09.- "Viaje a Casa"
Ayden Silverman
«Apresúrate y no mires atrás».
Ya había escuchado un coche que me seguía hacer poco en cuanto salí del estadio, había intentado ignorarlo, pero la velocidad con la que me seguía no era normal, estaba detrás de mi y cualquiera lo sabría por las luces.
Y cuando escuché el claxon del auto, supe que yo no merecía morir el día de hoy.
Vi unos arbustos y no dudé ni un segundo en saltar sobre ellos.
La tierra y el césped llenaron mi ropa de suciedad.
Tuve que contener la respiración, el auto siguió avanzando poco a poco porque dejé de escucharlo, pareció detenerse casi al momento en el que desaparecí.
—¿Ayden? —escuché esa voz desde la cera.
Saqué la cabeza de los arbustos, por supuesto que conocía esa voz.
—Daniel —señalé, muriéndome de la vergüenza—, ay, hola.
—Hola —sonrió—, lamento asustarte, mi hermano me lo pidió.
«Ese infeliz».
—Oh, sí, no hay problema —asentí—, lograron asustarme.
¿Se notaba que estaba nervioso? Espero que no.
—Sí... dijo que iríamos a casa de un amigo suyo a devolverle algo, y mencionó haberte visto por ese vecindario, me pidió llevarte también.
«Ese desgraciado».
—No es necesario, gracias. Puedo volver caminando.
—Últimamente es más peligroso ir por la calle tan noche. Incluso mis amigos y yo preferimos estar seguros en un auto. Ven con nosotros, pasaremos a cenar antes.
Negué de manera clara. —Gracias, pero no puedo aceptarlo, no tengo dinero para pagar un viaje a casa o una cena.
Por supuesto que tenía dinero, ¿quién sale sin dinero sin la presencia de sus padres?
El de rulos, por su parte, me miró con una expresión de regaño.
—No lo puedo aceptar, lo lamento, no puedo. Es indignante esto, ¡Me opongo! —insistió, sacándome una risita—, mi hermano y yo pagaremos todo, no te preocupes. Si yo fuera tú, aprovecharía ahora, mi hermano nunca deja entrar a alguien más a su auto solo porque sí.
Iba a negarme e irme. Me molestaba un poco esto, que Daniel dijera que Frank fue quien propuso llevarme, luego de fingir que no nos conocíamos, no era que Frank me debiera reconocimiento, pero era descortés y bastante.
Por otra parte, últimamente me gustaba pensar en cómo sería su auto por dentro, ¿tendrá su aroma? Normalmente los autos de las personas tienen un aroma que te hace pensar en ellas, y pensar que ese auto olía a Frank, era emocionante. Frank huele muy bien, y lo sabe.
—Pero, yo..
—Véngase.
Daniel me tomó de la muñeca sin poner mucha fuerza, me llevó al auto seguro de si, mientras yo me regocijaba internamente en mi propia desgracia.
Miré al copiloto mientras nos acercamos, y ahí estaba Frank, distraído en su celular, sin mirarme, pero una ligera sonrisa de burla se formó.
Daniel abrió la puerta del vehículo, y sin decirme nada, señaló el interior de la parte trasera.
—Pero no pediré nada para comer —lo apunté.
—Siéntese —volvió a ordenar autoritariamente.
Daniel nunca me había demostrado o dejado ver que era una persona muy estricta o dominante como su hermano. Él parecía ser más agradable y amable. No obstante, cuando da órdenes de este modo, se parece mucho a Frank.
Me adentré al coche, y tal como esperaba, este sitio tenía todo el aroma de Frank; un exquisito olor a cítricos me inundó y relajó.
Los asientos eran de una textura suave, el interior también estaba lleno de tonos oscuros, y pese a ser un modelo de auto clásico, por dentro se veía más moderno, él debió haberlo cambiado, o pedir que lo adaptaran.
Amo aquí.
Sin embargo, mi relajación se esfumó cuando miré a Frank, y este no llegaba a mirarme de vuelta, estuvo centrado en su teléfono al punto de ignorar que alguien más entró a su auto.
