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16.- "Charla"

Omnisciente

Los labios hinchados de Ayden delataban lo agitada que estuvo el resto de la fiesta.

Creyó que la desilusión con Frank sería inminente, que haberlo visto huir de él después de haberse besado de esa forma tan intensa; sería la señal clara de que confundió las cosas.

Pero no... lo que ocurrió después de eso, fue tal vez el mejor recuerdo de alguna fiesta.

No supo cómo ni porqué, pero cuando Frank volvió del baño, Ayden lo observó beber el último trago de su vaso rápidamente, antes de volver a tomar al menor de la cintura, subirlo a su regazo; y comerse a besos.

Se atrevería a decir que habían estado pasando casi toda la fiesta besándose con Walker.

Si Ayden se iba a ver cómo estaba todo con Kayla, a los minutos ya se le podía ver en un rincón con Frank, si se separaban un poco de la fiesta para que Ayden quisiera bailar y bajar su calentura sobre Walker; ni él se daba cuenta cuando el pelinegro ya lo estaba acorralando en una pared y devorando su boca junto con su cuello.

El alcohol había subido a sus cuerpos, se había roto gran parte de esa tensión que se tenían uno al otro.

Para Frank, besar a Ayden fue la cosa más adictiva que alguna vez le pasó.
Para Ayden, besar a Frank había sido lo más excitante que había vivido.

Por supuesto que la magia no duró demasiado, llegó un momento en donde a Frank se le alinearon o cruzaron los cables, y por un instante se preguntó qué rayos estaba haciendo, ¿por qué llegó a atreverse a tanto con Ayden?
No era que le disgustara, a Frank le gustaba Ayden, definitivamente, pero de alguna forma no llegaba a aceptarlo totalmente, aún había una parte de él que le decía que no podía estar interesado en alguien, mucho menos tan rápido.

Cuando la magia se fue, a Frank casi se le caía la cara de la vergüenza, tanto que le pidió a Daniel llevarlo a casa por él.

Ayden bebió de más, así que no se dio cuenta de que Daniel lo llevó a casa junto con Kayla.

A la mañana siguiente, Silverman no recordaba mucho, su memoria se acababa a partir de cuando Frank volvió a besarlo posterior a regresar del baño.

Le dolía la cabeza, le dolían sus huesitos, sus labios estaban sensibles e incluso había marca de que le salió un poco de sangre.
Su ropa estaba tan arrugada, y cómo no, si Frank lo acarició por todas las partes que pudo, fue un milagro que no se atreviera a meter sus manos debajo de los pantalones de Ayden.

Cuando despertó, casi se moría de la misma vergüenza que Frank sintió, pero no se arrepentía de nada.

Kayla tenía una historia un poco diferente, había terminado teniendo sexo con Thomas en su auto, y después tuvo que regresar a la casa de Ayden aunque Thomas volvió a molestarse por eso.

La cosa aquí era, que ninguno de los dos sabía porqué Daniel estaba dormido en el suelo de su casa.
El lugar estaba hecho un desastre, había botellas por la sala, los padres de Ayden no estaban y seguramente no lo estarían hasta más tarde.

No obstante, hay un chico en su sala y él no sabe porqué.

—¿Está muerto? —Kay no sufría de la misma resaca que Ayden.

—No sé, pero seguramente trascenderé al reino de los cielos junto con él —el de rulos desechos agonizaba en el sofá, el cuál estaba al lado de un Daniel inconsciente—, ¿qué pasó ayer?

—De lo último que me enteré, es que lo convencimos para seguir la fiesta aquí.

—Eso explica las botellas... ¿qué hacemos? El auto de Frank está aquí y su hermano también.

—Supongo que se irá cuando despierte —la chica tomó asiento al lado de Ayden—, a propósito y hablando de Frank... ¡¿Qué fue lo que pasó ayer?! Los ví esconderse en una esquina de la fiesta, Ayden Silverman, ¿qué cosas indebidas estabas haciendo?

Este tomó una expresión nerviosa. —Él... nosotros, nos emocionamos un poco, pero mi ropa y la suya siempre estuvo con nosotros.

—Me parece extraño que él no te haya traído a casa, ¿hay alguna razón?

—Me gustaría saberlo —suspiró—, él no me ha contestado los mensajes... tampoco me ha llamado, ni nada. ¿Le habré dicho algo malo? No lo creo, todo lo negativo que pensé de él, ya se lo dije.

—Tal vez no ha despertado, no te preocupes, ya te buscará de nuevo. Los amigos de Thomas me contaron sobre Frank, no sabía que él era una celebridad de la universidad, muchas personas lo conocen e intentan estar cerca de él. Pero Frank no suele tener más de dos o tres amigos.

—¿En serio? ¿Qué clase de persona rechaza la buena atención que le dan los demás?

