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CAPÍTULO 29

29

Aquel no sería un buen día y Jungbin lo sabía.

Alrededor de las once de la mañana se había puesto en marcha al apartamento de Jungkook, teniendo claro que no pasaría precisamente un buen rato. Sin embargo, el hecho de tener a Namjoon acompañándola la hacía sentir muchísimo más tranquila, aunque no lograba apaciguar la inminente sensación de que algo horrible sucedería en su pequeña reunión con su madre y su hermano.

A pesar de ofrecerse múltiples veces a acompañarla en todo momento, Namjoon finalmente se quedó afuera del apartamento, pendiente a si Jungbin necesitaba algo. Por si es que llegaba a necesitar de él.

—Te has dignado a aparecer —fue lo primero que le dijo su madre cuando la chica había entrado.

Ambos estaban sentados en la mesa del comedor, desayunando, y la miraron de reojo, como si estuviera interrumpiendo un momento muy importante. Como si hubiese interrumpido un momento familiar importante siendo ella una total desconocida.

Aquel fue el recibimiento que le dieron. Su madre no la saludó y Jungkook tampoco. Jungbin sabía que ambos eran demasiado orgullosos, que aquella actitud se debía a la discusión que la chica había tenido por llamada telefónica la tarde anterior. Pero no creyó que fuera a dolerle tanto.

Un nudo se formó en su garganta. Sin embargo, intentó mantener la misma postura de la tarde anterior: dura. Quizás aquella era la única manera en la que podía ser fuerte frente a ellos, las personas que más amaba en el mundo y quienes más daño le habían hecho. Quizás si se engañaba a sí misma podría hacerle creer a su madre y su hermano que se había vuelto una persona fuerte y que las cosas relacionadas a ellos ya no le afectaban. Aunque probablemente jamás se hayan dado cuenta del daño que provocaban sus palabras en ella.

—He venido, como querías —respondió.

Jungkook se acomodó sobre su asiento, girando levemente su cuerpo hacia su hermana y mostrando una expresión de disgusto, aquellas a las que Jungbin en cierto momento ya se había acostumbrado, pero que después de tanto tiempo volvieron a romperle el corazón.

Le hubiese encantado preguntarle en algún momento de su vida qué había sido lo que había cambiado entre ellos, saber qué era lo que Jungbin había hecho mal para que la despreciara de tal manera. Pero jamás lo había hecho y ya no creía poder encontrar la oportunidad para hacerlo.

—¿Esa es la manera en la que saludas a mamá? —Cuestionó él—. Ha pasado mucho tiempo desde que no la veías.

Jungbin apretó la mandíbula y bajó la vista por un momento.

—Hola, mamá —soltó, tragándose las horribles palabras que querían escapar por su boca.

La mujer le miró de reojo y soltó un suspiro antes de dejar su taza de té sobre la mesa. Demoró un par de segundos en posar sus ojos sobre ella, pero terminó por girarse y dedicarle aquella mirada que por un tiempo creyó haber olvidado. Jungbin siempre creyó que era impresionante la habilidad que su madre tenía para poder comunicar todo con una sola mirada, pues en aquel momento nuevamente volvía a observarla demostrándole la profunda decepción que sentía hacia ella.

Algo se removió dentro del estómago de Jungbin, volviendo todavía más incómoda aquella sensación que tenía y que le decía que prontamente explotaría.

—Jungbin —dijo ella con severidad—, ¿puedes explicarme todo esto?

—¿Qué cosa?

—¿Por qué has dejado solo a tu hermano? Llegué ayer, creyendo que me encontraría con mis dos hijos, pero grande ha sido mi sorpresa cuando sólo me he encontrado con uno.

Jungbin tragó saliva y desvió la mirada a Jungkook, que la observaba con la cabeza ladeada. ¿Por qué estaba haciéndose la víctima? Él mismo había sido quien le dijo que debía marcharse apenas pudiera y eso mismo había sido lo que Jungbin había hecho, yéndose con Namjoon apenas este le había ofrecido un lugar en su casa a cambio se ser su mascota.