Iba a saludarlo, pero Daniel logró salvarme, entrando al auto y poniéndolo en marcha en cuanto cerró la puerta.
—Ayden, él es mi hermano, Frank, el sonso que se lesionó en el juego. Frank, él es mi amigo, Ayden, y es muy amable.
—Yo no me lesioné, fue culpa de Emil —corrigió.
—Él te empujó muy fuerte —comenté lo más tranquilo que pude—, es bueno que tu hermano estuviera cerca.
Frank solamente asintió.
Qué incómodo.
Qué grosero es, ya no me gusta, es horrible que sea así.
»»----- ★ • ★ -----««
Sí me gusta.
Fue imposible decir que no, menos cuando otra vez estaba enfrente de mi.
Habíamos llegado a Rey Burrito, Frank y Ayden tomaron asiento en un lado de la mesa, mientras que yo preferí estar del otro lado.
Independientemente de lo que compramos para cenar, no podía centrarme en la comida, Frank no se atrevía a mirarme ni un poco, o al menos yo no lograba darme cuenta, y por eso creía que no pasaba.
Claro que Daniel no notaría esta incomodidad, yo seguía muy intranquilo, ¿por qué Frank estaría fingiendo que no me conocía? ¿Tan poco le agrado?
La "cena" se ha resumido hasta ahora, en Daniel y Frank hablando, Dani de vez en cuando quería integrarme, pero realmente no me sentía cómodo si Frank dejaba ver qué no me quería aquí.
Lo único que pude responder con más palabras, fue la forma en la que conocí a Daniel, cosa que el mismo introdujo a la conversación.
Ante esa charla, Frank estaba bastante atento. Gracias al cielo, Daniel nunca mencionó la parte en la que nos besamos.
—¡Un momento! —nos alertó Daniel.
Levanté mi vista rápidamente, Frank ni se inmutó.
—Voy al baño —informó, ahora con casualidad—, Ayd, cuida mi comida de este engendro.
—Que te vaya bien —exclamó el pelinegro sin chiste, robándole una papa frita a Daniel.
El de rizos se fue al baño velozmente.
Nuestra mesa se quedó en silencio, Frank solo estiraba y doblaba su pie vendado fuera de la mesa, parecía que ya no le dolía tanto, pero aún así, seguía haciendo muecas de queja.
—¿Te duele mucho?
Y ahí estaba yo, haciendo mi intento por ayudarlo.
—No. Estoy bien.
Hice una mueca, no le creía nada.
Al mismo tiempo, me regañaba por pensar algo de él. Es decir, la última vez que nos vimos, incluso nos reímos juntos, fue un agradable momento, y hoy todo se perdió, otra vez.
—Fue un gran golpe, espero que no sea muy grave... pero, lo que hiciste me pareció admirable. No cualquier jugador se pone de pie para patear una última vez antes de salir. Te fuiste y antes marcaste una anotación.
Frank se atrevió a mirarme de reojo, echó su espalda hacia atrás y cruzó sus brazos por enfrente suya.
—No me gusta perder.
—Ya lo he notado —comenté por lo bajo.
Un segundo de silencio fue el último regalo divino que Frank me otorgó, antes de darme cuenta que esto estaba próximo a arruinarse de nuevo.
—¿Qué hacías en el juego?
Jugué con una papita frita. —Acompañé a mi mejor amiga a ver jugar a su... bueno, no sé qué son aún, pero sé que son algo. No pensé que estarías ahí.
Por primera vez en tal vez todo el día, Frank me miró, y como siempre, su expresión me atacaba, profanaba cada parte de mi.
No podía negar que no solo era su rostro, sino que, lograba sentir algo con esa forma de mirarme.
—¿Y si lo hubieses sabido desde antes?
—¿Ah?
Suspiró frustrado. —Si hubieses sabido desde antes que iba a estar ahí, ¿habrías ido?
Tal vez muchos me subestimaban, pero había ocasiones en las que podía pensar más rápido, y claro que combinaba algo que me haya molestado, con la oportunidad perfecta de hacerlo saber.
Que me preguntase esto era una sorpresa, más considerando el interés con el que lo mostró.
Sin embargo, yo estaba molesto todavía.