—Alguien como Frank —la chica se levantó y fue a la cocina, siguiendo con su charla—, las buenas noticias, es que eso me llevó a que me contaran que él nunca sale con nadie, en serio, nadie en la universidad ha salido con Frank. Me contaron varias versiones, algunas decían que él salía con alguien fuera de la universidad y otras menos interesantes, pero, espero que la versión de salir con otra persona que no estudia ahí; se cumpla.

—Si insinúas que soy esa persona, permíteme decir que estás equivocada. Frank y yo no somos iguales.

—Exacto —la de rizos servía agua en un vaso de cristal-, imagínate ser iguales, no habría emoción entre ustedes. Él ya te hizo la invitación a una fiesta, podrías intentar ser tú el siguiente que lo invite a salir a otro lugar.

Ayden no la cuestionó ni la contradijo, de cierta manera tenía razón.

Pensó por algunos minutos la emoción que le daría tener una verdadera cita con Frank, pero no había nada que pudiera decirle si Walker pensaba lo mismo.
La tensión que tenían se rompió un poco el día de ayer, tener una cita es algo que no sabía con certeza si iba a ocurrir.

Ya no era un secreto que a Ayden le gustaba Frank. Pero Silverman tenía miedo de que Walker ya no quisiera seguir viéndolo.

Pasó una hora más, Ayden y Kayla tuvieron que limpiar la casa aún sin ganas ni motivaciones.

Luego de ese tiempo, escucharon a alguien agonizar en el suelo, y supieron inmediatamente que se trataba de cierto monero de rizos cortos.

Silverman ya había tomado algo para el dolor de cabeza, así que su cuerpo joven aún podía soportar este tipo de resacas. Se acercó al cuerpo destruído de Daniel, el cuál rogaba por agua y por saber cómo llegó ahí.

—Buenos días, ¿cómo estás? —burló el menor.

Dani, con su cuerpo extendido sobre el suelo, sintió que ya era su hora de dejar este mundo.

—Entre muerto y muriéndome.

—¿Tú crees?

—Ayden, no siento el 50 por ciento de mi cuerpo, busca ayuda.

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Luego de revivir a Daniel con agua y comida, este pudo irse de la casa de Ayden, buscando una cama donde pasar el resto del día.
Se había ido en el auto de Frank, el cual le había dejado varias llamadas perdidas.

Mientras tanto, Ayden se quedó en su casa luego de que el hermano de Kayla viniera por ella. En ese lapso de soledad, se preguntaba si en verdad su esperanza porque Frank le respondiera iba a resultar real.

Ya había pasado el tiempo suficiente para que Walker despertara, y no había señales de él en el teléfono de Ayden.

En este punto, Silverman ya estaba resignado, estaba un poco triste a decir verdad.

Es decir, ayer había probado el mejor beso de su vida... y fue con Frank, con el chico que lograba ponerlo tan nervioso como quisiera con solo una mirada.
Se había emocionado demasiado, porque no solo fue el gusto físico, sino que también se había puesto feliz de saber que quizá Walker se sentía atraído por él.

Pero hoy, al ver todo vacío en su teléfono por parte del pelinegro, lo hizo creer que solo lo hizo por culpa del alcohol o por simples ganas.

Ahora se avergonzaba, si tan solo no le hubiera pedido sentarse en sus piernas...
No, tenía que afrontar las cosas.

Por cada cosa que lo ponía triste, se emocionaba al recordar otra, como el tacto de Frank en la piel de su cintura, como la forma en la que rechazó a una chica y a él si le permitió sentarse en su regazo, o todas esas pequeñas ocasiones en las que Walker se avergonzaba pero seguía deseando besarlo.

Si Frank no le contestaba al terminar el día, Ayden se pondría más triste, sí, en definitiva.

»»----- ★ • ★ -----««

Y pues sí, efectivamente no supo nada de Frank durante tres días.

En un inicio se preocupó, se asustó de solo pensar que quizá Walker tuvo algún accidente o algo, que nadie le había avisado que pudo haber sucedido algo malo.

Después de que Thomas le había dicho a Kayla que Frank estaba bien, entonces Ayden se puso muy triste.

¿Significaba que eso era todo?

Ayden pensaba que quizá Frank solo quería ver hasta donde podría llegar él, y ahora que lo descubrió; ya no quiere saber nada de su existencia.

No solo se trataba de no mensajes, sino que Frank tampoco fue por él a su preparatoria, no era que Ayden quisiera solo eso de Frank, pero no verlo estos dos días esperándolo en el estacionamiento, sin duda lo hicieron sentir mal consigo mismo.

Se regañaba mucho, pues entendía que el pelinegro no le debía nada, jamás llegaron a acordar que intentaría tener algo más allá de su "amistad", así que, si Frank le decía que solo fueron unos besos por placer, Ayden no sabría cómo reclamarle eso.

