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CAPÍTULO 25

25

Jungbin tragó saliva y sujetó fuerte el celular que sostenía contra su oído.

—No —respondió.

Hubo un momento de silencio en el que supo que él probablemente se encontraba contando hasta cien para no gritarle. Inmediatamente se arrepintió de haberlo contradicho, pero realmente no le apetecía volver a casa tan temprano.

No cuando él iba a pasar toda la tarde del siguiente día con An Jiwoo.

Te lo pediré una vez más, Jungbin —le escuchó pronunciar lentamente—. Vuelve ahora.

Sabía que estaba haciendo algo incorrecto, que no debía desobedecer a su amo, y aquello la hizo arrugar el rostro por un momento. ¿Qué repercusiones tendría su desobediencia en la relación que mantenía con Kim Namjoon? La sola idea de perderlo le revolvió el estómago, aunque también pudo deberse al alcohol que había ingerido anteriormente. No quería perderlo, que él la dejara cuando claramente Jungbin no podía vivir sin él, pero ya estaba alcanzando su límite.

¿Siempre se trataría de ella dándolo todo y él, sólo un poco? ¿Siempre se trataría del mundo de Jungbin girando en torno a Kim Namjoon y él sólo dándole atención de vez en cuando?

Los ojos se le llenaron de lágrimas y negó con la cabeza, sabiendo que él no podía verla.

—¿Y qué sucederá si no vuelvo? —Se atrevió a preguntar.

La voz le había salido temblorosa por culpa de las lágrimas, pero inmediatamente se aclaró la garganta. No quería que él pensara que se encontraba vulnerable en ese momento, a pesar de estarlo.

Iré a buscarte.

—Buena suerte, señor Kim.

Antes de que él pudiera replicar, Jungbin había colgado la llamada.

No tenía idea de qué estaba haciendo y, al contrario de lo que había pensado, la sensación molesta en su pecho se había incrementado. ¿Qué pretendía realmente? Ya se lo habían dicho un montón de veces, Kim no era un hombre de romance y jamás lograría que corriera a buscarla porque se había dado cuenta muy tarde de sus sentimientos.

Iría a buscarla, sí, pero más encabronado de lo que alguna vez lo había visto.

Mientras tanto, Minhyuk había encontrado a Hyorin, que se había apoyado contra una pared intentando asimilar todo lo que acababa de escuchar.

—¿Y Jungbin?

Ella aplanó los labios.

—Fue a contestar una llamada, no sé si volverá.

Se quedaron un momento en silencio, abrazados por la música a todo reventar. Minhyuk se acomodó en su lugar, intentando encontrar las palabras para preguntar lo que quería. Últimamente había visto a ambas chicas muy unidas, incluso pasando tiempo juntas después de clase, y la curiosidad le estaba matando. Después de todo, Hyorin se había acercado inicialmente a Jungbin con una intención clara.

—¿Has podido averiguar algo? —Soltó cuando ya había juntado el valor suficiente.

No necesitaba clarificar más, Hyorin sabía lo que él estaba preguntando, por lo que asintió con la cabeza en respuesta.

—No lograrás nada con ella. Tiene novio.

Aunque probablemente aquel no era el término correcto, pero no quería darle más explicaciones de las necesarias a su amigo. Prefería que la palabra "mascota" que había utilizado Jungbin solamente diera vueltas en su cabeza, sin preocupar a nadie más.

Minhyuk hizo una mueca de decepción con sus labios y terminó apoyándose también en la pared, justo al lado de Hyorin.

—Creo que siempre lo supe —murmuró.

Ella se giró para mirarlo. Sentía un poco de lástima por él, pero no había nada que se pudiera hacer para cambiar la situación. Terminó por apoyar su cabeza en el hombro del chico.

—¿No crees que es mejor conservar su amistad?

—No tengo muchas otras opciones —respondió Minhyuk en medio de una carcajada que a Hyorin le pareció más de tristeza que de alegría.

A lo lejos vio aparecer nuevamente a Jungbin, quien se acercó a ellos lo más rápido que pudo, intentando esquivar a la gente que se encontraba bailando. Hyorin se incorporó en su lugar, un poco sorprendida de verla nuevamente.

—¡Creo que necesito otro trago! —Dijo la chica cuando llegó frente a ambos.

Minhyuk soltó una risotada, celebrando el entusiasmo de Jungbin, pero Hyorin no supo cómo interpretar aquel brillo en los ojos de la muchacha. Se había ido a toda prisa para contestarle al "señor Kim", quien parecía ser el hombre al que tanto quería impresionar Jungbin y sinceramente creyó que abandonaría la fiesta, dejándola con una sensación extraña en el estómago.

