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CAPÍTULO 15

15

El señor Kim había sacado una caja de primeros auxilios que mantenía guardada en aquella tétrica habitación y se encontraba curando las heridas que él mismo había provocado en la cintura de Jungbin.

Ambos se encontraban en silencio, lo único que interrumpía aquella agonía eran los sollozos de la chica, que no había podido dejar de llorar.

Momentos antes, el semblante del señor Kim había cambiado y después de un par de segundos en el que pareció tener un debate interno, libró a Jungbin de las cadenas, de las pulseras y del collar. Su expresión lo hacía lucir confundido, aunque ella no logró descifrar por qué, después de todo, había llorado durante todo el castigo.

—¿Estás bien? —Le preguntó Kim después de haber terminado de vendar sus heridas.

Ella asintió con la cabeza y sin importarle mucho si lo tenía permitido, recogió su vestido del suelo y se vistió. Sus ojos estaban enrojecidos, al igual que la punta de su nariz. Por alguna razón quería salir corriendo de allí y meterse dentro de las sábanas de su cama, sólo para seguir llorando, pero con más libertad. Sin embargo, tuvo un poco de miedo a las consecuencias, pues no quería repetir el castigo que acababa de afrontar.

—¿Jungbin?

—¿Señor? —Dijo ella volteándose cabizbaja en su dirección, ignorando su anterior llamado—. ¿Puedo irme a mi habitación? Debo estudiar para un parcial.

Él parpadeó un par de veces, sin entender realmente lo que estaba sucediendo, y asintió con la cabeza lentamente, quedándose sin palabras cuando Jungbin se dio media vuelta y se marchó. Se había quedado solo dentro de esa fría habitación que él mismo había mandado a construir cuando se mudó a la mansión y se quedó con una extraña sensación de insatisfacción.

Por su parte, Jungbin se apresuró en subir las escaleras para finalmente encerrarse en su habitación. Las lágrimas no habían dejado de correr en ningún momento, pero cuando ya estuvo en la soledad que aquellas cuatro paredes le concedían, estas comenzaron a caer sin control alguno. Como pudo, se arrastró a su cama y se tapó con las mantas.

No había sido el castigo en sí lo que la había hecho reaccionar de esa manera, pero tampoco esperaba que el señor Kim la entendiera, por lo que simplemente cuando tuviese que salir intentaría actuar con normalidad, aunque eso le costase más de lo que quería admitir. Se sentía dañada por él y eso era lo que más le dolía, mas no debía de sorprenderla porque la gente que más quería era la que más la había dañado.

Eso Jungbin debería tenerlo claro.

Y quizás era su culpa, no del señor Kim. Simplemente por el hecho de haber entregado su completa confianza al primer hombre que la había dedicado un poco de atención. La atención no era sinónimo de cariño, no necesariamente. Sin embargo, por más que la chica lo pensaba, encontraba imposible no haber caído rendida ante él y por haber interpretado cosas que no eran. Sólo tenía veinte años, no era más que una cría que luchaba por sacar adelante por sí misma su vida y que lo único que la separaba de la adolescencia eran dos años de vida. Seguía aún con aquella inocencia infantil que la hacía creer que en cierto momento encontraría a alguien que la amase ciega y completamente.

Aunque, si lo pensaba, era absurdo que aquella persona llegase a ser Kim Namjoon.

Jungkook tenía razón cuando le había dicho que el señor Kim no tenía razones para fijarse en ella.

La chica se acurrucó sobre el colchón, pero la aguda puntada en su cintura la hizo detenerse y obligarla a mantenerse recostada sobre su espalda. Comenzaba a ahogarse en sus propias lágrimas que, por más que quisiera, no cesaban.

Sus pensamientos la comían viva, recordándole lo estúpida que había sido, y que seguía siendo, porque un rasguño más en su corazón no iba a impedir que sus sentimientos continuaran floreciendo y buscando la cálida luz que significaba la compañía de Kim Namjoon. Pensamientos humillantes que por un segundo se vieron detenidos por el sonido de la puerta, que luego de ser golpeada se abrió, sin esperar una respuesta.

