipnotizaba. ¿Cómo era posible que una prenda tan pequeña e insignificante hiciera ver tan sensual a aquella mujer?

—Ponte de estómago y levanta el culo.

Inmediatamente pudo conseguir su vista favorita: la entrepierna de Jungbin alzándose frente a sus ojos. Estaba cubierta por el trocito de tela que era parte de la tanga y que se encontraba empapado, absorbiendo todos los fluidos de la chica.

Namjoon se relamió los labios. Sí, aquella era su posición favorita.

Se acercó, colocando su miembro que nuevamente comenzaba a despertar justo en el espacio en el que se juntaban las piernas de Jungbin, y con el dedo apartó hacia el lado el delgado trozo de tela para posteriormente perderse dentro de aquellos labios que brillantes en fluidos lo invitaban insistentes a profanarlos. El cuerpo de la chica se sacudió cuando los dedos la llenaron de pronto y tuvo que aguantarse las ganas de moverse para masturbarse a sí misma.

A Namjoon no le agradaría eso. ¿O sí?

La chica giró la cabeza para mirarlo. Estaba demasiado concentrado empapando sus dedos, así que no pudo notar que Jungbin se dedicaba a admirar sus mejillas enrojecidas y la marca violeta sobre su pectoral. Los dedos fueron retirados de su interior, dejándola con una sensación de inconformidad, pero inmediatamente vagaron un poco más hacia arriba, justo en aquel punto donde se encontraba su segundo agujero.

Jungbin pegó un salto y escondió el rostro en la almohada que tenía debajo. Aquello era algo inesperado, la manera en la que él había comenzado a acariciarla en esa zona, estimulándola lentamente, preparándola para lo que vendría más adelante. Sus dedos expertos la acariciaron de manera circular y Jungbin de a poco pudo sentir cómo su entrada comenzaba a dilatarse.

Era algo extraño y nuevo para ella, algo que no le resultaba desagradable en lo absoluto.

—Lamenté no traer un lubricante —lo escuchó murmurar a su espalda—, pero veo que no fue necesario.

Era cierto, Jungbin estaba tan empapada que aquello había sido suficiente para humedecer todo lo que él había querido. Con su mano libre se masturbó para terminar de conseguir esa erección que tanto necesitaba para continuar.

Namjoon se moría por poseerla una vez más, no había podido sacarla de su cabeza desde que se habían separado al llegar, no quería despegarse de aquella sonrisa que le hacía acelerar el corazón, ni de aquellos ojos que siempre le miraban con devoción, como si fuera el único hombre en el mundo. Y, al parecer, ella también era la única mujer existente para Namjoon.

¿En qué momento le había sucedido aquello?

¿Por qué sus pensamientos inevitablemente lo llevaban hacia ella?

Guio su miembro hacia la entrada húmeda y no dudo en hundirse en ella. Soltó un jadeo cuando se sintió acogido por aquellas paredes que lo abrazaron con fuerza a su alrededor. El interior de Jungbin temblaba y él podía sentir cada uno de los espasmos con fuerza cerrándose sobre él. Cerró un segundo los ojos, intentando eliminar de su mente la imagen de ella en la posición en la que se encontraba, la que él mismo le había pedido y la que era su favorita, si seguía viendo el trasero de la chica levantado hacia su cuerpo y su miembro enterrado en lo más profundo de su interior no podría evitar correrse. Todo eso sumado a su dedo que seguía jugueteando, estimulando el otro agujero de la chica.

Se sintió estremecer cuando comenzó a moverse, estando cerca del clímax, pero debía aguantar. No podía acabar una segunda vez sin que Jungbin tuviera su preciado orgasmo. Eso le encantaba, verla retorcerse por el placer que le brindaba, saber que él había sido quien había provocado que sus mejillas se pusieran rojas y sus ojos llorosos. Le encantaba cada gemido que salía de su garganta, dándole a entender que le gustaba lo que estaba recibiendo, era como música para los oídos de Namjoon.