—Sí, habría ido —concluí, captando su atención—, porque el motivo por el que asistí fue para hacerle compañía a mi amiga, no a verte a ti. Así que, aún si lo sabía o no, acudiría con el mismo propósito. Y ninguno de mis propósitos sería ir a ver a un engreído que finge no conocerme.
—¿Me llamaste engreído?
—¡Es justo por eso que lo mencioné! —me alteré—, solo te interesa lo que digo cuando tiene que ver contigo, cuando te digo un adjetivo calificativo o esas cosas... y, yo sé que no me debes nada porque no somos amigos, pero es descortés y de alguien egocéntrico que finjas no conocerme y después te atrevas a hacerme estas preguntas.
—Me dio curiosidad —su tono ahora era muy sencillo, casual, incluso inocente.
Negué. —Eres detestable.
—Y yo pensé que te agradaba.
—Me agradabas, tiempo pasado —aclaré, maltratando mi comida—, a diferencia de ti, tú sí me caías bien pese a lo maleducado que has sido. Pero ya no más, y no necesito que le digas a Daniel que me lleve a casa como si fuese solo el vecino de Hunter al que reconoces.
—Entonces, me estás diciendo que te molesta que no me interese en los demás, pero si pienso en los demás y digo que hay que llevarte a tu casa, ¿también te molesta?
—No es eso, es la manera en la que lo haces. ¿Cuál es el motivo por el que niegas conocerme?
—¿Cuál es el motivo por el que eso debe afectarte?
—Porque soy un humano normal —añadí con toda la obviedad—, dime a quién le gustaría que lo negaran cuando claramente se conocen. Ya te lo dije, no es que me debas alguna amistad o algo así, porque ha quedado claro que tú y yo no somos amigos... pero no fue agradable que engañes a los demás con que no me conoces. Y es en serio eso de llevarme a casa, yo me iré solo.
—No.
—Eso no depende de ti, no me puedes obligar.
—Pero tú sí puedes dejar de lado el orgullo y dejar que te llevemos sano y a salvo. Ahora estás viviendo solo y eres el blanco perfecto para personas sin escrúpulos que quieran seguirte hasta tu casa.
—¿Orgulloso yo? ¡Mira quién lo dice!
—¿No era yo el que solo ponía atención cuando lo asociaban con algún mal adjetivo calificativo? Te acabo de decir que pueden seguirte hasta tu casa si no aceptas ayuda.
—De verdad te detesto, a partir de ahora, ya no te conozco. Y no sé porqué hice el mínimo intento de preocuparme por ti.
Debido a la rapidez con la que intercambiamos palabras, Daniel llegó en un periodo de tiempo no muy largo a detener la charla.
Frank volvió a fingir no saber cómo es el jardín de mi casa, y yo hice lo mismo, fingí haberlo visto alguna vez.
Ya sabía que no le afectaba como a mí, pero quería dejar en claro que también podía hacer lo mismo.
El resto del tiempo aquí, ya no quise mirarlo, solo hablaba con Daniel de vez en cuando.
Intenté convencerlo de dejarme ir solo, no lo logré.
Y tal vez la única razón por la que accedí, fue porque Daniel nunca ha sido estúpido como su hermano, él era mucho más amigable y cordial.
El castaño condujo hasta la casa de Hunter, me escondí entre los asientos, no por temor, simplemente no quería seguir hablando con nadie más, mucho menos explicarle porqué estaba aqui.
Posteriormente le señalé cuál era mi casa, Daniel se impresionó, pero me dejó bajar enfrente.
Me despedí del moreno con más alegría, y para nada le dirigí la palabra a Frank, cosa que terminó dando un daño regresivo, pues él ni siquiera volteó a verme.
Cuando se fueron, entré a mi casa, pasé por el inmenso jardín y abrí la puerta interior. Ni siquiera me molesté en encender las luces, hasta que recordé la posible existencia de algún fantasma y encendí la linterna de mi teléfono .
Subí las escaleras, cambié mi ropa por mi pijama, dejando lo usado cerca del cesto de ropa sucia.
Luego de lavar mis dientes, rostro y manos, me eché en la cama, pasando a cubrirme con las mantas.
