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  "Je dis toujours la vérité : pas toute, parce que toute la dire, on n'y arrive pas... Les mots y manquent... C'est même par cet impossible que la vérité tient au réel."  

  "Siempre digo la verdad: no toda, porque decirla toda, no se puede... faltan las palabras.... por esto mismo es imposible que la verdad tienda a ser real. "


Marinette aspiró al sentir sus manos pero al bajar su mirada, antes de estar a punto de apartarlo, lo vio apretar los puños y retroceder un paso. Dio media vuelta y Adrien se balanceaba, tomándose de la cabeza y con los ojos cerrados, como si escuchase un sonido fuerte. Sin embargo, la sala estaba en silencio.

—Adrien... —intentó acercarse preocupada pero él alzó su mano y le detuvo.

—Ve arriba Marinette. —le ordenó con voz tosca, ahora agachándose en el suelo hasta estar en cuclillas como un niño pequeño.

—¿Qué sucede...? Oye, Adrien... Por favor, dime... —se agachó hasta su altura, quiso tocarlo pero éste le miró y parecía otra persona.
—¡DIJE QUE SUBAS, MALDITA SEA! —gritó desaforado y asustó tanto a la chica que terminó por caer al suelo, mirándolo totalmente desconcertada. Adrien tenía los ojos rojos, cristalizados.

La joven asintió y retrocedió arrastrándose, ahora dándose vuelta y poniéndose de pie entre tembleques. Subió la escalera sin darle totalmente la espalda a Adrien, mirándolo de reojo asustada. Lucía fuera de sí.

Apenas tocó la puerta de acero, ésta se destrabó y Marinette pudo salir sin problemas pero cuando volvió a cerrarse produciendo un gran estruendo pudo escuchar más... Mucho más. Alcanzó a oír cómo debajo de sus pies, objetos se rompían y frascos se estrellaban contra las paredes. Comenzó a faltarle el aire sin saber qué hacer en esa situación. Examinó la habitación pero no había nada más que una cama y un viejo ropero vacío.

No deseó intervenir, sabía que si Adrien le decía eso de esa forma era porque necesitaba estar sólo. Pasó unos cuantos minutos de pie, oyendo el estruendo cuando la puerta por fin volvió a abrirse. Adrien subía con una expresión de seriedad en su rostro, sus movimientos eran más toscos que antes y ese en brillo en sus ojos verdes se había apagado. Incluso su cabello estaba despeinado y su camisa desarreglada.

—A-Adrien... —murmuró asustada de lo que había pasado allí. Al parecer lo que Nathanael le había dicho era verdad, Adrien se perdía por momentos, su mente era más oscura de lo que había pensado.

Le tomó de la mano y la besó.

—My lady... —suspiró remarcando sus labios en la piel de la joven. Su voz ahora era monótona, como la de un disco rayado—... My Lady...

—¡ADRIEN! —exclamó aterrorizada pero éste había alcanzado a dejarla con fuerza contra la pared—. ¿Qué te sucede? ¡Por favor dime!

—Ladybug....Lady...Bug...—masculló pero antes de poder tomarla de los brazos, la joven alcanzó a darle una bofetada que lo hizo volver en sí. Adrien parpadeó por un momento, mostrándose confundido pero al ver el rostro temeroso de la chica le soltó y se separó de un sobresalto—. ¡Lo siento! ¡No sé...! ¡No sé qué me sucedió!

Marinette respiró agitada y le miró con desconfianza. Observó por un momento la puerta del sótano, imaginándose el desastre que podría haber hecho Adrien allí dentro.

—¿Recuerdas lo que te sucedió? Tú... —dijo confundida pero a la vez asustada de la situación.

—No, sólo... Vi que estabas aterrorizada y que yo... Bueno, estaba tomándote a la fuerza —miró la palma de sus manos y luego las pasó por su rostro, le temblaban.

—¿Es algo que siempre te sucede? Adrien, explícame. —Insistió acercándose hacia él pero éste retrocedía.

—No, sí... ¡No lo sé! Marinette no me pidas explicación para esto. Yo realmente no lo sé. Discúlpame —Marinette llegó a ver al Adrien que había conocido, al adolescente. Pero luego observó cómo sus manos se dirigían a los bolsillos de su pantalón—. Tienes que buscar el miraculous —lo vio ponerse pálido.

—Pienso que lo tienes tú —dijo de forma directa.

—¿Por qué piensas eso?

—Tengo razones. No son muchas pero...

—Dímelas, Marinette. Puede que sea verdad. 

La joven sacó del bolsillo interno de su vestido uno de los aretes.

—Esto estaba en tu pantalón. Explícame por qué, Adrien —dijo seria, mostrándole la pequeña pieza que horas antes había estado en sus orejas. 

* * * 

Nota: El capítulo es más corto que de costumbre porque decidí borrar una parte. Lamento la molestia para los que lectores que ya la habían leído, simplemente pensé que era demasiado para un fanfic donde leen personas de todas las edades.

PD: No, no era lemon.



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