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Había marcado innumerables veces al celular de SeokJin, pero nadie le había contestado, provocando que su intriga aumentara el doble.

Hace dos meses que SeokJin había dejado de contestar sus llamadas, provocando en el una especie de incertidumbre al no saber nada de SeokJin, pero en especial; de Jimin.

Por eso mismo una mañana se levantó muy temprano, empacó sus pocas pertenencias y agradeció al amigo de SeokJin, aquel que le había dado asilo, para después tomar el primer vuelo hacia Corea del Sur.

Habían sido muchas horas y se encontraba agotado, pero el deseo volver a ver a su familia era más grande que cualquier cansancio, porque sí, en aquel año Suga se había dado cuenta que tenía una familia, una verdadera y no quería perderla, además de que tenía a su lado a un hermoso chico, uno por él que estaba dispuesto a amar y a cuidar de todo peligro.

Llamó nuevamente al celular de SeokJin, pero lo enviaba a buzón directo, algo sin duda había sucedido.

Levantó su mano y un taxi se estacionó a su costado, introdució sus maletas en el porta equipaje del automóvil y después de asegurarse qué todo estuviera en la cajuela, subió, le dio la dirección indicada al chofer y este comenzó a conducir hasta la dirección que le había sido otorgada.

El cielo estaba lleno de nubes oscuras, Suga sabía que en poco tiempo comenzaría a llover, se colocó la capucha de su sudadera y recargó su cabeza sobre la ventana del automovil, mientras veía el paisaje qué Seúl le otorgaba, uno que había extrañado mucho.

Los viajes en avión lo dejaban tan agotado y más aquellos que duraban catorce horas, por eso mismo no notó que se había quedado dormido hasta que el chofer le comunico que habían llegado al edificio. Sacudió su cabeza intentando quitar todo rastro de sueño de su ser, bajó sus maletas del porta equipaje y después le pagó al chofer.

Una vez que el taxi se fue, pudo admirar el edificio frente a él, tan sólo había pasado un año, pero parecía como si no hubiese estado ahí por décadas. Sonrió, por fin estaba en casa, por fin podía estar con su familia.

Llevó sus maletas hasta el interior del edificio, donde se dirigió directamente hacia el elevador, indicó a que piso quería ir, como lo había hecho cientos de veces en el pasado, sabía que tanto él como sus pies y su mente sabían a donde a ir.

Las puertas del elevador se abrieron y entonces pudo salir de aquella caja de metal, trayendo consigo sus pertenencias se dirigió hacia el departamento, que al parecer estaba cerrado. Lo pensó por un momento, no se había llevado sus llaves y no tenía ningunas en estos momentos, hasta que miró a su alrededor y recordó como SeokJin siempre guardaba una copia en una maseta que se encontraba frente a la puerta.

-¡Bingo!-Se alegró de que aquellas llaves aún siguieran en su lugar, introdució la llave correspondiente y la puerta se abrió.-¿Hola?

Todo estaba en absoluto silencio, el departamento se encontraba exactamente igual que hace un año, solamente con la diferencia de que no había nadie, SeokJin no estaba en la cocina preparando algo delicioso y Jimin no estaba frente a la tele, observando las caricaturas y riendo cada que decían algo bobo.

¿Qué había sucedido?

Introdució sus pertenencias, dejándolas a un costado de la puerta, después de ingresar al departamento y cerrar la puerta detrás de él.

Observó con sumo detalle el lugar, buscando la razón del silencio, sabía que no había nadie, pero no entendía la razón, tal vez habían salido de paseo o se encontraban en la escuela o el trabajo, eso lo entendía, pero lo que no entendía es ¿por qué hacia tanto frío? ¿Por qué no podía sentir la calidez qué caracterizaba al departamento?

Fue entonces que alguien venía saliendo de la que era su habitación, inmediatamente sus ojos fueron a parar hacia esa persona, pero nunca creyó lo que sus ojos veían.

-¿Jimin?-Frunció su ceño, ese no era su Jimin, no era su niño tierno e inocente.

-¿Suga?-Bajó rápidamente de las escaleras, sin desviar la mirada del pelinegro, sin perder detalle de él, había regresado...

-Jimin... ¿qué traes puesto?-Lo miró de arriba hacia abajo, incrédulo.

-Es mi... -Se miró de arriba hacia abajo, percatandose del atuendo tan revelador que vestía, Intentó cubrir con sus manos lo más que pudo, pero no podía cubrir con sus manos las mayas de red en sus piernas, ni el mini short que portaba.-¡Qué te importa!-Le gritó, pues no quería darle explicaciones de nada, por otro lado, Suga abrió sus ojos sorprendido de la actitud del menor.

-¿Qué qué me importa? Pues me importa mucho y te prohíbo que salgas así a la calle.

-¡Tú no eres nadie para prohibirme!

-¡Soy tu novio y te prohíbo que salgas a la calle con esa ropa tan reveladora! Es por tu bien.

-¿Mi bien? ¿Mi bien? Ja, mi bienestar se acabó desde el día en que te fuiste, no te molestaste tan siquiera en dejar un teléfono para comunicarte.

-Tú ni siquiera tenías teléfono, SeokJin tenía mi número y me contactaba de ves en cuando, dejó de llamarme y me preocupe, entonces vine para ver que es lo que estaba sucediendo.

-Pues llegaste tarde, ya nada se puede hacer...

-¿De qué estás hablando?

-NamJoon murió y el amor que sentía por ti también, y en cuanto a SeokJin... -Desvió su rostro, mientras tensaba su mandíbula y luchaba por no derramar lágrimas. -Lo puedes encontrar en el hospital Icheon...-No soportó seguir frente a aquel que alguna vez fue el amor de su vida, por eso prefirió irse.

Se dirigió a la puerta con lágrimas corriendo por sus mejillas y sin mirar hacia atrás, cerró la puerta del departamento.

Fue entonces que Suga se quedó completamente inmóvil, miró a su al rededor y vio pasar como flashes los recuerdos que tenía en aquel departamento, mismos que le daban un toque cálido al mismo, pero ahora no estaban, solamente estaba el frío recuerdo de lo que alguna vez hubo.

Ahora entendía a que se debía el frío...

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