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CAPÍTULO 17

17

Jungbin bostezó por quinta vez bajo la amenazante mirada de Hyorin. No podía negarlo, las reuniones que tenían para avanzar en el ensayo le aburrían, pues perfectamente podían hacer sus partes por separado. Así, no tenía que relacionarse con aquella chica tan molesta y podía pasar más tiempo en casa.

—¿Te aburrimos, Jeon Jungbin? —Preguntó la otra chica, con la ceja alzada.

Quiso decir que sí, que todo era una estupidez, pero se limitó a sonreírle. No supo cómo había sacado valentía para hacer ese gesto, pero se sintió a gusto consigo misma por ser capaz de responder.

Antes aquello le hubiese sido impensable.

Minhyuk levantó la vista y le dedicó una mirada de advertencia a Hyorin, quien siempre era la que buscaba el conflicto.

—¿Qué? —Preguntó la misma, manteniéndose a la defensiva.

El chico negó con la cabeza y volvió a poner los ojos sobre la pantalla de su computadora. Cada uno buscaba información útil en sus propios portátiles, por lo que era posible mantenerse en completo silencio, pero Hyorin no lo permitía por ratos muy prolongados.

—¿Pudiste conseguir la cita con el hermano del profesor Kim?

Jungbin quiso soltar un suspiro al escuchar nuevamente la voz de su compañera interrumpiendo su concentración.

—No he hablado con él acerca de eso.

—Deberías haberlo hecho, debe ser un hombre ocupado y no tiene tiempo para perder el tiempo con nosotros.

Era cierto, Kim Namjoon no tenía tiempo de sobra para andar respondiendo las preguntas estúpidas que se le ocurrieran a Hyorin.

Todo era culpa de Seokjin por hablar de más.

El estómago de Jungbin cosquilleó al recordar lo que había hecho con el señor Kim un par de noches atrás. Sus dedos recorriéndola, haciendo maravillas en su entrepierna y sus ojos de dragón intensos observando con atención cómo se retorcía bajo su toque.

No podía negarlo, quería más. Lo necesitaba. Pero todo había vuelto a la normalidad después de que él expresara lo cansado que se encontraba y Jungbin inmediatamente se hubiese marchado a su habitación, con las piernas temblando y el corazón alborotado.

¿Cómo podría hacer para avanzar un paso más con él?

—Hablaré con él cuando pueda.

—Ya dijiste eso —respondió la otra chica, alzando todavía más la ceja.

—Hyorin —intervino Minhyuk—, deberíamos mantenernos en silencio, ¿no crees?

—Está entorpeciendo nuestro trabajo, Minhyuk —resopló—. Por cierto, Jeon Jungbin, ¿de dónde conoces al hermano del profesor Kim?

La chica no dejó de teclear, independientemente de si ya no escribía nada coherente. No quería que notaran que se había puesto nerviosa, por lo que tampoco levantó la vista de su computadora. Sintió los ojos del chico posarse sobre ella también.

¿Qué podía inventar? Jamás se había puesto a pensar en qué diría si es que alguien le preguntaba por su relación con el señor Kim.

—Lo conozco desde hace un tiempo y nos hemos vuelto muy cercanos.

Hyorin puso los ojos en blanco.

—Sí, pero él es un hombre importante y tú... eres Jeon Jungbin.

—Hyorin —advirtió Minhyuk.

—¡Sólo pregunto! Muero de curiosidad.

Jungbin se puso de pie de pronto, llamando la atención de ambos.

—Iré a comprar un café —les avisó.

—¡Oh! —Minhyuk la siguió—. Déjame invitarte.

Jungbin comenzó a caminar y negó con la cabeza:

—No, gracias.

El chico resopló, viendo cómo Jungbin se alejaba con rapidez, y volvió a sentarse en su lugar.

—¿Por qué eres así con ella? —Le preguntó a Hyorin, con las cejas arrugadas.

Ella se encogió de hombros y pretendió volver a su trabajo, pero volvió a posar su vista sobre el chico y entrecerró los ojos.

—Te gusta, por eso la defiendes tanto.

Minhyuk aplanó los labios, pero aquello no impidió que su rostro comenzara a tornarse rojo. Inmediatamente negó con la cabeza.

—No, la defiendo porque estás siendo injusta con ella.

La chica soltó una carcajada, pero no volvió a hablar. Era demasiado obvio el trato diferente que Minhyuk le daba a Jungbin y la única que parecía no darse cuenta era la misma Jungbin. O quizás simplemente prefería ignorarlo.

—No te preocupes, no le diré a nadie.

Hyorin no entendía por qué, al parecer, todos los hombres parecían poner su atención en Jeon Jungbin. Era guapa cuando se daba el tiempo de arreglarse, cosa que había estado haciendo últimamente, pero no tenía nada de especial aparte de esos ojos de animal herido. Aunque debía admitirlo, desde hacía un tiempo a la fecha había cambiado bastante su apariencia, como si de la nada se hubiese ganado la lotería, pues para la chica no pasaban desapercibidas las prendas de lujo que vestía. También había ganado un poco de peso, lo que la hacía lucir más saludable.