En este momento, luego de apagar las luces, revisar mi teléfono por última vez y dar un largo suspiro, al fin pude pensar.
Debía aceptarlo, Frank solo era una persona atractiva por fuera.
No sabía realmente que me molestaba más, porque en cierta parte él tenía razón. ¿Por qué me molestaría tanto que él solo fingiera no conocerme?
Independientemente del motivo, él y yo no éramos tan cercanos como para lamentarse en eso.
Claro que a cualquiera le llegaría a causar queja que le hicieran eso, no obstante, no quería ponerle tanta importancia sabiendo que no lo merecía.
Reflexionando algunos minutos, supe que era muy probable que lo que más me causaba coraje, era saber que yo no hubiera hecho eso, que a diferencia de Frank, yo sí le conté de él a mis amigos, y él seguramente nunca me ha mencionado con nadie a excepción de Hunter quizá, cosa que por supuesto no estaba obligado.
O quizá, me molestaba lo lógico, que la persona que me atraía dijera que no me conocía cuando no es así, por supuesto que a cualquiera le afectaría, a algunos tal vez los pondría tristes, a otros decepcionados.
A mí me molestó, y a su vez me causaba coraje conmigo mismo, y me regañaba por seguir esperando algo de una persona que ha demostrado convivir conmigo por obligación.
Pero, lo que hizo sigue estando mal, y de ahí no me baja nadie.
No iba a engañarme ni a mi mismo, yo quería saber porqué actuaba así, quería saber su pasado, que me contara las cosas buenas y malas de su vida, ¿por qué trabaja de jardinero? ¿Cómo es que sabe hacer todos esos trabajos de herrería, jardinería, plomería y demás sin ninguna dificultad? ¿Por qué es tan cerrado con el resto? ¿Por qué hace estas cosas que lo dejan ver cómo alguien frívolo y egocéntrico?
Pero más importante, quería saber sobre su familia, sentía que algo tenían que ver, la familia influía en la personalidad de una persona, en su forma de ver muchos aspectos de la vida, y quizá Frank tenía esa actitud demandante por ellos.
Por otro lado, no me explicaba si su familia tenía algo que ver, porque de ser así, ¿por qué Daniel era todo lo contrario a Frank?
Muchas dudas, pocas respuestas.
Y ahora que lo pensaba, prefería quedarme con la duda, Frank no merecía que mis horas de sueño fueran menos por él.
Sí, ya no le daré el privilegio de tenerme pensando en ello. Y tal como le había dicho, yo ya no lo conozco.
»»----- ★ • ★ -----««
Última semana de vacaciones, últimos siete días de disfrute.
No sabía cómo sentirme en este punto de mis días. Frank solo vino dos veces en esta reciente semana a regar plantas, limpiar el jardín, etcétera.
En esas dos ocasiones, cumplí lo que le había dicho, solamente bajé a tiempo a abrir la puerta y lo dejaba trabajar.
En la cocina ya no había botellas de agua de la casa, las había cambiado por botellas de plástico de la nevera, mismas que me daba igual si se llevaba o no.
No le dirigí la palabra, no lo saludé, no se lo merecía.
Por supuesto que no verlo desde mi ventana no fue un mayor reto, aunque de vez en cuando me daba curiosidad qué hacía.
Lo bueno era que su pie mejoró muy pronto, la segunda vez que llegó, ya podía caminar normal.
El día de hoy, era posiblemente su último día aquí, aún no lo sé.
Kiwi y Pinky también estaban pasando sus últimos días conmigo, mis padres me avisaron que volverían una semana después de las vacaciones, y claro, no se molestaban en preguntar algo más.
Las personas que sabían que mis padres se iban de viaje seguido y tenía mucho tiempo solo en casa, solían preguntarse del porqué no hacía fiestas, o cuál era la razón por la que no salía todos los días o posiblemente metía a alguien a la casa a tener sexo.
La respuesta me la había otorgado una profesora de mi preparatoria, diciendo que al tener padres liberales y que realmente no me prohibían mucho, yo no veía la necesidad de hacer ese tipo de cosas, a diferencia de las personas con padres muy sobreprotectores que por naturaleza querían revelarse al ser oprimidos de tantas cosas.