—Jungkook me ha pedido que me marche apenas pueda.

—¡Vamos, Jungbin! —Intervino él, soltando una carcajada—. No lo decía en serio.

La boca de la chica se abrió descaradamente gracias a la sorpresa que le provocó escuchar aquello.

—¡Te encargabas de repetírmelo a diario! —Alegó, levantando un poco la voz.

—¡Por favor, Jungbin! —Exclamó su madre, llevándose la mano hacia la frente—. Me provocarás dolor de cabeza. Quiero que hoy mismo traigas tus cosas y vuelvas a vivir aquí.

Jungbin abrió la boca todavía más y negó con la cabeza. Su rostro demostraba la confusión total que sentía.

—No puedes pedirme eso.

—¡Claro que puedo! También debes volver a trabajar en el restaurante, ¿no te da vergüenza no apoyar a tu propia familia?

—Así que de eso se trata —Jungbin se giró hacia su hermano.

Él se encogió de hombros.

—Jamás creí que te tomarías las cosas tan en serio, Jungbin —explicó con aire relajado—. Y sí, necesito apoyo en el restaurante y creo que sería bueno que volvieras.

Jungbin formó dos puños apretados con ambas manos, que se tensaron tanto a cada lado de su cuerpo que sintió que las uñas se le enterraban en la palma de la mano y le hacían daño.

—¿Por qué me haces esto? —Preguntó entonces mientras se le quebraba la voz.

—¡Dios mío, Jungbin! —Interrumpió su madre, abriendo los ojos más de lo normal—. ¡¿Por qué siempre debes dramatizar todo?! Tu hermano está pidiendo tu ayuda...

—¡¿Qué es lo que quieren de mí?! —La interrumpió ella, sabiendo que sus ojos ya se habían llenado de lágrimas—. ¡He intentado complacerlos durante toda mi vida! ¿Qué es lo que debo hacer para que estén satisfechos?

Jungkook decidió correr la vista hacia otro lado, como si ya estuviese cansado de aquella escena. Aunque Jungbin jamás había sido lo suficientemente valiente como para decirla en voz alta. En cambio, su madre abrió todavía más los ojos, sin creer la insolencia de su propia hija.

—¡Jungbin! —La reprendió—. ¿En dónde aprendiste esos modales?

—Seguramente con el hombre con el que vive —murmuró Jungkook.

Su madre levantó las cejas y frunció los labios antes de soltar la pregunta que desató todas las emociones que Jungbin tenía dentro:

—¿Estás embarazada? Por eso te has ido con él, ¿no es así?

La chica se llevó las manos a la cabeza y negó repetidas veces con la cabeza. Por un segundo solamente pudo escuchar los acelerados latidos de su corazón como si este estuviera junto a sus oídos, de manera ensordecedora y desesperante. Soltó un suspiro tembloroso.

—Ya estoy harta de esto —murmuró—. Desde que papá se fue no han dejado de torturarme.

—¡Aquí no hablamos de tu padre! —La amenazó su madre.

Su padre, que tanto la había amado durante su infancia era probablemente el recuerdo que Jungbin atesoraba más fuertemente. Había sido un buen hombre, demostrando siempre el amor que sentía por Jungkook y por ella, pero siempre demostrándole a Jungbin que era la princesa que alegraba sus días. Sin embargo, en cierto momento el amor que sentía por la madre de sus hijos se había apagado y decidió marcharse. Desde aquel día Jungbin no lo había vuelto a ver y aquel había sido el inicio de su miserable vida.

Ella negó con la cabeza, tratando de alejar aquellos recuerdos dolorosos de su cabeza.

—Me voy a casa.

Se giró, pero no logró dar más de dos pasos cuando la voz de su madre la interrumpió:

—¡Esta es tu casa!

—No —negó con la cabeza.

—¡Dile a tu novio que vuelva a invertir en el restaurante! —Le pidió Jungkook antes de que ella lograra llegar a la puerta del apartamento—. Realmente lo necesito.