Por otra parte, no le gustaba que Frank no se apareciera.
Es decir, si no le hubiera gustado, no hubiera buscado a Ayden por la fiesta para seguir uniendo sus bocas tal como lo hizo, ¿verdad?

Hoy era miércoles, Silverman seguía un poco triste durante sus clases, no le gustaba sobrepensar tanto, porque también quería encontrar una explicación de porqué Frank no había hecho aparición en ningún lugar.

Ahora era su última clase del día, pronto podría irse a casa y pasar el resto del día ocupado en sus asuntos, prefería estar pensando en el estrés de la escuela que en el estrés que pudiera causarle alguien externo a esta.

Aparte, su buena noticia durante las clases era ver a Jean y Eddy hablar de vez en cuando.

Se hallaba pensando demasiado en su situación con Walker, que se asustó cuando el profesor que detestaba lo llamó, y le ordenó ponerse de pie.

—Silverman, ¿en dónde tiene la cabeza hoy?

—En ningún sitio, ya no me distraeré —aseguró tímidamente.

Lamentablemente, este profesor era una persona que no sabía cuándo detenerse.

—Ah, ya sé, sigue pensando en cómo abrir ese absurdo restaurante, ¿verdad? ¿Cómo dijiste que se llamaría? Da igual, cualquier nombre seguro usted será el único que lo recuerde. Deje de distraerse con esas cosas ridículas y ponga atención, porque le recuerdo que muy suficiente en mi clase; no es.

—Oiga, ¿qué le pasa? —Cotte salió a la defensiva.

—No le hable así —ahora fue el turno de Jean.

Ayden no podía ni hablar, porque sintió como algo golpeaba su pecho.

—Silencio. Es él quien tiene que afrontar las consecuencias de no prestar atención por seguramente estar pensando en cosas tan ridículas como abrir un restaurante al que nadie planea ir. ¿Han visto las calificaciones de Silverman en los exámenes de otros años? Son simplemente patéticas e insuficientes. Si tan solo tuviera un poco más de cerebro para enfocarse en las cosas que son importantes, no sería de los más brutos de mi clase. Póngalo en su cabeza, como estudiante es lamentable.

En ese momento, Ayden intentó ser lo más fuerte que pudiera, no escuchó lo que sus amigos le hayan dicho al profesor, porque en su mente todo se había vuelto un caos.

Se sintió humillado, se sintió expuesto frente a tantas personas de la peor manera.

¿Por qué tenía que decirle todo eso? ¿Cuál era el punto de hacerlo sentir como un tonto?
Ayden de verdad le había creído todo eso, sabía que ese hombre tenía mala fama de hacer sentir a los alumnos de una manera horrible, pero jamás pensó que esto sería así.

—Da igual lo que digan, Silverman no está a la altura de estar en sus últimos meses de preparatoria y lo ha demostrado. Con esa capacidad mental, debería regresar a primaria.

Eso era todo, ese hombre había logrado romper algo en Ayden; la poca seguridad que le quedaba.

En silencio, tomó su mochila y algunas de sus cosas rápidamente, salió con esta sin hacer aspavientos, ignorando lo que sea que sigan hablando en ese salón de clases, solo sabía que sus amigos lo estaban defendiendo.

Ayden aceleró sus pisadas por el pasillo, la hora de salida estaba a tan solo pocos minutos, y él solo quería regresar solo a casa, por lo que prefería salir por el estacionamiento.
Durante ese trayecto a la salida, sus ojos se mojaron por lágrimas.
Ya había estado sensible, pero lo que ese hombre le dijo, solo lo hizo sentir como un estúpido frente a la clase que no era capaz de comprender esa asignatura.

¿Qué le había hecho él a ese hombre? No lo sabía nadie, pero Ayden ya estaba cansado de que lo hicieran sentir como un imbécil.

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En el estacionamiento de la preparatoria Whitney, había un pelinegro esperando a que cierto castaño saliera.

Tenía que darle algunas explicaciones, entre ellas; mostrarle su antigüo teléfono totalmente destruído por culpa de Daniel, y claro; su auto con el que Daniel arrolló su teléfono por accidente.

La paciencia nunca fue algo que Walker pudiera presumir, pero hoy quería mejorar en ello, estaba impaciente por que Ayden saliera, pero no de mala forma, sino que en verdad estaba emocionado por verlo, aunque si era sincero, si veía a Ayden de cerca como antes, seguramente le darían ganas de volver a besarlo.

Era complejo describir lo que Frank había sentido estos 3 días incomunicado con Ayden. Ahora sabía bien que podía dar algún siguiente paso; invitarlo a salir, ser más atento con él para que supiera directa o indirectamente que estaba interesado.