La cuestión aquí era, que mis padres estaban muy cercanos a pasar la delgada línea de ser liberales a ser desinteresados.
Sabía bien que ellos me adoraban, más siendo su único hijo, no obstante, muchas ocasiones me sentía un tanto solo al no tenerlos aqui.
Por fortuna, mis amigos eran personas relativamente tranquilas que nunca me dejaron hacer más estupideces de las que pude hacer alguna vez.
Les debía muchos agradecimientos, había ocasiones en las que sentía que ellos me cuidaban de una manera en la que me sentía como un hijo.
No era correcto, lo sé, pero me gustaba sentirme protegido con Kayla y Jean.
Todo eso, fue para explicar y recordarme porqué estoy viendo una serie de romance con dos chihuahuas recostados a mis lados, en el sofá de mi casa, luego se haber sido invitado a una fiesta sin adultos o autoridades cerca.
Me gustaban las fiestas, pero no con frecuencia, y conocía personas que simplemente se sentían cómodos en sus hogares o paseando en una calle con sus amigos con frituras y latas de soda.
Y eso me llevaba a pensar... ¿Frank será un chico de fiestas? Era claro que no era alguien que consumiera drogas, tampoco alcohol recurrentemente, pues en su aspecto se echaba ver que se mantenía muy sano.
Da igual, me gustan los romances clichés, el chico desenfrenado con el chico o la chica que no habla mucho, y que claramente lo hará cambiar de opinión si es que se llevan mal.
—Si ustedes fueran pareja, seguramente Pinky sería la persona calmada y callada, y Kiwi el desenfrenado que está con una persona diferente cada fin de semana.
Pinky gruñó.
—No te hagas, sé que lo ves con ojos de amor —regañé.
La puerta del jardín trasero se cerró, guardé silencio y mantuve una mejor postura.
—Me voy, vendré el viernes por última vez.
Asentí, dejando que se fuera sin más.
—¿Escuchaste lo que dije?
Volví a asentir, acariciando a Kiwi y Pinky, no escuché que Frank se fuera, solamente que se colocó por un lado del sofá, con la misma aura imponente y orgullosa.
—No me gusta que me ignoren.
Tomé el control de la pantalla y puse en pausa la serie.
—A mí no me gusta que me interrumpan cuando veo algo.
—¿Todavía estás molesto por esa ridiculez? ¿En qué momento estás en derecho de enojarte?
Lo miré directamente. ¿Cómo osa?
Claro que no esperaba que en este punto de mi vida, estaría discutiendo con el jardinero de mis padres.
—¿Qué más da si estoy molesto? A ti no debería interesarte en lo más mínimo.
Negó. —No me interesa, no pienses que saber que tú estás molesto me quita el sueño, pero me parece absurdo que algo tan estúpido te haya puesto así.
—¡Es tu culpa, Frank! Tú eres grosero, egocéntrico y malo. La única razón por la que te he soportado es porque trabajas para mis padres. Pero no me agrada que alguien como tú siga apareciendose por mi casa.
Había notado algo desde su llegada, y era que Frank no sabía controlar su enojo. No hablando de violencia física, por fortuna. Era más bien, violencia verbal, no controlaba sus palabras, cuando se irritaba, llegaba a decir cosas que no sabía bien si él quería decirlas o no.
Por eso era que hace unos días quise conocerlo, pero hoy no.
Lamentablemente para mí, parecía que esta ocasión era una de esas en las que le iban a dar esos arrebatos de violencia verbal.
—Yo no vine aquí a agradarte, mucho menos a que consideres qué clase de persona soy, yo solo vine a ganar dinero para vivir, no a caerte bien.
—Eso no quita el hecho de que eres malo ¡Malo!
—No te debo explicaciones de porqué soy así, no eres ni mi familia ni mi amigo, empieza a meterte en tus asuntos y a dejar de darle importancia a cosas ridículas.
No pude decir nada, no quise, ya no tenía nada qué decir.
Frank lo notó, y mientras se iba, dijo otra frase que me dolió más que la anterior.
