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Eres mío

Corrió hasta el encaramándose a sus caderas de un brinco y lo beso con violencia, Milo tuvo que hacer un esfuerzo para no irse de espaldas por la fuerza con la que Camus se arrojó a sus brazos, sentía esos poderosos muslos rodeando su cadera y no dudo en llevar sus manos hasta la cintura del francés para profundizar el contacto, Camus lo besaba de forma demandante, con una necesidad que lo hizo sentir mareado, ni en la más loca de sus fantasías Camus lo había besado de esa manera tan apasionada.

-Basta con esto o en verdad esperas que te suplique-le pregunto el francés con voz jadeante apenas si despegándose de su boca, pero Milo estaba aturdido, no tenía cabeza para decir algo ocurrente así que solo sonrió como un idiota y emprendió su camino escaleras abajo, solo dio un paso cuando una sensación de vértigo lo invadió y aparecieron en el cuarto de Camus, la repentina e inesperada tele transportación lo hizo perder el equilibrio y caer sobre la cama.

Volvieron a besarse con pasión, Milo no podía creerlo ¿Qué había dicho o hecho Shion para que Camus estuviera actuando de esa manera? Decidió no cuestionarlo y dedicarse a disfrutar.

Acaricio esas maravillosas piernas con las que tanto había fantaseado, disfrutando de los espasmos del cuerpo del acuariano que jadeaba y se estremecía sin contenerse, el francés no quería esperar más así que se quitó la camisa y despojo a Milo de la suya disfrutando de su musculosa espalda y sus marcados pectorales, tenerlo desnudo sobre él era mejor de lo que siempre pensó que sería, la calidez del cuerpo del griego lo hacía delirar y sus manos paseándose por todo su cuerpo le ponían los pelos de punta.

-Estas seguro de...-comenzó a cuestionar el griego antes de que su juicio se nublara por completo, pero fue interrumpido por los labios del acuariano que se unieron a los suyos con desesperación. Era todo lo que necesitaba, sentir esa seguridad y esa entrega en las caricias y besos del francés que abandono su boca para continuar repartiendo besos a lo largo de su pecho y abdomen, Milo se sentía soñado con aquellas caricias, tener a Camus debajo de él desabrochándole los pantalones con prisa hizo que le temblaran las rodillas, se puso de pie tratando de recobrar el aliento pero Camus se sentó en la orilla de la cama y lo atrajo hacia el besándole el abdomen bajándole los pantalones y la ropa interior para liberar su erección, el griego no cabía en sí del asombro, estaba siendo completamente dominado por el francés que se arrodillo frente a él envolviendo con sus labios su poderosa erección

-Para para-le suplico tomándolo del cabello, si Camus continuaba de esa manera terminaría antes de si quiera empezar

El acuariano levanto la vista sin despegarse de su bajo vientre y fue más de lo que Milo pudo soportar, su gesto completamente embriagado de placer, el sonrojo en sus mejillas, la mirada traviesa, en resumen era el cuadro perfecto, lo aparto de el con brusquedad arrojándolo a la cama y se puso sobre el para devorar su boca con maestría. El francés era tan voraz, lo abrazaba y tocaba con tanta necesidad, se quitó los pantalones y despojo a Camus de los suyos, acariciando por fin piel con piel su trasero y sus piernas. No pudo contenerse más y bajo de su rostro a su cuello, su pecho su abdomen, llego hasta su miembro y aspiro el delicioso aroma de su vello púbico regodeándose con el estremecimiento que esta acción provoco en el francés, beso y lamio sus testículos antes de decidirse a meterlo en su boca.

El placer que Camus sintió fue tal que se enderezo con violencia apretando las sabanas y gimiendo con fuerza -En el cajón hay lubricante-dijo con voz jadeante señalando el buro cuando sintió los dedos de Milo pasearse entre sus piernas, se dejó caer hacia atrás nuevamente intentando mentalizarse para lo que venía.

El griego se apartó solo un segundo de el para tomar el lubricante y untarlo en sus dedos, en cuanto Camus sintió el digito de Milo intentando entrar en el no pudo retrasarlo más –Voy a terminar- anuncio arqueando la espalda y Milo aumento la velocidad de su boca aprovechando el orgasmo del francés para adentrar su dedo entre aquellas carnes que estaba ansioso por profanar. Continuo succionando e introdujo un segundo digito mientras Camus se remolineaba de placer, su cuerpo estaba vuelto loco, su miembro estaba hipersensible pero no se atrevía a pedirle a Milo que se apartara, en cambio se dio la vuelta bruscamente y se colocó en cuatro patas agarrándose de la cabecera de la cama

-Hazlo ya por favor- suplico volteando a ver a Milo y cuando sus miradas se encontraron trago saliva al ver todo el deseo que el griego reflejaba en sus pupilas