No importa si Ayden tardaba un poco más en salir hoy, Frank lucharía por conservar su paciencia, ya que valdría cada minuto de espera.

De pronto, justo antes de que la mayoría de alumnos saliera de sus clases, observó a una tal figurita castaña andar a pasos rápidos, pasando su mano por su rostro.

Frank ya reconocía esa silueta, esa forma de caminar acelerada que llegaba a dar gracia, y claro que reconocía esas ondas castañas en su cabeza.
Lo que no reconocía, era ver a Ayden tapar su rostro.

Dudó un poco, hasta que el castaño se veía obligado a pasar cerca de Frank si es que quería salir del estacionamiento, pero Silverman aún no alcanzaba a ver qué Frank estaba ahí.

Sus sollozos se escucharon un poco más al alcance de Frank, porque de un momento a otro, Walker se dio cuenta.

—Ayden —lo alcanzó antes de que pasara por su lado, sujetando gentilmente su brazo.

Cuando separó ese brazo de la cara del menor, notó perfectamente que Ayden estaba desbordando lágrimas.

Pasaron algunas preguntas por la cabeza de Frank en solo unos segundos, pues el lindo rostro de Ayden estaba siendo atacado por ese llanto.

—¿Quién fue?

Ayden lo observó a los ojos, había una expresión de mera molestia en él.

—¿Qué estás haciendo aquí? No quiero verte.

—De lo nuestro hablamos cuando te lleve a casa. ¿Quién fue?

—Esto no es asunto tuyo —intentó zafarse—, suéltame, me voy solo.

Walker no lo soltó, pero tampoco le dijo nada más, solo sabía que existía alguien en este mundo que tuvo el atrevimiento de hacer llorar a Ayden de esta manera.

Aunque Frank podía ser muy brusco en situaciones en las que veía llorar a alguien, en esta escena en particular, lo último que quería era hacer sentir peor a Ayden.

Con palabras le era muy difícil explicar que solo estaba inquieto, no era muy normal ver a alguien tan sonriente como Silverman en este estado, y de ninguna forma quería quedarse de brazos cruzados cuando enfrente de él estaba la prueba de que algo no andaba bien.

La mirada de Walker fue suficiente para que Ayden quisiera leer lo que pasaba por su mente, la quijada de Frank se tensaba, no planeaba dejarlo ir así.

Kayla había seguido a Ayden, pero cuando esta observó desde esa distancia que su amigo y Frank ya se habían encontrado, decidió regresar al salón de clases.

El momento de silencio entre el castaño y el pelinegro se convertía en algo más, Ayden no sabía con quién estaba más molesto, con el profesor o con este sujeto que se desaparece y ahora regresa fingiendo estar preocupado.

Sin embargo, a Silverman le había dolido tanto que ese hombre le dijera todo eso, y no sabía si iba a poder olvidarlo el resto de estos últimos meses de clase.

—Lo preguntaré una última vez antes de entrar y preguntárselo a alguien más —el tono de voz de Walker intentó ser más comprensivo-, ¿quién fue?

Ayden limpió otra pequeña lágrima de su cara. —Si te lo cuento, vas a burlarte de mi. Es una estupidez.

—¿Qué? No, Ayden, no voy a burlarme de ti —negó un par de veces, y procedió a ser él quién con algo de vergüenza; se encargó remover las últimas lágrimas que caían por el suave rostro de Silverman.

¿Por qué no podía solo pedir disculpas?
Esto era lo que había construído con sus malos tratos hacia Ayden, que este tuviera el temor de que Frank volviera a hacer lo mismo.

Ayden suspiró, ahora mismo, la única persona en la que menos esperaba contarle algo así, sería Frank.

—Un, un profesor me hizo sentir mal frente a la clase, dijo cosas sobre ese estúpido sueño de un restaurante, dijo que era algo absurdo y... me hizo sentir tan mal, les dijo lo idiota que soy, Frank —sollozó—, no supe cómo defenderme, no puedo hacerlo, siempre nos dice cosas horribles y yo no sé porqué no lo detuve, hay tanto que merece que le digan...

El mayor asintió, sin comentarle nada en primera instancia, dejó que Ayden siguiera contando a detalle lo que ese hombre se atrevió a decir frente a toda la clase.

Y muy probablemente, la parte que terminó de hacer enojar a Frank, fue cuando Ayden terminó el relato con la frase que definitivamente había provocado el enojo entero a Walker.

—Solo olvídalo, Frank, ahora que lo pienso, él tenía razón.

Escuchar la voz quebrantada de Ayden decir que ese hombre tenía razón, provocó de Frank un enojo de sobremanera.

Más que nada, porque él también entendió ese horrible sentir de cuando alguien quería romper sus sueños, cuando alguien lo humillaba frente a las personas, era algo que lo llenaba de impotencia, lo hacía...