—Y de haber sabido que tendría que venir un mes a la casa de alguien como tú, créeme que jamás hubiera puesto un solo pie.
Sentí un piquete en mi pecho, una punzada.
Frank se fue, caminó decidido hasta su auto, y en el transcurso, alcancé a notar su cabeza negar, sus puños apretarse, y sin estar cerca, creía escuchar como su respiración se estresaba.
¿Qué pasó? No tengo ni idea, pero nadie me había dicho algo así, y aún cuando sabía perfectamente que Frank no era realmente una persona importante en mi vida, dolió demasiado.
Cuando lo ví adentrarse a su auto desde la gran distancia, pensé que lo mejor era definir quién era Frank, qué clase de persona era y porqué era así conmigo.
En esos segundos quise convencerme en que debía detestarlo, odiarlo y gritarle la próxima ocasión en la que lo viese.
Pero no, yo no era como ese hombre, y yo no podía odiarlo.
Podía ser ingenuo de mi parte e incluso tonto si es que varias personas supieran esto, pero no me podía permitir el detestarlo.
No porque yo tuviera algún tipo de cariño o afecto con él, tampoco lo entendía, Frank y yo no fuimos ni algo cercano a ser amigos, ahora mucho menos.
Bien podría ser por mi inocencia al mundo real, y en mi mundo, todas las personas eran buenas, solo tenían pasados difíciles que los han llevado a ese punto de sus vidas donde no saben empatizar con los demás.
Estúpido Frank, estúpido yo.
»»----- ★ • ★ -----««
—Eso fue muy grosero, ¿desde cuándo él sabe qué es ridículo y que no? —espetó una muy molesta Kayla.
—Me hizo sentir mal con todo lo que mencionó. No soy una persona desagradable, ¿o si? ¿Por qué dijo que no hubiera entrado a la casa de alguien como yo si hubiese sabido? —jugué con una servilleta.
—No eres una persona desagradable —ahora, el tono neutral y calmado de Jean se hizo oír—, y él no me agrada.
—Fue muy descarado de su parte decir todo eso, ¿cómo alguien no podría notar o halagar lo adorable que eres?
Seguí jugando con la servilleta, no sabía que lo de ayer con Frank iba a afectarme más el día de hoy, y me regañaba de nuevo, por darle tanta importancia.
Mis amigos me habían invitado a comer a Rey Burrito, otra vez, por supuesto.
Me limité a solo pedir algo de tomar, hoy era de los últimos días de vacaciones, así que había muchas personas aquí a esta hora de la tarde, por lo que tuvimos que sentarnos en la barra.
En esta se encontraba el mismo mesero nuevo de otros días, al cual por supuesto le gustaba Jean, se notaba enseguida, y a mí parecer, era tierno lo cerca que le aterraba estar de nosotros.
Aún así, hoy parecía trabajar en la barra, atendiendo la caja y las bebidas refrescantes.
Lo vi limpiar algunos vasos nuevos con un pañuelo, y si yo no podía tener una amena conversación con el chico que alguna vez me gustó, entonces le otorgaría ese tesoro a alguien más.
—¿Tú qué opinas? —lo llamé.
Ese chico, de cabello azul y en combinación de morado me miró, casi enseguida hizo contacto visual con Jean, el cuál solo ponía atención a su comida.
—¿Ah? ¿Sobre qué?
—Lo que estuvimos charlando. Les conté todo a lujo de detalle y estuviste cerca, algo debiste escuchar, ¿verdad? —lo animé.
—Oh... sí, es que, estoy cerca y hablan muy claro —asintió.
Kayla también le sonrió, le dio un ligero golpe con el codo a Jean, el rubio miró al pequeño mesero, y este tuvo una expresión sonriente al instante.
Lo que hace una simple mirada de Jean.
Aunque, no iba a negar el poder de su rostro, Jean sí que era lindo.
—Y bien... ¿algún consejo para este pobre chico? —Kay entendió por completo mi plan, estoy seguro.
El de uniforme rojo carraspeó y siguió atendiendo la limpieza de vasos.
—Bueno, no sé mucho de la situación en realidad, pero, puedo decir que las personas que explotan fácilmente o minimizan las emociones ajenas; normalmente sufrieron lo mismo de pequeños.