—Jungbin —era obvio que se trataba de él, pero escuchar su voz la hizo querer aguantar la respiración para que no se notara que estaba llorando—, vine a ver cómo estás.

Por un segundo pensó dar respuesta, pero su acelerado corazón la regañó:

—Estoy bien, gracias.

Y no dio más explicaciones ni tampoco el señor Kim las exigió, formando un momento de silencio que únicamente fue interrumpido por el sonido de la puerta al cerrarse.

Jungbin tomó aire profundo en una temblorosa bocanada y sus ojos nuevamente se llenaron de lágrimas al darse cuenta de que aquella respuesta había sido suficiente como para dar por cerrado lo que había pasado momentos antes en el piso de más abajo. Sin embargo, el sonido que provocó el colchón hundiéndose a su lado la dejó completamente sorprendida.

—Entonces, ¿por qué lloras?

El señor Kim tiró suavemente de las mantas que cubrían a la chica, exponiendo sus ojos completamente enrojecidos y asustados por haber sido descubiertos precisamente por él. Ella negó con la cabeza, dando a entender que no quería responder esa pregunta, y se giró para darle la espalda, aunque aquello significara volver a sentir la puntada sobre su cintura.

—¿Es por el castigo?

Jungbin cerró los ojos al tener un montón de respuestas rondando en su cabeza y ninguna queriendo salir de su boca. No respondió nada, lo que desató nuevamente la ira del señor Kim, que decidió ponerse de pie para marcharse al sentirse ignorado.

—Me ha lastimado —respondió entonces Jungbin en un hilo de voz.

—Sí —soltó él de forma brusca, quedándose a medio camino hacia la puerta—, te lastimé porque puedo y porque quiero.

—Usted no lo entiende.

La mano del señor Kim la tomó por el hombro, obligándola a voltear y dejándola nuevamente recostada de espalda. Se había subido al colchón en un movimiento rápido y se trepó sobre ella, quedando a gatas con las rodillas y manos a cada lado de su cuerpo, manteniendo la distancia a diferencia de cuando se sentó sobre ella en el hotel. Sus ojos nuevamente estaban encendidos y le escanearon el rostro enrojecido e hinchado, intentando encontrar alguna respuesta.

—Explícame entonces, Jungbin, porque no entiendo qué mierda te pasa.

Por primera vez las lágrimas habían dejado de caer, dándole a Jungbin el privilegio de poder admirar el hermoso rostro del hombre que tenía encima e inmediatamente se sintió estúpida, pues ni en aquellos momentos podía dejar de pensar en lo atractivo que se le hacía, y no sólo en el ámbito físico.

—¿Por qué insiste en creer que me gustaría tener la atención de otra persona? —Susurró, sabiendo que su voz no tenía que elevarse más por lo cerca que se encontraban—. Yo... creí que había logrado demostrarle que estoy rendida a sus deseos y órdenes.

Los ojos de Kim parecieron suavizarse mínimamente, pero su expresión irritada permaneció, dándole a entender a Jungbin que sus palabras no habían llegado a conmoverlo completamente. Pero no había más que pudiese decir, pues aquella había sido la razón de su tristeza, sumado al hecho de que no le había dado la oportunidad de excusarse.

Ella le pertenecía a Kim Namjoon y jamás iba a desear la atención de otra persona porque la suya le bastaba para ser feliz. Si tenía la atención de su señor, no le importaba nada ni nadie más.

—Los golpes y los latigazos no son los que me han lastimado, sino la poca confianza que tiene en mí.

Los labios de Kim Namjoon formaron una línea delgada después de haber escuchado lo último y sus manos se volvieron un par de puños que arrugaron la sábana, pero su expresión no cambió. Negó con la cabeza a algo que parecía haber aparecido en sus pensamientos y, tan rápido como se había subido a la cama, se bajó.

No dijo nada, ni siquiera dedicó una última mirada a la chica que yacía recostada todavía, sorprendida. Sólo se marchó, cerrando la puerta suavemente detrás de él y dejó a Jungbin con una extraña sensación de vacío en el pecho.