—Vamos —tomó a Silverman de su muñeca, y comenzaron a caminar hacia el interior de la escuela.

—¿Eh? ¿A-a dónde vamos?

—A buscar a un imbécil con título de profesor.

Frank le había dejado de tener miedo a muchas cosas, y una de esas cosas era el temor de tratar a los adultos de la misma manera en la que ellos lo trataran a él.

Si las personas que conocieran a Frank, tuvieran que mencionar una persona que fuese especialista en decir cosas hirientes, en hacer que las personas se trague sus palabras y tener la habilidad de poder destruir a alguien sin siquiera decir un solo insulto, dirían sin dudar, que ese era Frank Walker.

Si algo le molestaba a este chico, era un adulto que creía saberlo todo, y que solo se dedicaba a hacer sentir mal a personas más jóvenes, intentando humillarlos o arruinar sus sueños.

Frank ya estaba tratando de reivindicarse sobre ello, pero sabía de sobra que las personas de mayor edad ya no tenían la voluntad de redimirse.
Y Frank no iba a permitir que esto siguiera sucediendo.

Llegaron al salón de clases al que Ayden terminó por decirle la verdad, Silverman le rogó que no lo hiciera entrar, así que Frank respetó eso, pero él sí que entró sin dudar.

Ayden no se quiso quedar ahí, no por alguna vergüenza de que Frank entrase, eso en realidad no le molestaba.
Pero tampoco quería escuchar lo que ese profesor pudiera decir, estaba seguro que incluso enfrente de Frank sería capaz de decir cosas sobre él.

Se alejó de la puerta que se acababa de cerrar, y esperó sentado en una silla del pasillo.

Ahora, su única pregunta era; ¿Qué carajo iba a decirle Frank a un profesor así?

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El profesor de aquella clase salió del salón lentamente, solo.

Encontró a cierto alumno sentado en el pasillo. El hombre arregló su traje, portaba una expresión acongojada, y se notaba una clara vergüenza en él.

Carraspeó al estar enfrente de Ayden, el cuál ya de había calmado durante estos 3 minutos en los que Frank había entrado a la clase.
Para este tiempo, él ya había recobrado un poco de fuerza emocional, listo para enfrentar cualquier cosa que le dijera.

—Joven Silverman —lo llamó, haciendo que Ayden se levantara de la silla—, le... pido una disculpa por mi comportamiento, no se repetirá, y no crea lo que le dije en la clase.

Pese a la frialdad del hombre, Ayden prefería no tener rencores con nadie, incluyendo este sujeto que llegó a hacerlo sentir pésimo hace unos minutos.
Si no veía mal, el hombre tenía los labios temblorosos, como si estuviera a punto de llorar.

—N-no pasa nada... pero, espero piense mejor a la hora de hablarle a las personas. No es correcto decir cosas crueles sin razón.

Asintió. —Y lo lamento, nos veremos la próxima vez, Silverman. Si me disculpa, falta poco para terminar la clase y tengo que irme.

Aquel sujeto se fue, Ayden esperó casi nada para asomar su cabeza a la puerta del salón de clases.
Sus compañeros murmuraban un poco, algunos incluso parecían algo asombrados.

Divisó a sus amigos, los cuáles le entregaron una mirada sorpresiva a Ayden desde la distancia. Sus labios se movieron en silencio, queriendo comunicarle algo al menor.

Entró un poco más, ya que aún no veía a Frank.
Cuando su cuerpo estuvo casi completo dentro del salón, se preguntó en qué momento Frank había tomado un plumón digital para escribir en la pizarra blanca que se iluminaba.

Y ahí estaba Walker, observando un problema matemático que para esta clase había sido todo un sufrimiento, ya que no lograban entenderlo, o no de la manera en la que el hombre llegaba a explicarlo.

—¿Frank? —susurró.

El mayor no alcanzó a oírlo en primer momento, sencillamente se acercó a la pizarra con aquel plumón digital y escribió un número al final de toda la ecuación.

—La respuesta siempre es 0.

—¡Frank! —ahora el susurro fue más fuerte.

El pelinegro observó la puerta, supo que ya era hora de irse.

Salió del salón de clases sin más, los alumnos verificaron que en efecto, la respuesta era 0.

Hubo muchos murmullos en esos minutos, todos preguntándose quién diablos era el chico que entró a decirle tantas cosas al profesor, y que provocó que este saliera apenado a pedir disculpas.

Lo que sea que le haya dicho, Ayden no escuchó, pero tenía mucha curiosidad.

Salieron de la preparatoria, el de ojos rojos no dejaba de preguntarle qué había hecho, llegaron al auto clásico, Frank le abrió la puerta y lo dejó entrar, todo había sido muy silencioso y rápido, porque en un minuto ya estaban saliendo del estacionamiento.

