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Capítulo 1
"L'amour est le seul rêve qui ne se rêve pas"
" El amor es el único sueño que no sueña "
10 años antes
Los ojos de Marinette brillaban con intensidad y de la misma forma se veían los de Adrien. Tomados de las manos, se hallaban de pie sobre una terraza de un edificio que desconocían. Estaban tan absortos en sus pensamientos que el único sonido que escuchaban era la forma en la que las gotas de lluvia se encontraban con el suelo. Lo que menos les importaba en ese momento era mojarse, pues acababan de revelar sus identidades.
—Siempre fuiste tú... —susurró Adrien sin ninguna sonrisa en su rostro, sus cejas se arquearon cuando la joven apartó sus manos. La vio correr un mechón de cabello detrás de su oreja, lucía incómoda.
—Chat...Adrie... Yo...
—Marinette —pronunció con claridad. Estaba tan nervioso como ella pero prefería apretar sus puños y esconder cuanto podía sus gestos. Ahora consciente de que había vuelto a ser Adrien, quien debía cuidar su imagen ante todo.
Marinette retrocedió unos pasos, una gran mezcla de sentimientos crecía en su corazón. Quería decirle algo pero había vuelto a ser la misma muchacha antes de tener el miraculous.
—¡Lo...Lo siento...! —murmuró y echó a correr, bajando las escaleras del edificio e intentando salir y alejarse de él lo más rápido posible.
¿Era tonta? Sí, lo era. Estaba acostumbrada a paralizarse al ver a Adrien en el instituto pero aquí era diferente, se sentía traicionada, aunque ese no era el caso. Asombrada, desconcertada... Millones de adjetivos inútiles que en ese momento no le ayudarían.
Probablemente se arrepentiría de haber sido tan estúpida como para no poder enfrentar aquello.
Al día siguiente, Adrien la ignoró completamente y ella hizo lo mismo. Era como si aquello los hubiera vuelto abstraídos, sin ningún enfoque particular. Lo que Marinette más temió sucedió: Sí. Un día, el chico dejó de ir al instituto y terminó alejándose no sólo de ella, sino de todos.
Actualidad
El timbre resonó en el departamento que constaba de una cocina-comedor, un living, un baño, un balcón y una enorme habitación la cual compartían las dos chicas que vivían allí. Había decoraciones por todos lados, siquiera el baño se salvaba.
—Voy yo, no te preocupes Marinette —dijo Alya con un tono alegre pero incluso en su voz se podía notar que estaba un poco cansada. Abandonó su silla y correteó hasta llegar a la puerta.
—¡Está bien!
Al abrir la puerta, la morocha se encontró con dos chicos: El primero, pelirrojo y de ojos azules llevaba el cabello recogido con una goma. Era muy alto, tanto que superaba a Alya o a Marinette por dos cabezas. Una bufanda rodeaba su cuello, no hacía tanto frío ya que se encontraban en otoño pero aún así acostumbraba a usarla.
El segundo, un poco más bajo, observó a la pelirroja con una enorme sonrisa que dejaba ver sus dientes. Los lentes que llevaba cuando era pequeño habían sido reemplazados por lentes de contacto y demostraba felizmente cómo su cabello había crecido un poco.
—¡Nino! ¡Nathanael! ¡Oh dios! ¡Qué alegría verlos aquí! Pasen chicos, estábamos estudiando —los saludó emocionada abriendo suficiente la puerta como para que pudiesen pasar.
—¡Ah! Si quieren podemos venir más tarde, no queríamos molestarlas —respondió Nino y saludó con su mano a Marinette quien hacía lo mismo sentada en la mesa desde lejos.
—¡No! —exclamó ansiosa y jaló del brazo a su pareja—. ¡Para nada! Nuestra cabeza explota ahora mismo de tanto estudiar. Mhh ¿Qué es lo que traen en esas cajas? Oh... ¿Esas no son...? —preguntó curiosa mirando lo que traían los dos en sus manos.
—Sí, pasamos por la confitería de los padres de Marinette —explicó el pelirrojo observando con una leve sonrisa la caja decorada. En cuanto escuchó la voz de Nathanael, Marinette se levantó de forma brusca se su silla y se acercó a donde estaba su amiga. Éste se sonrojó al verla—... Mari...
—¡Nathan! ¡Nino! No saben cuánto me alegra tenerlos aquí —Se tomó unos segundos para pasar por al lado de ambos muchachos y cerrar la puerta—. ¿Visitaron a mis padres? ¿Dijeron algo? —dijo sonriente tomando la caja del pelirrojo mientras Alya hacía lo mismo con la de Nino—. Pasen al living, ahora prepararemos esto. ¿Quieren algo para tomar?
—Tu padre sigue haciendo buenos chistes como siempre, Marinette —rió Nino a la vez que quitaba la mochila que traía en su hombro y guardaba sus auriculares—. Ah, yo quiero... mmmh... Con una gaseosa estaré bien.
Nathanael se tomó el tiempo de quitar su abrigo y colgarlo en uno de los ganchos que se encontraba en la pared. Continuó con su bufanda que guardó en su bolso.
—Dicen que te extrañan, que no estas visitando mucho la confitería —le comentó. Vio a Nino examinando el dvd nuevo de las chicas, Alya le retó diciéndole que no lo tocara. Pasó al comedor donde Marinette colocaba las croissant que habían traído y las acomodaba en un plato—. Te ves un poco cansada...
—Ah, bueno... —la chica soltó un suspiro—.Sí, es verdad. Estoy muy atareada con el trabajo y hago cursos así que también estudio mucho... ¿Se notan mis ojeras? No sabes cuánto odio tenerlas —quiso saber preocupada. El pelirrojo le dio un pequeño beso en la frente y acarició su mejilla. Se apartó un poco y comenzó a ayudarla.
—No tienes que sobrecargarte con tantas cosas. Cada vez eres más y más reconocida y jamás decepcionas a tus padres... Ni a mí —contestó con una leve sonrisa—. Nino come demasiadas... —dijo viendo el plato—. ¿Deberé agregar más?
—Nathan... Gracias. ¿Eh? ¡No! ¡No lo dejes comer más que eso! —soltó una carcajada—. Con Alya a veces comemos cuando vemos películas.
Nathanael también rió.
—¿Entonces en vez de palomitas de maíz comen croissants?
—Claro, ¿Por qué no?
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