Sin embargo, habiendo vuelto con ellos, la sensación no desaparecía. Y es que Hyorin creía que algo estaba a punto de suceder.

—¡Iré por más! —Anunció Minhyuk—. ¿Tú quieres, Hyorin?

Ella respondió de manera negativa, moviendo la cabeza horizontalmente, y cuando él nuevamente las dejó a solas ni siquiera tuvo que formular la pregunta, pues Jungbin soltó todo por su propia cuenta:

—Dijo que si no volvía vendría a buscarme.

—¿Y...? —Le preguntó, incitándola a continuar.

—Le he deseado buena suerte —sus ojos redondos brillaban bajo las luces de colores.

Hyorin tragó saliva, sin saber si es que aquello significaba algo bueno o malo, aunque la persistente expresión de inquietud en el rostro de Jungbin le indicaba que no podía ser nada bueno.

Aún tenía dudas acerca de lo que la chica le había revelado momentos antes, pero tampoco quería parecer insistente o meterse en algo que no le incumbía.

—¿Y qué harás ahora?

Jungbin se encogió de hombros.

—Supongo que debería de disfrutar del tiempo que me queda aquí.

Hyorin aplanó los labios. Lo decía como si aquel hombre no la autorizara a salir nunca más de casa después de aquel incidente. ¿Debería preocuparse? No pudo preguntar mucho más, pues Minhyuk volvió a aparecer con un par de vasos.

¿Realmente el señor Kim iría a buscarla hasta ahí? Jungbin no lo sabía, pero estaba a punto de averiguarlo. Se bebió completamente el contenido del vaso, ahora disfrutando de cómo el líquido le quemaba la garganta y le calentaba el cuerpo. Sus mejillas se tornaron rosadas y le entraron ganas de reír a carcajadas cada vez que escuchaba hablar a Minhyuk.

Todo iba bien, o eso creía, y por un segundo hasta olvidó lo que había ocurrido con el señor Kim. Hasta que

Todo iba bien, o eso creía, y por un segundo hasta olvidó lo que había ocurrido con el señor Kim. Hasta que sintió una penetrante mirada justo sobre su nuca, sensación que la obligó a voltearse y encontrarse a la distancia con los ojos de dragón. Había un montón de gente entre ellos, pues Kim Namjoon se encontraba prácticamente en la entrada de la casa, pero Jungbin podía distinguirlo perfectamente. ¿Cómo podría pasarlo desapercibido si se había tomado horas y horas observando cada pequeño detalle de ese hombre?

La chica tragó saliva y la sonrisa inmediatamente se borró de su rostro. Kim había cumplido su palabra y había ido a buscarla, no tenía que mirarlo más de cerca para saber que estaba furioso y que apenas llegaran a casa tendría que enfrentar el castigo correspondiente.

Por su parte, Hyorin quedó boquiabierta cuando notó a aquel hombre que sobresalía en medio de la multitud y que parecía fulminar con la mirada a Jungbin. Aquel era el famoso "Señor Kim".

Jungbin se quedó un momento estática en su lugar, sin saber cómo debería reaccionar. Tenía un poco de miedo de lo que pasaría más adelante. Pero al pasar unos minutos sus pies automáticamente comenzaron a acercarse a Kim, como si él fuera una especie de imán.

Kim Namjoon era el imán de Jeon Jungbin.

No dijo nada cuando estuvo frente a él, y tampoco recibió ninguna palabra de su parte, simplemente el hombre se dio media vuelta y caminó en dirección a la salida. Esperó a que Jungbin se subiera a su lado en el auto y lo echó a andar en completo silencio.

La chica tampoco encontró las palabras adecuadas para el momento. ¿Qué se suponía que debería decir? ¿Debía disculparse a pesar de que no estaba arrepentida de su comportamiento? ¿Por qué debería seguir respetando los límites que Namjoon había establecido si él no los respetada? Las palabras de Jiwoo todavía rondaban su cabeza, sacándole en cara que volvería a pasar tiempo con Namjoon y Jungbin volvió a hervir en furia al recordarlo.

Bajó del vehículo en silencio cuando llegaron a casa y lo siguió, creyendo que iría directo a la puerta que estaba debajo de la escalera. Sin embargo, la condujo hacia su oficina.

—De rodillas —le ordenó después de cerrar la puerta con llave.

Jungbin apretó los puños a cada lado de su cuerpo y lentamente levantó la mirada hacia los ojos oscurecidos de Kim.

—No.

El rostro de Kim Namjoon se desfiguró al no poder creer lo que acababa de escuchar. Era segunda vez en la noche que escuchaba salir aquella maldita palabra de la boca de Jungbin. El hombre se cruzó de brazos y apretó la mandíbula.

