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12.- "Primer Día"

Ayden Silverman

No quiero despertar. Odio levantarme temprano.

El primer día de escuela siempre me ha parecido el más difícil para despertar a tiempo, y este no sería la excepción.

Además de una hora de entrada habitual, Jean fue el responsable de ir a despertarme para pasar su casa antes de llegar a la escuela.

Nos levantamos a tiempo, Jean pudo ducharse mientras yo nos preparaba un desayuno rápido.
Posterior a que él saliera del baño, lo dejé comer solo mientras yo me duchaba.

En cuanto salí, cambié mi ropa a algo normal para el primer día, y mi ropa solía combinarse en tonos claros la mayor parte del tiempo, y en realidad me gustaba mucho el estilo de camisas cruzadas con mangas dobladas hasta los codos, llevadas por debajo de algún pantalón con respectivos tennis.

Algo de lo que debía darle la razón a Frank, es que estaba acostumbrado a cosas de marca, cosas caras y que la mayoría del tiempo no me preocupase por el precio de algo.

¿Estaba mal? Por supuesto que no, ya que jamás he menospreciado el hecho de que mis padres pudieron haberme dado todas estas cosas y a la fecha lo siguen haciendo. No obstante, "trabajar" estas vacaciones al menos me había dado la felicidad de recibir una paga.

Terminé de cambiarme, bajé a la cocina con una mochila lista, volví a saludar a Jean al mismo tiempo que él seguía comiendo, me senté a desayunar algo muy rápido a su lado, y gracias a que él es mucho más responsable que yo, apenas logramos salir a tiempo.

Salimos de mi casa, su auto ya estaba fuera solo para subirnos y partir.
Arrancó rumbo a su casa, en el corto camino que llevábamos, la música no tardó en hacerse oír, hoy era día de escuchar música alegre, más que nada para que pudiéramos llegar felices a estudiar.

Intentamos hablar con Kayla, ella todavía no despertaba.

Y tal como creía desde ayer, hoy también iba a tener aunque sea un pequeño pensamiento sobre cierto chico... ¿qué  estará haciendo ahora? Seguramente ya estaba en sus clases, quizá durmiendose por alguna clase aburrida, o quizá puede que ni siquiera haya entrado solo por ser el primer día.

Aunque pensándolo bien, Frank no parecía alguien tan descuidado en sus estudios, seguramente le gustaba acudir.

Y hablando de Frank, ¿qué más debía decirle? Aún no respondía su mensaje, no le había comentado nada a Kayla ni a Jean por temor a que todo saliera mal y yo terminara siendo el estúpido que quiso entablar una conversación con Frank y fracasó.

—¿En qué tanto piensas?

—Me emociona el primer día, me gustaría que llegaran personas nuevas.

—Eso me hace creer que debo decirle a Kayla que nuestra amistad no te es suficiente.

Reí. —Dramático. ¿Haremos algo después de clases?

—Yo no tengo ningún plan, pero si tengo muchas tareas hoy, no voy a ir.

—Las vacaciones no fueron suficientes, necesito otras —miré al camino.

Luego de pasar a su casa, dejar que se prepare y volver al vehículo, dentro de 10 o 15 minutos, llegamos a la escuela, esta no tenía un campus muy grande, había cientos de alumnos fuera, algunos entraban y otros esperaban un poco más afuera.

Jean introdujo su camioneta en el estacionamiento de las instalaciones, me indicó algunas cosas, pues ya desde hace tiempo quería enseñarme a conducir, pero no me daba mucha confianza salir a conducir debido a mi poca capacidad de actuar bajo presión.

—¿Kayla ya habrá llegado?

—Ni idea, ella siempre llega tarde, prometió ser puntual esta vez —comuniqué bajando a la par de él.

—¿Y le vamos a creer? —se indignó.

—Pues... deja de criticar nuestra irresponsabilidad —bromeé.

Cerró las puertas de su auto con seguridad, caminamos juntos por parte del campus para entrar al inmenso edificio, charlamos en el trayecto, ayer habíamos revisado en la página de la escuela el horario de nuestra clase.

Entramos a nuestro respectivo salón de clases, saludamos a nuestros compañeros, tomamos asiento en medio, a este punto, ya no nos importaba mucho el lugar dónde íbamos a sentarnos, de cualquier manera siempre estábamos juntos; el orden era Jean, Kayla y yo.