Ninguno de los dos decía nada, aunque parecía haber mil cosas de las cuáles hablar.

La fiesta, que Frank desapareciera estos días, y ahora esto.

El ambiente se tornó un poco extraño, hasta que el de cabello negro se decidió a decir algo primero.

—¿Se disculpó contigo?

Asintió. —Sí, lo hizo.

—No me necesitas para defenderte. Así que espero que no vuelvas a salir con lágrimas.

—No entiendo nada, Frank. ¿Qué haces aquí? ¿Por qué hiciste eso? ¿Qué le dijiste al profesor?

—Estoy aquí para llevarte a casa. Lo hice porque si tú no estabas en un buen momento para enfrentarlo, alguien debía detenerlo. Y le dije lo necesario para que no piense en volver a hacerle eso a alguien más. ¿Respondí bien tus dudas?

Ayden se cruzó de brazos y miró a la ventana. Sí las respondía bien, pero en realidad no de la forma que a él le gustaría.
Había tantas cosas de las que necesitaba aclaración, y era como si Frank solo quisiera dar respuestas limitadas e ignorar lo demás.

De la parte de Frank, él sabía bien lo que empezaba a sentir por Ayden, estaba totalmente consciente de que si iba a hacer esto, tenía que hacerlo bien, sin rodeos ni fallos.

Por ello, no iba a quedarse de brazos cruzados ahora que veía que Ayden estaba abrumado por no saber absolutamente nada de lo que ocurría.

—Puedes preguntar lo que quieras, te debo algunas explicaciones.

Para esto, Silverman no sabía ni qué pensar, ya no quería sentirse peor, y mucho menos necesitaba que la respuesta de Frank le llegara a dejar en claro que solo se estaba haciendo ilusiones injustificadas.

Así que, si Frank iba a decirle algo así, lo mejor era que Ayden adelantara esa respuesta para no salir tan herido.

—No me debes explicaciones... ya sé que lo que pasó en la fiesta solo fue por la emoción y por el ya conocido efecto del alcohol. Lamento si por eso te hice creer que debías darme atención o disculpas el día siguiente, pero me hubiera gustado que al menos respondieras mis mensajes, quería saber cómo estabas.

No escuchó la respuesta del mayor, pero sí volteó cuando este dejó un objeto en su mano.

Exacto, un teléfono destruído en su totalidad.

—¿Qué es esto?

—El cadáver de un asesinato a mi teléfono —bromeó—, ahí está la razón por la que no pude hablarte, Daniel llegó el día siguiente a la universidad, estaba esperándolo en el estacionamiento, no me di cuenta cuando se me cayó del bolsillo y él lo arrolló con el auto. Escuché mis sueños y esperanzas romperse y al teléfono también, pero si hubiera estado bien, habría respondido tus mensajes. Estuve muy ocupado, Ayden, no podía darme el lujo de visitarte para explicarte.

—No lo sabía, entonces, ¿qué harás sobre tu teléfono?

—Voy a buscar otro trabajo y compraré uno nuevo.

Eso se escuchaba a lo que Ayden nunca imaginaria hacer. Todas las ocasiones en las que necesitaba un teléfono nuevo, solo debía decírselo a sus padres y el día siguiente ya lo tenía en sus manos.

De ninguna forma se sentía culpable ahora que sabía la verdadera razón, pero al menos ya entendía la situación.

—Eso explica un poco las cosas.

—También veo conveniente decirte que no me siento obligado a darte atención, me gusta hacerlo —continuó sin muchos problemas.

Ayden no quería verlo, le daría vergüenza que Frank le estuviese diciendo eso con esa tranquilidad, porque a diferencia de Walker, Ayden solía ser más expresivo en cuanto a vergüenza respecta.

Prefirió no responder, creyendo que así se perdería ese tema de conversación, pero claro, a Frank no se le pasaba nada.

—Lo que pasó no fue por el alcohol, no para mí. No parece, pero estaba en mis 5 plenos y agudos sentidos.

Eso hizo que Ayden terminara de avergonzarse.

¿Qué trataba de decirle? ¿Que de verdad quería besarlo? Ayden aceptaba que él sí lo quería, pero también le daba méritos a qué ya había bebido de más y estaba muy emocionado por la fiesta.

—Entiendo que tú la estabas pasando bien bebiendo y bailando con las personas —eso último sonó un poco extraño... un poco quejumbroso—, no estuvo mal dejarnos llevar, si es lo que te preocupa.

Bueno, parecía que a ninguno de los dos les molestó lo que ocurrió, por otra parte, no parecía que estuvieran diciéndose todo.
Por supuesto que no les disgustó ni tantito lo que pasó entre ellos, solo que, ninguno se atrevía a decir la verdad detrás de haberse besado.
Esa verdad se resumía en un solo pensamiento; fue la oportunidad perfecta para besarte.