—Ajá... continúa —insité.
—Umh, si ese chico en verdad hizo y dijo todo lo que cuentas, posiblemente de pequeño y adolescente haya recibido lo mismo de parte de sus primeras referencias, es decir sus padres. En resumen, que a ese chico seguramente sus padres jamás le han dicho perdón, jamás validaron sus emociones y debieron descargar sus ataques de ira con él. No aprendió a hacer lo contrario a todo eso porque nadie se lo enseñó.
—¿Y eso justifica sus groserías? —cuestionó Kayla, curiosa y captando la atención del uniformado de inmediato.
—No del todo, pero sí las explica, quizá él sabe que está mal, y quizá no le gusta hacer eso, pero como dije, hay personas que crecieron en ese ambiente y nunca supieron que estaba mal, o tal vez no saben cómo pedir ayuda para resolverlo. No conozco a ese Frank, pero me agradaría que en su siguiente charla aquí, contaran que él ahora está asistiendo a terapias o algo para calmar esos ataques de ira.
Vaya.
Yo esperaba algo como un "no sé qué decir", es lo que yo hubiera dicho si un extraño me preguntaba algo así.
Pero, al parecer este chico me dio una bofetada con guante blanco, y contrario a lo que creía, él sabía manejar bien las palabras, y parecía estar muy seguro de lo que decía.
Entonces, si eso es real, y si Frank en verdad era así por todas esas cosas... no es necesariamente su culpa, tampoco la mía, por supuesto.
Me gustaría ayudarlo, a pesar de todo, de verdad me gustaría saber tanto de él, al punto de poder ayudarlo, seguro que no es bueno vivir sabiendo que en cualquier momento podrías decirle a alguien algo que no deseas o no se merece.
Mis amigos escuchaban otras explicaciones del chico, que se resumían en qué las personas siempre eran el producto de su pasado, y los más influyentes serían sus padres.
Pero algo siempre debía salirnos mal.
—Me tengo que ir —Kay bajó de su asiento con su teléfono en mano—, Thomas está molesto porque no me encontró en casa.
—¿Y te vas a ir con él? Kay, ¿desde cuándo él decide en dónde estás? —me quejé.
—Es que él... no lo entenderían, les explicaré luego, nos vemos.
—¿Quieres que te llevemos? —ahora Jean habló.
—No, así está bien, ¡Adiós! —se apresuró a salir.
—Avísanos cuando estés en casa —alcé la voz.
Suspiré pesadamente, puse mi cabeza sobre la mesa, el mesero se había ido a atender a otras personas, dejándome con Jean.
El rubio también puso su cabeza sobre la mesa, imitando mi sufrir.
—¿Por qué los guapos siempre son horribles por dentro?... Bueno, a excepción de ti, tú eres bueno.
Rió por lo bajo. —¿Guapo, yo?
Asentí. —Eres guapo, Jean. Hasta el mesero lo sabe.
—¿De qué hablas, Ayd?
Me levanté de mi asiento para acercarme al asiento en el que estaba Kayla, el cuál se hallaba a un lado del de Jean.
—No es por esparcir rumores, pero le gustas al chico que nos atiende —susurré—, él se ve adorable y tú como el amor de su vida. Yo quería que tuvieran una conversación.
Jean puso esa expresión y negación de siempre. Él nunca nos creía que en verdad era lindo, pareciera que aún no alcanzaba a ese punto de su autoestima.
—No le gusto.
—Lo haces, y solo tú eres incapaz de verlo, te detesto, voy al baño —hablé con rapidez, me puse de pie y me alejé. La gente es tan terca.
Caminé hasta el baño, y antes de entrar, quise curiosear, mirando una última vez al asiento de Peterson.
Tal como lo quería, el rubio se concentró en su comida, pero dio una mirada un poco sostenida al mesero que atendía la caja.
Y ahí estaba, una pequeña sonrisita se formó en su rostro.
¡Sí!
»»----- ★ Fin del capítulo 9 ★ -----««
Ay cómo m gustan los q trabajan en Rey Burrito y son meseros. <3
P.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro