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CAPÍTULO 22

22

Desde hacía días que la misma pregunta permanecía en la cabeza de Jungbin: ¿por qué el señor Kim le había preguntado si se iría con Seokjin? Quizás parecía una pequeñez, pero no era la primera vez que Kim Seokjin provocaba una mala reacción en su hermano.

¿Qué había ocurrido realmente?

Aquello era algo que no la dejaba tranquila. Sabía que algo había ocurrido entre ellos, pero no se atrevía siquiera a preguntarle al señor Kim, pues realmente no era algo de su incumbencia, y la única persona que posiblemente sabía lo que había sucedido era An Jiwoo.

Pero prefería morir de la curiosidad cada noche en vez de preguntarle a esa bruja.

Aquel día se encontraba divagando en clase, algo que ya se le había hecho costumbre desde que había conocido a Kim Namjoon y que le suponía un esfuerzo doble a la hora de estudiar en casa, pues tenía que aprender todo desde cero, tal y como si no hubiese ido a la clase. Fijó sus ojos en Seokjin, quien hablaba apasionadamente de los modelos de negocios y que posó su vista en ella por un segundo. Al parecer, él había comenzado a evitarla.

Al lado de Jungbin se encontraba Minhyuk y, al lado de éste, Hyorin, que no dejaba de mirar curiosamente a la chica, preguntándose cómo obtenía calificaciones tan altas si siempre parecía perdida en su propio mundo.

Cuando Kim dio finalizada la clase, Hyorin se fijó especialmente en la rapidez con la que Jungbin guardaría sus cosas: en aquella ocasión fue bastante lento. La chica no dejaba de mirar al profesor, así que supuso que se quedaría un momento para hablar con él, algo que le pareció sospechoso. Todavía estaba en su investigación, haciéndole el favor a Minhyuk, para averiguar si es que tenía novio, pero cada vez llegaban más interrogantes.

Al menos ya había descartado a ese chico tan guapo que la había ido a recoger el otro día.

—¿Puedo ayudarte en algo, Jeon Jungbin? —Preguntó el profesor cuando esta se acercó a él.

La mencionada se aguantó hacer una mueca al escuchar su nombre con tanta frialdad. Ya todos habían abandonado el salón y no era necesario mantener las formalidades, pues había sido él mismo quien le había pedido que lo llamase por su nombre de pila.

—Quisiera hacerte una pregunta, Seokjin.

Él levantó la vista por un momento y luego la volvió a poner en la pila de hojas que revisaba, pero había perdido totalmente la concentración.

—Que sea breve, estoy un poco ocupado.

Jungbin arrugó el entrecejo y se inclinó un poco hacia él.

—¿Estás enojado conmigo?

Realmente aquella no era la pregunta que quería hacerle, pero fue lo primero que salió de su boca al darse cuenta de su actitud.

Kim soltó un suspiro y dejó de lado los papeles para finalmente acomodarse sobre la silla, apoyándose completamente sobre el respaldo y cruzando una pierna encima de la otra.

—¿Qué te hace pensar eso?

—No lo sé —Jungbin se encogió de hombros—, que apenas me miras al hablar y estás evitándome.

Él soltó una carcajada.

—¡Qué curioso! Creo que los papeles se han invertido —apuntó y luego sus ojos la recorrieron entera—. Estás cambiada, Jungbin.

—¿Eso es... malo?

—Eso depende de lo que aspires a ser.

Aquella frase la dejó en silencio. Realmente no lo tenía claro, simplemente quería ser alguien digna del señor Kim, pero ¿qué significaba eso realmente? ¿Cómo era alguien digno de Kim Namjoon? Quizás alguien parecido a Jiwoo, pero ella no quería siquiera acercarse a su forma de ser. Negó con la cabeza, corriendo los pensamientos y centrándose nuevamente en lo que realmente quería.

—Como sea, no venía a eso —se aclaró la garganta cuando de pronto sintió que la valentía había abandonado su cuerpo, pero se obligó a sí misma a decirlo puesto ya se encontraba allí: —. ¿Ocurrió algo entre el señor Kim y tú en el pasado?

—Ha ocurrido mucho durante estos treinta y dos años, somos hermanos desde que Namjoon nació.

La chica negó con la cabeza, sabiendo que él había evitado completamente la pregunta. No le quedó más remedio que despedirse y darse media vuelta en dirección a la puerta del salón.

—Namjoon me ha pedido que no me acerque a ti —dijo él a su espalda—. Ya lo había hecho antes y no le hice caso, pero... ya es la tercera vez.

Jungbin se giró hacia él, pero no dijo absolutamente nada. Sabía que aquella respuesta no la iba a encontrar en él. Así que finalmente optó por salir del salón, llevándose la no tan agradable sorpresa de que Hyorin se encontraba allí, esperándola.