La clase comenzó, Kayla llegó a menos de tres minutos de empezar la clase, se sentó en el sitio que guardamos para ella, y poco pasó para que el primer profesor llegase.

Ya lo conocíamos, él nos había otorgado clases hace un tiempo, a decir verdad era un buen profesor. De esos profesores delgados y con algo de canas, gafas, un rostro cansado pero, siempre amables con los alumnos, comprensivos y con un buen trato que hasta sus clases daban gusto.

—Espero hayan tenido unas buenas vacaciones, más adelante tendremos una actividad psicológica respecto a lo que hicieron —pronunció observandonos alegremente—, veo algunas caras nuevas. Bienvenidos a este su último curso, y bueno, me parece que ya los conozco, así que ya deben saber cómo son nuestras clases.

Empezó exponiendo su nombre a través de un proyector conectado a su computadora, junto con algunos puntos importantes de su clase.

Otros 10 minutos fueron suficientes, para que llegase otra persona al salón de clases.

Llamó la atención de nuestra clase, y al ver de quién se trataba, Kayla y yo nos miramos simultáneamente.

—¿Puedo pasar? Lamento la demora.

El profesor asintió y le indicó los asientos. —Pasa, no es demasiado tarde.

Aquel chico asintió, miró la clase completa buscando un asiento, hasta que finalmente hizo contacto visual con nosotros... con Jean.

Era él, el mesero de Rey Burrito.

Entró con timidez, se veía más pequeño que antes, quizá sea porque ya no tenía el uniforme de su trabajo. El tinte azul y morado estaba un poco más opaco desde la última vez que lo ví. Su rostro de forma pequeña y fina se cruzó con la vista de Jean varias veces, pues yo me dediqué a ver a mi amigo, el cual pareció evadir un poco la situación.

Había un asiento libre detrás de mi, le señalé el sitio y vino rápidamente.
Cuando tomó su lugar, me arrastré en mi propia silla hacia atrás, estas sillas en particular, tenían ruedas, por lo que la mayoría del salón estaba donde quería, sin embargo se alcanzaba a notar un orden.

—Hola —susurré amable—, ¿qué tal?

El contrario me dio una risa tímida. —Hola... todo bien hasta donde yo sé, ¿tú cómo estás?

—Muy bien, gracias —lo miré—, ¿cómo te llamas?

—Eddy —sus pestañas eran un poco más grandes que lo normal y parecía pestañear muy rápido—, me parece que tu nombre es... ¿Ale? Eres del único que escuché alguna vez su nombre en Rey Burrito, pero no recuerdo muy bien.

—Ayden —corrige cordial, tomé un trozo de mi cuaderno y con una pluma escribí mi nombre adicional al de mis amigos para mostrarselo—, yo soy Ayden, mi amiga al lado es Kayla, y al lado de ella está Jean.

Cuando escuchó el nombre del rubio, pareciera que una mini sonrisa se postró en él, observó a Kay, luego a Jean.
A los segundos, Kayla también se acercó a nosotros.

—Hola —alargó la "a"—, ¿tú trabajas en Rey Burrito, verdad?

—Trabajaba —expresó con la misma amabilidad, este chico es adorable, en verdad lo es—, creo que ustedes estuvieron más veces que yo en las vacaciones.

Kay sonrió al igual que yo. En un principio creí que sería complicado hablar con él, pero, Eddy parecía ser muy agradable, su forma de hablar era delicada, educada, incluso raspando lo elegante.

—Nos alegra que estés aquí, Jean está concentrado en las clases. Pero él también es nuestro amigo, si necesitas algo, solo dínoslo —la rizada puso sus pies arriba del suelo, cruzandolos en la silla en una posición de buda.

El resto de la clase tuvimos oportunidad de hablar más con él y lograr tener una especie de compañerismo con él, sabía lo difícil que era hacer amigos nuevos. Y no quería que otra persona más pasara por eso, además, Eddy era mucho mejor socializando de lo que yo fui el primer día de clases en primer año.

Asimismo, nos contó que la sencilla razón por la que llegó aquí, era que su antigua escuela se había quedado sin profesores debido a muchas injusticias y problemas.

Por supuesto que dentro de la clase, Kayla y yo intentamos hacer un mapa de la escuela en un cuaderno, igualmente íbamos a guiarlo, pero nunca estaba de más tenerlo a la mano.
Jean no habló con nosotros, él prefería prestar atención. Eddy lo veía de reojo muchas veces, y era adorable darme cuenta que también Jean llegaba a dar una que otra miradita, no tan constante como el de cabello de colores, pero ahí estaba, él sabía que este chico era el de Rey Burrito.