Ayden disfrutó de todo eso, Frank también. Ninguno se atrevía a decir que se tenían muchas ganas, que lo que hicieron solo los dejó con ganas de más, pero que habían pasado varias cosas y no sabían ni siquiera cómo hablarlo.

Definitivamente, Ayden quería invitarlo a una cita y pronto, al menos ahí podría decirle todo a Frank y dejar que este decidiera.

—Tampoco hubiera necesitado beber tanto para eso —Silverman solo dejó ese comentario al aire, que hizo que Frank sonriera de manera conforme. Entonces así serían las cosas, intentando avergonzarse uno al otro.

El silencio volvió a inundarlos unos segundos, pero ya no había la misma tensión de incomodidad de antes.

Frank miró de reojo al menor, y este seguía con un rostro algo decaído, su naricita se había puesto de un ligero tono rojo por el reciente llanto que cayó por sus mejillas.

La verdad no sintió lástima, sintió coraje.

—No eres un estúpido por tener sueños a futuro y no entender alguna clase de preparatoria —empezó, intentando hacer el mayor contacto visual con Ayden que pudiera, sin perder la atención al camino—, y si alguien más te dice lo contrario, me gustaría aconsejarte que recuerdes que solo son palabras de una persona frustrada por no haber logrado sus sueños, no es tu culpa que los demás no consigan lo que se propusieron y mucho menos tiene que evitar que tu sí lo consigas.

Para Ayden, escuchar los consejos de Frank de esa manera casi seria; era muy valioso, porque le gustaba pensar que dentro de todas las burlas de Walker y toda esa coraza que lo hacía no tomarse muchas cosas en serio, le daba un poco de conforte saber que había situaciones en las que él se esforzaba más por sacar palabras desde una parte más sincera de él.

—Un restaurante para unir personas y tradiciones es un buen sueño con buenos propósitos, y tú eres más inteligente de lo que piensas —afirmó, por fortuna, en ese semáforo en rojo, pudo ver bien a Ayden a los ojos—, no permitas que otra persona te haga sentir como un tonto, porque no lo eres y yo... —se detuvo, odiándose por no completar la frase—, ni siquiera yo estoy en posición de hacerte sentir así, así que no lo permitas, si un día lo hago, golpeame, pero no sucederá.

Dio una sonrisita. —¿Y si haces lo contrario y me haces sentir mejor?

«No sé, bésame otra vez».

—Felícitame y apóyame en mi decisión de robar un título de psicología

—Apoyo esa decisión, definitivamente —dio un ligero suspiro—, gracias por lo que hiciste hoy, te puedo compensar esto, que me lleves a casa, la invitación a la fiesta y tus buenos servicios psicológicos.

«Ojalá que sí sean los besos».

—Informes, me interesa —el humor de Frank podía darse en cualquier situación.

—Te compraré un teléfono nuevo.

—¿Que tú qué? No, para nada.

—¿Por qué no? Es una buena paga, tú me has dado transporte, una buena manera de pasar el fin de semana, y por si fuera poco; sabiduría. Un teléfono nuevo es justo.

—Pulga, no voy a permitir que pagues algo tan caro como eso. Y no me gusta recibir regalos así, agradezco y admiro la facilidad que tienes de decidir darme algo nuevo sin la preocupación de cuánto cuesta, pero no lo acepto.

—Ash —se hizo más chiquito—, eres muy terco, Frank...

Sí, ese era Ayden acostumbrándose al apodo de "pulga".

—¿Cómo vas a comprarlo tan pronto? Necesitas estar en comunicación con los demás.

—Habré de trabajar más duro, pero es innecesario que gastes en eso, pensaré en algo más.

Era una realidad que a Walker no le gustaban los regalos tan caros, mucho menos si no había una muy buena razón.
A lo largo de la vida de Frank, ver cómo le llegaban regalos costosos a Daniel en su infancia para que este no hiciera "berrinches" o no estuviera triste, fue algo que lo llegó a molestar mucho.

Y cuando esos regalos de sus padres intentaron llegar a él cerca de su mayoría de edad, Frank no los podía aceptar.

Era una gran contradicción de parte de estos dos.

Para Ayden, su forma más común de demostrar agradecimiento y afecto era obsequiando objetos costosos, ya que esa fue la manera en la que sus padres demostraron su afecto. Jean y Kayla eran los principales testigos de eso.

Y para Frank, los obsequios eran algo que él no aceptaba de la mejor manera.

Del lado de Walker, aprendió a mostrar su afecto de manera distinta, ya que Ayden lo hacía porque lo aprendió de sus padres, pero Frank hacía otra cosa porque es lo que a él le hubiera gustado recibir.

Frank solía demostrarlo con atenciones, con pasar tiempo de calidad, con ayudar, proteger, hacer muchas cosas sin esperar nada para aquellas personas que él consideraba merecedoras de ello.