Quiso poner los ojos en blanco, sintiéndose harta de tenerla todos los días pegada. Sin embargo, aguantó las ganas y siguió caminando sin tomarla en cuenta, sabiendo que la chica le pisaba los talones.

—Eres cercana al profesor Kim —apuntó la chica.

Jungbin tomó aire profundo y se puso en la fila de la cafetería, dándole la espalda a Hyorin.

—¿Es tu novio? —Insistió.

—¿Por qué me preguntas eso? —Soltó, girándose hacia ella con el ceño fruncido—. ¿Por qué te interesa mi vida personal?

Hyorin arrugó los labios, desviando su mirada a su alrededor. Jamás iba a confesar lo que Minhyuk sentía por ella, pero tampoco quería exponerse a sí misma diciendo que se sentía ligeramente intrigada porque le causaba curiosidad, pues alguien que solía ser completamente invisible podía tener una vida bastante interesante.

—Porque... quizás me agradas más de lo que parece.

Jungbin negó con la cabeza, pensando en que era una manera bastante extraña de demostrarse amigable. Hyorin no había dejado de acosarla cada vez que se encontraban, haciéndole preguntas irónicas y soltando comentarios para aumentar la incomodidad de Jungbin. Pero en poco tiempo había aprendido a lidiar con eso, pues la hostilidad no representaba nada nuevo en su vida.

Quizás aquella era la razón por la que cada día era más hostil con la gente. Ya estaba harta de ser una víctima de su propia vida.

—¿Hoy vendrá a recogerte ese chico tan guapo? —Le preguntó Hyorin cuando ya se habían sentado en una de las mesas para almorzar.

—¿Te refieres a Jimin? —Respondió mientras se llevaba el sándwich a la boca y la otra chica asintió—. Vendrá hasta que tenga mi licencia de conducir.

A veces, cuando Hyorin no molestaba a Jungbin, mantenían una conversación corta, pero luego todo transcurría con normalidad. Minhyuk apareció entre la multitud y se sentó frente a Jungbin. El chico comenzó a hablar, pero Hyorin no pudo pasar desapercibido el comentario de la otra chica, ¿aquello significaba que tenía un auto?

—Me alegra verlas más unidas, chicas —comentó él con una pequeña sonrisa.

Ambas se miraron, pero ninguna dijo nada. "Unión" no era la palabra que Jungbin utilizaría, sino que Hyorin no dejaba de perseguirla por donde quiera que fuera, tanto que ya se estaba acostumbrando poco a poco a su presencia.

—¡Así podremos ir juntos a la fiesta del viernes!

Hyorin negó con la cabeza frenéticamente y estuvo a punto de replicar algo, pero Jungbin se le adelantó:

—No voy a fiestas, gracias de todas maneras.

Tragó saliva y sintió amargo, no quería escuchar las excusas que Hyorin diría, pues obviamente ella no querría que la gente pensara que eran amigas. Después de todo, quería creer que le caía bien, aunque fuera un poco.

—Creí que esta vez sería diferente —Minhyuk hizo una mueca de lástima.

Hyorin los miró a ambos y lo entendió, el chico ya había invitado a Jungbin antes a alguna de las fiestas que celebraban sus compañeros y ella siempre se había negado, al igual que en ese preciso momento. De todas maneras, se le hizo imposible imaginarse a Jeon Jungbin en medio de una casa atestada de gente y con la música a todo reventar.

Era algo que simplemente no iba con ella.

Luego de la clase que tocaba después de almuerzo, Hyorin volvió a seguir a Jungbin en dirección al estacionamiento. Ambas se habían despedido de Minhyuk y se habían marchado a toda prisa, al ritmo que la chica siempre tomaba cuando se trataba de abandonar la facultad.

—¿Por qué no dejas de seguirme?

Aquella sensación extraña se había instalado en su pecho luego de la conversación sobre la fiesta y no había querido abandonarla durante lo que transcurrió de la tarde. Jungbin, quien momentos antes había aceptado para sí misma que tal vez la presencia de Hyorin no le molestaba tanto, había decidido que volvería a su aversión habitual. ¿Cómo se le había llegado a ocurrir que ellas podrían ser una especie de amigas? O que podrían serlo en el futuro. Era mejor que todo volviera a su posición y eso incluía su hostilidad hacia la chica.

—Ya te lo dije en el almuerzo —replicó ella.

Mentirosa, eso había pensado Jungbin, pero no dijo nada y simplemente se metió al auto de Jimin, que acababa de detenerse frente a ambas.