Pasamos las siguientes dos clases hablando con Eddy, por más que intentamos incluir a Jean, este no quería, y llegué a entenderlo un poco, Peterson no era el mejor con personas nuevas, era más tímido y un poco vulnerable a no poder entablar una conversación.

Se llegó la hora de un descanso, preparamos nuestras cosas para salir, lo mejor era que Eddy viniera con nosotros, así él tenía la oportunidad de sentirse en compañía y conocer a Jean.

—Jean —lo llamé, pues él seguía sentado en el mismo sitio—, vamos a la cafetería.

—Aquí estoy bien —se limitó seriamente.

—Jean —la rizada miró discretamente a Eddy.

Por el contrario, Peterson volvió a negar. —Los alcanzo después.

—Ah, yo igual —la voz educada de Eddy vino detrás de nosotros—, quiero explorar la escuela solo, antes de ir a comer algo, yo... eh, yo tengo comida de mi casa, no necesito comprar algo. Los veo en la siguiente clase.

No esperó nuestra despedida, él mismo se fue del salón de clases.

Kay y yo nos miramos, luego miramos a Jean.

—Eso fue grosero —crucé mis brazos.

—¿Qué hice?

—Se nota que te negaste a ir por él. Tú sabes quién es, ¿no te agrada?

—No es eso... —observó otro punto del salón—, no es nada, pero no me cae mal si es lo que suponen.

Kay suspiró. —Bueno, yo tengo mucha hambre y es seguro que hoy se acabarán los sandwiches de pollo. Les compraré uno y regreso.

Sí, aunque Jean no quisiera salir, no íbamos a dejarlo solo.

La morena se fue, el salón estaba vacío a excepción de mi amigo y yo, me senté a su lado en otra silla con ruedas, hasta arrastrarla y estar finalmente enfrente de él.

—¿Qué sucede con Eddy?

—No sé de qué hablas.

Junté mis manos por arriba de la mesa.

—Mira, Jean, no he tenido una buena experiencia tratando de convivir con un jardinero cuyas actitudes apenas logro comprender. Así que, sé de sobra que ese intento por ser discreto para no estar cerca de él; es todo menos discreto. No entiendo, ¿él te dijo algo en Rey Burrito? ¿Te hizo sentir mal?

Volvió a negar, sus brazos también estaban cruzados, pero no podía mirarme muy bien, estaba avergonzado a como yo lo veía.

—Me da miedo hablar con extraños, no es una noticia nueva.

—Eddy no es un extraño, fuiste bueno pidiéndole órdenes de comida... no tienes qué mentir, te conocemos y sabes bien que no vamos a criticarte o algo así.

Carraspeó un poco su garganta, y ahí sí pudo mirarme un poco más.

—Me da miedo hablar con él.

—¿Alguna razón? Él ha sido amable, pero si te ha tratado mal, te prometo que no lo permitiremos.

—No me ha tratado mal —sonrió amargamente—, yo... las veces que hemos estado en Rey Burrito... bueno, yo lo he notado, ¿comprendes?

—Sí entiendo pero no comprendo.

—Quiero decir que ya he visto a Eddy en Rey Burrito.

Asentí. —Sí, porque fue mesero.

Rascó su ceja un poco estresado, para volver a asegurarse de que no estuviera nadie cerca.
Inclinó su cuerpo a mí y habló en un bajo tono de voz.

—Me da miedo hablarle porque él... él me parece lindo. Lo vimos varias veces en Rey Burrito y bueno, me gustaba verlo de lejos, no es fácil pensar en qué le voy a decir a alguien sin verme muy directo. Quiero... conocerlo, pero me da miedo, Ayden.

Este es el mejor día de mi vida. Solo eso se puede decir.

Vi a Jean ser tímido una vez más, y más allá de burlarme, le di una sonrisa que él pudiera procesar bien.

—Ow, Jean, creí que era algo malo. Es relativamente bueno saber que eso es lo que pasa. Entiendo que Eddy te atraiga de alguna manera, y está perfecto, créeme que él estaría encantado de hablar contigo.

—Dudo que sea así, y no tengo urgencia de humillarme.