Siguió tecleando en su computadora, la conversación con Minhyuk se había dado por finalizada cuando él había asentido con la cabeza, cabizbajo e intentando ocultar el sonrojo de sus mejillas. Jungbin había vuelto al rato con un vaso de café, pero de vez en cuando miraba la pantalla de su celular, como si estuviese esperando un mensaje.

Pobre Minhyuk, al parecer la chica ya estaba ocupada con alguien más.

—Ya debo irme —anunció Jungbin pasados un par de minutos.

Ambos vieron cómo comenzaba a guardar sus cosas para posteriormente ponerse de pie.

—¿Debes ir a trabajar? —Preguntó Minhyuk, también parándose.

Hyorin frunció el ceño y se giró a mirar a Jungbin, quien había comenzado a negar con la cabeza.

—No, dejé mi trabajo.

—Oh... —Murmuró Minhyuk.

La tercera chica hizo una mueca con los labios cuando Jungbin comenzó a alejarse en dirección a la salida de la sala de estudios. Posó su mirada sobre su compañero y tuvo que aguantar poner los ojos en blanco al notar la expresión de desolación que había inundado su expresión.

—¿Quieres que averigüe si está soltera?

Él volvió a tomar asiento y no le tomó más de un segundo decirse por responder:

—Lo agradecería muchísimo.

Entonces Hyorin tomó todas sus cosas y se colgó el bolso sobre el hombro.

—Nos vemos mañana.

—¡Hyorin, espera! —Intentó intervenir el chico—. No irás a preguntarle ahora..., ¿cierto?

Ella le respondió con un guiño de ojo y siguió su camino. Tenía que alcanzar a Jeon Jungbin, como si de una misión secreta se tratase, pues realmente estaba intrigada por las últimas acciones de la muchacha. ¿Sería que alguien como ella podía llegar a tener novio? Si era así, cavaría su tumba allí mismo porque ella no había logrado encontrar a nadie que la tratase de manera decente.

Se apresuró a salir del edificio y tuvo que detenerse un momento para fijarse por dónde se había ido la otra chica. Comenzó a trotar cuando la vio entrando al estacionamiento.

—No sabía que tenías auto —jadeó cuando logró alcanzarla—. ¡Dios! Qué rápido caminas.

Jungbin pegó un salto al escucharla e intercaló su mirada de ojos extremadamente abiertos con su rostro y el auto negro que acababa de ingresar al estacionamiento.

—No tengo auto —murmuró en respuesta, volviendo a tomar camino.

—¿Vienen a recogerte? —Insistió, persiguiéndola.

No hubo respuesta, simplemente ambas vieron cómo el auto negro avanzaba con lentitud hasta situarse al lado de ambas. La ventana polarizada comenzó a bajar, mostrando a un muchacho de tez pálida y delicados rasgos faciales. Hyorin tragó saliva cuando los ojos del chico se pasaron sobre ella.

—¿Es tu novio? —Preguntó en voz baja.

Jungbin la miró con los ojos entrecerrados y negó con la cabeza. Sin decir nada, dio un par de pasos y se subió al auto.

—¿Tu amiga necesita un aventón? —Preguntó el chico sin haber quitado la vista del rostro de Hyorin.

—No —respondió Jungbin—. Por favor, vamos.

—Sí, por favor —interrumpió Hyorin.

—Vamos con prisa —replicó entonces, dándole una mirada fugaz al hombre sentado a su lado—. Quizás en otra ocasión.

La boca de Hyorin se abrió levemente mientras observaba cómo el vehículo se perdía en la lejanía luego de la última frase de Jungbin. Eran demasiadas cosas que la habían impresionado. El muchacho que había llegado a recogerla, el auto que conducía y la hostilidad que Jungbin había mostrado hacia ella, algo que había despertado todavía más su curiosidad.

—En realidad —reparó Jimin, con los ojos pegados en el camino—, no llevamos prisa.

Jungbin soltó un suspiro y se hundió en el asiento. De pronto su cuerpo se había sentido fatigado por culpa de haber tenido que haber soportado a Hyorin toda la mañana. Las interacciones sociales siempre la agotaban mentalmente y el simple hecho de pensar que estaría una hora en lecciones de conducir con Jimin no hacía que se sintiera más relajada.

Ya llevaban un par de semanas con aquellas clases de conducción y la chica no veía progreso, pues aún de vez en cuando se le apagaba el motor del carro cuando presionaba el acelerador. No podía siquiera hacer bien lo más básico y aquello le resultaba desesperanzador.

Su celular vibró, llamando su atención.


Jungkook
¿Podemos hablar?