—¿Tu amiga necesita que la llevemos? —Preguntó con su encantadora sonrisa, por segunda vez.

La vez anterior Jungbin había apurado las cosas y todo había terminado mal, pues se enteró de mala manera que An Jiwoo estaba en casa. Así que aquella vez permaneció callada, viendo por el espejo retrovisor cómo a Hyorin se le caía la baba al mirar el perfecto rostro de Park Jimin.

—Sí, por favor —aceptó ella.

—Hoy tampoco llevamos prisa —anunció Jimin mientras se ponía en marcha.

Aquella fue como una señal de alarma para Jungbin, quien se giró para mirarlo con una ceja enarcada. La última vez que Jimin había dicho algo como aquello, todo había resultado mal.

—¿Qué quieres decir? —Preguntó ella.

Hyorin, sentada desde atrás, observó los rostros de ambos, que parecían decirse mucho el uno al otro sin pronunciar siquiera una palabra. La intriga volvió a ella al no entender qué era lo que estaba ocurriendo y se quedó expectante a la respuesta de Jimin.

—Ha salido a un restaurante y me ha pedido que te mantenga entretenida.

La chica miró el rostro de Jungbin arrugarse en desagrado.

—¿Ha salido con la bruja?

Jimin reprimió una sonrisa, aplanando los labios, y por un segundo sus ojos se encontraron con los de Hyorin por el espejo retrovisor.

—No debería decirte esto —confesó.

Jungbin se cruzó de brazos y se dedicó a mirar por la ventana durante el momento que se detuvieron en un semáforo. Ya estaba harta de esa mujer y de que el señor Kim no se diera cuenta de sus intenciones, o que lo hiciera y no le importase dañarla a ella. Aquello hizo que su corazón doliera y que su sangre hirviera al mismo tiempo, pero ¿de qué servía sentirse de esa manera si cada vez que veía a Kim ya nada importaba?

—Llévame al centro comercial, por favor —le pidió a Jimin cuando el semáforo cambió a verde.

El chico no dijo nada, pero inmediatamente cambió el sentido en el que conducía. Había avanzado un par de manzanas cuando recordó de la presencia de la segunda chica en el asiento trasero.

—¿Dónde te dejo? —Le preguntó, provocando que Hyorin se sobresaltara, pues también había olvidado que le estaban haciendo un favor al llevarla.

—Yo... —Murmuró y buscó la mirada de Jungbin, pero esta se encontraba mirando por la ventana— iré con Jungbin.

—¡De ninguna manera! —La voz de la mencionada se elevó mucho más de lo común.

Sus mejillas se habían tornado rojas y la miraba con los ojos muy abiertos, señal que alentó a Hyorin a ir.

—Por favor —soltó con voz suplicante.

—Jungbin, sé buena con tu amiga.

La chica negó con la cabeza y se mantuvo en silencio el resto del camino, dejando a Hyorin con una gran sonrisa en los labios por haberse salido con la suya. Cuando llegaron al centro comercial se sorprendió de que Jimin caminara un par de pasos detrás de ellas, tal y como un subordinado. Cada vez entendía menos de la vida de Jeon Jungbin y eso la alentaba a permanecer aún más tiempo con ella.

—¿A qué hemos venido, Jungbin? —Preguntó la chica, mirando las tiendas que había a su alrededor.

Jungbin aplanó los labios y sus ojos se cristalizaron. Estaba aguantándose las ganas de llorar de que había escuchado lo de Jiwoo y Kim. ¿Por qué no podía simplemente aceptar que ellos siempre estarían cerca el uno del otro? Quizás si las cosas se hubiesen dado de otra manera entre la pelirroja y ella no estaría sintiéndose de esa manera, pero no había manera de cambiar el pasado.

—¿Estás bien?

Ella asintió con la cabeza, sintiendo que esta le iba a explotar. No iba a negarlo, a veces necesitaba desahogarse con alguien. Tenía a Jimin, pero había ciertas cosas que le daba pudor preguntar. Y en ese momento Hyorin estaba frente a ella, probablemente no era la mejor opción para hablar sobre ciertos temas, pero al fin y al cabo era una chica.

—¿Cómo puedo llamar la atención de un hombre? —Soltó sin pensárselo mucho, pero inmediatamente sus mejillas se pusieron rojas.

Hyorin levantó las cejas, entendiendo finalmente de qué trataba todo el asunto: un chico. Se remojó los labios y miró a su alrededor. Por alguna razón, ver a Jeon Jungbin tan desvalida le provocó algo parecido a la empatía. Ella alguna vez también había atravesado algo similar, o eso creyó ella.

—Yo partiría comprando algo allí —respondió, señalando una tienda de lencería.

Hyorin... 🤨🏳️‍🌈?

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