Hice una mueca, era impresionante el grado de inseguridad que Jean tenía en este aspecto. En las vacaciones le habíamos repetido algunas veces que el mesero realmente estaba interesado en él, y ver que no llegaba a creerlo, de alguna forma me daba un poco de pesar.

—No vas a humillarte, en verdad, me parece que ya hemos aprendido que es mejor arriesgarse a nunca saber qué pudo pasar. ¿Por qué te da miedo hablarle?

—Porque él es bonito y yo, soy yo.

—Y tú eres muy guapo —aseguré—, e incluso sino fuera así, ¿cuál es el problema? No eres una mala persona, Jean, y pienso que si cualquier persona supiera cómo eres, cualquiera estaría feliz de tenerte cerca.

El rubio intentó amenizar sus expresiones, y por supuesto que ya no quiso seguir en el tema.
En lo personal, me emocionaba un poco saber que alguien era del interés de Jean, y a decir verdad, los chicos que menos se enamoraban, me parecían los más adorables a la hora de pensar de manera romántica sobre otros.

Al final, logré convencerlo de ir a la cafetería con nosotros, y prometí no presionarlo sobre hablar con Eddy, pero sí trataría de hacer que hubiera alguna oportunidad de que sucediera.

Nos apresuramos a donde se dirigía Kayla, misma que ya había comprado sandwiches para nosotros.
Eventualmente nos sentamos en una de las grandes mesas, y Jean también pudo contarle a Kay lo que sucedía.
Pese a la emoción de la chica, supo que no debía insistir en una interacción entre Eddy y Jean.

No había rastro de Eddy, aproveché el momento con ellos para contarles sobre lo que había sucedido con Frank.
Por supuesto que ellos ya estaban un poco molestos con él, e incluso me felicitaron por lo haberle respondido tan pronto.

Sin embargo, ellos parecían ver qué quería hacerlo, y que quería hablar con Frank, convertirme en un buen amigo.

—No apruebo que sigan viéndose, pero te apoyo, y si crees que así lograrás acercarte más a Frank, entonces deberías decirle que venga a verte —propuso la rizada.

—¿Estás loca? No puedo decirle eso, para empezar, me dirá que soy un menso si creo que él vendrá a verme, y para finalizar, no voy a hacer que salga de sus clases.

—Por supuesto que no vas a decírselo directamente... nuestra hora de salida supone que él ya debería salir de clases también, no pierdes nada con intentar. Solo házlo de manera sutil.

—No creo que exista una manera discreta de decir "ven a verme".

Mientras Kayla y yo discutíamos, Jean comía tranquilo de su sándwich, solo escuchándonos.

—Me interesa y aterra pensar que si no se tratara de Frank, harías que cualquier otro chico ya estuviera fuera de la escuela esperando a que salgas.

Jugué un poco con mis dedos, ella tenía bastante razón en realidad. Tratándose de alguien más, probablemente ya habríamos tenido varias citas.

—No sé qué responderle...

—Préstame tu teléfono —estiró su mano.

—¿Para qué?

—Voy a ayudarte, no de la manera que me gustaría, pero algo puedo hacer para hacer que esté disponible para venir.

Con duda, saqué mi teléfono de mi mochila y se lo entregué, ella misma empezó a tocar la pantalla; buscando algo.

Dirigí mi vista a otro lado, Jean seguía comiendo en silencio, parecía estar disfrutando de lo que Kayla compró.

Posteriormente, ví la puerta de la cafetería, por donde apenas entraba un pequeño chico de cabello de dos colores; azul y morado. Se encaminó al área de compra, mientras tanto, discretamente lancé una servilleta a Jean.

—No te voy a dar.

—No quiero eso —miré varias veces detrás suya—, Eddy está comprando algo. ¿Te molesta si le digo que se siente con nosotros?

Pasó el último bocado que le dio a su comida, y se notó enseguida cómo los nervios atacaron su cuerpo.

—¡Enviar! —Kay sonrió y me entregó mi teléfono—, no sé qué vaya a suceder, así que no mires el mensaje hasta estar en casa.

—Tengo miedo.

—Confía en tu buena amiga Kayla, tú vas a salir con Frank tarde o temprano —guiñó un ojo para mí.

Volvimos a la escena sobre Eddy y Jean, al final, mi amigo no supo si en verdad quería estar cerca del chico.
Al final, decretó que pese a ese miedo de hablarle, no sería capaz de dejarlo comer solo, por lo mismo accedió a qué Eddy viniera, pero él de ninguna manera podría hablar.