Así que esa era la razón de sus insistencias. Jungbin se giró hacia él y negó con la cabeza nuevamente.

—Vete a la mierda, Jungkook —escupió—. No vuelvas a llamarme jamás.

Antes de que alguno de los dos pudiese responder algo, la chica ya había salido de casa.

Jungbin se quedó de pie en el pasillo mientras Namjoon se acercaba con cara de preocupación. Le había quedado un sabor amargo en la boca, simplemente por el hecho de que hubo un montón de cosas que quiso decirles, cosas que siempre se había guardado y había intentado mantener alejadas de su mente, pero no fue capaz de decir nada aparte de lo que ya había dicho.

—¿Estás bien, Jungbin?

Había dejado de llorar, aunque aquello no significaba que le hubiese dejado de doler. Soltó un suspiro tembloroso, pues su cuerpo todavía se encontraba en estado de alerta luego de lo ocurrido, y terminó por asentir con la cabeza.

—Ha salido justo como creí.

Él dibujó una pequeña sonrisa en sus labios, casi como si con ese gesto intentase darle ánimo, y le puso la mano sobre la mejilla, donde la acarició suavemente.

—Pero eso no significa que haya salido bien.

Jungbin cerró los ojos un instante, disfrutando de la caricia que él le proporcionaba. Le encantaba aquella sensación que él podía provocarle, casi como si se tratara del florecimiento de algo tan hermoso y delicado como una flor en medio del caos de una guerra. El sentimiento de confortabilidad en medio de la adversidad.

—No ha salido bien —acordó con él— y siento que ha sido una estupidez haber venido.

La mano de Namjoon bajó desde su mentón hacia su hombro, donde siguió dando caricias.

—Eso no es cierto —negó con la cabeza, volviendo a sonreírle—, has afrontado todo de una manera muy valiente.

—Pero he terminado llorando y gritando como una loca.

—¿Por qué crees que eso es malo? —La tomó por las mejillas para que ella le viera a los ojos—. Ninguna emoción que tengas es mala, Jungbin, ninguna emoción o sentimiento que alguien tenga es incorrecta —con los pulgares limpió las lágrimas que nuevamente cayeron de los ojos de Jungbin—. ¿Quieres ir a casa?

La chica se quedó un momento observándolo, creyendo que aquel hombre era el mejor que podría haberse encontrado en el mundo. Siempre lo había sabido, desde que lo había conocido, pero jamás había podido darse cuenta de lo hermosa persona que realmente era. Jamás se había encontrado junto a él en una situación que involucrara tanto sus sentimientos.

Asintió con la cabeza y se afirmó de su brazo para volver al auto que los esperaba estacionado frente al edificio.

Jungbin tenía muchas cosas guardadas en su interior, esperando en algún momento a ser lanzadas como palabras venenosas con la intención de hacer daño a su madre y a Jungkook. A pesar del amor que sentía por ambos, las había guardado en su cabeza durante todos los años en los que ellos la habían hecho sentir menos simplemente por no ser de la manera en la que esperaban. Estaban dentro suyo, cerca de su corazón, volviéndolo negro y duro. Pero en aquel momento se dio cuenta de que era necesario dejar ir aquellas palabras, aquellas memorias que tanto amargor le daban a su vida.

No iba a decirlas jamás porque ella no era así, no quería dañar a la gente que amaba. No quería hacerles lo mismo, pues sabía lo que dolía ser el objeto de desprecio de la familia. Sabía lo mucho que costaba recuperarse, porque ella estaba todavía en proceso de hacerlo y sentía que todavía no había logrado ni la mitad de su recuperación. Jungbin no le deseaba ese dolor a nadie. Así que finalmente supo lo que debía hacer: soltar. Soltar las palabras cargadas de rencor que estaban muy en su interior y dejar que el viento se las llevara.

Ella no quería hacer el mismo daño que le habían hecho, de eso estaba completamente segura.

Será que Namjoon es un hombre que resuelve????
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