CAPÍTULO 27
En cierto momento, Jungbin perdió el sentido del tiempo. No supo cuánto rato había transcurrido desde que Namjoon se había dado media vuelta y la había dejado allí, en la oscuridad del cuarto de castigos. Lo que sí sabía era que ya no toleraba el dolor.
Había intentado apoyar su peso sobre los dedos de los pies, que apenas lograban tocar el suelo. Después, cuando el dolor se le hizo insoportable, intentó cargarse sobre los brazos que tenía extendidos. Y al cabo de un rato el dolor en ambas partes se le estaba haciendo insoportable, pues ya su cuerpo se encontraba entumecido por estar tanto rato en la misma posición incómoda.
Ni siquiera podía distraerse intentando pensar en otra cosa porque su mente insistentemente la llevaba hacia él. ¿Qué era lo que había hecho mal? Sí, eso lo sabía. Había desobedecido las órdenes del señor Kim, pero él había dicho que no estaba enfadado con ella. Entonces, ¿por qué la había castigado de todos modos? Jungbin creyó que no se trataría más que de un par de azotes, como las veces anteriores, y que todo terminaría de la manera que ya conocía.
Pero allí estaba, hambrienta, con el cuerpo helado y adolorido y algunas lágrimas secas en sus mejillas. Ya tenía un poco de sueño, quizás por encontrarse tanto tiempo en la oscuridad, y no se dio cuenta cuando sus párpados comenzaron a pesar.
No tenía idea de que fuera posible dormir con tanta incomodidad, pero lo logró. De cierta manera, fue lo mejor que pudo hacer, pues cuando volvió a abrir los ojos ya se encontraba en su habitación con el cuerpo enrollado en mantas. No quiso moverse inmediatamente porque su cuerpo todavía dolía, aún más que en la mañana, así que posó la vista sobre la ventana y notó que ya había oscurecido. Quizás ya eran las ocho.
No podía explicarlo, pero había cierto tinte mágico en el ambiente, algo que provocó que su pecho cosquilleara. Se había dormido en la sala de castigos, pero había aparecido en su habitación, sensación similar a cuando los niños se duermen en el sofá y luego despiertan a la mañana siguiente en su propia cama. Y lo que más le impresionó era que no se sentía horrorizada ni enfadada por lo que había sucedido, dándose cuenta de que anteriormente había llorado simplemente por el hecho de quedarse sola en aquella habitación fría. Algo completamente contrario a lo que creyó que sucedería.
El olor de la cena se coló a su habitación y su estómago gruñó, recordándole que no había comido nada en todo el día. Ya había perdido la costumbre de pasar largos tramos de tiempo sin comer, Namjoon se había encargado de que así fuera dándole comida al menos tres veces al día y dinero ilimitado para que se comprara lo que quisiera y cuando quisiera si es que le entraba el hambre y no estaba en casa. Terminó por levantarse lentamente, teniendo cuidado de no exigir a su cuerpo más de lo que debía, y caminó hacia la cocina.
Namjoon la recibió con una cálida sonrisa que le sacó un ligero sonrojo. Probablemente nunca se iba a acostumbrar a tenerlo cerca, parecía una persona de otro planeta.
—Has despertado.
Ella asintió con la cabeza. No había querido deshacerse de las mantas en las que él la había envuelto, así que arrastraba al menos tres kilógramos más sobre su cuerpo y únicamente se le veía el rostro y parte del cabello. Se acercó a él y miró lo que acababa de meter al sartén.
—Huele delicioso.
Mantuvo la distancia con el cuerpo del hombre, aunque realmente quería abalanzarse hacia él, abrazarlo y no soltarlo en un buen rato. Su sorpresa fue grata cuando le acarició la cabeza por encima de las mantas.
—No tienes idea de cuántos años me tomó aprender a cocinar algo decente —soltó él en medio de una carcajada.
Jungbin cerró los ojos, dándose un momento para disfrutar de aquel toque indirecto. Su corazón revoloteaba como loco, al igual que las mariposas de su hambriento estómago.
—A mí me gusta tu comida —aseguró en voz baja.
Él se giró completamente para mirarla, con una ceja enarcada.