Es decir, Ayden recibió afecto material y le faltó afecto paternal y maternal, pero Frank... él ni siquiera llegó a recibir algún tipo de afecto, ni de manera material, ni de manera verbal o física.

El oji-caramelo también solía obsequiar algunas cosas, aunque eso era más del lado romántico, y Frank no tenía muchas anécdotas románticas, pues nunca se preocupó por eso.

—¡Entonces ya sé! —se animó—, ya sé cómo puedes conseguirlo por ti mismo, pero yo seré quien te ayude.

—Ajá...

—¡Trabajarás para mí!

—Ay, no.

Golpeó su brazo. —Grosero.

—Yo sé que te encantó probar mis inocentes y puros labios —se lamentó—, pero no soy un trabajador sexual, ni hago bailes privados... no aún.

Soltó una risa. —No es eso, tonto.

—Tampoco cometo delitos como el asesinato, suplantación de identidad, robo, fraude, extorsión, secuestro, espionaje, allanamiento de morada, abuso de autoridad, falsificación de documentos, tráfico de cualquier índole y mucho menos cualquier delito sexual.

—¿Sabes de leyes?

—Pulga, yo inventé las leyes —el ego de Frank era algo que a Ayden comenzaba a divertirle de sobremanera.

—Bueno, por fortuna para ti, no hay nada ilegal en esto. ¿Qué te parece si te contrato como el jardinero, otra vez? Mis padres siempre están fuera de casa y siempre necesitan quién cuide el jardín mejor que yo, pero cuando lleguen el día de hoy, los puedo convencer de que te contraten de nuevo. E incluso si no puedo convencerlos, algo se me ocurrirá para que puedan contratarte en otra cosa.

El mayor tuvo mucha curiosidad al respecto. Era verdad que los padres de Ayden pagaban muy bien, y si era así, en dos semanas tendría el dinero suficiente para comprar un buen teléfono si es que lo contrataban para muchas actividades, además, tenía algo de dinero ahorrado.

—Bailes privados y suplantación de identidad no son tan mala idea.

—¡Eres un cínico! —lo llenó de golpecitos en el hombro y parte de su cabello.

Ayden logró escuchar nuevamente la risa de Frank, su encantadora y sonora risa.

—Está bien, acepto el trato. Pero seguiré llevandote a casa y eso no contará como un trabajo. ¿Dónde firmo?

Se podía notar perfectamente como el humor de ambos llegaba a elevarse tanto de solo conversar.
Estaban cayendo tan rápido y de una forma tan amena. No le hacían daño a nadie al tener estos sentimientos uno por el otro, y solo era cuestión de tiempo para que esas emociones recíprocas explotaran.

Frank no imaginó que ese chico de cara bonita que vio el primer día de trabajo en esa mansión, hoy estaría haciendo de sus días algo hermoso.

Y Ayden no imaginó que aquel chico apuesto que fue realmente antipático el primer día de vacaciones, hoy le devolvería la sonrisa con solo un viaje de la preparatoria a casa.

Llegaron al hogar de Ayden después de unos minutos más, el menor bajó del vehículo y lo rodeó por enfrente, aferrándose a su mochila.

Agradeció a Frank de haberlo traído, antes de abrir la gran reja con un botón de su teléfono que sus padres implementaron hace una semana; se giró sobre sus pies, y regresó a pasos acelerados a la ventana de Frank.

Ese pensamiento repentino a su cabeza lo hizo estremecer, pero no le veía lo malo, y en realidad se emocionaría bastante si la reacción de Walker era positiva.

Al estar al lado, bajó su cabeza y la inclinó al interior de la ventana.

Entonces, le robó un beso en la mejilla a Frank.

—Gracias por lo de hoy, me gusta mucho pasar tiempo contigo —admitió, provocando que Frank no respondiera al instante.

Nunca se sintió así, es decir, se besaron en la fiesta... ¿pero un beso en la mejilla?
Eso era jodidamente adorable.

—Gracias —fue su limitada y secretamente avergonzada respuesta.

Mmh.

Eso hizo que Ayden se desilusionara un poquito, solo un poquito, hasta que Frank volteó a verlo, su cabeza logró reaccionar y le gritó que no lo arruinara.

—También me gusta estar contigo, pulga.

Le ofreció una sonrisa algo débil, pero él juraba que era sincera.

El menor, por su parte, asintió y se alejó de la ventana.

—Ve con cuidado. Avísame cuando estés en la universidad.

—¿Te estás burlando?

—Ah, sí es cierto.

»»----- ★ Fin del capítulo 16★ -----««

Avísame dice JAJA

Ay pues qué creen, que en el siguiente ya le toca al buen Jean y al buen Eddy :D

P.

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