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Capítulo 2
" Si on n'aime pas trop, on n'aime pas assez "
" Si no amamos demasiado, no lo hacemos lo suficiente "
Las croissants se hallaban repartidas en un plato sobre la mesa ratona. Tanto Marinette como Nathanael sostenían una taza de café entre sus manos, pero eran Alya y Nino los que habían preferido abrir una botella de gaseosa asegurando que no siempre cuando hacía frío había que tomar algo caliente. Vieron una serie para pasar el rato hasta que un personaje rubio, muy semejante a un antiguo amigo de ellos apareció en la pantalla.
—Dicen que Adrien no es lo que era antes —comentó Alya un poco desanimada sin mirar a su amiga, pues tampoco quería que tuviese problemas con el pelirrojo.
—Intenté contactarme con él... Pero es imposible —añadió Nino en igual estado que la chica.
—Bueno, algo seguramente le haya pasado. Lo recuerdo muy animado cuando iba al instituto —Nathanael miró a Marinette, parecía una momia. Pasó su brazo por detrás de su espalda y la acercó más a él—. ¿Qué dices, Mari?
—Mm... Pienso lo mismo que tú —dijo la joven y se aproximó a la mesa para dejar su taza de café que ya estaba vacía—. Es muy famoso, es modelo y diseñador como su padre...
—¡AH! ¡MARINETTE! —exclamó Alya de repente y se paró sobre el sofá para dar pequeños brincos—. ¡NO TE HE CONTADO! ¡PERO! ¡PERO...! —exclamó emocionada y saltó al suelo. Corrió a su habitación como si estuviese en una película de terror. Marinette y Nathanael la miraron confundidos y curiosos pero Nino se limitaba a reír.
Escucharon ruidos de cosas que se caían o que lanzaba de algún lado a otro.
—¿Crees que esté bien? —preguntó Nathanael con los ojos bien abiertos a punto de levantarse del sofá. Marinette lo jaló del brazo con suavidad para que volviese a sentarse.
—No tienes que preocuparte, siempre exagera de esta forma —le contestó con una risita.
La pelirroja volvió al living con una revista entre sus manos y se tomó el tiempo de pasar de hojas, buscando quién sabe qué. En un momento, alzó sus manos al cielo (o al techo, cabe recordar que se hallaban en un departamento y que esta escena no es para nada similar al Rey León... O tal vez sí) y le mostró a Marinette un artículo en el que colocaban a Adrien y a ella como rivales.
—"Dos diseñadores en acenso luchando por la corona" —comenzó emocionada leyendo el título—. "Adrien Agreste, hijo del dedicado y muy reconocido diseñador de modas Gabriel Agreste ahora tiene un fuerte contrincante en su área de trabajo. Se trata de Marinette Dupain Cheng, una joven de veinticinco años que apareció en este ámbito hace pocos años pero que llegó para quedarse. Sus diseños se destacan por ser femeninos, sencillos y frescos sin olvidar el toque de elegancia que toda mujer necesita..."
—¿¡QUÉ!? —Marinette se sobresaltó y corrió al lado de su amiga para arrebatarle la revista—. "Ambos con futuros prometedores y grandes ganancias son el objetivo para la gran compañía "Bon Vivant" y su próximo concurso" ¿¡Por qué no me lo mostraste antes!? —exclamó eufórica.
—¡No lo sé! ¡Soy una tonta!
—¡Dejen ver eso, no se lo queden para ustedes! —exclamó Nino y Alya le arrojó la revista que le llegó directo a sus manos. Nathanael no tardó en acercarse a él y leer en silencio—. Este no es Adrien... Miren su expresión... Parece más a su padre —alzó su mirada sobre el papel hacia amabas chicas, no parecía tan contento como antes—... Diablos, me pregunto qué le habrá pasado.
Una desconocida, eso se consideraba Marinette para Adrien. Nino tenía razón, el chico de veinticinco años que ahora salía en las revistas, en todos lados, se había acercado a la imagen seria de su padre. Recordaba lo que había sucedido entre ellos dos pero estaba segura de que había algo más, Adrien era una persona tan luminosa que nadie podría apagar si no fuera... Si no fuera por "algo" que involucraba a otros.
La muchacha de ojos azules se sentó sobre su pareja y observaron nuevamente la nota.
—Tus diseños son mejores.
Marinette movió hacia ambos lados su cabeza.
—Claro que no, Nathan. Adrien... Él tiene mucha imaginación. Incluso si entro a ese concurso sé que perderé.
Nathanael cerró la revista y la apoyó en la mesa, al lado de la taza que había dejado antes. Entrelazó sus dedos con el cabello de la chica por unos segundos.
—Siempre habrá alguien mejor que tú —comenzó a decirle con una expresión tranquila—. Sabes cuánto me gusta dibujar, pero aprendí que no debe importarme el otro sino yo... Porque yo no soy tú, ni tampoco Nino, siquiera Alya —al decir eso pudo escuchar risitas de la chica morena—. Si entras a ese concurso es para demostrarle a los demás que puedes hacerlo y para ganar ganar experiencia, habilidad. Si Adrien es capaz de hacerlo mejor que tú, entonces bien por él pero al menos lo has intentado.
—¿Alya, qué estás haciendo? —preguntó Nino curioso al verla anotando cosas en su computadora.
—Anoto las frases de Nathanael, quizás con esto pueda hacer un libro de auto ayuda y ganar más dinero. Si no te importa claro —bromeó ahora viendo al pelirrojo quien como respuesta rió.
—No, la verdad es que no me molesta para nada.
Al cabo de una hora ambos chicos estaban dispuestos a irse, pero no sin antes saludar a sus novias. Marinette agradecía su visita, no sólo les alegraba el día modificando su rutina sino que los consejos de Nathanael le servían más de lo que pensaba. Él era quien ante cada obstáculo le daba un empujoncito sin apenas tocarla, sin entrometerse demasiado en sus cosas.
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