Se movió apresuradamente, golpeando sus caderas contra el trasero de Jungbin con tanta fuerza que el chasquido de sus sexos húmedos se escuchó perfectamente en toda la habitación. Jungbin gimió fuerte, sintiendo sobrecogida por la cantidad de estímulos, la mezcla entre las embestidas que Kim le daba y el dedo que lentamente comenzaba a ingresar en su parte de atrás le hicieron temblar. Volvió a enterrar la cara en la almohada. Se sentía tan bien estar llena por todas partes y por el mismo hombre.

—¡Qué chica tan ruidosa! —Namjoon se inclinó hacia su oído, susurrando con voz ronca—. Todo el hotel debe de estar escuchándote.

Y no eran solamente los gemidos de Jungbin, sino que el sonido de sus sexos empapados, el de sus cuerpos chocando y la manera en la que el respaldo de la cama golpeaba la pared, a un ritmo tan acelerado que únicamente podría tratarse de dos personas en medio de un momento apasionado.

Jungbin giró el rostro para encontrarse con los ojos de dragón oscurecidos y se remojó los labios antes de hablar:

—Entonces todo el hotel se enterará de lo bien que me coges.

Namjoon sintió que su miembro temblaba nuevamente al escucharla de esa manera. Estaba completamente impresionado y, sobre todo, encantado con lo que le había dicho. Todavía con la boca medianamente abierta, tomó la mano de la chica y la guio hacia su clítoris.

—Tócate.

Quería verla acabar, sentirla apretarse una y otra vez contra su miembro, pues sólo eso le dejaría completamente satisfecho.

Jungbin obedeció y sus dedos acariciaron suavemente aquel botón de nervios. Creyó que no era posible sentir más placer del que ya estaba sintiendo, pero se había equivocado. Inmediatamente la sensación de cosquilleo se instaló en la parte baja de su vientre, anunciando su orgasmo y sus piernas temblaron debido a la fuerza con la que se avecinaba su clímax. Su espalda se arqueó, de arriba hacia abajo, una y otra vez, y los músculos de su interior temblaron, cerrándose con fuerza sobre el miembro que seguía penetrándola a ritmo apresurado.

Su cuerpo se desplomó sobre el colchón y de pronto su espalda estuvo bañada de un líquido cálido y viscoso. Namjoon había acabado, logrando hacer que ella lo hiciera antes, como si aquello significara un récord olímpico. Se dejó caer a su lado después de haberla limpiado y la miró directamente a los ojos mientras Jungbin todavía terminaba de recuperarse. Lucía hermosa de aquella manera. Tragó saliva, dándose cuenta de aquel casi desconocido cosquilleo en el estómago. Hacía muchísimo tiempo que no lo sentía y aquello le entrecortó la respiración.

Se sentó sobre el colchón y buscó su ropa con la vista, pero la habitación estaba demasiado oscura, por lo que terminó poniéndose de pie. Por el rabillo del ojo vio a la chica sentándose también y mirándole con ojos brillantes.

—¿Namjoon? —Lo llamó con voz suave.

Él se detuvo a media acción y se giró hacia aquellos ojos redondos, brillantes como un caramelo.

—Me iré a mi habitación —respondió a aquella pregunta que ella jamás había llegado a formular—. No quiero molestarte, Jungbin.

Ella se remojó los labios y luego bajó la vista hacia sus manos.

—¿Cuántas veces debo pedirte que te quedes para que lo entiendas? —Murmuró—. Me gusta estar contigo...

Namjoon volvió a tragar saliva. Miró hacia la salida de la habitación y luego miró el cuerpo de Jungbin, encorvado por lo que parecía ser la vergüenza, y terminó por soltar la ropa que había recogido. Se acercó nuevamente hacia ella y la tomó suavemente por el mentón para encontrarse con sus labios hinchados y sus ojos impresionados. La besó lentamente, sin un ápice de lujuria, sin una segunda intención. Simplemente la besó porque le apeteció.

—Me quedaré —resolvió después de alejarse un poco.

Entonces se metió dentro de la cama junto a Jungbin, sin nada de ropa, y el corazón le latió con fuerza cuando ella se acurrucó entre sus brazos, apoyando la cabeza sobre su pecho y enredando sus piernas con las de él. 

Estoy emocionada! Será que Nam ya quiere a Jungbin? 

Recuerda dejar tu voto, significa mucho para mí! 🩷

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