-Vas a perdonarme pero esto va a ser rápido-adelanto el escorpión consiente de que era muy probable que terminara nada más adentrarse en aquellas calientes carnes que lo esperaban más que dispuestas, el cuerpo de Camus se sentía tan caliente y no quería ni imaginar cómo sería estar en su interior, acerco su erección ya lubricada y empujo con suavidad metiendo solo la punta, apretó la quijada y las caderas de Camus tratando de controlarse para no hundirse por completo y lastimar al acuariano que arqueo la espalda y grito su nombre sin soltarse de la cabecera logrando que sus nudillos se pusieran blancos, Milo gruño esperando acoplarse a tan exquisito cuerpo que le recibía pero fue el propio Camus quien movió la cadera en su encuentro para que entrara por completo Milo sonrió, sabía que aquella osadía provocaría que Camus amaneciera adolorido pero si así quería que fueran las cosas le daría gusto, mantuvo una mano en sus caderas y con la otra tiro de la larga cabellera del francés provocando que este levantara el rostro. Por su parte Camus apretó la quijada para no gritar, aquello había dolido pero lo necesitaba, el dolor para él siempre había venido acompañado de recuerdos negativos y ya no quería que fuera de esa manera, quería que el dolor le recordara solo momentos como aquel en que su cuerpo añoraba no dejar de sentir

-Por favor Milo quiero sentirte- suplico empujándose contra la pelvis del griego

-Eres tan ardiente- lo halago el moreno disfrutando de su iniciativa provocando que Camus se sonrojara aún más Milo comenzó el vaivén de un modo violento y descoordinado sabía que probablemente lastimaría al francés pero este se había comportado de un modo tan necesitado que estaba seguro que no le importaría. Se inclinó sobre el pegándole el pecho a la espalda disfrutando de ver como se le erizaba la piel a Camus que levanto aún más la cadera pegando el pecho a la cama soltando la cabecera aferrándose a la orilla del colchón

-Carajo- bramo Milo tirando con aun más fuerza de la cabellera de su amante-En serio que será rápido-jadeo embistiendo con fuerza aquel trasero que le volvía loco Camus babeaba sin poder hilar alguna frase coherente, en aquella posición Milo embestía su próstata sin darle tregua

-Eres tan sensual-le gruño en la oreja al acuariano mordiéndosela de paso-Y eres mío-

-Si-jadeo Camus en respuesta-Soy tuyo-

-Siempre, siempre serás solo mío-

La voz ronca de Milo tan cerca de su oreja fue todo lo que Camus necesitaba se aferró a uno de los antebrazos de Milo enterrándole las uñas con fuerza y sin necesidad de ser tocado se vino una vez más

-Mierda Camus-bramo el griego mordiéndole el hombro al sentir el ardor en su brazo pero lo que más lo abrumo fueron las contracciones del cuerpo del acuariano sus espasmos eran tan violentos que lo llevaron al orgasmo que se había estado esforzando por retener.

No pararon de jadear por varios minutos, aun unidos, por más que lo intentaba Milo no podía normalizar su respiración aquello había sido agotador, le ardía el pecho, los muslos, su orgasmo había sido agónicamente intenso, aun tenia espasmos y sintió que se desmayaría. Trago saliva con dificultad parpadeando varias veces para aclarar su vista nublada.

Por su parte Camus apretó la quijada se sentía adolorido pero se negaba a bajar las caderas para no despegarse del cuerpo del griego, sus piernas temblaban y su vista estaba borrosa por la lagrimas que había escapado de sus ojos, pero la sensación que tenía en su pecho era algo indescriptible, estaba satisfecho, completamente complacido por la experiencia, lo único en lo que podía pensar era en recuperarse lo más pronto posible para el siguiente encuentro.

-Voy a sacarlo-le anuncio Milo tomándolo de nuevo de las caderas, cuando se retiró Camus por fin se dejó caer en la cama Milo se recostó a su lado besándole el rostro y el cabello

-Ha sido glorioso. Eres jodidamente fantástico-lo halago besándolo en la boca varias veces sin profundizar el beso, quería acariciarlo, tener la calma que no había tenido por estar cegado por el deseo-En verdad Camus estoy abrumado, eres tan apasionado, me has robado el aliento-

Camus sonrió avergonzado no sabía que decir, pero no hubo necesidad de palabras, miro a Milo con devoción y este sintió que su pecho iba a explotar por poder ver al fin sin barreras aquella mirada que le parecía familiar y extraña al mismo tiempo, ahí estaba el verdadero Camus, el Camus que le había sido arrebatado hace tantos años, sus ojos brillaban de satisfacción deseo y amor y Milo lo abrazo con fuerza poniéndose sobre él, deseaba hundirse una vez más en aquel cuerpo de ensueño, y lo hizo, despacio, disfrutando de cada centímetro de esa piel que le envolvía deleitándose en esas gloriosas piernas que se le enredaron en las caderas en una más que clara demostración de que era bien recibido, ansiaba mirar a Camus a los ojos mientras lo hacía suyo, gravar esa cálida mirada en lo más profundo de sus recuerdos, quedarse con ella, con su rostro al momento del orgasmo, con su voz desgarrada por el placer que no podía contener

-Mírame Camus-le pidió cuando lo tenía acorralado contra el colchón sujetándole el rostro-No cierres los ojos-junto su frente con la del francés mientras se movía despacio en su interior, el acuariano se mordió el labio jadeando tratando a toda costa de obedecer la orden dada por el griego, era mortal aquella sensación de estar conectados, esa sensación de pertenencia, eran el uno del otro, lo habían sido siempre...

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