Llámanos al chico de ojos marrones, se alegró de venir con nosotros, puso su comida en nuestra mesa, por supuesto que se notaba esa gran tensión entre él y Jean, era imposible no verla.

Eddy ponía su mirada muchas veces con Jean, como si quisiera que sus miradas se cruzaran y quizá al menos sonreírse o saludarse.

La charla en la mesa fue alrededor de la antigua escuela de Eddy, de su trabajo en Rey Burrito, incluso nos contó maneras seguras de tener un servicio más rápido, de tener comida recién hecha o simples consejos que sirven bastante en ese lugar.

Luego de la hora de descanso, regresamos a nuestra siguiente clase. En donde nos avisaron que el profesor no pudo llegar por un percance de último momento. El tiempo libre que nos regalaron; lo usamos para hacer absolutamente nada. Eddy prefirió alejarse un poco de nosotros, por su cuenta salió del salón, y se llevó consigo un par de audífonos inalámbricos.

En cuanto Eddy cruzó por esa puerta, Jean dio un pequeño suspiro y arrastró su silla con Kayla y conmigo, estábamos tranquilamente jugando tres en raya.

—Pensé que te levantarías y lo acompañarías —opiné tranquilo, marcando una "x" en nuestro juego.

—Si no existiera el riesgo inminente de que me diga "no, aléjate", seguramente ya le hubiera pedido su número —le señaló a Kay dónde colocar su "o".

—Me gustaría decirte que eso está mal, pero yo no fui capaz de mandarle otro mensaje a Frank, la vida nos hizo amigos, pero esto nos convirtió en hermanos.

Asintió, chocamos palmas, Kayla negaba profundamente decepcionada de sus amigos.

Poco a poco empezamos a aburrirnos de estar aquí, decidimos salir del salón y dirigirnos a visitar todas las salas de actividades extras a las clases.
Es decir; clubes escolares.

Teníamos bastantes conocidos en esos clubes, y siempre nos había gustado visitarlos, ya que nosotros nunca nos animamos a entrar en uno en especial.

Habíamos escuchado que estuvieron remodelando algunos lugares de la escuela. Posterior a los clubes y quedarnos un tiempo en el de música, nos apresuramos a ir a la biblioteca, esta se veía mucho mejor, con más iluminación, sofás y sillas cómodas para que pudiéramos solo sentarnos y leer.

Hicimos el menor ruido posible, hasta encontrar a una figura sentada cómodamente en una silla colgante en forma de cápsula.

Miré a Jean, y él simplemente... dio una ligera sonrisa, pero una que rara vez lograba dar.

No sé qué le habrá puesto Eddy a las bebidas de Jean, pero es como si mi amigo pudiera ver algo en él que los demás no, algo distinto.

Supongo que así me veía cuando Frank estaba cerca.

—Vámonos, no dañemos su paz —propuso Kay.

Ella y yo nos giramos para retirarnos pacíficamente, caminamos unos cuántos metros, y nos percatamos de que alguien no nos siguió.

Volvimos a mirar atrás, y ahí estaba Jean, solo observando a ese pasillo oculto en el que Eddy leía un libro y escuchaba música.

Nuestros pies regresaron con Jean, para nada comprendía qué pasaba por su cabeza, entendía la parte en la que él le parecía bonito, pero no la parte en la que incluso olvidaba que sus amigos se fueron.

—¿Está todo en orden? —lo observé.

Asintió, tomó la respiración más decidida que le haya visto, y carraspeó por lo bajo.

Acto seguido, Jean se separó de nosotros, y no fue para atrás, él caminó por este pasillo escondido con tal decisión, llegó hasta donde se hallaba Eddy, llamó su atención, cruzaron algunas palabras en las que el menor daba una risa nerviosa y Jean parecía muy nervioso.

Kay y yo casi nos jalamos del cabello de la emoción.

Esperamos en rotundo silencio, hasta que me pareció ver que se pusieron de acuerdo en algo, desde la distancia, Jean nos hizo una seña que solo entre nosotros 3 entendíamos.
Esta se trataba se mover notoriamente el dedo pulgar, el dedo meñique y el dedo índice en ese mismo orden, esto significaba; déjenos solos.

Lo habíamos usado varias veces, pero Jean jamás.