Con el solo hecho de haber leído esas dos palabras su garganta de había cerrado y su corazón había comenzado a latir como loco. No había hablado con su hermano desde que se marchó de su casa y no creía estar preparada para afrontarlo nuevamente. Cada vez que recordaba la actitud que había tenido aquel día provocaba que su sangre hirviera.

Borró la notificación de la pantalla de bloqueo y guardó el celular dentro de su bolso con el fin de olvidarse de él por un momento, pero su día había terminado de arruinarse cuando se había acordado de Jungkook.

—¿Estás bien?

—Sí —respondió.

Se mantuvo en todo momento mirando el paisaje por la ventana. Mirando, pero no observando porque su mente había comenzado a volar entre recuerdos no tan agradables.

—Estás más callada de lo normal.

—Es sólo que no ha sido un buen día —murmuró, apoyando la frente sobre la ventana—. Sólo quiero ir a casa, ¿podemos saltarnos la clase de hoy?

Su mente estaba demasiado ocupada divagando en sus propios asuntos, por lo que no notó que Jimin se tomó más de lo normal para darle una respuesta, un vacile imperceptible que indicaba que había algo fuera de lo común.

—Está bien —hizo una pausa, mirándola de soslayo—. ¿Quieres tomar un helado antes de volver?

Jungbin, de manera no intencional, había vuelto a sacar su celular del bolso y mantenía los ojos pegados sobre el mensaje que le había mandado Jungkook. Sus dedos habían entrado en un bucle en el que se movían dudosos, poniéndose en posición para teclear una respuesta y luego congelándose, arrepintiéndose de escribir. ¿Qué se suponía que debía responder? Ni siquiera sabía si quería verlo.

—Preferiría ir a casa.

No se alertó por el silencio que se formó entre ellos, ni tampoco por cómo Jimin movía su pierna derecha de arriba hacia abajo cada vez que se detenían en un semáforo, en señal de nerviosismo. El auto de color rojo estacionado cerca de la entrada de la casa del señor Kim tampoco le llamó la atención, pero cuando entró y vio una extraña escultura frente a ella, cayó en la cuenta de que había algo extraño.

Justo a la entrada de la residencia, a un par de metros de la puerta, descasaba una escultura que jamás había visto, lo que indicaba que era una pieza nueva que el señor Kim estaba agregando a su colección de arte. Arrugó el rostro al comenzar a encontrarle la forma: se trataba del cuerpo desnudo de una mujer, con las piernas abiertas y en la que se podía detallar cada milímetro de su intimidad. Jungbin quitó la vista, sintiéndose abochornada por estar disfrutando de ver algo como eso, pues desde su ojo inexperto se notaba que se trataba de una escultura hecha a mano, lo que la hacía todavía más llamativa.

El sonido de unos tacones golpeando el suelo la alarmó, por lo que tomó distancia de la pieza de arte y puso su atención en la fuente del sonido. Unos labios seductores sonreían, pero no a ella, mientras parloteaban acerca de algo que Jungbin no llegó a comprender. El señor Kim venía detrás, viéndola con atención a la par que sonreía con calidez.

De pronto todo quedó en silencio, pues ambos habían notado su presencia.

—Jungbin —Kim fue el primero en hablar—, creí que llegarías más tarde.

La chica, que se había quedado inmóvil en medio de la habitación, intercaló la vista entre Namjoon y la mujer que lo acompañaba mientras sentía que su corazón martilleaba dolorosamente contra su pecho.

Aquello era lo último que le faltaba para que su día se volviera una total mierda.

Tragó saliva en un vago intento de calmarse a sí misma, no quería que vieran que su cuerpo había comenzado a temblar ligeramente, y se obligó a responder:

—Volví antes de clase.

El señor Kim asintió con la cabeza y luego miró a la mujer que lo acompañaba.

—Estábamos a punto de tomar el té, ¿quieres unirte? —Se dirigió nuevamente a ella.

Jungbin negó inmediatamente con la cabeza.

—Estaré en mi habitación —murmuró y luego dio una pequeña mirada a la mujer—. Ha sido un gusto, An Jiwoo.

La pelirroja aplanó los labios, viendo a Jungbin tomar camino hacia las escaleras. 

—Deberías dejar esa mala costumbre de traer a tus chicas a vivir aquí —alcanzó a escuchar la muchacha cuando todavía no llegaba a la segunda planta. 

No supo si hubo una respuesta por parte del señor Kim, lo que la hizo sentir peor.

Corrió hacia su habitación y se dejó caer en el suelo luego de haber cerrado la puerta con llave. La respiración acelerada no la dejaba pensar con claridad, tanto que sentía que el mundo había comenzado a darle vueltas. Se pasó las manos por el rostro y así notó que había comenzado a llorar.

Estoy viva, sí. Gracias por la espera y perdón por tan poco ✨


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