Si Jungbin pensó que Kim Namjoon la había herido, al siguiente día la había terminado de matar, estrujando su corazón hasta romperle lo poco que le iba quedando de esperanza. Se había marchado temprano al trabajo, mucho antes de que ella se levantara siquiera, por lo que la había dejado encargada de su chofer.

Con el corazón roto y el rostro hinchado por haber llorado toda la tarde anterior, se subió al auto y, sin emitir nada más que un simple "gracias", permaneció en silencio durante el camino.

¿Así se sentía haberse separado de alguien?

El problema era que Jungbin no se había separado de Namjoon, simplemente él la había evitado. Por primera vez. Pues, a pesar de haber pasado tiempo con su amiga An Jiwoo durante el evento de su empresa, el señor Kim jamás dejaba de ponerle atención. Siempre le dedicaba una mirada sutil, una pequeña sonrisa o un roce que lograba derretirla.

Pero jamás la había ignorado.

—¿Jungbin? —La voz de Minhyuk la hizo sobresaltar.

Había permanecido en automático desde que había llegado a la universidad, caminó en dirección al salón donde le tocaba la clase con Kim Seokjin, lo había saludado con un asentimiento de cabeza y se había instalado en su asiento habitual, sólo para no poner atención en absolutamente nada, ni siquiera en cuando éste había dado por finalizada la clase y todos habían comenzado a ponerse de pie.

—¿Todo bien? —El chico le regaló una cálida sonrisa luego de recorrer su rostro con la mirada.

Ella respondió, moviendo la cabeza afirmativamente, y se dedicó a guardar la libreta que únicamente contenía garabatos.

—El profesor ha dejado el trabajo de fin de semestre y... me preguntaba si tenías grupo.

¿Seokjin había dejado un trabajo grupal? No se había enterado.

—No.

—Estoy haciendo grupo con Kang Hyori, pero nos hace falta una persona.

Jungbin pestañeó un par de veces. Kang Hyori no le agradaba en lo más mínimo, a pesar de jamás haber hablado con ella. No había mucha gente que no le gustara a Jungbin, pero esa chica sobrepasaba los límites de su paciencia. Le parecía vanidosa y egoísta, podía notarlo sólo con verla, mirando con esos ojos seductores a cualquiera que le beneficiara de alguna manera y logrando retorcer todo para que las cosas salieran a su favor.

Minhyuk se aclaró la garganta, nuevamente llamando la atención de la chica.

—¿Quieres ser parte de nuestro grupo?

Compartir con Hyori no era el mejor panorama que tenía para pasar el rato, pero tampoco quería tener la carga de todo un grupo para ella sola, en caso de tener que hacer el trabajo en solitario. Así que asintió con la cabeza antes de comenzar a seguir al chico.

—Jungbin —ella se detuvo cuando, ya estando cerca de la puerta del salón, Seokjin la llamo—, ¿está todo bien?

El hecho de hablar con Seokjin, el hermano de Namjoon, le hizo recordar toda su miseria, algo con lo que no quería seguir lidiando a esa altura del día.

—Sí —respondió a secas y siguió su camino.

El trabajo del profesor Kim consistía en escribir un ensayo acerca de la distribución de la renta y las riquezas en el país, algo no muy complicado, pero que podía llegar a tomarles tiempo en la búsqueda de información. Algo irónico, siendo que Jungbin vivía con un hombre cuya familia acumulaba un importante porcentaje de las riquezas de Corea del Sur.

La chica había seguido a Minhyuk hasta la cafetería de la facultad, donde muy amablemente le había ofrecido un café que ella rechazó.

—¿Cuánto plazo nos ha dado el profesor Kim? —Preguntó Hyori, mirando la pantalla de su celular.

Había puesto una expresión de fastidio cuando vio a Minhyuk llegar junto a Jungbin, pero no podía culparla realmente, ella era el bicho raro de la clase.

—Dos semanas —respondió el chico.

—¡¿Dos semanas?! —Repitió, abriendo los ojos más de lo normal—. Mierda, ¿qué le pasa a ese psicótico? —Posó sus ojos sobre Jungbin, que la había estado mirando de reojo—. No se te ocurra decirle que dije eso sobre él.

Jungbin simplemente negó con la cabeza, pues tenía temas de conversación más interesantes para hablar con Seokjin.

—Como sea —continuó Hyori luego de poner los ojos en blanco—, estaba pensando en que podríamos conseguir algún tipo de entrevista con algún conglomerado, pero no sé cómo.

—Eso no será fácil —espetó Minhyuk.

—El profesor Kim es accionista principal de un conglomerado —dijo la chica con tono obvio en un intento de defender su idea—. De hecho, es hermano del CEO, ¿no lo sabías?

Jungbin se encogió en su lugar y prefirió que el par de chicos pensara que se encontraba demasiado ocupada leyendo sus apuntes. No quería formar parte de la conversación y menos cuando se había desviado hacia Namjoon.

—No lo sabía.

—Podríamos pedirle que arregle una cita con su hermano.

—Yo... no estoy muy seguro de eso. ¿Qué opinas, Jungbin? Creo que deberíamos desechar esa idea de momento.

Los dos pares de ojos se posaron sobre ella, provocando que sus mejillas comenzaran a tornarse rosadas. ¿Era pertinente decir que tenía una especie de relación con Kim Namjoon, el hombre del que estaban precisamente hablando, pero cuyo nombre no conocían? Tampoco encontraba la manera de decirlo sin que sonara como una mentira, pues ¿cómo podría ser que Jeon Jungbin tuviese una relación con el CEO de un conglomerado? Si lo pensaba, ni siquiera ella lo creía.

—No importa —interrumpió Hyorin, restándole importancia a su opinión, cosa que Jungbin agradeció internamente—, iré a hablar con el profesor Kim ahora mismo.

Antes de que Minhyuk pudiese detenerla, ya se había marchado.

—Lo siento mucho —dijo el chico en medio de un suspiro.

Jungbin levantó la vista de sus apuntes para mirarlo.

—¿Por qué?

—Estás incómoda y es por Hyorin.

Ella se encogió de hombros. No tenía otra opción, por lo que lo único que podía hacer era aceptar el sufrimiento en silencio.

—¿Crees que el profesor Kim acepte?

—No lo sé —y era cierto, no tenía ni la más mínima idea sobre qué respondería Seokjin respecto al tema.

Siguió en su labor de aparentar estar leyendo cosas importantes hasta que Hyorin volvió a aparecer en la cafetería, esta vez hecha una furia que caminaba a paso rápido y marcado. Minhyuk murmuró saber que su idea no iba a funcionar, pero se quedó boquiabierto cuando la chica llegó a la mesa con ellos, apuntando a Jungbin y exclamando:

—¡Hija de puta, estás entorpeciendo tu propio trabajo!

Aquello llamó la atención de la gente que se encontraba alrededor y eso volvió a acalorar el rostro de Jungbin. Minhyuk se puso de pie e intentó calmar a Hyorin, obligándola a tomar asiento y explicarse.

—¡¿Quieres saber lo que me ha respondido el profesor Kim?! —Preguntó al chico, todavía exaltada y gesticulando dramáticamente con las manos. Luego se giró hacia Jungbin y la volvió a apuntar con el dedo—. Que le pidamos a Jeon Jungbin una cita con su hermano porque es muy cercana a él.

Minhyuk arrugó el entrecejo y negó con la cabeza.

—Debe ser una broma, Hyorin.

—¿Es cierto? —La interrogó Hyorin, apoyando las manos sobre la mesa para echarse hacia adelante, en dirección a la chica.

No le quedaba escapatoria, no podía mentirles cuando ya Seokjin la había delatado. Jungbin jamás creyó estar maldiciendo a su profesor favorito, pero eso no lo había visto venir. Simplemente esperaba que aceptara o rechazara la petición, no que se lavara las manos diciendo que ella podía hacerse cargo.

Cerró su libreta, manteniendo la calma, y la guardó dentro de su bolso.

—No me gusta mezclar mi vida privada con los estudios —dijo mientras se ponía de pie, con una seguridad que no supo de dónde salió—, pero veré qué puedo hacer. Ahora debo irme.

Namjoon por qué me haces esto si yo te amo? 😞😞😞😞

Capítulo dos de tres. Nos leemos mañana!

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