Al ver la señal, Kayla y yo nos fuimos de prisa, salimos de la biblioteca lo más discretos posibles, y justo al salir y alejarnos, empezamos a festejar.

—¡Sabía que Jean iba a lograrlo! ¡Qué felicidad! —saltó en el mismo sitio.

—Ese chico debió gustarle mucho como para perder su miedo a hablar. ¿Desde hace cuánto tiempo se empezó a interesar?

—Supongo que no hace poco, fuimos el primer día de vacaciones y él ya estaba ahí. Vamos a la cafetería, esto amerita comprarle galletas de coco para felicitarlo.

—¿Y sino hay?

—¡Pues las hacemos!

»»----- ★ • ★ -----««

Nuestras clases habían terminado.

Durante las últimas, Jean y Eddy no hablaron mucho, pero al menos ya había cierta comunicación como alguna duda o parecido.

Se veía en el rostro del rubio que luchaba con los nervios, pero jamás se portó grosero con Eddy al momento de contestarle.

Al terminar nuestro horario escolar, Eddy se fue en cuanto se despidió de nosotros, lamentablemente, ninguno de nosotros recordó pedirle su número.

Jean me llevaría a casa tal como ocurría todos los días, Kayla lo necesitaba el día de hoy, había ocasiones en las que Kyle le prestaba su auto, pero hoy no era una de esas.

Salimos del gran edificio al estacionamiento, en donde pensábamos si debíamos irnos a casa o ir a otro lugar juntos.

En realidad eran raros los alumnos de preparatoria que tenían autos, no por lo económico, era bien sabido que esta escuela no era pública, por lo que habíamos muchos que sino estaban becados; nuestras familias podían pagar.
La cosa era que... por alguna razón, la mayoría de las personas de nuestra edad y un poco más chicos no sabíamos conducir, nos daba miedo; en resumidas palabras.

Por su parte, Kay y Jean eran menos miedosos en ese sentido, y por más que les he pedido clases de manejo, al final termino diciendo que me aterra tocar el volante y los pedales.
Aparte, ni siquiera sé cómo usar la palanca de velocidades.

Al estar en el estacionamiento, no había muchos alumnos, solo aquellos que tenían alguna bicicleta o incluso moto.

Pero había algo raro... un coche que yo conocía bien, y al chico que no he podido sacar de mi cabeza apoyando su cuerpo en la puerta de este, mientras hablaba con otro sujeto a su lado.

Tenía los brazos cruzados, y la conversación que tenían no parecía muy enérgica.

—¡Ahí están! —Kay dio saltitos.

No entendía nada, pero mis nervios se apoderaron de mi cuando supe que ese chico pelinegro era Frank.

Su rostro se veía tan tenso, y tal vez yo no era el mejor leyendo a las personas, pero incluso a esta distancia, pude notar que cuando Frank y yo hicimos contacto visual, su expresión... se relajó.

—Bueno, me alegra que el plan final fue irnos a nuestra casa porque quería que ellos vinieran —la rizada llamó nuestra atención—, Jean, puedes llegar pronto a casa sin llevarnos, Ayden, ahí está tu chófer. ¡Nos vemos, hasta mañana!

—Hasta mañana —el cínico de Peterson se despidió como si nada, pues en cuanto Kayla se fue, corrió a Thomas.

—¿Vas a dejar que me vaya con él? —confronté a mi amigo—, puedo no salir vivo.

—No creo que él sea un peligro... ya estuvo en tu casa todas las vacaciones y sigues completo —bromeó—, te llevo si en verdad quieres, pero, se supone que esto querías más, ¿no?

—¡Pero no sé porqué está aquí!

—En ese caso... ve y pregúntale —lanzó confiado—, ya me cuentas cómo te va, mándame tu ubicación, si veo que no va hacia tu casa, conduciré rápido a tu rescate.

Iba a seguir quejándome, pero Jean se despidió, entró a su camioneta, y solamente se quedó ahí.

Estos infelices.

Suspiré, sabía que debía hacerle frente a Frank, porque pese a mis nervios, yo no olvidaba que Frank y yo no quedamos en buenos términos.

Me acerqué a él, Kayla y Thomas subieron al coche del mayor y arrancaron. Así que solo estaba yo contra el mundo.

—¿Qué hacen aquí?... bueno, creo que es obvio porqué vino Thomas, pero, ¿tú?

Cruzó los brazos. —Voy a llevarte a casa.

Lo miré confundido, y luego caí en cuenta. Kayla.