—¡¿Se puede saber qué mierda te pasa?!

Jungbin entrecerró los ojos, por supuesto que él lo sabía y no entendía por qué quería que se lo expresara con palabras. Aquello era el colmo, estaba llegando al límite de su paciencia.

—¿Qué me pasa? —Repitió, con un tinte amargo en la voz—. ¡¿Realmente quieres saber lo que me pasa, Namjoon?!

El señor Kim abrió los ojos, impresionado de escucharla llamarlo de esa manera. Jamás se había atrevido a faltarle el respeto, pero se encontraba demasiado sorprendido como para replicar.

—¡Estoy harta! —Vociferó ella, con las mejillas enrojecidas—. ¡Estoy harta de tener que ver a una mujer que me odia y que no me deja estar tranquila en mi propia casa!

Jungbin se pasó las manos por el rostro, sintiendo que poco a poco comenzaba a perder el control y que todo lo que tenía dentro estaba saliendo a trompicones.

—Y no es sólo eso, Namjoon —continuó—. Sino que debo estar rogando porque me des un espacio en tu vida, siendo que tú fuiste quien me pidió que viniera aquí.

Kim abrió levemente la boca y sus manos cayeron a cada lado de su cuerpo. Jungbin aplanó los labios y se preparó mentalmente para una reprimenda que jamás llegó. No sólo había desobedecido sus órdenes dos veces, sino que había comenzado a faltar lo que estipulaba el contrato al llamarlo por su nombre y no "señor" como siempre había hecho.

—Jungbin —soltó él después de un momento de silencio y se acercó hacia ella para tomarla suavemente por los hombros—, no tenía idea de que te sentías de esta manera.

—Y también estoy harta de eso —ella asintió con la cabeza y sus ojos se llenaron de lágrimas al recordar todas las veces que había llorado en la soledad de su habitación—. Jamás te enteras de lo que me sucede.

Él soltó un suspiro, sin saber cómo la situación había cambiado tanto de un momento a otro. Su enojo se había esfumado al ver a una muchacha tan tranquila y pasiva como Jungbin explotar de ira. Aquello no significaba que había olvidado todo, pero cualquier cosa podría esperar mientras se dedicaba a tranquilizarla.

—¿Qué es lo que puedo hacer?

La pregunta brotó sola de su boca, sin pedirle permiso. ¿Qué le ocurría? Él era quien ponía las reglas y los límites, pero en aquel momento se encontraba preguntándole a Jungbin qué era lo que debía hacer.

—No necesitas que te lo diga, Namjoon —respondió tajante.

—No puedo simplemente pedirle que se vaya.

Ella cerró un momento los ojos. Su corazón no había dejado de latir aceleradamente desde que había iniciado la discusión, pero de pronto había comenzado a dolerle. Había escuchado lo que más temía y aquella era la razón por la que no se encontraba sorprendida.

Sin embargo, eso no significaba que no doliera.

—Está bien —habló en voz baja, sintiendo un nudo en la garganta—, entonces yo me iré.

Kim no dijo nada y pasados los segundos Jungbin entendió lo que eso significaba. Dio un paso hacia él, sabiendo que aquella probablemente sería la última vez que lo vería, que lo tendría así de cerca y que podría hacer lo que quería. Se paró de puntillas y dejó un casto beso sobre los labios que últimamente había estado deseando tanto probar. Había imaginado aquel momento muy diferente, un primer beso tan apasionado como prohibido, pero las cosas se habían dado de ese modo. Se dio media vuelta y caminó en dirección a la puerta de la oficina.

Caminó lentamente hacia la escalera, sin poder asimilar todavía qué era lo que había hecho, y escuchó un estruendo a su espalda. No tenía que girarse para saber que se trataba del señor Kim que había salido de la oficina y que no caminaba hacia ella precisamente. Lo escuchó caminar hacia el lado opuesto y perderse a la distancia, seguramente yendo a hablar con Jiwoo.

Aunque no quisiera, el corazón de Jungbin dolió, pero ya no había nada que pudiera hacer.

—¡Jiwoo! —Lo escuchó gritar—. ¡¿Dónde estás?!

Su voz se escuchaba diferente a la que utilizaba cuando estaba junto a ella, lo que la hizo detenerse en su lugar y voltear. Ambos estaban en la sala, por lo que Jungbin no podía verlos y apenas escucharlos, así que lentamente caminó hacia aquella habitación.

—¿Ya la encontraste? —Preguntó la pelirroja, demostrando poco interés.

—Jiwoo —volvió a pronunciar el señor Kim—, quiero que te vayas.

La semana no podía ser santa sin una actualización de Señor Kim 😏 igual discúlpenme, siento que escribí una cagada

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