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"Le gain de la recherche, c'est la recherche même."
"La victoria de la búsqueda, es la búsqueda en sí misma."
Adrien titubeó, Marinette le miraba de forma agria con el arete en su mano. Aquello no era sólo un encuentro de diferencias sino que podría significar algo mucho peor, la pérdida de confianza. Frente a frente, como si un océano los dividiese, se contemplaban en silencio esperando alguna reacción del contrario.
—¿Dónde está el otro? —Marinette rompió el hielo con su pregunta. Le enfadaba que Adrien la observase sorprendido, como si no supiese qué hacía allí.
—No lo sé, Marinette simplemente te diré... Que no puedes tenerlo tú ahora mismo—se acercó a ella e intentó quitarle el arete de la mano pero la joven retrocedió y apartó su brazo antes de que él siquiera pudiese agarrarle.
—¿Entonces quién? ¿Hawk Moth? Dime por qué lo agarraste y dónde está el otro.
—¡No lo sé! ¡No sé dónde está el otro! —exclamó y se acercó, ahora tomándole con fuerza y arrebatándole el miraculous. Marinette no se quedó quieta, sino que se arrojó sobre él, haciéndolos caer a los dos.
—¡Eso no es tuyo Adrien! ¡Suéltalo! —gritó forcejeando con él, incluso llegando a golpearle pero éste fue más fuerte y consiguió apartarla.
—Marinette, debiste ser más cuidadosa con algo importante —se levantó limpiando su ropa y mirando desde arriba a la muchacha, quien estaba en el suelo.
—Estás de su lado, ¿no es así? Tú eres uno de ellos. ¡ERES UN TRAIDOR!
Adrien estaba por irse de la habitación pero en cuanto escuchó las últimas palabras de Marinette, la miró sobre su hombro y luego se dio media vuelta. Caminó hasta ella con pasos ligeros y se puso en cuclillas a su altura, le contempló durante unos segundos y tomó con suavidad sus muñecas, manteniéndolas inmóviles para finalmente besarle. La chica intentó apartar su rostro pero no podía debido a la presión que éste mantenía contra ella.
Tras separarse, ambos respiraron agitados.
—Tú continua pensando en quién demonios soy —buscó su mirada y le soltó sus manos—. Allí afuera está ocurriendo quizás lo peor que te puedes imaginar. Quizás llegue a ti y tú sólo sigues con cosas de cuando éramos adolescentes.
Marinette marcó la mejilla de Adrien con una bofetada y éste le miró serio.
—Estás loco Adrien, tú siquiera sabes lo que haces.
—Ésta no es la Marinette de la que me enamoré —se levantó y apretó el arete que se hallaba en su puño—. Yo no soy el Adrien que te gustaba. Pero aún sigo arriesgándome por ti, porque me importas —respondió entre dientes.
—Es mentira Adrien, tú lo sabes. ¿Qué fue lo que sucedió hace unos minutos entonces?
—La chica que conocía pisaba fuerte —respiró de forma irregular, su pecho subía y bajaba de forma notoria—. Mantenía su confianza... Jamás se escondía. ¡JAMÁS SE RENDÍA! —gritó desaforado.
—No puedo confiar en nadie. Siquiera en ti —la joven se levantó y se paró frente a él, alzando su mentón en forma de ataque—. Volveré a tener mi miraculous y averiguaré qué demonios está pasando. Tú decides si ayudarme o no.
Adrien soltó una carcajada.
—Llevo años metido en esto, sacrificando miles de cosas para saber lo que demonios pasa y tú... ¿¡Tú dices que yo iré a ayudarte!? ¿No escuchas tus palabras? ¿Estás sorda? Marinette, despierta. Explota esa burbuja en la que llevas viviendo durante años —le remarcó con fuerza cada una de sus palabras, acompañándolas con un gesto de manos—. Podría hacer un listado de todas las cosas que viví y que odié mientras tú estabas feliz en la universidad. Vi compañeros morir, estuve encerrado... Fui apuntado por armas. He sido tratado como un maldito perro en ese servicio secreto, en sus entrenamientos... Pero lo soporté. Todo por ti y por este mundo.
—Entonces llévame con ese servicio secreto.
—Marinette...
—Dijiste que viniste a buscarme para que trabajáramos juntos. Hazte cargo de tus palabras, Adrien.
Adrien le miró de abajo hacia arriba y revoleó la mirada, pasando su mano por su rostro con frustración.
—Bien, me haré cargo —soltó un suspiro y le señaló sin verla—. Pero no irás con eso puesto, llamas mucho la atención.
—Como si tú no la llamaras.
—Llevo un traje normal —dijo mirándose a sí mismo y en un momento de distracción, Marinette pasó por su lado y le robó el arete.
—No me refería exactamente a tu ropa.
Adrien la vio dirigirse hacia la puerta y al entender su mensaje, enarcó una ceja con una leve sonrisa.
El rubio ahora le hizo seña que subiesen por la escalera al segundo piso. Ambos subieron los peldaños pero en cuanto Adrien apoyó sus pies, Marinette supo que había algo extraño.
—01 A-G —musitó y en ese preciso instante el escenario de un largo pasillo rodeado de habitaciones se transformó en una sola sala de metal. Marinette observó cómo todo se transformaba en pocos segundos con la boca abierta. El chico le dirigió la mirada con una pícara sonrisa—. ¿Adrien Agreste el nuevo James Bond? No lo sé, pero esto es como tener un juguete.
—¿Cómo es que...? Adrien, no entiendo absolutamente nade de lo que está pasando.
El joven subió cuatro peldaños de metal hasta encontrarse con una gran sala en la que tenía todo en un solo espacio: Cocina-comedor, cuarto, baño, living. Marinette no podía creer que todo eso se hallase en un lugar que parecía mucho más que reducido.
—Espero que no te moleste, pero no tengo ropa de mujer —le comentó acercándose hacia su ropero, que gracias a la tecnología, podía elegir sus prendas a través de una pantalla.
—Me preocuparía que la tuvieras —contestó siguiéndolo y examinando cada sector.
—Al menos comienzas a preocuparte por algo —apretó unos botones y en pocos segundos, la vitrina del ropero que parecía para guardar copas, se dio vuelta y allí estaban dos trajes. Le arrojó uno a la chica que sorprendida, lo atrapó—. Lamento mucho que debas quitártelo.
—¿Qué? ¿Por qué? —preguntó mirándose a sí misma.
Adrien pasó su mano por su propio traje, observando que no tuviese ninguna pelusa y luego la miró.
—Porque te ves preciosa.
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