—Sólo lo dices porque no te queda opción.
Jungbin soltó una carcajada y negó frenéticamente con la cabeza, una y otra vez hasta que se mareó, tambaleándose ligeramente hacia adelante y chocando con el cuerpo de Kim. Él la sujetó con cuidado y la ayudó a recuperar la estabilidad, pero no quitó sus manos de la cintura de la chica, cubierta de varias capas de mantas abrigadoras.
—¡No es cierto! —Alegó ella, todavía riendo—. Realmente me gusta mucho.
Miró sus ojos, que ya no parecían tan amenazantes como los de un dragón, y ahogó un suspiro. Estaba perdida, lo sabía, perdidamente enamorada de alguien cuyas señales le resultaban confusas y que, de cierta manera, no tenía el deber de corresponderla. El contrato sólo especificaba la relación entre amo y sumisa que tendrían, no hablaba de ningún tema romántico, pero para ella había sido inevitable caer a sus pies.
Namjoon se acercó un poco más, inclinándose para que sus rostros quedaran a la misma altura, y susurró algo que la dejó sin aliento por un instante:
—¿Puedo besarte?
Aquella pregunta tan inocente, pero que revolvió todos los pensamientos de Jungbin hasta el punto de dejarla un instante en blanco. No era sólo lo que había dicho, sino cómo lo había dicho, apenas en un hilo de voz que lo hizo sonar de una manera extremadamente inocente. Pero Kim Namjoon no era un hombre inocente.
Terminó de acortar la distancia entre ambos y unió sus labios en un beso que inmediatamente se tornó hambriento. La lengua dominante de Kim recorrió su boca, adueñándose de ella y marcando el ritmo a gusto suyo. La chica suspiró, dándose cuenta de que rápidamente había ascendido al cielo y tocaba las nubes con la yema de los dedos. No se había equivocado, besar a Namjoon era tan comparable como beber ambrosía, dejándola con una sensación de éxtasis difícil de describir con palabras.
Las manos la tomaron con posesión por la cintura, apegando sus cuerpos, y entonces Jungbin pudo sentir la creciente erección contra su vientre. Sabía que ambos se encontraban en la misma situación, por lo que se sorprendió ligeramente cuando él se echó hacia atrás y cortó el contacto entre sus bocas.
—¡Esto va a quemarse! —Explicó, dándole atención nuevamente al sartén.
Jungbin se quedó un momento intentando procesar lo que había ocurrido. Finalmente le había besado como correspondía y la única prueba de ello era el cosquilleo que todavía sentía sobre sus labios. ¿Estaría fuera de lugar si le diera un abrazo? Quizás era una muestra de afecto demasiado directa para él. Así que simplemente tomó asiento en un taburete cuando se dio cuenta de que se había quedado parada como una tonta.
—¿Cómo han marchado las lecciones de conducción con Jimin? —Le preguntó él cuando ya había puesto un par de porciones de lo cocinado en platos.
Jungbin intentó masticar con lentitud, pero la urgencia de su estómago hambriento le llevó por otro camino. Asintió con la cabeza al darse cuenta de que no era capaz de parar de comer e incluso habló con la boca llena:
—Él cree que ya estoy lista.
Kim ahogó una sonrisa, mirando hacia abajo por un momento, y también asintió con la cabeza.
—¿Y cómo te sientes tú?
—Sólo ya no quiero seguir siendo una molestia.
Namjoon tomó una servilleta de papel y la acercó al rostro de Jungbin.
—No eres una molestia, Jungbin —dijo mientras le limpiaba la comisura del labio—. Jamás creas eso.
Ella dejó de masticar, sintiendo que las mejillas se le ponían coloradas ante aquel acto que había parecido tan cotidiano. Sin embargo, no podía estar de acuerdo con él, pues Jimin tenía que pasar mayor cantidad de horas trabajando para tener que realizar un milagro. Porque Jungbin era demasiado torpe como para aprender a conducir.
—Por cierto —continuó él—, la próxima semana habrá otro evento con los socios de la empresa. Cómprate conjuntos lindos porque iremos a la isla Jeju durante el fin de semana.