No había recordado que yo le presté mi teléfono.

—Pero, yo no te lo pedí.

—Ya sé —la voz de Frank era tan atractiva... sino fuera grosero, lo escucharía por horas—, era claro que la persona de los mensajes no eras tú.

Saqué mi teléfono de mi mochila nuevamente, temía lo peor.

La vergüenza me consumía, ni siquiera quería mirarlo.

Bueno, no es que Kayla haya mentido, era verdad que la dirección de mi casa era muy desconocida, y también era verdad que yo no era bueno explicando.

No fue del todo mentira, pero el saber que él contestó eso... no tenía ni idea de cómo sentirme.
Ah, y ya podía ver su foto de perfil.
Qué bonito.

Negué. —Yo no sabía nada de esto.

—Tampoco me sorprendería, ¿nos vamos?

—¿A dónde?

—A tu casa, Ayden, ¿a dónde más?

Aplasté mis labios. Esto era horrible, no me gustaba ser tratado así.

—Quiero decir —él mismo pareció regañarse—, ya sé que no esperabas verme aquí, y yo tampoco, pero no estoy aquí por obligación, prefería conducir y que alguien llegue seguro a su casa, que tengas que caminar tanto, si vas a pie vas a llegar mañana... y mañana es martes, qué flojera.

Está bien, lo último me dio gracia, porque los martes no tienen nada que ver en esta conversación.

—Pero, tú vas a molestarte y vas a echarme la culpa.

—Ayden, sube al auto, no quiero que te... —aclaró su garganta—, me dijeron que necesitabas que te lleven a casa y aquí estoy, y aunque estoy seguro que no soy el único que sabe tu dirección, por algo debe ser.

—¿Y si intentas humillarme? Y ya te dije que yo no te pedí venir, no quiero que después yo salga perjudicado.

—¿Hablo en chino o qué? —su tono cambió a algo más cómico, fue algo espontáneo.

No te rías.

Dio una respiración cansada. —No voy a hacerte nada malo, ya no. Estaba aburrido, recibí los mensajes de tu amiga, y vine para hacerte un favor. Después de todo, te debo algo. Por última vez e incluso de manera cordial, sube al auto.

Frank dominante es menos desagradable cuando es por algo bueno. Pero es confuso.

—Está bien...

—Gracias —hizo un ademán, rodeando el auto hacia el lado del copiloto—, ¿ya ves? Hablando se entiende la gente, y nosotros somos gente civilizada.

Hunter fue quien me dijo que Frank tenía un lado cómico bastante peculiar. Uno que con el tiempo podría empezar a salir y mostrarlo a alguna persona que le parezca digna de verlo, o algo así me dio a entender.

No sé qué pudo haber pasado en su cabeza, pero al menos ya no me hizo sentir tan mal como en las vacaciones.

Lo seguí, me dentré al coche, él cerró la puerta y regresó por enfrente del suto.

Ahora que estaba dentro, lo analizaba mejor, era la primera vez que estaba en el piloto en el auto de Frank.
Tal como la primera vez que estuve aquí pero en la parte trasera, ese auto olía a él, y era tan rico este aroma.

Ya que era de día, notaba más lo limpio que estaba por dentro, tenía tonos negros y beige casi por todos lados, pero se veía reluciente, es un auto clásico muy bien cuidado, y lo mejor de todo era el aroma a cítricos que se desprendía de este.

Poco después el apareció por el piloto, no dijo nada, solo encendió el motor y arrancó fuera del estacionamiento.

Ay, no, sus manos...
Si este viaje era largo, no iba a poder concentrarme, porque sus manos se movían por el volante y la palanca de cambios de una manera exquisita. Y la manera en la que lograba maniobrar ese volante para ir de reversa y volver a la dirección normal también.

¿Qué tenía Frank que conduciendo se veía tan atractivo?

No lo sabía con certeza, usualmente solo confiaba en Jean, Kayla y mi padre para conducir. Aunque ahora que veía a Frank hacerlo de esta manera, no quería que con solo esto yo pudiera sucumbir a sus jodidos encantos y fingir que nada pasó.

Aparte, en el corto camino silencioso que apenas llevábamos, la idea pasaba una y otra vez por mi cabeza.

Frank vino a verme. O algo así.

»»----- ★ Fin del capítulo 12 ★ -----««

Querido diario: hoy descubrí que me gusta Frank manejando. Gracias.

P.

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