Aquello había sido como recibir una buena y una mala noticia al mismo tiempo, pues ya había tenido una mala experiencia en la cena anterior, cuando tuvo la desgracia de conocer a An Jiwoo, y, por otro lado, le emocionó saber que viajaría a Jeju, un destino tan cotizado en Corea del Sur.
Aunque realmente le hubiese emocionado viajar a cualquier parte, Jungbin no había estado en otro lugar que no fuera Busan, su cuidad natal, y Seúl.
—¿No me acompañarás a comprar conjuntos lindos? —Le preguntó, mirándolo entre las pestañas.
Namjoon levantó ligeramente las cejas y luego soltó una carcajada.
—Quizás disfrutes más yendo con tu amiga.
La sonrisa casi abandonó el rostro de Jungbin.
Jimin era un bocón, daba información hacia los dos lados sin decidirse por uno. Él era el único que podría haberle dicho a Namjoon acerca de su extraña relación con Hyorin. Relación que Jungbin no sabría definir como "amistad", pero que se había estrechado últimamente.
No dijo nada, pero le hubiese encantado que él la acompañara de la misma manera en la que hizo al principio de su relación. Sin embargo, Jungbin sabía que las cosas habían cambiado un poco.
Cuando la cena finalizó Jungbin subió a su habitación, siguiendo las órdenes de Kim. Había sido un día duro para ella en el sentido físico, por lo que era muy importante que descansara como correspondía. Aunque Jungbin había tenido una siesta reparadora, pero prefirió mantenerse lo más obediente posible. Decidió que revisar su celular sería un buen método para pasar el tiempo, celular que había quedado olvidado desde la noche anterior en el bolso que había utilizado para ir a la fiesta.
Hyorin
Le pedí tu número a Minhyuk.
Quería saber si sigues viva.
¿Estás ahí?
Jungbin, si no me contestas
llamaré a la policía.
La chica ahogó una carcajada y tecleó una respuesta.
Jungbin
Aquí estoy, viva y coleando.
Hyorin
¡Gracias a Dios!
¿Estás bien?
Estaba preocupada.
La calidez se extendió por su pecho al leer aquellos mensajes, pero no logró responder porque la puerta sonó y luego apareció Namjoon, sosteniendo un vaso con agua y un par de píldoras.
—Me olvidé de darte esto —se excusó—. Deberías tomarlos para evitar los dolores.
Era cierto, lo mejor sería tomar analgésicos debido a que había pasado horas suspendida en el aire, sujetada por las muñecas. Sin embargo, no pudo evitar sonreír debido a la preocupación de Kim hacia ella.
Bebió todo el contenido del vaso después de echarse las pastillas a la boca y lo dejó sobre la mesa de noche. Namjoon la observaba manteniendo la distancia y le regaló una pequeña sonrisa cuando ella estiró uno de sus brazos, teniendo la mano para que él la sostuviera, cosa que no dudó en hacer. Tomó con delicadeza la mano que era mucho más pequeña que la suya cuando ya había reducido la distancia entre ambos.
—Fuiste a buscarme —dijo ella, haciendo referencia a la noche anterior, y Namjoon asintió con la cabeza—. ¿Por qué?
—Porque dije que lo haría —respondió con la voz sonando un poco más profunda que un momento atrás.
Jungbin guio la mano de Kim hacia su mejilla, donde recibió una pequeña caricia. El pulgar masculino le acarició el labio inferior, provocando que la boca de la chica se entreabriera, dando el espacio justo para poder introducir el dedo que fue succionado por ella.
Namjoon soltó un suspiro al verla desde arriba, siendo observado atentamente por aquellos ojos redondos e inocentes a la par que le chupaba el dedo. Terminó por volver a acariciar el labio inferior, pero esta vez dejándolo brillante por la saliva de la chica. Quería besarla nuevamente, pero de una manera todavía más salvaje.
—Y no me dejaste ir.
—Dije que no te dejaría sola, ¿no es así?
Qué dicen ustedes? Va creciendo el amor o no?
Recuerda dejar tu voto por favorcito!
Recuerden que tengo un grupo de WhatsApp para mis lectores, por si quieren saber adelantos y spoilers de futuras historias 🩷 link en mi bio o por dm
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